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CH. 22 North Africa and the Middle East 1. Introducción En julio de 1915, mientras la Primera Guerra Mundial ardía en Europa, Sir Henry McMahon, Alto Comisionado de Gran Bretaña en Egipto, recibió una carta algo enigmática. El emir, o comandante, de La Meca, de nombre Hussein ibn Alí, ofrecía desatar una revuelta árabe contra el Imperio Otomano a cambio del apoyo británico a una nación árabe independiente después de la guerra. El Imperio Otomano había entrado en la guerra en 1914 del lado de las Potencia Centrales. Mehmed V, el sultán y califa (jefe religioso) otomán afirmaban que los Aliados estaban empeñados en destruir el gobierno musulmán y que la guerra era una lucha por la supervivencia del islam. La declaración de guerra otomana pretendía unificar a los musulmanes del imperio. Nació en parte del deseo de los gobernantes otomanos de asegurarse la lealtad de los árabes en el imperio, quienes hablaban un idioma diferente del que hablaban los gobernantes otomanos. En 1915, los otomanos comenzaron a detener y ejecutar en público a los líderes árabes sospechosos de deslealtad. En vez de reforzar la unidad musulmana, las acciones otomanas motivaron a árabes como Hussein a recurrir Gran Bretaña, enemiga de los otomanos. La perspectiva de una alianza con alguien de la condición y prestigio de Hussein entusiasmó a los líderes británicos. Los superiores de McMahon le dieron instrucciones de responderle a Sharif Hussein y los dos individuos intercambiaron una serie de cartas. Hussein aceptó denunciar a los otomanos como enemigos del islam y encabezar una rebelión armada. Los británicos se comprometieron a proveer fondos, armas y provisiones para la revuelta. También aceptaron un estado árabe independiente después de la guerra, si bien la demarcación exacta de ese país quedó borrosa. Pero la historia no resultó como lo esperaba Hussein. Las cartas de Hussein-McMahon son famosas hoy. Forman la base de una controversia enorme sobre si Gran Bretaña incumplió o no las promesas que hizo a los árabes respecto del futuro del Medio Oriente. El debate contiene las raíces de tensiones que presentan un desafío para el Medio Oriente hasta hoy. Temas Interacción cultural Las tensiones religiosas contribuyeron en forma importante a determinar los acontecimientos en el Medio Oriente antes y después de la Primera Guerra Mundial. Sistemas políticos La decadencia y fin del Imperio Otomano despertó las fuerzas contrarias del nacionalismo y el imperialismo tanto en África del Norte como en el Medio Oriente. 2. El Imperio Otomano A comienzos del siglo 20, el Imperio Otomano llevaba seis años de existencia. En su apogeo hacia finales del siglo 17, llegaba a Europa oriental casi hasta Viena y atravesaba África del Norte hasta el océano Atlántico. Buena parte del Medio Oriente (conocido también como el suroeste de Asia) también estaba bajo control otomano. Los sultanes otomanos dominaban un imperio multiétnico en el cual se hablaban muchos idiomas y se practicaban muchas religiones. Tensiones con los pueblos vecinos El Imperio Otomano tenía fronteras en común con el Imperio Safávida, gobernado por los persas. El Imperio Safávida incluía lo que hoy es en Irán, el oriente de Irak y el oeste de Afganistán. La frontera entre los dos imperios había variado con el tiempo y fue motivo de choques durante más de un siglo. Pero la rivalidad entre los otomanos y los safávidas era más que geográfica. También se basaba en sus creencias religiosas. Los dirigentes safávidas pusieron por religión oficial del imperio la rama chiita del islam. Este hecho agravó las tensiones con el Imperio Otomano, donde la religión mayoritaria era la rama sunita del islam. Organización y gobierno de los otomanos La cabeza general del Imperio Otomano era el sultán. Los primeros sultanes eran descendiente de Osman I, gobernador de una región en lo que hoy es el noroeste de Turquía. A comienzos del siglo 14, Osman empezó a conquistar los territorios vecinos y estableció el Imperio Otomano. El nombre otomano se deriva del nombre de Osman.

CH. 22 North Africa and the Middle East · dejó expuesta la debilidad militar del imperio. También animó a Austria, Rusia y otras potencias europeas a librar varias guerras con

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CH. 22 North Africa and the Middle East 1. Introducción

En julio de 1915, mientras la Primera Guerra Mundial ardía en Europa, Sir Henry McMahon, Alto Comisionado de Gran Bretaña en Egipto, recibió una carta algo enigmática. El emir, o comandante, de La Meca, de nombre Hussein ibn Alí, ofrecía desatar una revuelta árabe contra el Imperio Otomano a cambio del apoyo británico a una nación árabe independiente después de la guerra. El Imperio Otomano había entrado en la guerra en 1914 del lado de las Potencia Centrales. Mehmed V, el sultán y califa (jefe religioso) otomán afirmaban que los Aliados estaban empeñados en destruir el gobierno musulmán y que la guerra era una lucha por la supervivencia del islam. La declaración de guerra otomana pretendía unificar a los musulmanes del imperio. Nació en parte del deseo de los gobernantes otomanos de asegurarse la lealtad de los árabes en el imperio, quienes hablaban un idioma diferente del que hablaban los gobernantes otomanos. En 1915, los otomanos comenzaron a detener y ejecutar en público a los líderes árabes sospechosos de deslealtad. En vez de reforzar la unidad musulmana, las acciones otomanas motivaron a árabes como Hussein a recurrir Gran Bretaña, enemiga de los otomanos.

La perspectiva de una alianza con alguien de la condición y prestigio de Hussein entusiasmó a los líderes británicos. Los superiores de McMahon le dieron instrucciones de responderle a Sharif Hussein y los dos individuos intercambiaron una serie de cartas. Hussein aceptó denunciar a los otomanos como enemigos del islam y encabezar una rebelión armada. Los británicos se comprometieron a proveer fondos, armas y provisiones para la revuelta. También aceptaron un estado árabe independiente después de la guerra, si bien la demarcación exacta de ese país quedó borrosa. Pero la historia no resultó como lo esperaba Hussein. Las cartas de Hussein-McMahon son famosas hoy. Forman la base de una controversia enorme sobre si Gran Bretaña incumplió o no las promesas que hizo a los árabes respecto del futuro del Medio Oriente. El debate contiene las raíces de tensiones que presentan un desafío para el Medio Oriente hasta hoy.

Temas Interacción cultural Las tensiones religiosas contribuyeron en forma importante a determinar los acontecimientos en el Medio Oriente antes y después de la Primera Guerra Mundial. Sistemas políticos La decadencia y fin del Imperio Otomano despertó las fuerzas contrarias del nacionalismo y el imperialismo tanto en África del Norte como en el Medio Oriente.

2. El Imperio Otomano A comienzos del siglo 20, el Imperio Otomano llevaba seis años de existencia. En su apogeo hacia finales del siglo 17, llegaba a Europa oriental casi hasta Viena y atravesaba África del Norte hasta el océano Atlántico. Buena parte del Medio Oriente (conocido también como el suroeste de Asia) también estaba bajo control otomano. Los sultanes otomanos dominaban un imperio multiétnico en el cual se hablaban muchos idiomas y se practicaban muchas religiones. Tensiones con los pueblos vecinos El Imperio Otomano tenía fronteras en común con el Imperio Safávida, gobernado por los persas. El Imperio Safávida incluía lo que hoy es en Irán, el oriente de Irak y el oeste de Afganistán. La frontera entre los dos imperios había variado con el tiempo y fue motivo de choques durante más de un siglo. Pero la rivalidad entre los otomanos y los safávidas era más que geográfica. También se basaba en sus creencias religiosas. Los dirigentes safávidas pusieron por religión oficial del imperio la rama chiita del islam. Este hecho agravó las tensiones con el Imperio Otomano, donde la religión mayoritaria era la rama sunita del islam.

Organización y gobierno de los otomanos La cabeza general del Imperio Otomano era el sultán. Los primeros sultanes eran descendiente de Osman I, gobernador de una región en lo que hoy es el noroeste de Turquía. A comienzos del siglo 14, Osman empezó a conquistar los territorios vecinos y estableció el Imperio Otomano. El nombre otomano se deriva del nombre de Osman.

A media que se ampliaba el imperio, los sultanes recurrían a ejércitos formados por miembros de la elite que vivían en las cercanías del imperio. Los sultanes los recompensaban por su servicio dándoles los ingresos de regiones específicas del imperio. Al contrario de lo que sucedía en el feudalismo europeo, estos dirigentes militares no tenían derechos sobre las comunidades ni control política sobre las áreas.

Para que cada grupo religioso pudiera practicar sus propias leyes, los otomanos establecieron el sistema de millets. Cada millet estaba encabezado por un líder religioso y tenía poderes limitados para fijar sus propias reglas bajo la supervisión general de la administración otomana. Los millets supervisaban los matrimonios, divorcios y bautizos conforme a sus propias leyes, así que los cristianos y los judíos no estaban obligados a obedecer las leyes musulmanas. Sin embargo, musulmanes, cristianos y judíos vivían en las mismas comunidades y vendían sus artículos en los mismos mercados, pese a los choques intermitentes de tipo étnico y religioso.

La larga Decadencia Los historiadores han ofrecido muchas explicaciones posibles para la decadencia del Imperio Otomano. Unos dicen que los sultanes perdieron poder. Otros sostienen que la decadencia obedeció a razones económicas, comenzando cuando los europeos llegaron al Nuevo Mundo y trajeron de vuelta cantidades enormes de plata. Como los otomanos basaban su moneda en la plata, la inflación que de allí nació dejó al imperio sin financiación para seguir creciendo. Dentro del imperio, unos pensadores argumentaban que el problema era que se habían alejado demasiado de las leyes del islam y que si regresaban a la fe, esto daría nuevo vigor al imperio. Otros pensadores otomanos aseguraban que el problema era que el imperio no había cambiado suficientemente con la época.

En 1683, los otomanos intentaron, pero sin éxito, capturar la ciudad europea de Viena, situada en Austria. Esta derrota dejó expuesta la debilidad militar del imperio. También animó a Austria, Rusia y otras potencias europeas a librar varias guerras con los turcos entre 1710 y 1812, y lograron arrebatarle buena parte de su territorio europeo. Austria y Rusia también se dedicaron a agitar a los pueblos no musulmanes en el imperio. En el siglo 19, el Imperio Otomano se enredó en las rivalidades de las grandes potencias europeas que competían por colonias y esferas de influencia. Con ayuda rusa y británica, los otomanos pudieron expulsar las fuerzas francesas de Egipto en 1801. No obstante, seis años después fue Francia la que les ayudó a resistir una invasión británica de Egipto. Con ayuda británica, rusa y francesa, Grecia puso fin al dominio otomano y logró independizarse en 1832. Sin embargo, en la misma década de 1830 Gran Bretaña y Rusia también ayudaron a los otomanos a derrotar a Mohamed Alí, virrey de Egipto, cuando este se sublevó y se apoderó de la región de la Gran Siria. “En mi gabinete hay dos opiniones acerca de Turquía”, les dijo el zar Nicolás de Rusia a los líderes británicos en 1844. “Una es que está muriendo; la otra es que ya murió”. No obstante, la política británica fue conservar el Imperio Otomano. Los británicos pensaban que así ayudarían a mantener el equilibrio del poder en Europa.Sin embargo, una vez terminado el canal de Suez en Egipto en 1869, la política británica cambió poco a poco. El canal se convirtió en un nexo de transporte vital entre Gran Bretaña y su colonia, la India. Para ayudar a los británicos a proteger el canal, el sultán permitió que se apoderaran de la isla de Chipre en 1878. Cuatro años más tarde, luego de que Francia ocupara el vecino Túnez, Gran Bretaña tomó el control de Egipto.

El fin de un imperio Hacia finales del siglo 19, la mayor parte del Imperio Otomano en Europa había desaparecido, lo mismo que el control otomano sobre la mayor parte de África del Norte. Los reformistas propusieron la creación de una democracia constitucional, combinando las provincias restantes en un estado turco unificado. El sultán aceptó una Constitución en 1876. Sin embargo, la canceló poco después y gobernó como un autócrata durante los 30 años siguientes. En 1909, un grupo nacionalista llamado los Jóvenes Turcos derrocó al sultán y lo remplazó con su hermano. El nuevo sultán permitió que se pusiera en práctica la nueva Constitución. Los Jóvenes Turcos también fortalecieron los lazos con Alemania en un esfuerzo por modernizar, occidentalizar e industrializar el imperio. Estas políticas llevaron al imperio al lado perdedor en la Primera Guerra Mundial. Además, despertaron el nacionalismo árabe. En 1916, un ejército árabe ayudó a Gran Bretaña a derrotar al Imperio Otomano. En octubre de 1918, el gobierno otomano se entregó. Los aliados disolvieron el imperio y pusieron sus territorios bajo su propio control.

3. Turquía e Irán En una serie de acuerdos celebrados durante la Primera Guerra Mundial, los Aliados planearon la división del Imperio Otomano una vez que se hubieran derrotado las Potencia Centrales. Para entonces, buena parte de África del Norte ya estaba bajo control europeo. Ahora Gran Bretaña y Francia se apoderaron también de las provincias árabes del imperio. En diciembre de 1918, las fuerzas aliadas entraron en la capital otomana, Constantinopla (que ahora se llama Estambul) y aprehendieron al sultán. Empezaron a ejecutar los planes de cambio en Asia Menor, la península entre los mares Negro y Mediterráneo que los turcos veían como su patria. Se le quitó una región oriental a fin de formar una nación separada para los armenios, quienes habían sufrido terriblemente durante la Primera Guerra Mundial bajo el mando otomano. Las fuerzas griegas tomaron otra parte del territorio. Buena parte de lo que quedaba de Asia Menor quedó bajo el control o influencia de Gran Bretaña, Italia y Francia.

El nacimiento de Turquía El sultán no tenía más opción que aceptar estos hechos. Otros turcos no los aceptarían, y estallaron sublevaciones en varios lugares. El sultán despachó al héroe de guerra turco, general Mustafá Kemal, para pedir la cooperación con los Aliados. En vez de hacerlo, Kemal ayudó a organizar la resistencia. En 1919, una reunión nacionalista dirigida por Kemal exigió que se incluyera toda Asia Menor dentro de un estado turco independiente. Cuando el parlamento otomano respaldó esta exigencia, las fuerzas aliadas de ocupación lo disolvieron y detuvieron a los líderes nacionalistas. En 1920, los nacionalistas formaron otro parlamento, con Kemal a la cabeza, en la ciudad de Ankara.Se llamó la Gran Asamblea Nacional (GAN) y declaró ella era el gobierno de una nueva nación llamada Turquía. Igualmente, declaró que el gobierno del sultán estaba controlado por infieles y que los musulmanes tenían el deber de oponerse a la ocupación extranjera.

A finales de 1922, fuerzas nacionalistas turcas habían expulsado a los griegos de Asia Menor.Francia e Italia también habían retirado sus tropas y el sultán había huido. En 1923, los Aliados firmaron un nuevo tratado de paz con el gobierno nacionalista. El tratado reconoció la independencia de Turquía y sus nuevas fronteras. La GAN proclamó la república de Turquía y eligió a Mustafá Kemal como su primer presidente.

Kemal no tardó en emprender una serie de reformas para modernizar y occidentalizar a Turquía. Se desechó la ley islámica y se abolieron los tribunales religiosos. En su lugar se adoptaron partes de los sistemas legales alemán, italiano y suizo. Las mujeres obtuvieron derechos civiles y el derecho de votar. Con un llamamiento al pueblo a ser “moderno”, Kemal prohibió que los hombres llevaran el fez, sombrero tradicional turco. Exigió que los empleados del gobierno llevaran ropa al estilo occidental. El alfabeto latino remplazó el arábigo para la escritura en idioma turca. Kemal recorrió el país con un pizarrón enseñando la nueva escritura al pueblo. Todos los turcos tenían que ponerse un apellido. La GAN le dio a Kemal el nombre Atatürk, que significa “Padre de los Turcos”. Hoy es el héroe nacional más importante de Turquía. Atatürk controló el gobierno de Turquía hasta su muerte en 1938. Para entonces, se estaba cerniendo sobre Europa la amenaza de otra guerra grande. Aunque había sentimientos pro-alemanes y anti-rusos, Turquía se mantuvo neutral durante la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial. Le declaró la guerra a Alemania semanas antes que esta se rindiera. Esto le permitió a Turquía participar en la creación de las Naciones Unidas, la organización mundial fundada en 1945. La Segunda Guerra Mundial trajo cambios a Turquía, pese a su neutralidad. La guerra fomentó el crecimiento industrial. Por otra parte, la victoria aliada promovió la democracia turca. Surgieron partidos políticos que desafiaron el sistema de un solo partido bajo el cual había gobernado Atatürk. Aguijoneados por amenazas de la Unión Soviética, los Estados Unidos empezaron a brindar ayuda económica y militar en 1947. Esta relación acercó a Turquía aun más al Occidente.

Persia se convierte en Irán A finales del siglo 19, Gran Bretaña y Rusia se habían envuelto en los asuntos internos de Persia, un país antiguo gobernado por una serie de shas entre 1797 y 1896.Rusia se apropió una esfera de influencia en el norte mientras Gran Bretaña hacía otro tanto sobre el golfo Pérsico. Los británicos presionaron a Persia para que abriera la nación al intercambio comercial y la inversión extranjera. La manufactura sufrió mientras Persia se convertía en fuente de materias primas baratas y mercado para los bienes industriales del Occidente. Los mercaderes persas protestaron por el trato favorable dado a las empresas europeas. Pidieron reformas políticas y legales. Los clérigos chiitas apoyaron a los mercaderes las protestas organizadas por estos. La agitación que de allí resultó es indicativa del poder creciente de los líderes religiosos y de la clase comerciante. En 1906, una serie de grandes manifestaciones y huelgas finalmente obligó al sha a aceptar una Constitución y una legislatura nacional llamada el Majlis.

El Majli asumió una posición firme contra la intervención europea en Persia. También promulgó leyes que concedían libertad de expresión y de prensa. Estableció escuelas seculares, incluso algunas para mujeres. Estas reformas causaron tensiones con algunos clérigos musulmanes. El sha, opuesto también al Majli, lo cerró en 1908. Empezó una guerra civil, pero terminó en 1911 con la intervención de Rusia. Rusia retiró sus tropas al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914. Aunque Persia se declaró neutral, fue un campo de batalla durante la guerra.

Al final de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña era la única potencia europea que quedaba en Persia. En 1921, cedió ante la presión internacional y se retiró. Sin embargo, dio su apoyo al oficial del ejército Reza Khan en su acción para asumir el control del gobierno. Este depuso al sha en 1925. Coronándose a sí mismo como Reza Sha Pahlavi, dio comienzo a la dinastía Pahlavi, que se mantuvo en el poder hasta su caída en la Revolución Islámica de Irán de 1979. Reza Sha emprendió un programa amplio de reformas para crear un estado moderno. Cambió el nombre del país de Persia a Irán, que era el nombre antiguo del asentamiento original. El sistema de escuelas seculares se extendió, y se abrió en Teherán la primera universidad de tipo occidental en el país. La condición de la mujer cambió y se puso fin al requisito de que llevara velo. Además, había estímulo para que las mujeres entraran a formar parte de la fuerza laboral.

Para promover el crecimiento económico, el sha construyó ferrocarriles, completó una vía férrea a través de Irán y abrió fábricas de propiedad del estado que producían bienes de consumo básicos, como textiles y enlatados. Su desconfianza de los británicos y los rusos lo llevó a extender el intercambio comercial formando lazos con Alemania nazi. Ya para tiempos de la Segunda Guerra Mundial, Alemania era el socio comercial más grande de Irán. Sin embargo, Reza Sha proclamó la neutralidad de Irán cuando estalló la guerra en 1939.

Pese a sus reformas, Reza Sha era considerado como un autócrata. Controlaba al Majil y silenció a la prensa. Además, encarceló, exilió o ejecutó a sus opositores, entre ellos algunos líderes religiosos. En 1941, los Aliados citaron sus lazos con Alemania como excusa para invadir a Irán y remplazar a Reza Sha. Obligaron al sha a abandonar el trono y en su lugar pusieron a su hijo, el joven Mohammad Reza Sha Pahlavi. Reza Sha Pahlavi permitió que los Aliados pasaron pertrechos de guerra por Irán para ayudar a la Unión Soviética a resistir la invasión alemana. El nuevo sha no ejercía el mismo poder sobre la política iraní, y se formaron muchos partidos política, entre ellos un partido comunista pro-soviético. Comenzó un período de Inestabilidad y agitación cuando estos partidos compitieron por el poder después de la Segunda Guerra Mundial. La política internacional de Irán se complicó aun más por la competencia entre soviéticos, británicos y estadounidenses por el control de los recursos petroleros del país. Las inquietudes por el comunismo también motivaban a Gran Bretaña y los Estados Unidos a intervenir en los asuntos iraníes.

4. El Mandato Francés Todavía ardía la Primera Guerra Mundial y las potencias imperiales ya buscaban maneras de beneficiarse después. Previendo que el Imperio Otomano no sobreviviría a la guerra, Gran Bretaña y Francia hicieron planes secretos para repartirse gran parte del mismo. Firmaron un tratado secreto llamado el Acuerdo Sykes-Picot en mayo de 1916. Los dos países reclamaban para sí diversas partes de la Gran Siria y este acuerdo así lo reconocía. También le concedía a Gran Bretaña el control de Irak.

Este acuerdo secreto vino solo semanas después que los británicos le habían prometido a Hussein ibn Alí, el emir de La Meca, que habría un estado árabe independiente a cambio de la ayuda árabe contra los otomanos en la guerra. Desconocedor del tratado secreto, Hussein lanzó su rebelión árabe en junio de 1916 atacando las tropas otomanas que defendían La Meca. En cuestión de meses, la mayor parte del Hejaz estaba en manos árabes. El hijo de Hussein, Faisal ibn Hussein, comandaba las fuerzas árabes. Llevó sus tropas a la ciudad siria de Damasco poco antes de la entrega otomana en octubre de 1918.

La Gran Siria Independiente Terminada la guerra, Faisal formó un gobierno, procediendo conforme a la promesa que los británicos le habían hecho a su padre. En marzo de 1920, un congreso nacional sirio reunido en Damasco proclamó la Gran Siria como nación independiente y nombró rey a Faisal. Los Aliados, sin embargo, se negaron a reconocer esta acción y en la Conferencia de San Remo en abril de 1920, decidieron dividir la Gran Siria. Ciñéndose en gran parte al Acuerdo Sykes-Picot, entregaron la región norte a Francia bajo el sistema de mandato ideado por la nueva Liga o Sociedad de Naciones. La región del sur, que incluía la zona geográfica comúnmente llamada Palestina, se convirtió en mandato británico. Los árabes reaccionaron a este hecho con ira y frustración. Cuando los nacionalistas árabes instaron al desafío, las tropas francesas en Beirut

marcharon sobre Damasco, derrotaron el ejército del rey Faisal y lo sacaron del poder en julio de 1920. El estado árabe independiente de la Gran Siria se desvaneció después de escasos cinco meses de existencia.

Siria y Líbano Conforme a las normas de la Sociedad de Naciones, el sistema de mandatos exigía que Gran Bretaña y Francia promovieran el desarrollo económico en sus mandatas y los prepararan para gobernarse a sí mismos. Los británicos y los franceses trabajaron hacia estas metas de modos diferentes. Gran Bretaña gobernó colocando a líderes árabes en el poder y luego controlándolos. El dominio de Francia era más directo y nacía del deseo de ejercer el control por largo tiempo. Francia despachó gran número de funcionarios franceses, respaldados por un ejército de ocupación, para gobernar su mandato. Concedía a los líderes árabes

musulmanes solo oportunidades limitadas para practicar el auto-gobierno. Tales políticas estaban impulsadas en gran parte por tres factores: preocupación por la minoría cristiana, que Francia se había comprometido hacia mucho tiempo a proteger; las inversiones hechas por los franceses en ferrocarriles, puertos y otras actividades en tiempos del Imperio Otomano; y la rivalidad franco-británica por el poder en el Medio Oriente. Los franceses organizaron su mandato en varios distritos gubernamentales basados estrictamente en diferencias culturales y religiosas. Pero esta división no debilitó el nacionalismo árabe. Muchas minorías también deseaban una Gran Siria unida y libre. Esto quedó claro en 1925 cuando un grupo minorista llamado los drusos se sublevó contra el dominio francés. Pronto se unieron a ellos nacionalistas árabes de toda la región en una revuelta que tardó dos años en apagarse. A raíz de la rebelión de los drusos, se hicieron cambios grandes. En 1926, los franceses separaron el Líbano del resto del mandato y le dieron una Constitución así como facultades limitadas de auto-gobierno. La Constitución exigía que los tres grupos religiosos más grandes de Líbano —cristianos, musulmanes chiitas y musulmanes suníes— compartieran el poder. El presidente de Líbano sería cristiano, el primer ministro suní y el jefe de la legislatura chiita. Pero Líbano no se gobernaba del todo a sí mismo, sino que el gobernador francés se reservaba el derecho de vetar las acciones del gobierno libanés. En 1928, Francia permitió que los árabes en el resto de su mandato también formaran un gobierno limitado. El gobierno tenía una legislatura elegida, controlada por nacionalistas árabes, y redactó una Constitución, la cual fue aprobada por el gobernador francés solamente después de eliminar toda referencia a un estado árabe unido. En 1936, los dirigentes árabes y funcionarios franceses negociaron un tratado que concedía independencia limitada para una nación que se llamaría Siria. Era una nación mucho más pequeña que el estado árabe unido de la Gran Siria que existió brevemente después de la Primera Guerra Mundial. La legislatura siria aprobó el tratado, pero no así Francia. En 1939, el gobierno elegido de Siria renunció y se suspendió la Constitución. Guerra e independencia Siria y Líbano siguieron caminos casi idénticos hacia su independencia durante la Segunda Guerra Mundial. Ocupada Francia por Alemania en 1940, Hitler permitió que los franceses formaran un gobierno pro-

nazi, llamado el gobierno de Vichy. Los dirigentes del antiguo gobierno francés huyeron a Gran Bretaña y se convirtieron en lo que se llamó eal gobierno Francés Libre.

Los funcionarios de Vichy se encargaron del mandato francés en el Medio Oriente, pero fueron expulsados en 1941 por fuerzas británicas, árabes y francesas libres. Los funcionarios del gobierno Francés Libre que los remplazaron prometieron que su independencia no tardaría. Permitieron elecciones en Siria y Líbano en 1943. Las elecciones devolvieron el poder a los nacionalistas. Ambos gobiernos adoptaron leyes y tomaron otras medidas para poner fin al dominio francés. Los franceses respondieron deteniendo a los jefes del gobierno libanés. En Siria, las tropas francesas intentaron restablecer el control. Los británicos presionaron a los dirigentes franceses libres para que aceptaran la autonomía de Líbano en 1943 y de Siria en 1945. No obstante, los franceses se negaron a retirar sus tropas. Sus otros aliados de guerra —los Estados Unidos y la Unión Soviética— reconocieron la independencia de ambas naciones en 1944, lo cual intensificó la presión para que Francia se retirara. En 1946, salieron de Siria y Líbano las últimas tropas francesas. Las fuerzas británicos también se retiraron, dejando a las dos naciones libres por fin.

El legado del dominio francés Mientras controlaban su mandato, los franceses hicieron muchas mejoras, construyeron carreteras, fomentaron mejores prácticas agrícolas, ampliaron la educación y mejoraron la salud pública y la educación. También agrandaron el puerto en Beirut, un importante puerto comercial, y mejoraron los servicios públicos en Damasco y otras ciudades antiguas. Sin embargo, más de dos siglos de dominio francés dejaron rencores entre muchos árabes. En Siria, las políticas francesas impidieron que se formara un sistema fuerte de auto-gobierno democrático. Líbano estaba un poco mejor preparado para la autonomía. Sin embargo, el sistema de gobierno creado allí por los franceses era tal, que garantizaba el surgimiento de luchas religiosas por el poder. Estos legados darían su forma futura a las dos naciones.

5. Los mandatos británicos En el acuerdo secreto Sykes-Picot de 1916, Gran Bretaña y Francia decidieron que la región debía tener un manejo diferente del resto de la Gran Siria. Tres religiones mundiales — el judaísmo, el cristianismo y el islam— consideraban santa la antigua ciudad de Jerusalén. En Palestina había, además, muchos otros lugares sagrados para una o más de estas religiones. Los británicos y los franceses acordaron que, por tal motivo, debía quedar bajo un dominio internacional. Los británicos deseaban controlar la zona occidental pensando que su proximidad a Egipto ayudaría a proteger el canal de Suez. En 1917, Gran Bretaña emitió la Declaración de Balfour, que anunciaba su apoyo al “establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío”. La declaración también prometía que “no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías que existen en Palestina”.

La Declaración de Balfour reflejaba el crecimiento del sionismo, un movimiento nacionalista que pedía que los judíos europeos se trasladaran a su antigua patria. En parte, la declaración buscaba el apoyo de los judíos estadounidenses y europeos en el esfuerzo bélico de los Aliados, especialmente en Rusia, donde las llamadas a retirarse de la Primera Guerra Mundial iban en aumento. En parte, la declaración fue una expresión de verdadera comprensión y apoyo al sionismo. Las demás potencias aliadas respaldaron la de Declaración Balfour. La Conferencia de San Remo abandonó el plan para un control internacional en Palestina y la convirtió en un mandato exclusivamente británico. Ese mandato para Palestina incluía una zona entre el río Jordán y el mar Mediterráneo y una región más grande al oriente, que más tarde se llamó Transjordania. Dada la situación especial de la zona al oeste del río Jordán, los británicos acabaron por gobernar cada región separadamente.

Transjordania se convierte en nación Transjordania se convirtió en estado sin mayores tropiezos. En 1921, las autoridades británicas nombraron a Abdula ibn al-Hussein emir de Transjordania. Abdula era otro hijo de Sharif Hussein y hermano de Faisal.Las tribus beduinas que habitaban la región estaban dispuestas a aceptar a Abdula como gobernante, lo que ayudaría a unificar a Transjordania como una nación. Al darle a Abdula su propio país, también se le animaba a no oponerse al derrocamiento francés de Faisal como rey de la Gran Siria. En 1923, Gran Bretaña proclamó que Transjordania era una nación que se preparaba para la independencia bajo la protección británica. Técnicamente seguía siendo parte del Mandato para Palestina, relación que se aclaró cinco años más tarde en un tratado que dio a los británicos el control sobre las finanzas de Transjordania así como su política exterior y su ejército. Gran Bretaña suavizó esos controles ligeramente en 1936 para que Transjordania pudiera formalizar relaciones con otros países árabes.

Los británicos facilitaron ayuda económica para las carreteras, las comunicaciones, la educación y otros servicios públicos transjordanos. Con esta ayuda también se formó un ejército fuerte, encabezado por oficiales británicos, del cual se valía Abdula para mantener el control sobre las tribus beduinas de la zona. Una parte de este ejército, una fuerza llamada la Legión Árabe, ayudó a los británicos a expulsar de Siria a los franceses de Vichy y a sacar de Irak a un líder pro-nazi durante la Segunda Guerra Mundial. A los seis meses de terminada la guerra, otro tratado con Gran Bretaña le concedió a Transjordania su plena independencia y Abdula se nombró a sí mismo rey. En 1949, Transjordania se convirtió oficialmente en el Reino Hachemita de Jordania, o simplemente Jordania. Tensiones por Palestina El antisemitismo creciente en Europa hacia finales del siglo 19 sirvió para fortalecer el movimiento sionista. Después de la Revolución Rusa de 1905, las persecuciones obligaron a miles de judíos rusos jóvenes a huir a Palestina. Allí se sumaron a un pequeño número de judíos que habían vivido en la zona desde que era un reino judío milenos antes. En tiempos de la Primera Guerra Mundial, la población judía de Palestina sumaba 85,000, comparada con 535,000 musulmanes y 70,000 cristianos, la mayoría de ellos árabes. Con el tiempo, la oposición árabe a la inmigración judía fue acentuándose. Al principio, los árabes miraban la inmigración judía apenas con ligera inquietud. Unos pensaban, incluso, que esa inmigración serviría para modernizar la zona. En 1919, el líder sirio Faisal acordó apoyar el asentamiento de judíos en Palestina. Pero su aceptación se basaba en la condición de que los Aliados reconocieran la independencia de la Gran Siria. Los británicos obtuvieron el control de Palestina en 1917 y lo conservaron 30 años. Funcionarios británicos procuraban mantener la paz entre árabes y judíos y trataban de lograr la participación de ambos grupos en el desarrollo económico del mandato. Los dos objetivos resultaron difíciles de alcanzar. Una reunión de líderes árabes rechazó la Declaración de Balfour en 1920 y nuevamente en 1921; y estallaron motines anti-sionistas en Palestina. Pero en 1922, la Sociedad de Naciones reconoció los nexos históricos judíos con Palestina. Autorizó a Gran Bretaña a establecer una patria judía “asegurando a la vez que no se perjudicaran los derechos y la posición de otras secciones de la población”.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la inmigración judía fue aumentando gradualmente. En las décadas de 1920 y 1930, las poblaciones de judíos y árabes crecieron en números más o menos iguales. Como la población judía era más pequeña, este crecimiento igual significó que proporcionalmente los judíos eran una parte mayor de la población. Esto agravó la oposición árabe a la creciente presencia judía. En 1933, vivían en el Mandato Palestino casi 240,000 judíos, aproximadamente el 20 por ciento de la población. Los sionistas estaban resueltos a establecer allí el mayor número posible de judíos y a comprar toda la tierra que pudiesen. Los árabes palestinos estaban igualmente resueltos a frenar ambas acciones y detenerlas si era posible. Los británicos, que tenían por obligación preparar el Mandato de Palestina para el auto-gobierno, se hallaron en medio de este conflicto.

Formaron un gobierno que funcionaba, mejoraron los transportes y llevaron agua y electricidad a las ciudades y pueblos de toda la región. Los dirigentes judíos pensaban que les convenía cooperar con los británicos. Los árabes se oponían en general al dominio británico por su apoyo al sionismo. Las tensiones entre poderosas familias árabes palestinas debilitó la unidad árabe. Como resultado, a menudo parecía que, económicamente, las políticas británicas beneficiaban más a la población judía que a los árabes. La llegada de Hitler al poder en Alemania trajo una oleada enorme de inmigrantes judíos, en su mayoría alemanes, al Mandato Palestino en la década de 1930. Este influjo de inmigrantes judíos alarmó a los árabes palestino, quienes

iniciaron una gran sublevación en 1936. Los trabajadores árabes hicieron huelga mientras sus milicias atacaban los asentamientos judíos y puestos militares británicos. Gran Bretaña envió 20,000 tropas y logró por fin sofocar la insurrección en 1939. Mientras tanto, los sionistas montaron una fuerza militar judía que llegó a tener 15,000 personas para protegerse contra estos ataques.

La revuelta palestina obligó a Gran Bretaña a modificar sus políticas. Los líderes británicos temieron que si estallaba la guerra en Europa, no podrían manejar al mismo tiempo la agitación árabe en el Mandato de Palestina. En 1937, propusieron dividir el Mandato en dos estados independientes, uno judío y uno árabe. Los jefes árabes declararon que no aceptarían ningún estado judío. Los jefes sionistas dijeron que no podían aceptar la propuesta sin negociaciones acerca de las fronteras. Ante las tensiones crecientes en Europa en 1939, Gran Bretaña retiró su apoyo a una patria judía. Prometió que el Mandato Palestino se convertiría en un estado árabe independiente en el plazo de 10 años. También limitó el derecho de los judíos a comprar tierra y limitaron la inmigración judía a 75,000 en los cinco años siguientes, comprometiéndose a dejar que los árabes palestinos fijaran el límite de allí en adelante.

El anuncio británico llegó al tiempo que se empezaban a conocer informes sobre el Holocausto, el esfuerzo nazi por asesinar a todos los judíos de Europa. Los líderes judíos en el Mandato quedaron atónitos y furiosos. Sin embargo, no podían hacer gran cosa en el momento y muchos sionistas se ofrecieron como voluntarios para ayudar en el esfuerzo de guerra británico pese a las restricciones. Al acercarse el fin de la guerra, los jefes sionistas radicales iniciaron una campaña de guerrillas contra el dominio británico. Hubo asesinatos, secuestros, bombas, sabotaje y algunos actos terroristas. La gran mayoría de los sionistas, incluidos los jefes, condenaron el terrorismo y procuraron detenerlo, por ejemplo informando a los británicos sobre personas sospechosas de ser terroristas.

Mientras tanto, los Estados Unidos presionaron a Gran Bretaña para que dejara entrar al Mandato Palestino unos 100,000 sobrevivientes del Holocausto. Los árabes respondieron a este hecho con más violencia. Para 1947, los británicos no pudieron más y recurrieron a las Naciones Unidas, organismo recién formado, en busca de una solución. Irak y la independencia Los iraquíes, al igual que otros árabes, esperaban su Independencia luego de la derrota otomana en la Primera Guerra Mundial. En su lugar, Irak se convirtió en mandato británico. Cuando los nacionalistas árabes se opusieron al mandato Francés en Siria en 1920, los iraquíes también se levantaron. Mientras los franceses sacaban a Faisal, el nuevo rey árabe en Siria, y ponían fin a la Gran Siria independiente, las tropas británicas estaban sofocando la rebelión en Irak. Apagada la rebelión, Gran Bretaña quiso llegar a un acuerdo con los nacionalistas iraquíes. Ofreció convertir a Faisal en rey de Irak y crear un gobierno árabe bajo el mandato británico. Faisal aceptó, con dos condiciones. Quería que el pueblo le ofreciera el trono y quería remplazar el mandato con un tratado de alianza. La selección de Faisal como rey se confirmó mediante un plebiscito en 1921. Al año siguiente, el mandato quedó remplazado por un tratado de alianza con Gran Bretaña.

La Constitución adoptada por Irak en 1924 creaba una monarquía constitucional con una legislatura nacional y un gobierno parlamentario. Otros tratados celebrados en 1926 y 1927 modificaron la relación iraquí-británica, pero los nacionalistas continuaron pidiendo independencia completa. Por fin, Gran Bretaña anunció que esto se haría realidad en 1932. Justo antes de ceder el control, Gran Bretaña fijó la demarcación entre Irak y el protectorado británico de Kuwait. Esta acción jamás fue aprobada por el gobierno de Irak libre y llevaría a futuras disputas sobre las fronteras. La muerte de Faisal en 1933 desató una lucha por el poder entre los líderes iraquíes. Su hijo tomó el trono, pero vino un período de inestabilidad. En 1936, intervino el ejército, que controló el gobierno de Irak hasta 1941. Durante este período, Irak tuvo un buen crecimiento económico. Se había descubierto petróleo en 1927 y a mediados de la década de 1930 los ingresos petroleros estaban financiando nuevos ferrocarriles, escuelas y proyectos de riego. El petróleo también cumplió un papel importante en las relaciones exteriores de Irak, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial y después.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Irak permaneció neutral pese a sus tratados con Gran Bretaña. Esta posición de neutralidad cambió cuando Alemania conquistó a Francia. Previendo que los Aliados perderían la guerra, los jefes nacionalistas instaron a Irak a que liberara los Mandatos de Palestina y Siria del control británico y francés. Unos pedían una alianza con Alemania y abrieron negociaciones con las Potencias del Eje. Gran Bretaña respondió en 1941 invadiendo a Irak y colocando en el poder a un gobierno pro-británico.

6. La península Arábiga En contraste con los sucesos en los mandatos Británico y Francés, los árabes en la península Arábiga estuvieron libres del control europeo. La nación de Arabia Saudita, como Turquía, recibió su forma gracias a la visión de su creador, Ibn Saud. Pero mientras Kemal Atatürk formaba una Turquía secular, Ibn Saud edificó su estado en torno al islam de la rama wahabi del Islam. Ibn Saud era el único líder árabe que realmente fue independiente de las potencias occidentales entre la primera y la segunda guerra.

El Reino de Arabia Saudita El primer estado saudita surgió alrededor de 1750, cuando el gobernante local Muhammad ibn Saud se unió al reformista religiosos islámico Muhammad ibn ‘Abd al-Wahhab para formar un reino. El reino surgió y cayó varias veces en los 150 años siguientes, mientras los gobernantes sauditas peleaban contra familias árabes, con Egipto y contra el Imperio Otomano por el control de la península. En 1902, el gobernante saudí Ibn Saud volvió a capturar a Riad, capital tradicional del reino, quitándosela a un líder árabe rival y restableciendo la dinastía Al Saud. Al término de la Segunda Guerra Mundial, controlaba la mayor parte de la península central. Le inquietaba, sin embargo, pensar que los británicos se opusieran a más expansión de su parte. Estas sospechas se agravaron cuando Gran Bretaña puso en los tronos de Transjordania e Irak a miembros de una familia árabe rival: Abdula y Faisal, hijos de Sharif Hussein ibn Alí, el gobernante del Hejaz.

Obrando conforme a este temor, Ibn Saud encabezó una fuerza que entró en el Hejaz en 1924, arrebató las ciudades santas musulmana de La Meca y Medina y expulsó del poder a Hussein.Luego, Ibn Saud procedió a negociar tratados para fijar las fronteras de su país con Transjordania e Irak. En 1927, Gran Bretaña lo reconoció como rey a cambio de su promesa de respetar los protectorados británicos en la península. En 1932, unificó los territorios que regía para formar el Reino de Arabia Saudita. Ibn Saud se conoció como el rey Saud. El rey Saud aprovechó la fuerza de su liderazgo personal, así como sus valores religiosos, su habilidad como negociador y las alianzas matrimoniales para convertir las facciones tribales belicosas en un gobierno centralizado fuerte. Sus alianzas matrimoniales le dieron 37 hijos. Estos, con otros miembros de la familia, asumieron cargos importantes en el gobierno. Se formó una familia real numerosa, que veía su propio bienestar y el de Arabia Saudita como una misma cosa. No obstante, los primeros años fueron difíciles porque el reino era muy pobre. En un principio el hajj, o peregrinaje anual de los musulmanes a La Meca, fue la principal fuente de ingresos públicos para el reino. La Gran Depresión de la década de 1930 redujo el número de personas que hacían el peregrinaje y esto disminuyó los ingresos de Arabia Saudita. En 1938 se presentó otra fuente de ingresos, más grande, cuando una empresa estadounidense descubrió petróleo en Arabia Saudita. La producción se retrasó a causa de la Segunda Guerra Mundial, pero después de 1944 llegaron trabajadores petroleros extranjeros en grandes números. En unión de varias empresas petroleras estadounidenses, el gobierno saudí formó Aramco (la compañía Petrolero Árabe-Americana) para administrar la producción y repartir las riquezas. Los emiratos del golfo Pérsico Varias regiones en la costa del golfo Pérsico no fueron parte de la expansión saudita porque eran protectorados británicos. Hoy se conocen como los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y las naciones de Qatar, Bahréin, Omán y Kuwait. Gran Bretaña se interesó en la región desde comienzos del siglo 19, movida en gran parte por el deseo de proteger sus rutas a la India contra piratas árabes.

Por otra parte, los británicos no deseaban que los otomano o alguna de las otras grandes potencias creara esferas de influencia en el golfo Pérsico. Les inquietaba que algunas de las 10 familias tribales que gobernaban a estas regiones se sintieran presionadas a entregar territorio a una potencia externa. Entre 1820 y 1916, los británicos celebraron tratados con el jeque, o líder tribal y familiar, en cada región. Cada tratado reconocía el control del jeque dentro de ciertas fronteras y declaraba que no se podían alterar dichas fronteras sin el consentimiento de Gran Bretaña. A cambio, Gran Bretaña prometió proteger los territorios de los jeques.

Un resultado de estos tratados fue que alteraron las relaciones tribales tradicionales. Las demarcaciones tribales se aclararon y se las alianzas tribales se empezaron a ver en términos de la propiedad de la tierra. Esto cobró importancia cuando se descubrió petróleo en Kuwait y Qatar hacia finales de la década de 1930 (y mucho después en otras partes). Cuando llegaron compañías petroleras extranjeras buscando petróleo, buscaban al “dueño” de la tierra. Según los tratados británicos, esto significaba el jeque y su familia. Cuando empezó la producción petrolera, ambos se enriquecieron. Siguiendo la tradición árabe, repartían buena parte de su nueva riqueza a la región bajo su control. Al principio, esto tomaba la forma de regalos para los amigos y alimento para el que necesitara. Más tarde, se financiaron escuelas, hospitales y vías en los territorios de los jeques.

Cambia el control en el Yemen Los británicos capturaron la ciudad portuaria yemení de Adén en 1839. Ampliaron poco a poco su control hacia el oriente por el golfo de Adén. Hacia el norte, chocharon con el Imperio Otomano que controlaba el Hejaz sobre el mar Rojo. En 1904, un tratado fijó la demarcación entre las dos regiones. Yemen del Norte se independizó al cabo de la Primera Guerra Mundial, cuando se retiraron las fuerzas turcas. Yemen del Sur siguió bajo control británico. En 1937, Adén se convirtió en una colonia británica. En el resto de Yemen del Sur, los británicos negociaron la paz entre unas 1,400 tribus y clanes que llevaban décadas peleando por el territorio, y lo convirtió todo en un protectorado británico.

7. El colonialismo en África del Norte En 1900, el poder que alguna vez tuvieron los otomanos sobre África del Norte había desaparecido. El imperialismo europeo comenzó a socavar esa parte del imperio desde la década de 1830 y continuó todo el siglo. Solamente Marruecos, que se había resistido a la conquista otomana, logró evadir el dominio europeo. Pero no pudo evadir la batalla de los europeos por influencia y control en la región. La ubicación de Marruecos sobre el estrecho de Gibraltar, que une el océano Atlántico con el mar Mediterráneo, lo había codiciables para varias naciones europeas. Francia mostraba fuerte interés ya en 1830. A comienzos del siglo 20, tanto Francia como España establecieron allí esferas de influencia. En 1912, estas esferas de influencia se convirtieron en protectorados franceses y españoles y así permanecieron 44 años más. Francia y los Estados Berberiscos La costa mediterránea de África del Norte que se extiende hacia el occidente desde Egipto se conocía a comienzos del siglo 19 como la Costa Berberisca. Los cuatro estados musulmanes sobre esta costa: Marruecos, Argel, Túnez y Trípoli, se conocían como los Estados Berberiscos. Ambos nombres se refieren a los bereberes, pueblo autóctono de la zona que se había convertido al islam. Una amenaza constante para los comerciantes en la costa del Mediterráneo eran los piratas. En 1827, Francia envió un funcionario oficial a Argel para tratar la situación. El virrey musulmán se enojó y golpeó al francés con un matamoscas. El insulto dio un pretexto para que Francia invadiera a Argel en 1830, poniendo fin a tres siglos de dominio otomano.

Siguieron más de 40 años de agitación, con la llegada de miles de europeos. Estos se establecieron en tierras de los argelinos y se aprovechaban de los pueblos autóctonos. El resultado fueron rebeliones frecuentes. Las tropas francesas sofocaban estas revueltas sin piedad, arrebatando aun más tierra y trasladando a sus pobladores a zonas menos deseables. Cuando las luchas finalmente terminaron en la década de 1870, casi la tercera parte de los argelinos autóctonos había muerto víctima de enfermedades, hambre o guerra. Aunque oficialmente Túnez era una provincia del Imperio Otomano en la década de 1830, en realidad era un estado autóctono. Cuando los otomanos derrocaron al virrey de la vecina Trípoli y restablecieron el control directo, Túnez acudió a los franceses en Argel en busca de ayuda. Francia respondió con décadas de ayuda militar y económica. Pero los gobernantes tunecinos suferían por la mala administración, la corrupción y la agitación. Para 1869, Túnez estaba en bancarrota y endeudado con bancos europeos. Francia lo obligó a convertirse en protectorado francés en 1881. Aunque el gobernante tunecino permaneció en su puesto, el verdadero poder lo ejercía un gobernador francés.

Los franceses fortalecieron las finanzas tunecinas, establecieron comunicaciones modernas y desarrollaron la minería y la agricultura. Pero estas mejoras no bastaron para apagar el nacionalismo. A comienzos del siglo 20, un grupo de tunecinos educados en Francia formaron los Jóvenes Tunecinos, un partido político que pedía menos control francés. Francia respondió con medidas severas y los líderes del partido tuvieron que esconderse. Aparecieron de nuevo tras la Primera Guerra Mundial para encabezar un movimiento nacionalista tunecino. En Argelia también surgió un movimiento nacionalista. Unos 173,000 argelinos prestaron servicio en el ejército francés durante la Primera Guerra Mundial. Cientos de miles de otros trabajaron en fábricas en Francia. Allí tenían

un nivel de vida mejor que en su tierra y conocieron principios democráticos que los funcionarios franceses siempre se habían negado a aplicar a la mayoría musulmana en Argelia. El nacionalismo árabe fue una inspiración para los soldados argelinos que prestaron servicio con las fuerzas francesas en el Medio Oriente. Pero los funcionarios franceses y la gente venida de Europa se oponían a reformas que darían poder política y derechos iguales a los argelinos. A mediados de la década de 1930, ya muchos argelinos estaban apoyando a los líderes nacionalistas que pedían una resistencia violenta contra el dominio francés. El nacionalismo tunecino también se hizo más radical. Cuando en la década de 1920 se exigió una Constitución, la respuesta fueron tropas francesas y reformas apenas menores. Los intentos de Francia por suprimir un creciente movimiento independista en la década de 1930 sirvieron solo para que este creciera y causara más agitación.

Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, unos líderes nacionalistas tunecinos se exiliaron en Francia. Los nazis los liberaron después que cayó Francia y trataron de conseguir su apoyo. Recibieron permiso de regresar a su tierra cuando las fuerzas del Eje entraron en Túnez. Allí se unieron al gobernante tunecino para formar un gobierno nacionalista. Cuando los Franceses Libres recuperaron el control en 1943, se quitó este gobierno. Después de la guerra, la independencia árabe en el mandato francés en el Medio Oriente obligó a Francia a permitir un gobierno nacionalista en Túnez. Durante ese período, el movimiento independista tunecino siguió creciendo.

Argelia no fue invadida por tropas del Eje. Pero las radiodifusiones del Eje sí llegaban a Argelia, prometiéndoles a los musulmanes un mundo mejor después de la guerra. Los Franceses Libres respondieron en 1943 ofreciendo la ciudadanía francesa a algunos grupos de musulmanes argelinos. Sin embargo, esta reforma limitada no alteró la opinión pública argelina. En 1945, las autoridades francesas hicieron fuego sobre unos manifestantes pacíficos que exhibían banderas nacionalistas argelinas. Miles de musulmanes murieron cuando las fuerzas francesas aplastaron los levantamientos violentos que siguieron. Este suceso fue la primera batalla en la larga guerra argelina por la independencia que empezó en la década de 1950.

El colonialismo italiano Italia ganó una esfera de influencia en Trípoli a mediados del siglo 19. Para comienzos del siglo 20, empresarios italianos tenían allá intereses comerciales importantes. Cuando los otomanos no aceptaron la exigencia de proteger esos intereses, Italia invadió a Trípoli y lo ocupó en 1911. Aunque derrotó pronto a los defensores otomanos, la población nativa resultó más difícil de subyugar. Siguieron años de guerra, hasta que Italia por fin logró imponerse. En el entretanto, gastó sumas enormes construyendo ciudades, carreteras y colonias agrícolas para los pobladores italianos. En 1934, Italia unificó la región para formar una colonia llamada Libia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, tropas Aliadas expulsaron de Libia a las fuerzas italianas y otras. Francia y Gran Bretaña gobernaron una parte de Libia cada uno hasta 1951, cuando las Naciones Unidas le concedió su independencia. Los británicos en Egipto En 1859 el virrey otomano de Egipto autorizó a une empresa francesa para que cavara un canal a través de la franja de tierra que separa el mar Mediterráneo del mar Rojo. El gobierno egipcio era dueño parcial del canal de Suez, que se inauguró en 1869. El canal recortó a la mitad la distancia entre Gran Bretaña y la India. Cuando Egipto se vio obligado a vender su parte en 1875 para saldar sus grandes deudas, el gobierno británico la compró y se convirtió en el propietario más grande del canal. En 1881, más del 80 por ciento del tráfico que pasaba por el canal era británico. En 1879, la deuda egipcia fue tal, que las potencias europeas exigieron quitar al virrey. El sultán otomano nombró un nuevo virrey. Sin embargo, los nacionalistas egipcios, molestos por la influencia europea, se sublevaron. Los británicos

invadieron a Egipto en 1882 para proteger el canal de Suez y sofocar la rebelión. Se quedaron 74 años. La ocupación convirtió a Egipto en parte del Imperio Británico. No era una colonia porque, oficialmente, el gobierno del virrey seguía mandando. Pero el verdadero poder en Egipto lo ejercía un gobernador británico conocido como un “agente”, con el respaldo de tropas británicos. Los británicos pusieron orden en los problemas económicos de Egipto. Recortaron los gastos, pagaron la deuda y emplearon el dinero restante en agricultura y ferrocarriles. La educación recibió escasa atención, política que disgustó a muchos egipcios. También les molestaba el número de británicos que ocupaban cargos importantes en el gobierno mientras se les negaba a los egipcios la oportunidad de adquirir experiencia con el auto-gobierno.

A principios del siglo 20, los nacionalistas egipcios comenzaron a pedir que se fueran los británicos. En vez de irse, lo que hizo Gran Bretaña cuando el Imperio Otomano se unió a las Potencia Centrales en 1914, fue que convirtió a Egipto en un protectorado y lo colocarlo bajo un régimen de ley marcial. La Asamblea Legislativa Egipcia fue suspendida y los líderes nacionalistas quedaron silenciados por el momento. Miles de egipcios tuvieron que trabajar para apoyar el esfuerzo de guerra británico. El nacionalismo egipcio salió de la guerra aun más fuerte que antes. En 1918 se formó un partido político nacionalista llamado el Wafd para buscar la independencia. Pronto se convirtió en una poderosa fuerza política. Cuando Gran

Bretaña detuvo a líderes del Wafd en 1919, desataron semanas de huelgas, manifestaciones, motines y actos de sabotaje por todo Egipto. Las tropas británicos aplastaron lo que los egipcios llaman la Revolución de 1919. Con la esperanza de prevenir más problemas, Gran Bretaña puso fin a su protectorado y declaró la independencia de Egipto en 1922. Se redactó una Constitución, se eligió una legislatura y subió al trono un rey egipcio, el rey Fu'ād I. Por lo demás, hubo pocos cambios. Las tropas británicos siguieron en Egipto y la lucha por el poder continuó hasta la Segunda Guerra Mundial. Esta vez la lucha era entre los británicos, el Wafd y el rey. El Wafd controló la legislatura egipcia hasta mediados de la década de 1930. Tanto el rey como los británicos trabajaron por quebrantar su poder. En 1925 y de nuevo en 1928, Fu'ād disolvió la legislatura y gobernó solo. También promovió la formación de otros partidos políticos. Mientras tanto, los británicos convencieron al Wafd de que respaldara un tratado desfavorable. Cuando murió Fu'ād en 1935, su hijo Farouk asumió el trono y firmó el tratado, respaldado por el Wafd. Aunque este reducía el control británico, no concedía la independencia completa de Egipto. Muchos ciudadanos culparon al Wafd. Unos empezaron a respaldar a grupos nacionalistas nuevos y más radicales, como la Fraternidad Musulmana y Joven Egipto. El Wafd perdió el control de la legislatura egipcia en las elecciones de 1936. El Wafd regresó al poder, con apoyo británico, durante la Segunda Guerra Mundial. Las victorias del Eje en Europa al comienzo de la guerra iban convenciendo a los egipcios de que Alemania ganaría la guerra. Muchos se alegraron, a causa de su disgusto por los británicos. Unos grupos, como Joven Egipto, apoyaban a los nazis abiertamente. Los británicos estaban resueltos a impedir la cooperación egipcia con Alemania. En 1942, cuando las tropas alemanas avanzaban sobre Egipto, Gran Bretaña le ordenó al rey Farouk que formara un gobierno controlado por el Wafd. El poder del Wafd llegó a su fin con nuevas elecciones al final de la guerra, y el partido se fraccionó en grupos rivales. El apoyo popular se volvió hacia entidades como la Fraternidad Musulmana, que continuaba trabajando por el fin del control británico.

Resumen En esta lección, aprendiste acerca del imperialismo en África del Norte y el Medio Oriente y los cambios que ocurrieron allí en la primera mitad del siglo 20. Interacción cultural Los súbditos del Imperio Otomano gozaban de libertad religiosa, pero había tensiones entre los grupos religiosos por su intolerancia recíproca. El sultán no pudo unificar a los musulmanes del imperio contra los Aliados en la Primera Guerra Mundial. Cuando el Imperio Otomano se deshizo, los turcos formaron un gobierno secular. Sistemas políticos Al ir decayendo el Imperio Otomano, Gran Bretaña y Francia aprovecharon su debilidad para controlar grandes extensiones de África del Norte y el Medio Oriente. Su presencia despertó un nacionalismo creciente. Para finales de la Segunda Guerra Mundial, Turquía, Siria, Líbano, Jordania e Irak habían establecido sus propios gobiernos. Pero con excepción de Arabia Saudita, el resto del Medio Oriente y toda África del Norte permanecieron bajo control del Occidente.