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Lorena Careaga Viliesid Antonio Higuera Bonfil Historia breve QUINTANA ROO

Careaga_historia Breve Quintana Roo

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historia breve de quintana roo

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    Lorena Careaga ViliesidAntonio Higuera Bonfi l

    Lomo ajustado para 48 pp couch + 320 pp cultural de 75g = 2 cm

    Historia breve Lore

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    QUINTANA ROO

    LORENA CAREAGA VILIESID. Antroploga e historiadora. Su vida acadmica ha girado en torno a la historia de Quin-tana Roo, del Yucatn decimonnico y de la Guerra de Castas. Actualmente funge como jefa de la Biblioteca An-tonio Enrquez Savignac de la Universidad del Caribe en Cancn, Quintana Roo.

    Encapsular la historia de Quintana Roo en unas cuantas pginas es tarea ardua, pues este territorio posee un pasado milenario aunque slo hace poco ms de un siglo se haya convertido en estado federal. Qu ocurri antes de 1902? La respuesta a esta interrogante, la bsqueda de anteceden-tes que se pierden en el tiempo mesoamericano a lo largo de varios siglos, constituye el tema de la primera parte, escrita por Lorena Careaga Viliesid, de esta breve historia. En ella se describe la belleza natural de Quintana Roo, escenario del mundo maya, cuya riqueza cultural ha sido objeto de admiracin, estudio y especulaciones. En esta parte se hace adems un recuento de las historias de los navegantes y descubridores, nufragos y conquistadores europeos que llegaron al estado. Tres siglos de Colonia, rebeliones y piratera dejaron una huella indeleble y sus con secuencias fue-ron el detonante de la gran confl agracin maya del siglo xix: la Guerra de Castas.

    Llegados as a los albores del siglo xxi, cul ha sido el devenir de esta en-tidad en los ltimos 100 aos? Antonio Higuera Bonfi l da respuesta a esta cuestin en la segunda parte. Si miramos hacia un pasado ms reciente, tendremos que honrar a aquellos primeros pobladores de Payo Obispo e incluso a los de Cancn. Quintana Roo es y ha sido una tierra de pioneros, un lejano oeste en el este de nuestro pas, donde hombres y mujeres de una valenta y entereza muy especiales han decidido, desde hace una cen-turia, sentar sus reales, y donde un aguerrido grupo indgena se hace pre-sente de muy diversas maneras.

    ANTONIO HIGUERA BONFIL. Antroplogo e historiador forma-do en la Universidad Autnoma Metropolitana, El Colegio de Michoacn y la Escuela Nacional de Antropologa e Historia. Acadmico fundador de la Universidad de Quin-tana Roo, ha publicado diversos ttulos y participado en eventos acadmicos nacionales e internacionales a lo largo de 25 aos.

    Historia breve-Quintana Roo-Edcom 1Historia breve-Quintana Roo-Edcom 1 5/9/11 10:42 AM5/9/11 10:42 AM

  • SECCIN DE OBRAS DE HISTORIAFIDEICOMISO HISTORIA DE LAS AMRICAS

    Serie HISTORIAS BREVES

    Direccin acadmica editorial: ALICIA HERNNDEZ CHVEZCoordinacin editorial: YOVANA CELAYA NNDEZ

    Q U I N T A N A R O O

  • LORENA CAREAGA VILIESIDANTONIO HIGUERA BONFIL

    Quintana RooHISTORIA BREVE

    EL COLEGIO DE MXICOFIDEICOMISO HISTORIA DE LAS AMRICAS

    FONDO DE CULTURA ECONMICA

  • Primera edicin, 2010Segunda edicin, 2011

    Primera reimpresin, 2012

    Careaga Viliesid, Lorena, y Antonio Higuera Bon l.Quintana Roo. Historia breve / Lorena Careaga Viliesid, Antonio Higuera Bon l ;

    prembulo de Alicia Hernndez Chvez. 2 ed., Mxico : FCE, Colmex, FHA, 2011.292 p., 64 p. en color : ilus. ; 23 17 cm (Colec. Fideicomiso Historia de las

    Amricas. Ser. Historias Breves)ISBN: 978-607-16-0639-6

    1. Historia Quintana Roo (Mxico) I. Higuera Bon l, Antonio, coaut. II.Hernndez Chvez, Alicia, prembulo III. Ser. IV. t.

    LC F1331 Dewey 972.726 7 C133q

    Distribucin mundial

    Diseo de portada: Laura Esponda Aguilar

    D. R. 2010, Fideicomiso Historia de las AmricasD. R. 2010, El Colegio de MxicoCamino al Ajusco 20; 10704, Mxico, D. F.

    D. R. 2010, Fondo de Cultura EconmicaCarretera Picacho-Ajusco 227, 14738, Mxico, D. F.www.fondodeculturaeconomica.comEmpresa certi cada ISO 9001:2008

    Comentarios: [email protected]. (55) 5227-4672; fax (55) 5227-4694

    Se prohbe la reproduccin total o parcial de esta obra, sea cual fuereel medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

    ISBN 978-607-16-0639-6

    Impreso en Mxico Printed in Mexico

  • 7PREMBULO

    L AS HISTORIAS BREVES de la Repblica Mexicana representan un esfuerzo colectivo de colegas y amigos. Hace unos aos nos propusimos exponer, por orden temtico y cronolgico, los gran-des momentos de la historia de cada entidad; explicar su geogra-fa y su historia: el mundo prehispnico, el colonial, los siglos XIX y XX y aun el primer decenio del siglo XXI. Se realiz una investiga-cin iconogrfi ca amplia que acompaa cada libro y se hizo hincapi en destacar los rasgos que identifi can a los distintos terri-torios que componen la actual Repblica. Pero cmo explicar el hecho de que a travs del tiempo se mantuviera unido lo que fue Mesoamrica, el reino de la Nueva Espaa y el actual Mxico como repblica soberana?

    El elemento esencial que caracteriza a las 31 entidades federa-tivas es el cimiento mesoamericano, una trama en la que destacan ciertos elementos, por ejemplo, una particular capacidad para or-denar los territorios y las sociedades, o el papel de las ciudades como goznes del mundo mesoamericano. Teotihuacan fue sin duda el centro gravitacional, sin que esto signifi que que restemos importancia al papel y a la autonoma de ciudades tan extremas como Paquim, al norte; Tikal y Calakmul, al sureste; Cacaxtla y Tajn, en el oriente, y el reino purpecha michoacano en el occi-dente: ciudades extremas que se interconectan con otras interme-dias igualmente importantes. Ciencia, religin, conocimientos, bie-nes de intercambio fl uyeron a lo largo y ancho de Mesoamrica mediante redes de ciudades.

    Cuando los conquistadores espaoles llegaron, la trama social y poltica india era vigorosa; slo as se explica el establecimiento de alianzas entre algunos seores indios y los invasores. Estas alianzas y los derechos que esos seoros indios obtuvieron de la Corona espaola dieron vida a una de las experiencias histricas

  • 8 QUINTANA ROO. HISTORIA BREVE

    ms complejas: un Nuevo Mundo, ni espaol ni indio, sino pro-piamente mexicano. El matrimonio entre indios, espaoles, crio-llos y africanos gener un Mxico con modulaciones intertnicas regionales, que perduran hasta hoy y que se fortalecen y expan-den de Mxico a Estados Unidos y aun hasta Alaska.

    Usos y costumbres indios se entreveran con tres siglos de Co-lonia, diferenciados segn los territorios; todo ello le da caracte-rsticas especfi cas a cada regin mexicana. Hasta el da de hoy pervive una cultura mestiza compuesta por ritos, cultura, alimen-tos, santoral, msica, instrumentos, vestimenta, habitacin, con-cepciones y modos de ser que son el resultado de la mezcla de dos culturas totalmente diferentes. Las modalidades de lo mexica-no, sus variantes, ocurren en buena medida por las distancias y formas sociales que se adecuan y adaptan a las condiciones y ne-cesidades de cada regin.

    Las ciudades, tanto en el periodo prehispnico y colonial como en el presente mexicano, son los nodos organizadores de la vida social, y entre ellas destaca de manera primordial, por haber de-sempeado siempre una centralidad particular nunca cedida, la primigenia Tenochtitlan, la noble y soberana Ciudad de Mxico, cabeza de ciudades. Esta centralidad explica en gran parte el que fuera reconocida por todas las cabeceras regionales como la ca-pital del naciente Estado soberano en 1821. Conocer cmo se des-envolvieron las provincias es fundamental para comprender cmo se superaron retos y desafos y convergieron 31 entidades para conformar el Estado federal de 1824.

    El xito de mantener unidas las antiguas provincias de la Nue-va Espaa fue un logro mayor, y se obtuvo gracias a que la repre-sentacin poltica de cada territorio acept y respet la diversidad regional al unirse bajo una forma nueva de organizacin: la fede-ral, que exigi ajustes y reformas hasta su triunfo durante la Rep-blica Restaurada, en 1867.

    La segunda mitad del siglo XIX marca la nueva relacin entre la federacin y los estados, que se afi rma mediante la Constitucin de 1857 y polticas manifi estas en una gran obra pblica y social, con una especial atencin a la educacin y a la extensin de la

  • PREMBULO 9

    justicia federal a lo largo del territorio nacional. Durante los siglos XIX y XX se da una gran inter accin entre los estados y la federa-cin; se interiorizan las experiencias vividas, la idea de nacin mexicana, de defensa de su soberana, de la universalidad de los derechos polticos y, con la Constitucin de 1917, la extensin de los derechos sociales a todos los habitantes de la Repblica.

    En el curso de estos dos ltimos siglos nos hemos sentido mexicanos, y hemos preservado igualmente nuestra identidad es-tatal; sta nos ha permitido defendernos y moderar las arbitrarie-dades del excesivo poder que eventualmente pudiera ejercer el gobierno federal.

    Mi agradecimiento a la Secretara de Educacin Pblica, por el apoyo recibido para la realizacin de esta obra. A Joaqun Dez-Canedo, Consuelo Sizar, Miguel de la Madrid y a todo el equipo de esa gran editorial que es el Fondo de Cultura Econmica. Quiero agradecer y reconocer tambin la valiosa ayuda en materia icono-grfi ca de Rosa Casanova y, en particular, el incesante y entusiasta apoyo de Yovana Celaya, Laura Villanueva, Miriam Teodoro Gon-zlez y Alejandra Garca. Mi institucin, El Colegio de Mxico, y su presidente, Ja vier Garciadiego, han sido soportes fundamentales.

    Slo falta la aceptacin del pblico lector, en quien espero in-fundir una mayor comprensin del Mxico que hoy vivimos, para que pueda apreciar los logros alcanzados en ms de cinco siglos de historia.

    ALICIA HERNNDEZ CHVEZPresidenta y fundadora del

    Fideicomiso Historia de las Amricas

  • Quintana Roo

    Benito Jurez

    Othn P. Blanco

    Felipe Carrillo Puerto

    CozumelSolidaridad

    Jos Mara Morelos

    Lzaro Crdenas

    Isla Mujeres

    Yucatn

    MAR CARIBE

    Belice

    Campeche

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    INTRODUCCIN

    SE HA DICHO QUE QUINTANA ROO es el mbito de las primeras veces: el primer punto de Mxico pisado por europeos; la sede del primer naufragio que se tiene registrado; la puerta al descubrimiento y la entrada de los primeros conquistadores espa-oles; el lugar de nacimiento del primer mestizo y, ms reciente-mente, la creacin del primer centro de desarrollo turstico inte-gral. Hasta la geografa se confabula para que Quintana Roo sea el paraje donde primero sale el sol en tierras mexicanas.

    Es tambin lugar de grandezas, pues en suelo quintanarroense est la cueva subacutica ms larga del mundo, el cenote ms hon-do, la mayor reserva de la biosfera y la ms extensa rea protegida de humedales. Una de sus pujantes ciudades, Playa del Carmen, ostenta nada menos que el ndice de crecimiento urbano ms ace-lerado de Amrica Latina y uno de los ms altos del mundo.

    Encapsular la historia de Quintana Roo en unas breves pginas es tarea titnica, pues procede de un pasado milenario, aunque su ser se concretiza hace apenas poco ms de un siglo, en una ava-lancha cada vez ms acelerada de acontecimientos. La privilegiada naturaleza quintanarroense ha sido escenario de trascendentales eventos, y muchas veces protagonista de ellos. Es lugar de primicias y grandezas, de lo ms nuevo y a la vez de lo ms antiguo. Tal complejidad nos llev a visualizar el acontecer desde dos distintos lugares: el antes y el despus.

    Quintana Roo existe como tal tan slo a partir del siglo XX. Qu ocurri antes de 1902? La respuesta a esta incgnita, la bs-queda de antecedentes que se pierden en el tiempo mesoamerica-no y cubren varios siglos, constituyen el tema de la primera parte de la obra que el lector tiene en sus manos. Hemos empezado por describir el derroche de belleza y abundancia vegetal, animal y fsica que constituye la naturaleza de Quintana Roo, escenario, a

  • 12 QUINTANA ROO. HISTORIA BREVE

    su vez, del mundo maya, cuya desbordante riqueza cultural ha sido y contina siendo objeto de admiracin, estudio y especu-laciones. Le sigue la no menos dramtica saga de navegantes y descubridores, nufragos perdidos y conquistadores europeos que tocaron tierra en un Quintana Roo que todava no exista, para iniciar la empresa de conquistar el mosaico de culturas y regio nes que devendra con el tiempo en Mxico. Tres siglos de Colonia, rebeliones y piratera dejan una huella indeleble que no queda impune. Sus consecuencias seran el detonante de la gran confl a-gracin maya del siglo XIX, la Guerra de Castas. De sus ruinas, ce-nizas y cicatrices, de sus parajes selvticos intocados, emergera Quintana Roo.

    Llegados as a los albores del siglo XX, es obligado preguntar cmo, por qu, para qu y quines crearon un territorio federal con el nombre de Andrs Quintana Roo, uno de los hroes yuca-tecos de la insurgencia? Y cul ha sido el devenir de esta entidad en los ltimos 100 aos? Difcilmente nos imaginamos hoy lo que fue tomar el control de aquella selva y pantanos, de aquella re-gin prcticamente ignota en donde tuvo su origen Quintana Roo. Si miramos hacia atrs, vemos lo que les cost a los conquistado-res espaoles el solo hecho de atravesar el agreste territorio, y si miramos hacia un pasado ms reciente, tenemos que honrar a aquellos primeros pobladores de Payo Obispo e incluso a los ha-bitantes pioneros de Cancn. Quintana Roo es y ha sido una tierra precisamente de pioneros, un lejano Oeste en el este de nuestro pas, donde hombres y mujeres de una valenta y entereza muy especiales han decidido, desde hace poco ms de un siglo, sentar sus reales, y donde un aguerrido y resistente grupo indgena est presente y se hace sentir de muy diversas maneras.

    ste es el tema y texto de la segunda parte de esta obra, la re-ferente propiamente a Quintana Roo y a su muy particular des-arrollo histrico. Da cuenta de sus difciles comienzos y de la ne-cesidad de construir una infraestructura de todo tipo para gobernar un territorio hasta entonces hostil y todava en gran medida des-conocido. Por un lado, hacen su aparicin gobernantes, poblacio-nes, asentamientos, instituciones pblicas, vida cotidiana. Por otro,

  • INTRODUCCIN 13

    medios de subsistencia, actividades econmicas, el comercio y la libre importacin de artculos extranjeros, desde sus inicios, as como la naciente explotacin forestal de maderas preciosas y chi-cle, que le dara al territorio federal fama mundial.

    Dcadas posteriores muestran al Quintana Roo del transporte acutico por excelencia, el de el estira y afl oja de las relaciones polticas entre jefes polticos y representantes federales, el de co-misiones exploradoras y viajeros asombrados. La entidad se inte-gra a su manera a proyectos nacionales, como el reparto agrario y el cooperativismo. No menos importante sera el de afi anzar a Quintana Roo como parte integrante de Mxico. Podra parecer redundante o innecesario, pero haba que acercar al territorio fe-deral alejado, reconocerlo por lo mismo que era desconocido, y hacerlo propio por ser tan nico y ajeno.

    La vida moderna de Quintana Roo, una vez convertido en es-tado el 8 de octubre de 1974, casi se nos escapa de las manos y del entendimiento; tan acelerada fue su transformacin y a la vez tan desigual en el corazn de su propio territorio. No es fcil mi-rar, desde la perspectiva de la historia, los acontecimientos que ocurrieron apenas ayer. Sin embargo, es evidente que la actividad turstica privilegi el norte, mientras que en el sur el desarrollo continu a un ritmo menor. Otras zonas quedaron todava ms al margen. En la actualidad, no obstante, se perciben en todos los mbitos los patrones caractersticos de la era de la modernidad y de las co municaciones globales. Son cambios que han alcanzado, incluso, los rincones remotos de la zona maya y los linderos lim-trofes antes tan despoblados.

    Cuando apreciamos en perspectiva y de conjunto la historia de Quintana Roo, poco a poco va apareciendo una de varias arterias conductoras: la de la diversidad cultural y tnica, que tiene que ver no solamente con un constante incremento demogrfi co, sino con temas tan profundos como la identidad y la pertenencia. A partir de sus inicios, Quintana Roo tom en serio la tarea de poblarse y escogi muchas formas para hacerlo: desde la migra-cin de los primeros trabajadores expertos en la tala y el cultivo del chicle, hasta la colonizacin dirigida con campesinos prove-

  • 14 QUINTANA ROO. HISTORIA BREVE

    nientes de todo Mxico; desde la llegada forzada de soldados y prisioneros polticos, hasta el arribo de miles de personas atradas por los espejismos de la industria turstica; desde aquellos que he-mos encontrado una tierra de promisin para vivir y crecer, hasta aquellos que vienen de todo el orbe a disfrutar por unos breves das de playas, bellezas naturales y clima envidiable. Es as como se ha ido creando, en poco ms de 100 aos, el crisol cultural de races e identidades que es Quintana Roo.

    Otra lnea conductora que se perfi la es la de la particularidad. Cada entidad de nuestro pas ha vivido la historia a su manera, pero Quintana Roo se resiste a ser encasillado en los consabidos periodos del acontecer nacional. Quiz en ningn otro lugar como en Quintana Roo rijan mejor los preceptos de la llamada historia regional o historia matria, es decir, la de las particularidades, la de los tiempos y eventos propios, la de los hroes/villanos origi-narios, la de los personajes y lugares conocidos y familiares. Las luchas independentistas no le tocaron; la Revolucin de 1910 lo hizo de forma sui gneris. Este movimiento armado trajo cambios polticos y administrativos, pero difcilmente puede decirse que dejara huella.

    Denominaremos a una tercera arteria conductora como la de la viabilidad y el peligro de desaparicin y mutilacin. Hoy en da parecen muy lejanos aquellos momentos de angustia e incerti-dumbre, las casi cuatro dcadas del siglo XX en las que se cuestio-n seriamente su capacidad de vida, las posibilidades de existen-cia de un territorio federal tan alejado del centro del pas y que requera inversiones continuas y enormes. A punto estuvo de zo-zobrar la barca quintanarroense, y aun el da de hoy Quintana Roo ha debido luchar, con los estados vecinos, en la arena de las defi niciones limtrofes. Todava subsiste el recuerdo amargo de aquellos aos, en la dcada de los treinta, en los que Quintana Roo desapareci como entidad para ser integrado a la fuerza a los estados de Campeche y Yucatn. Sus pobladores emprendieron desde entonces algunas de las mayores movilizaciones de su his-toria social y poltica en defensa del terruo, de su derecho a exis-tir como quintanarroenses, de su voluntad de autogobernarse y,

  • INTRODUCCIN 15

    ocasionalmente, de su vocacin para consolidar un estado libre y soberano.

    Finalmente, una cuarta lnea parece ser la que nos conduce desde la presidencia de Adolfo Lpez Mateos y la gubernatura de Javier Rojo Gmez, hasta la explosin social y econmica que caracteriza hoy a Quintana Roo: el sueo hecho realidad de direc-tivos y colaboradores del Banco de Mxico por transformar, a par-tir de 1967, el panorama turstico de Mxico por medio de la crea-cin de cinco Centros de Desarrollo Turstico Integral, entre los cuales destaca Cancn. Este promisorio y casi mtico lugar es la ms reciente de las novedades y primicias que han caracterizado tanto la vida antigua como contempornea de Quintana Roo. Un centro turstico creado de la nada, donde no haba ms que playas de fi na arena, manglares, lagunas y mar; una ciudad fundada por pioneros visionarios; un complejo espacio de contradicciones y con trastes, de autntica riqueza y de oropel, de depredacin y con-ciencia ambiental, de crecimiento pasmoso y movilidad social.

    El devenir de Quintana Roo est inserto, antes que nada, en las fundamentales fuentes primarias que son los documentos de ar-chivo: ofi cios, relaciones, informes, partes militares, cartas, memo-randos e incluso fotos, mapas, planos, dibujos y mucha documen-tacin ms, contenida no solamente en repositorios estatales, sino nacionales e internacionales. Este acervo es, para todo historiador la materia prima de su ofi cio, y a l hubimos de recurrir en prime-ra instancia. Paralelamente acompaaron a esta documentacin las publicaciones ofi ciales: informes de gobierno, informes estads-ticos y numerosas pginas web. No se queda atrs, por supuesto, la historiografa, es decir, el producto de la investigacin histrica y de la interpretacin del pasado, las numerosas obras que a tra-vs de los aos han publicado los historiadores, antroplogos, ar-quelogos, lingistas, socilogos, economistas y politlogos, entre otros, acerca de los avatares de la entidad.

    Sin embargo, la juventud de Quintana Roo le otorga una carac-terstica especial en relacin con las fuentes de su pasado: ste se encuentra todava en la mente y los recuerdos de muchas personas que viven o que dejaron registradas para la posteridad sus expe-

  • 16 QUINTANA ROO. HISTORIA BREVE

    riencias de vida. Nos referimos a las fuentes de la historia oral, esa historia viva que se construye a partir de conversaciones, relatos, entrevistas, grabaciones; la memoria de protagonistas, participan-tes y testigos. Son ellos quienes, a travs de sus vivencias persona-les, ricas en detalles, particularidades e individualismo, nos han revelado el acontecer.

    Con todo este bagaje hemos construido y plasmado en esta obra las transformaciones en el tiempo del estado ms joven de la Repblica Mexicana, que cuenta, sin embargo, con una historia tan antigua como la misma Mesoamrica; el lugar de lo ms antiguo y lo ms nuevo, desde la aparicin de la Eva americana hace 13600 aos, hasta su inverosmil desarrollo y supremaca en el mercado nacional e internacional del turismo. Estas pginas dan, pues, cuenta somera de siglos de historia y de caractersticas nicas. Sean un refl ejo humilde del amor de dos de sus muchos hijos adoptivos.

    LORENA CAREAGA VILIESIDANTONIO HIGUERA BONFIL

  • PRIMERA PARTE

    por Lorena Careaga Viliesid

  • 19

    I. RASE UNA VEZ, EN EL CARIBE

    PRIMER ESBOZO

    QU NOS EVOCA LA PALABRA CARIBE ? Es posible que lo prime- ro que se nos venga a la mente sean los famosos piratas y las leyendas que se han tejido alrededor de sus temerarios ataques y tesoros enterrados. Quiz pensemos enseguida en los huraca-nes, fuerza destructora de la naturaleza que arrasa, inunda, deja caos a su paso y llega hasta las primeras planas de los peridi-cos. Para algunos, el Caribe tal vez signifi que el encuentro de dos mundos, el momento y lugar en el que Europa y Amrica entraron por primera vez en contacto, con la llegada de Coln a la isla de Guanahan en 1492. Otros recordarn la compleja trama de rutas comerciales y navegacin que se fue entretejiendo a partir de enton-ces, el trfi co de codiciadas mercancas como metales preciosos, azcar, tabaco y seres humanos: esclavos africanos secuestrados por rabes y portugueses y transportados a los puertos caribeos para ser vendidos al mejor postor.

    Hoy en da, la mencin del Caribe nos evoca de inmediato a Cancn, Playa del Carmen, Tulum y la Riviera maya, un rosario de destinos tursticos famosos en el mundo. Quintana Roo, sin embargo, sigue siendo desconocido, aun para quienes se precian de ser quintanarroenses y de vivir en ese territorio privilegiado. Pocas veces se asociaba y se asocia al Caribe con el Quinta-na Roo que no es turstico, el Quintana Roo indgena, pionero, de luchas polticas, de chicle y madera, desaparecido y vuelto a crear.

    De hecho, durante aos ningn proyecto de desarrollo se en-foc en el Caribe mexicano. No era del dominio pblico que aque-llos soleados litorales de arena fi na como el polvo, mares color turquesa y largas cadenas de arrecifes, pertenecieran a Mxico.

  • 20 QUINTANA ROO. HISTORIA BREVE

    Mucho menos se pensaba que lugares prcticamente deshabita-dos y tan alejados del resto del pas fueran algn da a signifi car uno de sus ingresos monetarios ms importantes. Y menos an se tena conciencia de que aquellas tierras bordearan una importante cuenca martima cruzamiento histrico, cultural y sociopoltico y constituyeran parte de nuestra frontera sur, no slo con Guate-mala, sino con otro paraje igualmente olvidado y desconocido: la antigua colonia de Honduras Britnica, que desde su independen-cia, en 1981, se conoce como Belice.

    A Quintana Roo siempre lo ha envuelto un aura de romance y misterio, as como la fama de confn aislado y violento, de narco-trfi co y corrupcin. No se ha alejado del todo del estigma de prisin tropical, del escenario de rebeliones indgenas, del lugar de castigo y exilio. A sus bellezas naturales se suma una historia accidentada, de la que, gracias a sus atracciones tursticas, se co-noce sobre todo su etapa prehispnica: el mundo maya. Un mun-do tambin cuajado de interpretaciones y leyendas, de misteriosos mayas que desaparecen, como por encanto, de ciudades en rui-nas, abandonadas, sin que se sepa bien a bien por qu. La realidad de Quintana Roo permanece oculta detrs de una escenografa de cuento. Por dnde empezar a asomarnos a ella? Probablemente por el principio.

    Quintana Roo constituye el extremo oriental de Mxico. En sus horizontes sale primero el sol, antes que en cualquier otro lugar del pas, y fue en la punta sur de Isla Mujeres donde el nue-vo milenio dio inicio para todos los mexicanos. Ubicado al este de la Pennsula de Yucatn, Quintana Roo tiene dos colindancias nacionales: Yucatn y Campeche, y dos fronteras internacionales: Belice y Guatemala. Con sus vecinos peninsulares ha tenido una historia un tanto accidentada, con varios intentos de desinte-grarlo y sumarlo territorialmente a ellos, cosa que efectivamen-te ocurri entre 1932 y 1934. Hoy en da todava continan las disputas con Campeche por considerables franjas de tierra, inde-fi nidas desde la promulgacin del decreto de creacin del territo-rio de Quintana Roo en 1902, y con Yucatn la situacin ha sido similar.

  • RASE UNA VEZ, EN EL CARIBE 21

    Con respecto a sus vecinos internacionales, las cosas han se-guido su propio curso. La lnea fronteriza con Guatemala bien po-dra pasar inadvertida: unas cuantas mojoneras blancas dividen sencillamente dos espacios de intrincada selva. En cambio, en la frontera con Belice, el trfi co que cruza por el puente internacio-nal del Ro Hondo demuestra a toda hora el activo vaivn de rela-ciones sociales, comerciales, culturales, tursticas e histricas que han existido desde siempre entre ambas entidades.

    Una extensin de 50844 km2, que representa 2.2% de la super-fi cie total nacional, le otorga a Quintana Roo el dcimo noveno lugar entre los estados del pas y lo convierte en el segundo esta-do ms grande de la pennsula de Yucatn. sta podra describirse como una gigantesca losa de piedra caliza surgida del mar duran-te el Plioceno, hace unos 5300 millones de aos, que se distingue por carecer prcticamente de elevaciones y de vas fl uviales. El paisaje quintanarroense se extiende verde y plano desde su extre-mo norte, en Cabo Catoche, hasta su extremo sur, a orillas de un nico ro, el Hondo, frontera natural con Belice. Sus principales elevaciones los cerros de El Charro, Nuevo Bjar y El Pavo no sobrepasan los 230 metros sobre el nivel del mar. As pues, no hay volcanes en Quintana Roo; tampoco temblores de tierra.

    A diferencia de otras regiones del pas, donde la orografa y la hidrografa marcan la diversidad geogrfi ca, en Quintana Roo son el clima y las lluvias los responsables del entorno natural. Ubica-do entre el Ecuador y el Trpico de Cncer, el clima es clido subhmedo en 98.9% de la superfi cie estatal, y hmedo en 1.1%; con abundantes lluvias en verano y temperaturas calurosas duran-te la mayor parte del ao, con unos 27C en promedio. Enero suele ser el mes ms fro debido a la temporada de nortes, cuan-do esos vientos helados azotan a la pennsula desde el Atlntico. Las estaciones, sin embargo, transcurren sin parteaguas visibles y slo las temporadas de secas y lluvias defi nen el calendario. Estas ltimas comienzan a fi nes de mayo y se prolongan hasta noviem-bre, mes que marca el fi nal de la temporada de huracanes. Nor-malmente ocurren fuertes chubascos invernales durante el mes de enero.

  • 22 QUINTANA ROO. HISTORIA BREVE

    NATURALEZA GENEROSA

    Una prdiga naturaleza ha dotado a Quintana Roo enormes exten-siones de selva, explotada sin medida en los albores del siglo XX. Colindando con este ecosistema se encuentra la sabana pantano-sa, llamada tambin humedal, otro nicho de profusa riqueza ani-mal y vegetal que desemboca en las zonas costeras. El mar, en s mismo, junto con el arrecife coralgeno, es una regin ms de este exuberante entorno natural.

    La selva quintanarroense y su diversidad vegetal abarcan 25.9% de la superfi cie total y se clasifi ca, en trminos generales, como bosque tropical lluvioso, que es el bioma ms complejo del mun-do. Grandes rboles de hasta 25 m de altura coronan el dosel de la selva, sirven de apoyo a especies trepadoras y dan sombra a los rboles de menor tamao, arbustos y plantas rastreras que confor-man una rica maraa verde sustentada por las lluvias y un suelo delgado pero cuajado de nutrientes. La fl ora no pierde nunca sus hojas, que suelen ser elpticas y de punta alargada hojas de goteo para permitir la cada del agua de lluvia a travs de cada una de las capas arbreas. Hay lianas, ms de 70 variedades de orqudeas y 18 especies de palmas (Aricaceae), de las cuales ocho son raras o estn en peligro de extincin, amenazadas o sujetas a proteccin especial. Hay plantas epfi tas, que crecen en las ramas de algunos rboles, y tambin epifi las, que se desarrollan en las hojas de otros. Hay ceibas de antiguo y sagrado linaje compartien-do el espacio con la caoba, el cedro rojo, la primavera, el palo rosa y el roble, especies que, hasta la fecha, constituyen dos terce-ras partes de la superfi cie arbolada del estado. Caoba, cedro, ha-bn, mora, tzaln, xikn, puct, yaxnic, chacah y ciricote son algu-nas de las maderas duras y preciosas que alguna vez le dieron a la entidad fama internacional. Otras especies menores son el bano, el huizache y el huanacaxtle. Hay tambin especies comestibles, medicinales y frutales: ramn, higuerilla, saramuyo y quina o sa-bacch, entre otras. Extensos bosques de chicozapote (Manilkara o Achras zapota), rbol del cual se extrae el chicle, convirtieron a

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    Quintana Roo en uno de los mayores productores mundiales de este ltex en la dcada de 1940, y que an hoy se sigue extrayen-do, aunque en cantidades mucho menores.

    En algunas reas protegidas, como la extensa reserva de la biosfera de Sian Kaan, todava se escucha el rugir de jaguares, pumas, ocelotes y tigrillos, en contrapunto al ronco grito del sara-guato o mono aullador. Comparten el espacio monos araa, tejones, tapires, venados, tepezcuintles, mapaches, tlacuaches, jabales, ar-madillos, serpientes cascabel y muchos otros ejemplares de la fauna selvtica. Al atardecer, ms de cinco especies de murcilagos aban-donan en bandadas sus cuevas. Junto con sus silbidos, las noches de la selva se llenan del canto de miradas de insectos y del croar de ranas y sapos. Durante el da, un agudo observador logra ver zo-rros, osos hormigueros, pavos de monte, una que otra serpiente de brillante piel verde y, dependiendo de la poca del ao, tarn-tulas que temerariamente cruzan las carreteras.

    En contraste con la selva tropical, la sabana quintanarroense comprende una larga franja de terrenos pantanosos que corren a lo largo de la costa, que permanecen inundados durante semanas, meses y a veces todo el ao, y que se conocen con el nombre ge-nrico de humedales. Tradicionalmente desdeados como regio-nes malsanas, carentes de valor e improductivas, que obstaculizan la construccin de carreteras y centros poblacionales, los humeda-les de Quintana Roo constituyen en realidad un vasto ecosistema de enorme riqueza, cuya destruccin tendra consecuencias irre-parables en la pesca, el turismo y otras actividades econmicas, ya que constituyen el eslabn que une la vida martima con la terrestre. Su diversidad comprende numerosos subsistemas que, como su nombre lo indica, se caracterizan por la presencia constante de agua: cinagas, pantanos, marismas, lagunas costeras, ras, esteros, cenagales, retenes, tintales, tulares, carrizales, selvas bajas inunda-bles, tasistales, aguadas, sabanas y manglares. Por fortuna, Mxico es desde 1986 uno de los 144 pases que signaron la Convencin de Ramsar para la preservacin de los humedales, y la reserva de la biosfera de Sian Kaan en Quintana Roo tiene la mayor superfi -cie protegida de humedales del pas.

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    La vegetacin que puebla este ecosistema se ha adaptado a las difciles circunstancias de un suelo permanentemente lodoso, de bajo contenido de oxgeno, en el que pocos rboles prosperan. Las aguas que anegan estos terrenos provienen directamente de en-trantes y afl oramientos de mar, de manantiales y de la lluvia. sta alimenta de agua dulce a los humedales del interior de Quintana Roo, mientras que las aguas saladas o salobres, a veces incluso ms saladas que el agua de mar, defi nen a los humedales coste-ros. En estos ltimos predomina la vegetacin de mangles, tint-reas, tules, carrizos y zacates. Destaca, por su tradicin histrica, el palo de tinte o palo de Campeche, una leguminosa cuyas races parecen las patas de una araa enorme, de hasta seis metros de altura, y cuya madera se utiliz desde el siglo XVII para teir las ms fi nas telas, con una gama de colores que van del rojo oscuro al prpura y negro. Los tules se emplean hasta el da de hoy en la creacin artesanal de petates, mientras que con los carrizos los mayas fabri caban fl echas y lanzas, y con los zacates techaban sus casas.

    Sin embargo, el mundo vegetal ms caracterstico de los hume-dales costeros resulta ser el manglar o bosque de mangles. Es el albergue ms buscado por la fauna local, ya que es un complejo sistema de ambientes: su follaje, sus ramas, sus troncos, sus races y su suelo ofrecen las mejores condiciones de vida a la fauna aso-ciada. Asimismo mantienen procesos de sedimentacin de ros y es te ros, que sirve de fi ltro biolgico. Es tambin el mejor pro duc-tor del material orgnico que alimenta a moluscos, ostras y caraco-les. De hecho, el manglar ayuda generosamente a mantener bue-na parte de la red alimenticia marina de la cual depende la pesca, gracias a su capacidad de producir nutrientes orgnicos y de servir de criadero y de nodriza a variadas especies animales.

    El manglar crece y se autorreproduce en el fango del pantano y en las arenas que lamen las olas del mar. La vida que enriquece este cieno primal es tan variada como numerosa: peces, anfi bios, crustceos y reptiles pueblan y se reproducen entre las races pa-lafticas de los mangles. En sus ramas buscan resguardo garzas blancas, esptulas, aurones, pelcanos e ibis azules, y entre sus tron-

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    cos se esconden los cocodrilos, las serpientes de agua, las iguanas y los cangrejos azules.

    El terreno de los humedales o sabanas interiores, aunque pla-no, suele tener una ligera inclinacin hacia el centro, lo que atrae escurrimientos de los alrededores que lo inundan durante buena parte del ao. Esta agua generalmente no se fi ltra, sino que en la poca de secas se evapora. A ella llegan a saciar su sed venados, jabales, tejones y otros mamferos, as como gran cantidad de iguanas y aves acuticas.

    Adems de los humedales de la reserva de la biosfera de Sian Kaan, Quintana Roo cuenta con otras seis reas registradas en Ramsar, que representan la enorme biodiversidad del trpico h-medo del Caribe: el Parque Nacional Arrecifes de Xcalak; la reser-va de la biosfera de Banco Chinchorro; el santuario de la tortuga marina XCacel-XCacelito; el sistema lagunar Chichankanab, el Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos y el Parque Nacional Isla Contoy.

    Ahora bien, si algo le da fama a Quintana Roo en Mxico y en el mundo son sus hermosas playas, deshechas y vueltas a crear en un vaivn propio de la naturaleza violenta y a la vez previsible casi calendarizable del Caribe, medida cada ao por tormen-tas tropicales y ciclones. La arena se va y regresa, se acumula donde slo haba rocas y tiempo despus se va, dejndolas nuevamen te desnudas y a merced de las olas. Son playas blancas, de arbustos, plantas rastreras y palmeras, donde desovan varias especies de tor-tugas y donde nacen sus cras bajo el cuidado protector de orga-nizaciones dedicadas a la preservacin de la vida animal.

    Los 860 km de costa quintanarroense corren frente a un arreci-fe que se encadena con el de Belice para formar la segunda barre-ra arrecifal ms larga del mundo despus de la de Australia. Tan slo frente a las costas de Sian Kaan, esta cadena, conformada por millones de esqueletos acumulados de coral, alcanza una lon-gitud de 110 kilmetros.

    El arrecife corresponde a una extensin de la pennsula de Yu-catn, sumergida bajo el mar al fi nal del Pleistoceno, cuando el deshielo de los glaciares, aproximadamente 9500 aos antes de la

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    era cristiana, elev el nivel del ocano en todo el planeta. Fue entonces que los mangles rojos (Rhizophora mangle) y el coral (Acropora palmata) se enraizaron en los bordes que sobresalan de las aguas.

    Un mundo en s mismo, el ecosistema del arrecife coralgeno es uno de los tesoros vitales ms complejos de la naturaleza y, por ello, un reto a la imaginacin y una especie de soado paraso, al decir de los bilogos. Combina la mxima riqueza y variedad de las criaturas del mar, pues estn representados todos los grandes grupos animales con sus numerosas familias y especies. Tambin ostenta la mayor diversidad de modos de vida y conductas, pues cada especie est interrelacionada con las dems en una compleja red de interdependencias mutuas. Ello refl eja no slo la abundan-cia del arrecife sino tambin su extraordinaria fragilidad, ya que la vida del coral, alrededor del cual se entreteje esta biodiversidad, depende sobre todo de la temperatura del agua, de una exacta do-sis de luz solar y de la puntualidad de las corrientes marinas. Los huracanes, la navegacin, la contaminacin y los turistas son sus peores enemigos.

    Un universo de peces multicolores, moluscos, crustceos, es-ponjas, estrellas de mar y erizos conviven a veces en armona, a veces defendindose de sus depredadores naturales. Pulpos, man-tarrayas, morenas y langostas encuentran en el coral perfectos es-condrijos y guaridas de acecho. Los tiburones, por su parte, dormi-tan en alguna cueva o rondan impvidos entre la gama de especies comestibles: meros, sbalos, pargos, chiguas, sardinas, jureles, ra-yas, cazones, chernas, corbinas, picudas, pmpanos y bagres.

    La fl ora arrecifal desempea tambin su papel. Reinan las al-gas de todos tamaos, incluso microscpicas. Son la forma ms sencilla en la que se manifi esta la vida vegetal del mar y constitu-yen el principal alimento de las especies animales. Tres grandes bahas recortan el litoral caribeo, acompaadas de numerosas puntas, quebrados, caletas y cabos. Los confi nes de la Baha de Chetumal, una de las ms grandes de Mxico, se pierden en el horizonte. Su forma irregular y gran extensin son compartidas tanto por Quintana Roo como por Belice. Hacia el norte, en la

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    parte media de Quintana Roo, se encuentran las bahas de la As-censin y del Espritu Santo, de poca profundidad pero de gran utilidad como puertos de abrigo para pequeas embarcaciones. Las fl anquean las puntas Allen y Herrero, respectivamente, mien-tras que la punta Celaran se encuentra en Cozumel. Los quebrados son aberturas o pasos naturales en la barrera arrecifal que permi-ten la travesa de embarcaciones, y toman el nombre de los pobla-dos frente a los cuales se ubican; los principales son Boca Paila, Morelos, Playa del Carmen, Xcalak y Ubero.

    El Banco Chinchorro, ubicado en mar abierto a poco ms de 30 km de los puertos pesqueros de Mahahual y Xcalak, es el ato-ln coralino ms grande de Mxico, con una superfi cie de casi 800 km2. A su alrededor se han tejido toda suerte de leyendas acerca de tesoros submarinos, pues est rodeado de los restos de numerosos naufragios ocurridos en distintas pocas, incluyendo 18 galeones espaoles e ingleses. De su laguna interior emergen los cayos Coral, Centro y Lobos. Sobre tierra fi rme cubierta de mangles del cayo Centro se han edifi cado albergues para turistas y estaciones de investigacin y supervisin pertenecientes a la re-serva de la biosfera Banco Chinchorro.

    QUINTANA ROO INSULAR

    Las islas de Quintana Roo son como un collar de perlas frente a sus costas, una formacin de guardianes, una probadita de lo que ser la tierra fi rme: parasos naturales, zonas de refugio, exponen-tes y protagonistas histricos. Comenzando al poniente de Cabo Catoche, en el norte del estado, tenemos a Holbox, isla de roca coralfera y suelos arenosos, como la mayora de sus hermanas. El tiempo parece no haber pasado por este lugar de pescadores tiburoneros. Contoy, al oriente de Cabo Catoche, no es de habita-cin humana, sino refugio de aves marinas y declarada reserva federal.

    Isla Mujeres, frente a Puerto Jurez y a la otrora Isla Cancn, tiene la forma romboide de la aguja de una brjula, adems de

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    que, curiosamente, apunta justo hacia el norte magntico de la Tie-rra. Las luces de sus numerosos hoteles se divisan en la noche, como tambin se alcanza a percibir, desde Playa del Carmen, el horizonte iluminado de Cozumel, la isla de las golondrinas, la ms grande de Mxico. Su extensin, de 448 km2, tiene un origen geo-lgico distinto al de las dems islas quintanarroenses, de ah la fertilidad de su suelo, en el que crecen frutales, palmeras, bano, henequn, maz y yuca. Una de sus mayores atracciones es el Par-que Nacional Submarino de Palancar, un arrecife de 32 km de largo con grutas explorables y los impresionantes abismos de sus acantilados. La contraparte de Cozumel es Tamalcab, frente a Cal-deritas, en el sur del estado; es una isla no coralgena, habitada nicamente por las aves acuticas de la Baha de Chetumal.

    LQUIDO VITAL

    Como en el resto de la pennsula de Yucatn, el agua dulce es el elemento ms importante y, a la vez, ms escaso y frgil de Quin-tana Roo. Recordemos que la plataforma caliza sobre la que des-cansa la entidad es porosa y no permite la acumulacin del agua de lluvia, sino que ms bien la fi ltra, y, al hacerlo, alimenta una vas ta y compleja red de corrientes subterrneas. Pero a toda regla corresponde al menos una excepcin.

    El Ro Hondo Nohoch Ucum, o Gran Ro para los mayas anti-guos, constituye precisamente una fractura en la roca calcrea que corre a lo largo de 209 km. Sus aguas desembocan entre islotes de manglares en la Baha de Chetumal y est conectado con la Lagu-na de Bacalar por medio de canales y esteros, siendo los ms co-nocidos el Chac y el Ucum. Ms que divisin poltico-territorial con Belice, el Ro Hondo ha servido como puente de enlace y va de transporte y comunicacin. Los mayas lo han recorrido en sus cayucos desde la poca prehispnica; los piratas, en busca de es-condite y puntos de ataque; los troncos de la caoba y el cedro, en ruta al mar y a la comercializacin; las barcazas cargadas de mar-quetas de chicle y, desde siempre, el contrabando de diversos

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    productos y hasta de personas, de igual forma que hoy lo patru-llan barcos de la armada de Mxico. Su parte ms estrecha, casi susceptible de ser cruzada a pie, se encuentra en la Unin, punto clave de la cadena de poblaciones y otrora campamentos madere-ros y chicleros que puntean la ribera del Hondo. Nutren sus aguas varios afl uentes as como cenotes y Ro Azul, corriente acutica de cierta importancia que transita bordeando la frontera tripartita de Quintana Roo, Belice y Guatemala. Otras corrientes de menor tamao son los ros Escondido y Ucum.

    Si bien los ros son excepciones en el paisaje quintanarroen-se, no son los nicos reservorios de agua dulce. Destacan tambin varios espejos acuticos de gran belleza, repartidos por todo el territorio y alrededor de los cuales se fundaron asentamientos humanos, como el prehispnico. Se trata de las lagunas Bacalar, Milagros, Guerrero, Yalahau, Nichupt, Lagartos, Chunyaxch, Chi-chan kanab, Ocom, Om, Cob y Macanxoc, por nombrar las ms relevantes. Bacalar, llamada tambin la Laguna de los Siete Colo-res, es quiz la ms conocida, aunque no es una sola laguna, sino un conglomerado de lagunas interconectadas que se extiende a lo largo de 52 kilmetros. Las mgicas tonalidades de sus aguas, que van del azul turquesa al azul profundo y verdoso, se deben al jue-go que se da entre los rayos solares y las distintas profundidades de su suelo blanco calizo.

    Milagros, de aguas verdes y lechosas, fl anquea por el oeste a Bacalar, mientras que Guerrero, al este, es el refugio donde los manates paren a sus cras despus de recorrer los esteros que co-munican a la Baha de Chetumal con esta hermosa laguna. A ori-llas de las lagunas de Cob y Macanxoc los antiguos mayas crea-ron una de sus ms impresionantes ciudades, mientras que dentro de Sian Kaan es posible acampar a la orilla de las lagunas Muyil y Chunyaxch.

    Ya hemos mencionado los ros y las lagunas quintanarroenses. Sin embargo, de dnde proviene mayormente el agua dulce que sostiene a los pobladores de Quintana Roo? Las corrientes subte-rrneas, alimentadas por las fi ltraciones del agua de lluvia a travs de la roca caliza porosa y permeable, dotan a la entidad, como al

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    resto de la pennsula, de este valioso recurso. El agua afl ora a la superfi cie en los curiosos y, por ello, famosos cenotes, muchos de ellos considerados sagrados y cargados de simbolismo. Los mayas denominaron dzonot a esas aberturas terrestres, la mayora de las ve ces circulares, a veces en forma de cntaros, a veces con pa-redes verticales, que se forman por la erosin de las rocas y los consiguientes derrumbes que dejan el agua del subsuelo al des-cubierto.

    Los cenotes ms conocidos y de mayor atraccin turstica de Quintana Roo son, entre otros, el Cenote Azul, unido por corrien-tes subterrneas a la Laguna de Bacalar, rodeado de maleza y pal-meras y con una profundidad de ms de 90 m. Sus aguas azul verdosas revelan las retorcidas races de los mangles y otros rbo-les que afl oran desde las profundidades adonde no alcanza a lle-gar la luz solar. El Cenote del Cocodrilo Dorado, tambin conoci-do como Lagarto de Oro, en las inmediaciones del Ro Hondo, recibe su nombre por el asombroso nmero de lagartos que se asolean en la orilla. Lo rodean acantilados de hasta 70 m de altura, en cuyas cuevas duermen apaciblemente, de da, los murcilagos que luego, de noche, salen a cazar insectos, devorar fruta y libar fl ores.

    Las grutas de Quintana Roo encuentran en los cenotes su ima-gen revertida. Son tambin el resultado del milenario escurrir del agua, pero en ellas, el preciado lquido ha ido apilando en su si-lencioso recorrido una fantstica decoracin de estalactitas y esta-lagmitas que las ha convertido en lugares visitados hoy por cien-tos de turistas. En las cercanas de Tulum se encuentra el sistema Ox Bel Ha, compuesto por la gruta subacutica y el ro subterr-neo ms largo del mundo, con una extensin de 172 km y 133 cenotes a lo largo de su recorrido. A este sistema pertenece la ca-verna de El Naranjal. Le sigue el sistema Sac Aktn, cercano tam-bin a Tulum, con 158 km de largo, ms de 70 m de profundidad y 111 cenotes. Por su parte, Aktn Chen, ubicada en un parque natural que incluye dos grutas ms, cada una con su ro subterr-neo, atestigua los orgenes martimos de la pennsula de Yucatn en los fsiles de peces y conchas incrustados en la roca caliza.

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    Otro exponente de la grandeza y unicidad de Quintana Roo es el Ro Secreto, constituido por un sistema de cuevas y un ro sub-terrneo cercano a Playa del Carmen. Se le considera la cueva se-miinundada y superfi cial ms larga de Quintana Roo y de la penn-sula de Yucatn, lo que la hace accesible para ser visitada. Destaca en su impresionante decoracin natural la riqueza de caprichosas formaciones geolgicas. Tambin existen otros depsitos, forma-dos por aguadas y sartenejas que son acuferos, generalmente temporales, ya que se trata de orifi cios en la roca o lechos de an-tiguos cenotes que se llenan de agua en poca de lluvias. Algunos de estos depsitos estn hechos por manos humanas, en previ-sin de tiempos de sequa y escasez.

    Cuando se comprende que la poblacin de la pennsula de-pende de este complejo y frgil sistema de corrientes subterrneas para su abastecimiento de agua, se entiende tambin por qu los mayas, desde la poca prehispnica, favorecan los alrededores de los cenotes como reas de asentamiento humano, y tambin por qu la contaminacin de este vital recurso constituye actualmente una de las principales preocupaciones ecolgicas.

    UN DIOS VIOLENTO Y DESMEDIDO

    Ouragan era el nombre con el que se conoca al devastador dios de los vientos y las tormentas entre los grupos que poblaron ori-ginalmente las islas del Caribe, y cada ao Quintana Roo corre el riesgo de toparse de frente con su arrebato destructivo, aun cuan-do las estadsticas afi rmen que, en promedio, este encontronazo resulte ser cada dos aos y medio.

    De junio a noviembre, los quintanarroenses han aprendido a prevenirse, escuchar atentamente las noticias, salvaguardar sus per-tenencias y contar con estrategias efectivas de evacuacin en caso de que el aviso de tormenta tropical se convierta de pronto en alerta de huracn. Saben bien que los huracanes son tanto capri-chosos en su nacimiento como imprevisibles en su trayectoria e inexorables en su avance hacia tierra fi rme; que se forman repen-

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    tinamente durante el verano en el Atlntico oriental y en el propio Mar Caribe; que comienzan como depresiones tropicales; que au-mentan en intensidad hasta convertirse en tormentas tropicales y que, la mayora de las veces, stas acabarn transformndose en manifestaciones de la aguerrida deidad caribea.

    El primer huracn del que hay mencin y registro en Quintana Roo ocurri el 20 de octubre de 1916. No recibi nombre alguno ni se supo su categora, pero los habitantes del puerto de Xcalak y de Payo Obispo sufrieron las consecuencias. Pedro C. Snchez y Salvador Toscano, ingenieros miembros de la Comisin Geogrfi -co-Exploradora de Quintana Roo, organizada por la Secretara de Agricultura y Fomento, fueron testigos de los efectos destructivos de este cicln que arras con el faro del Banco Chinchorro. Pasa-ron luego varias dcadas sin que Quintana Roo sufriera otro em-bate de consideracin del dios furibundo. En 1955, sin embargo, llegaron dos ciclones. El primero de ellos no caus grandes estra-gos, pero fue un negro presagio de lo que estaba por venir.

    El 16 de septiembre de 1955, Hilda peg en las costas quinta-narroenses a la altura de la Baha de la Ascensin, en un rea prc-ticamente despoblada. Fue uno de esos ciclones andariegos que borde las Antillas menores, Puerto Rico, Repblica Dominicana y Cuba, provocando estragos por doquier antes de dirigirse hacia Quintana Roo. Tras de afectar principalmente las regiones centro y norte del territorio, el Hilda sigui su ruta sin freno, a travs de la pennsula de Yucatn y el Golfo de Mxico, hasta tocar nueva-mente tierra en Tampico, con un saldo de 200 muertos y el regis-tro de haber sido una de las inundaciones ms catastrfi cas en la historia de dicho puerto.

    Luego, a escasos 11 das, el 27 de septiembre de 1955, le toc su turno a Janet. Pero a diferencia de Hilda, Janet pareci tener una sola y nica meta: enfi lar su fuerza destructiva casi en lnea recta hacia Chetumal y la costa sur de Quintana Roo. Hay quienes dicen que sigui los mismos pasos del devastador cicln que azo-tara San Pedro y el Cayo Caulker, en Belice, en 1931. Fue el dcimo huracn de una temporada califi cada por muchos como la peor del siglo. Tras de originarse en el Atlntico y de causar graves da-

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    os en la Isla de Granada, Janet se las arregl para evitar tocar tierra nuevamente e ir ganando tamao e intensidad. Suyo es el dudoso honor de haber provocado, por primera y nica vez en la historia ciclnica del Atlntico Norte, la cada de un avin de re-conocimiento o caza-ciclones, que despeg de la base de Guant-namo, Cuba, con nueve tripulantes y dos perio distas estadouni-denses a bordo.

    El 26 de septiembre, por la tarde, Janet era ya un huracn de categora 4, con vientos de ms de 220 km por hora que levanta-ban a su paso olas de hasta 20 m de altura. No le tom mucho tiempo subir a categora 5, pues cuando toc tierra entre Xcalak y el Ubero, la fuerza del viento haba superado los 275 km por hora. La excepcionalmente baja presin atmos frica de su ojo, a 914 milibares, estableca una nueva marca.

    Con toda esta fuerza reconcentrada, Janet azot Chetumal a las nueve de la noche, dejando a su paso una estela de destruc-cin y ms de 90 muertos, sin contar a todas aquellas personas que fallecieron en Viga Chico, Xcalak y otros puntos de la costa. Arras adems con 300000 m3 de madera y acab con la produc-cin de copra del sur del estado.

    En la capital de Quintana Roo persiste an el recuerdo de Janet, pues se le tiene inmortalizado en un monumento erigido frente a la baha en honor de una valerosa ciudad que se levant a pesar de haber quedado como tabla rasa tras el paso de este tristemente famoso cicln. La experiencia dej mal sabor de boca y muchos chetumaleos todava viven de espaldas al mar.

    En el norte del estado, una vivencia similar e igualmente de-vastadora fue la provocada por Gilberto en 1988. ste naci frente a las islas de Cabo Verde, pero ya en el Caribe se convirti en hu-racn a una velocidad pasmosa, cuando todava se encontraba a unos 2300 km de Quintana Roo. A pesar de que cambi de rum-bo y comenz a dirigirse rpidamente hacia la pennsula de Yuca-tn, la preocupacin no era excesiva, ya que, como suele ocurrir con frecuencia, caba la posibilidad de que virara nuevamente ha-cia las Antillas mayores.

    No obstante, Gilberto no slo no se desvi, sino que apret el

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    paso y creci en tamao e intensidad. Su rpida evolucin se de-bi al desplome de la presin en su ojo, ya que la fuerza de los vientos huracanados est en relacin directa con la diferencia de presin atmosfrica entre el vrtice y sus alrededores. As, con ca-tegora 3 y vientos de 185 km por hora, pas directamente por encima de Jamaica, cubriendo la isla de punta a punta y dejando a su paso 40 muertos. En Repblica Dominicana y Hait el saldo fue de ms de 30 muertos e inundaciones sin prece dentes.

    Cuando Gilberto, convertido en un monstruo de 800 km de dimetro, se encontraba a tan slo 500 km al sur de Cozumel, las autoridades lanzaron la primera alerta. A las cuatro de la tarde del 13 de septiembre, un avin caza-huracanes penetr en el ojo por cierto muy pequeo, de apenas 14 kilmetros de dimetro y encontr la inverosmil presin atmosfrica de 885 milibares. Se dice que jams huracn alguno, en el hemisferio occidental, haba registrado tal marca. En aquellos momentos, los vientos de Gilber-to giraban sostenidamente a ms de 280 km por hora, con rfagas superiores a los 320 km por hora.

    El irascible dios sigui dando pasos agigantados de 27 km por hora, para luego disminuir considerablemente su velocidad y cau-sar as ms estragos. Cuando toc tierras quintanarroenses en la noche del 13 de septiembre, lo hizo con olas de siete metros de altura y rfagas de 375 km por hora, hacindose acreedor a los t-tulos de huracn asesino y huracn del siglo. Haba rebasado la categora 5 de la escala Saffi r-Simpson y alcanzado la categora 8 en la escala internacional de huracanes (EIH).

    Janet y Gilberto han tenido otros hermanos menores no me-nos famosos. El 16 de septiembre de 1967, Beuhla entr por Cozu-mel e inclin el faro de Puerto Morelos. Carmen azot Chetumal en 1974 y Dean lo hizo en 2007. Por su parte, en 2005 Emily y Wilma cayeron en doblete sobre el norte del estado. Con una ca-tegora 3, Wilma tuvo efectos particularmente destructivos al per-manecer estacionado por ms de 50 horas sobre Isla Mujeres y Cancn.

    El mundo natural de Quintana Roo y nuestro sabio goce y aprovechamiento de su riqueza y singularidad presentan retos

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    muy serios. Es una naturaleza poderosa y prdiga: comprende-mos que somos parte de ella? Estamos a la altura requerida para entenderla y cumplir con nuestra parte? He aqu el desafo que deber guiar nuestros actos y decisiones en las prximas d-cadas.

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    QUINTANA ROO

    LORENA CAREAGA VILIESID. Antroploga e historiadora. Su vida acadmica ha girado en torno a la historia de Quin-tana Roo, del Yucatn decimonnico y de la Guerra de Castas. Actualmente funge como jefa de la Biblioteca An-tonio Enrquez Savignac de la Universidad del Caribe en Cancn, Quintana Roo.

    Encapsular la historia de Quintana Roo en unas cuantas pginas es tarea ardua, pues este territorio posee un pasado milenario aunque slo hace poco ms de un siglo se haya convertido en estado federal. Qu ocurri antes de 1902? La respuesta a esta interrogante, la bsqueda de anteceden-tes que se pierden en el tiempo mesoamericano a lo largo de varios siglos, constituye el tema de la primera parte, escrita por Lorena Careaga Viliesid, de esta breve historia. En ella se describe la belleza natural de Quintana Roo, escenario del mundo maya, cuya riqueza cultural ha sido objeto de admiracin, estudio y especulaciones. En esta parte se hace adems un recuento de las historias de los navegantes y descubridores, nufragos y conquistadores europeos que llegaron al estado. Tres siglos de Colonia, rebeliones y piratera dejaron una huella indeleble y sus con secuencias fue-ron el detonante de la gran confl agracin maya del siglo xix: la Guerra de Castas.

    Llegados as a los albores del siglo xxi, cul ha sido el devenir de esta en-tidad en los ltimos 100 aos? Antonio Higuera Bonfi l da respuesta a esta cuestin en la segunda parte. Si miramos hacia un pasado ms reciente, tendremos que honrar a aquellos primeros pobladores de Payo Obispo e incluso a los de Cancn. Quintana Roo es y ha sido una tierra de pioneros, un lejano oeste en el este de nuestro pas, donde hombres y mujeres de una valenta y entereza muy especiales han decidido, desde hace una cen-turia, sentar sus reales, y donde un aguerrido grupo indgena se hace pre-sente de muy diversas maneras.

    ANTONIO HIGUERA BONFIL. Antroplogo e historiador forma-do en la Universidad Autnoma Metropolitana, El Colegio de Michoacn y la Escuela Nacional de Antropologa e Historia. Acadmico fundador de la Universidad de Quin-tana Roo, ha publicado diversos ttulos y participado en eventos acadmicos nacionales e internacionales a lo largo de 25 aos.

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