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U.N.L.P. F.B.A. Cátedra de Folklore Musical Argentino Carlos Vega. 1944. Panorama de la Música Popular Argentina. Bs. As. Losada Fragmento del Capítulo: La ciencia del Folklore LAS SUPERVIVENCIAS Las supervivencias sólo son supervivencias vistas desde el plano de los grupos superiores; consideradas desde el propio ambiente popular, son simples vivencias. El folklore no existe para el pueblo mismo. La rica voz supervivencias, insustituible en nuestra materia, es un feliz hallazgo, y esclarecedor el sólo exámen de su contenido. Si los grupos superiores llaman supervivencias a determinados bienes populares es porque entienden que alguna vez fueron vivencias en los propios o en los grupos superiores. Si la necesidad que cada hecho satisface no es moderna u ocasional, es claro que los grupos superiores, antes de inventado el automóvil, debieron utilizar el coche, y antes el caballo, precisamente como los campesinos actuales. Esto, en general, pues no queremos decir que cada elemento inferior engendra, por evolución, al que lo sustituye en el plano superior. Los estratos inferiores fueron antes superiores, nada más que la aparición y presencia de un estrato superior determina la inferioridad del otro. La aristocracia de antaño se asemejaba al pueblo de hoy: el rey era analfabeto, creía en brujas, oía cuentos, comía con las manos, viajaba a caballo y aplaudía canciones como los arrullos actuales, a cuyo tipo pertenecieron las mas altas expresiones de la lírica antigua. El arrorró argentino pudo haber sido obra de un rey trovador. Sé por qué lo digo. El folklore es la ciencia de las supervivencias. El especialista estudia en ellas las etapas pretéritas de la cultura material y espiritual de los hombres. Y el folklore – masa de hechos – es un estrato vencido, o mejor, un conjunto de bienes pertenecientes a varios estratos vencidos. Lo que determina el carácter folklórico de los hechos, no es que sean colectivos, tradicionales, regionales, orales, trasferibles, anónimos, etc; sino una circunstancia o accidente de tiempo que se añade al hecho intacto; una situación o posición del hecho en el cuadro cronológico general de las vivencias. Es folklórico el hecho inferior, antiguo; lo es definitivamente, el hecho eliminado del grupo social superior, eliminado directamente por otro hecho más reciente o de más reciente aparición para el mismo objeto; eliminado, en particular, por otro hecho o, dentro del patrimonio que integra, por otro patrimonio superior. Inexistente, pues, como disponibilidad institucionalizada, en los dominios de las altas clases. LO POPULAR Y LO FOLKLORICO Todos empleamos las voces folklórico y popular como sinónimos. Pero si sólo es folklórico lo remplazado, lo antiguo, ex superior – material sugestivo y grávido para una ciencia histórica – es claro que el término popular es más comprensivo. Porque no todo lo popular es folklórico. En el ambiente popular se encuentran hechos de muy diversa filiación. Por lo pronto, todo lo popular está apuntalado, enmarcado, atravesado, por grandes bienes del grupo superior, como el régimen legal, la religión, el idioma, la organización familiar, el orden económico, el sistema administrativo, etc. que le han sido impuestos al inferior desde arriba. Es folklórico lo trascendente subrepticio, lo intrascendente notorio, lo menudo, lo indiferente, lo accesorio, lo complementario; lo que no merece una guerra, por ejemplo la poesía, la carreta. Es decir, aquellos bienes que pueden existir sin conflictos entre los engranajes de la organización estatal del superior, y los que por implicar conceptos inadmisibles sobrellevan entre ocultamientos la reprobación oficial. Las grandes instituciones del superior son también populares sin ser folklóricas. El pueblo es un patrimonio mixto.

Carlos Vega

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Page 1: Carlos Vega

U.N.L.P. F.B.A.

Cátedra de Folklore Musical Argentino Carlos Vega. 1944. Panorama de la Música Popular Argentina. Bs. As. Losada Fragmento del Capítulo: La ciencia del Folklore LAS SUPERVIVENCIAS

Las supervivencias sólo son supervivencias vistas desde el plano de los grupos superiores; consideradas desde el propio ambiente popular, son simples vivencias. El folklore no existe para el pueblo mismo.

La rica voz supervivencias, insustituible en nuestra materia, es un feliz hallazgo, y esclarecedor el sólo exámen de su contenido. Si los grupos superiores llaman supervivencias a determinados bienes populares es porque entienden que alguna vez fueron vivencias en los propios o en los grupos superiores.

Si la necesidad que cada hecho satisface no es moderna u ocasional, es claro que los grupos superiores, antes de inventado el automóvil, debieron utilizar el coche, y antes el caballo, precisamente como los campesinos actuales. Esto, en general, pues no queremos decir que cada elemento inferior engendra, por evolución, al que lo sustituye en el plano superior.

Los estratos inferiores fueron antes superiores, nada más que la aparición y presencia de un estrato superior determina la inferioridad del otro. La aristocracia de antaño se asemejaba al pueblo de hoy: el rey era analfabeto, creía en brujas, oía cuentos, comía con las manos, viajaba a caballo y aplaudía canciones como los arrullos actuales, a cuyo tipo pertenecieron las mas altas expresiones de la lírica antigua. El arrorró argentino pudo haber sido obra de un rey trovador. Sé por qué lo digo.

El folklore es la ciencia de las supervivencias. El especialista estudia en ellas las etapas pretéritas de la cultura material y espiritual de los hombres. Y el folklore – masa de hechos – es un estrato vencido, o mejor, un conjunto de bienes pertenecientes a varios estratos vencidos. Lo que determina el carácter folklórico de los hechos, no es que sean colectivos, tradicionales, regionales, orales, trasferibles, anónimos, etc; sino una circunstancia o accidente de tiempo que se añade al hecho intacto; una situación o posición del hecho en el cuadro cronológico general de las vivencias. Es folklórico el hecho inferior, antiguo; lo es definitivamente, el hecho eliminado del grupo social superior, eliminado directamente por otro hecho más reciente o de más reciente aparición para el mismo objeto; eliminado, en particular, por otro hecho o, dentro del patrimonio que integra, por otro patrimonio superior. Inexistente, pues, como disponibilidad institucionalizada, en los dominios de las altas clases.

… LO POPULAR Y LO FOLKLORICO Todos empleamos las voces folklórico y popular como sinónimos. Pero si sólo es folklórico lo remplazado, lo antiguo, ex superior – material sugestivo y grávido para una ciencia histórica – es claro que el término popular es más comprensivo. Porque no todo lo popular es folklórico. En el ambiente popular se encuentran hechos de muy diversa filiación. Por lo pronto, todo lo popular está apuntalado, enmarcado, atravesado, por grandes bienes del grupo superior, como el régimen legal, la religión, el idioma, la organización familiar, el orden económico, el sistema administrativo, etc. que le han sido impuestos al inferior desde arriba.

Es folklórico lo trascendente subrepticio, lo intrascendente notorio, lo menudo, lo indiferente, lo accesorio, lo complementario; lo que no merece una guerra, por ejemplo la poesía, la carreta. Es decir, aquellos bienes que pueden existir sin conflictos entre los engranajes de la organización estatal del superior, y los que por implicar conceptos inadmisibles sobrellevan entre ocultamientos la reprobación oficial. Las grandes instituciones del superior son también populares sin ser folklóricas. El pueblo es un patrimonio mixto.

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Augusto Raúl Cortazar : 1959. Esquema del Folklore. . Bs. As. Columba Caracterización sintética

Esquematizando, diría que los fenómenos que han cumplido su complejo proceso de folklorización resultan ser populares (propios de la cultura tradicional del “folk”), colectivizados (socialmente vigentes en la comunidad), empíricos, funcionales, tradicionales, anónimos, regionales (geográficamente localizados) y transmitidos por medios no escritos ni institucionalizados.

Es importante tener en cuenta que al intentar un diagnóstico de un fenómeno para determinar si es o no folklórico, se deben hacer jugar todos los criterios enunciados y no reducirse a una confrontación trunca o arbitraria de aquellos rasgos ( por ejemplo tener en cuenta solo la condición tradicional, o de popular, o de anónimo, desechando las demás).

Rubén Pérez Bugallo: Caracterización de nuestro nativismo musical (continuación) (Extraído de Revista de la LRA Radio Nacional. Secretaría de Estado de Comunicaciones, Bs As., abril de 1980)

El desarrollo fundamental de nuestra música nativista se dio en la década del `30, siendo Héctor Chavero (“Atahualpa Yupanqui”) la principal figura en calidad de solista y los Hermanos Ábalos la agrupación orquestal más representativa.

Las expresiones musicales tradicionalistas (no tradicionales), folklorísticas (no floklóricas) y nativistas (no nativas), conforman, sin duda, un capítulo de la música argentina. Pero mientras el Tradicionalismo agoniza y lo que hemos llamado Folklorismo presenta vigencia sólo en función de moda pasajera, el Nativismo argentino se presenta hoy como uno de los movimientos más importantes del mundo en su género.

La más valiosa expresión nativista es aquella definible como Nativismo Artístico. Sus representantes son autores e intérpretes que sin compromisos con las formas antiguas, centran su actividad en el aspecto creativo, en busca de la suscitación estética. Su labor es válida en la medida en que sus obras logran ocasionalmente auténticas muestras de arte popular argentino.

En el polo opuesto está el Falso Nativismo. Se concreta en la proliferación de verdaderos farsantes dedicados a la venta de una pseudo imagen (a veces politizada) de la música tradicional argentina. Una de sus variantes pone sus miras en la superficial satisfacción de ciertos grupos snobistas. Su actividad tiene lugar no sólo en el extranjero (donde su impunidad sería más comprensible) sino también dentro de nuestras propias fronteras.

La otra variante va dirigida a aquellos grupos de población que por desculturación han perdido contacto con sus tradiciones. Sus “éxitos” alcanzan una popularidad tan intensa como breve. Estas características, a las que se suma su falta de sello nacional, la aproximan a lo que Carlos Vega llamó “mesomúsica”, y que hoy día reconocemos como música de masas o mejor, para masas.

Por último, existe un Nativismo Ingenuo, verdadero sector central de esta trilogía. Lo observamos tanto en músicos de pretensión profesional como en el gran público. Ambos, por influencia del Nativismo Artístico y del Falso Nativismo, entienden que lo que reciben y copian de la mayoría de los medios masivos de comunicación, constituye la música folklórica del país.

El nativismo artístico se halla hoy en plena decadencia, habiendo agotado aparentemente su capacidad de creación novedosa. Mientras que los otros dos están probablemente mas vivos que nunca.

Esto hace pensar, sin duda, en la necesidad de replantear la remanida frase “volver a las fuentes”.

Para ello, Claro está, la información habría que buscarla no en los “folkloristas”, sino en los folklorólogos con capacidad para analizar y reconstruir documentalmente nuestra muy mencionada y poco conocida música folklórica.