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María Eugenia Vaz Ferreira Hyalmar Blixen Obra y biografía La época en que vivió María Eugenia Vaz Ferreira. Personajes de su tiempo Semblanza biográfica Aproximación a la poetisa La lectura de almas La enseñanza como tal Obra poética Valoración crítica Glosa de poemas a través de su temática Antología literaria Nota de Carlos Vaz Ferreira (de "La isla de los Cánticos) Resurrección Sólo tú Balada de las dulces perlas Vía secreta El regreso Holocausto "La piedra filosofal" (teatro) Critica y noticias La poetisa vista por Esther de Cáceres Memorias de Susana Soca Recuerdos y carta por Pablo Minelli González La época en que vivió María Eugenia Vaz Ferreira. ¿Cómo era la vida en el 900, es decir, en el mundo en que vivió María Eugenia Vaz Ferreira? Montevideo tenía mucho de ciudad aldeana, los niños asistían a la escuela y de ella, si lo deseaban o podían, ingresaban a la Universidad, pues la enseñanza secundaria formaba parte de ella. Obtenido el título de bachiller se escogía alguna de las pocas carreras existentes entonces. El caso de las muchachas era distinto; se consideraba que tras cursar hasta cuarto o quinto año escolar, no les era necesario más estudio. No se las dejaba leer, salvo algunas novelas como "Pablo y Virginia" de Bernardin de Saint - Fierre, "Amalia" de Mármol, o "María" de Jorge Isaacs. Con eso y el aprendizaje de bordado, costura, cocina, buenos modales, piano y un poco de doctrina cristiana, la muchacha ya estaba lista para el matrimonio. Pero se consideraba inconveniente que supiera mucho de sexo, a veces casi nada. "Ya te lo va a explicar tu marido" le decían a veces las madres y mismo las hermanas mayores casadas; tal era el tabú increíble que sobre el tema

Web viewRibeiro enseñó música a María Eugenia y también a Carlos. La poetisa tocaba el piano y componía partituras que, según se dice, se han perdido

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Mara Eugenia Vaz FerreiraHyalmar Blixen

Obra y biografa

La poca en que vivi Mara Eugenia Vaz Ferreira.

Personajes de su tiempo

Semblanza biogrfica

Aproximacin a la poetisa

La lectura de almas

La enseanza como tal

Obra potica

Valoracin crtica

Glosa de poemas a travs de su temtica

Antologa literaria

Nota de Carlos Vaz Ferreira (de "La isla de los Cnticos)

Resurreccin

Slo t

Balada de las dulces perlas

Va secreta

El regreso

Holocausto

"La piedra filosofal" (teatro)

Critica y noticias

La poetisa vista por Esther de Cceres

Memorias de Susana Soca

Recuerdos y carta por Pablo Minelli Gonzlez

La poca en que vivi Mara Eugenia Vaz Ferreira.

Cmo era la vida en el 900, es decir, en el mundo en que vivi Mara Eugenia Vaz Ferreira? Montevideo tena mucho de ciudad aldeana, los nios asistan a la escuela y de ella, si lo deseaban o podan, ingresaban a la Universidad, pues la enseanza secundaria formaba parte de ella. Obtenido el ttulo de bachiller se escoga alguna de las pocas carreras existentes entonces.

El caso de las muchachas era distinto; se consideraba que tras cursar hasta cuarto o quinto ao escolar, no les era necesario ms estudio. No se las dejaba leer, salvo algunas novelas como "Pablo y Virginia" de Bernardin de Saint - Fierre, "Amalia" de Mrmol, o "Mara" de Jorge Isaacs. Con eso y el aprendizaje de bordado, costura, cocina, buenos modales, piano y un poco de doctrina cristiana, la muchacha ya estaba lista para el matrimonio.

Pero se consideraba inconveniente que supiera mucho de sexo, a veces casi nada. "Ya te lo va a explicar tu marido" le decan a veces las madres y mismo las hermanas mayores casadas; tal era el tab increble que sobre el tema exista, desde luego respecto de lo que se llamaba en la poca muchachas "de familia", porque haba otras ms ligeritas...

Poco a poco se empez a considerar la necesidad de que la mujer supiera algo ms. Y de ah que se cre la Universidad de Mujeres (luego convertida en Instituto Jos Batlle y Ordez, y actualmente de enseanza mixta). El noviazgo, en las muchachas cuidadas por los padres, poda iniciarse en alguna reunin o fiesta. Ya en el 900 no se usaba poner una rodilla en tierra y declararse con estas palabras: "Seorita: s usted me diera una esperanza..." que era lo correcto en las dcadas de 1860 a 80, pero aun as no resultaba fcil abordar a una chica.

Era frecuente entonces ir el domingo a misa; si se era catlico se entraba a la iglesia, y si no, se esperaba a la salida. Se segua a la que le pareca bella para averiguar dnde viva, luego se paseaba !a calle. La muchacha comprenda y sala al atardecer a la puerta de su casa. Se miraban como al descuido y un da l la saludaba y de pronto deca algo como por casualidad. Se entablaba la conversacin. Luego se convena que la visitara en el zagun. Despus de un tiempo era presentado a los padres y entraba en la casa. Se formalizaba el noviazgo, ella empezaba a preparar el ajuar, que hacia a mano. Hablaban bajo, en un rincn de la sala. La madre andaba cerca y el padre lea el diario. Pero aunque hoy cause risa esa prueba de constancia y fidelidad una vez dada la palabra de casamiento era muy mal visto que el muchacho rompiera con la chica a la que haba ilusionado hecho que, aunque no frecuente, ocurra.

Las seoras de lo que podra llamarse clase alta pertenecan al patriciado que provena a veces desde los orgenes de Montevideo o bien a la burguesa ulterior enriquecida; las primeras estaban orgullosas de su abolengo y no invitaban en sus fiestas a las burguesas. A veces se discuta qu era mejor si tener escasa fortuna pero descender de familias ilustres o ser sencillamente rica. Discusin totalmente pueril, pero si se desea retratar la mentalidad del 900 no debe eludirse, y por qu? Porque la riqueza no tena medios de ostentarse como hoy, y por lo tanto, no era tan importante. No se viajaba como ahora, no existan automviles, las fiestas no costaban demasiado, no haba cinematgrafos, ni radio, ni televisin, ni luz elctrica, ni balnearios, pues se veraneaba en las quintas de Coln y poco en las playas de Montevideo; no existan compaas de aviones. Apenas empezaba a interesar el ftbol que no atraa grandes masas.

Qu quedaba por gastar? Las compaas de pera extranjeras, alguna representacin teatral, el paseo por la calle Sarand, donde los hombres se ponan en fila para ver pasear a las seoritas, y saludarlas sin detenerse a conversar, bailes en el Club Uruguay, asistencia a las carreras de caballos, especialmente a las internacionales, tertulias donde se tocaba el piano y alguien cantaba o recitaba. La gente rica o por lo menos de posicin acomodada no tena mayormente en qu gastar, iba por la ciudad a pe y si no, en tranvas de caballos y las seoras tenas sus das de recibo; para ello preparaban ellas mismas las tortas, el t y la copita casi infaltable de oporto.

As, la diferencia de fortunas no se notaba claramente. La vida en general de la mujer, era recatada, la doncellez, motivo de orgullo y decoro, por eso es un tanto inslito que haya crticos que sealen en Mara Eugenia Vaz Ferreira su concepto de virginidad, ya que era lo corriente.

Un hombre, en la calle, no se detena por lo general a conversar con una mujer a la que conoca; simplemente se sacaba el sombrero con muestras de respeto, de simpata y de cordialidad y la dama saludaba con una sonrisa y un pequeo movimiento de cabeza. En los bailes grandes, lo corts era ofrecer el brazo a la dama para dejarla luego en el asiento del cual se haba levantado para danzar con l. Ella apoyaba tres o cuatro dedos, levemente, en el brazo del caballero. Estos vestan frac o smocking, con pecheras de piquet, cuellos palomita y corbata de moa, blanca en el primer caso, y negra si se vesta la otra prenda. Las damas de largos trajes. Los intelectuales se reunan en cafs, como el famoso Polo Bamba, y despus el Tup Namb.

Personajes de su tiempo

Por debajo de ese mundo patricio o burgus haba un pueblo que sufra mucho y casi en silencio, salvo excepciones. Algunos visionarios, desde luego don Jos Batlle y Ordez, pero acompaado en sus reformas sociales no slo de su partido sino de algunas figuras prominentes blancas. Carlos Roxlo por ejemplo, luego el socialista Emilio Frugoni y Alvaro Armando Vasseur, anarquista; y Florencio Snchez con algunos de sus dramas, comenzaron a efectuar una reforma de la mentalidad de la poca.

Movimiento de conciencia que dio por resultado una legislacin avanzada, que puso, en unos aos, a Uruguay a la cabeza de los dems pases y con una enseanza superior gratuita que no exista tal vez en ninguna parte de! mundo. Pero en ese momento el hombre trabajaba fuera de casa jornadas agotadoras por una remuneracin escassima sin reclamar, pues no haba derechos gremiales. En las oficinas pblicas haba pocos empleados, que deban trabajar sin detenerse toda la jornada: hasta comienzo de la dcada de 1940 casi todos eran del sexo masculino.

La mujer, si trabajaba fuera de casa, lo haca en tiendas, en la red telefnica, pues la comunicacin no era automtica sino por intermedio de una telefonista, en trabajos de modistera, tocaba el piano en pasajes interesantes de las pelculas mudas, cuando luego aparecieron, y en fin, se contrataba el servicio domstico. Consegua sin embargo abrirse paso como maestra, directora de escuela y el xito que all tuvo acrecent su dignidad, pero todo el profesorado era masculino hasta que se cre la Universidad de mujeres. Su funcin principal era la hogarea: cocinar despus de ir de compras, lavar la ropa, cuidar a los hijos y todo ello con sacrificio, porque de su sentido de la economa dependa todo el hogar.

El empleado y ms el obrero llegaban extenuados tras catorce o ms horas de trabajo. Era un tiempo adems, en que la palabra de honor vala mucho y por eso el almacenero, el carnicero, el verdulero, todos vendan al fiado. Esos comercios tenan un muchacho recadero que iba a casa de los clientes a preguntar que traeran el prximo da: la seora daba las instrucciones y el dueo del comercio apuntaba en una libreta lo que mandaba, la fecha y el precio del artculo. A fin de mes enviaba la libreta sumada, la seora se la pasaba al esposo que a veces frunca e! entrecejo, pero pagaba. Hubiera sido una vergenza no pagar, slo poda ocurrir que la seora comunicara al comerciante que le pagara unos das despus, porque su marido no haba cobrado an.

Pueblo sano, aquel, sin artefactos elctricos, sin necesidad de maestros de gimnasia pues el propio trabajo, no slo de las sirvientas, sino de las seoras, no las dejaba engordar demasiado. No haba insecticidas en las casas; simplemente de noche se usaba mosquitero; no haba calefaccin elctrica, pero la cama se calentaba con un porrn de metal envuelto en franelas para no quemarse los pies.

El carnaval tena su corso de carruajes: las muchachas iban con antifaces y haba un intercambio de serpentinas o de papelitos de colores arrojados a los muchachos. Y algn baile de disfraz o fantasa.

El bizcochero pasaba puerta por puerta, con su canasta y los chicos acechaban la hora en que vendra. El pescador, de tarde, iba con su largo madero sobre el hombro de cuyos extremos colgaban, sostenidas por largas cuerdas, dos canastas con peces, cubierto por una lona para que no les hiciera demasiado dao el sol. Por la noche, el pito del manisero, que los chicos esperaban atentos. Llegaba el diariero y cuando escuchaban el timbre, salan rpidamente para leer el fragmento de la novela de folletn. El resto del diario se entregaba luego a los padres.

No todo era idlico; haba tambin mala vida, bajos fondos, peleas de guapos, pero no una pualada por la espalda: se desafiaban a pelear con cuchillo o a puo limpio: e! Prado era un lugar apropiado. Llegaban a l