Cr_nicas Lunares-Winter (Marissa Meyer) Primeros cuatro cap_tulos+BONUS.pdf

8/15/2019 Cr_nicas Lunares-Winter (Marissa Meyer) Primeros cuatro cap_tulos+BONUS.pdf

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Los dedos de los pies de Winter se habian vuelto fríos como cubos de

hielo. Estaban tan fríos como el espacio. Tan fríos como el lado oscuro

de Luna. Tan fríos como...

—...las cámaras de seguridad lo vieron entrar a los subniveles de AR-

central de la clínica de medicina a las 23:00 UTC...

El taumaturgo Aimery Park sonrió mientras hablaba, su voz serena y

medida, como una balada.

Era fácil perder la noción de lo que estaba diciendo, fácil dejar que todas

las palabras se confundieran y se conjugaran.

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Ella tenía una hija que era blanca como la nieve, roja como la

sangre y morena como la madera del ébano



Winter curvó los dedos de los pies dentro de sus zapatos de suela

delgada, temerosa de que si se pusieran más fríos, antes de que esta

audiencia terminara, terminarían por romperse.

—... estaba intentando interferir con uno de los caparazones que yahabía sido retenido...

Romperse. Uno por uno.

—... Los registros indican que el niño caparazón es el hijo del acusado,

llevado el 29 de julio del año pasado. Él tiene catorce meses ahora.

Winter apretó sus manos en su regazo, escondiéndolas en los pliegues

de su vestido. Éstas temblaban de nuevo.

Parecía que ella estaba temblando siempre en estos días. Apretó los

dedos para mantenerlos quietos.

Presionando las plantas de los pies en el duro suelo. Luchando para que

la sala de trono se enfocara antes de que se disolviera por completo.

La vista era impresionante desde la torre central del palacio. Desde aquí,

Winter podía ver el lago de Artemisia reflejando la parte posterior delblanco palacio hacia el cielo y la ciudad que se extendía hasta el borde

de la enorme cúpula transparente que los mantenían al abrigo de los

elementos de afuera... o a la falta de ellos.

La sala del trono en sí fue construida para extenderse más allá de las

paredes de la torre, de modo que cuando uno pasara más allá del borde

del piso de mosaico, se encontraran sobre una cornisa de vidrio

transparente. Como permanecer de pie en el , a punto de caer en picadoen las profundidades del lago del cráter.

A la izquierda de Winter, ella pudo distinguir como los bordes de las

uñas de su madrastra se clavaban en el brazo de su trono, un asiento

imponente tallado en piedra blanca. Normalmente, su madrastra estaba

en calma durante este proceso, y escuchaba pacientemente a los

ensayos sin una pizca de emoción. Winter estaba acostumbrada a ver los

dedos de Levana tranquilos acariciando el brazo pulido de su trono, no3



estrangulándolo. Pero la tensión había estado alta en el palacio desde

que Levana y su séquito habían regresado de la Tierra, y su madrastra

había volado en aún más rabietas de lo habitual en estos últimos meses.

Desde que aquella fugitiva Lunar (aquella cyborg) había escapado de suprisión en la tierra.

Desde que la guerra había comenzado entre la Tierra y la Luna.

Desde que el prometido de la reina había sido secuestrado, y la

oportunidad de Levana a ser coronada emperatriz había sido robada.

Winter apartó los ojos de los dedos de la reina. El planeta azul colgaba

por encima de ellos en un cielo negro sin fin, viéndose como si alguienhubiera tomado un cuchillo y lo hubiera despojado a la perfección por la

mitad.

Era una semana en una larga noche, y la ciudad de Artemisia estaba

radiante con postes de lámparas azul pálido y brillantes ventanas de

cristal, las luces bailando a través de la superficie del lago y que se

reflejaban en la cúpula del techo.

Una semana. Sin embargo, Winter sintió que habían pasado años desde

la última vez que había visto el sol.

—¿Cómo sabía él de los caparazones?— Preguntó la reina Levana, su voz

haciendo eco en las lisas superficies de la sala del trono.— ¿Por qué él

no cree que su hijo haya muerto al nacer?

Sentados alrededor del resto de la habitación, en cuatro filas

escalonadas, estaban las familias. La corte de la reina. Los nobles deLuna, teniendo el favor de Su Majestad por sus generaciones de lealtad,

sus extraordinarios talentos con el don lunar, o pura suerte por haber

nacido como un ciudadano de la gran ciudad de Artemisia.

Entonces, lastimosamente superado en número, estaba el hombre de

rodillas junto al Taumaturgo Park. Él no había nacido con tanta suerte.

Tenía las manos juntas, suplicante. Winter deseó poder decirle que no

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aquello no funcionaría. Todas sus súplicas serían para nada. Ella sintió

que habría consuelo en saber que no había nada que puedieras hacer

para evitar la muerte. Parecía que resultaba más sencillo para los que

venían ante la reina ya habiendo aceptado su destino.

Apartando la mirada del hombre, se quedó mirando sus propias manos,

aún agarrando su falda blanca de gasa. Sus dedos también, ella vio,

habían sido mordidos con hielo. Era bonito de cierta manera. Reluciente

y brillante y frío, tan frío ...

—Tu reina te ha hecho una pregunta—, dijo Aimery.

Winter se estremeció, como si le hubieran estado gritando a ella.

Centrarse. Ella debía tratar de centrarse.

Ella levantó la cabeza otra vez e inhaló.

Aimery estaba llevando blanco ahora, después de haber reemplazado a

Sybil Mira como jefe taumaturgo de la reina.

El bordado de oro en su abrigo brillaba mientras se paseaba alrededor

del cautivo.

—Lo siento, Su Majestad—, dijo el hombre, con la voz contenida.

Winter no podía decir si estaba disfrazando odio hacia su soberana, o

simplemente trataba de evitar que se convierta en un desastre y llanto.

—Mi familia y yo te hemos servido lealmente durante generaciones. Soy

un conserje en la clínica de medicina, y yo había oído rumores, usted ve.

No era de mi incumbencia, así que nunca me importó, nunca escuché.Pero ... cuando mi hijo nació caparazón...— Él gimió. —Él es mi hijo.

—¿No crees,— dijo Levana, su voz fuerte y nítida, —que esa podría ser

una razón de tu reina haya optado por mantener a su hijo y todos los

demás Lunares desprovistos del don separados de nuestros ciudadanos?

¿Que podemos tener un propósito que sirve al bien de toda nuestra

gente por contener a algunos de nosotros?

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El hombre tragó saliva, lo suficientemente fuerte para Winter pudiera

ver como su manzana de Adán se movía.

—Lo sé, Mi Reina. Sé que usted utiliza su sangre para algunos ...

experimentos. En sus laboratorios. Pero ... pero tiene tantos, y él es sóloun bebé, y ...

—No sólo su sangre es valiosa para el éxito de nuestros esfuerzos de

guerra y nuestras alianzas políticas, no puedo esperar que un portero de

los sectores exteriores lo entienda, pero también es un caparazón, y los

de su especie han demostrado ser peligrosos y poco fiables, como

recordarán de los asesinatos realizados del rey y la reina Marrok Jannali,

hace dieciocho años. Sin embargo, usted todavía quiere someter anuestra sociedad a esta amenaza?

Los ojos del hombre estaban locos de miedo.

—¿Amenaza, mi reina? Él es un bebé.— Hizo una pausa.

No se vió directamente rebelde, pero su falta de arrepentimiento estaba

haciendo enfurecer a Levana demasiado pronto.

—¿Y los otros que vi en esos tanques ... tantos de ellos, niños. Niños

inocentes.

La habitación parecía enfriarse.

Claramente, él sabía demasiado. El infanticidio de los caparazones había

estado en vigencia desde el gobierno de la hermana de Levana, la Reina

Channary, después de que un caparazón se haya colado al palacio y haya

matado a sus padres.

Muchos ciudadanos, pero ciertamente no todos, se había convencido de

que la precaución era necesaria, y nadie estaría encantado de saber que

sus bebés no habían muerto en absoluto, sino que realmente habían

sido encerrados y utilizados como pequeñas plantas de fabricación de

plaquetas de sangre.

Winter parpadeó, imaginando su propio cuerpo como una planta de

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fabricación de plaquetas de sangre.

Su mirada cayó de nuevo a sus dedos, y ella vio ahora que el hielo se

había extendido casi hasta sus muñecas.

Eso no sería beneficioso para las cintas transportadoras de plaquetas.

—¿El acusado tiene familia?—, Preguntó la reina.

Aimery asintió con la cabeza.

—Los registros indican una hija, de nueve años. No hemos sido capaces

de localizarla, pero la búsqueda se está realizando. También tiene dos

hermanas, dos sobrinos y una sobrina. Todos viven en el Sector GM-12.

—¿Ninguna esposa?

—Murió hace cinco meses, intoxicada por regolito

El prisionero observó a la reina, la desesperación reunida en sus ojos.

El tribunal comenzó a moverse, su ropa vibrantes cambiando y

revoloteando. Este juicio había durado demasiado. Su aburrimiento

crecía.

Levana se apoyó en el respaldo de su trono.

—Por el presente declaro culpable de allanamiento e intento de robo en

contra de la corona. Este delito se castiga con la muerte inmediata.

El hombre se estremeció, pero su rostro permaneció suplicando,

esperanzado.

Siempre parecía tomarles unos segundos para comprender dicha pena.

—Los miembros de su familia recibirán cada uno una docena de azotes

públicos, para recordarles a todos en su sector que posiblemente no

pueden comprender el funcionamiento interno de nuestro gobierno y

que no toleraré que mis decisiones sean cuestionadas de nuevo.

La cabeza del hombre comenzó a caer, con la mandíbula floja.

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—Su hija, cuando sea encontrada, se dará como regalo a una de las

familias de la corte. Allí, se le enseñará la obediencia y la humildad que

uno puede asumir que no ha aprendido nada de ello bajo su tutela.

—No, por favor. Deje que viva con sus tías. ¡Ella no ha hecho nada!

—Aimery, puede continuar.

—¡Por favor!

—Su reina ha hablado—, dijo el Taumaturgo Aimery. Aunque no levantó

su voz, ésta retumbó a través de la sala del trono en los oídos de los

taumaturgos de menor rango, los guardias, el tribunal, los sirvientes, y la

reina, el único juez y jurado. Su voz era sofocante. —Su palabra es final.

Aimery sacó un cuchillo de una de sus mangas acampanadas y sostuvo el

mango hacia el prisionero, cuyos ojos se habían abierto ampliamente

por la histeria.

El ambiente se hizo más frío. Winter notó que su respiración se volvían

cristales de hielo empañados. Se estremeció y apretó sus brazos

estrechamente contra su cuerpo.

El prisionero tomó el mango del cuchillo. Su mano era firme. El resto de

su cuerpo estaba temblando.

—Por Favor. Mi pequeña niña... soy todo lo que ella tiene. Por Favor . Mi

Reina. ¡Su Majestad!

Levantó el cuchillo contra su garganta.

Ahí fué cuando Winter miró hacia otro lado. Cuando ella siempre mirabahacia otro lado. Vio a su propios dedos penetrar en su vestido, sus uñas

arañando en la tela hasta que pudo sentir un aguijón en sus muslos. Ella

vio la subida de hielo sobre sus muñecas, hacia los codos. Cuando tocó el

hielo, su carne se entumeció.

Se imaginó arremetiendo contra la reina con los puños sólidos de hielo.

Imaginó sus manos rompiéndose en mil pedazos como carámbanos.

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Estaba en sus hombros ahora. Su cuello.

Incluso con el estallar y el agrietamiento del hielo, oyó el corte de la

carne. El murmullo de la sangre. El sordo gag. La dura caída del cuerpo.

La bilis se retorció hasta la garganta de Winter. El frío había sido robado

de su pecho. Ella cerró los ojos, recordándose que debía mantener la

calma, respirar. Podía oír la voz firme de Jacin en su cabeza, sus manos

agarrando sus hombros.

No es real, princesa. Es sólo una ilusión.

Por lo general, ayudaba, incluso sólo el recuerdo de él persuadiéndola

por el pánico. Pero esta vez, parecía que le permitía al hielo entrar.Abarcando su caja torácica. Royendo su estómago. Endurecimiento más

su corazón. Congelándola desde adentro hacia afuera.

Escucha mi voz

Jacin no estaba allí.

Quédate conmigo

Jacin se había ido.

Está todo en tu cabeza

Oyó el agrupamiento de las botas de los guardias cuando se acercaron al

cuerpo.

El cadáver se deslizó hacia la cornisa. Empujado. Momentos después, el

chapoteo debajo.

El tribunal aplaudió con tranquila cortesía.

Winter sintió los dedos de sus pies romperse. Uno. Por. Uno.

Ella estaba casi demasiado entumecida para darse cuenta.

—Muy bien—, dijo la reina Levana. —Taumaturgo Tavaler, procura que

el resto de la condena sea debidamente realizada.

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—Si, Mi Reina

Winter se obligó a abrir los ojos. El hielo se había abierto camino hasta la

garganta ahora, escalando la línea de su mandíbula. Las lágrimas se

congelaron dentro de sus conductos. Su saliva se cristalizó en su lengua.

En el centro de la habitación, un siervo estaba limpiando la sangre de los

azulejos. Aimery frotaba su cuchillo con un paño. Se encontró con la

mirada de Winter y su sonrisa era abrasadora.

—Estoy preocupado de que la princesa no tenga estómago para estos

procedimientos.

Los nobles de la audiencia rienron entre dientes-El disgusto de Winterlos procedimientos eran una fuente de regocijo para la mayor parte de la

corte de Levana.

Oyó el susurro de la túnica de su madrastra cuando la reina se volvió

para mirarla, pero Winter no podía mirar hacia arriba. Ella era una chica

hecha de hielo y vidrio. Sus dientes eran frágiles, sus pulmones habían

sido fácilmente destrozados.

—Sí—, dijo Levana. —A menudo me olvido absolutamente de que ella

está aquí. Eres tan inútil como una muñeca de trapo, ¿No es así, Winter?

El público se rió de nuevo, más fuerte ahora, como si la reina hubiera

dado permiso para burlarse de la joven princesa. Pero Winter no podía

responder, no a la reina, no a la risa. Mantuvo la mirada puesta en el

taumaturgo, tratando de ocultar su pánico.

—Oh no, ella no es tan inútil como eso—, dijo Aimery, sin dejar desonreír.

A medida que Winter miraba, una delgada línea carmesí se dibujó a

través de su garganta, la sangre burbujeando a través de la herida.

—¿La chica más guapa en toda Luna? Ella será una novia muy feliz de

algún mienbro de este tribunal algún día, diría yo.

—¿La chica más guapa, Aimery?—El tono ligero de Levana casi ocultaba10



su gruñido bajo.

Aimery perfectamente se había metido en un arco.

—La más guapa solamente, Mi Reina. Pero ningún mortal podría

compararse con su perfección.

El tribunal se apresuró a ponerse de acuerdo, ofreciendo un centenar de

elogios a la vez, aunque Winter todavía podía sentir las miradas lascivas

de más de un noble fijadas a ella.

Aimery dio un paso hacia el trono y su decapitada cabeza cayó,

golpeándose contra el mármol y rodando, rodando, rodando, hasta que

se detuvo justo a los pies congelados de Winter.

Sin dejar de sonreír.

Ella gimió, pero el sonido fue enterrado bajo la nieve de su garganta.

Está todo en tu cabeza

—Silencio—, dijo Levana, una vez que ya había tenido su parte de

alabanza.—¿Hemos terminado?—

Por último, el hielo encontró sus ojos y Winter no tuvo más remedio que

callar sobre la aparición de Aimery sin cabeza, encerrándose a sí misma

en el frío y la oscuridad.

Ella iba a morir aquí y nadie se quejaría. Ella sería enterrada debajo de

esta avalancha de falta de vida. Ella nunca tendría que presenciar otro

asesinato más.

—Hay un prisionero más que debe ser juzgado, Mi Reina—La voz de

Aimery se hizo eco en la frío oquedad de la cabeza de Winter. —Sir Jacin

Clay, guardia real, piloto, y protector asignado de la Taumaturgo Sybil

Mira.

Winter jadeó y rompió el hielo, un millón de afilados trozos brillantes

explotaron a través de la sala de trono y se arrastraron por el suelo.

Nadie más los escuchó. Nadie más lo notó.

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Aimery, con la cabeza muy unida, la miraba de nuevo, como si hubiera

estado esperando a ver su reacción. Su sonrisa era sútil cuando volvió su

atención a la reina.

—Ah, sí—, dijo Levana. —Tráelo.

Las puertas de la sala del trono se abrieron, y allí estaba él, caminando

rigidamente entre dos guardias, sus muñecas atadas detrás de la

espalda. Su cabello rubio estaba englomerado y enmarañado, algunas

hebras se aferraban a su mandíbula. Parecía haber pasado un tiempo

desde última vez que se había duchado o disfrutado de una comida

completa, pero Winter pudo detectar ninguna señal obvia de abuso.

Su estómago se revolvió. Todo el calor que el hielo había succionado

fuera de ella vino corriendo de nuevo a la superficie de su piel.

Quédate conmigo, Princesa. Escucha mi voz, Princesa.

Fué llevado al centro de la habitación, carente de expresión. Winter

clavó las uñas en sus palmas.

Jacin no la miró. Ni una sola vez.

—Jacin Clay,— dijo Aimery, —usted ha sido acusado de traición a la

corona, al no proteger a la Taumaturgo Mira, una acción que finalmenteocasionó su muerte prematura a manos del enemigo, y también al fallar

en detener a una fugitiva Lunar conocida a pesar de haber estado casi

dos semanas en compañía de la fugitiva. Usted es un traidor a Luna y a

nuestra reina. Estos delitos se castigan con la muerte. ¿Qué tienes que

decir en tu defensa?

El corazón de Winter retumbó como un tambor contra sus costillas.

Apartó la mirada de Jacin y miró suplicante hacia su madrastra, pero

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Levana no le estaba prestando ninguna atención.

—Me declaro culpable de todos los delitos señalados—, dijo Jacin,

llamando la atención de Winter de vuelta—,a excepción de la acusación

de que soy un traidor.

Las uñas de Levana se agitaron contra el brazo de su trono.

—Explícate.

Jacin permaneció tan alto y fornido como si estuviera con el uniforme,

como si estuviera de servicio, no en juicio.

—Como he dicho antes, yo no capturé a la fugitiva mientras estuve en su

compañía porque estaba tratando de convencerla de que podía ser

confiable, con el fin de recabar información que pudiera posteriormente

transmitirle a mi reina.

—Ah, sí, estabas espiándola a ella y a sus amigos—, dijo Levana. —

Recordaré esa excusa de cuando fuiste capturado. También recordaré

que no tenías información pertinente para darme, sólo mentiras.

—No es mentira, mi reina, aunque tengo que admitir que hesubestimado a la cyborg y a sus habilidades. Ella claramente estaba

disfrazándolas de mí.

—Tanto para ganar su confianza.—Había burla en el tono de la reina.

—Conocer las habilidades de la cyborg no era la única información que

buscaba, Mi Reina.

—Sugiero que deje de jugar con las palabras, Sir Clay. Mi paciencia conusted ya es fina.

El corazón de Winter se paralizó. No Jacin. No podía sentarse aquí y ver

cómo mataban a Jacin.

Ella podría negociar por él, decidió, aunque la decisión tenía una falla

obvia. ¿Qué tenía que para negociar? Nada más que su propia vida, y

ella sabía Levana no aceptaría eso.

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Tal vez ella podría lanzar un ataque. Entrar en histeria. Sería un tramo de

la verdad en este punto, y podría distraerlos por un tiempo, pero sabía

que sólo retrasaría lo inevitable.

Se había sentido impotente tantas veces en su vida, pero nunca así.

Sólo había una cosa por hacer, entonces.

Ella lanzaría su propio cuerpo delante de la cuchilla.

Oh, Jacin odiaría eso.

Ignorando la nueva determinación de Winter, Jacin inclinó

respetuosamente la cabeza.

—Durante mi tiempo con Linh Cinder, revelé información acerca de un

dispositivo que puede anular los efectos del don Lunar cuando se

conecta al sistema nervioso de una persona.

Esto causó un retorcimiento curioso entre la multitud. Una rigidez en sus

espinas dorsales, los hombros se inclinaron hacia adelante.

—Imposible,—dijo Levana.

—Linh Cinder tenía prueba de su potencial, Mi Reina. Como se me fue

descrito a mí, en un humano, el dispositivo mantendrá su bioelectricidad

evitando ser manipulado. Pero en un lunar, este evitará que utilizen su

don en absoluto. Linh Cinder misma había instalado el dispositivo

cuando ella fué al Baile de la Comunidad. Sólo cuando fue destruido ella

fué capaz de utilizar su don, como se evidenció con sus propios ojos, Mi

Reina.

Sus palabras tenían un aire de impertinencia y Winter notó los nudillos

de Levana volverse blancos.

—¿Cuántos de estos supuestos dispositivos existen?

—Que yo sepa, sólo el dispositivo dañado instalado en la cyborg. Pero

sospecho que sólo se requeriría las patentes y modelos para hacer otro.

El inventor fue el padre adoptivo de Linh Cinder.

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Los puños de la reina empezaron a relajarse.

—Esta es una información interesante, Sir Clay. Pero esto habla más de

un desesperado intento de salvarse a sí mismo que la verdadera

inocencia.

Winter apretó los labios firmemente juntos.

—Estoy de acuerdo, mi reina. Pero si mi lealtad a la corona no se puede

ver en cómo me conduje hacia el enemigo, obteniendo esta información

y alertando a la Taumaturgo Mira del complot para secuestrar al

Emperador Kaito, no sé qué otras pruebas puedo ofrecerle, Mi Reina.

—Sí, sí, la denuncia anónima que recibió Sybil, alertándola acerca de losplanes de Linh Cinder.—Levana suspiró—Encuentro muy conveniente

que esta comm que usted afirma haber enviado no fue vista por nadie

más que Sybil, que ahora está muerta.

Por primera vez, Jacin parecío perder el equilibrio ante la mirada de la

reina. Él todavía no había mirado a Winter.

La reina se volvió hacia el capitán de su guardia.

—Jerrico, tú estabas con Sybil cuando ella emboscó la nave del enemigo

ese día, y dijiste antes que Sybil no había mencionado tal comm ¿Tienes

algo que añadir?

Jerrico dio un paso adelante. Él había regresado de su excursión por la

tierra con unos moretones en la cara, pero estaban comenzando a

desvanecerse. Él fijó sus ojos en Jacin.

—Mi reina, la Taumaturgo Mira se mostró confiada en que íbamos a

encontrar a Linh Cinder en esa azotea, pero a la vez, no mencionó haber

recibido ninguna información, anónima o de otra manera. Cuando la

nave aterrizó, fue la Taumaturgo Mira quien ordenó que Jacin Clay sea

tomado en custodia.

La ceja de Jacin tembló.

—Tal vez ella aún estaba molesta de que le haya disparado.—Hizo una15



pausa, antes de agregar.—Cuando estaba bajo el control de Linh Cinder,

en mi defensa.

—Parece que tienes mucho que decir en tu defensa—, dijo Levana.

Jacin no respondió, sólo le sostuvo la mirada con indiferencia casual. Era

el prisionero más calmado que Winter alguna vez había visto en esa

habitación, él, que sabía mejor que nadie las cosas horribles que habían

sucedido en esta planta, en el mismo lugar donde se encontraba. Levana

debería haberse enfurecido por su audacia, pero parecía meramente

reflexiva.

—¿Permiso para hablar, Mi Reina?

La multitud se agitó y a Winter le tomó un momento darse cuenta de

quién había hablado. Había sido un guardia. Uno de los silenciosos

ornamentaciones del palacio. Aunque ella lo reconoció, no sabía su

nombre.

Levana se tomó un momento para responder, y Winter pudo imaginarla

calculando si conceder el permiso, o castigar al hombre por hablar fuera

de su turno. Finalmente, ella asintió.

El guardia dio un paso hacia adelante, mirando a la pared, siempre a la

pared.

—Mi nombre es Liam Kinney, Mi Reina, y yo también fuí parte del

equipo de la azotea de ese día, junto con la Taumaturgo Mira.

Levantó una ceja cuestionando a Jerrico; un gesto que no recibió

confirmación.

—Así también, ayudé en la recuperación del cuerpo de la Taumaturgo

Mira. La encontramos en posesión de un portavisor. Fue destruido en

gran medida por la caída, sin embargo, como potencial evidencia de su

asesinato. Sólo me preguntaba si alguien ha intentado recuperar la

supuesta comm.

Levana devolvió su atención hacia Aimery, cuyo rostro era una máscara

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que Winter reconoció. La más placentera expresión, lo muy molesto que

estaba.

—De hecho, nuestro equipo logró acceder a las comm más recientes, —

dijo. —Estaba a punto de presentar la evidencia.

Era una mentira, y eso le dió a Winter algo de esperanza. Aimery era un

gran mentiroso, sobre todo cuando estaba en sus mejores intereses. Y

odiaba a Jacin, lo que significaba que él no entregaría ninguna

oportunidad que pudiera salvarlo.

Esperanza. Frágil, débil, patética esperanza.

Aimery hizo un gesto hacia la puerta y un criado se apresuró a entrar,llevando un portavisor destrozado y un nodo de holograma en una

bandeja.

—Este es el portavisor que Sir Kinney mencionó. Nuestra investigación

ha confirmado que, de hecho, una comm anónima fué enviada a Sybil

esa mañana.

—¿Qué dice?—, Preguntó Levana.

Aimery asintió al criado, que encendió el nodo. Un holograma brilló en el

centro de la habitación, detrás de él, Jacin se desvaneció como un

fantasma.

El holograma mostró una comm de texto básico.

LINH CINDER SECUESTRAR AL EMPERADOR DE LA CO. ESCAPE

PLANEADO POR AZOTEA DE LA TORRE NORTE AL ATARDECER.

Tanta importancia contenida en tan pocas palabras. Justo como Jacin.

Levana leyó las palabras con los ojos entrecerrados.

—Fascinante. Gracias, señor Kinney, por comentarnos sobre este

tema.—Eso quería decir que ella no agradecía a Aimery, y Winter pasó

con verguenza a su favor, su placer interno rozó apenas la superficie en

medio de una nube de temor.

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Levana continuó.

—Supongo que me dirá, Señor Clay, que esta es la comm que usted

envió.

—Lo es, Mi Reina.

—¿Tiene algo más que añadir antes de dictar mi veredicto?

—Nada, Mi Reina.

Levana se reclinó lentamente en su trono y la sala calló, todos sin aliento

a la espera de la decisión de la reina.

—Confío que a mi hijastra le gustaría que se le perdonara—, dijo Levana.

Winter se estremeció por la soberbia de su tono. Jacin no reaccionó en

absoluto.

—Por favor, madrastra,— susurró ella, apenas capaz de formar las

palabras a través de su lengua seca. —Es Jacin. Él no es nuestro

enemigo.

—No el tuyo, quizás,—dijo Levana, su mirada puesta en el prisionero. —Pero eres una ingenua y estúpida chica.

—No es así, mi reina. Soy una fábrica de sangre y plaquetas, y toda mi

maquinaria se está congelando...

El tribunal estalló en carcajadas, y Winter retrocedió. Incluso los labios

de Levana temblaron, aunque había molestia debajo de la diversión.

—He tomado mi decisión,— dijo ella, su retumbante voz exigiendosilencio —He decidido... permitir al prisionero vivir.

Winter lanzó un grito de alivio. Puso una mano sobre su boca, pero ya

era demasiado tarde para sofocar el ruido.

Hubo más risas por parte de la audiencia, pero los ojos de Jacin

permanecieron estoicamente pegados a la reina.

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—¿Tienes algo más que agregar, princesa?— Siseó Levana entre dientes.

Winter guardó sus emociones tanto como pudo.

—No, Mi Reina. Sus decisiones son siempre sabias y finales, Mi Reina.

—La sentencia no ha terminado.— La voz de la reina se endureció

cuando se dirigió hacia Jacin de nuevo. —Su incapacidad de matar o

capturar a Linh Cinder no quedará sin castigo, sobre todo porque su

incompetencia llevó al éxito el secuestro de mi prometido. Por este

crimen, te sentencio a treinta azotes autoinfligidos , que se celebrarán

en la tarima central, seguido de cuarenta horas de penitencia. Su

sentencia comenzará al amanecer.

Winter se estremeció, pero incluso ese castigo no podía destruir el alivio

oscilante en su estómago. Él no iba a morir. Ella no era una chica de

hielo y vidrio para nada, era una chica luz de sol y polvo de estrellas,

porque Jacin no iba a morir.

—Y Winter...

Ella devolvió la atención hacia su madrastra, quien la observaba con

desdén.

—Si intentas llevarle comida, voy a tener que cortarte la lengua en pago

por tu bondad.

Ella se echó hacia atrás en su silla, un pequeño rayo de luz de sol se

extinguió.

—Sí, Mi Reina.

Winter despertó horas antes de que la luz iluminara el cielo artificial de

la cúpula, habiendo tenido un sueño pesado. Ella no había ido a ver a

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Jacin recibir sus latigazos en la tarima central de la ciudad, sabiendo que

si la veía, él se contendría a gritar de dolor. Ella no le haría eso. Le

dejaría gritar. Él todavía era más fuerte que cualquiera de ellos.

Mordisqueó obedientemente los embutidos y quesos que le trajeron

para su desayuno. Les permitía a los sirvientes bañarla y vestirla de seda

rosa pálido. Se sentaba a una sesión completa con el Maestro Gertman,

un taumaturgo de tercer nivel y su tutor de muchos años, pretendiendo

tratar de utilizar su don y pidiendo disculpas cuando ya era demasiado

duro, cuando ella estaba demasiado débil. A él no parecía importarle.

Además, él se pasaba la mayor parte de sus sesiones mirandola con la

boca abierta y Winter no sabía si le había lanzado un glamour por una

vez.

El día había ido y venido, una de las criadas le había traído una taza de

leche caliente y canela y había tendido su cama, y finalmente Winter se

había quedado sola.

Su corazón empezó a latir a la expectativa.

Se puso un par de pantalones de lino ligero y un top suelto, luego se

encima una bata de noche para que se viera como si llevara sus ropas de

dormir debajo. Ella había pensado en esto todo el día, el plan se había

formado lentamente en su cabeza, como diminutas piezas de un

rompecabezas chasqueando juntas. Intencionalmente, su determinación

había mantenido cualquier alucinación a raya.

Se arregló el pelo de modo que pareciera como si hubiera despertado de

un profundo sueño, apagó las luces, y subió a la cama. La lámpara de

araña colgando contra su frente y ella se estremeció, dando un paso

hacia atrás y recuperando el equilibrio en su espeso colchón.

Winter se preparó con una respiración llena de intenciones.

Contando hasta tres.

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Y gritando.

Gritó como si un asesino estuviera apúntandole un cuchillo en el

estómago.

Gritó como si mil pájaros picotearan su cuerpo.

Gritó como si el palacio se estuviera quemando a su alrededor.

El guardia ubicado afuera de su puerta abrió hacia el interior, con el

arma desenfundada. Winter continuó gritando.

Tropezando hacia atrás por sus almohadas, apoyó la espalda contra la

cabecera y arañó su propio pelo.

—¡Princesa! Qué es? ¿Qué pasa?—Sus ojos se movían frenéticamente

por la oscura habitación, buscando un intruso, una amenaza.

Agitando un brazo detrás de ella, Winter rascó el papel tapíz, arrancando

un ápice. Cada vez era más fácil creer que ella estaba verdaderamente

horrorizada. Habían fantasmas y asesinos acercándose a su alrededor.

—¡Princesa!—Un segundo guardia irrumpió en la habitación. Él debía

haber oído desde el pasillo. Encendió la luz y Winter se agachó lejos de

ella. —¿Qué está pasando?

—No sé—El primer guardia había cruzado al otro lado de la habitación y

comprobaba detrás de las cortinas.

—¡Monstruo!—Chilló Winter, declarando con un sollozo. —Me desperté

y él estaba de pie por encima de mi cama... uno de... ¡uno de los

soldados de la reina!

Los guardias intercambiaron miradas, y el silencioso mensaje estaba

claro, incluso para Winter.

No pasa nada. Ella sólo está loca.

—Su Alteza... —comenzó el segundo guardia, como un tercero apareció

en la puerta.

21



Bien. Había por lo general sólo tres guardias apostados en este corredor,

entre su dormitorio y la escalera principal.

—¡Se fue por allá!—Acobardados detrás de un brazo, Winter señaló

hacia las cámaras que albergaban su baño y su armario.—Por Favor. Porfavor, no dejen que salga. ¡Por favor encuentrenlo!

—¿Qué ha pasado?—, Preguntó el recién llegado.

—Ella cree ha visto a uno de los soldados mutantes—, se quejó el

segundo guardia.

—¡El estuvo aquí!—Gritó, tan fuerte que sintío las palabras desgarrando

su garganta, pero las apretó dentro. —¿Por qué no me estásprotegiendo? ¿Por qué estás ahí? ¡Ve a buscarlo!

El primer guardia se veía profundamente molesto, como si esta farsa

hubiera interrumpido algo más que estar simplemente de pie en el

pasillo, mirando una pared. Se enfundó el arma, pero dijo, con

autoridad:

—Por supuesto, princesa. Vamos a encontrar al agresor y a garantizar su

seguridad.—Le hizo una seña al segundo guardia y los dos se alejaron

hacia el baño.

Winter volvió su suplicante mirada hacia el tercer guardia, cayendo en

cuclillas sobre la cama.

—Tienes que ir con ellos—, instó, su voz temblorosa y débil. —Él es un

monstruo... muy grande... con enormes dientes y garras que podrían

arrancarlos a jirones. ¡No lo pueden derrotar por sí solos, y si ellosfallan...!—Sus palabras se convirtieron en un grito de terror.—Él vendrá

a por mí, y no habrá nadie para detenerlo. ¡Nadie para salvarme!—Tiró

de su propio pelo, con todo su cuerpo temblando.

—Está bien, está bien. Por supuesto, Alteza. Sólo tiene que esperar aquí

y ... tratar de calmarse.—Viéndose agradecido por dejar a la princesa

loca detrás, corrió detrás de sus compañeros.

22



Tan pronto como desapareció por la puerta abierta, Winter resbaló de la

cama, se encogio de hombros y se sacó la bata, dejándola cubierta sobre

una silla.

—¡El armario está vacío!—, Uno de los guardias gritó.

—Sigan buscando!—Gritó ella. —¡Sé que está ahí!

Cogiendo un sombrero simple y zapatos dejó la habitación por la puerta,

y huyó.

A diferencia de sus guardias personales, quienes habrían insistido

interminablemente en escoltarla a la ciudad, los guardias que tripulaban

las torres fuera del palacio apenas se movieron cuando ella pidió que leabrieran la puerta para su salida. Sin guardias y vestidos finos, y su

cabello recogido y su rostro escondido, ella podría pasar por una criada

en las sombras.

Tan pronto como estuvo fuera de la puerta, comenzó a correr de nuevo.

Había aristócratas caminando alrededor de las calles de la ciudad de

azulejos, riendo y coqueteando en sus finas prendas y glamours. La luz

se derramaba de las puertas abiertas, la música bailaba a lo largo de los

bordes de las ventanas, y en todas partes había olor a comida y tintineo

de vasos y besos en las sombras y suspiros en callejones oscuros.

Todo estaba como siempre en la ciudad. La frivolidad, el placer. La

ciudad blanca de Artemisia, su pequeño propio paraíso bajo el cristal de

protección.

En el centro de todo estaba el estrado, una plataforma circular donde sehabían realozado dramas y subastas, donde los espectáculos de ilusión y

humor subido de tono a menudo sacaban a las familias de sus

mansiones para una noche de fiesta.

Las humillaciones públicas y los castigos eran frecuentes en la agenda.

Winter jadeaba, tanto cansada como mareada por su éxito, el estrado

apareció a la vista. Entonces ella lo vio y el anhelo en su interior casi le

23



doblaron las rodillas. Tuvo que frenar para recuperar el aliento.

Estaba sentado de espaldas al enorme reloj de sol que se situaba en el

centro de la tarima, un instrumento tan inútil como si le llamara la

atención durante estas largas noches. Cuerdas atando sus brazosdesnudos y su barbilla desplomada contra su clavícula, su pálido pelo

ocultaba su cara. Cuando Winter se acercó a él, pudo ver marcas

sombreadas en relieve alrededor todo el pecho y el abdomen, salpicado

de sangre seca. Habría más en su espalda. Su mano estaba llena de

ampollas de agarrar el látigo. Autoinfligidas, Levana había proclamado el

castigo, pero todo el mundo sabía que Jacin estaría bajo el control de un

taumaturgo. No había nada de autoinfligido al respecto.

Se preguntó si Aimery había lo había hecho. Probablemente se hubiera

ofrecido, y disfrutado en cada herida.

Jacin levantó la cabeza cuando ella llegó al borde de la tarima. Sus ojos

se encontraron, y por un momento, ella estuvo mirando a un hombre

que había sido golpeado y atado y burlado y atormentado durante todo

el día por los espectadores que pasaban, y que para ese momento,

debería estar roto. Sólo otro de los juguetes rotos de la reina.

Pero entonces uno de los lados de su boca se elevó, y la sonrisa chocó

contra sus impresionantes ojos azules, y él era tan luminoso y acogedor

como el sol naciente.

—Hey, Revoltosa,— dijo, apoyando su cabeza contra el dial.

Con eso, el terror de las últimas semanas se escabulló como si nunca

hubiera ocurrido. Estaba vivo. Estaba en casa. Seguía siendo Jacin.

Se acercó a la tarima.

—¿Tienes alguna idea de lo preocupada que he estado?—, Dijo,

acércandose a él. —No sabía si estabas vivo o retenido como rehen, o si

habías sido devorado por uno de los soldados de la reina. Ha estado

conduciendome a la locura el no saber.

24



Él arqueó una ceja.

Ella frunció el ceño.

—No hagas comentarios sobre eso.

—No me atrevería.— Él puso los hombros tanto como pudo contra sus

ataduras. Sus heridas se abrieron y fruncieron con ese ligero

movimiento, y su rostro se contrajo de dolor, pero fue breve.

Ella fingió no haberlo notado, Winter se sentó con las piernas cruzadas

frente a él, inspeccionando sus heridas.

Queriendo tocarlo. Aterrorizada de tocarlo. Eso, por lo menos, no había

cambiado.

—¿Te duele mucho?

—Es mejor que estar en el fondo del lago.—Su sonrisa se volvió irónica,

sus labios estaban agrietados por el fuerte sol terrestre. —Ellos me

moverán a un tanque de suspensión mañana por la noche. La mitad de

un día y voy a estar como nuevo. —Él entrecerró los ojos. "Eso

suponiendo que no estás aquí para traerme comida. Me gustaríamantener mi lengua donde está, gracias.

—No hay comida. Sólo un rostro amigable.

—Amigable—Su mirada se posó sobre ella, aún con la sonrisa relajada.—

Eso es quedarse corto.

Ella bajó la cabeza, volteándose lo suficiente para ocultar las tres

cicatrices que se arrastraban por su mejilla derecha. Durante años,Winter había asumido que cuando las personas la miraban, era porque

las cicatrices les disgustaban. Una rara desfiguración en su mundo de

perfección. Pero entonces una dama le había dicho que no estaban

disgustados, estaban maravillados. Ella le había dicho que sus cicatrices

hacían a Winter interesante de mirar y de algún modo, por extraño que

pareciera, aún más hermosa. Hermosa. Era una palabra que Winter

había oído alrededor de toda su vida. Una hermosa niña , una hermosa

25





—Sólo hace falta un idiota, demasiado acostumbrado a conseguir lo que

quiere y demasiado borracho para controlarse a sí mismo.

Ruborizada, ella apretó la mandíbula.

Jacin parecío inmediatamente arrepentido.

—Princesa...

—Correré todo el camino de regreso al palacio. Estaré bien.

Suspiró, y ella aparece la cabeza, deseando haber traído una especie de

ungüento medicinal para sus cortes. Levana no había dicho nada acerca

de medicina, y la vista de que estaba atado y vulnerable, y sin camisa,

incluso si estaba ensangrentado sin camisa, estaba haciendo que sus

dedos se contrayeran de forma extraña.

—Sólo quería estar a solas contigo,— dijo ella, centrándose en su

rostro. —Nunca tendremos tiempo de estar solos nunca más.

—No es adecuado para las princesas de diecisiete años de edad, estar a

solas con hombres jóvenes que tienen cuestionables intenciones.

Ella rió.

—¿Y qué pasa con los hombres jóvenes que han sido tu mejor amigo

desde que apenas tuviste la edad suficiente para caminar?

Él negó con la cabeza.

—Esos son los peores.

Ella resopló, un real resoplido de risa que sirvío para iluminar de nuevola sonrisa de Jacin.

Pero el humor fue agridulce. La verdad era, que Jacin sólo la tocaba

cuando la estaba ayudando con una alucinación particularmente

horrible. De lo contrario, no la había tocado deliberadamente en años.

No desde que tenía catorce y él dieciséis años y ella había tratado de

enseñarle el Vals del Eclipse con resultados un tanto embarazosos.

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Estos días, ella habría subastado la Vía Láctea para hacer de sus

intenciones un poco menos honorables.

Su sonrisa comenzó a desvanecerse, y la de él, también.

—Te he echado de menos—, dijo.

Su mirada se apartó lejos y él se movió en un intento de sentirse más

cómodo contra el dial.

Apretando la mandíbula para que no se viera cuánto le dolía cada

pequeño movimiento .

—¿Cómo está tu cabeza?—, le preguntó, una vez que sus palabras los

habían envuelto a ambos.

—Las visiones van y vienen,— dijo ella, —pero no parecen estar

empeorando.

—¿Has tenido una hoy?

Cogió un pequeño, defecto en la línea de sus pantalones, pensando.

—No, no desde las pruebas de ayer. Me convertí en una niña decarámbanos y Aimery perdío su cabeza. Literalmente.

—No me importaría tanto si eso último se hiciera realidad.

Ella lo hizo callar.

—Lo digo en serio. No me gusta la forma en que te está mirando estos

días.

Winter miró por encima del hombro, pero los patios que rodean el

estrado estaban vacíos. Sólo el lejano bullicio de la música y la risa le

recordó que estaban en una metrópolis en absoluto.

—Estás de vuelta en la Luna ahora—, dijo. —Debes tener cuidado con lo

que dices.

—¿Me estás dando consejos sobre cómo ser discreto?

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—Jacin...

—Hay tres cámaras en esta plaza. Dos en los postes de luz detrás de ti,

uno incrustado en el árbol de roble detrás del reloj de sol. Ninguno de

ellos tiene audio. ¿A menos que ella ahora haya contratado lectores delabios?

Winter frunció el ceño.

—¿Cómo estás tan seguro?

—La vigilancia era una de las especialidades de Sybil.

Winter se cruzó de brazos.

—Ella podría haberte matado ayer. Necesitas ser cuidadoso.

—Lo sé, princesa. No tengo ningún interés en regresar a la sala del trono

como algo más que un fiel guardia.

Una explosión de luces arriba llamó la atención de Winter y miró hacia

arriba. A través de la cúpula, las llamas de una docena de naves

espaciales ya se estaban desvaneciendo a medida que se lanzaban desde

los puertos de Luna y cruzaban el cielo de estrellas dispersas. Partiendo

hacia la Tierra.

—Soldados—, dijo Jacin, siguiendo su mirada. Ella no podía decir si él lo

había querido decir como una afirmación o una pregunta. —¿Cómo va la

guerra?

—Nadie me dice nada. Pero Su Majestad parece satisfecha con nuestras

victorias hasta ahora ... aunque todavía está furiosa por el desaparecidoemperador , y la boda cancelada.

—No cancelada. Sólo retrasada.

—Trata de decirle eso.

Él gruñó.

Winter se inclinó hacia delante en sus codos, ahuecando su barbilla.

29



—¿La cyborg realmente tiene un dispositivo como dijiste en el juicio?

¿Uno que puede impedir a la gente de ser manipulada?

Una luz chispeó en sus ojos, como si ella le hubiera recordado algo

importante, pero cuando él trató de inclinarse hacia ella, sus ataduras lodetuvieron. Hizo una mueca y maldijo entre dientes.

Winter se acercó más a él, acortando la distancia ella misma.

—Eso no es todo,— dijo él. —Supuestamente, este dispositivo puede

impedir a los Lunares usar su don en primer lugar.

—Sí, lo mencionaste en la sala de trono.

Su mirada se hundió en la de ella.

—Y protege sus mentes. Ella dijo que les impide...

Volverse locos.

Él no tuvo que decirlo en voz alta, no cuando sus ojos tenían tanta

esperanza y tanta simpatía y cuando la miraba como si finalmente

hubiera resuelto el problema más grande del mundo. Su significado

colgaba en ellos.

Un dispositivo que podría curarla.

Los dedos de Winter se acurrucaron y establecieron debajo de su

barbilla.

—Dijiste que no había ninguno más de ellos.

—No. Pero si pudiéramos encontrar las patentes de la invención ... parasiquiera saber si es posible ...

—Ahora que la reina lo sabe, ella hará cualquier cosa para evitar que

más se realicen.

Su expresión se ensombreció, su cuerpo se desplomó.

—Lo sé, pero yo tenía que ofrecer algo. Si sólo Sybil no me hubiera

detenido en primer lugar, ingrata bruja.— Winter sonrió suavemente, y30



cuando Jacin observó su mirada, su irritación se desvaneció. —No

importa. Ahora sé que es posible, encontraré una manera de hacerlo...

—Las visiones nunca son tan malas cuando estás cerca. Van a estar

mejor ahora que estás de vuelta.

Ella pensó verlo estremecerse, pero tal vez sólo fué el parpadeo de las

antorchas alrededor de la tarima.

—Lo siento, me fui—, dijo.—Me arrepentí tan pronto como me di cuenta

de lo que había hecho. Sucedió tan rápido, y luego no pude volver por ti.

Yo sólo ... te abandoné aquí. Con ella. Con ellos.

—No me abandonaste. Fuiste tomado como rehén. No tuviste otraopción.

Frunció el ceño y, después de un momento, se encontró con los ojos de

ella de nuevo. Esta vez, había verdad en su mirada.

Ella se enderezó.

—¿No fuiste manipulado?

—No todo el tiempo,— susurró, como una confesión. —Elegí quedarme

con ellos, cuando Sybil y yo me embarcamos en su nave.—La culpa se

apoderó de su rostro, y fue una expresión tan extraña para él.

Winter no estaba segura de si lo estaba interpretando bien.

—Entonces, los traicioné.— Él inclinó la cabeza hacia atrás contra el reloj

de sol de nuevo, más de lo necesario. —Deberías odiarme. Soy un idiota.

Cometí un error.

—Puedes ser un idiota, pero te aseguro, que eres uno muy adorable.

Él negó con la cabeza.

—Tú eres la única persona en la galaxia que alguna vez me llamaría

adorable.

—Soy la única persona en la galaxia lo suficientemente loca como para

31



creerlo. Ahora dime que pasó. ¿Qué error cometiste que valga la pena

que te odies?

Él tragó saliva con fuerza.

—¿Esa cyborg que Su Majestad tanto quiere encontrar?

—Linh Cinder.

—Sí. Bueno, pensé que ella sólo era una chica loca en una misión suicida,

¿verdad? Me imaginé que ella iba a conseguir que nos mataran a todos

con esos delirios de secuestrar al emperador y derrocar a la reina ...

escuchando sus planes, cualquiera hubiera pensado eso. Así que pensé,

prefiriría tener una oportunidad y volver contigo, si pudiera. Dejar queella lance su propia vida por la borda.

—Pero Linh Cinder secuestró al emperador. Y escapó.

—Lo sé.—Él devolvió su atención a Winter. —Sybil tomó a una de sus

amigas como rehén, una chica pelirroja. No supongo que sepas...

Winter sonrió.

—Oh, sí. Su nombre es Scarlet. La reina me la dió como una mascota, y

ella está en la casa de fieras. Ella me agrada mucho.—Su frente se

arrugó. —Aunque no puedo decir si ella decidió si yo le agrado o no.

Él se estremeció ante un dolor desconocido repentinamente y pasó un

momento antes de volver a acomodarse.

—¿Puedes entregarle un mensaje por mí?

—Por supuesto.

—Debes ser cuidadosa. No te diré si no puedes ser discreta... por tu

propio bien.

—Puedo ser discreta.

Jacin la miró con escepticismo.

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—Puedo. Seré tan sigilosa como una espía. Tan sigilosa como tú.

Jacin apretó la mandíbula y Winter se deslizó un poco más cerca. Su voz

bajó, como si ya no estuviera seguro de que las cámaras no tuvieran

audio.

—Dile que ellos están viniendo por ella.

Winter se quedó mirando.

—Viniendo por ... ¿venir aquí?

Él asintió, un movimiento sutil de cabeza.

—Y creo que en realidad podrían tener una oportunidad.

Con el ceño fruncido, Winter se acercó y metió los mechones de pelo de

Jacin, sudorosos y manchados de suciedad, detrás de sus orejas. Él se

tensó al tacto, pero no se apartó.

—Jacin Clay,— dijo en voz baja,—Estás hablando en acertijos.

—Linh Cinder.— Su voz se convirtió en poco más que un suspiro, y ella

se inclinó aún más cerca para poder oírlo. Un rizo de su cabello cayósobre su hombro. Se lamió los labios.—Ella es Selene.

Cada músculo de su cuerpo se tensó. Ella se echó hacia atrás.

—Jacin. Si Su Majestad te escuchó decir...

—No se lo voy a decir a nadie más. Pero tenía que decirte.—Sus ojos se

arrugaron en las esquinas, lleno de simpatía.—Sé que la querías.

Su corazón latía.

—¿Mi Selene?

—Sí. Pero ... lo siento, princesa. No creo que ella se acuerde de ti.

Winter parpadeó, dejando que el sueño a llenara por un confuso

momento. Selene, viva. Su prima, su amiga. Viva.

Pero entonces ella negó con la cabeza, echando lejos la esperanza y33



arrugando sus hombros contra su cuello.

—No. Está muerta. Yo estaba allí , Jacin. Vi las secuelas del incendio.

—Tú no la viste.

—Ellos encontraron...

—Carne chamuscada. Lo sé.

—Un montón de cenizas en forma de niña.

—No eran más que cenizas. Mira, yo no lo creía tampoco, pero lo hago

ahora.—Una esquina de su boca se inclinó hacia arriba, algo así como

orgullo.—Ella es nuestra princesa perdida. Y está volviendo a casa.

Se oyó un carraspeo detrás de Winter, y su esqueleto casi saltó de su

piel. Ella giró su torso alrededor, cayendo sobre su codo en el proceso.

Su guardia personal estaba parado justo al lado de la tarima, con el

oscuro ceño fruncido.

—¡Ah!—su corazón revoloteó como un millar de pájaros asustados,

Winter lo rompió en una sonrisa de alivio. —¿Capturaste al monstruo?

No hubo sonrisa de vuelta, ni siquiera un rubor en sus mejillas, que era

la reacción normal cuando ella soltaba esa sonrisa especial. En cambio,

su guardia parecía estar desarrollando un tic en su ojo derecho.

—Su Alteza. He venido a regresarla y le acompañarla de nuevo con

seguridad al palacio.

Corrigiendose a sí misma, Winter juntó las manos con gracia delante desu pecho.

—Por supuesto. Es tan amable que te preocupes por mí. —Ella miró a

Jacin, que estaba mirando al guardia con desconfianza. No sorprendía. Él

miraba a todos con desconfianza. —Me temo que mañana será aún más

difícil para usted, señor Clay. Trate de pensar en mí cuando pueda.

34

—¿Tratar , princesa?— Sonrió con satisfacción, mirándola a los ojos de



nuevo.—Me parece que no puedo pensar en otra cosa.

Cinder yacía en el suelo, mirando el gran motor de la Rampion, su red de

conductos y su módulo de soporte vital giratorio. Los planos del sistema

que se había descargado hace semanas se superpusieron a través de su

visión (un truco cyborg que le había sido práctico innumerables veces

cuando era una mecánica que trabajaba en Nueva Beijing). Amplió el

plano, hizo zoom sobre un cilindro que no era más largo que su brazo.

Estaba escondido cerca de la pared de la sala de máquinas, bobinas de

tubo brotaban de ambos lados.

—Esto tiene que ser el problema—, ella murmuró, desestimando el plan.

Ella se movió debajo del módulo giratorio, motas de polvo se reunieron

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alrededor de sus hombros. Se acomodó de nuevo para sentarse.

Había suficiente espacio para que se apriete entre el laberinto de cables

y bobinas, tuberías y tubos.

Conteniendo el aliento, apretó la oreja contra el cilindro, que estaba

justo donde el plano le había dicho que estaría. El metal estaba helado

contra su piel.

Ella esperó. Escuchando. Ajustando el volumen de sus sensores de

audio.

Lo que oyó fue abrirse la puerta de la sala de máquinas.

Mirando hacia atrás, vio los pantalones grises de un uniforme militar a la

luz amarillenta del corredor. Podría haber sido cualquiera en el barco,

pero los brillantes zapatos negros de vestir...

—¿Hola?— Dijo Kai

Su corazón latía, cada vez, su corazón latía.

—De nuevo aquí.

Kai cerró la puerta y se agachó en el lado opuesto de la habitación, entre

el revoltijo de pistones y retumbantes ventiladores giratorios.

—¿Qué estás haciendo?

—Comprobando los filtros de oxígeno. Un minuto.—Ella puso su oreja

contra el cilindro de nuevo. Había... un ruido débil, como un golpeteo de

piedras en el interior. —A-já.

Sacó una llave de su bolsillo y se puso a aflojar las tuercas a ambos lados

del cilindro. Tan pronto como estuvo libre, la nave se sintió

inquietantemente tranquila, como si un zumbido que nunca había

notado antes hubiera desaparecido, por fin llamando la atención sobre sí

mismo.

Las cejas de Kai se dispararon hacia arriba, nerviosamente, ella pensó.

36



Cinder volcó el cilindro, mirando hacia el fondo, antes ella metió sus

dedos y sacó un filtro complicado. Estaba compuesto de pequeños

canales y grietas, todos alineados con una película delgada de color gris.

—No es de extrañar que los despegues hayan sido tan inestables—,murmuró ella.

—¿No supongo que podrías necesitar un poco de ayuda?

—Nop. A menos que quieras traerme una escoba.

—¿Una escoba?

Elevando el filtro, Cinder golpeó el final de una de las tuberías aéreas.

Una nube de polvo explotó a su alrededor, cubriendo su pelo y brazos.

Tosiendo, Cinder hundió la nariz en el hueco del codo y siguió golpeando

hasta que se hubieran desalojado los mayores fragmentos.

—Ah. Una escoba. Cierto. ¿Puede haber una en la cocina? ... Quiero

decir, la galera.

Sacudiendo el polvo de sus pestañas, Cinder miró a Kai y sonrió. Él por

lo general era tan seguro de sí mismo, que en los raros momentos enque estaba nervioso, aquello hacía que todo su interior diera un cambio

de boca abajo.

Y él había estado muy nervioso últimamente. Desde el momento en que

había despertado a bordo de la Rampion, había quedado claro que Kai

estaba a doce mil kilómetros fuera de su lugar, pero que se había

adaptado tan bien como podía. Había aprendido la terminología, había

comido la lata y la comida liofilizada sin queja, había cambiado su prendade boda de lujo por el uniforme militar estándar que todos llevaban.

Había insistido en ayudar en lo que pudiera, incluso a cocinar algunas de

esas insípidas comidas, a pesar de que Iko con frecuencia señaló que,

como su huésped real, ellos deberían estar sirviéndolo a él .

Sin embargo, Thorne se había reído, y la sugerencia parecía hacer sentir

a Kai aún más incómodo.

37



Mientras Cinder no podía imaginar viéndolo abdicar su trono y

emprender una vida de viajes y aventuras en el espacio, era bastante

adorable verlo tratando de encajar.

—Sólo estaba bromeando,— dijo.—Se supone que las salas de máquinasdeben estar sucias.— Examinó el filtro de nuevo y, considerándolo

satisfactorio, retorció de nuevo en el cilindro y lo atornilló todo en su

lugar. El casi imperceptible zumbido empezó de nuevo, pero el ruido de

piedras se había ido.

Cinder se retorció los pies por fuera debajo del módulo y de los

conductos. Aún en cuclillas, Kai se asomó hacia ella y sonrió con

suficiencia.

—Iko tiene razón. Realmente no puedes permanecer limpia por más de

cinco minutos.

—Es parte de la descripción del trabajo.— Ella se sentó, enviando una

cascada de pelusa de sus hombros.

Kai le apartó algunos de los fragmentos más grandes del pelo.

—¿Dónde aprendiste a hacer todo esto, de todos modos?

—¿Qué, eso? Cualquiera puede limpiar un filtro de oxígeno.

—Créeme, no pueden.— Él colocó sus codos en las rodillas y dejó que su

atención paseara por la sala de máquinas. —¿Tú realmente sabes como

se hace todo esto?

Ella siguió la mirada-cada hilo, cada elástico, cada colector, cada panel

de computadora, cada bobina de compresión y se encogió de hombros.

—Más o menos. Excepto por la grande, la cosa que gira en la esquina.

No figura qué es ¿Pero que tan importante podría ser?

Kai puso los ojos en blanco.

Agarrando una tubería, Cinder se arrastró para ponerse de pie y empujó

la llave en su bolsillo.

38



—No lo aprendí en ningún lugar. Sólo miro las cosas y averiguo cómo

funcionan. Una vez que sepas cómo algo funciona, puedes averiguar

cómo repararlo.

Agachó la cabeza y trató de sacudir los últimos restos de polvo, peroparecía haber un suministro interminable.

—Oh, tú sólo miras algo y averiguas como funciona,—Dijo Kai

secamente, de pie junto a ella. —¿Eso es todo?

Cinder fijó su cola de caballo y se encogió de hombros, repentinamente

avergonzada por sus preguntas.

—Es sólo mecánica.

Kai pasó un brazo por su cintura y la atrajo hacia él.

—No, es impresionante—, dijo, usando la yema de su dedo pulgar para

cepillar algo fuera de la mejilla de Cinder (polvo o grasa o quién sabía

qué).

—Por no mencionar, extrañamente atractivo—, dijo, antes de capturar

sus labios.

Cinder se tensó, brevemente, antes de dejarse fundir en el beso. El golpe

era el mismo todo el tiempo, acompañada por la sorpresa y una oleada

de vértigo. Este era su diecisieteavo beso (la interfaz de su cerebro

guardaba una cuenta, algo en contra de su voluntad), y se preguntó si

alguna vez se acostumbraría a este sentimiento. Siendo deseada. Siendo

querida, cuando ella había pasado toda su vida creyendo que nadie la

vería como nada más que un extraño experimento científico.

Especialmente, no un chico.

Especialmente, no Kai , que era inteligente y honrado y amable, que

podía tener a cualquier chica que quisiera, cualquier chica.

Ella suspiró satisfecha contra él, recostandose en el abrazo.

Kai alcanzó una tubería de arriba y presionó la espalda de Cinder contra

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la consola principal del ordenador. Ella no ofreció resistencia. Aunque su

cuerpo no permitía que ella se sonrojara, había un desconocido calor

que inundaba cada centímetro de su cuerpo cuando él estaba tan cerca.

Cada terminación nerviosa despertaba y vibraba, y ella sabía que él

podría besarla otras diecisiete mil veces más y que ella nunca se cansaría

de ello.

Ató sus brazos alrededor de su cuello y él respondió apretando su brazo

alrededor de su cintura, moldeando sus cuerpos juntos. La calidez de su

pecho se filtró en su ropa. Se sentía bien. Se sentía perfecto.

Pero luego estaba ese sentimiento, siempre al acecho, siempre

dispuesto a nublar su satisfacción. El conocimiento de que esto no podíadurar.

No mientras Kai estuviera comprometido con Levana.

Enojada por la invasión del pensamiento, besó a Kai con más fuerza.

Sus pensamientos seguían rebelándose. Incluso si tuvieran éxito y Cinder

fuera capaz de recuperar su trono de su tía, se esperaba de ella que

permanezca en la Luna como su nueva reina. No es que fuera unaexperta, pero parecía que iba a ser problemático llevar a cabo esta

relación en dos diferentes planetas...

Er, un planeta y una luna.

O lo que sea.

El punto era, que habría 384 mil kilometros de distancia entre ellos, y

eso era un montón de espacio y...

Kai sonrió, rompiendo eficazmente el beso.

—¿Qué pasa?—, Murmuró contra su boca.

Retrocediendo, Cinder se echó hacia atrás para mirarlo. Su cabello había

crecido, lindando con lo descuidado.

Como un príncipe, él siempre había estado arreglado hasta casi la

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perfección. Pero entonces, él se convirtió en emperador. Las semanas

desde su coronación se habían gastado tratando de detener una guerra,

cazar a una fugitiva buscada, evitar casarse, y soportar su propio

secuestro. Como resultado, los cortes de pelo regulares se habían

convertido en un lujo prescindible.

Ella vaciló antes de preguntar

—¿Alguna vez piensas en el futuro?

Su expresión se volvió cautelosa.

—Por supuesto que sí.

—Y ... ¿eso me incluye a mí?

Su mirada se suavizó en una manera que hizo que su pulso saltara.

Soltando la tubería de arriba, le metió un mechón de pelo detrás de la

oreja.

—Eso depende de si estoy pensando en el futuro bueno o en el malo.

Cinder cerró los ojos y metió la cabeza debajo de su barbilla.

—Siempre y cuando uno de ellos suceda.

—Esto va a funcionar—, dijo Kai, hablando entre su cabello. —Vamos a

ganar.

Ella asintió, contenta de que él no pudiera ver su rostro.

Porque derrotar a Levana y convertirse en la reina de Luna eran sólo la

mitad de sus preocupaciones, que parecían suficientes.

Ésta era sólo la primera de toda una galaxia de preocupaciones. Ella

gravemente quería quedarse solo así, arropada en esta pequeña nave

espacial, juntos y seguros y solos... pero eso era lo contrario de lo que

realmente iba a suceder. Una vez que derrocaran a Levana, Kai volvería a

ser el emperador de la Comunidad Oriental. Y algún día, necesitaría una

emperatriz.

41



Ella pudo haber tenido una demanda de sangre a Luna, y la esperanza de

que el pueblo Lunar elegiría a cualquier persona sobre Levana, incluso a

una adolescente políticamente inepta que se componía de 36,28 por

ciento de cibernética y materiales fabricados.

Pero ella había visto los prejuicios de la gente de la Comunidad. Algo le

decía que no sería aceptada por ella.

Incluso si lo hicieran, ni siquiera estaba segura de que quisiera ser

emperatriz. Ella todavía estaba acostumbrándose a la idea de ser una

princesa.

—Cada cosa a su tiempo—, susurró ella, tratando de calmar la

desesperanza que se arremolinaba a través de sus pensamientos.

Kai la besó en la sien (en su cerebro no contó como # 18), y luego se

alejó.

—¿Cómo va tu entrenamiento?

Ella se desenredó de entre sus brazos.

—Bien.

Echó un vistazo alrededor del motor.

—Oh, hey, ya que estás aquí, tal vez me puedas ayudar con esto.

Pasando rápidamente a su alrededor, ella abrió un panel en la pared,

dejando al descubierto un conjunto de cables anudados.

—Eso fue un sutil cambio de tema.

—No estoy cambiando de tema—,dijo ella, aunque su garganta

claramente forzada negó su negación.—Estoy recableando los defectos

de los orbitales, así los sistemas de la nave van a funcionar con más

eficiencia mientras estemos de cabotaje. Estos buques de carga han sido

fabricados realmente sólo para aterrizajes y despegues frecuentes, no

para el constante...

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—Cinder.

Ella frunció los labios y desenchufó unos cuantos conectores de cables.

—El entrenamiento va bien—,ella repitió—¿Podrías pasarme los alicates

del suelo?

Kai examinó el suelo, luego agarró dos herramientas y se los levantó.

—El de la mano izquierda—, dijo ella. Él se los entregó.—Combatir con

Lobo en realidad se ha vuelto mucho más fácil. Aunque es difícil saber si

es porque me estoy poniendo más fuerte, o porque él está ... ya sabes.

Ella no tenía una palabra para ello. Lobo había sido una sombra de sí

mismo desde que Scarlet había sido capturada, y lo único que parecía

estar manteniéndolos juntos era su determinación de llegar a Luna y

rescatarla tan pronto como fuera posible.

—De cualquier manera—, agregó—Creo que él ya me ha enseñado tanto

sobre el uso de mi don Lunar como él es capaz de hacerlo. A partir de

aquí, me tendré que manejar sola.

Examinó el lío de cables, alineándolos con un diagrama sobre su pantallade retina.

—No es como si hubiera sido mi táctica principal todo este tiempo.—Ella

frunció el ceño e hizo un par de recortes rápidos.—Aquí, sostén estos

cables, y asegúrate de que no se toquen.

Pasando junto a ella, Kai tomó los cables que indicó.

—¿Qué pasa si se tocan?

—Oh, la nave probablemente se autodestruiría.

Sacando dos de los cables recién cortados, comenzó a torcerlos juntos

en una nueva secuencia.

Kai apenas parecía respirar hasta que ella tomó uno de los amenazantes

cables que agarraba.

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—¿Por qué no practicas conmigo?—, dijo.

—¿Practicar qué?

—Tu sabes. Esa cosa de manipular la mente.

Ella hizo una pausa con los cortadores cerniéndolos sobre un cable azul y

lo miró por el rabillo de sus ojos.

—Absolutamente no.

—¿Porqué?

—Porque te dije que nunca te había manipulado, y me voy a quedar con

eso.

—No es realmente manipulación si sé que lo estás haciendo.—Él

vaciló.—Por lo menos, yo no lo creo. Podríamos usar una palabra de

código, así sabría cuando me estás controlando. Como... ¿cómo se

llamaban esos de nuevo?

bolsillo, terminó de empalmar el resto de los cables y Kai se alivió de su

trabajo. —Ya está, vamos a ver cómo va.

—No pasemos por alto tu capacidad de hacer que cada chica se desmaye

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—¿Alicates?

—Cómo alicates.

—No.

—O alguna otra cosa.

—No voy a practicar contigo.—Deslizando los cortadorees dentro de su

—Cinder, no tengo nada mejor que hacer. Literalmente, nada mejor que

hacer. Mi estancia en esta nave me enseñó que tengo cero habilidades

prácticas. No puedo cocinar. No puedo arreglar nada. No puedo ayudar a

Cress con la vigilancia. No sé nada de armas ni peleas, o ... En su

mayoría, sólo soy un buen orador, y resulta que eso es solamente útil en

la política.



con sólo una sonrisa.

A Kai le tomó un momento oírla por sobre toda su frustación, pero

entonces su expresión se calmó y sonrió ampliamente.

—Síp,— dijo ella, cerrando el panel. —Ésa es.

—Lo digo en serio, Cinder. Quiero ser útil. Quiero ayudar.

Suspirando, se volvió hacia él. Frunció el ceño. Considerando.

— Alicates—, dijo.

Se puso tenso, una rápida huella de duda nublando su mirada. Pero

entonces él levantó la barbilla. Confiando.

Con el más leve empujón a la voluntad de Kai, instó a su brazo para

llegar a su alrededor y tirar la llave de su bolsillo trasero. No era más

difícil de controlar que sus propios miembros cyborg. Un solo

pensamiento, y podía tenerlo haciendo cualquier cosa.

Kai parpadeó hacia la herramienta.

—Eso no estuvo tan mal.

—Oh, Kai.

Él la miró, luego miró de vuelta a la llave mientras su mano levantaba la

herramienta hasta el nivel de sus ojos y sus dedos, ya no bajo su control,

comenzó a girar la llave, primero un dedo, luego el otro.

Lento al principio, luego más rápido, hasta el reluciente metal parecía un

truco de magia.

Kai se quedó boquiabierto, asombrado, pero había un filo de

incomodidad hacia ello.

—Siempre me he preguntado cómo hacías eso.

—Kai.

Él le devolvió la mirada, la llave sin dejar de bailar sobre sus nudillos.

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Ella se encogió de hombros.

—Es demasiado fácil. Yo podría hacer esto mientras escalo una

montaña, o ... resolviendo problemas matemáticos realmente

complejos.

Él entrecerró los ojos, examinándola, y ella se sintió culpable por haberlo

dicho. Estaba a punto de pedir disculpas cuando él dijo:

—Tienes una calculadora en tu cabeza.

Riendo, soltó su control sobre la mano de Kai. La llave cayó al suelo. Kai

saltó en ese entonces, dándose cuenta de que tenía el control de su

propia extremidad de nuevo, se agachó para recogerlo.

—Esto no viene al caso—, dijo Cinder. —Con Lobo, hay algo de desafío,

un poco de enfoque requerido, pero con Terrestres ...

Kai sacudió la cabeza.

—Está bien, lo entiendo. Pero, ¿qué puedo hacer? Me siento tan inútil,

dando vueltas por esta nave mientras la guerra está en marcha, y todos

están haciendo planes, y yo sólo estoy esperando.

Ella hizo una mueca ante la frustración de su tono. Kai había sido el

responsable de tanta gente, y ella sabía él que se sentía como si los

hubiera abandonado, aún cuando no se le había dado una opción. Aún

cuando ella no le había dado una opción.

Él había sido amable con ella. Desde la primera vez después de que él

había despertado a bordo de la Rampion, él se había cuidado de no

echarle la culpa por sus frustraciones. Sin embargo, era culpa de ella. Él

lo sabía y ella lo sabía y a veces se sentía como si estuvieran atrapados

en una danza en la que Cinder no sabía los pasos. Cada uno de ellos

evitando esta muy obvia verdad, por que no querían romper la base

mutua que habían descubierto. La demasiada incierta felicidad que

habían descubierto.

—La única posibilidad que tenemos de tener éxito.—Dijo ella,—Es si

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puedes persuadir a Levana de acoger la boda en Luna. Así que ahora

mismo, puedes estar pensando en cómo vas a conseguir eso.—

Inclinándose hacia adelante, presionó un suave beso contra su boca.

(Dieciocho).—Qué bueno que seas un gran orador.

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Nota 2: No sé a cuál capítulo pertenece este !N"#$ pero

actualizaré el %&' cuando lo sepa(

#in )ás* dis+ruta la lectura(

Notas de la traductora:Nota 1: Este bonus extra se subió junto con la revelaciónde la portada de Winter e l 12 de Marzo 2015

PDF actualizado el 14 de Marzo 2015



Scarlet presionó su cuerpo contra las barras de metal, esor!"ndose para

alcan!ar una rama de "rbol #ue col$aba auera de su %aula. Cerca... tan

cerca. La barra c&ocó con su me%illa. Ella a$itó los dedos, ro!ando una &o%a,tocando corte!a... 's()

Sus dedos se cerraron alrededor de la rama. Se de%ó caer dentro de su %aula,

lle*ando la rama m"s cercana. Retorciendo su otro bra!o entre los barrotes,

ella #uebró tres ramitas cubiertas de &o%as, lue$o rompió la punta y la soltó.

La rama $iró &acia arriba y un $rupo de pe#ue+os, rutos secos

desconocidos cayeron en su cabe!a.

Scarlet se estremeció y esperó &asta #ue el "rbol &ubiera de%ado de temblar

antes de ba%arse la capuc&a de su sudadera ro%a al re*s y se sacudió los

rutos secos #ue la &ab(an atacado. Ellos parec(an a*ellanas. Si pudiera

encontrar una manera de romperlos, podr(an no ser un mal bocado m"s

adelante.

-n sua*e ras$u+o la de*ol*ió a la situación. iró a tra*s de la *(a de la

casa de /eras, al lobo blanco #ue estaba de pie sobre sus patas traseras y

$olpeando los barrotes de su propia %aula.

Scarlet &ab(a pasado muc&o 0empo deseando #ue Ryu pudiera saltar por

encima de los barotes. El muro de su recinto de como una cintura de alto y

deber(a &aber sido capa! de superar "cilmente. Entonces Scarlet podr(a

acariciar su pela%e, rascarle las ore%as. 1u lu%o ser(a tener un poco de

Lee un bonus extra de WINTER, con la princesa Winter, Cinder y Scarlet.



contacto. Ella siempre &ab(a sido a/cionada a los animales de la $ran%a... al

menos &asta #ue lle$ó el momento de sacri/carlos y cocinar una a$radable

ra$o2t... pero ella nunca se &ab(a dado cuenta de lo muc&o #ue apreciaba

un sencillo aecto &asta #ue se &ab(a reducido a un animal a s( misma.

3esaortunadamente, Ryu no se escapar(a de su con/namiento antes de lo

#ue Scarlet lo &ar(a. Se$4n la 5rincesa Winter, l ten(a un c&ip incrustado

entre los omóplatos #ue le dar(a una dolorosa descar$a si intentaba saltar

por encima de la barandilla. La pobre criatura &ab(a aprendido a aceptar su

&"bitat desde &ace muc&o 0empo.

Scarlet dudó #ue al$una *e! pudiera aceptar la suya.

6Esto es todo6, di%o ella, a$arrando el tesoro #ue &ab(a $anado tanduramente7 tres pe#ue+as ramitas y una rama as0llada. Las le*antó para

#ue el lobo pudiera *er. 8l ladró e &i!o un baile entusiasta alrededor de las

paredes de su %aula. 6No puedo alcan!ar m"s. 3ebes tomarte tu 0empo

con estos.

Las ore%as de Ryu se mo*ieron.

5onindose de rodillas... lo m"s posible de pie como pudo dentro de su

%aula, Scarlet a$arró una barra de arriba, apuntó con una de las ramas m"s

pe#ue+as, y la lan!ó.

Ryu ue tras l y atrapó el bastón desde el aire. En cues0ón de se$undos, l

brincó de *uelta a su pila de palos y de%ó caer la ramita en la parte superior.

Sa0sec&o, se sentó en cuclillas, con la len$ua uera.

69uen traba%o, Ryu. :ran espect"culo de moderación6.Suspirando, Scarlet

tomó otro palo.

Ryu acababa de re0rarse cuando oyó un sua*e susurro de pies por el

camino. Scarlet se sentó sobre sus talones, tensa al instante, pero ali*iada

cuando *ió un ondeante *es0do color crema entre los tallos de ;ores

exó0cas y *ides ca(dos. La princesa redondeó la es#uina del camino un

momento despus, lle*aba una cesta en la mano.



6<ola, ami$os6, 3i%o la princesa Winter.

Ryu de%ó caer su nue*a rama en la pila, lue$o se sentó, con el pec&o en alto

como si estu*iera mostrando un adecuado respeto.

Scarlet runció el ce+o.

6=spira.

Winter inclinó la cabe!a en dirección a Scarlet. -na espiral de pelo ne$ro

cayó sobre su me%illa, obstruyendo sus cicatrices.

6>1u me &as tra(do &oy?6 5re$untó Scarlet. 63elirantes murmullos con

lados locos o se trata de uno de tus d(as buenos?

La princesa sonrió y se sentó delante de la %aula de Scarlet, sin importarle

#ue el camino cubierto de rocas y 0erra ne$ra pudiera ensuciar su *es0do.

6Este es uno de mis me%ores d(as,6 di%o ella, depositando la cesta en su

re$a!o, 65or#ue te &e tra(do un re$alo, con al$unas no0cias.

6@&, o&, no me di$as. >e *an a mo*er a una %aula m"s $rande? @&, por

a*or dime #ue esta *iene con un ca+er(a de *erdad. >A tal *e! uno de esos

comederos de lu%o #ue los p"%aros 0enen?

=un#ue las palabras de Scarlet estaban dic&as con sarcasmo, en *erdad,

una %aula m"s $rande con tuber(as reales &abr(a sido una $ran me%ora. Sin

ser capa! de ponerse de pie, sus m4sculos se estaban *ol*iendo m"s dbiles

cada d(a, y #ue ser(a por los cielos si no tu*iera #ue depender de los

$uardias para conducirla al si$uiente recinto, dos *eces al d(a, donde ue

amablemente escoltada a un canal para &acer sus necesidades.

-n comedero.

Winter, inmune como siempre al morda! tono de Scarlet, se inclinó &acia

adelante con una sonrisa reser*ada.

6Bacin &a re$resado.



La rente de Scarlet se crispó, sus emociones a este comunicado la 0raban

&acia una docena de direcciones. Ella sab(a #ue Winter ten(a un

enamoramiento 0po cole$iala con este c&ico, Bacin, pero la 4nica

interacción de Scarlet con l &ab(a sido cuando l estaba traba%ando para un

taumatur$o, atac"ndolos a ella y a sus ami$os.

Se &ab(a con*encido a s( misma de #ue estaba muerto, por#ue la otra

alterna0*a era #ue l &ubiera matado a Lobo y a Cinder, y eso era

inaceptable.

6>A?6Ella insis0ó.

Los o%os de Winter brillaban. <ab(a momentos en #ue Scarlet se sena

como si &ubiera endurecido su cora!ón a la impecable belle!a de la c&ica...pelo $rueso y piel marrón c"lida, con los o%os te+idos de oro y labios

rosados. 5ero entonces la princesa le dar(a una mirada de esa manera y el

cora!ón de Scarlet saltar(a y ella *ol*er(a a pre$untarse cómo era posible

#ue esto no uera un $lamour.

La *o! de Winter se con*ir0ó en un susurro cómplice.

6Tus ami$os est"n *i*os.

Esa simple declaración en*ió al mundo a $irar. Scarlet pasó un momento en

el limbo, descon/ando, indispuesta a esperar.

6>Est"s se$ura?

6Estoy se$ura.

Como una marioneta siendo liberada, cayó sobre sus rodillas.

6@&, $racias a las estrellas.

Ellos estaban *i*os. 3espus de casi un mes de subsis0r con una tena!

obs0nación, /nalmente Scarlet ten(a una ra!ón para tener esperan!a. <ab(a

sido tan s4bito, tan inesperado, se sin0ó mareada por la euoria.

68l tambin me di%o #ue te di%era6, Winter con0nuó,6#ue Lobo te



extra+a muc&(simo. 9ueno, las palabras de Bacin ueron #ue l condu%o a

todos a eno%arse &asta explotar con sus pat0cos llori#ueos por 0. Eso es

dulce >No crees?

=l$o se #uebró dentro de Scarlet. No &ab(a llorado ni una *e! desde #ue&ab(a lle$ado a Luna... aparte de las l"$rimas de dolor y el delirio cuando

ue torturada, mental y Dsicamente. 5ero a&ora todo el miedo y todo el

p"nico y el &orror se llenaron dentro de ella y no pudo retenerlo, ni si#uiera

pod(a pensar m"s all" de la a*alanc&a de sollo!os y desordenadas l"$rimas.

Ellos estaban *i*os. Todos ellos estaban *i*os.

Sab(a #ue Cinder toda*(a estaba all(... se &ab(a corrido la *o! incluso &asta la

casa de /eras #ue se &ab(a in/ltrado en el palacio de Nue*a 9ei%in$ ysecuestrado al emperador. Scarlet se &ab(a sen0do petulante por d(as

cuando el c&isme lle$ó &acia ella, incluso cuando no &ab(a tenido nada #ue

*er con el secuestro.

5ero nadie &ab(a mencionada cómplices. nadie &ab(a dic&o nada acerca de

Lobo o T&orne o la c&ica del satlite #ue &ab(an estado tratando de

rescatar.

Ella se limpió la nari! y se apartó el pelo $rasiento de la cara. Winter estaba

*iendo el s&o de emoción de Scarlet como uno podr(a *er una mariposa

#uit"ndose su capullo.

6:racias6, di%o Scarlet, tra$"ndose otro sollo!o.6:racias por decirme.

65or supuesto. T4 eres mi ami$a.

Scarlet se rotó la palma de la mano por los o%os y, por primera *e!, no

discu0ó.

6A a&ora, para in*itarte.

6No ten$o &ambre6Era una men0ra, pero ella &ab(a lle$ado a despreciar

lo muc&o #ue depend(a de la caridad de Winter.



65ero esta es una pe#ue+a man!ana "cida. -n man%ar Lunar #ue es...

6-no de tus a*oritos, si, lo s. 5ero yo no...

65ienso #ue deber(as comerlo.6La expresión de la princesa era inocente y

si$ni/ca0*a a la *e!, de esa manera peculiar #ue ten(a.6Creo #ue te *a a

&acer sen0r me%or.6con0nuó, empu%ando una ca%a a tra*s de las barras.

Esperó a #ue Scarlet la &aya tomado, lue$o se le*antó y se diri$ió &acia Ryu.

Se a$ac&ó para darle al lobo un ras$u+o amoroso detr"s de las ore%as, lue$o

se inclinó sobre la barandilla y empe!ó a reco$er su montón de palos.

Scarlet le*antó la tapa de la ca%a, re*elando el caramelo ro%o marmóreo en

su cama de al$odón de a!4car. Winter le &ab(a tra(do muc&as delicias desde

su encarcelamiento, la mayor(a de ellos me!clado con anal$sicos. =un#ueel dolor del dedo de Scarlet, #ue ue cortado durante el interro$atorio con

la reina, se &ab(a des*anecido a un recuerdo le%ano, los caramelos toda*(a

ayudaban con las moles0as y los dolores de la *ida en este 0po de lu$ares

estrec&os.

5ero cuando le*antó el caramelo de la ca%a, ella *ió al$o inesperado

escondido de l. -n mensa%e escrito a mano.

Paciencia, amiga. Ellos están viniendo por .

Documents

Cr_nicas Lunares-Winter (Marissa Meyer) Primeros cuatro cap_tulos+BONUS.pdf