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CRITICA DE LIBROS ENFOQUES Y DESENFOQUES DEL DESEMPLEO Jo H N HAYES y PETER NUTMAN Understanding the Unemployed. Tre Psychological Effects of Unemployment (Londres, Tavistock Publications, 1981, 163 pp.) ADRIÁN SINFIELD What Unemployment Means (Oxford, Martin Robertson, 1981, 167 pp.) Luis RACIONERO Del pato al ocio (Barcelona, Anagrama, 1983, 150 pp.) Villamil decía: «Esto ya es de- masiado, Señor Todopoderoso. ¿Qué he hecho yo para que me trates así? ¿Por qué no me colo- can? ¿Por qué me abandonan has- ta los amigos en quienes más con- fiaba?» Tan pronto se abatía el ánimo del cesante sin ventura, como se inflamaba, suponiéndose perseguido por ocultos enemigos que le habían jurado rencor eter- no - «¿Quién será, pero quién será el danzante que me hace la gue- rra?» {Miau. B. PÉREZ GALDÓS.) De igual forma que los objetos fí- sicos se reflejan en la cámara oscura de una máquina fotográfica si, y sólo si, entre la realidad y el plano de la película sensible se interpone un ob- jetivo que canalice, ordene y dispon- ga las reflexiones lumínicas despren- didas por tales objetos, los fenóme- nos sociales no pueden ser captados, aprehendidos y dotados de significa- ción si no disponemos de un conjunto de conceptos, teorías, lógicas y filtros que seleccionen, otorguen coherencia y estructuren los múltiples estímulos que pueden ser materia de estudio para el investigador/descubridor de la «realidad» social. Una misma ima- gen o un mismo caótico conjunto de hechos coetáneos han de ser captados/ medidos por una serie de reglas/ins- trumentos que el científico social debe utilizar sistemática y conscientemen- te. Ahora bien, paralelo al proceso de división social del trabajo, en el campo de la investigación de lo hu- mano-social se han cristalizado una se- rie de paradigmas interdependientes, aunque cada cual con su autonomía RUS 25/84, pp. 223-245

CRITICA DE LIBROS - Reis - Revista Española de ... · ser complementada con el concepto de parado, ... ble vínculo del trabajador/siervo con la tierra y su señor ... que conlleva

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CRITICA DE LIBROS

ENFOQUES Y DESENFOQUES DEL DESEMPLEO

Jo H N HAYES y PETER NUTMAN

Understanding the Unemployed. Tre Psychological Effects of Unemployment(Londres, Tavistock Publications, 1981, 163 pp.)

ADRIÁN SINFIELD

What Unemployment Means(Oxford, Martin Robertson, 1981, 167 pp.)

Luis RACIONERO

Del pato al ocio(Barcelona, Anagrama, 1983, 150 pp.)

Villamil decía: «Esto ya es de-masiado, Señor Todopoderoso.¿Qué he hecho yo para que metrates así? ¿Por qué no me colo-can? ¿Por qué me abandonan has-ta los amigos en quienes más con-fiaba?» Tan pronto se abatía elánimo del cesante sin ventura,como se inflamaba, suponiéndoseperseguido por ocultos enemigosque le habían jurado rencor eter-no- «¿Quién será, pero quién seráel danzante que me hace la gue-rra?»

{Miau. B. PÉREZ GALDÓS.)

De igual forma que los objetos fí-sicos se reflejan en la cámara oscurade una máquina fotográfica si, y sólosi, entre la realidad y el plano de lapelícula sensible se interpone un ob-jetivo que canalice, ordene y dispon-

ga las reflexiones lumínicas despren-didas por tales objetos, los fenóme-nos sociales no pueden ser captados,aprehendidos y dotados de significa-ción si no disponemos de un conjuntode conceptos, teorías, lógicas y filtrosque seleccionen, otorguen coherenciay estructuren los múltiples estímulosque pueden ser materia de estudiopara el investigador/descubridor dela «realidad» social. Una misma ima-gen o un mismo caótico conjunto dehechos coetáneos han de ser captados/medidos por una serie de reglas/ins-trumentos que el científico social debeutilizar sistemática y conscientemen-te. Ahora bien, paralelo al procesode división social del trabajo, en elcampo de la investigación de lo hu-mano-social se han cristalizado una se-rie de paradigmas interdependientes,aunque cada cual con su autonomía

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propia, de suerte que han adquiridoun aislamiento e independencia quedificulta la comprensión global de losfenómenos sociales.

El propósito de esta nota de in-vestigación es comentar tres librosque abordan el mismo tema, si biencada uno de ellos desde una de lasramas de lo que denominamos cien-cias sociales. John Hayes y Peter Nut-man emplean la óptica psicológica;Adrián Sinfield, la sociológica, y LuisRacionero, la filosófica. El común de-nominador, pues, de estos tres auto-res es abordar el problema del paro,si bien desde una perspectiva no eco-nómica.

El desempleo puede definirse comoaquella situación en la que una deter-minada cantidad de la fuerza produc-tiva de una sociedad no es utilizadaen el proceso de producción. Esta de-finición de índole macrosocial ha deser complementada con el conceptode parado, es decir, el individuo quebuscando trabajo no lo encuentra. Ensentido estricto, el paro es un fenó-meno de la sociedad capitalista, dadoque para que tal exista es precondi-ción lógica que el trabajo sea consi-derado una mercancía, ya que sólobajo esta forma el sujeto es el propie-tario libre de su capacidad de trabajoy acude al mercado para ser contra-tado. En tanto y en cuanto —por unadescompensación entre la oferta y lademanda— ésta sea superior a aqué-lla, la fuerza laboral —desempleada—que necesita de un capital —contra-tante— para la producción se ve abo-cada a un compás de espera en laparticipación en el proceso produc-tivo.

Con anterioridad al advenimientode la sociedad industrial, la adscrip-ción al trabajo —fundamentalmenteagrícola— se realizaba a través del do-ble vínculo del trabajador/siervo conla tierra y su señor feudal. Cualquierindividuo adscrito a unos límites te-rritoriales participaba en la actividadproductiva, según las demandas querequiriesen las tareas agrícolas. Laproductividad era escasa y, por tanto,el trabajo necesario, sólo que a expen-sas de las condiciones metereológicas,que determinaban el monto de la pro-ducción. Aquellos años de malas co-sechas conllevaban, inevitablemente,la muerte por inanición de los miem-bros más desventajados de una co-munidad. En cambio, en la sociedadindustrial, en la que el peso de laagricultura en la economía es menory, gracias al auge y expansión de losmercados, las crisis locales de la tie-rra no comportan apenas efectos, a lavez que la producción de bienes yservicios se hace cada vez más depen-diente de la demanda de los consu-midores, las crisis toman otra índole:son de superproducción, de la incapa-cidad de los compradores de absor-ber el ingente caudal de mercancíasproducido en el sistema económico.

En el presente siglo, los países ca-pitalistas han experimentado dos gran-des crisis: la de los años treinta y lamás reciente, fechada a partir de1975; por tanto, con una escasa pers-pectiva histórica que aún nos impideanalizarla desde fuera. En ambas, unode los efectos más obvios y destaca-bles ha sido un notable incrementode la tasa de desempleo en el merca-do de trabajo: así como en períodos

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de normalidad-prosperidad económicael porcentaje de parados sobre la po-blación activa no sobrepasa el 5 por100, en los momentos de crisis talcifra no desciende del 8 por 100, yen algunos casos, como en la actuali-dad de nuestro país, llega a alcanzarla cifra alarmante del 20 por 100 dedesempleo.

Es obvio que los científicos socia-les ubicados en un medio humanoeconómico realicen esfuerzos por in-terpretar/solucionar tales problemas.En este caso, a quienes atañe central-mente el objeto es a los economistas.Dos son sus principales cometidos:por un lado, encontrar las causas dela existencia o —mejor dicho— delincremento de tal fenómeno; porotro, encontrar las soluciones técni-cas que solventen la situación crítica.Pero, más allá de los economistas,otros científicos sociales también abor-dan el objeto en cuestión desde supropio campo de definición de pro-blemas y sus específicas metodologíasde descubrimiento de la realidad hu-mana. Así —grosso modo—, el juris-ta intentará solventar el problema dela legalidad con que se produzcan losmúltiples ceses de contrato, así comotratará de delimitar y definir los de-rechos que corresponden a los para-dos, no sólo por lo que atañe a suantigua empresa, sino también en surelación con la sociedad y con el Es-tado, quien —en su definición de «so-cial» y de «derecho»— ha asumidohistóricamente un papel de protecciónde las capas sociales más desaventa-jadas. Por otro lado, los psicólogos,psiquiatras y otros profesionales de lasalud se preocupan por los efectos in-

dividuales que conlleva un fenómenode4ndole fundamentalmente socioeco-nómica. Depresiones, angustias, estre-ses, pérdida de identidad de los su-jetos, conductas adaptativas, enajena-ción mental, crisis de relaciones so-ciales son algunos de los síntomas quetales profesionales ven aparecer nosólo en aquella población afectada,sino también en los que, aun estandotrabajando y desempeñando un rol la-boral, ven amenazada su situación enuna coyuntura crítica. También es evi-dente que el problema preocupe a fi-lósofos, moralistas y utopistas. Estosinciden en la significación del trabajopara el ser humano, a la vez que en-trebuscan soluciones radicales, cam-bios de perspectiva y esbozan situa-ciones ideales para hacer frente alproblema. También es obvio que alsociólogo compete el estudio de estefenómeno social. Por un lado, juntocon el economista, se encarga de des-cubrir la afección del desempleo,preocupándole qué grupos sociales sonespecialmente los afectados por la cri-sis laboral; junto con el psicólogo,realiza el estudio de las actitudes dela población ante el trabajo y se in-teresa por el estado de la opinión dela población. Por otro lado, junto conel utopista, propone soluciones quebien pasan por la profunda transfor-mación de las estructuras sociales,bien se limitan a paliar los dramáti-cos efectos que conlleva un tal even-to hasta que sea encontrada su solu-ción político-económica, cuya aplica-ción y adecuada puesta en marchacorresponde, sin duda, a los profesio-nales de la política. Henos aquí conuna esquemática división del trabajo

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en la que se ubica el científico social.No obstante, la realidad, sabemos, escompleja y tales distinciones son,-enla mayor parte de las veces, poco ope-rativas; es preciso, más allá de ello,lanzar un reto en favor de la inter-disciplinariedad para afrontar con ma-yor realismo los graves problemasque conlleva el desempleo.

1. El libro de Hayes y Nutmanintenta presentar una visión focaliza-da en el individuo parado. Su enfo-que —como explicitaremos y desarro-llaremos más adelante— no es nove-doso. Bakke, Eisember y Lazarsfeldya lo utilizaron en los años treinta;Marsden y otros, en los setenta. Estáfundamentalmente centrado en losefectos del desempleo sobre los indi-viduos. La aparición de este libro, enel año 1980, así como la de los otrosdos a comentar, responde al azoteque la crisis económica del 75 atizóa la tasa de desempleo de la mayorparte de las sociedades avanzadas deOccidente. En concreto, en Gran Bre-taña —origen de esta obra— la tasade desempleo superó la barrera psi-cológica del 5 por 100 en el año 1976.Como los mismos autores señalan, en1979 se escribieron más de 200 ar-tículos y tesinas sobre los efectos psi-cológicos del desempleo. La sensibili-dad ante ello de una sociedad orien-tada hacia el trabajo es enorme, yaquella que dispone de recursos ági-les para la investigación los empleahábilmente y en su momento para unacomprensión más racional de estosefectos a fin de facilitar su solución.

Understanding the Unemployed esuna obra articulada en torno a tresejes: temas, teorías y soluciones. En

el primero se trata de describir quées lo que sucede empíricamente al su-jeto que esté afectado por el paro.En el segundo se intenta describir unmodelo general y universal para laexplicación de los fenómenos anterio-res, aunque para ello superponen unconjunto heterogéneo de teorías y lle-gan a la conclusión de que cada indi-viduo es un mundo. Y, por último,se propone una serie de estrategias entres órdenes —individual, organiza-tivo y social— con el objeto de ha-cer algo en favor del parado. Paraarticular el conjunto se valen de unaamplia documentación literaria que seextiende desde los autores clásicos dela Psicología Social a los últimos ar-tículos publicados en las revistas es-pecializadas. (Por cierto, uno de losaspectos más interesantes de tal libroes la bibliografía incluida al final. Estapuede ser de gran utilidad a la per-sona que quiera introducirse en estaproblemática.) Pero, además, se valendel testimonio de unos cuarenta para-dos a los que los autores entrevista-ron y de los que se incluyen brevesestudios de cuatro casos.

Los dos primeros ejes citados —te-mas y teorías— están estrechamenterelacionados por los autores, de formatal que hay —diríamos— una rela-ción casi biunívoca entre uno y otro.Para los autores, el núcleo fundamen-tal de explicación de las consecuenciasdiferenciales de los sujetos es el trans-curso del tiempo. Así, los dos prime-ros capítulos versan sobre la evolu-ción del parado. El tema no es nuevo.Ya en 1938, Eisember y Lazarsfeldpublicaron un artículo, con el títulode «The Psychological Effects of Un-

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employment», donde afirmaban que«todos los escritores que han descri-to el curso del desempleo parecenestar de acuerdo con los siguientespuntos: primero hay un choque queestá acompañado por una activa bús-queda de trabajo; durante el que elindividuo se mantiene optimista e in-conforme; posee aún una actitud in-tacta. Segundo, cuando todos los es-fuerzos fracasan, el individuo se hacepesimista, ansioso y* sufre una disten-sión activa; éste es el estadio más cru-cial de todos. Tercero, el individuo sehace fatalista y se adapta a su nuevoestado de perspectivas restringidas.A partir de entonces sostiene una ac-titud desesperada». Esta clasificaciónen tres fases ha perdurado en los es-tudios de los setenta en autores comoHopson y Adams (1976), Harrison(1976), Hill (1978) y Briar (1977).Todos ellos distinguen los tres mo-mentos, aunque cada cual les pongauna etiqueta distinta para discriminar-los. Ahora bien, Hayes y Nutmanubican e interpretan tal sucesión a laluz de las teorías psicosociales. En pri-mer lugar, siguiendo el modelo de latransición psicosocial de Parkes, porel que éste proclama la relación exis-tente entre un cambio en el espaciovital del sujeto y su mundo asumido.Esto es, cuando se altera la situaciónen la que se encuentra un individuo—piénsese en este caso la mutaciónde tener trabajo a no ejercer activi-dad laboral— se produce un cambioparejo en la totalidad de las percep-ciones y evaluaciones que el sujetoposee del mundo. En segundo lugar,utilizan distintos modelos teóricos afin de explicar los tránsitos ocurridos

en el ciclo transicional del parado.Así, recurren a la teoría del campo defuerzas lewiniana para la interpreta-ción de la respuesta inicial del quese queda sin trabajo, incidiendo prin-cipalmente en el principio de equili-brio según el cual «cualquier cambioen las fuerzas que actúan sobre unindividuo será percibido como unaamenaza a la que su autoconceptotenderá a resistirse». En un segundomomento, los autores utilizan las teo-rías de la expectativa y de la disonan-cia cognoscitiva para justificar el trán-sito de la persona hacia una actitudpesimista ante las posibilidades de en-contrar trabajo. Y, posteriormente,utilizan los trabajos de Ellis dandocuenta de las irracionales creenciasque adopta el desempleado ante susituación, y las conclusiones de Selig-man sobre los desasistidos.

El punto de vista general utilizadono deja de ser psicologista: lo impor-tante no son los factores externos queinfluyen sobre las personas, sino lavariedad de formas en que los indivi-duos reaccionan a dichos cambios. Así,una fuente de diferenciación en lasactitudes y comportamientos de losparados es su imagen del trabajo:Hayes y Nutman realizan una clasifi-cación según las funciones atribuiblesal aspecto laboral —v. gr., fuente deingresos, fuente de identidad, mediode estructurar el tiempo, etc.—, aña-diendo que ello conlleva distintas con-secuencias en el momento de la inac-tividad, mencionando expresamenteuna serie de situaciones específicasque dan lugar a reacciones distintas,tal como la de aquellos que buscansu primer trabajo, la de quienes no

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tienen problemas financieros y la delos parados legitimados —es decir,quienes se encuentran en dicha situa-ción por circunstancias ajenas y en-cuentran una razón de peso para noacudir de nuevo al mercado de tra-bajo.

Tema importante que se aborda eneste libro es el de las consecuenciasque acarrea la pérdida de trabajo enla salud. Hayes y Nutman parten delmodelo de ambiente social y saludmental del Instituto para la Investi-gación Social de la Universidad de Mi-chigan. En éste se concatenan secuen-cialmente una serie de aspectos rela-cionados con el sujeto hasta llegar asus características de salud: ambienteobjetivo, ambiente psicológico y res-puesta (fisiológica, conductual y afec-tiva) del individuo. La relación entreestos momentos de la cadena está me-diada por dos tipos de factores: deun lado, las características permanen-tes del sujeto y, del otro, sus relacio-nes sociales. Para aplicar tal modeloal objeto en estudio, se supone queun cambio en la situación laboral esun aspecto relevante del ambienteafectivo de una persona que va a des-embocar en sus perturbaciones físicasy psíquicas. Por tanto, la relación en-tre el desempleo y la salud del sujetono son directas, sino que están me-diadas tanto por factores personalescomo relaciónales. Quizá, en otro con-texto, habría que considerar la pérdi-da de trabajo como un dato más, yno como el desencadenante de lasafecciones del sujeto. Ahora bien,¿cuáles son los síntomas que se ma-nifiestan más frecuentemente entrelos parados? Parece ser que consisten

en mayor predisponibilidad ante la en-fermedad, que se concreta en manifes-taciones psíquicas tales como estrés,angustia, insomnio... En todo caso, lasituación de desempleo contribuye aun descenso en el bienestar de la per-sona.

Otro de los efectos del paro quese analizan es el de las consecuenciasdel desempleo en las relaciones socia-les e identidad del sujeto, fundamen-tándolas en las proposiciones del in-teraccionismo simbólico. Son dos lospostulados que giran en torno a esteproblema: en primer lugar, la afirma-ción general del interaccionismo sobrela autopercepción/autoimagen del su-jeto, basada fundamentalmente en lapercepción e imagen que los otros sig-nificantes tienen del propio sujeto, ysegundo, la importancia que poseeel trabajo en nuestra sociedad parala identificación/integración colectivadel sujeto. Si bien la naturaleza deestos postulados son de una generali-dad que dificulta su operacionalidad,son especialmente útiles para la expli-cación a priori de los efectos disfun-cionales que conlleva la pérdida for-zosa de roles sociales, por lo quecabe el peligro de que el investigadorimponga/interprete el sentido de lasituación de objeto del investigadoen lugar de que sea éste quien loexplicite.

Por último, Hayes y Nutman —ba-sándose en la descripción de las dis-funcionalidades del desempleo que seacaban de resumir— proponen unaserie de medidas de ayuda al parado.Fundamentalmente, hacen hincapié ensoluciones encaminadas al individuo:a) aumentar o mantener la autoesti-

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ma del parado; b) mejorar el ajusteentre el individuo y su espacio vital,posibilitando la adquisición de nue-vas identidades y objetivos; c) la ad-quisición de habilidades para la bús-queda de trabajo; d) el aprendizajede tareas laborales, y e) el desarrollode actitudes positivas hacia el trabajo.Tras esta formulación de objetivospasan revista a distintas orientacionesseguidas en distintos programas tera-péuticos llevados a cabo con parados,como el de desempeño de roles, el decondicionamiento social y el uso defeed-back. Subrayan los autores quetales medidas son apropiadas cuandoel paro está localizado o es un fenó-meno temporal. Por tanto, proponentambién otra serie de medidas colecti-vas a fin de incrementar la demandaglobal de trabajo en la sociedad o po-sibilitar el ajuste del parado a su si-tuación, no cambiando al individuo,sino su ambiente.

2. Con planteamientos diferentes,aunque en el mismo país y por lasmismas fechas, aparece el segundo li-bro que comentamos. Su autor,Adrián Sinfield, selecciona los hallaz-gos de las investigaciones sobre el pa-rado en los últimos años y lo insertaen una discusión más amplia sobre eltipo de sociedad ideal. Su toma depostura es bien clara desde el princi-pio: aboga por el pleno empleo, cri-ticando ferozmente al partido conser-vador británico por emprender unapolítica económica monetarista queimpele en la crisis actual a un des-bordante aumento del paro. El temalo plantea desde una doble perspec-tiva: una primera individual en la quese abordan interrogantes sobre la gra-

vedad de la situación de desempleopara los sujetos que lo padecen, losefectos de los subsidios en la moti-vación hacia el trabajo y el cuestio-nado empeño y ahínco con que losparados buscan empleo; otra segundasocial en la que emergen las cuestio-nes de las implicaciones que tiene unincremento de las tasas de desempleopara la sociedad en su conjunto, loscostes que ello lleva consigo, tanto acorto como a medio plazo, y la dis-tribución social de tales costes.

El contenido del libro, pues, se ar-ticula en tres módulos temáticos. Elprimero de ellos comprende una des-cripción de la situación actual del pa-rado; el segundo, la naturaleza colec-tiva de tal fenómeno, tanto por losservicios que la sociedad presta alafectado como por los efectos disfun-cionales que reporta a la comunidadla carencia de empleos, y el terceroconsiste en una propuesta de una po-lítica que se encamine a la consecu-ción del pleno empleo en la sociedad.

Los tres primeros capítulos estándedicados al primer módulo temático.Los interrogantes principales a lo lar-go de los que Sinfield desarrolla suexposición son: quiénes y cuántos sonlos parados, qué implica estar sin tra-bajo y qué tipología puede establecer-se de ese amplio colectivo que com-prendía, en 1980, dos millones de ac-tivos británicos, es decir, el 10 por100 de la población activa del ReinoUnido. El estilo de exposición de esteautor es descriptivo, a diferencia deHayes y Nutman, para quienes —co-mo ya hemos visto— el desarrollode sus ideas es predominantemente decorte explicativo. Las fuentes de ve-

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rificación del primero son menos pre-cisas. Aunque cita a menudo cifrasestadísticas, artículos de investigado-res del tema y frases de los propiosprotagonistas del fenómeno, en con-junto, parece basarse fundamentalmen-te en una larga experiencia suya detrato y contacto profesional con el pa-rado. No en vano ha sido colaboradorcon la O.C.D.E. y la O.N.U. en talestemas.

Los principales puntos sobre losque el autor hace hincapié en el temadel parado son: la infraestimación desu volumen por las estadísticas; ladesigual distribución de su alcance, nosólo geográfica, sino también social-mente, siendo precisamente las capassociales inferiores de la sociedad quie-nes más intensamente son afectadaspor la situación de carencia de em-pleo; la experiencia que supone el es-tar sin trabajo, y los colectivos a losque puede afectar de diversa formatal evento. Son fundamentalmente es-tos dos últimos temas a los que pres-ta mayor atención.

Como bien señalan los autores quetratan esta problemática, la experien-cia del desempleo es muy desigual, de-pendiendo de las circunstancias y lapersonalidad del sujeto en cuestión.Sinfield alude al tiempo que dure lasituación y a los recursos de la per-sona/familia en paro como circuns-tancias que hacen variar sustancial-mente la vivencia del problema. Deigual forma, menciona la teoría delciclo transicional, a la que Hayes yNutman concedían tanta importancia,señalando que las hipótesis que deella se derivan han sido mantenidasmás bien con ilustraciones obtenidas

de afirmaciones realizadas por para-dos en entrevistas, antes que compro-badas y validadas con investigacionesrigurosas. Otro aspecto importantedel problema es la imagen emanadapor el desempleado en una sociedadorientada hacia el trabajo, es decir, elestigma y el sentimiento de culpa quepesa sobre quien recae el advenimien-to de la inactividad. Pero, sobre todo,se insiste en tres importantes cuestio-nes: la primera es crucial en estetema por cuanto constituye, por defi-nición, el rol social del parado. Hastatal punto es así que en la operacio-nalización del contaje estadístico detales sujetos se excluyen aquellos que,estando en condiciones de trabajar,no buscan empleo. Para Sinfield, sepuede afirmar con generalidad que ala mayor parte de personas que de-sean un nuevo trabajo la tarea les re-sulta más difícil de lo que en princi-pio podían esperar; que la mayor di-ficultad para encontrarlo la tienenquienes carecen de cualificación, y quelos familiares y amigos juegan un im-portante papel en tal búsqueda.

La segunda cuestión está relaciona-da con la pobreza organizativa del pa-rado. Este es un sujeto que tiendeal aislamiento. Además, no existe nin-gún grupo de presión que los apoye.La acción de los sindicatos en estesentido es reducida e incipiente. Selimitan al período en que el despidoes una amenaza; pero una vez que eltrabajador ha perdido su puesto, larelación entre ambos se difumina. Noobstante, se señala cómo en los últi-mos congresos sindicales se ha poten-ciado la creación de centros de para-

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dos con objeto de organizar la ayudapública y difundir información.

Por último, se aborda la relacióndel desempleo con la pobreza. Es ob-vio, y está en la mente de todos losespecialistas del tema, que las conse-cuencias económicas de las altas tasasde desempleo de la presente crisis noson tan agobiantes y acuciantes comolas que tuvieron lugar en la décadade los treinta, debido al desarrollo yconcreción de la idea del Estado delbienestar. Sin embargo, ello no quitapara que en determinados sectoresafectados por la inactividad esté pre-sente la pobreza, cuando no la mise-ria, en su sentido más literal, inclusoen países con supuestos altos estánda-res de vida y con una legislación pro-tectora de los desaventajados, comoes el caso de Gran Bretaña. A pesarde la existencia de subsidios, el alcan-ce de éstos es tan pequeño que lamayoría de familias que tienen quesubsistir de éste padecen grandes di-ficultades. A ello hay que añadir queel desempleo afecta especialmente aquienes previamente ya obtenían me-nores ingresos; por lo que si éstosdisminuyen por la inactividad, la si-tuación deviene irresistiblemente in-soportable, y, aún más, el retorno altrabajo no siempre supone el abando-no de la miseria, por cuanto que lainestabilidad y los bajos sueldos sonlas características habituales de losnuevos contratos.

Sin embargo, el paro es un fenó-meno heterogéneo que afecta de mododistinto a los sujetos que lo padecen.A tales efectos, es conveniente efec-tuar una tipología de las distintas ma-nifestaciones que concurren en tal fe-

nómeno. Por ello, en el tercer capí-tulo del presente libro se profundizaen los efectos diferenciales del des-empleo. Los tipos que se analizan sonlos siguientes: los despedidos colecti-vamente, los jóvenes sin trabajo, lamujer desempleada y los parados delarga duración. Obsérvese la base so-ciológico-colectiva de tal clasificación.No son características de personali-dad, sino la pertenencia a determina-dos grupos lo que marca la peculiari-dad. No obstante, conviene señalarque la mencionada tipología no res-ponde a un criterio unidimensional declasificación. Por un lado, los jóve-nes, trabajadores de edad y mujeressí que parecen centrarse en torno aun criterio común: el de la divisiónsocial del trabajo más primitivo, esdecir, el sexo y la edad; si bien elúltimo grupo puede también compar-tir las características de uno de losdos primeros, que entre sí son mu-tuamente excluyentes. Por el otro la-do, los dos tipos restantes respondenno tanto a características sociales delos sujetos que lo componen, sino aatributos intrínsecamente relacionadoscon el fenómeno: «cómo se produce»y «cuánto dura la situación». Por tan-to, más que una clasificación que hagareferencia a distintos tipos de para-dos, nos encontramos con un análisisde cómo diferentes circunstancias pue-den dar lugar a vivencias radicalmen-te distintas en los sujetos que parti-cipan de un idéntico hecho social.

El cuarto capítulo está dedicado alas prestaciones que los poderes pú-blicos británicos conceden a los para-dos. Estas pueden encuadrarse en dosfunciones complementarias. Por un la-

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do, los servicios de empleo, que co-rresponden a la «Manpower ServicesComission», que cumple un triple co-metido: canalizar las ofertas y deman-da de puestos de trabajo, prestar ser-vicios de cualificación de la mano deobra y organizar programas especia-les. Sinfield pasa revista a las distin-tas medidas adoptadas por esta co-misión y realiza una doble crítica: losrecortes efectuados por el gobiernoen el presupuesto de tal comisión yla timidez de las medidas que pro-mulga, dando a entender que no «in-teresa» resolver de raíz el problemageneral del desempleo. Por otro lado,se encuentran los servicios de la Se-guridad Social a los parados; en espe-cial, centrados en subsidios. Partien-do de la existencia de una gran polé-mica social sobre la conveniencia deéstos, dada su posible incidencia enla reducción de la motivación al tra-bajo, los argumentos de Sinfield tras-ladan el enfoque del problema: paraél, los subsidios no comportan el pe-ligro de la desmotivación, pues sontan bajos que no desaniman a la horade aceptar un puesto adecuado ofre-cido a quienes lo percibían. Sin em-bargo, tienen una consecuencia nega-tiva a nivel global de la sociedad, porcuanto disminuyen el sentimiento dela necesidad de reducir el alto nivelde desempleo, ya que un gran númerode parados (como sucede en Gran Bre-taña) tienen asegurados unos ingresos—por pequeños que éstos sean— y elpropósito y el objetivo de que hayadisponible para ellos un empleo dignodeviene menos urgente.

Sinfield sigue argumentando que elproblema del paro no sólo afecta a

quienes lo padecen, sino que la socie-dad en su conjunto sufre de sus trá-gicas consecuencias. Señala que, ade-más de la pérdida económica que su-pone la inutilización parcial de susrecursos humanos, altas tasas de des-empleo implican una disminución dela consecución de las metas y obje-tivos sociales. Por otro lado, el mun-do del trabajo se ve afectado por se-mejante situación: no sólo se reducenlas mejoras en las condiciones labora-les, sino que también el trabajador sesiente más atado a su puesto, redu-ciéndose la movilidad, y —en gene-ral—, por diversos motivos, la capaci-dad adquisitiva de sus ingresos se veafectada hacia la baja. Pero eso no estodo. En los momentos de dificulta-des laborales, la concreción del idealde igualdad de oportunidades se veseriamente amenazada. En una coyun-tura de escasos puestos de trabajo, losgrupos socialmente más favorecidosse encuentran en ventaja para la ad-quisición de una plaza, por lo que lasdiferencias ya preexistentes se hacenmás abismales aún.

Todo lo anterior justifica con cre-ces, para Sinfield, la consecución delpleno empleo en una sociedad, enten-diendo con ello el llegar a una situa-ción como la descrita por Beveridge,en la que haya siempre más trabajosvacantes que hombres desempleados.Se trata de convertir utópicamentenuestro funcionamiento económico, desuerte que no sean las personas quie-nes acudan al mercado de trabajo, si-no más bien que sean buscadas. Endefinitiva, el autor de What Unem-ployment Means participa de una vi-sión calvinista del trabajo: éste ante

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todo. Su carencia es un claro indiciode que las cosas van muy mal. Su ob-jetivo, de todas formas, no es que elhombre se encadene al trabajo, sinoque haya suficiente cantidad para quela cadena de la persona no sea preci-samente la carencia de actividad re-munerada. No obstante, la propuestade soluciones es mínima Casi se limi-ta a decir que la resolución «no sepuede conseguir sin esfuerzo ni lu-cha». Ahora bien, para ello es nece-sario cimentar y concebir análisis enuna línea diferente a las que se hanplanteado hasta el momento.

3. El tercer libro, escrito por LuisRacionero, es un compendio de docebreves e independientes ensayos cuyocomún denominador es el plantea-miento y elaboración de una utopíasocial. Ahora bien, el autor llega aésta a partir de la reflexión en tornoal trabajo, al ocio y al paro; a la in-versa de lo que ocurre en las cons-trucciones literarias de utopías en to-dos los tiempos —desde la antigüedad(Platón), pasando por el Renacimien-to (Tomás Moro), hasta los tiemposactuales (Skinner u Orwell)—. En és-tas, el planteamiento de una sociedaddiferente implica la construcción deuna determinada organización del tra-bajo. En la obra de Racionero, par-tiendo de la problemática actual dela desorganización laboral concretadaen la escasez de empleos, se proponeuna transformación global y radical dela sociedad.

El núcleo argumental que presidey conforma el escrito que comenta-mos es una mordaz crítica al sistemade valores de las sociedades industria-les —o postindustriales— actuales.

Surgidas y modeladas —siguiendo latesis weberiana— por la ética calvi-nista del trabajo y la filosofía utilita-rista y pragmática de los valores. Asus miembros y defensores se les tildade «bárbaros» arremetedores y des-tructores de la «civilización» medite-rránea, ejemplificada en el funciona-miento sociocultural de las antiguasciudades situadas a orillas del MareNostrum: Atenas, Roma, Florencia.Se juzga que el sistema económico delas sociedades contemporáneas —in-cluyendo la «América narcisista» y la«Rusia estajanovista»— es bárbaroporque «valora por encima de todo ypone como finalidad de la vida el éxi-to medido en dinero», frente a cul-turas civilizadas, donde la «riqueza hasido sólo un medio para llegar al fin,que es el ocio y la vida confortablepara dedicarse a las aficiones perso-nales».

Uno de los signos del funcionamien-to del esquema actual de valores esla evaluación de la marcha de los paí-ses en función del Producto NacionalBruto o cualquiera otro de sus suce-dáneos, como la renta per cápita, quesirven para calcular la producción enun determinado territorio medida enunidades monetarias. Frente a esto,Racionero propone —aunque no es elprimero— una serie de indicadoresde calidad de vida que recoja las ne-cesidades básicas humanas, para cuyoinventario recurre al modelo jerárqui-co de Maslow, según el cual existenniveles distintos de satisfacción perso-nal que van desde la mera reducciónde nuestras pulsiones biológicas has-ta el mismo impulso de desarrollopersonal, pasando por los requeri-

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mientos de bienestar-seguridad, senti-miento de pertenencia grupal y nece-sidad de autoestima. Todo ello ha detraducirse en la confección de un ín-dice de bienestar colectivo que nosólo tenga en cuenta la producciónde bienes, como es el caso del PNB,sino que incluya, además, aspectos ta-les como la seguridad personal y losambientes físico, psíquico y social delos sujetos que integran una determi-nada comunidad.

En consecuencia, con tal crítica delos valores económicos, Racionero ar-gumenta que el problema de las altastasas de desempleo de las sociedadesindustriales está desenfocado, porcuanto que se afirma que su soluciónpasa por un aumento de la producti-vidad que genere puestos de trabajo.Sin embargo, la realidad parece abo-gar por todo lo contrario: el creci-miento ilimitado no se puede mante-ner; es preciso, por tanto, ofrecer otrotipo de soluciones que tengan en cuen-ta la naturaleza limitada de los recur-sos disponibles. La tesis que presentaeste libro se articula, a mi entender,en tres aspectos: la persecución de unmodelo ecológico de funcionamientoeconómico junto con unos objetivosde crecimiento estabilizado; un cam-bio de mentalidad que suponga la va-loración del ocio frente al trabajo, yla consecución de una sociedad ociosaque permita el libre desarrollo de lascapacidades de sus miembros.

El modelo ecológico de funciona-miento económico que se esboza po-see, siguiendo los planteamientos queShepard y Mekinley exponen sobrelas características de los ecosistemasen evolución, los siguientes caracte-

res: complejidad, diversidad, simbio-sis, estabilidad, alto número de espe-cies y baja entropía. En definitiva, setrata de perseguir un doble objetivo:de un lado, la consecución de un es-tadio de la economía de crecimientocero, lo que supone que el capitalindustrial y la población han de esta-bilizarse. Hay que ir, pues, contraesos fines políticamente incuestiona-dos de aumentar sin freno la produc-ción y el consumo y atacar los tradi-cionales valores de los «mercaderes yfilósofos utilitaristas nórdicos». Pero,al unísono, se ha de promover unmodelo de ordenación del territoriodescentralizado que permita una ho-mogeneización de las condiciones devida humana, al tiempo que prevengade las enormes disfuncionalidades queprovocan actualmente las grandesaglomeraciones urbanas. Para tal des-centralización se propone la teoría de«lugares centrales» de Chistaller, ba-sada en dos conceptos fundamentales:el de umbral —o número mínimo depersonas necesarias para que un ser-vicio comunitario sea rentable— y elde alcance —o distancia mínima quelas personas están dispuestas a reco-rrer con objeto de obtener tal servi-cio—. En suma, el desiderátum seaproxima al modelo de las antiguasciudades mediterráneas, núcleos queaglutinaban a un número idóneo depersonas para la producción y comu-nicación de bienes culturales.

El segundo aspecto de la soluciónpropuesta por Racionero es el eje cen-tral de la obra que comentamos: setrata de conseguir un cambio de men-talidad que suponga la valoración delocio frente al trabajo. La contradic-

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ción fundamental que ha generado elnuevo Estado industrial es el naci-miento de una nueva «clase ociosa»deseosa de consumo, pero a la que nose le da oportunidad de trabajar, a finde que pueda participar en la distri-bución de la producción. Si nos man-tenemos en el esquema de valores dela sociedad capitalista, la solución es-tribaría en la creación de puestos detrabajo que facilite la participación enel consumo a todos los miembros. Pe-ro, como se mencionó en el párrafoanterior, para Racionero, el crecimien-to de la economía ha llegado a untope. La solución pasa inexorablemen-te por una radical transformación enlos mecanismos de distribución de lariqueza, o, dicho de otro modo másconcreto, es necesario presentar uncambio filosófico que traiga ineludi-blemente consigo la superación entreingresos personales y trabajo. La va-loración y superpotenciación del ocioviene dada por lo que los marxistasdirían el desarrollo de las fuerzas pro-ductivas. En los momentos actuales,la mecanización del proceso produc-tivo permite la liberación de las tareasmás arduas del trabajo. La solución,en consecuencia, estribaría en que des-carguemos nuestras obligaciones labo-rales en las máquinas, pudiéndonos deesta forma dedicar a tareas más crea-tivas. La analogía con el modelo ate-niense no deja de ser evidente. Enla democracia griega, el ocio era po-sible porque existían los esclavos,que se encargaban de la producción.Si en un futuro, no muy remoto, ta-les funciones pueden ejercerlas los ro-bots, las personas podrán dedicarse yesforzarse en tareas comunitarias, de-

sarrollo autopersonal y relaciones so-ciales.

Ahora bien, aunque hasta aquí elrazonamiento parezca simple, infantil,de ciencia-ficción y desconocedor delos poderes fácticos de los grupos yclases dominantes de la sociedad, creoque una lectura completa del librodebe apartarnos de tal apreciación. Elsexto ensayo está dedicado a la «nue-va clase ociosa», formada por beat-niks, hippies y punks. De ellos se diceque han aprendido estilos de vida quepudieran dar paso a sociedades ocio-sas, y que sus ensayos pueden ser deimportancia capital para la supervi-vencia de la sociedad. Sin embargo,son criticados porque su cambio devalores se ha adoptado sin plantearseun consecuente cambio del poder so-cial. Según Racionero, la transforma-ción social es un proceso trialécticoque ha de incluir los aspectos tecnoló-gicos, políticos y culturales; si biense centra en este último por conside-rarlo el de más difícil consecución yel que posibilita que los otros dos nose prostituyan. Pero habría que inqui-rirle hasta qué punto son posibles re-voluciones culturales sin previos cam-bios tecnológicos y qué grado de con-sensualidad pueden conseguir, puestoque a la hora de diseñar utopías cadauno de los mortales engendraría unmodelo diferente cuya materializacióndependería de que el del otro no tu-viese lugar.

El cambio cultural que se proponeen este libro tiene su origen en Far-son, y está basado en una constelacióninalienable de derechos de los indivi-duos: al Ocio, a la Belleza, a la Salud,a la Intimidad, a la Verdad, al Estu-

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dio, a Viajar, a la Satisfacción Sexual,a la Unicidad. Para llegar a ellos sepiensa que la educación es el medioestratégico fundamental, si bien hayque recalcar que no es el único ni lapanacea de la resolución de los malespresentes en nuestra sociedad.

En resumen, y focalizando el trata-miento que se da en este último librocomentado al problema del paro, dire-mos que éste es entendido como unaconsecuencia lógica del desarrollo tec-nológico; que la razón primordial desu existencia radica en la sustituciónde la fuerza humana por la fuerza mo-triz de las máquinas, ya que ésta re-porta mayores beneficios, y que, enconsecuencia, la sociedad debe tenderhacia un cambio de valores que tengacomo razón primordial la infravalora-ción del trabajo —fundamentalmentepor la disociación entre éste y el in-greso pecuniario personal— y la exal-tación del ocio «vivido con dignidad»—lo que supondría no una situaciónde libertinaje perezoso, decadente ydesesperado, sino un nuevo tipo deactividad encaminada a «quehacerespersonales o filantrópicos que mejo-ren al individuo y la sociedad».

Al inicio de este comentario se in-dicó que los tres libros que hemosincluido planteaban el mismo fenóme-no desde distintas ramas de las cien-cias sociales. Ahora podemos ahondarcon mayor profundidad en sus discre-pancias. A Hayes y Nutman les preo-cupa, ante todo, la reacción de lossujetos que se ven afectados por elparo. Concibe a éste como un mal

inevitable, y sus propuestas van en-caminadas en un doble plano: prime-ro, y ante todo, una ayuda individualal que lo sufre, y segundo, emprenderuna serie de acciones y reformas so-ciales que aminoren el problema. Elpensamiento de Sinfield parte de lastrágicas consecuencias que conlleva eldesempleo, que atañe especialmentea los estratos sociales menos favore-cidos, para llegar a señalar las con-secuencias macrosociales que trae con-sigo el aumento de las tasas de des-empleo en un momento dado de laeconomía de un país. Pero este segun-do autor cree que el pleno empleoes posible; que, aparte de la crisis,la política seguida por el gobiernobritánico no ha hecho nada para evi-tar que se haya llegado a tal situación.Por el contrario, Racionero sustentaque el pleno empleo es un desiderá-tum obsoleto que el desarrollo tecno-lógico ha vuelto imposible. Por tanto,lo que este último propone es un cam-bio de valores por el que la actividadde los hombres en la sociedad estéprincipalmente encaminada a sus as-pectos ociosos y no a los laborales.

Independientemente del punto devista de estos tres autores y de lasargumentaciones que esgrimen, con-trapuestas entre sí en un primer acer-camiento, yo creo que se pueden com-patibilizar, si bien encuadrándolas enmomentos distintos. Resulta evidenteque el planteamiento de Hayes y Nut-man es fundamentalmente adecuadoa corto plazo. Ante nosotros, en nues-tro país, tenemos un insoslayable pro-blema cual es una elevadísima tasade desempleo, y ésta plantea una se-rie de problemas humanos urgentes

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que se han de atender con prontitud.La pregunta que nos formularíamoses la de si en nuestro país dispone-mos en la actualidad de los recursosnecesarios y hasta qué punto se em-plean con habilidad los existentes.Pero hay que ir más allá. Con lamera asistencia no solventaríamos elproblema de fondo. Después de rea-lizar una primera cura de urgencia hayque poner todos los medios para quecicatrice cualquier herida y, a talesefectos, la propuesta de Sinfield estáparticularmente enfocada a medio pla-zo. Se trata de disponer de las medi-das políticas y económicas que permi-

tan garantizar un puesto de trabajopara todos aquellos que lo deseen.Pero, más allá de todo ello, es pre-ciso imaginar soluciones utópicas co-mo las que nos propone Racionero.Aunque sepamos que no van a llegarde la noche a la mañana, las debemostener en cuenta como referente denuestra conducta y para el plantea-miento de políticas a largo plazo queimpliquen una transformación radicalde las bases desigualitarias e inhuma-nas que hoy en día padecemos.

Modesto ESCOBAR MERCADO

¿DELENDA EST DEMOCRATIA?

CLAUDE JULIEN

Le Suicide des Démocraties(París, Ed. Grasset, 1972)

J. F. REVEL

Comment les Démocraties Finissent(París, Ed. Grasset, 1983)

Este par de tétricos títulos, queresponden a una larga preocupacióndel periodismo galo por el rumbo delos acontecimientos internacionales yde la evolución moral de nuestras so-ciedades, no son en absoluto simultá-neos en el tiempo: más de diez añosseparan su respectiva publicación. Sinembargo, a ambos les une la coinci-dencia de una óptica pesimista acercade la posible, y presumiblemente pre-visible, evolución de las democracias;actitud que refleja la profunda inquie-

tud que recorre las élites de estospaíses.

El primero de ellos fue redactadoen momentos tan diferentes que po-dría afirmarse que un abismo psicoló-gico nos separa de los mismos: la pri-mera crisis petrolífera aún no habíacomenzado, la expansión proseguía suruta; hoy, al contrario, las sociedadeseuropeas se encuentran en uno de lospuntos más bajos desde que aquéllase iniciara. Pero, curiosamente, Juliense muestra más pesimista que Revel

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acerca de la posibilidad de superarestos fuertes trastornos; tal vez por-que el segundo cree, o desea creer, enla sociedad occidental, en tanto quepara Julien su viabilidad es menos queimprobable (por hablar con algún eu-femismo), según se desprende de laspremisas que utiliza en su crítica, oquizá porque los criterios empleadospara el juicio revierten directamenteen un punto nulo de la crítica políti-ca. No obstante todo lo cual, la preo-cupación de ambos autores es parale-la y sus apreciaciones se complemen-tan.

Obras ambiciosas por el alcance yel tono historicista que pretenden, ylogran, imprimir al discurso, nos ofre-cen un aspecto pasablemente atroz dela salud reciente de nuestras socieda-des civiles e instituciones políticas.Por un lado, la fuerte dinámica decrecimiento nucleada alrededor del ti-po societario, supuestamente modéli-co, de los EE. UU. de Norteaméricanos habría, según Julien, llevado demanera irremisible al agotamiento enplazo breve de los recursos no reponi-bles del planeta —recientes estabanlos informes del Club de Roma, MIT,etcétera—. Ello en aras de una irre-frenada expansión en virtual descon-trol, con efectos laterales desastrosossobre el entorno natural y la satisfac-ción de necesidades inmateriales —cé-nit de la reflexión post-mayo acercade la alienación en el trabajo, sentidode la vida y demás cuestiones irre-sueltas teóricamente—. Por otro, unosregímenes en proceso aparente de de-terioro constante, algo obsoletos antela eficacia de sus rivales y acosadospor la mitificada astucia y fuerza

implacables del Gran Hermano delEste l.

Obviamente, Julien usa una focalmuy corta, en la medida que trata deanalizar los cuadros internos del equi-librio, o desequilibrio, y las presuntastendencias de cohesión futura, sinpreocuparse para nada de los envitesy amenazas planteables por el sistemaantagónico; en tanto que Revel ponea funcionar una especie de gran an-gular abarcando toda la Tierra. Taldiferencia desemboca en una difumi-nación de la perspectiva y en imáge-nes algo borrosas, que a veces consi-deramos consecuencia del prejuicio,ya que no del capricho.

El caso es que la confrontación en-tre modelos económico-sociales de di-ferente textura —no digamos nada encuanto a su estructuración política—es un dato permanente en la historiareciente de Europa. Sólo los ecume-nistas, auténticos o interesados, utó-picos o políticos, han podido sostenerla prevalencia de valores y principioscomunes a las dos esferas.

Otra cosa es que la voluntad dedefenderse —la autóctona de las de-mocracias políticas (únicas democra-cias, aparte alguna rara avis tercer-mundista)— haya empezado a fla-quear. Y aquí es donde sí intuye algoClaude Julien al hablar de «crisis decivilización». Suponiendo que hayaotra que tienda a reemplazarla (lo cuales suponible, aunque roce la futurolo-gía), la cuestión puede ser percibidaen términos muy vitales, conducien-do al dramatismo.

1 Véase la recientísima aportación deH. CARRERE D'ENCAUSSE, Le Grand Frere,París, Flammarion, 1983.

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La voluntad de defensa presentasiempre algunos altibajos, pero mani-fiesta una tendencia media —difícil-mente medible, porque se palpa, perono se toca— que es a la que hay queatender. Y ésta, forzoso es constatar-lo, ha dado un bajón sustancial en losúltimos lustros, al menos por lo querespecta a Europa. A pesar de la elec-ción de gobiernos conservadores enla mayoría de los países del área cen-tral y nórdica. A pesar de la instala-ción de artefactos nucleares adecuadosal «teatro». A pesar de la solidaridadfáctica que la casi totalidad de losgobiernos han manifestado con la ac-tual Administración norteamericana.Pues la batalla es fundamentalmentepolítica: se desarrolla dentro y a tra-vés de esa entidad meliflua, manipu-lada y movediza que es la opinión pú-blica.

Los hechos así parecen atestiguar-lo. Aquellos que reflejan una signifi-cación de futuro, y en la medida queno sean fuegos fatuos el hablar contales pretensiones. Revel nos aleccio-na acerca del sinsentido de que en eldía de la visita de Breznef a la RFAse lleve a cabo una gran moviliza-ción... contra los USA. Y, si se quie-re, hágase el esfuerzo suplementariode comparar los respectivos recibi-mientos dados a Kennedy y a Reaganen Berlín, la ciudad que mira al Este;o el aletargamiento ante el rearme so-viético y el progresivo «despertar»ante el propio occidental; y las dudasy vacilaciones respecto a la mismaalianza atlántica. Observando este tipode sucesos, no resulta exagerado eltener la impresión de que algún co-rrosivo ha penetrado hasta la malla

más fina del «ser» europeo, el quealgunos se ven empujados, por facto-res superiores a sus fuerzas, a mante-nerse donde estuvieron y siguen es-tando, aferrándose a un esquema po-lítico-militar que existió y dio sus fru-tos, pero que no puede eternizarse,aunque sólo sea por ley de vida.

Este descenso de la propia valentía—¿ acaso no es sintomático que losproblemas de conciencia de identidad,en la forma y con el alcance relativosque tengan (bastante cortos, es cier-to), se planteen y dirijan hacia el in-terior de las Naciones-Estado y nohacia el exterior, con tendencias dis-gregadoras, en vez de superadoras?—queda perfectamente escenificado enel slogan, tan manido y tan certero,que ha sido excusa y banderín de en-ganche de las movilizaciones del oto-ño último, better red than dead, yque no es sino la inversión exacta deaquel otro, también famoso, de tiem-pos más optimistas. Cambio que jus-tifica buenas dosis de asombro 2.

Anticipo de la derrota, la pasividady el abatimiento concitan la agudiza-ción de la presión y la amenaza, puesla conflictividad sigue perpetrándoseconforme a fórmulas y en terrenos po-líticos, no militares: el recurso a laguerra nuclear no deja de ser un asi-dero nihilista, desesperado, un juegode suma cero que sólo un ataque con-tundente haría inevitable.

Lo cual, efectivamente, fuerza laparadoja: un conjunto plural de paí-ses, con mayores y mejores standardsen todas las áreas comparables, ex-

2 A. GLUCKSMANN practica su disecciónen La Forcé du Vertige, París, Grasset,1983.

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cepto en la militar, puede perder lapartida. Afirmación que la Historiasustenta de modo rotundo y algo ex-cesivo: las sociedades bárbaras que de-rribaron y sustituyeron las viejas civi-lizaciones, lo hicieron casi siempredesde posiciones de inferioridad des-de el punto de vista cultural y técni-co. Las dificultades del vencedor ama-necen con los sones de la marchatriunfal.

¿Es éste el camino seguido por«Euramérica» en la competencia porla dominación mundial? Probablemen-te. Con seguridad, nos dice J. F. Re-vel. En lo estratégico, Occidente ha-bría estado, y estaría aún, situado ala defensiva. Por hacer concesionesprevias en las tandas negociadoras pa-ra poner de relieve su buena voluntadante las propias opiniones públicas;por ajustar el curso de su acción aconvenciones y normas restrictivasque la otra parte no respeta sino enla medida en que no tiene otra op-ción; por no existir una visión globalque emplace cada elemento según unaestrategia de conjunto; porque hastahace bien poco existía una radical ca-rencia de linkage entre medidas polí-ticas y económicas o de cualquier otraclase. Porque, en definitiva, y redu-ciéndolo al corsé político-militar, pre-senta un «frente interno» o brechaque únicamente se ha cerrado en ca-sos de extrema gravedad.

Revel viene repitiendo incansable-mente, grosso modo, tal argumento;lo detalla una y otra vez con los fle-cos más diversos de la economía po-lítica, la historia diplomática y la bio-grafía política. Señalando sin cesar losmojones en los que esa abdicación ha-

bría culminado: las dos crisis de Ber-lín, Checoslovaquia, Afganistán, Var-sovia —como mayores hitos—; con loque la postura simplemente reactivay tibia habría permanecido igual a lolargo de cuatro décadas (¿desde la«debilidad mental», quizá?).

Tal apreciación se acerca mucho ala generalización abusiva: aun siendosuperior, Occidente —ese puñado depaíses que le pertenecen— no podíaplantearse sus relaciones con el Este—ese florón de Estados que a vecesno le corresponden— a partir de lamisma lógica político-militar expansi-va que practicaban aquéllos, pues, en-tre otras cosas, habría tenido que co-menzar desactivando la tendencia ge-neral hacia la descolonización y supropia política en tal dirección. Ensegundo lugar, el que la mayor partede las «crisis» en las relaciones Este-Oeste cogieran de improviso a la di-rección occidental no quiere decir quetodas fueran provocadas calculadora-mente por la URSS para modificar enlo posible una relación de fuerzas ad-versa (por ejemplo, la segunda crisisde Berlín o la insurrección húngarason, en su origen, fenómenos espon-táneos).

Por otra parte, la entidad de cadaacontecimiento es, sin lugar a dudas,bien diferente: el golpe de Varsoviatiene poco que ver con la invasiónde Checoslovaquia, aunque los dosestuvieran encaminados a mantener elstatu quo en el orden imperial.

A la presente crítica habría queañadir una carencia mayor: en losmuy últimos años han existido indi-cios que apuntan con claridad a lapresencia, en el campo occidental, de

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un inicio de acoplamiento de las dis-tintas políticas —comercial, militar,tecnológica— conforme a políticas deprogramas precisas y dependientes deun objetivo cardinal, la recuperaciónde la supremacía y de la iniciativapolítica estratégica. Un filtro dema-siado oscuro trastoca innecesariamen-te la gama de colores, defecto acha-cable al énfasis excesivo puesto sobrelos datos propagandísticos, en perjui-cio del de las políticas gubernamen-tales.

En tal sentido, el pesimismo gra-tuito hace el juego a la proposicióncentral de la propaganda soviética (loque revela el carácter de esta batalla):el socialismo —entendido tal como yolo practico, pues es el único autén-tico— es inevitable. El caso de ChinaPopular rebate en su mismo funda-mento tal creencia, basada en el es-quema persuasivo último dirigido aOccidente.

Todo k) cual no resta ni un ápicede su verdad y actualidad al argumen-to superior de Revel, el que una partecualificada de las sociedades occiden-tales y de sus intelligentsias son pro-clives a dejarse cloroformizar por los«cantos de sirena» de la doble ofertasoviética: promesa de zanahoria yamago de garrote, sin percibir que laprolongación en Occidente de ciertostemas y posturas políticas quedan ar-ticulados de modo objetivo al debili-tamiento de la voluntad de indepen-dencia nacional e internacional, fina-lidad que sobredetermina cualquierotra; de donde el apoyo a De Gaulle,la marginación de Tito, etc. A fin decuentas, es un patético error el juz-garlo en términos ideológicos.

Del temor y la alerta ante el sui-cidio inducido se puede pasar a unhipotético suicidio voluntario que Ju-lien destacaba como realidad operan-te. Esta tesis, que proviene de cons-tatar la imposibilidad de realizar losideales tantas veces proclamados, re-sulta derrotista precisamente por elángulo elegido para su examen: si seatribuye a la igualdad, la justicia, lalibertad y la fraternidad un valor ab-soluto y abstracto, no podremos me-nos que desencantarnos cotidianamen-te. En todo caso, cuando Julien ad-mite excepciones, se trata siempre decriterios un tanto exigentes, ligadosa las formas de opinar de los nivelessociales elevados. Es natural, por tan-to —y, a mayor abundamiento, si nohay más comparación que la de signonegativo, con países tercermundis-tas—, el juzgar condenadas al agota-miento las fórmulas intensivas de de-sarrollismo. Lo que ya resulta sin ba-samento alguno es el trasladar, portal razón, la perspectiva de crisis alespíritu de la cultura y al sistema po-lítico. Piénsese, por ejemplo, que Ju-lien plantea de necesidad la vuelta almandato imperativo en las relacionesde representatividad, o que calificamedidas políticas de lucha antiterro-rista como propias de «universo con-centracionario», lo que raya con eldislante. Cuando la crítica tiene comotelón de fondo un horizonte inalcan-zable, la condena o la rebeldía pierdentoda virtualidad revulsiva y se trans-forman en imposible remedo de unorden mejor y en reales alumbrado-res de otro peor.

Luis ARRILLAGA ALDAMA

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J. R. TORREGROSA y BERNABÉ SARABIA

Perspectivas y contexto de la Psicología Social(Barcelona, Ed. Hispano Europea, 1983)

Bajo dicho título se recogen las po-nencias presentadas por diez especia-listas en Psicología Social en el semi-nario sobre «Orientaciones y Tenden-cias de la Psicología Social contem-poránea», dirigido por los también po-nentes J. R. Torregrosa y BernabéSarabia, responsables, a su vez, de lapresente recopilación, así como de susnotas introductorias, que tuvo lugaren Santander durante el verano de1981, en el marco de las actividadesorganizadas por la Universidad Inter-nacional Menéndez Pelayo.

La virtualidad básica de este tipode publicaciones reside en la oportu-nidad que ofrecen al lector de apro-ximarse a una unidad temática desa-rrollada desde una variedad de pers-pectivas por especialistas a los que,en este caso, les diferencia su perte-nencia a comunidades científicas dedistinta tradición intelectual (europea,norteamericana), su procedencia aca-démica (psicología, sociología) y suorientación teórica.

Estas diferencias resultan muy sig-nificativas en la obra comentada de-bido a la estrecha relación que man-tienen con lo que constituye su preo-cupación intelectual fundamental: elreplanteamiento epistemológico (teó-rico, metodológico y temático) de laPsicología Social como disciplina cien-

tífica en el marco de las Ciencias So-ciales, realizado a través de una relec-tura crítica de su historia académicay de su práctica científica, a la vezque se exponen y justifican algunasde sus líneas de investigación actualmás relevantes.

En este sentido, cabe destacar enprimer lugar la ponencia del profesorSheldon Stryker (Universidad de In-diana), ya que, además de respondera todos los objetivos citados median-te una brillante exposición sintética,contiene, a mi juicio, una de las apor-taciones teóricas más interesantes pa-ra el futuro desarrollo de la Psicolo-gía Social: lo que él denomina «el in-teraccionismo simbólico socioestruc-tural».

Así, en el capítulo «Tendenciasteóricas de la Psicología Social: haciauna Psicología Social interdisciplinar»,Stryker pasa revista a los factores quemás negativamente han condicionadono sólo la existencia paralela de dospsicologías sociales, la de orientaciónpsicológica y sociológica, respectiva-mente, sino, lo que es más grave, la«colonización» epistemológica de laprimera sobre la segunda: «Mientrasque los psicólogos sociales de proce-dencia sociológica sigan trabajando enla estela de las teorías de los reflejoscondicionados o la disonancia/equili-

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brio cognoscitivos o reduzcan las es-tructuras sociales a simples productosintelectuales, jamás podrán explotarla idea de que la persona y la socie-dad se influyen mutuamente, inclusopresuponen la existencia la una de laotra.»

De este modo, apoyándose en lascríticas más fecundas realizadas al pa-radigma científico positivista por lascorrientes teóricas derivadas de la fe-nomenología radical (etnometodolo-gía, etología) y, en concreto, a la con-cepción del ser humano que subyaceen el modelo de investigación expe-rimental, Stryker, de acuerdo con laconcepción del ser humano como ac-tivo y reactivo postulada por el inter-accionismo simbólico (y la considera-ción consiguiente de que la estructu-ra social es creada y recreada por lainteracción), defiende la necesidad deahondar en una Psicología Social in-terdisciplinar (psicología, sociología,biología, lingüística, antropología) querecupere la dimensión socioestructu-ral en que acontece el comportamien-to humano como marco de referenciaineludible para su comprensión, ex-plicación y, si así fuese, predicción.

De ahí que, para Stryker, el inter-accionismo simbólico socioestructuralno sólo amplía el potencial explicati-vo de una de las corrientes teóricasde mayor raigambre entre los psi-cólogos sociales al superar las limita-ciones idealistas de sus teóricos fun-dadores, en la medida en que concibea la sociedad como «una organizacióncompleja en la que existen estructu-ras de clase y de poder (o estructu-ras basadas en la edad, el sexo...)que predominan sobre las interaccio-

nes concretas y que afectan a la pro-babilidad de que ocurran determina-das interacciones y no otras, así comoa las probabilidades de que derivendeterminados resultados de estas in-teracciones y no otros», sino que, ade-más, constituye el marco teórico pro-pio de la Psicología Social capaz desacarla del impasse de las pasadas dé-cadas y devolverle un estatuto cien-tífico más firme, haciéndola «sensibleal mismo tiempo al impacto norma-tivo de la organización social sobreel yo, la interacción y el comporta-miento 'constructivo*, y a la fluidezde la organización social como resul-tado de la personalidad de los indivi-duos y del carácter improvisado degran parte de la interacción social».

Probablemente, otra de las ponen-cias que presenta un mayor interésteórico para la Psicología Social ac-tual, debido a la importancia estraté-gica del tema que aborda, sea la delprofesor J. R. Torregrosa (Universi-dad de Madrid): «Sobre la identidadpersonal como identidad social». To-rregrosa coincide con Stryker en re-marcar, mediante la justificación desus premisas fundamentales, la fecun-didad intelectual que el interaccionis-mo simbólico ofrece a la PsicologíaSocial como marco teórico orientati-vo. Si bien los presupuestos del inter-accionismo simbólico socioestructuralexpuestos por Stryker se hallan im-plícitos en el presente artículo (enconcreto, en el clarificador apartadodedicado a «Roles e identidad»), éstese centra en el análisis de uno de losconceptos más claves en Psicología So-cial, como es el de la «identidad per-sonal», cuyo potencial explicativo es

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CRITICA DE LIBROS

deudor en su «mejor» parte del pro-pio interaccionismo simbólico.

Torregrosa recurre a tres fuentesteóricas (filosofía de la acción, psi-coanálisis —Erikson— e interaccio-nismo simbólico) para fundamentarsu tesis central de que la identidadpersonal es básicamente alteridad:«La estructura, génesis, desarrollo,mantenimiento, transformaciones y di-solución de la identidad personal sonconstitutivamente sociales, esto es, seproducen o construyen a través deprocesos sociales de interacción, sinreferencia a los cuales la identidadpersonal tiende a sustantivarse en ex-ceso en la conciencia individual y/o,lo que es teóricamente más inadecua-do, en su soporte biológico.»

En el capítulo «Un modelo inter-disciplinar de la Psicología Social»,el profesor Jiménez Burillo (Univer-sidad de Madrid), partiendo de laconstatación de que el comportamien-to humano tiene un múltiple condi-cionamiento: psicológico, biológico ysociocultural, apunta la necesidad deque la Psicología Social desarrolle unaperspectiva interdisciplinar en base ala Psicología, Sociología, Etología yAntropología Cultural. A su vez, in-tenta mostrar la fecundidad de dichaperspectiva interdisciplinar en relacióna las investigaciones realizadas sobreel hacinamiento.

Por su parte, el profesor EnriqueMartín López (Universidad de Ma-drid), en el capítulo «La hipertrofiade la Sociología como razón de serde la Psicología Social», defiende latesis de que, debido a las específicascircunstancias históricas en que nacióla Sociología como ciencia (predomi-

nio del paradigma naturalista de laciencia; emergencia de la problemáti-ca de la organización del trabajo pro-ductivo como consecuencia de la cre-ciente industrialización), se hipertro-fió la atención dedicada a los aspec-tos externo-materiales-estructurales delcomportamiento social del ser huma-no en detrimento de su dimensión psí-quica-espiritual-personal, y de ahí quela Psicología Social naciera «en unintento de llenar las lagunas temáti-cas y los excesos explicativos de aqué-lla». Así, el nacimiento de la Psicolo-gía Social hubiese sido innecesario si,según este autor, se hubiese prestadosuficiente atención al pensamiento so-ciológico alemán, y en particular a laobra de Max Weber, que ofrece «unavisión armónica que auna» ambas di-mensiones del comportamiento hu-mano.

En el capítulo «Psicología Socialy proceso social», el profesor HenriTajfel (Universidad de Bristol) resal-ta algunas de las características dife-renciales de la Psicología Social eu-ropea actual con respecto a la norte-americana, en el sentido de que laprimera muestra un mayor interés porla búsqueda de modelos explicativosdel comportamiento social que no selimiten a los determinantes intraindi-viduales o interindividuales del mis-mo. En esta línea, expone un marcoconceptual en el que pueda encon-trar explicación la conexión entre ladinámica de las relaciones intergrupa-les y el conflicto y el cambio social,con el fin de contribuir desde la Psi-cología social a la comprensión de fe-nómenos sociales de mayor enverga-dura.

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En su ponencia sobre «Nacionalis-mo e identidad nacional: un análisispsicosocial», el profesor Herbert C.Kelman (Universidad de Harvard)analiza el fenómeno del nacionalismocomo una expresión ideológica de ca-rácter dialéctico que se ve reforzadapor la actual configuración del siste-ma internacional. Así, Kelman descri-be las fuerzas psicosociales que inter-vienen en el fenómeno del naciona-lismo a través de los mecanismos deadquisición personal de identidad na-cional y los procesos que movilizan laconciencia nacional, que encuentra sumáxima expresión política en el Es-tado nacional. Concluye ilustrando suanálisis con el conflicto palestino-is-raelí.

El profesor Pedro Ridruejo (Uni-versidad de Madrid), en el capítulo«Potenciales implicativos del clima so-cial: su sintáctica», revisa la nociónde «clima social» en la Psicología So-cial con el fin de llegar a especificar-nos sus rasgos definitorios. Así, de-fine el clima como un atributo activode la grupalidad y delimita su sintác-tica a la intervención conjugada detres factores: la disposición físico-ambiental, la intervención participati-va y el liderazgo. Factores que fueronsometidos a verificación a través de

un estudio cuasi-experimental realiza-do en la Universidad Autónoma deMadrid, cuya exposición cierra este-capítulo.

En «Nuevas direcciones de Psico-logía Social», el profesor Rom Harré(Universidad de Oxford) analiza al-gunos elementos teóricos característi-cos de la investigación etogénica (queinserta la génesis de la acción huma-na en un mundo ético) a la luz decuatro dicotomías: automatismo/auto-nomismo, orden práctico/orden expre-sivo, ciencia estructuralista/cienciaatomística y teoría de la competen-cia/teoría de la actuación.

Por último, en el capítulo «El mo-lesto hecho de la sociedad», el pro-fesor José Castillo Castillo (Universi-dad de Madrid) se remonta al pen-samiento sociológico de autores comoArboleya y Dahrendorf para reflexio-nar, desde una perspectiva menos pre-cisa que las anteriores, sobre un temaque atraviesa toda la historia de laPsicología Social como disciplina cien-tífica: las problemáticas relaciones en-tre el individuo y la sociedad, hacien-do especial hincapié en la noción dah-rendorfiana de «oportunidad».

Maribel ALER GAY

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