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I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas �����������
,QWHUYHQFLyQ�)DPLOLDU�HQ�)DPLOLDV�FRQ�XQ�0LHPEUR�FRQ�3UREOHPDV�GH�'URJDV�
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I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ��,QGLFH�
&RQWHQLGR� 3DJ��I nt roducción. �
��PRIMERA PARTE.
Fam ilias con un m iem bro con Problem as de Drogas: Elem entos para la com prensión.
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Capítulo 1.
Definiciones acerca de la fam ilia y su desarrollo.
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Capítulo 2.
Las Bases Teóricas de la I ntervención Fam iliar.
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Capítulo 3.
Descripciones y Explicaciones sobre Fam ilias con un m iem bro dependiente de
sustancias.
���
Capítulo 4.
Eficacia de la Terapia Familiar en el Tratamiento de Dependientes a Sustancias.
���
SEGUNDA PARTE.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iem bro con problem as de drogas.
���
Capítulo 5.
Elem entos prelim inares: el am biente, los terapeutas, las form as de aproxim ación y los
objet ivos terapéut icos.
���
Capítulo 6.
Mecánica Terapéut ica de la I ntervención Fam iliar. La Prim era Consulta
���
Capítulo 7.
Mecánica Terapéut ica de la I ntervención Fam iliar. Cont inuidad de la Atención.
���
Capítulo 8.
Mecánica Terapéut ica de la I ntervención Fam iliar. El m anejo de Aspectos Específicos.
���
Capítulo 9.
Rendim ientos, Niveles de Resolut ividad y Alternat ivas Terapéut icas.
����
Capítulo 10.
Caso Clínico. La Bella Durm iente
����
Recursos de Form ación e I nform ación
����Referencias. ����
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ��,QWURGXFFLyQ��
El presente t rabajo representa un esfuerzo por desarrollar las bases teóricas y
práct icas de la I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iem bro que presenta
problem as de drogas.
La part icipación de la fam ilia en la m antención de estos com portam ientos está
am pliam ente dem ost rada en una contundente evidencia cient ífica que se ext iende
desde m ediados de los años 60 hasta nuest ros días. De esta m anera, cualquier
program a terapéut ico desarrollado en la actualidad reconoce la necesidad de t rabajar
con fam ilias com o una form a de proveer servicios que aseguren un m ejor nivel de
recuperación de sus usuarios.
Existe sin em bargo una brecha ent re esa clara conciencia y la posibilidad de contar
realm ente con ese t ipo de prestaciones en los program as terapéut icos. Este t rabajo
pretende ser una aporte a la dism inución de esa brecha al presentar un com pleto
estado del arte en relación a la m ateria, para luego dar paso a orientaciones práct icas
para su aplicación con fam ilias con un m iem bro con problem as de drogas.
Se ha hecho hincapié en la búsqueda de una redacción clara que perm ita a los
profesionales y técnicos que t rabajan en program as de t ratam iento, tener acceso a un
grupo de conceptos que m uchas veces es visto com o com plejo.
Siem pre que ha sido pert inente adem ás se han ejem plificado los conceptos con casos
clínicos.
Se espera, de esta m anera que el presente t rabajo se const ituya en un aporte al
desarrollo de estas intervenciones fam iliares en program as de t ratam iento para
personas con problem as de drogas.
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I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ������������������
35,0(5$�3$57(���)DPLOLDV�FRQ�XQ�PLHPEUR�FRQ�3UREOHPDV�GH�'URJDV��(OHPHQWRV�SDUD�OD�FRPSUHQVLyQ��
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ��&DStWXOR����
'HILQLFLRQHV�DFHUFD�GH�OD�IDPLOLD�\�VX�GHVDUUROOR��
Todo profesional o técnico que interviene con fam ilias en el contexto de un program a
de t ratam iento por problem as de drogas debe conocer las nociones básicas que
sustentan las intervenciones de este t ipo. Los elem entos analizados en este apartado
perm it irán tener una visión clara respecto de qué entendem os por fam ilia y cuales son
sus principales característ icas, form as de organización y funciones.
La int roducción al análisis de estos elem entos com ienza con la respuesta a la siguiente
pregunta: ¿Qué entendem os por Fam ilia?
/DV�FRQFHSFLRQHV�DFHUFD�GH�OD�IDPLOLD��
Si bien el análisis del concepto de fam ilia puede ser abordado a part ir de diversas
disciplinas tales com o la sociología, la psicología, le econom ía, el derecho o la
ant ropología, surgiendo desde ahí enfoques que visualizan a la fam ilia com o inst itución
social, grupo hum ano, const rucción cultural, conjunto de relaciones em ocionales o
sistem a natural y evolut ivo (CREDHO, 2004) , las diversas definiciones ent regadas por
la literatura especializada com parten la idea de que�HO�FRQFHSWR�GH�IDPLOLD�VH�UHILHUH�D�XQ�JUXSR�GH�SHUVRQDV� TXH� UHFRQRFHQ�HQWUH� Vt� YtQFXORV�\� TXH�FRPSDUWHQ�R� VH�GLVWULEX\HQ� IXQFLRQHV� HVSHFtILFDV� TXH� ODV� GLYHUVDV� VRFLHGDGHV� R� FXOWXUDV� OHV�UHVHUYDQ�H[FOXVLYDPHQWH��
De esta m anera, por ej em plo, Fried (2000) define fam ilia com o “una unidad básica de
parentesco que incluye a todos aquellos que viven juntos o se reconocen com o
ent idades em ocionales, relacionales y sociales significat ivas (personas adoptadas,
fam ilias uniparentales, m iem bros de fam ilias ensam bladas, fam ilias extensas que
rebasan los parám et ros de la consanguinidad y los diseños nucleares, etc.) en la cual
los roles y norm as se cent ran sobre la protección recíproca de sus m iem bros, la
regulación de las relaciones sexuales, la crianza de los niños y la definición de
relaciones de parentesco” .
Ot ra definición ent regada por CREDHO (2004) , citando a Avilés (Avilés y ot ros, 1991)
propone que la fam ilia debe entenderse com o “Todo grupo de personas de diferentes
edades y sexo unidas por lazos de consanguinidad, legales o consensuales que viven
untas para m antenerse y desarrollarse com o personas” .
Una definición que fue m uy usada, fue la de Murdock (en Neira, 1998) , quien dice que
la fam ilia es "un grupo social en que el acceso sexual es perm it ido ent re los m iem bros
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ��adultos, la reproducción ocurre legít im am ente, el grupo es responsable ante la
sociedad, del cuidado y la crianza de los niños y el grupo es una unidad económ ica, al
m enos de consum o" .
Quizá una de las definiciones m ás am plias y út iles del concepto de fam ilia sea la
ent regada por la Com isión Nacional de la Fam ilia quienes en su inform e de 1993
definen fam ilia com o “un grupo social, unido ent re sí por vínculos de consanguinidad,
filiación (biológica o adopt iva) y de alianza, incluyendo las uniones de hecho cuando
son estables” (Com isión Nacional de la Fam ilia, 1993) . Esta definición resulta
operat ivam ente conveniente ya que pone énfasis en la form a en que los diversos
m iem bros del sistem a fam iliar reconocen su part icipación dent ro del m ism o,
independientem ente del estátus legal de las uniones o de su convivencia bajo el m ismo
techo, elem ento que cobra im portancia, por ej em plo, dada la nueva legalidad chilena
respecto de m at rim onio civil a part ir del año 2004.
Será esta la definición que adoptará este t rabajo para entender el concepto de fam ilia
y sustentar las intervenciones terapéut icas que se presentarán m ás adelante.
Este concepto, adem ás, deja abierta la puerta al reconocim iento de la existencia de
diversas com posiciones fam iliares coexistentes en la actualidad. De esta m anera, en
1993 la Com isión Nacional de la Familia reconocía la existencia en Chile de los
siguientes m odelos de organización fam iliar:
A. )DPLOLD�1XFOHDU� integrada por una pareja adulta, con o sin hij os o por uno de los
m iem bros de la pareja y sus hij os.
i. Fam ilia nuclear sim ple: integrada por una parej a sin hij os.
ii. Fam ilia nuclear biparental: integrada por el padre y la m adre, con uno o
m ás hij os.
iii. Fam ilia nuclear m onoparental: integrada por uno de los padres y uno o m ás
hij os
B. )DPLOLD� H[WHQVD� integrada por una pareja o uno de sus m iem bros, con o sin
hij os, y por ot ros m iem bros que pueden ser parientes o no parientes.
i. Fam ilia extensa sim ple: integrada por una pareja sin hij os y por ot ros
m iem bros parientes o no parientes.
ii. Fam ilia extensa biparental: integrada por el padre y la m adre, con uno o
m ás hij os y ot ros parientes.
iii. Fam ilia extensa m onoparental: integrada por uno de los m iem bros de la
pareja, con uno o m ás hij os y ot ros parientes.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ��iv. Fam ilia extensa am plia (o fam ilia com puesta) : integrada por una pareja o
uno de los m iem bros de esta con uno o m ás hij os, y por ot ros m iem bros
parientes y no parientes.
(Com isión Nacional de la Fam ilia, 1993) .
La Com isión tam bién reconoce la existencia de una form a de organización fam iliar cada
vez m ás frecuente, dados los cam bios culturales y dem ográficos en nuest ro país: OD�IDPLOLD� UHFRQVWLWXLGD “que es aquella form ada por una pareja, con o sin hij os
com unes, que integra hij os de uniones conyugales anteriores, de uno o am bos
m iem bros de la pareja” (Com isión Nacional de la Fam ilia, 1993) .
En general, esta clasificación de los t ipos de fam ilia es planteada por la m ayoría de los
autores (p.e. Neira, 1998; CREDHO, 2004) y t iene para nuest ro país la ventaja de
reconocer los t ipos de fam ilias que se presentan en nuest ro m edio.
CREDHO(2004) agrega a la clasificación de la Comisión Nacional de la Familia el
concepto de )DPLOLD�GH�2ULJHQ que definen com o “la fam ilia de donde provienen los
cónyuges o convivientes que han form ado una nueva fam ilia”.
)XQFLRQHV�GH�OD�IDPLOLD��
Las diversas definiciones acerca de la fam ilia destacan que ella es depositaria de una
serie de funciones que las diversas sociedades o culturas le encargan de m anera casi
exclusiva. CREDHO (2004) , citando a Hidalgo y Carrasco (1999) y ot ros autores
plantea que la fam ilia cum ple básicam ente las siguientes funciones:
1. Sat isfacción de necesidades biológicas tendientes a la reproducción, crianza y
cuidado de los hij os, incluyendo las necesidades de alim entación, abrigo, descanso,
cuidado de la salud, etc.
2. Sat isfacción de necesidades psicológicas que generan una m at riz de experiencias
afect ivas y vinculares que van gestando la vivencia de pertenencia sobre la cual se
desarrolla la ident idad personal.
3. Funciones de socialización dado que las fam ilias son las principales t ransm isoras de
la cultura, ya que enseñan las creencias, valores, norm as y conductas deseables de
un grupo social. Asim ism o, a t ravés de esta función socializadora van m oldeando
los com portam ientos esperables según los roles, el género, el estátus social u ot ras
variables que asum en los individuos al vivir en sociedad.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ��4. Funciones económ icas, dado que las unidades fam iliares se const ituyen en un
sistem a de producción y adquisición de servicios y bienes para lograr la
subsistencia de sus integrantes.
5. Cum ple tam bién una función m ediadora con diferentes est ructuras sociales puesto
que relaciona a los integrantes de las fam ilias con ot ras unidades del sistem a
social.
(CREDHO, 2004) .
Consistentem ente con estas ideas, la Com isión Nacional de la Familia dist inguió, en su
inform e de 1993, cuat ro funciones básicas para la fam ilia:
1. /D�UHSURGXFFLyQ�HQ�VX�LQWHULRU� La función reproductora está acom pañada en la
especie hum ana del surgim iento de algún t ipo de afecto, que se const ituye a part ir
de la sat isfacción de los requerim ientos físicos y em ocionales necesarios en el
recién nacido para la const rucción del apego con la m adre u ot ra figura sust itut iva.
Esta relación prim aria es la que posibilita la parentalidad a lo largo de la crianza.
2. /D�WUDQVPLVLyQ�\�UHFUHDFLyQ�GH�OD�FXOWXUD� Se reconoce a la fam ilia la capacidad
de socializar valores u pautas de com portam iento en lo que se refiere a lo
cognit ivo, lo ét ico y lo estét ico. Este aprendizaje se da en el m arco de un encuent ro
intergeneracional y de género. La fam ilia no es una unidad hom ogénea, en ella
conviven m iem bros de dist intas edades y sexos, que t ienen ident idades propias y
j uegan roles diferentes. Por ello, la fam ilia es un espacio de encuent ro y de diálogo
(aún cuando estos puedan ser conflict ivos) , que define la m at riz básica que inicia el
proceso de t ransform ación de los individuos en seres sociales.
3. 8QD� IXQFLyQ� GH� LQWHUPHGLDFLyQ� HQWUH� OD� FXOWXUD� \� OD� VRFLHGDG� La fam ilia
m ant iene y proyecta la vida hum ana y se const ituye en una especie de interprete
de requerim ientos y aportes de las personas hacia la sociedad a la vez que de la
sociedad hacia ellas. La fam ilia sirve a sus m iem bros y a los de la sociedad dent ro
de la cual part icipa en la m edida que todos estos sirven a aquella. El aprender a
servir solidariam ente, con racionalidad y eficacia son factores clave del aprendizaje
de la vida que com ienza en fam ilia.
4. /D� IDPLOLD� FRPR�XQLGDG�HFRQyPLFD� La fam ilia contem poránea, aunque por lo
general ha dejado de ser una unidad product iva en el plano económ ico, m ant iene
su condición de unidad de consum o (a t ravés de la cual es posible el sustento de
las necesidades m ateriales del núcleo, com o la adquisición de bienes y productos,
preparación de alim entos, nut r ición, recreación, t raslado y apoyo perm anente a los
niños, et c.) y prestadora de servicios especialm ente vinculados a la form ación y
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ��desarrollo de las personas. Adem ás las fam ilias, con sus redes de apoyo y
solidaridad, desem peñan un rol fundam ental en la sobrevivencia de sus m iem bros.
En situaciones de dificultad económ ica t ienden a fortalecerse las redes de
solidaridad y cooperación int rafam iliar.
(Com isión Nacional de la Fam ilia, 1993) .
Neira (1998) , tom ando el aporte de varios autores propone, por su parte, las
siguientes funciones para la fam ilia:
(a) El establecim iento de lazos ent re los m iem bros de la pareja
(b) La procreación y las relaciones sexuales ent re los m iem bros de la parej a
( c) Dar a los niños un nom bre y un status
(d) El cuidado básico de los niños (y de los fam iliares)
(e) La Socialización y educación de los niños (y de sus padres)
( f) La protección de sus m iem bros
(g) Proveer cuidado afect ivo y recreación a los m iem bros de la fam ilia
(h) Proveer servicios y recursos a los m iem bros de la fam ilia
Resum iendo entonces, las diferentes definiciones de fam ilia reconocen com o elem entos
básicos el que la fam ilia se refiere a un grupo variable de personas que reconocen
lazos ent re sí, consanguíneos y/ o afect ivos, que se definen com o m iem bros de un
m ism o grupo fam iliar y que com parten funciones de intercam bio de afecto, protección
de sus m iem bros y socialización ( int roducción a las norm as y costum bres culturales)
de los niños.
�6LVWHPDV�\�VXEVLVWHPDV�DO�LQWHULRU�GH�OD�IDPLOLD��
Com o se verá m ás adelante en este texto, la fam ilia puede ser entendida com o un
sistem a, es decir com o "un conjunto de unidades, así como de relaciones entre esas
unidades y sus at ributos". Los sistem as, a su vez poseen lím ites (que define qué se
considera dent ro a fuera del m ism o) , una organización jerárquica o especializada ent re
sus com ponentes y sistem as de cont rol (que posibilitan que los sistem as se regulen y
eviten el colapso) .
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���
La aplicación de estos principios a la descripción de las fam ilias perm ite describir
subsistem as al interior de la fam ilia y t ipos de lím ites que los m ism os definen en la
interacción ent re sí.
CREDHO (2004) , citando a Fuhrm ann y Chadwick (1998) , describen la clásica
dist inción de subsistem as fam iliares, planteando que al interior de la fam ilia puede
dist inguirse:
• (O�VXEVLVWHPD�FRQ\XJDO, form ado por la parej a que da vida a un nuevo sistem a
fam iliar y que le im prim e su sello part icular al m ism o creando los principios
fundam entales que orientan a todo el sistem a fam iliar y que a su vez sost iene
dinámicas de interacciones específicas de sí m ism o, com o el intercam bio sexual,
por ejem plo.
• (O� VXEVLVWHPD� IUDWHUQR, conform ado por los herm anos, const ituye un
subsistem a de iguales, donde estos t ienen sus prim eras experiencias de vida en
térm inos de interactuar con personas de un m ism o nivel de autoridad.
• (O�VXEVLVWHPD�SDUHQWDO�R�SDWHUQRILOLDO, conform ado por los padres (o adultos
significat ivos) , se diferencia de los dos subsistem as anteriores porque presenta
una relat iva desigualdad y jerarquía que es la condición necesaria para que los
padres puedan im plem entar sus funciones de educación, crianza, orientación y
protección de los hij os.
Es im portante hacer la dist inción en relación a que los m iem bros del subsistem a
conyugal y el subsistem a parental resultan ser las m ism as personas, sin em bargo las
m ism as, al reconocerse com o parte de cada uno de estos subsistem as, interactúan
refir iéndose a los diferentes dom inios de existencia que im plican actuar com o padres o
com o pareja. Un frecuente m ot ivo de conflicto conyugal surge de no tom ar en cuenta
esta dist inción o confundir los dom inios en los que am bos cónyuges (o padres)
interactúan o perm it ir que uno de esos dom inios invada al ot ro.
Las interacciones ent re los subsistem as fam iliares determ inan y están determ inados
por los lím ites que ponen ent re sí. CREDHO (2004) , plantea que los lím ites de sistem as
y subsistem as están dados por pautas o reglas según las cuales los individuos
interactúan ent re sí. Estas pautas determ inan quién, cóm o y cuando se realiza una
determ inada acción. Siguiendo a Minuchin (1986) y Minuchin y Fishm an (1984) ,
plantea que la función de los lím ites es la de proteger la diferenciación y
funcionamiento del sistem a.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���Para que el funcionam iento fam iliar sea adecuado, los lím ites de los subsistem as deben
ser claros y discernibles para perm it ir les el desarrollo de sus funciones y tareas sin
interferencias indebidas, pero tam bién debe perm it ir el contacto ent re los m iem bros
del subsistem a y los ot ros (perm eabilidad) , haciendo que el subsistem a pueda recibir
la influencia de su entorno (ot ros subsistem as) . La claridad de los lím ites perm ite a los
m iem bros de la fam ilia saber a qué atenerse y cóm o conducirse, aportando seguridad
y predict ibilidad a la vida fam iliar (CREDHO, 2004) .
Los lím ites que son m ás o m enos perm eables, es decir, que perm iten algún grado de
influencia externa y que posibilitan que el subsistem a pueda responder a dem andas del
entorno sin perder su ident idad y autonomía relat iva, son los lím ites m ás funcionales y
deseables. Por el cont rario, si los lím ites son excesivam ente cerrados (UtJLGRV) el
subsistem a se aísla y no responde a las dem andas de su entorno, o si estos están
excesivam ente abiertos (GLIXVRV) el subsistem a pierde sus fronteras y se fusiona con
el contexto que lo rodea, perdiendo las funciones propias que desem peñaba antes de
ser absorbido (CREDHO, 2004) .
Un ejem plo de difusión de lím ites lo const ituye la “parentalización” de los hij os en la
que la frontera de las funciones parentales es débil y los hij os se sienten invitados a
part icipar en la “conducción” de la fam ilia al punto de com enzar a orientar a los
padres, produciéndose una inversión de los roles t radicionales y a una interacción
aglut inada. Por ot ro lado, una fam ilia con lím ites rígidos puede experim entar conflictos
en la línea de un entorpecim iento de la com unicación y de dificultad en el acceso al
apoyo m utuo, lo que puede llevar a una interacción desligada ent re los m iem bros de la
fam ilia.
Minuchin y Fishm an (1984) y Minuchin (1986) plantean tam bién que una de las
dim ensiones de la est ructura fam iliar es el poder al interior de la fam ilia, que definen
com o la influencia relat iva que cada m iem bro de la fam ilia t iene en el resultado de una
acción. Problem as en esta dim ensión pueden ser una función jerárquica débil, que se
presenta en fam ilias con lím ites difusos y am bientes poco est ructurados, exceso de
poder el algún m iem bro de la fam ilia que lim ita el potencial de desarrollo de los dem ás
m iem bros o una ausencia total de jerarquía que se presenta en fam ilias organizadas
caót icam ente en las que no se sabe con claridad quién tom a as decisiones fam iliares.
Ot ras precisiones respecto del cont rol en la organización de los sistem as fam iliares
serán profundizadas m ás adelante cuando exam inem os elem entos de la cibernét ica,
buscando explicaciones acerca de cóm o las fam ilias m ant ienen su organización y cóm o,
algunas veces, int roducen y m ant ienen síntom as en sus pat rones interaccionales.
���
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���&LFORV�9LWDOHV�)DPLOLDUHV��
Hasta ahora hem os revisado los elem entos que const ituyen la definición del concepto
de fam ilia, sus com ponentes y sus funciones. Sin em bargo, las fam ilias com parten con
el conjunto de los seres vivos el hecho de que se desarrollan, crecen y evolucionan.
La m ayoría de los autores que se refieren a este proceso fam iliar (p.e. Cibanal, 2004;
Vargas, 2004, CREDHO, 2004, Minuchin y Fishm an, 1984) adoptan la postura de
hom ologar los m om entos del desarrollo de la fam ilia con los m om entos del desarrollo
de los individuos siguiendo la idea de los estadios de desarrollo propuestos por
Erickson (1950) . De esta m anera se describe que la fam ilia pasa por diversos estadios
de desarrollo que están organizados, básicam ente en torno de las etapas y procesos
por los que at raviesan los hij os. La categorización m ás clásica de estos estadios
desarrollo fue aportada por Duvall (1957) quien dist ingue las siguientes etapas del
Ciclo Vital de la Familia:
�����)RUPDFLyQ�GH�SDUHMD�\�FRPLHQ]R�GH�OD�IDPLOLD��)DPLOLD�VLQ�KLMRV��Esta
etapa se refiere al establecim iento de un com prom iso perm anente ent re los
m iem bros de la pareja. Se definen est ilos de vida, rut inas e intereses. Se
const ruye una ident idad de pareja y fam iliar y se regulan las relaciones con las
respect ivas fam ilias de origen.
���� (WDSD� GH� FULDQ]D� LQLFLDO� GH� ORV� KLMRV�� Com ienza con el nacim iento del
prim er hij o. La tarea fundam ental de la fam ilia es darle espacio al niño en la
fam ilia. La pareja, redefine su m anera de com part ir responsabilidades, de
relacionarse sent im ental y sexualm ente. Cam bian las relaciones con las fam ilias
de origen de am bos m iem bros de la pareja parental al incorporar los cuidados e
intercam bio de afecto con el nuevo m iem bro de la fam ilia.
����)DPLOLD�FRQ�KLMRV�SUHHVFRODUHV��Esta etapa com ienza con la ent rada del
hij o m ayor al j ardín infant il. El niño desarrolla m ayor dom inio sobre su cuerpo y
com ienza a conocer y explorar su m edio am biente. Los padres deben perm it ir y
aceptar esta m ayor autonom ía y al m ism o t iem po proteger al niño de los
posibles peligros de ésta. Se pone énfasis en la enseñanza y aprendizaje de
norm as.
����)DPLOLD�FRQ�KLMRV�HVFRODUHV��Esta etapa com ienza con el ingreso del hij o
m ayor al colegio. Este se separa parcialm ente de la fam ilia para desarrollarse
en el ám bito escolar, lo que const ituye una “prueba” para la fam ilia porque el
m edio escolar y sus exigencias evalúa la eficiencia con la que los padres han
criado y socializado a su hij o. Aparecen ot ros significat ivos para el niño. Los
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���padres com ienzan a tener m ás t iem po libre lo que les perm ite retom ar sus
act ividades y t rabajos alternat ivos y la concent ración en la pareja.
����)DPLOLD�FRQ�KLMRV�DGROHVFHQWHV��Los hij os com ienzan a em anciparse. Las
reglas fam iliares pasan por una im portante tensión al requerir adaptarse a hij os
m ás autónom os.
����(WDSD�PHGLD�\�7HUPLQDO�GH�OD�)DPLOLD��Crisis por la separación definit iva
de los hij os, los cam bios biológicos, el envejecim iento, la jubilación. Aparece el
fenóm eno de nido vacío. Aparecen tam bién sent im ientos de soledad y tem or
frente a la m uerte. Puede haber viudez por m uerte de uno de los cónyuges.
Un aspecto en que los autores coinciden es que el desarrollo o crecim iento de la
fam ilia, es decir el paso de uno a ot ro de estos estadios de desarrollo, se da en saltos.
Entonces, la form a de la curva de desarrollo de una fam ilia intercala períodos breves
de intensa act ividad y cam bio, salpicada de períodos m ás prolongados de
norm alización y estabilidad (Steinglass y cols, 1993) . Esto quiere decir que las fam ilias
at raviesan por períodos de cam bio que const ituyen situaciones est resantes que
im plican crisis fam iliares. Los cam bios previsibles que se producen en el pasaje de una
etapa a ot ra en el t ranscurso del ciclo vital, así com o los cam bios im previsibles que se
suceden en la historia de una fam ilia son períodos de crisis fam iliar que requieren el
ajuste de su est ructura y organización para hacer frente a las nuevas dem andas. Toda
fam ilia pasa entonces por FULVLV� QRUPDWLYDV y FULVLV� QR� QRUPDWLYDV y am bas
pueden ser igualm ente est resantes y requerir ajustes igualm ente com plicados
(CREDHO, 2004) . Desde este punto de vista, m uchos autores (p.e. Minuchin y
Fishm an, 1984) consideran que la aparición de síntom as o patología en un m iem bro de
la fam ilia está asociada a dificultades que se presentan en el t ránsito de una etapa de
desarrollo fam iliar a ot ra, en la falta de readecuación de la organización y est ructura
fam iliar a las dem andas de la nueva etapa que em erge, estancándose en los m odos
habituales y conocidos de relacionarse. De este m odo, los síntom as pueden
conceptualizarse com o un intento ext rem o y fallido de superar la crisis y adecuarse a
la dem anda de la nueva etapa (CREDHO, 2004) .
Vargas (2004) ofrece los siguientes ejem plos de eventos norm at ivos y no norm at ivos:
EVENTOS NORMATIVOS
0DWULPRQLR�1DFLPLHQWR�GH�ORV�KLMRV���QLHWRV�(VFRODULGDG�$GROHVFHQFLD�
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���,QGHSHQGHQFLD�GH�ORV�KLMRV��$GXOWH]�MRYHQ�-XELODFLyQ�9HMH]�0XHUWH��
EVENTOS NO NORMATI VOS (ACCIDENTALES)
6HSDUDFLyQ���'LYRUFLR�(QIHUPHGDG���,QFDSDFLGDG�0XHUWH�SUHPDWXUD�0LJUDFLRQHV�&DPELRV�GH�HVWDWXV�VRFLR�HFRQyPLFR�&DWiVWURIHV�H[WHUQDV
Desde un punto de v ista un poco diferente y probablem ent e m ás propiam ente
sistém ico, Steinglass y colaboradores (1993) en su libro “La Fam ilia Alcohólica”
cuest ionan este t ipo de clasificaciones preguntándose si t iene sent ido clasificar todo el
proceso de desarrollo de una fam ilia basado en el desarrollo individual de algunos de
sus m iem bros ( lo que adem ás lleva a preguntarse en qué etapa del desarrollo se
encuent ra una fam ilia que t iene hij os de diferentes edades) o si sería razonable
esperar que las fam ilias, al igual que el resto de los seres vivos, evolucionaran desde el
nacim iento hasta la m uerte, t ratándose a un sistem a, com o la fam ilia, en el que si se
observa su línea histór ica de descendencia no se puede ident ificar con claridad un
m om ento en que esa fam ilia m uera.
Desde su punto de vista, Steinglass y colaboradores (1993) proponen un esquem a del
desarrollo por el que at raviesa la “Unidad” fam ilia com o un todo. En este sent ido,
explican que en una línea am plia de t iem po, el desarrollo de la fam ilia se da en form a
cont inua superponiendo el desarrollo de una nueva generación (período de expansión)
con el deterioro de la ant igua generación, en procesos breves, pero intensos, pasando
por períodos largos de consolidación.
Según estos autores todas las fam ilias, independientem ente de sus característ icas
idiosincrát icas part iculares, t ienen que hacer frente a t res problem as fundam entales en
el curso de su desarrollo:
1.- Todas las fam ilias deben definir sus lím ites exteriores e interiores. Cada fam ilia
t iene que delim itar dónde term inan sus lím ites naturales y cóm o se const ruirá su
est ructura interna, es decir, discrim inar aquellas personas que están en la fam ilia de
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���aquellas que no están, así com o la m odificación de las relaciones ent re los subsistem as
a m edida que cam bia el elenco de personaj es (por adición, por ej em plo nacim iento de
los hij os o por sust racción, por ejem plo m uerte de un m iem bro) y la edad de los
m iem bros de la fam ilia.
2.- Todas las fam ilias t ienen que elegir una cant idad lim itada de grandes tem as de
desarrollo. Estos tem as son las zonas prioritarias con las que se com prom ete la fam ilia.
A su vez, estos tem as se convierten en organizadores de la conducta dent ro de la
fam ilia. La fam ilia elegirá cuales son los grandes tem as que la m ovilizarán, ¿se
m ovilizará, por ejem plo para alcanzar la fam a o la riqueza, o la felicidad o el t rabajo
duro, etc.?.
3.- Por últ im o, a la larga todas las fam ilias t ienen que desarrollar una serie de valores
y concepciones com part idas, no sólo respecto del m undo en el cual viven, sino tam bién
acerca del t ipo de fam ilia que son. Este sent im iento com part ido de la fam ilia es una
característ ica denom inada Ident idad Familiar.
Siguiendo esta línea de pensam iento, Steinglass y colaboradores (1993) proponen las
siguientes t res etapas por las que las fam ilias pasan en su desarrollo:
���� 3ULPHUD� IDVH� Establecim iento de lím ites y form ación de la ident idad
fam iliar.
La fam ilia que se funda debe establecer est ructura y una ident idad com o
sistem a independiente. La pregunta clave de esta etapa es ¿Qué hacer con las
fam ilias de origen?, cóm o resolver la presión que am bas fam ilias de origen
ejercen para definir cóm o se hacen las cosas o qué es m ás im portante para los
m iem bros de la fam ilia.
Resulta interesante destacar que para Steinglass y colaboradores (1993) el
concepto de fam ilia de origen se refiere literalm ente a aquellas fam ilias de las
que provienen los m iem bros de la pareja que form an una fam ilia. Así, si la
pareja proviene de ot ros m at rim onios previos, será en relación a esa fam ilia
anterior ( la form ada en el m at rim onio previo) y a la ident idad de aquella,
fam ilia que se deberán negociar los elem entos que com pondrán la ident idad de
la fam ilia en reciente form ación.
�����
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas �������)DVH�LQWHUPHGLD� Com prom iso y estabilidad.
Esta es la etapa m ás larga de todas y abarca la m ayor parte de lo que se
ent iende por vida fam iliar propiam ente tal. Se caracteriza por el surgim iento de
t res característ icas:
• La prim era es el com prom iso con una cant idad lim itada de tem as
cent rales para la fam ilia ( los grandes tem as que m ovilizarán a la fam ilia
com o se vio m ás arriba) .
• La segunda es el com prom iso con un grupo de reglas estables y
coherentes respecto de la conducta al interior de la fam ilia, qué es lo
aceptado y qué no a su interior ( lím ites para la conducta) .
• La tercera característ ica es el surgim iento de una serie de pat rones
conductuales, repet it ivos y m uy est ructurados para la organización de
las rut inas cot idianas de la fam ilia, de los acontecim ientos especiales
( feriados, vacaciones, f iestas, etc.) y est rategias para la solución de
problem as de la vida diaria.
����/D�~OWLPD�IDVH� aclaración y legado.
En esta etapa surgen pérdidas (abuelos fallecen, hij os se van de la casa) y
surgen nuevas adquisiciones en las fam ilias (nuevos m iem bros y nuevas ideas,
por ejem plo esposos de los hij os) . Frente a las tensiones que provoca este
cam bio en el elenco fam iliar la principal tarea de la fam ilia es ent regar su
legado a la siguiente generación, “una especie de cápsula del t iem po en la cual
la fam ilia coloca los elem entos que, en la form a m ás condensada, com unica a
las generaciones futuras la esencia de la fam ilia actual”, por ejem plo r itos
respecto de las fiestas o respeto de ciertas t radiciones fam iliares.
Los elem entos expuestos hasta este punto perm iten com prender que las fam ilias se
const ituyen com o sistem as dinámicos expuestos a variados procesos de tensión y
cam bio, uno de los cuales surge desde su propia evolución com o sistem a y se organiza
en torno a ciclos de desarrollo.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���$OJXQDV�FDUDFWHUtVWLFDV�GH�ODV�IDPLOLDV�FRQWHPSRUiQHDV�FKLOHQDV��
Com o se ha visto hasta aquí, las fam ilias pueden presentar una am plia variabilidad
respecto de su conform ación com o tal o de la etapa evolut iva en la que se encuent ra.
Conviene en este punto dar una breve m irada a la realidad de las fam ilias en el chile
contem poráneo.
Al respecto, CREDHO (2004) hace una interesante revisión acerca de datos arrojados
por el CENSO del año 2002, los que con relación al tem a de las característ icas de las
fam ilias contem poráneas chilenas m uest ra que la m ayoría de la población vive en
fam ilia, siendo las de t ipo nuclear las m ás frecuentes, desplazando a las extendidas.
Las fam ilias nucleares son de preferencia biparentales, con una m adre y un padre a
cargo del hogar. Sin em bargo se observa un aum ento del núm ero de las fam ilias
m onoparentales, j unto con las fam ilias reconst ituidas.
El 17% de las parejas de fam ilias nucleares se declaran convivientes, siendo estas
uniones m ás frecuentes ent re jóvenes.
El m odelo de una fam ilia nuclear biparental, unida legalm ente, con la expectat iva de
am bos cónyuges de que su unión dure toda la vida y donde el hom bre es su principal
proveedor no supera el 35% de las uniones en Chile.
El índice de separación m at rim onial alcanzaba en 1994 al 20% anual, cifra que
aum enta levem ente cada año.
Estos escuetos datos m uest ran algunos elem entos de la realidad en relación a la
est ructura de las fam ilias en Chile y perm iten sustentar la idea de que las fam ilias
presentan organizaciones variadas y com plejas, por lo que todo profesional o técnico
que intervenga en un t rabajo terapéut ico con las m ism as debe tener en cuenta esta
variabilidad antes de em it ir un juicio respecto de la “norm alidad” de una determ inada
fam ilia. Debe tam bién tener en cuenta la propia definición que la fam ilia hace de sí
m ism a, así com o tam bién el período evolut ivo en el que la fam ilia se encuent ra al
planificar las intervenciones terapéut icas que propondrá.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���&DStWXOR����
/DV�%DVHV�7HyULFDV�GH�OD�,QWHUYHQFLyQ�)DPLOLDU��
La historia del desarrollo del Enfoque Sistém ico y la Terapia Fam iliar desde sus
orígenes, a m ediados del siglo XX, hasta nuest ros días representa una historia
apasionante respecto del rom pim iento de viejos paradigm as, y de las cont r ibuciones de
variadas disciplinas com o la biología, la psicología, la psiquiat ría, la ant ropología, la
física, la epistem ología, la m atem át ica, la lógica y la ingeniería al entendim iento del
com portam iento hum ano. Una revisión acabada de estos elem entos excede toda la
capacidad y el espacio disponible de este t rabajo, por lo que se presentará una síntesis
apretada y una selección part icular de los conceptos m ás relevantes que sustentarán el
t rabajo con fam ilias con un m iem bro adicto a sustancias.
Se espera que con el desarrollo de este capítulo los profesionales y técnicos obtengan
los conocim ientos conceptuales básicos que les perm itan entender cóm o las fam ilias
m ant ienen (y a veces originan) sus problem as, com o ellas cont r ibuyen a superarlos y
cuales son los aportes que el terapeuta puede hacer para ayudar a una fam ilia a salir
de los ent ram pes que la llevan a consultar. Los elem entos clínicos concretos que
const ituyen la I ntervención Fam iliar con fam ilias con un m iem bro con problem as de
drogas se presentarán en la segunda parte de este t rabajo.
A aquellos interesados en profundizar en la historia del enfoque sistém ico y sus
im plicancias en la terapia fam iliar se les recom ienda la revisión de los t rabajos de
Guerin (1978) , Barrientos y cols (1993) , Jutorán (1994) y Kunstmann y cols. (2003) . ��7HRUtD�*HQHUDO�GH�6LVWHPDV�\�&LEHUQpWLFD�GH�3ULPHU�2UGHQ��/RV�RUtJHQHV�GH�OD�7HUDSLD�)DPLOLDU��
A m ediados del siglo XX surge en Estados Unidos la preocupación por am pliar la
m irada de la patología m ental hacia elem entos contextuales, com o una respuesta a las
lim itaciones terapéut icas existentes en la época frente a graves patologías m entales
com o la esquizofrenia. Surgen en los años 1950 explicaciones que proponen una
et iología com unicacional y fam iliar de la esquizofrenia (Bateson, 1972) , así com o
explicaciones acerca de la generación y m antención de síntom as dependiendo de las
conductas ent re las personas, de su form a de com unicarse y de la form a en que
intentaban solucionar sus problem as (p.e. Watzlawick y cols., 1983, Watzlawick y
cols., 1986) . A la base de estas propuestas estaba toda una conceptualización surgida
originalm ente de los aportes hechos por la Teoría General de Sistem as y la Cibernét ica
que a la larga term inaría por conocerse com o Enfoque sistém ico en psiquiat ría,
psicología y psicoterapia.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���
La Teoría General de Sistem as (TGS)surge a part ir de los desarrollos del biólogo Ludwig
von Bertalanffy, que había intentado desde 1930 descubrir leyes generales de los
sistemas, independiente de su encarnación.
La TGS surgió como tal en 1945 (von Bertalanffy, 1976) y los primeros planteamientos
fueron el intento de dar una aproximación integradora de los problemas biológicos y
promover un lenguaje común en las ciencias (Pakman, 1989) . Comienza con cuest ionar
la forma habitual de comprender los fenómenos, es decir buscar causas y encontrar
explicaciones dividiendo la realidad en partes.
La TGS se propone integrar las partes hasta alcanzar una construcción teórica única,
tomando en cuenta su contexto. A part ir de esto surge el planteamiento de que ningún
fenómeno puede ser entendido aisladamente, que los elementos forman una totalidad
que es mayor que la suma de sus partes. Esto se ha denominado noción de 7RWDOLGDG.
En este período se ut ilizan conceptos tales como sistema abierto, organización (en el cual
se incluye la noción de totalidad, lím ite y jerarquía) y control (que incluye la noción de
homeostasis, ret roalimentación posit iva y negat iva) .
Por 6LVWHPD la TGS ent iende que es "un conjunto de objetos o unidades, así como de
relaciones entre los objetos y sus at ributos" (von Bertalanffy, 1976) .
Por /tPLWH entendemos aquella región que separa a un sistema de ot ro. Los lím ites son
las reglas que definen quién y cómo part icipa dentro de un sistema, es decir definen las
reglas de pertenencia (von Bertalanffy, 1976) .
Otro concepto importante es el de -HUDUTXtD, el cual caracteriza a los sistemas. Los
elementos que forman parte de un sistema, siempre se organizan de manera jerárquica,
la cual depende de la situación a la que se enfrenta este sistema y la función que va a
cumplir (von Bertalanffy, 1976) .
Al entendimiento de que los sucesos están relacionados en circunstancias determ inadas
en forma circular se le denomina 5HWURDOLPHQWDFLyQ (von Bertalanffy, 1976) . Este
últ imo concepto se relacionó con los desarrollos de Wiener (1954, 1967) en el campo de
la Cibernét ica nombre que se le dio a la naciente “ciencia del control y la comunicación en
el anima y la máquina”.
Para Wiener (1954, 1967) el mecanismo de control “en el animal y la máquina” es,
precisamente la ret roalimentación o )HHGEDFN� que describió como� "un método para
controlar un sistema reint roduciéndole los resultados de su desempeño en el pasado".
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���Wiener (1954, 1967) dist inguió entre el IHHGEDFN�QHJDWLYR, que es aquel que controla
al sistema reint roduciendo la información que genera de modo de mantener la conducta
del sistema dentro de determ inados parámetros (como en un termostato que agrega frío
o calor para mantener luego de la lectura de la temperatura, para mantener una
temperatura constante dentro de un cierto rango) y el IHHGEDFN�SRVLWLYR que es aquel
que al reit roducir la información generada por el sistema genera una desviación
progresiva que termina por desbocar al sistema en una espiral de cambio que lleva
incluso a la destrucción del mismo (como ocurre, por ejemplo, en procesos sociales
complejos en los que los sucesivos eventos parecen ir agrandando la crisis hasta que
term inan por generar cambios drást icos en el estado) .
Una de las primeras consecuencias de asumir esta forma de pensar fue pasar desde una
noción de causalidad lineal a una de FDXVDOLGDG� FLUFXODU (Keeney, 1987) , donde un
evento A ya no se ve como causa de uno B sino como causa y efecto de B.
&RQVHFXHQFLDV�&OtQLFDV�GH�OD�7*6�\�OD�&LEHUQpWLFD���
El cam po de la Terapia Fam iliar desarrolló a part ir de estos elem entos una m uy rica y
variada gam a de conceptos acerca del origen y m antención de síntom as y problem as
dent ro de las fam ilias. En este período, el desarrollo de estos conceptos se concent ró
en la ideas acerca de las regulaciones generadas en las conductas HQWUH las personas
con un punto de vista de FDXVDOLGDG�FLUFXODU. De esta m anera, FRPLHQ]D�D�WUDWDUVH�D� OD� IDPLOLD� FRPR� XQ� VLVWHPD, advirt iéndose que el concepto de fam ilia sat isface
todos los aspectos form ales de la definición de sistem a ent regada por le TGS y la
cibernét ica, en la cual los “objetos” del sistem a se refieren a los m iem bros de la
fam ilia, sus interacciones a sus conductas e intercam bio com unicat ivo y sus at r ibutos a
las característ icas de cada uno de los part icipantes del sistem a fam iliar y las
regulaciones m utuas, donde la conducta de un m iem bro es causa y efecto de la del
resto y donde, por lo tanto, todos son interdependientes ent re sí ( I TF, 1991)
Tom ando las proposiciones acerca de la ret roalim entación o feedback provistas por la
Cibernét ica, Jackson (1957) , usando una m etáfora tom ada de la fisiología, int rodujo el
concepto +RPHRVWDVLV� )DPLOLDU para designar una serie de “m ecanism os”
conductuales que las fam ilias ponen en m archa cuando la vida fam iliar es tensionada
por presiones internas o externas y que cont r ibuyen a poner a la fam ilia nuevam ente
en su estado de equilibrio. Esto significa que cada vez que las fam ilias se encuent ran
en situaciones com plejas o am enazantes generan conductas concretas que reducen la
tensión y cont r ibuyen a m antener el equilibrio fam iliar. Se usa en este punto la idea de
feedback, tom ada de la cibernét ica, que plantea que la fam ilia reint roduce inform ación
originada en su com portam iento de m odo de regular el conjunto de su conducta dent ro
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���de m árgenes aceptables, del m ism o m odo que un term ostato agrega aire caliente o
frío en un sistem a de calefacción con el objet ivo de m antener la tem peratura de una
sala dent ro de m árgenes establecidos.
Esta idea de la fam ilia com o un sistem a dinám ico que autorregula su equilibrio por
m edio de sus propias conductas resultó básica en la concepción acerca del rol que
cum plen los síntom as en el sistem a fam iliar. Para el enfoque sistém ico un síntom a es
considerado com o un mensaje comunicacional que se observa en un miembro (el
paciente índice) y que es función de toda la familia. El síntoma es la única posibilidad de
reacción de un sistema cuando por algún motivo su patrón interaccional se rigidiza y no
puede encontrar salidas o adaptaciones a la nueva situación que vive. Lo esencial,
entonces, es el SDUD� TXp del síntoma. El mismo cumple una función protectora del
sistema: la familia se organiza en torno al síntoma y no al rededor de la etapa que vive,
por lo tanto, la "protege" de una situación difícil, ayudando de esta manera a mantener la
homeostasis familiar (Bodin, 1982) . El ejem plo m ás clásico de esta dinámica es la
concent ración de la atención sobre los síntom as de un hij o en el contexto de una
fam ilia en que los ladres están pasando por un m om ento de dificultad, que se percibe
com o una am enaza para la estabilidad fam iliar. El síntom a del hij o en este caso parece
aliviar las tensiones y devolver a la fam ilia a una dinámica m enos tensionante.
Ot ro ejem plo de la funcionalidad del síntoma se puede observar en la descripción
sistém ica de los intentos de suicidio, lo que parecen estar relacionados con una falta de
claridad respecto de los roles e intercam bio com unicacional y afect ivo ent re los
m iem bros de la fam ilia. Una vez generado el intento suicida, la fam ilia en su conjunto
parece reordenarse y definir con claridad cuales son los roles de sus m iem bros y
cuales son los intercam bios com unicacionales y em ocionales correspondientes,
situación que se m ant iene por un t iem po hasta que la fam ilia com ienza a retom ar poco
a poco su funcionam iento t radicional de confusión de roles (a m enos que cam bie la
organización de la fam ilia) , lo que prepara el cam ino para un nuevo intento de suicidio
de uno de sus m iem bros, que a su vez generará un nuevo período de ordenam iento
fam iliar (Kunstm ann, 1995) .
Com o verem os m ás adelante, esta descripción de la funcionalidad del síntom a y la
hom eostasis fam iliar será de gran ut ilidad al exam inar la part icipación de la fam ilia en
la m antención del com portam iento adict ivo.
Consistentem ente con estas ideas, Sluzki (1983) describe que las fam ilias m ant ienen
los com portam ientos sintom át icos de uno sus m iem bros a t ravés de lo que denom ina
com o 3DWURQHV�,QWHUDFFLRQDOHV�0DQWHQHGRUHV�GH�6tQWRPDV, que son una serie de
com portam ientos repet it ivos que las fam ilias ejecutan y dent ro de los cuales están
sostenidos los com portam ientos sintom át icos. En la experiencia clínica resum ida en su
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���t rabajo de 1983, Sluzki m uest ra cóm o, al bloquear estos pat rones interaccionales, el
com portam iento sintom át ico desaparece.
El ejem plo ent regado en su t rabajo alude a una fam ilia que consulta en un servicio de
psiquiat ría, derivados por el neurólogo, a raíz de las frecuentes cefaleas que
presentaba el hij o de 9 años. En la ent revista clínica se logró determ inar que cada vez
que el hij o presentaba cefalea solicitaba la ayuda de la m adre, una m ujer descrita
com o m uy invasiva en la vida de su hij o y quien tam bién sufría de frecuentes cefaleas.
Se logró determ inar tam bién la existencia de ot ro síntom a en el hij o hasta el m om ento
desconocido, tanto para el equipo terapéut ico com o para la m adre: sangrado de
narices, que si bien no era tan frecuente com o la cefalea se repet ía con cierta
periodicidad. Cada vez que aparecía este síntom a, el niño acudía en busca de ayuda
donde su padre, un hom bre de edad avanzada que tam bién sufría de esporádicos
episodios de sangrado de narices desde hacía algunos años com o secuela de un
accidente en m otocicleta. En la sesión, el terapeuta felicita la sabiduría del niño al
elegir a los “expertos” en sus síntom as para solicitar ayuda, pero propone hacer un
cam bio: en el t ranscurso de t iem po hasta la siguiente sesión cada vez que tuviera
cefalea debería pedir ayuda al padre y cada vez que tuviera sangrado de nariz debería
acudir a la m adre. La fam ilia aceptó esta sugerencia y a la siguiente sesión reportó que
no se habían presentado episodios de cefaleas ni sangrado de nariz. De esta m anera se
bloquearon los pat rones interaccionales que incluían al síntom a y el m ism o
desapareció.
Hasta este punto, la concepción sistém ica aludía a elem entos conductuales basados en
la interacción de los m iem bros de un sistem a. Si se observa bien, una consideración
básica de este abordaje radica en el hecho de que la conducta de los sistem as
fam iliares, y en general la conducta de las personas, parece tener una tendencia a la
repet ición (de hecho, el propio concepto de pat rones interaccionales se refiere a t ipos
de conductas que se m ant ienen repet idas en el t iem po) , pero ¿de qué clase de
repet ición de conductas se t rata?
Algunos años antes de la publicación de estas ideas de Sluzki, Watzlawick y su equipo
de colaboradores habían hecho un descubrim iento notable respecto de cóm o las
personas enfrentan sus problem as (Watzlawick y cols., 1986) . Lo que ellos hicieron fue
invest igar sobre cuales eran las característ icas de los intentos de solución que las
personas daban a sus problem as antes de consultar con un especialista y descubrieron
que aquellas personas que no lograban solucionar sus problem as establecían una
est rategia de solución inquietante: inadvert idam ente reiteraban una y ot ra vez la
ut ilización del m ism o t ipo de solución, es decir, hacían “m ás de lo m ism o”. La prem isa,
entonces, era bastante lógica, si una solución intentada no resuelve el problem a, la
reiteración de la m ism a solución no aportará nada nuevo y, aún m ás, si ya se
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���dem ost ró que una un t ipo de solución no es exitoso los nuevos intentos sobre la m ism a
solución tam poco lo serán, dejando al problem a crónicam ente sin solución. El
descubrim iento de esta form a de aproxim arse a la solución de los problem as determ inó
que Watzlawick y sus colaboradores plantearan que el verdadero problem a de las
personas que venían a consultar no era el problem a original por el que consultaban,
sino la solución intentada, o m ej or dicho, la insistencia en el uso de una solución que
no resuelve el problem a.
Un ejem plo de este t ipo de abordaje para la solución de un problem a es el t ípico caso
de una m adre que consulta por problem as conductuales de su hij o y que describe al
terapeuta que no sabe qué hacer porque “ya lo ha intentado todo”. En el exam en
detallado de la conducta de la m adre por hacer que su hij o se com porte m ejor, se
descubre que la est rategia de la m adre es cast igar al hij o, cada vez que este se
com porta de una m anera que a la m adre le parece inapropiada, quitándole algo que
para el chico es valioso, sin em bargo, esto no logra hacer que el hij o m ejore su
conducta. La m adre entonces, intenta m odificar la conducta de su hij o quitándole el
televisor, la m esada, la pelota, etc. hasta que llega a un punto en que no sabe qué
m ás quitarle llegando a la percepción de que ha intentado todo y nada resuelva su
problem a. Si se observa con atención, lo que la m adre ha hecho es generar una
variada gam a de soluciones que pertenecen, todas ellas, a la m ism a clase de
soluciones, que en este caso es la clase de solución que no resuelve el problem a
(quitarle algo al hij o) .
A estas soluciones que parecen ser cam bios, pero que en realidad pertenecen a la
clase de soluciones no exitosas que no cam bian nada (o no resuelven el problem a) ,
Watzlawick y cols. (1986) las denom inaron &DPELR��, es decir t ipos de cam bio que no
generan un cam bio en el problem a, sino ot ro m iem bro de la clase de soluciones no
exitosas, com o, en nuest ro ejem plo, quitar la pelota, o quitar el televisor, o quitar la
m esada, donde aparentem ente se hacen cosas diferentes porque se quitan cosas
diferentes, pero no se resuelve el problem a porque la est rategia en sí m ism a de
“Quitar Cosas” ha probado ser ineficaz.
Watzlawick y cols. (1986) , se dieron cuenta adem ás que exist ía ot ra clase de
soluciones que sí resolvían los problem as de las personas, estas eran soluciones que
no reiteraban sobre la m ism a clase de soluciones no exitosas, sino que usaban
est rategias pertenecientes a una clase diferente de soluciones. Fue lo que ellos
denom inaron com o &DPELR��, es decir, un t ipo de cam bio que m odifica la regla con
que se viene actuando hasta el m om ento, proveyendo soluciones que ya no
pertenecen a la clase de soluciones no exitosas. Un cam bio 2 en nuest ro ej em plo, sería
m odificar el am biente del m uchacho para que se concent rara m ejor en sus tareas o
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���consultar a un especialista, es decir, t ipos de soluciones que no reiteran en la regla de
“cast igarlo quitándole las cosas que le gustan”.
Una recom endación relat ivam ente obvia surgía a part ir de estas dist inciones.
Watzlawick y cols. (1986) sugieren preguntar a los pacientes acerca de cuales son las
soluciones que ellos han intentado con anterioridad a la consulta, ya que si alguna de
ellas hubiera sido exitosa, seguram ente el paciente o la fam ilia no habría consultado.
De esta m anera, el terapeuta se asegura de no proponer a la fam ilia soluciones que ya
han sido probadas com o no exitosas y aum enta la posibilidad de encont rar soluciones
que generen Cam bio 2.
Recapitulando sobre lo dicho hasta este punto respecto del enfoque sistém ico puede
plantearse que:
1. La fam ilia puede ser conceptualizada com o un sistem a y por lo tanto estudiada
en sí m ism a com o una unidad y no com o un agregado de individuos (en este
sent ido hay que recordar que “el todo es m ás que la sum a de sus partes”) .
2. El sistem a fam ilia establece pat rones de com portam iento repet it ivos y se regula
a sí m ism a reint roduciendo los resultados de su com portam iento previo
generando m odificaciones en su com portam iento para no sobrepasar los lím ites
aceptados de com portam iento en su inter ior (hom eostasis fam iliar) , la
causalidad es circular, la conducta de uno de los m iem bros es causa y efecto de
la de los ot ros y todos los m iem bros son interdependientes ent re sí. Esto
tam bién quiere decir que HO� FDPELR� LQLFLDGR� HQ� XQ�PLHPEUR�GHO� VLVWHPD�GHVHPERFD�HQ�FDPELRV�TXH�DIHFWDQ�D�OD�WRWDOLGDG�GHO�VLVWHPD.
3. Los síntom as en un sistem a fam iliar, pueden ser entendidos com o m ensajes
com unicacionales que buscan proteger a la fam ilia aportando, de esta m anera,
a la m antención de la hom eostasis fam iliar.
4. Los síntom as form an parte o están ínt im amente relacionados, con Pat rones
Interaccionales Mantenedores, los que al ser m odificados pueden hacer
desaparecer al propio síntom a.
5. Los sistem as fam iliares o las personas establecen una regularidad en la form a
en que intentan solucionar sus problem as insist iendo m uchas veces en
soluciones que pertenecen a una clase que no resuelve el problem a,
desatándose un juego sin fin o una reiteración del t ipo “m ás de lo m ism o”. Es
conveniente preguntar a las fam ilias respecto de las soluciones intentadas
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���previam ente, para poder const ruir alternat ivas diferentes que propicien
Cam bio 2.
&LEHUQpWLFD�GH�6HJXQGR�2UGHQ��/D�LUUXSFLyQ�GHO�2EVHUYDGRU�HQ�ORV�VLVWHPDV��
Los teóricos del enfoque sistém ico dieron un salto de gran im portancia al exam inar con
detención los alcances de las ideas respecto de la ret roalim entación. En 1968 Margaret
Mead propuso el térm ino “Cibernét ica de la Cibernét ica” (Mead, 1968) que luego, en
1973, von Foerster rebaut izó com o “Cibernét ica de Segundo Orden” o “Cibernét ica de
los Sistem as Observantes” (von Foerster, 1973) . ¿A qué se refería este salto
conceptual?
La cibernét ica de primer orden exam inaba cóm o un sistem a era capaz de regularse
reint roduciendo inform ación respecto de su propia conducta. Ahora bien, si eso era
posible, tam bién lo era que el com portam iento total del sistem a afectara a ot ros
elem entos de su entorno y a su vez fuera afectado por ellos, de esta m anera, a un
prim er nivel el sistem a se regulaba (cibernét ica) y a un segundo nivel su propia
regulación era regulada por ot ros elem entos del entorno (cibernét ica de la cibernét ica) .
De esta m anera se int roducía la idea de niveles de recursividad (Keeney, 1987) en la
que los sistemas son regulados y en el contacto con el medio se genera una “regulación
de la regulación” y una “regulación de la regulación de la regulación” a medida que se
agregan más actores, y así hasta llegar a un punto tal en que se incluyen todas las
“regulaciones de las regulaciones” existentes y ya no es posible ident ificar un nivel
superior de variables que influyen en la regulación del sistem a. Cuando se llega a este
punto se plantea que los sistem as adquieren autonom ía, o son sistem as autónom os
(Keeney, 1987) , en el sent ido de que ya no es posible ident ificar una variable externa
al sistem a que influya sobre su proceso de regulación.
Lo relevante de este hallazgo fue que los teóricos que t rabajaban en este cam po
advirt ieron que el propio observador, era “regulado” por las regulaciones del sistem a,
incluyéndose dent ro de los niveles de recursividad que abarcan, entonces, tanto al
sistem a que se observa com o al observador. Esto quiere decir que el observador se ve
afectado por el com portam iento del sistem a, así com o el sistem a se afecta por el
com portam iento del observador. De esta m anera, el observador part icipa de la
observación con lo que ya no puede pretender ser un observador “objet ivo” de una
realidad “allá afuera”, sino que está ínt im am ente involucrado en lo que observa. Esto
lleva a Keeney (1987) a plantear que “lo que el observador dice observar en realidad
habla m ás del observador que de lo observado”. Es en este sent ido que von Foerster
(1973) plantea que con la cibernét ica de segundo orden (cibernét ica de la cibernét ica)
se pasó desde la noción de “sistem as observados” a la de “sistem as observantes”.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���Estas dist inciones literalm ente voltearon de cabeza al enfoque sistém ico haciéndole
incluir lo que los teóricos denom inaron un “cam bio epistem ológico”, es decir una
m odificación en la concepción acerca de cóm o los seres vivos perciben la realidad: si el
observador part icipa de lo que observa, entonces no es un observador “obj et ivo”, no
puede tener un acceso “objet ivo” a la realidad, si no que part icipa en la const rucción
de la m ism a (von Glasersfeld, 1984) .
Esta nueva m anera de concebir la form a en que los seres vivos conocen o perciben
generó la necesidad de que el enfoque sistém ico incluyera teorías respecto de este
fenóm eno, es decir, teorías del conocim iento. Lo que a m ediados del siglo XX había
surgido com o una preocupación acerca de cóm o los com ponentes de los sistem as
interactúan ent re sí y cóm o se regulaban, ahora se t ransform aba en una preocupación
acerca de cóm o los seres vivos “conocen, piensan y deciden” (Bateson, 1972) .
En general se reconoce que son t res las teorías del conocim iento incluidas en el
enfoque sistém ico a raíz de este cam bio epistem ológico (Barrientos y cols, 1993) :
1. La Teoría del Const ruct ivism o Radical.
2. La Teoría del Const ruccionism o Social.
3. La Teoría Biológica del Conocim iento.
No es la intención de este t rabajo profundizar en el desarrollo de estas ideas, sin
em bargo, sí interesa saber cuales fueron las im plicancias de las m ism as en el operar
terapéut ico. Para los objet ivos del presente t rabajo se presentarán los principios
fundam entales respecto de la generación, m antención y solución de problem as desde
esta nueva “ópt ica epistem ológica” incluidos ( j unto con los elem entos de cibernét ica de
prim er orden revisados m ás arriba) en la fundam entación teórica de la I ntervención
Fam iliar que se describirá en la segunda parte de este t rabajo:
1.- Los sistem as que consultan lo hacen basados en una preocupación o una alarm a
específica respecto de uno o m ás de sus m iem bros. Ahora bien, si los seres
hum anos part icipam os de la const rucción de la realidad (von Glasersfeld, 1984,
Maturana y Varela, 1981, Maturana, 1991) , las alarmas que llevan a las personas
a consultar son también construidas por ellas en base a sus percepciones, y
específicamente, a las explicaciones que se dan para sus problemas.
2.- Las preocupaciones o síntomas forman parte de una red de conversaciones
repet idas que fijan posiciones rígidas entre los miembros del sistema. El sistema
es ahora concebido como un sistema de conversaciones en torno de un problema
(Kunstmann y cols. 2003) .
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���3.- Las conversaciones pueden ser definidas como intercambio comunicacional, lo que
para el enfoque sistémico significa interacción de la conducta de los miembros de
un sistema (Kunstmann y cols. 2003; Maturana, 1991) . En ot ras palabras, un
sistema rigidizado en una conversación en torno de un problema es un sistema
que repite sus patrones interaccionales en forma cont inua, reduciendo su
flexibilidad para buscar soluciones alternat ivas a su problema.
4.- Las conversaciones generan y son generadas por emociones. A su vez, las
emociones presentes en un sistema rest ringen las posibilidades conductuales del
mismo, en el sent ido de hacer posible sólo la conducta que es coherente con la
emoción que está presente en el momento específico (Kunstmann y cols. 2003;
Maturana, 1991) . Así por ejemplo, si una familia está pasando por un período de
gran angust ia debido a la enfermedad grave de un hijo, es altamente improbable
que se comporten de un modo que no sea compatible con esa angust ia, por
ejemplo, será difícil que organicen una fiesta en la que todos estén en act itud
despreocupada. Desde este punto de vista, es la emoción la que rest ringe las
posibilidades de actuación de un sistema. Ahora bien, si el sistema logra generar
ot ra conversación, es decir, actuar de ot ra manera, eso posibilitaría generar un
cambio en la emoción. Visto desde el punto de vista contrario, si se logra generar
un cambio en la emoción también se generará un cambio en la conversación del
sistema, es decir, un cambio en sus patrones interaccionales.
5.- De este m odo, la WHUDSLD�VH�SURSRQH�HQWUHJDU�H[SOLFDFLRQHV�DOWHUQDWLYDV�D�ODV� TXH� WUDH� HO� VLVWHPD� FRQVXOWDQWH�� SDUD� JHQHUDU� FRQYHUVDFLRQHV�GLIHUHQWHV� TXH� D� VX� YH]� FDPELHQ� ODV� HPRFLRQHV� GHO� VLVWHPD� \� DVt�DXPHQWDU� OD� IOH[LELOLGDG� GHO� VLVWHPD� �HQ� WpUPLQRV� GH� GHV�ULJLGL]DU� VXV�SDWURQHV�LQWHUDFFLRQDOHV��SURSLFLDQGR�OD�VXSHUDFLyQ�GHO�SUREOHPD�TXH�OR�WUDH�D�FRQVXOWDU (Kunstmann y cols. 2003) .
Un ejem plo de esta form a de entender y operar en terapia con estas ideas sistém icas
surgidas de la cibernét ica de segundo orden se presenta en el siguiente caso:
/D�IDPLOLD�*RQ]iOH]��FRPSXHVWD�SRU�3HGUR�HO�SDGUH�GH����DxRV��/XFtD��OD�PDGUH�GH����DxRV�\�5RGULJR�HO�KLMR�GH����DxRV��FRQVXOWDQ�GHELGR�DO�FRQVXPR�GH�PDULKXDQD�GH�HVWH�~OWLPR�GHVFXELHUWR�KDFtD�GRV�PHVHV�SRU�OD�PDGUH��5RGULJR�FRQVXPtD�PDULKXDQD�GHVGH�GRV�DxRV�DQWHV�DO�GHVFXEULPLHQWR�GH� OD�PDGUH��TXLHQ� MXQWR� FRQ�HO�SDGUH� UHODWDQ�TXH�QXQFD� WXYLHURQ� VRVSHFKDV� TXH� RFXUUtD� DOJR� DVt� GHQWUR� GH� VX� SURSLD� FDVD�� 5RGULJR�SODQWHD�TXH�ORV�SDGUHV�H[DJHUDQ�ODV�FRVDV�SRUTXH��VL�ELHQ�FRQVXPH�DOJR�GH�PDULKXDQD��VX�FRQVXPR�QXQFD�KD�VLGR�WDQ�JUDQGH�FRPR�SDUD�SUHRFXSDUVH��OR�TXH�RFXUULy�GLFH��HV�TXH��QR�VDEH�SRUTXp��FRPHQ]y�D�FRQVXPLU�GHQWUR�GH�OD�FDVD�KDVWD�TXH�OD�PDGUH�VH�GLR�
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���FXHQWD�SRUTXH�VH� OH�TXHGDURQ�UHVWRV�GH�FLJDUULOORV�GH�PDULKXDQD�HQ�HO�YHODGRU�GH�VX�SLH]D���([DPLQDQGR�OD�KLVWRULD�\�OD�GLQiPLFD�IDPLOLDU�VXUJH�HO�GDWR�DFHUFD�GH�OD�SUHRFXSDFLyQ�GH�OD�PDGUH�IUHQWH�DO�SURFHVR�GH�LQGLYLGXDFLyQ�GH�VX�KLMR��5RGULJR��TXH�DGHPiV�HV�KLMR�~QLFR�� VH� KDFtD� PiV� JUDQGH� \� SURJUHVLYDPHQWH� UHTXHUtD� PHQRV� GH� VX� PDGUH�� HVWH�SURFHVR� DQJXVWLDED� GH� VREUHPDQHUD� D� OD�PDGUH� TXLHQ� VH� VHQWtD� SRFR� ~WLO� \� D� OD� YH]�DVXVWDGD�GHELGR�D�TXH� FXDQGR� VH� WUDWDED�GH� DFHUFDU� DO� KLMR� HVWH� OD� UHKXtD� � GH�PDOD�PDQHUD�� 'HELGR� D� HVWR�� OD� PDGUH� GHMy� GH� DFHUFDUVH� D� VX� KLMR� D� TXLHQ� HQ� HO� ~OWLPR�WLHPSR� VyOR� YHtD� DO� OOHJDU� R� VDOLU� GH� OD� FDVD� \D�TXH�HO� UHVWR�GHO� WLHPSR� VH� OR� SDVDED�HQFHUUDGR�HQ�VX�SLH]D� \�HOOD�QR�VH�DWUHYtD�D� HQWUDU�D�YHUOR�R�D� FRQYHUVDU� FRQ�pO��6X�VHQWLPLHQWR� GH� LQXWLOLGDG� VH� DJUDYDED� FRQ� HO� GHVFXEULPLHQWR� GHO� FRQVXPR� TXH�DJUHJDED�D� OD�PDGUH� OD� LGHD�GH�TXH�KDEtD�VLGR�PDOD�PDGUH�\D�TXH�VX�KLMR�VH�HVWDED�FRQYLUWLHQGR� HQ� XQ� ³GURJDGLFWR´�� (O� SDGUH� DSDUHFtD� UHODWLYDPHQWH� GLVWDQWH�� XQ� SRFR�PROHVWR�FRQ�HO�KLMR�TXH�D�OD�IHFKD�QR�HVWXGLDED�\�QR�WHQtD�XQ�WUDEDMR�HVWDEOH��FRVD�TXH�OH� SUHRFXSDED� SHQVDQGR� HQ� FyPR� VHUtD� VX� IXWXUR�� $O� SDGUH� OH� SUHRFXSDED� GH�VREUHPDQHUD� OD� DQVLHGDG� \� HO� SURJUHVLYR� VHQWLPLHQWR� GH� LQXWLOLGDG� GH� OD� PDGUH��5RGULJR��SRU�VX�SDUWH��VHQWtD�TXH�DPERV�SDGUHV�HVWDEDQ�GHPDVLDGR�SHQGLHQWHV�GH�pO�\�TXH�QR�OH�GHMDEDQ�UHDOL]DU�FRQ�OLEHUWDG�ODV�FRVDV�TXH�pO�TXHUtD�KDFHU�FRQ�VX�YLGD����&RQ� HVWRV� DQWHFHGHQWHV�� HO� WHUDSHXWD� � REVHUYDED� TXH�� DFRUGH� D� ODV� HPRFLRQHV�SUHSRQGHUDQWHV�HQ�OD�IDPLOLD�GH�SUHRFXSDFLyQ�SRU�OD�YLGD�GH�5RGULJR�\�OD�SHUFHSFLyQ�GH�LQXWLOLGDG� GH� OD�PDGUH�� HO� VLVWHPD� HVWDED� ULJLGL]DGR� HQ� XQ� LQWHQWR� GH� ORV� SDGUHV� SRU�DFHUFDUVH�D�5RGULJR��PLHQWUDV�TXH� pO� OHV� UHKXtD� FRQ� OD� VHQVDFLyQ�GH� TXH� OR� WUDWDEDQ�FRPR�D�XQ�QLxR��/DV�HPRFLRQHV�SUHVHQWHV�HQ�OD�IDPLOLD�QR�SHUPLWtDQ�XQ�WUiQVLWR�IOXLGR�KDFLD� XQD�PD\RU� DXWRQRPtD� DGXOWD� GHO� KLMR�� /D�PDGUH�� SUHRFXSDGD� SRU� VX� HMHFXFLyQ�FRPR�WDO��SUHILHUH�QR�DFHUFDUVH�DO�KLMR��HVWDEOHFLHQGR�XQD�YLJLODQFLD�SUHRFXSDGD��SHUR�QR�HPRFLRQDOPHQWH�FHUFDQD��HO�SDGUH��VROLGDULR�FRQ� OD�PDGUH��VH�PROHVWD�FRQ�HO�KLMR�SRU� ODV� FRVDV� TXH� KDFH� \� ODV� TXH� QR� KDFH� \� HO� KLMR� VH� VLHQWH� SUHVLRQDGR� \� SUHILHUH�UHKXLU�D�ORV�SDGUHV��/D�FRQYHUVDFLyQ�GHO�VLVWHPD�HQ�WRUQR�GH�OD�DODUPD�UHVSHFWR�GHO�KLMR�HVWi�HVWDEOHFLGD�\�OD�HPRFLyQ�FRUUHVSRQGLHQWH�D\XGD�D�ULJLGL]DU�HVWD�SDXWD���8Q�GHWDOOH�HQ�HO�UHODWR�GH�OD�PDGUH�OODPD�OD�DWHQFLyQ�GHO�WHUDSHXWD��(OOD�FRPHQWD�TXH�FDGD�YH]�TXH�VDOH�GH�OD�FDVD��HO�KLMR�OD�OODPD�SRU�WHOpIRQR�\�OH�SLGH�TXH�OH�WUDLJD�FRPLGD�GH�0F'RQDOG�\�TXH�FDGD�YH]�TXH�KDFH�HVWR�OH�SLGH�SRU�WHOpIRQR�TXH�HOOD�OR�³UDJDORQHH´��(O� WHUDSHXWD�WRPD�HVWH�HOHPHQWR�\�SUHJXQWD�HQ�YR]�DOWD�FyPR�SXHGH�HO�KLMR� UHVROYHU�XQD�FRQWUDGLFFLyQ�HYLGHQWH��TXLHUH�VHU�DGXOWR�\�GHVDUUROODUVH�D�VX�PDQHUD�\�D� OD�YH]�TXLHUH�TXH�OR�UHJDORQHHQ��&RQ�HVWD�LGHD��GHVDUUROOD�XQD�H[SOLFDFLyQ�DOWHUQDWLYD�D�OD�TXH�WUDtD�HO�VLVWHPD��OD�PDGUH�QR�HV�LQ~WLO�\�QR�KD�KHFKR�XQ�PDO�WUDEDMR��DO�FRQWUDULR��ODV�PXHVWUDV�GH�HPDQFLSDFLyQ�GHO�KLMR� VRQ�XQD�HYLGHQFLD�GH�TXH�HO�KLMR� FXPSOH� FRQ�VXV�WDUHDV�GHO�GHVDUUROOR�HQ� IRUPD�DGHFXDGD�� OR�TXH�D� VX�YH]�HV�XQD�HYLGHQFLD�GHO�EXHQ�
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���WUDEDMR� GH� ORV� SDGUHV�� SHUR�� ¢TXp� SDSHO� MXHJD� HO� FRQVXPR� GH� PDULKXDQD� HQ� HVWH�FRQWH[WR"��(O�FRQVXPR��SODQWHD��RIUHFH�OD�SRVLELOLGDG�DO�KLMR�GH�UHGXFLU�VX�FRQWUDGLFFLyQ�GDQGR�OD�SRVLELOLGDG�GH�TXH�VXV�SDGUHV�VH�SUHRFXSHQ�SRU�pO��VLQ�FRQYHUWLUOH�HQ�XQ�QLxR����(VWH�FDPELR�HQ� OD�H[SOLFDFLyQ��TXH� LQFOX\H�XQD�H[SOLFDFLyQ�DFHUFD�GHO�VHQWLGR�GHO�XVR�GH�GURJDV�SDUD�OD�IDPLOLD��PRGLILFy�OD�HPRFLyQ�GHO�VLVWHPD�\�HVSHFLDOPHQWH�GH�OD�PDGUH�TXLHQ�VLQWLy�TXH�³UHFXSHUDED´�D�VX�KLMR��(VWH�FDPELR�HQ�OD�H[SOLFDFLyQ�PRGLILFy�WDPELpQ�OD� � HPRFLyQ� GHO� VLVWHPD� TXH� SDVy� GH� FHQWUDUVH� HQ� ORV� HUURUHV� GH� ORV� SDGUHV� �\�HVSHFLDOPHQWH� GH� OD� PDGUH�� D� XQ� REVHUYDU� HO� SHUtRGR� HYROXWLYR� QRUPDO� GHO� KLMR��SUHGRPLQDQGR�� HQWRQFHV�� HPRFLRQHV� GH� WUDQTXLOLGDG�� (VWR� OOHYy� D� XQ� FDPELR� HQ� OD�FRQYHUVDFLyQ� GHO� VLVWHPD� \� SRU� OR� WDQWR� D� XQ� FDPELR� HQ� ORV� SDWURQHV� GH� LQWHUDFFLyQ�HQWUH�HOORV��FRQFUHWDPHQWH�� OD�PDGUH�SXGR�DFHUFDUVH�HQ�XQD�DFWLWXG�PiV�FDULxRVD��\�PHQRV� DSUHKHQVLYD�� DO� KLMR�� TXLHQ� D� VX� YH]� VH� VLQWLy� PiV� UHVSDOGDGR� \� FRQ� PD\RU�FRQILDQ]D�SDUD�LQLFLDU�SUR\HFWRV�SURSLRV�HQ�HO�iUHD�ODERUDO��OR�TXH�D�VX�YH]�WUDQTXLOL]y�DO�SDGUH�\�OH�SHUPLWLy�DFHUFDUVH�DO�KLMR�VLQ�HQRMR���$O�WpUPLQR�GH�OD�WHUDSLD�HO�FRQVXPR�GH�PDULKXDQD�KDEtD�FHVDGR��
Hasta este punto hem os avanzado en otorgar una m irada com prensiva respecto de las
nociones generales del enfoque sistém ico y su consiguiente operar terapéut ico,
pasando revista a los pr incipales conceptos provenientes de las dos grandes etapas de
desarrollo de este enfoque cent radas en aportes surgidos en el contexto de la
cibernét ica de prim er orden y la cibernét ica de segundo orden. Abordarem os a
cont inuación las descripciones, explicaciones y hallazgos acerca de la relación ent re
fam ilia, dinámica fam iliar y consum o de drogas.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���&DStWXOR����
'HVFULSFLRQHV�\�([SOLFDFLRQHV�VREUH�)DPLOLDV�FRQ�XQ�PLHPEUR�GHSHQGLHQWH�GH�VXVWDQFLDV��
Existe abundante evidencia respecto de la relación ent re variables del funcionam iento
fam iliar y dependencia a sustancias. Así por ej em plo, I raurgi y cols. ( 2004) com entan
los hallazgos de los siguientes estudios:
Otero y cols. (1989) y Herm an y cols. (1993) confirm an la relación ent re uso de
drogas y un am biente fam iliar conflict ivo y host il.
Lyons (1996) , Spooner (1999) , Charvoz y cols. (2002) y McArdle y cols.
(2002) , destacan el hallazgo de dificultades en la com unicación fam iliar en
fam ilias con un m iem bro dependiente de sustancias.
Vielva y cols. (2001) encuent ran que existe una m enor sat isfacción con el
funcionamiento fam iliar tanto desde la percepción de los hij os com o de los
padres en aquellas fam ilias en las cuales los hij os consum en drogas.
Malkus, (1994) ofrece evidencias que apoyan la hipótesis de que los jóvenes
procedentes de fam ilias con m ás recursos (aquellos aspectos sociales,
em ocionales y físicos que hacen que la fam ilia sea m enos vulnerable y m ás
capaz de t ratar con factores est resantes) son m enos suscept ibles de tener
problem as de abuso de drogas.
Vecino (1990) , Carvalho y cols. (1995) , McQueen y cols. (2003) y Coviello y
cols. (2004) exponen una relación ent re uso de drogas ent re uno de los
integrantes de la fam ilia y presencia de un alto nivel de est rés en la m ism a.
Si bien estos estudios analizan y confirm an hipótesis referidas a variables y relaciones
específicas ent re el consum o de drogas y fam ilia, en este capítulo se revisarán
aproxim aciones que describen desde un punto de vista com prensivo e integrado la
relación existente ent re dependencia a sustancias y dinámicas fam iliares. Ello dará
cuenta de los elem entos cent rales con los que se abordará la I ntervención Familiar que
se describe en la segunda parte de este t rabajo. En la generalidad de los casos se
ejem plificará lo descrito usando ejem plos de casos clínicos.
Los abordaj es fam iliares enfat izan el hecho de que, en general, no ofrecen una
explicación para la causa del consum o de drogas de uno de sus m iem bros (causas que
reconocen una serie de com plej idades referidas a variables psicológicas, sociales,
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���económ icas, a la disposición de drogas y el acceso a ellas, ent re ot ras) , sino m ás bien
explicaciones y descripciones acerca de FyPR� OD� IDPLOLD� FRQWULEX\H� D� OD�PDQWHQFLyQ�GH�HVH�FRPSRUWDPLHQWR�HQ�HO�WLHPSR.
�0RGHOR�+RPHRVWDWLFR�
En térm inos generales el Modelo Hom eostat ico de Stanton y cols (1997) es
probablem ente la aproxim ación m ás clara, de m ayor r iqueza y tal vez la m ás ut ilizada
en la literatura nacional y ext ranjera. Esta t rabajo no es la excepción, dado que tom ará
la idea general de la hom eostasis fam iliar com o punto de part ida para entender y
abordar las dinámicas fam iliares que se observan en fam ilias con un m iem bro
dependiente a sustancias.
En su t rabajo, Stanton y cols (1997) , ofrecen, basándose en una extensa revisión
sobre los hallazgos de las invest igaciones, un m odelo de entendim iento de la relación
ent re dinámica fam iliar y dependencia a sustancias que denom inaron Modelo
Hom eostat ico y que se caracteriza com o sigue:
����/D�DGLFFLyQ�GHQWUR�GH�XQ�FLFOR�IDPLOLDU��SURFHVR�KRPHRVWDWLFR����
La drogadicción puede considerarse com o un proceso cíclico que involucra a t res o m ás
individuos, com únm ente el adicto y sus dos padres. La dinámica es tal que se presenta
una fuerte t ensión ent re am bos padres que am enaza con desestabilizar el sistem a
fam iliar con una separación inm inente que se regula m ediante la aparición de una
acción dram át ica del adicto (por ejem plo se pone violento o llega intoxicado a la casa)
que hace que toda la atención se ponga en él, lo que desem boca en que la original
tensión ent re los padres dism inuya o desaparezca por un t iem po (Stanton y cols,
1997) .
En la m edida en que la situación se t ranquiliza, el adicto m uest ra crecientes
habilidades y capacidades que le perm iten funcionar independientem ente de la
fam ilia, sin em bargo, concom itantem ente con ello las tensiones ent re los padres,
producto de conflictos no resueltos, com ienzan a aum entar surgiendo la am enaza de la
separación. El adicto, entonces se com porta de un m odo llam at ivo o autodest ruct ivo
que inicia nuevam ente el ciclo hom eostat ico fam iliar (Stanton y cols, 1997) .
Aportando elem entos ext raídos de la revisión de evidencia cient ífica, Stanton y cols
(1997) exponen que t ípicam ente en las fam ilias de dependientes a sustancias hay una
m adre involucrada en una reacción indulgente, apegada, sobreprotectora y
abiertam ente perm isiva con el adicto, que ocupa la posición de un hij o favorecido
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���(Harbin y Naziar, 1975; Klagsbrun y Davis, 1977; Salm on y Salm on, 1977; Selding,
1972; Stanton, 1979) . El padre, por su parte, es clásicam ente descrito com o distante,
desapegado, débil o ausente, siendo tam bién m ost rado com o autoritario y violento,
pero fácilm ente cont rolado por la m adre, y está claram ente en segundo lugar después
de la m adre en lo concerniente al poder dent ro de la fam ilia (Schwartzm an, 1975) .
Stanton y cols (1997) plantean que este m odelo t r iádico (es decir, que involucra a t res
actores, clásicam ente a la m adre el padre y el hij o) se aplica tam bién a fam ilias con un
solo progenitor en las cuales el t r iángulo se conform aría, de una m anera tal vez m enos
obvia, con ot ros m iem bros de la fam ilia. Así por ej em plo, pueden darse conflictos ent re
una m adre y una abuela, una m adre y su ex esposo o un padre y su am ante y en ellos
involucrarse al hij o de la form a ya descrita.
Los autores m uest ran que el ciclo adict ivo se inicia t ípicam ente en la adolescencia y se
intensifica cuando el adicto m anifiesta su intención de abandonar el hogar. Com o los
padres son incapaces de relacionarse ent re sí sat isfactoriam ente la fam ilia reacciona
con pánico cuando la integridad t r iádica sufre una am enaza. Así, encont ram os que la
m ayoría de las fam ilias de adictos se estabilizan o atascan en esta etapa evolut iva de
tal m odo que el adicto perm anece ínt im am ente ligado a ellos de una m anera crónica.
Adem ás de esta est recha vinculación al hogar su incapacidad para separarse y adquir ir
autonom ía puede adquirir ot ras form as: (1) incapacidad para desarrollar relaciones
ínt im as y estables (part icularm ente heterosexuales) fuera de la fam ilia de origen, (2)
incapacidad para una act ividad estudiant il o laboral estable y (3) obtención de un
em pleo por debajo de su nivel de apt itudes (Stanton y cols, 1997) .
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Este es probablem ente uno de los elem entos m ás claros e im portantes del m odelo de
Stanton y cols (1997) ya que en él vincula la función que cum ple el adicto en la fam ilia
con la funcionalidad del síntom a, en este caso la dependencia a sustancias.
De esta m anera, Stanton y cols (1997) plantean que el adicto está at rapado en un
dilem a. Por una parte sufre grandes presiones para perm anecer est recham ente ligado
a la fam ilia (que puede derrum barse sin él) , m ient ras que por ot ra parte fuerzas
socioculturales y biológicas lo incitan a establecer relaciones ínt imas externas. La
adicción es una solución paradój ica para el dilem a del adicto y su fam ilia de conservar
o disolver la interacción t r iádica. A un nivel, el adicto ayuda a regular la tensión ent re
los padres, pero a ot ro establece un pat rón de ida y vuelta ent re sus pares y su hogar.
Paradój icam ente, m ient ras m ayor en su vinculación con el grupo de pares (externo a
su fam ilia) m ayor es su indefensión porque se vincula m ás con la droga y de esa
m anera aum enta su adicción o su “enferm edad” que lo liga a la fam ilia.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���
Desarrollando esta línea de pensam iento Stanton y cols (1997) aportan evidencia
respecto de la funcionalidad del consum o com o un elem ento que apoya la idea de la
pseudoindividuación:
(a) Los adictos, bajo el efecto de la droga, se plantean m ás agresivos y asert ivos
respecto de la fam ilia en especial con los progenitores (Gangher y Shugart ,
1966) . De esta m anera, se sienten autónom os individuados y libres, pero no lo
son, pues estas sensaciones y com portam ientos se dan sólo bajo el efecto de la
droga, sin ella “no son así”.
(b) Se plantea que, al parecer, la droga produce una suerte de experiencia sexual
(Chessick, 1960; Stanton y Todd, 1979) o bien dism inuye el im pulso sexual, lo
que actuaría com o una form a de resolución para no encont rar una pareja que
ponga en cuest ión la perm anencia del adicto al interior de la fam ilia.
( c) Existe evidencia que plantea que para el adicto prim a su fam ilia de origen por
sobre la fam ilia de procreación. Stanton y cols (1997) , plantean que m uchos
adictos que se separan de sus esposas vuelven a sus fam ilias de origen, que
t ienden a elegir a estos por sobre sus cónyuges cuando se t rata de invitar a
fam iliares a program as de t ratam iento. Por ot ra parte la fam ilia de origen
ent rega un sut il m ensaje acerca de que si el m at rim onio no funciona, siem pre
puede volver a la casa de donde salió, lo que a la vez de ser un cariñoso apoyo
es tam bién un poderoso m ensaj e para volver a su fam ilia de origen.
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Un últ im o elem ento bastante sorprendente del m odelo de Stanton y cols (1997) se
refiere a la aparente paradoja de que si bien las fam ilias no toleran la idea de que el
adicto se separe de la fam ilia, no ocurre lo m ism o con la form a m ás radical de
separación que es la m uerte. Los autores plantean:
“El tem or de estas fam ilias a la part ida del adicto o a las relaciones externas que pueda
crear el adicto, es decir el tem or a la separación, t iene ot ra característ ica paradój ica. Al
t iem po que sufre obstáculos para conectarse con ot ros, el adicto realiza una act ividad
potencialm ente m ortal, por ejem plo m ediante una sobredosis de drogas. No obstante,
esta separación m áxim a, la m uerte, no despierta el m ism o terror que ot ros t ipos de
separación. La fam ilia parece entender que el deceso del adicto de algún m odo
preservará el sistem a o pat rón fam iliar. A corto plazo puede ocurrir así. Al m orir el
adicto, la interacción t r iádica aparentem ente se disuelve, pero en realidad los
progenitores están unidos por la pesadum bre y pueden, una vez m ás, concent rar su
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���atención en el hij o. Al cont rario de la adicción, sin em bargo, esta solución es sólo
tem poral. Hem os observado que los padres eventualm ente descubren que los
conflictos conyugales conducen nuevam ente a (1) la form ación de una nueva t ríada
(por ej em plo ot ro hij o con tendencia a la adicción, al suicidio u ot ras conductas
problem át icas) o (2) la disolución de la relación conyugal. ”
Las siguientes descripciones de casos clínicos ilust ran las dinámicas fam iliares descritas
hasta aquí. Los casos están tom ados de Barrientos (2000) .
� (O�PDWULPRQLR�LQYLVLEOH����5DIDHO��XQ�REUHUR�GH�OD�FRQVWUXFFLyQ�GH����DxRV�GH�HGDG��LQJUHVy�D�XQ�3URJUDPD�GH�7UDWDPLHQWR�SRU�VX�FRQVXPR�GH�SDVWD�EDVH�GH�FRFDtQD��5HODWD�TXH�YLYH�HQ�OD�FDVD�GH�VXV�SDGUHV�MXQWR�FRQ�VXV�GRV�KHUPDQRV��(O�DVSHFWR�ItVLFR��OD�YHVWLPHQWD�\�HO�OHQJXDMH�GH�5DIDHO�OH�GDQ�XQ�DVSHFWR�JHQHUDO�GH�DGROHVFHQWH��WDQWR�DVt�TXH�DO�UHIHULUVH� D� pO� HQ� ODV� VHVLRQHV� GH� VXSHUYLVLyQ�� ORV� WHUDSHXWDV� VXHOHQ� XVDU� HO�DSHODWLYR�GH�³PXFKDFKR´��'XUDQWH�HO�GHVDUUROOR�GH�XQD�TXLQWD�VHVLyQ�GH�WHUDSLD�D�OD�TXH�OR�DFRPSDxD�VX�PDGUH��'RULV��XQD�PXMHU�GH����DxRV��GXHxD�GH�FDVD��VXUJH�XQ�DQWHFHGHQWH�TXH�VRUSUHQGH�DO�HTXLSR�WHUDSpXWLFR�GHELGR�D�TXH�HVH�VHJPHQWR�GH� LQIRUPDFLyQ� QR� KDEtD� DSDUHFLGR� HQ� DEVROXWR� HQ� ODV� VHVLRQHV� SUHFHGHQWHV�� OD�PDGUH� VH� TXHMD� GH� TXH� 0DUFHOD�� OD� HVSRVD� GH� 5DIDHO�� KDEtD� OOHJDGR� D� OD� FDVD�H[LJLHQGR� SRGHU� YHUOR�� VLWXDFLyQ� TXH� GHVHQFDGHQy� XQD� YLROHQWD� GLVFXVLyQ� YHUEDO�HQWUH� HOOD� \� OD� PDGUH� TXLHQ� VH� QHJDED� D� TXH� 0DUFHOD� WXYLHUD� DFFHVR� D� 5DIDHO�DUJXPHQWDQGR�TXH�HVWD�HUD�XQD�PDOD�LQIOXHQFLD�SDUD�VX�KLMR�\�TXH�HOOD�VH�KDEtD�QHJDGR� GHVGH� HO� SULQFLSLR� DO� PDWULPRQLR� HQWUH� DPERV�� /RV� WHUDSHXWDV� VH�VRUSUHQGHQ� H� LQGDJDQ�PiV� DFHUFD� GHO� PDWULPRQLR� GH� 5DIDHO� \D� TXH� KDVWD� HVH�PRPHQWR�QR�KDEtD�VXUJLGR�LQIRUPDFLyQ�DOJXQD�DFHUFD�GH�TXH�5DIDHO�IXHUD�FDVDGR��HVWH� GDWR� QR� KDEtD� DSDUHFLGR� HQ� ORV� FRQWHQLGRV� GH� ODV� HQWUHYLVWDV� SUHYLDV� \�WDPSRFR� VH� KDEtD� LQIHULGR� � SDUWLU� GH� OD� LQWHUDFFLyQ� GH� 5DIDHO� FRQ� HO� HTXLSR�WHUDSpXWLFR� R� OD� LQWHUDFFLyQ� GH� 5DIDHO� FRQ� OD� PDGUH� IUHQWH� DO� HTXLSR�� 6XUJH� OD�LQIRUPDFLyQ�GH�TXH�5DIDHO�HV�FDVDGR�KDFH�FLQFR�DxRV�\�TXH�WLHQH�GRV�KLMRV��XQR�GH�HOORV�HQJHQGUDGR�FRQ�DQWHULRULGDG�DO�PDWULPRQLR��pO�FRPHQWD�TXH�GHVGH�HO� LQLFLR�GH� VX� UHODFLyQ�H[LVWLy�XQD� WHQVLyQ�HQWUH� VX�PDGUH� \� VX� HVSRVD�� SDUWLFXODUPHQWH�FHQWUDGD�HQ�HO� KHFKR�GH�TXH� OD�PDGUH� FRQVLGHUDED� FRPR�XQD�PDOD� LQIOXHQFLD� D�0DUFHOD�� &RQ� DQWHULRULGDG� DO� DFWXDO�� KDEtDQ� H[LVWLGR� RWURV� GRV� HSLVRGLRV� GH�VHSDUDFLyQ�� WRGRV� OLJDGRV� D� GLVFXVLRQHV� YLROHQWDV� RULJLQDGDV� SRU� HO� FRQVXPR� GH�GURJDV�\�TXH�GHVHPERFDURQ�HQ�OD�VDOLGD�GH�pO�KDFLD�OD�FDVD�PDWHUQD���HO�HSLVRGLR�GH�VHSDUDFLyQ�DFWXDO�OOHYDED�GRV�PHVHV�GH�GXUDFLyQ��'XUDQWH�VX�UHODWR��5DIDHO�VH�TXHMD��HQ�WRQR�UHVLJQDGR��GH�TXH�VX�PDGUH�QR�OH�KD�SHUPLWLGR��HQ�HVWH�SHUtRGR���DFHUFDUVH� D� 0DUFHOD�� )UHQWH� D� HVWD� REVHUYDFLyQ�� OD� PDGUH� UHVSRQGH�DLUDGDPHQWH�TXH�ODV�RSFLRQHV�VRQ�FODUDV��VL�5DIDHO�TXLHUH�VHU�DFHSWDGR�HQ�OD�FDVD�
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���PDWHUQD�\�D\XGDGR�HQ�VX�SURFHVR�GH�WUDWDPLHQWR�GHEH�VHSDUDUVH�GHILQLWLYDPHQWH�GH�0DUFHOD��VLQR��GHEH�VDOLU�GH� OD�FDVD�\�HQ� WDO�FDVR��GHEH�YpUVHODV�VROR�FRQ�VX�SURFHVR�GH�WUDWDPLHQWR�����
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I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���SHUPLWLHUD� TXH� 6HUJLR� PXULHUD� DQWHV� TXH� VHJXLU� FRQ� VX� DFWXDO�FRPSRUWDPLHQWR������
�La importancia del comportamiento adict ivo en la mantención de la homeostasis familiar
se expresa muchas veces en un comportamiento familiar que suele perplej izar a los
equipos terapéut icos. Muchas veces las familias parecen boicotear los intentos del
consumidor por salir de sus problemas con las drogas, mientras que en ot ras
oportunidades, las familias parecen desarrollar toda una serie de comportamientos que
posibilitan, y en alguna medida favorecen, el consumo de drogas de uno de sus
miembros. La aparente insensatez de este comportamiento familiar suele dejar sin
respuesta a los terapeutas sin formación en intervenciones familiares, lo que muchas
veces lleva a apartar a la familia del t ratamiento en un intento ext remo, aunque torpe,
por controlar la situación.
Se espera que a esta altura de la exposición el profesional o técnico pueda comprender
estos comportam ientos familiares dentro del contexto de la mantención de la
homeostasis familiar (Barrientos, 2000) . Los esfuerzos que hace la familia ( la mayoría de
las veces no totalmente conscientes) por mantener su est ructura y organización le llevan
muchas veces a colocar una importante energía en la mantención de comportamientos
út iles a ese propósito. Desde este punto de vista, la invitación terapéut ica será siempre a
invest igar al servicio de qué está el comportamiento adict ivo al interior de la familia. La
aclaración de aquello será un importante punto de part ida de los esfuerzos terapéut icos
por modificar los patrones interaccionales que ayudan a la mantención de este
comportamiento.
Los siguientes dos ejemplos clínicos ilust ran la forma en que las familias pueden
entorpecer los intentos terapéut icos o cómo parecen promover la conducta de consumo
de uno de sus miembros, en un intento por mantener la homeostasis familiar.
�� (O�MRYHQ�TXH�TXHUtD�WUDWDPLHQWR�\�/D�FROHFWD�IDPLOLDU�
-RUJH��XQ�DGROHVFHQWH�GH����DxRV��FRQVXOWD�HQ�XQ�&RQVXOWRULR�GH�$WHQFLyQ�3ULPDULD�SRU� VX� FRQVXPR� GH� SDVWD� EDVH� GH� FRFDtQD�� /D� SULPHUD� VRUSUHVD� GHO� HTXLSR�WHUDSpXWLFR� UDGLFy� HQ� OD� LQVLVWHQFLD� GHPRVWUDGD� SRU� -RUJH� HQ� LQJUHVDU� D� XQ�SURJUDPD�WHUDSpXWLFR�� OR�TXH�VH�GHPRVWUDED�HQ�TXH�pO�VH�SUHVHQWDED�VROR�HQ�HO�&RQVXOWRULR� HVSHUDQGR� ODUJR� UDWR� SDUD� SRGHU� FRQYHUVDU� FRQ� DOJ~Q�PLHPEUR� GHO�HTXLSR� WHUDSpXWLFR�� VLWXDFLyQ� TXH� VH� UHSLWLy� HQ� YDULDV� RSRUWXQLGDGHV� \� TXH� QR�UHSUHVHQWD� HO� SDWUyQ� GH� FRQVXOWD� TXH� PiV� KDELWXDOPHQWH� FDUDFWHUL]D� D� ORV�DGROHVFHQWHV��HOORV�PiV�ELHQ�VRQ�OOHYDGRV�SRU�VXV�SDGUHV�R�SRU�DOJ~Q�RWUR�IDPLOLDU�D�FRQVXOWDU�\�HQ�JHQHUDO�GH�QR�PX\�EXHQD�JDQD���7UDV�XQD�SULPHUD�HQWUHYLVWD��VH�OH�VROLFLWy�D�-RUJH�TXH�LQYLWDUD�D�VX�PDGUH�SDUD�OD�VLJXLHQWH�VHVLyQ��$�OD�VHJXQGD�
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���VHVLyQ� DVLVWLy� OD�PDGUH� TXLHQ� UHODWy� HVWDU�PX\� FDQVDGD� GHO� FRPSRUWDPLHQWR� GH�-RUJH��HQ�HO�VHQWLGR�GH�TXH�HVWH�QR�FXPSOtD�FRQ�ODV�UHJODV�GH�OD�FDVD�KDFLHQGR�TXH�HOOD� VH� FDQVDUD� HQ� XQ� MXHJR� LQFHVDQWH� SRU� ORJUDU�� LQIUXFWXRVDPHQWH�� TXH� -RUJH�FRUULJLHUD�VX�FRPSRUWDPLHQWR��/D�KLVWRULD�GHO�FRPSRUWDPLHQWR�GH�-RUJH�LQFOXtD�HO�KHFKR�GH�TXH��PRWLYDGR�SRU�VXV�SUREOHPDV�DFDGpPLFRV�GHFLGLy�QR�DVLVWLU�PiV�D�FODVHV�HQ�VX�HVFXHOD��8QD�YH]�TXH�OD�PDGUH�VH�GLR�FXHQWD�TXH�VX�KLMR�QR�DVLVWtD�D�FODVHV��FHUFD�GH�XQ�PHV�GHVSXpV�GH�TXH�HVWH�DEDQGRQy�OD�HVFXHOD��LQLFLy�XQD�ODUJD�EDWDOOD� FRQ� ORV� GLUHFWLYRV� GHO� FROHJLR� LQWHQWDQGR� UHLQWHJUDU� D� -RUJH� D� ODV� FODVHV�UHJXODUHV�� VLWXDFLyQ� TXH� IXH� WHUPLQDQWHPHQWH� SURKLELGD� SRU� ODV� DXWRULGDGHV�HVFRODUHV�� (Q� HO� LQWHUWDQWR�� -RUJH� VHJXtD� FRQVXPLHQGR� GURJDV�� VLWXDFLyQ� TXH� OD�PDGUH�GHVFRQRFtD�KDVWD�GRV�PHVHV�DQWHV�GH�OD�IHFKD�GH�OD�HQWUHYLVWD��GXUDQWH�OD�FXDO� -RUJH� UHSURFKDED� D� VX�PDGUH� OD� IDOWD� GH� DSR\R� TXH� HVWD� OH� HQWUHJDED�� /D�KLVWRULD�GHO�FDVR�FRQWLQXDED�FRQ�ORV�LQWHQWRV�GH�-RUJH�SRU�GHMDU�GH�FRQVXPLU�\�SRU�LQJUHVDU�D�XQ�SURJUDPD�GH�FDSDFLWDFLyQ�ODERUDO�HQ�FDUSLQWHUtD��RSFLyQ�D�OD�TXH�pO�OH�GDED�XQD�FRQQRWDFLyQ�WHUDSpXWLFD�HQ�UHODFLyQ�D�VX�FRQVXPR��DO�TXH��VHJ~Q�pO��LQJUHVy� VLQ� HO� DSR\R� GH� OD� PDGUH� SDUD� WUDHU� ORV� SDSHOHV� QHFHVDULRV� SDUD� VX�LQVFULSFLyQ��8QD�YH]�TXH�OD�PDGUH�VXSR�TXH�VX�KLMR�SDUWLFLSDED�GH�HVWH�SURJUDPD��OR� UHWLUy� DUJXPHQWDQGR� TXH� HUD� SHOLJURVR� TXH� pO� PDQLSXODUD� KHUUDPLHQWDV�FRUWDQWHV�VL�FRQVXPtD�GURJDV��/D�VHVLyQ�FXOPLQy�FRQ�XQD�FRQQRWDFLyQ�SRVLWLYD�GHO�FDQVDQFLR�GH�OD�PDGUH�IUHQWH�D�HVWH�KLMR�TXH�OH�GDED�WUDEDMR�\�FRQ�XQD�IHOLFLWDFLyQ�UHVSHFWR�GH�VX�KLMR�TXH�KDFtD�HVIXHU]RV�SRU�VDOLU�GH�VX�FRQVXPR�GH�GURJDV����$OJXQDV�VHVLRQHV�PiV�WDUGH�-RUJH�UHFD\y�HQ�HO�FRQVXPR��GHVSXpV�GH�XQ�SHUtRGR�GH�GRV�PHVHV� VLQ� FRQVXPLU�� DQWH� OR� FXDO� OD�PDGUH� VH�SUHVHQWy�PX\�DLUDGD�D� OD�VHVLyQ�GLFLHQGR�TXH�QR�DSR\DUtD�PiV�D�VX�KLMR�HQ�OD�WHUDSLD�\�TXH�OR�UHWLUDUtD�GH�OD�PLVPD� \D� TXH� KDEtD� GHPRVWUDGR� QR� VHU� FDSD]� GH� PDQWHQHU� XQ� SHUtRGR� GH�DEVWLQHQFLD����
��'XUDQWH� XQD� VHVLyQ� IDPLOLDU� GLYHUVRV� PLHPEURV� GH� OD� IDPLOLD� GH� 6HUJLR�� XQ�SDFLHQWH�HQ�WUDWDPLHQWR�FRQ�XQD�GLItFLO�KLVWRULD�GH�PDQWHQFLyQ�GH�OD�DEVWLQHQFLD��UHODWDQ� XQD� VLWXDFLyQ� GH� ViEDGR� SRU� OD� QRFKH� HQ� TXH� 6HUJLR� FRPHQ]y� D�VROLFLWDUOHV� D� FDGD� XQR� SRU� VHSDUDGR� XQD� FDQWLGDG� GH� GLQHUR� TXH� QHFHVLWDED��VHJ~Q�GHFtD��SDUD�SDJDU�XQD�GHXGD�TXH� WHQtD�FRQ�XQD�DPLJR��$�SHVDU�GH�TXH�HVWD�HVFHQD�RFXUUtD�XQ�ViEDGR�SRU�OD�QRFKH��PXFKRV��PLHPEURV�GH�OD�IDPLOLD�OH�HQWUHJDURQ� SRU� VHSDUDGR� D� 6HUJLR� XQD� FDQWLGDG� GH� GLQHUR� TXH�� VXPDGD��DOFDQ]DED� ORV� �� �������� )UHQWH� D� OD� SUHJXQWD� GH� ORV� WHUDSHXWDV� DFHUFD� GH�SRUTXp�KDEtDQ�KHFKR�HVWR��OD�~QLFD�UHVSXHVWD�TXH�OD�IDPLOLD�GLR��IXH�TXH�6HUJLR�VH�YROYtD�PX\�PROHVWR�FXDQGR�UHTXHUtD�GLQHUR�\�TXH��SRU� OR�GHPiV��VL�pO�WHQtD�XQD�GHXGD�HUD�QHFHVDULR�TXH�OD�FDQFHODUD�OR�DQWHV�SRVLEOH��)UHQWH�D�OD�SUHJXQWD�
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���GH� ORV� WHUDSHXWDV� GH� VL� D� DOJ~Q� PLHPEUR� GH� OD� IDPLOLD� VH� OH� KDEtD� RFXUULGR�SHQVDU��GDGR�HO�PRPHQWR�HQ�TXH�RFXUUtD�HO�HYHQWR��HQ�TXH�HVWH�GLQHUR�SRGtD�VHU�XWLOL]DGR�SDUD�OD�FRPSUD�GH�GURJD��FRPR�RFXUULy���WRGRV�FRLQFLGLHURQ�HQ�TXH�HQ�HO�PRPHQWR�GH�HQWUHJDU�HO�GLQHUR�QR�SHQVDURQ�HQ�HVD�SRVLELOLGDG��VLQR�PiV�ELHQ�HVWDEDQ� FRQFHQWUDGRV� HQ� TXH� 6HUJLR� QR� VLJXLHUD� PROHVWiQGRORV� FRQ� VX�LQVLVWHQFLD��
Si bien el t rabajo de Stanton y cols (1997) es claro al establecer pat rones
interaccionales que se expresan en fam ilias con un m iem bro dependiente a sustancias,
exam inarem os los aportes de ot ros autores que enriquecen la m irada respecto de la
interacción fam iliar en este tem a.
��'HVFULSFLyQ�7ULJHQHUDFLRQDO��
Cirillo y cols. (1999) plantean un punto de vista de la dinámica fam iliar en fam ilias con
un m iem bro dependiente a sustancias que incluye a t res generaciones fam iliares y que
insinúa la et iología del consum o, en alguna m edida, en la interacción fam iliar.
Cirillo y cols. (1999) com enzaron por preguntarse si acaso, en la m uest ra de casos de
fam ilias con m iem bros dependientes que ellos habían atendido en I talia se verificaban
las observaciones hechas en varios estudios previos respecto de la relación,
part icularm ente apegada y consent ida, entre la m adre del adicto y su hij o.
Específicam ente se preguntaban si, com o podría pensarse, el hij o adicto habría sido
siem pre un “niño de m am á” o si en la tem prana infancia del hij o que luego se
convert ir ía en dependiente a sustancias, exist ía ot ro pat rón interaccional con la m adre.
Los hallazgos que obtuvieron fueron inquietantes.
La revisión de las historias clínicas de sus pacientes, enriquecida con ent revistas a
ot ros m iem bros significat ivos de sus fam ilias (por ejem plo abuelos) , revelaron que en
general estas m adres habían estado poco presentes con sus hij os en la infancia, los
hij os habían sido criados en general por los abuelos y estos consideraban a las m adres
com o poco adecuadas para desarrollar las funciones de asistencia de sus hij os.
Este hallazgo llevó a los invest igadores a preguntarse cóm o había sido la pauta de
crianza de los propios padres del hij o dependiente a sustancias, llegando a la
conclusión de que tanto el padre com o la m adre sostenían conflictos con sus propias
fam ilias de origen, conflictos que no habían logrado ser resueltos antes del
m at rim onio.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���
Específicam ente, las m adres no habían recibido de parte de sus propias m adres
sat isfacción respecto de sus necesidades afect ivas profundas, generando el ellas una
necesidad de dependencia, de com pensación afect iva y de reconocim iento. En m uchos
casos, estas m adres habían dejado de lado sus funciones de crianza, dejando sus hij os
al cuidado de sus m adres ( las abuelas) y establecían relaciones m at rim oniales
deficientes y débiles, lo que, en opinión de los autores, daba lugar a la generación de
una WUtDGD�SDWRJpQLFD�WUDQVJHQHUDFLRQDO (que involucra al hij o, la m adre y la abuela) .
De este m odo, la m adre en la prim era infancia de su hij o está em peñada en conflictos
em ocionales con su propia m adre y desarrollaba las funciones de atención de su hij o
en un clim a de escasa serenidad interior y de una m anera sólo DSDUHQWHPHQWH�DGHFXDGD ( socialm ente adecuada) , pero en realidad em ocionalm ente distante y
afect ivam ente deficiente.
Los padres, por su parte, parecían haber sido objeto de lo que Cirillo y cols. (1999)
denom inan “adult ización prem atura” es decir, los padres habían sido forzados a
desarrollar tem pranam ente roles adultos dado que sus propios padres estaban
ausentes o sus cuidados eran evidentem ente inadecuados. Esta situación desem bocaba
en una suerte de “incom petencia” para desarrollar su rol de padres debido a la falta de
em pat ía que les generaba sus experiencias tem pranas y específicam ente el no haber
pasado por le etapa de la adolescencia.
Con estos elem entos com o base y agregando observaciones respecto del curso de la
vida fam iliar en sus pacientes, Cir illo y cols. (1999) elaboraron un m odelo de
entendim iento de la relación ent re dinámica fam iliar y dependencia a sustancias,
caracterizado com o sigue:
(a) El padre se distancia de la propia fam ilia de origen dem asiado
prem aturam ente y sólo de m anera aparente.
(b) La m adre no se distancia nunca, perm aneciendo dependiente de la relación
con la propia m adre ya sea concreta o em ocionalm ente.
( c) Las dificultades de distanciam iento de los padres crean una unión
m at rim onial fundada en el intento de replicar y resolver los tem as
pendientes referentes a las respect ivas fam ilias de origen (el m andato
fam iliar entonces es “no voy a ser igual que m i m adre (padre) ”)
(d) El nacim iento de un hijo representa la posibilidad de redefinir el rol padre-
hij o en relación a la propia fam ilia de origen. La m adre, en posición de
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���dependencia de la propia m adre at iende a su hij o de m anera incierta y sólo
aparentem ente adecuada, m ient ras que el padre está afect ivam ente fuera
de rol, el que es ocupado por los abuelos m aternos.
(e) La adolescencia del hij o es un período t raum at izador para los padres, por lo
que el adolescente no es sostenido en sus tensiones evolut ivas.
( f) El uso de drogas se convierte en una DXWRWHUDSLD, para afrontar las
desilusiones y los r igores de una infancia llena de privaciones y de un
m odelo de crecim iento no querido, y a la vez en un vehículo de protesta
respecto de las num erosas exigencias de afecto y cuidado “en deuda” por
parte de los padres.
Cirillo y cols. (1999) ordenan estos elem entos en una secuencia de etapas que
coinciden genéricam ente con las etapas de desarrollo del ciclo vital de la fam ilia. De
esta m anera, describen que el desarrollo m ás frecuente de un futuro dependiente a
sustancias y su fam ilia pasa por las siguientes etapas:
3ULPHUD�(WDSD��ODV�IDPLOLDV�GH�RULJHQ��
Lo que t ípicam ente le ocurre al padre es que es prem aturam ente “adult izado” debido a
la falta de una relación con el propio padre, que estaba ausente, o era incom petente o
excesivam ente rígido, sin que su m adre haya reconocido los esfuerzos hechos por él
para sust ituir las funciones de su padre en la fam ilia.
La m adre del dependiente a sustancias con frecuencia aparece paralizada en una
relación conflict iva con su propia m adre.
6HJXQGD�(WDSD��/D�SDUHMD�SDWHUQD��
La pareja se const ituye m ot ivada básicam ente por la “prom esa afect iva” que ofrece el
cónyuge que se ve com o un inst rum ento para sat isfacer las propias necesidades de
realización social o de em ancipación respecto de la fam ilia de origen. Dichos deseos
serán am pliam ente sat isfechos a t ravés de la pareja, pero sin m odificar la orientación
em ocional predom inante de los dos que sigue cent rada en la fam ilia de origen y no da
lugar a un verdadero intercam bio ínt im o ent re los cónyuges.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���7HUFHUD�(WDSD��UHODFLyQ�PDGUH�KLMR�HQ�OD�LQIDQFLD��
La calidad de la relación m adre-hij o en la infancia es tal que t iene efectos de privación
y carencia sobre el niño respecto de sus necesidades afect ivas prim arias. El cuidado
presenta característ icas de aparentem ente adecuado, es decir al estar concent rada en
una relación em ocional diferente a la que t iene con el hij o (habitualm ente con su
m adre) la m adre realiza las funciones de crianza de m anera aparentem ente
inobjetable, pero en realidad lo que busca es la adecuación social (que las personas la
vena com o una “buena m adre”) y la confirm ación de sus padres. Este m odo de
com portam iento hace im posible que el hij o tenga conciencia del daño sufr ido (dado
que la m adre lo hace aparentem ente im pecable) .
Por ot ro lado, ya que el padre tam poco está totalm ente atento a las necesidades del
hij o y es percibido com o “ausente”, concent rado habitualm ente en su t rabajo, no hay
un tercero que revele lo inadecuado de la crianza de la m adre.
&XDUWD�(WDSD��OD�DGROHVFHQFLD��
Habitualm ente la m adre reacciona ante los nuevos com portam ientos del hij o que
reclam a m ayor autonom ía con una dem onización de los cam bios inherentes a la
adolescencia. El hij o, por lo tanto, intuye, aunque parcialm ente, la cont radicción del
com portam iento de la m adre que se dem uest ra incapaz de t ransform ar su
com portam iento de crianza. Esta r igidez se vuelve reveladora de la real naturaleza de
la relación: la m adre no reconoce las exigencias evolut ivas del hij o, sino que sólo lo
acepta com o hij o-niño fácilm ente subyugable, t ransfir iendo al hij o los conflictos no
resueltos con su propia m adre.
En esta etapa la tom a parcial de conciencia del hij o no es suficiente com o para
desencadenar un com portam iento sintom át ico, cont rolado tam bién por ot ros actores
com o la escuela u ot ros parientes. El adolescente com enzará a desviar la ira que
genera la m adre y aparecerán com portam ientos de oposición y/ o negat ivos com o
fracasos escolares, experim entación con drogas y alcohol, conductas v iolentas, et c.
4XLQWD�(WDSD��HO�SDVR�DO�SDGUH��
El adolescente siente la falta del padre. Al sent ir que la m adre lo presiona en una
dim ensión infant ilizadora, el hij o se vuelve cada vez m ás react ivo y por lo tanto t rata
de desplazarse hacia el padre, m ovido por la necesidad de un reconocim iento de la
legit im idad de los propios sent im ientos relat ivos a la inadecuación materna y de sus
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���propios derechos de individuación, pero este m ovim iento no t iene éxito: en general el
padre rechaza al hij o (a m enudo porque lo siente m ás hij o de la esposa y la suegra
que de él) o lo acoge de m odo inst rum ental para luego abandonarlo o bien lo acoge
ut ilizando est rategias no m uy diferentes a las usadas por la m adre.
Esta ausencia del padre son las últ im as condiciones para un encuent ro con las drogas.
6H[WD�(WDSD��HO�HQFXHQWUR�FRQ�ODV�GURJDV��
La experiencia con las drogas ayuda al adolescente a m it igar quím icam ente el
sufr im iento al que está expuesto producto del clim a fam iliar y del abandono en que se
encuent ra dent ro de la fam ilia.
6pSWLPD�(WDSD��/DV�HVWUDWHJLDV�EDVDGDV�HQ�HO�VtQWRPD��
Los com portam ientos posteriores al descubrim iento de la dependencia cont r ibuyen a
cronificarla. La m adre evita la depresión y las crisis enfat izando su cuidado
infant ilizador hacia el hij o, el padre sigue actuando débilm ente y el hijo expresa en el
síntom a de consum o de drogas la única posibilidad de autonom ía y de expresión de su
agresividad.
Las descripciones de Cir illo y cols. (1999) , part icularm ente las relat ivas a las dinámicas
fam iliares en la últ im a etapa guardan una cercanía notable con las descripciones
hechas por Stanton y cols (1997) que exam inam os m ás arriba, ya que finalm ente
parece describirse un conflicto t r iádico ent re la m adre el padre y el hij o, o ent re la
m adre, la abuela y el hij o y parece otorgársele al com portam iento adict ivo funciones
que enfat izan la característ ica de la pseudoindividuación.
Cirillo y cols. (1999) , a diferencia de Stanton y cols (1997) , no se quedan en una
descripción de los factores del presente que influyen en el m antenim iento de del
consum o de drogas, sino que van m ás at rás buscando los orígenes de aquello en la
relación con las generaciones anteriores.
Desde el punto de vista de este t rabajo las ideas de Cir illo y cols. (1999) perm iten
am pliar la m irada respecto de las dinámicas fam iliares y t raen a la m ano a un actor de
gran relevancia y que los terapeutas suelen dejar de lado debido a la form a en que se
presenta la dem anda en los cent ros de atención: el padre y su rol dent ro de la fam ilia.
Com o se verá m ás adelante, una sugerencia terapéut ica relevante es no olvidar al
padre dent ro del contexto de la terapia y t raerlo a la m ano de las form as m ás creat ivas
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���posibles, ya que, com o m uchas veces en la fam ilia, él suele ser el gran ausente en la
terapia.
Ot ros autores que aluden a una suerte de intercam bio generacional relevante para el
entendim iento de la dinám ica fam iliar, en fam ilias con un m iem bro con problem as con
sustancias, son Steinglass y cols. (1993) en su m uy interesante t rabajo acerca de lo
que denom inaron la Fam ilia Alcohólica
(O�GHVDUUROOR�GH�XQD�LGHQWLGDG�GH�IDPLOLD�GHSHQGLHQWH�D�VXVWDQFLDV��
En su brillante t rabajo, Steinglass y cols. (1993) elaboran una elegante descripción
acerca de las etapas vitales por las que t ranscurre la vida fam iliar tom ando, com o se
vio en el Capítulo 1, a la fam ilia com o una unidad. En su t rabaj o, hacen extensible
aquellas descripciones a las etapas por las que pasa una fam ilia con un m iem bro
dependiente a sustancias, específicam ente, un m iem bro dependiente al alcohol.
Lo relevante para nuest ro t rabajo es la dist inción ofrecida por Steinglass y cols. (1993)
en orden a que, en el t ranscurso de su desarrollo evolut ivo, las fam ilias pueden
adquirir una ident idad de fam ilias dependientes a sustancias, es decir int roducir en sus
com portam ientos fam iliares de m anera definida, perm anente y crónica el
com portam iento adict ivo invadiendo al conjunto de los m iem bros de la fam ilia y sus
form as de relación.
Los hallazgos de estos autores están tam bién relacionados con un fenóm eno bastante
conocido: la herencia t ransgeneracional del alcoholism o, es decir una tendencia a que
los hij os de padres alcohólicos sean a su vez tam bién alcohólicos.
Salvando en este apartado la discusión acerca de si en esta herencia prim an m ás los
aspectos genét icos o am bientales, el aporte de Steinglass y cols. (1993) se basa en la
descripción de las tareas del desarrollo evolut ivo de las fam ilias, tal com o se vio en el
Capítulo 1. De esta m anera, com o se recordará, una de las funciones básicas de las
fam ilias en su prim era etapa de desarrollo es la de const ituir una ident idad fam iliar
tom ando com o “m aterial” para ello los elem entos que se t raen desde las propias
fam ilias de origen. El punto crucial en relación a nuest ro tem a es qué hacer cuando
aquel “m aterial” proviene de una fam ilia alcohólica (o dependiente a sustancias) , ¿se
incluye esos pat rones de com portam iento com o alternat ivas válidas en la interacción
de la nueva fam ilia?.
El dilem a no es fácil de resolver porque, adem ás de no ser claram ente consciente,
involucra resolver las com plejas relaciones con las fam ilias de origen y negociar
act itudes frente al tem a las que pueden resultar com plejas y difíciles de abordar, por
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���ejem plo, ¿se tendrá acceso ilim itado a la fam ilia de origen definida com o alcohólica?, o
se lim itará el acceso a ocasiones en las que no existe r iesgo de com plicaciones. De la
m ism a m anera, al desarrollar sus valores, creencias y reglas de conducta com part ida,
¿lo harán según el m odelo de la fam ilia alcohólica o el de la fam ilia que no lo es?
Según Steinglass y cols. (1993) una de las opciones de la nueva fam ilia en este punto
es const ituir una ident idad de fam ilia alcohólica (ot ras serían no ser una fam ilia
alcohólica o quedar en un punto interm edio de poca claridad) en la que los r ituales
fam iliares, la act itud hacia el consum o y la form a de resolver los conflictos son
m odelados, de m anera im plícita según los antecedentes de la fam ilia de origen
alcohólica, incluyendo todos estos com portam ientos dent ro de las form as habituales de
com portam iento fam iliar.
Adquir ir una ident idad de fam ilia alcohólica (o dependiente a sustancias) significa para
Steinglass y cols. (1993) que todos los m iem bros de la fam ilia actúan los dist intos
roles que les corresponden en un pat rón que es predecible para todo el sistem a
fam iliar y que queda arraigado en su form a de com portam iento habitual.
Esta predict ibilidad del com portam iento fam iliar en su conjunto es una de las
característ icas de la segunda fase de desarrollo de la fam ilia que, com o vim os en el
Capítulo 1, corresponde a la fase que puede describirse com o vida fam iliar
propiam ente tal.
El ejem plo clínico que ent regan Steinglass y cols. (1993) corresponde a una m ujer,
que recordaba que cuando ent raba a su casa el fin de sem ana y veía una botella
sem ivacía, indicador de que el padre había bebido y que cont inuaría haciéndolo el resto
del fin de sem ana, ella ent raba en “piloto autom át ico”, lo que significaba que su
com portam iento y el de la fam ilia cam biaba: se refugiaba en su pieza concent rada en
sus cosas y rogando que nadie viniera a visitarla a la casa, m ient ras el resto de los
m iem bros de la fam ilia hacía lo m ism o, no se sentaban juntos a com er com o lo hacían
habitualm ente en situaciones de sobriedad, sino que todos tom aban sus platos y
com ían en sus habitaciones. Cuando habían discusiones ella t rataba de quedarse al
m argen, pero m uchas veces se involucraba en las m ism as a pesar de que sabía que
eran discusiones incoherentes.
Respecto de este caso, Steinglass y cols. (1993) destacan que la capacidad de la
paciente de actuar en “piloto autom át ico” y saber qué era lo que cada m iem bro de la
fam ilia haría en caso de que uno de sus m iem bros com ience a beber, es un indicador
de que la fam ilia com o un conjunto actúa alcohólicam ente, es decir, la fam ilia com o un
todo m odifica su com portam iento t ransform ando el consum o y los cam bios de
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���com portam iento asociados en un pat rón estable y predecible. En este sent ido, la
fam ilia ha adquirido una ident idad de fam ilia alcohólica (o dependiente) .
A esta altura queda pendiente ot ra pregunta crucial: si bien la fam ilia ha int roducido
este pat rón de com portam iento y puede predecir lo ¿porqué lo m ant iene si
evidentem ente a un nivel, le genera dolor?. La respuesta de Steinglass y cols. (1993)
hace nuevam ente énfasis en el concepto de hom eostasis fam iliar. Ellos plantean que
este com portam iento se m ant iene porque ayuda a la fam ilia a resolver problem as de
im portancia para ellos, por ej em plo form as de intercam bio em ocional, problem as
sexuales, problem as con los vecinos, etc. los que no pueden resolverse en estado de
sobriedad. De esta m anera, la fam ilia cree, según los autores, que el consum o les
ayuda a desarrollar una serie de com portam ientos que en ot ro m om ento no son
posibles de im plem entar.
Los estudios Stanton y cols (1997) , Cir illo y cols. (1999) y Steinglass y cols. (1993)
presentados en este capítulo const ituyen abordajes altam ente fundam entados en
m aterial clínico y de invest igación y representan probablem ente los abordaj es m ás
com pletos, com presivos y coherentes respecto del rol que cum ple la fam ilia en el
origen y la m antención de la conducta adict iva.
/D� +RPHRVWDVLV� )DPLOLDU� FRPR� XQD� KLSyWHVLV� RULHQWDGRUD� GHO� WUDEDMR� FRQ�IDPLOLDV�FRQ�XQ�PLHPEUR�FRQ�SUREOHPDV�GH�GURJDV�����
Hasta este punto hem os abordado la relación ent re la dinámica fam iliar y la
dependencia a sustancias desde t res perspect ivas que ponen énfasis en diferentes
aspectos del fenóm eno y de las relaciones ent re los m iem bros de la fam ilia. Sin
em bargo, los t res abordajes confluyen en un m ism o punto: el com portam iento
adict ivo, es decir el consum o de sustancias m ás todos los com portam ientos
individuales y fam iliares asociados, cum ple una función en la m antención del equilibrio
de la fam ilia. Para Stanton y cols (1997) esa función está al servicio de la superación
de la tensión ent re los padres, para Cir illo y cols. (1999) el consum o es una suerte de
autom edicación que ayuda al adolescente y a su fam ilia a enfrentar de una m anera
paradój ica los dolores y dificultades surgidas a raíz de una crianza poco nut r icia, para
Steinglass y cols. (1993) la fam ilia m ant iene el consum o de alcohol en su interior
porque ident ifica problem as o situaciones que se pueden enfrentar sólo cuando uno de
sus m iem bros se ha consum ido.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���La perspect iva de este t rabajo coincide con tales posturas. En part icular, propone que
HO�FRPSRUWDPLHQWR�DGLFWLYR�FRQVWLWX\H�XQ�VtQWRPD�TXH�SURWHJH�HO�HTXLOLEULR�GH�OD�IDPLOLD�\�DSRUWD�D�OD�PDQWHQFLyQ�GH�OD�KRPHRVWDVLV�IDPLOLDU.
Creem os que sólo de esa m anera puede entenderse porqué las fam ilias gastan tanta
energía generando una serie de conductas aparentem ente cont radictorias con los
objet ivos que las llevan a consultar o que en ot ras oportunidades parezcan oponerse
francam ente al proceso terapéut ico en el que han confiado el cuidado de uno de sus
m iem bros.
Lo que el profesional o técnico que intervenga con fam ilias debe buscar HV�OD�IXQFLyQ�FRQFUHWD� TXH� HVH� FRPSRUWDPLHQWR� DGLFWLYR� RIUHFH� SDUD� FDGD� IDPLOLD� HQ�SDUWLFXODU.
Las funciones que este com portam iento cum plirá variarán tanto com o varían las
fam ilias que consultan, no siem pre se referirán a padres tensionados en sus relaciones
o a adolescentes dolidos con sus padres, sin em bargo, Vt� VH� UHIHULUi� HQ� WRGDV� ODV�RFDVLRQHV�D�DOJXQD�FLUFXQVWDQFLD��UHDO�R�SRWHQFLDO�TXH�GHVGH�HO�SXQWR�GH�YLVWD�GH� ORV�PLHPEURV�GH�OD�IDPLOLD��SRQH�HQ�ULHVJR�OD�³LQWHJULGDG´�IDPLOLDU.
El siguiente caso clínico dará un ej em plo respecto de este punto.
(O�*XDUGLiQ�GH�OD�)DPLOLD���
Se presenta una t ranscr ipción de la prim era sesión realizada con la fam ilia de Rodrigo,
un adolescente consum idor de PBC.
�&RQVXOWDQ�$QJpOLFD�������PDPi�GHO�3DFLHQWH�,QGLFH��5REHUWR�������SDSi�GHO�3,��GH� QDFLRQDOLGDG� DUJHQWLQD�� /XLV� ������ KHUPDQR� GHO� SDFLHQWH� tQGLFH� \� 5RGULJR�������SDFLHQWH�tQGLFH���(Q�HO�PRPHQWR�GH�OD�FRQVXOWD�ORV�FXDWUR�PLHPEURV�GH�OD�IDPLOLD�YLYHQ�MXQWRV���)tVLFDPHQWH�WRGRV�VRQ�SHUVRQDV�GH�DVSHFWR�ItVLFR�VDOXGDEOH��UHODWLYDPHQWH�DOWRV�\�GH�XQD�DSDULHQFLD�DJUDGDEOH��'HVWDFD�TXH� WRGRV� ORV�PLHPEURV�GH� OD� IDPLOLD��H[FHSWR�5RGULJR��VH�YLVWHQ�GH�PDQHUD�IRUPDO��PX\�RUGHQDGRV�HQ�VX�YHVWLPHQWD�\� DVHR�� /XLV� HV� SDUWLFXODUPHQWH� RUGHQDGR� \� IRUPDO�� 5RGULJR�� HQ� FDPELR��PXHVWUD�XQ�HVWLOR�FODUDPHQWH�GLIHUHQWH�FRQ�URSD�GH�HVWLOR�WUDVKHU��FRQ�FDGHQDV��ERWRWRV��SHOR�ODUJR��PXxHTXHUDV�\�UHODWLYDPHQWH�GHVDVHDGR��
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I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���(O� WHUDSHXWD� LQLFLD� OD�VHVLyQ�SUHJXQWDQGR�D�FDGD�XQR�FyPR�VH� OODPD��D�TXp�VH�GHGLFDQ�\�VL�YLYHQ�MXQWRV�R�QR���&DGD�PLHPEUR�GH� OD� IDPLOLD� UHVSRQGH��$QJpOLFD�HV�GXHxD�GH�FDVD��SHUR�DKRUD�~OWLPR�VH�KD�GHGLFDGR�D�OD�YHQWD�GH�MR\DV��SRUTXH�OD�VLWXDFLyQ�HFRQyPLFD�GH�OD�IDPLOLD� KD� HVWDGR� UHODWLYDPHQWH� PDOD�� 5REHUWR� KD� WHQLGR� XQD� YDULHGDG� GH�SUR\HFWRV� GH� WUDEDMR� H� LQYHUVLyQ� TXH� QR� KDQ� UHVXOWDGR� GHO� WRGR� �SRU� HMHPSOR�XQD� IORWD�GH� WD[LV��R�XQ�SUR\HFWR�GH�GHVDUUROOR� LQPRELOLDULR���pO� HV�DUJHQWLQR�\�KDFH�SRFR�VH�YROYLy�D�$UJHQWLQD�SDUD�SUREDU� VXHUWH�HQ�RWURV� WUDEDMRV��SHUR�HO�DVXQWR�QR�SUHQGLy� \� HVWi�GH� YXHOWD� HQ�&KLOH�� /XLV� HV� HVWXGLDQWH�GH� HGXFDFLyQ�VHFXQGDULD��OH�YD�EDVWDQWH�ELHQ�HQ�HO�FROHJLR��HO�WLHPSR�OLEUH�TXH�WLHQH�OR�XWLOL]D�HQ� HO� WUDEDMR� GH� SDVWRUDO� GH� VX� LJOHVLD� HQ� HO� TXH� WUDEDMD� PX\�FRPSURPHWLGDPHQWH�� 5RGULJR� HVWi� HQ� WHUFHUR�PHGLR�� SHUR� HVWH� DxR� OH� KD� LGR�EDVWDQWH�PDO��DVt�TXH�GHVGH�KDFH�XQ� WLHPSR�QR�DVLVWH�DO� FROHJLR��HO� WLHPSR� OR�XWLOL]D�HQ�HVWDU�FRQ�ORV�DPLJRV��YHU�WHOHYLVLyQ��FKDWHDU�XQ�UDWR��HWF�«��(O�WHUDSHXWD�SUHJXQWD�¢SRUTXp�HVWiQ�DTXt"��PLUD�D�OD�PDGUH�\�DO�SDGUH�DO�KDFHU�HVWD�SUHJXQWD���/D�PDGUH�WRPD�OD�SDODEUD�\�GLFH�TXH�HVWi�DTXt�SRU�5RGULJR��eO�FRQVXPH�GURJDV��PDULKXDQD� \� 3%&�� \� GHVGH� KDFH� XQ� WLHPSR� D� HVWD� SDUWH� HO� FRQVXPR� KD�HPSHRUDGR��KDFLpQGRVH�FDGD�YH]�PiV�IUHFXHQWH��/H�SUHRFXSD�TXH�5RGULJR�KD\D�GHMDGR�HO�FROHJLR�\�TXH�IUHFXHQWH�D�ODV�DPLVWDGHV�TXH�IUHFXHQWD��TXH�VRQ��HQ�VX�PD\RUtD�� MyYHQHV� GH� OD� FDOOH� TXH� QR� VRQ� GH� VX� FRQGLFLyQ� VRFLDO� R� FXOWXUDO«� HO�WHUDSHXWD�OH�SUHJXQWD�VL�KD\�DOJXQD�RWUD�FRVD�TXH�OH�SUHRFXSH��/D�PDGUH�SLHQVD�XQ�SHTXHxR�UDWR��PLUD�KDFLD�DUULED�\�GLFH�TXH�QR�OH�SUHRFXSD�QDGD�GH�/XLV��TXH�HV�XQ� MRYHQ�TXH� VH� FRPSRUWD�PX\�ELHQ«�SHUR�TXH� Vt� OH� SUHRFXSD�XQ�SRFR� VX�PDULGR�� SDUWLFXODUPHQWH� HO� KHFKR� GH� TXH� QR� HQFXHQWUH� XQ� WUDEDMR� TXH� OH�JDUDQWLFH�D�OD�IDPLOLD�XQ�LQJUHVR�HVWDEOH��+DFH�SRFR�pO�VH�KDEtD�LGR�GH�UHJUHVR�D�$UJHQWLQD�D�YHU�VL� OH� UHVXOWDED�DOJR��SHUR�YROYLy�VLQ� UHVROYHU� FRQFUHWDPHQWH� OD�VLWXDFLyQ���(O�WHUDSHXWD�OH�SUHJXQWD�D�OD�PDGUH�VL�WLHQH�RWUD�SUHRFXSDFLyQ�\�HVWD�GLFH�TXH�QR���/H�SUHJXQWD��HQWRQFHV�DO�SDGUH��³<�XVWHG�5REHUWR��¢SRUTXp�HVWi�DTXt"´���5REHUWR�GLFH�TXH�OH�SUHRFXSD�HO�FRPSRUWDPLHQWR�GH�5RGULJR�D�TXLHQ�HQ�JHQHUDO��QR�YH�WDQ�FRPSOLFDGR��SHUR�DKRUD�~OWLPR�OD�VLWXDFLyQ�VH�KD�YXHOWR�IUDQFDPHQWH�FRPSOLFDGD��6H�KD�GDGR�FXHQWD�GH�TXH�5RGULJR�KD�DXPHQWDGR�ODV�YHFHV�HQ�TXH�OOHJD�PDO�D�OD�FDVD��FRQ�HYLGHQWHV�PXHVWUDV�GH�TXH�KD�FRQVXPLGR��(O�SXQWR�TXH�
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���UHEDOVy� HO� YDVR� IXH� TXH� 5RGULJR� OH� OHYDQWy� OD� PDQR� D� OD� PDGUH� � OH� JROSHy�EDVWDQWH�IXHUWH��(VWR�RFXUULy� OXHJR�GH�XQD�GLVFXVLyQ�HQ�TXH�OD�PDGUH�OR�DFXVy�GH�UREDUVH�XQD�PHUFDGHUtD�GH�OD�FDVD���7HUDSHXWD�� 'HVGH� VX� SXQWR� GH� YLVWD� 5REHUWR�� HVWD� PD\RU� FRPSOLFDFLyQ� HQ�5RGULJR�TXH�XVWHG�LGHQWLILFD�¢FRLQFLGH�FRQ�DOJ~Q�RWUR�HYHQWR�TXH�KD\D�RFXUULGR�HQ�OD�IDPLOLD"���(O�SDGUH�UHVSRQGH�TXH�FRLQFLGH�PiV�R�PHQRV�FRQ�HO�WLHPSR�HQ�TXH�pO�VH�IXH�D�$UJHQWLQD��DXQTXH�HQ�UHDOLGDG�FRPHQ]y�FRPR�XQ�PHV�R�GRV�DQWHV��/D�FRVD�OOHJy�D�VHU�WDQ�JUDYH�TXH�pO�GHFLGLy�YROYHUVH�D� OD�FDVD�D�SRQHU�RUGHQ�HQ�OD�IDPLOLD«�HVWR�OR�GHFLGLy�D�UDt]�GH�XQ�OODPDGR�WHOHIyQLFR�GH�$QJpOLFD�HQ�TXH�OH�FRPXQLFy�TXH�5RGULJR�OD�KDEtD�JROSHDGR���$QJpOLFD�FRPHQWD�FRPR�SDUD�HOOD��DXQTXH�HQ�XQ�WRQR�OR�VXILFLHQWHPHQWH�IXHUWH�FRPR�SDUD�TXH�WRGRV�HVFXFKHQ���³\D�HUD�KRUD´��(O�WHUDSHXWD�OD�PLUD�\�OH�SUHJXQWD�¢TXp�TXLHUH�GHFLU"��(OOD�UHVSRQGH�TXH�HQ�JHQHUDO��pO��HO�PDULGR��QXQFD�VH�KD�SXHVWR�ORV�SDQWDORQHV�HQ�OD�FDVD��4XH�HV�HOOD�D�OD�TXH�OH�KD�WRFDGR�VHU�OD�TXH�SRQH�ODV�UHJODV�\�SRU�OR�WDQWR�DFWXDU�FRPR�OD�PDOD�GH�OD�SHOtFXOD«��7HUDSHXWD��PLUDQGR�D�5REHUWR���¢&XiO�HV�VX�SXQWR�GH�YLVWD�DO�UHVSHFWR"���eO� UHVSRQGH� TXH� PXFKDV� YHFHV� KD� VHQWLGR� TXH� QR� WLHQH� PXFKD� FDELGD� HQ� OD�FDVD�� TXH� OR� TXH� DKRUD� RFXUUH� WLHQH� TXH� YHU� FRQ� TXH� $QJpOLFD� OH� KD�LPSRVLELOLWDGR�SDUWLFLSDU�HQ�OD�IDPLOLD��RFXOWiQGROH��SRU�HMHPSOR��SUREOHPDV�TXH�KDEtD�HQ�OD�FDVD��HVSHFLDOPHQWH�FRQ�5RGULJR�TXH��SRU�HMHPSOR��WHQtD�SUREOHPDV�LPSRUWDQWHV�HQ�HO�FROHJLR�\�$QJpOLFD�QR�ORV�FRPXQLFDED���(OOD�GLFH�TXH�pO�QR�VH�LQWHUHVDED�HQ�OD�IDPLOLD�\�TXH�SDVDED�OD�PD\RU�SDUWH�GHO�WLHPSR�HQIUDVFDGR�HQ�VXV�SUR\HFWRV�TXH�QXQFD�IXQFLRQDURQ«��(O� WHUDSHXWD� FRPHQWD� TXH� \D� WHQGUiQ� WLHPSR� GH� SURIXQGL]DU� HQ� HVWH� WHPD� \�SUHJXQWD�DO�SDGUH��¢KD\�DOJXQD�RWUD�FRVD�TXH�OH�SUHRFXSH�GH�OD�IDPLOLD"���eO� UHVSRQGH� TXH� QR�� WRGR� HO� UHVWR� HVWi� QRUPDO�� /XLV� HV� XQ� EXHQ� KLMR� TXH� HQ�JHQHUDO�QR�GD�SUREOHPDV���7HUDSHXWD��GLULJLpQGRVH�D�/XLV���¢<�W~�/XLV��SRUTXp�HVWiV�DTXt"�
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����/XLV��3DUD�DFRPSDxDU�D�OD�IDPLOLD��7HUDSHXWD��¢+D\�DOJR�TXH�WH�SUHRFXSH"��/XLV��5RGULJR���7HUDSHXWD��¢&yPR�DVt"��/XLV�� 0H� SUHRFXSD� TXH� 5RGULJR� QR� HVWp� KDFLHQGR� QDGD� ~WLO� FRQ� VX� YLGD�� 6H�GHGLFD� D� HVFXFKDU� P~VLFD�� D� VDOLU� FRQ� ORV� DPLJRV�� D� HVWDU� HQ� OD� FDOOH� \� D�FRQVXPLU�GURJDV��<R� OR�KH�YLVWR�HQ�PXFKDV�FRVDV�� OR�KH�YLVWR� FRPR� OOHJD�D� OD�FDVD��OR�KH�YLVWR�HQ�VLWXDFLRQHV�TXH�QXQFD�OHV�KH�FRQWDGR�D�ORV�SDSiV��<R�FUHR�TXH�5RGULJR�FRQVXPH�EDVWDQWH�PiV�GH�OR�TXH�GLFH�\�GH�OR�TXH�ORV�SDSiV�VH�KDQ�GDGR�FXHQWD���$�YHFHV�OOHJD�GREODGR�D�OD�FDVD��WRWDOPHQWH�GURJDGR��QR�SXHGH�QL�KDEODU��R�GLFH�SXUDV� WRQWHUDV«�<R� OH�KH�GLFKR�D� OD�PDPi�TXH� OR�FDVWLJXHPRV��TXH�OR�GHMHPRV�VLQ�PHVDGD�SRU�HMHPSOR«DOJXQDV�YHFHV�OH�GLJR�OR�TXH�WLHQH�TXH�KDFHU��OH�GLJR�TXH�SLHQVH�OR�TXH�KDFH��OH�GR\�FRQVHMRV��SHUR�pO�QR�PH�SHVFD���7HUDSHXWD��¢+D\�DOJXQD�RWUD�FRVD�TXH�WH�SUHRFXSH�GH�OD�IDPLOLD"��/XLV��1R��(Q�XQD�GH�HVDV�SXHGH�VHU�TXH�PH�SUHRFXSH�XQ�SRFR�SRU� ORV�SDSiV��SRUTXH� D� YHFHV� SHOHDQ� PXFKR�� SHUR� HQ� JHQHUDO� QR� PH� SUHRFXSD� WDQWR�� <R�HQFXHQWUR� TXH� FXDQGR� HO� SDSi� HVWXYR� HQ� $UJHQWLQD� QR� HVWXYLPRV� PDO�� <R�D\XGDED�D�OD�PDPi��OH�GHFtD�TXp�FRVDV�IDOWDEDQ�HQ�OD�FDVD�SDUD�LU�D�FRPSUDUODV��OH�D\XGDED�D�VDFDU�FXHQWDV�\�D�YHU�FyPR�SDJDUtDPRV�ODV�GHXGDV��HWF��/DV�FRVDV�PDUFKDEDQ�ELHQ«��7HUDSHXWD��¢<�TXp�WH�SDUHFH�TXH�HO�SDSi�KD\D�YXHOWR�D�OD�FDVD"��/XLV��0H�SDUHFH�ELHQ��LJXDO�SUHILHUR�TXH�HVWp�HQ�OD�FDVD���7HUDSHXWD��¢+D\�DOJXQD�RWUD�FRVD�TXH�WH�SUHRFXSH"��/XLV��1R���7HUDSHXWD��PLUDQGR�D�5RGULJR���¢<�W~�5RGULJR��SRUTXp�HVWiV�DTXt"��5RGULJR��3RUTXH�PH�WUDMHURQ���7HUDSHXWD��¢&yPR�DVt"�
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����5RGULJR��GHVDILDQWH�\�HQRMDGR���$Vt���7HUDSHXWD��1R�HQWLHQGR���5RGULJR��PiV�HQRMDGR�\�PLUDQGR�ILMR�DO�WHUDSHXWD���¢TXp�QR�HQWLHQGH"��7HUDSHXWD��1R� HQWLHQGR�TXH�KD\DV� YHQLGR�� SRUTXH� ILQDOPHQWH�SRGUtDV�KDEHUWH�QHJDGR�\�PDQGDUWH�D�FDPELDU«��5RGULJR�� 0H� DPHQD]DURQ� FRQ� PDQGDUPH� LQWHUQR� D� XQD� FRPXQLGDG� R� FRQ�HFKDUPH�D�ORV�SDFRV«QR�Vp«YLQH�REOLJDGR���7HUDSHXWD��¢4Xp�WH�SDUHFH�TXH�OR�TXH�VH�GLFH�GH�WL"��5RGULJR��1R�HVWR\�QL�DKt��0H�SDUHFH�TXH�VRQ�XQRV�H[DJHUDGRV��0H�FULWLFDQ�SRU�OD�URSD��PH�GLFHQ�TXH�SDUH]FR�URWR��TXH�WHQJR�DPLJRV�GH�OD�FDOOH�\�\R�OHV�GLJR�TXH�HOORV�VRQ�WRGRV�XQRV�IDOVRV�TXH�DQGDQ�SRQLHQGR�FDULWDV�D�OD�JHQWH��TXH�GDQ�XQD�LPSUHVLyQ�GH� FRVDV�TXH�QR� VRQ��TXH�GHODQWH�GH� ORV�DPLJRV�VH�SRQHQ�FRPR� OD�IDPLOLD� SHUIHFWD«� FRQ� ODV� FDJDGLWDV� TXH� TXHGDQ� HQ� OD� FDVD«� ¢SRUTXp� QR� OH�SUHJXQWD�D�PL�PDPi�FyPR� OH�YD�FRQ�HO� WUDJR�R�FRQ� ODV�SDVWLOODV�TXH�VH� WRPD�SDUD�GRUPLU"��D�YHFHV�QR�VH�GHVSLHUWD�HQ�WRGD�OD�PDxDQD��SDVD�GXUPLHQGR��¢3RU�TXp�QR� OH�SUHJXQWD�D�PL�SDSi�D�YHU�VL�DWLQD�FRQ� OD�FDVD�DOJXQD�YH]"��(O�~QLFR�TXH�VDOYD�XQ�SRFR�HV�HO�/XLV�TXH�VH�OH�YD�XQ�SRFR�PHMRU«�HQ�UHDOLGDG�EDVWDQWH�ELHQ�HQ� HO� FROHJLR«�SHUR� VH�SRQH�D�GDU� VHUPRQHV�� VH�SRQH� ODWHUR� \� DKt� QR� OR�SHVFR«�VH�FUHH�FRPR�JUDQGH�HO�KXHYyQ«��7HUDSHXWD��¢<�TXp�RSLQDV�DFHUFD�GH�OR�TXH�VH�FRPHQWD�UHVSHFWR�GH�WX�FRQVXPR�R�GH�TXH�OH�SHJDVWH�D�OD�PDPi"��5RGULJR�� ¢1R� OH� GLJR�TXH� VRQ�XQRV� H[DJHUDGRV"��1R� HV�SDUD� WDQWR�� \R�QR�PH�DQGR�GURJDQGR�HQ�ODV�FDOOHV�DVt�FRPR�VL�IXHUD�XQ�ERUUDFKR�TXH�VH�TXHGD�ERWDGR�HQ�OD�FDOOH��8QD�YH]� OOHJXp�FRQ�XQ�SRFR�GH�WUDJR�D� OD�FDVD�\�TXHGy�OD�FDJDGD��SRUTXH�HO�/XLV� OH�GLMR�D�PL�PDPi�\� OD�PDPi�PH�FRPHQ]y�D�JULWDU�\�PH�SHJy�XQD�FDFKHWDGD�\�PH�GLMR�TXH�PH�IXHUD�GH�OD�FDVD«��7HUDSHXWD��¢<�OR�GH�ORV�JROSHV�D�OD�PDPi"���5RGULJR��$Kt�IXH�SR«�OD�PDPi�PH�HPSH]y�D�GHFLU�TXH�\R�PH�KDEtD�UREDGR�QR�Vp�TXp�FRVD��TXH�HOOD�PH�KDEtD�UHYLVDGR�OD�SLH]D�\�KDEtD�HQFRQWUDGR�XQD�ODWD�GH�DW~Q� TXH� VHJ~Q� HOOD� \R� VH� OD� LED� D� UHJDODU� D�PLV� DPLJRV� GH� OD� HVTXLQD� \�PH�
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���DUPy�XQ�FDJ�LQ���\�DKt�\R�OH�GLMH�TXH�QR�WHQtD�SRUTXp�PHWHUVH�HQ�PLV�FRVDV�\�OH�GL� XQ� HPSXMyQ� \� OD� PDPi� VH� FD\y� \� \R� PH� IXL� GH� OD� FDVD� \� YROYt� DO� GtD�VLJXLHQWH«��7HUDSHXWD��5RGULJR�¢KD\�DOJXQD�FRVD�TXH�WH�SUHRFXSH�D�WL��SDUWLFXODUPHQWH�D�WL"��5RGULJR��/D�IDPLOLD���7HUDSHXWD��¢&yPR�DVt"��5RGULJR��/D�IDPLOLD��/R�IDOVRV�TXH�VRQ«PtUHORV�DVt�WDQ�DUUHJODGLWRV��FRPR�VL�ODV�FRVDV� HVWXYLHUDQ� WDQ�ELHQ�HQ� OD� FDVD«�SHUR� VDEH�TXp�� \R�QR� HVWR\� QL� DKt� FRQ�HVWD�IDPLOLD��GH�KHFKR�QR�PH�TXLHUR�QL�SDUHFHU�D�HOORV«�SRU�HVR�OHV�GLJR�D�HOORV�\� OH� GLJR� D� XVWHG�� \R� QR� YR\� D� FDPELDU�� QR� HVWR\� QL� DKt� FRQ� FDPELDU«� YR\� D�VHJXLU�LJXDO�FRPR�VR\«�
En este caso, la función del consum o y del com portam iento de consum o parece obvia
en relación a la m antención del equilibrio de la fam ilia. Rodrigo se ofrece com o el chivo
expiatorio de la fam ilia, todo en él es diferente y llam a la atención, la form a en que se
viste, el lenguaje que usa, los problem as que causa etc. Tiene un gran poder al interior
de la fam ilia, con su com portam iento logra recom ponerla t rayendo de vuelta al padre
desde Argent ina y obligándolo a posicionarse en su rol, cuidando de esta m anera que
la fam ilia retom e su cauce y no se quiebre con uno de los padres fuera del país. La
insistencia de Rodrigo en m antenerse sin cam bios parece insinuar que la tarea no está
com pleta y que debe cont inuar en su rol por un t iem po.
Este ejem plo clínico intenta resaltar lo que se ha com entado hasta el m om ento en el
sent ido de que aquello que los terapeutas deben buscar son las funciones del síntom a
asociadas a la m antención de la hom eostasis fam iliar.
Al finalizar este capítulo surge una pregunta que a nuest ro juicio es relevante
contestar.
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I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����¢6RQ�VLQyQLPRV�OD�,QWHUYHQFLyQ�)DPLOLDU��\�HO�WUDEDMR�VREUH�OD�&RGHSHQGHQFLD"�
Com o se deduce de los antecedentes presentados, las relaciones ent re dinám ica
fam iliar y dependencia a sustancias const ituyen relaciones r icas y com plejas (aunque
no por eso poco abordables) que involucran al conjunto de la fam ilia. Aludiendo a ello
es que este t rabaj o asum e una postura definida en relación a un concepto m uy
ut ilizado en la literatura especializada: la &RGHSHQGHQFLD.
Algunas definiciones o descripciones ut ilizadas en la literatura respecto de la
Codependencia son:
“Trastorno individual específico, configurador de la ident idad del individuo,
caracterizado por un intenso tem or al abandono (exclusión o descalificación) y un girar
en torno a ot ro. De génesis interaccional, surge frente a una respuesta fam iliar
disfuncional ( cent rífuga) , ante un determ inado t rastorno de ot ro de sus m iem bros”
(Coddou y Chadwick, 1994) .
“Los que sufren co-dependencia se adentran compulsiva y obsesivamente en los
problemas del adicto hasta el punto de que su conducta queda alterada y disminuye su
calidad de vida. El adicto primario es adicto a las drogas, m ientras que el coadicto o el
codependiente es adicto a los problemas del adicto” (Washton, 1995) .
Si bien sería insensato pretender que los sufrim ientos de los miembros del sistema
familiar no t ienen una concreción que se expresa individualmente en cada uno de ellos,
en nuestra opinión, poner este énfasis en el aspecto individual (y lineal) respecto de estos
problemas, como lo hacen estas definiciones-descripciones de codependencia, oscurece la
percepción respecto de los complejos equilibrios que el sistema familiar pone en juego
como conjunto frente al comportamiento adict ivo.
Es opinión de este t rabajo que no es lo mismo intervenir individualmente con los
familiares codependientes, que desde un enfoque familiar, que es el que se propone en
este t rabajo, ya que este primer abordaje t iende a sobre simplificar lo fenómenos
observados en las familias y muchas veces a hace incomprensibles algunos
comportamientos que abarcan más allá del miembro de la familia calificado como
codependiente.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���&DStWXOR����
(ILFDFLD�GH�OD�7HUDSLD�)DPLOLDU�HQ�HO�7UDWDPLHQWR�GH�'HSHQGLHQWHV�D�6XVWDQFLDV��
En su interesante y bien documentado estudio, Girón y cols. (2002) hacen una revisión
de meta-análisis respecto de la ut ilidad de la terapia familiar en los t ratamientos de
personas con problemas de drogas.
Un estudio de meta-análisis significa una revisión sistemática y conjunta de las
publicaciones sobre eficacia de intervenciones clínicas aparecidas en diferentes medios
científicos en un determinado período de t iempo. Girón y cols. (2002) analizaron toda la
literatura disponible en el tema de eficacia de terapia familiar publicada en los últ imos 15
años. Muchas de las publicaciones analizadas se referían a su vez a análisis de ot ras
publicaciones, lo que asegura un adecuado muestreo de los estudios realizados.
En este capítulo se expondrán los hallazgos realizados por Girón y cols. (2002) en su
estudio de meta-análisis.
Estos autores plantean que el estudio del NIDA de 1995 (NIDA, 1995) hace una am plia
revisión sobre la eficacia de la terapia fam iliar en t ratam ientos de drogas destacando
los siguientes aspectos:
• Hay est ilos de intervención que reúnen suficientes evidencias de la eficacia del
t rabajo fam iliar con delincuentes juveniles y con drogodependientes (Kazdin,
1987) .
• Estas evidencias están basadas en algunos ensayos clínicos aleatorios (Friedm an,
1989; Szapocznik, 1988) . Aunque algunos de ellos t ienen im perfecciones
m etodológicas, hay ot ros con m ínim os problem as de esta índole y m uest ran
significat ivos avances sobre el t ratam iento fam iliar de los problem as de conducta
y drogodependencia en adolescentes y j óvenes.
• I gualm ente se ha dem ost rado que la Terapia Fam iliar ayuda a retener a los
pacientes en los program as de t ratam iento (Szapocznik, 1988) m ás que los t ipos
de intervenciones com unes.
• Los resultados terapéut icos de la intervención fam iliar son superiores cuando se
com paran con los t ratam ientos basados en terapia grupal, educación de padres o
intervención m ult ifam iliar ( Joanning y cols., 1992; Lewis y cols. 1990) .
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���Stanton y Shadish (1997) publicaron un m eta-análisis cuyo objet ivo era com probar los
resultados que se obt ienen en los t ratam ientos de drogodependientes cuando se
ut ilizan técnicas de intervención fam iliar ( tabla 1) . Dicho t rabajo analiza en
profundidad un total de 15 estudios seleccionados que cum plen los siguientes criterios:
a) el síntom a de prim er interés es la adicción, b) incluyen dos o m ás condiciones de
com paración de las que al m enos una de ellas es cualquier clase de intervención
fam iliar o de pareja, y c) los casos eran aleatoriam ente asignados a las diferentes
condiciones de t ratam iento. La m uest ra com pleta de este m eta-análisis asciende a
1.571 casos, habiendo sido som et idos a t ratam iento un total aproxim ado de 3.500
individuos. Por tanto se t rata de un t rabajo am plio y m etodológicam ente r iguroso
cuyos principales resultados fueron:
• Los pacientes que recibieron terapia fam iliar o de pareja m anifestaban de form a
significat iva, m enor uso de drogas después del t ratam iento que los que recibieron
ot ros t ipos de terapia no- fam iliar, tanto en adultos com o en adolescentes
drogodependientes.
• I gualm ente, en los casos en los que se em pleó terapia fam iliar aum entó la tasa de
retención en t ratam iento y hubo m enos abandonos.
• Específicam ente, recibir terapia fam iliar fue m ás eficaz que recibir consejo
individual, terapia grupal y ot ros t ratam ientos usuales. Ello no quiere decir que
ot ros abordaj es no sean eficaces, aunque estos podrían tener m ejores resultados si
se les añade terapia fam iliar.
• La terapia fam iliar, en com paración con la Psicoeducación Fam iliar logra m ejorar las
relaciones conyugales y la integración social t ras el t ratam iento. En com paración
con los grupos de padres ninguna de las dos intervenciones se m ost ró m ás eficaz
que la ot ra, aunque son escasos los estudios y las muest ras que realizan esta
com paración.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���7DEOD����Meta-análisis de Stanton y Shadish (1997) , sobre eficacia de las intervenciones basadas en la fam ilia en drogodependientes. Tom ada de Girón y cols. (2002). Nº Estudios N conjunta Condiciones de comparación por
estudio Resumen de resultados
15 1 Bernal et al (1997) 2 Fals-Stewart et al (1996) 3 Mclellan et al (1993) 4 Stanton et . Al (1982) 5 Stanton et . al (1984) 6 Ziegler-Driscoll (1977) 7 Friedm an (1989) 8 Henggeler et al (1991) 9 Henggeler et al (1992) 10 Joanning et al (1992) 11 Krinsley et al (1997) 12 Lewis et al (1990) 13 Liddle et al (1993) 14 Scopet ta et al (1979) 15 Szapocznik et al (1986)
1.571 30 80 102 99 160 49 196 200 96 134 29 152 178 30 36
1 * TF ��� psicoeducación familiar 2 TF ��� terapia cognit ivo-conductual 3 TF + m etadona, m etadona solo 4 TF ��� no TF 5 TF ��� no TF 6 TF ��� grupo de familiares TF ��� terapia de grupo de pares 7 TF ��� grupo de familiares 8 TF mult isistémica ��� aconsejamiento individual 9 TF mult isistémica ��� t ratamiento usual 10 TF ��� terapia de grupo TF ��� psicoeducación familiar psicoeducación familiar ��� terapia de grupo 11 TF ��� intervención en el ám bito escolar 12 TF ��� psicoeducación familiar TF ��� t ratamiento individual psicoeducación familiar ��� t ratamiento individual 13 * TFMD ��� terapia de grupo Psicoeducación familiar ��� terapia de grupo TFMD ��� psicoeducación familiar TFMD ��� terapia de grupo Psicoeducación familiar ��� terapia de grupo TFMD ��� psicoeducación familiar 14 TF ��� TF ecosistémica 15 TF conjunta ��� TF de una persona * TF Terapia Familiar; TFMD Terapia familiar Mult idim ensional
– La TF supera a la psicoeducación sólo en mejor apoyo social t ras el t ratamiento. – Los t ratamientos que incluyen terapia familiar se muest ran m ás eficaces que los que no la incluyen. – Los que hacían TF m ejoraban significat ivam ente m ás que los que recibían sólo m etadona y aconsejam iento individual o el grupo placebo. – Los pacientes del grupo TF tendieron a estar m ás días de abst inencia de drogas. – Tras el t ratamiento el grupo que recibió TF disminuyó significat ivam ente el uso de drogas (alcohol cannabis) . – La TF fue un poco m ás eficaz que la psicoeducación y m as eficaz que la terapia de grupo en el m antenim iento de la abst inencia post - t ratamiento. – La TF se m ost ró m ás eficiente al requerir m enos sesiones para conseguir el m ism o resultados que el aconsejamiento individual. – Abandonaron m as los pacientes de la terapia grupal; la TF m ost ró los m ejores resultados en la disminución del uso de sustancias post - t ratamiento. – Am bos t ratamientos m uest ran m ejorías significat ivas en la reducción del uso de sustancias.
Girón y cols. (2002) señalan que recientem ente se ha publicado una nueva revisión de
ensayos clínicos que evalúan la eficacia de las intervenciones fundam entadas en la
terapia fam iliar para el t ratam iento de adolescentes drogodependientes(Ozechowski y
cols. 2000) ( tabla 2) . Dicha revisión incluye 16 ensayos clínicos y cuat ro estudios en
desarrollo (sólo cinco de esos t rabajos form an parte del m eta-análisis publicado por
Stanton y Shadish en 1997) .
Las conclusiones de esta nueva revisión vienen a corroborar los anteriores hallazgos ya
m encionados:
• Las terapias basadas en la fam ilia con jóvenes drogodependientes logran m ás éxito
en conseguir com prom eter a las fam ilias en los procesos de t ratam iento que las
intervenciones estándar.
• Asim ism o, la adherencia y perm anencia al t ratam iento es m ayor en los program as
terapéut icos que incluyen la intervención desde la perspect iva fam iliar.
• Los abordaj es fam iliares consiguen reducir el nivel de consum o de drogas post -
t ratam iento y a este respecto se m uest ran m ás eficaces que la terapia individual, la
terapia de grupo de adolescentes, y la psicoeducación fam iliar. Adem ás las
intervenciones basadas en la fam ilia son igual de efect ivas que los grupos de padres
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���o la terapia fam iliar con una persona. I gualm ente reducen las conductas
disfuncionales asociadas (por ej em plo, dism inuye el núm ero de detenciones post-
t ratam iento, la agresividad y las conductas ant isociales) .
• Cinco estudios revisados incluían la evaluación de com orbilidad psiquiát r ica pre y
post - t ratam iento y todos ellos encont raron reducciones de síntom as psiquiát r icos en
los adolescentes t ratados.
• Los adolescentes drogodependientes que fueron t ratados con intervenciones
fam iliares lograron un m ejor funcionam iento escolar que los que realizaron
t ratam ientos alternat ivos.
• La terapia fam iliar consigue m ejorar de form a significat iva el funcionam iento en la
fam ilia (com unicación, am biente, flexibilidad, dism inución de conflictos, et c.) de los
adolescentes drogodependientes.
7DEOD����Meta-análisis de Ozechowsky y Liddle (2000) , sobre eficacia de las intervenciones basadas en la fam ilia en drogodependientes. Tom ada de Girón y cols. (2002). N.º Estudios N
conjunta Resumen condiciones de comparación
Resumen de resultados
16 1 Azrin et al (1994) 2 Denis et al (2000) 3 Donohue et al (1998) 4 Friedm an (1989) 5 Henggeler et al (1991a) 6 Henggeler et al (1991b) 7 Henggeler et al (1996,1999) Brown et al (1999) y Schoenwald et al (1996) 8 Joanning et al (1992) 9 Lewis et al (1990) 10 Liddle et al (en prensa) 11 Liddle et al (2000) 12 Sant iesteban et al (1996) 13 Szapocznik et al (1983) 14 Szapocznik et al (1986) 15 Szapocznik et al (1988) 16 Waldron et al (2000)
1411 26 200 39 135 140 47 118 82 84 93 224 85 24 20 16 78
1 * TF ��� Aconsejamiento grupal 2 Soporte familiar ��� * TFMD 3 I ntervención de com prom iso familiar ���
idem sólo los padres 4 TF funcional ��� ent renamiento de padres en grupo 5 TF mult isistémica ���
aconsejam iento individual 6 TF mult isistémica ��� t ratamiento com ún en drogodependencias 7 TF mult isistémica ��� Tratamiento com ún en DD en el sistem a judicial 8 TF est ructural est ratégica ��� terapia grupal ��� psicoeducación familiar en grupo 9 TF breve ��� Psicoeducación familiar 10 TFMD ��� psicoeducación familiar en grupo y ��� terapia grupal 11 TFMD ��� Terapia Cognit ivo- conductual 12 TF + Intervención de com promiso ��� TF sólo y ��� Terapia Grupal 13 TF conjunta ��� TF de un solo individuo 14 TF conjunta ��� TF de un solo individuo 15 TF + intervención de com promiso ��� TF solo 16 TF Funcional ��� Terapia Cognit ivo conductual, ��� estas dos técnicas conjuntam ente y ��� psicoeducación familiar grupal
– La TF fue m as efect iva que la TG para el uso de drogas, problem as de conducta, depresión, funcionamiento familiar y asistencia a la escuela. – La TF consigue com prom eter a los pacientes y a sus familias en t ratamiento con m ás éxito que la atención a los padres solos. – La TFMult isistémica disminuye el num ero de detenciones, el consum o de drogas y aum enta la perm anencia en t ratamiento con m ayor éxito que el aconsejam iento individual, la Terapia Grupal y ot ros t ratamientos com unes. – Mejores resultados para reducir el uso de drogas post ratam iento que la psicoeducación familiar. – La TF resultó igual de eficaz que la T. Cognit ivoconductual para reducir el uso de drogas y las conductas asociadas, aunque al cabo de los 12 m eses los efectos son m as duraderos para la TF.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���En una línea m ás reflexiva sobre la práct ica clínica, De Vega (2005) argum enta que la
terapia fam iliar en el contexto de program as de t ratam iento con pacientes adictos a la
cocaína, es part icularm ente út il ya que proporciona la posibilidad de intervenir con el
sistem a fam iliar aún cuando el paciente índice no se presente a terapia. Com o se verá
en los siguientes capítulos, este es un principio que tom arem os en el contexto de las
intervenciones específicas a desarrollar.
La evidencia cient ífica aportada en este capítulo m uest ra, en resum en, que los
program as de t ratam iento que incluyen los abordajes fam iliares m ejoran sus
resultados en térm inos de aum entar la adherencia de los pacientes, así com o lograr
m ejores resultados terapéut icos tanto en relación con el consum o de drogas com o con
ot ras variables que com ponen las dificultades que llevan a las personas a consultar.
La evidencia, entonces, sugiere la conveniencia de incluir intervenciones fam iliares en
form a regular dent ro de los program as terapéut icos ofrecidos a personas con
problem as de drogas.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���
6(*81'$�3$57(��,QWHUYHQFLyQ�)DPLOLDU�HQ�IDPLOLDV�FRQ�XQ�
PLHPEUR�FRQ�SUREOHPDV�GH�GURJDV�������
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����En esta parte del presente t rabajo exam inarem os cóm o im plem entar y desarrollar una
intervención terapéut ica que se denom inará Intervención Fam iliar y que representa un
abordaje concreto con fam ilias que presentan un m iem bro con problem as de drogas.
Abordarem os cuest iones relat ivas a las creencias habituales que profesionales y
técnicos t ienen sobre el t rabajo con fam ilias, exam inarem os la ut ilidad práct ica y
est ratégica de este t ipo de intervenciones en el contexto de un program a de
t ratam iento y definirem os elem entos concretos referidos a cóm o m anejar la dem anda
de servicios y com o organizar los am bientes terapéut icos de m odo de generar una
intervención con la m ayor probabilidad de éxito.
Definirem os cuales son los objet ivos de esta m odalidad de intervención y
desarrollarem os una guía práct ica para su im plem entación.
Exam inarem os adem ás el m anejo de algunas situaciones com plejas de posible
presentación con pacientes y fam ilias.
Finalm ente ilust rarem os estos elem entos con el análisis detallado de un caso clínico de
intervención fam iliar.
En el contexto de la atención a una fam ilia que consulta por una preocupación o un
problem a, suele denom inarse Paciente Indice a aquel que presenta la sintom atología o
el problem a específico que lleva a la fam ilia a consultar.
En esta parte del presente texto se hará, en general, sinónim o paciente índice con el
m iem bro consum idor de la fam ilia y se abreviará PI .
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���&DStWXOR����
(OHPHQWRV�SUHOLPLQDUHV��HO�DPELHQWH��ORV�WHUDSHXWDV��ODV�IRUPDV�GH�DSUR[LPDFLyQ�\�ORV�REMHWLYRV�
WHUDSpXWLFRV��
/D�DFWLWXG�SUHYLD�GH�SURIHVLRQDOHV�\�WpFQLFRV��
La repet ida experiencia respecto de la ret icencia que m uchos profesionales y técnicos
m uest ran a t rabajar con fam ilias, aunque en sus discursos sean claram ente proclives al
desarrollo de estas intervenciones y se m uest ren conscientes de la necesidad de incluir
m iradas m ás abarcadoras o incluso se inscr iban para part icipar en jornadas de
capacitación en el tem a, lleva a la conclusión de que la I ntervención Fam iliar parece
estar rodeada de una serie de creencias y j uicios previos que hacen part icularm ente
difícil su im plem entación.
Una de estas creencias es, por fortuna, que la intervención fam iliar es necesaria y
eficaz. Sin em bargo, existe una lista de creencias que enfat izan la dificultad de la
im plem entación de la m ism a. Esa lista puede resum irse, a grandes rasgos, com o
sigue:
(a) Se cree que es una intervención que requiere de m ucho t iem po para ser
aplicada.
(b) Se cree que no se cuenta con los espacios físicos adecuados.
( c) Se cree que conversar con una fam ilia resulta part icularm ente difícil debido
a la gran cant idad de personas que ingresan al box de atención.
(d) Se tem e a que se genere una situación em ocional de exabrupto fam iliar de
difícil m anejo.
(e) Se cree que la fam ilia no asiste a terapia. Y si es invitada no llegará.
( f) Se cree que las fam ilias com plican los t ratam ientos y sobredem andan a los
profesionales y técnicos.
(g) Se cree que se carece de la capacitación adecuada para el t rabajo
terapéut ico.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���Es opinión de este t rabajo que ninguna de estas creencias t iene suficiente asidero y si
lo t iene, resultan fácilmente salvables.
Salvo el últ im o punto, que es probablem ente el m ás objet ivable y el que convoca a la
realización de este texto, la experiencia clínica no parece ent regar elem entos que
sustenten las creencias y tem ores expuestos m ás arriba. Exam inem os por parte.
La experiencia clínica acerca del desarrollo de sesiones con fam ilias o de revisiones de
videos de las m ism as, m uest ran que un terapeuta con experiencia es capaz de
desarrollar una ent revista que genere inform ación clínica relevante en un t iem po de 45
m inutos. I ncluso en 30 m inutos pueden lograrse resultados alentadores en sesiones
con fam iliares. Terapeutas con m enos exper iencia siem pre pueden fraccionar sus
ent revistas dependiendo del t iem po con el que cuenten. De este m odo, el t iem po
dest inado a la intervención no parece ser un obstáculo insalvable.
La experiencia clínica m uest ra tam bién que el resto de los elem entos planteados son
superables teniendo en cuenta una característ ica con la que siem pre se puede contar:
las fam ilias son altam ente respetuosas de los profesionales con los que ent ran en una
relación de ayuda y por lo tanto, en el com ún de los casos es infrecuente que se
produzcan exabruptos inm anejables y si se producen, la propia fam ilia ayudará a
cont rolar la situación. En este sent ido se cuenta con un grupo de aliados que no
perm it irán, en la gran generalidad de los casos, que las cosas salgan de cont rol.
Esta característ ica de respeto de las propias fam ilias perm ite que la conversación fluya
de m anera generalm ente ordenada. De hecho, la act itud de las fam ilias suele ser de
bastante silencio y concent ración en lo que se conversa, debido a que no es
infrecuente que en la sesión, y por el sólo hecho de hablar en form a diferente a cóm o
lo hacen en sus casas, surjan elem entos hasta ese m om ento desconocidos,
part icularm ente referidos a las em ociones que cada m iem bro de la fam ilia siente frente
a los eventos que le convocan.
Las fam ilias son tam bién ent idades flexibles que suelen am oldarse a diferentes
circunstancias, incluidas condiciones físicas no del todo propicias. En la generalidad de
los casos las fam ilias m ás agradecen ser part ícipes del t ratam iento que crit ican las
com odidades del establecim iento, por m uy inhóspito que este sea.
La experiencia clínica muest ra adem ás que cuando a una fam ilia se le llam a a terapia,
tem prano o tarde asiste a la m ism a. Esto requiere, por cierto, un grado de flexibilidad
del terapeuta para adaptarse a horarios a veces poco habituales o para ent regar
cert ificados que hagan posible la asistencia o para “jugársela” en intervenciones
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���potentes si se t iene la convicción de que un determ inado m iem bro de la fam ilia asist irá
sólo una vez.
Por últ im o hay que recalcar que, com o se vio en el Capítulo 4, existe fundada evidencia
que perm ite asegurar que un proceso de t ratam iento se ve favorecido con la inclusión
de intervenciones fam iliares.
La gran conclusión de este apartado es que las intervenciones fam iliares no parecen
ofrecer m ayor obstáculo que la realización de cualquier ot ro com ponente del program a
terapéut ico.
/DV�YHQWDMDV�GHO�7UDEDMR�FRQ�)DPLOLDV��
En el Capítulo 4 se expusieron las ventajas que ofrece el t rabajo con fam ilias desde el
punto de vista de los resultados de los program as de t ratam iento que incluyen estas
prestaciones com o parte de su oferta terapéut ica.
Ot ras ventajas que este t rabajo ofrece son:
(a) La posibilidad de am pliar la m irada a elem entos contextuales de los pacientes,
posibilitando una m ejor com prensión de los problem as que lo llevan a consultar.
(b) La posibilidad de intervenir en factores propios de las fam ilias que
potencialm ente ayudan a m antener los logros terapéut icos o que,
eventualm ente, pueden entorpecerlos.
( c) La posibilidad de intervenir en áreas de la vida de los consultantes t ípicam ente
afectadas por el consum o de drogas (por ej em plo, relación con los padres,
relación de pareja, etc.)
(d) La posibilidad de LQLFLDU�HO�WUDWDPLHQWR�R�FRQWLQXDUOR�D~Q�HQ�DXVHQFLD�GHO�SDFLHQWH� tQGLFH� VL� HVWH� VH� UHKXVD� D� DVLVWLU� D� WUDWDPLHQWR. En efecto,
basados en las ideas expuestas m ás arriba puede entenderse que la atención
puede estar dir igida a los m iem bros del sistem a que presentan una
preocupación o una alarm a respecto del consum o de alguno de sus m iem bros.
En aquellas oportunidades en que los m iem bros consum idores se niegan a
asist ir al t ratam iento es posible iniciar una intervención, basada en los
elem entos teóricos exam inados aquí y dirigida a m odificar los pat rones
interaccionales fam iliares que part icipan en la m antención de los síntom as, lo
que la m ayoría de las veces desem boca en el ingreso del paciente índice a un
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���program a de t ratam iento. En la literatura existen por lo m enos dos ej em plos de
esta práct ica con resultados alentadores (SSMN, 2003; De Vega, 2005) .
(O�PDQHMR�GH�OD�GHPDQGD�GH�VHUYLFLRV��
Existe una am plia variabilidad de form as en las que una fam ilia se sum a al t ratam iento
de uno sus m iem bros con problem as de drogas, por lo que la invitación concreta a
cada fam ilia específica variará en cada caso. Sin em bargo las siguientes sugerencias
orientarán este proceso. Se exam inarán los escenarios m ás com unes en los que la
fam ilia se involucra en el t ratam iento de uno de sus fam iliares.
Una prim era dist inción es determ inar si la intervención fam iliar se inicia a part ir de la
dem anda espontánea de la fam ilia por recibir t ratam iento o si la m ism a surge en el
contexto de un t ratam iento ya en curso dir igido al consum idor de sustancias.
'HPDQGD�HVSRQWiQHD�GH�OD�IDPLOLD���
En el escenario de dem anda espontánea, el terapeuta debe intentar t raer a terapia a
todos los m iem bros de la fam ilia. Este es un objet ivo prim ordial, ya que contar con el
conjunto de la fam ilia en la sesión perm ite observar la interacción del grupo fam iliar
com pleto e involucrarlos a todos, tal com o todos están involucrados ent re sí en su vida
norm al. Por ot ro lado, la experiencia clínica m uest ra que aquel m iem bro m enos
dispuesto a part icipar es, con repet ida frecuencia, aquel que resulta clave en la
m antención de conflictos al interior de la fam ilia, por lo que insist ir en su presencia es
de gran im portancia.
El objet ivo de t raer a todos los m iem bros de la fam ilia a terapia muchas veces parece
com plejo de alcanzar, sin em bargo, la insistencia reiterada, pero respetuosa, la
ent rega de cert ificados para pedir perm isos laborales y la flexibilidad horaria del equipo
terapéut ico, suelen ser m edidas que favorecen el logro de estas exigencias.
En algunas ocasiones (no infrecuentes) es el propio paciente índice (PI ) quien se
rehusa a asist ir a terapia. Una dist inción que puede ser de ut ilidad, tanto para padres
com o para terapeutas, es fij ar un lím ite arbit rario en la edad del PI . De esta m anera, si
el PI t iene m enos de 18 años se puede invitar a los padres, invocando la tutoría legal
que t ienen sobre el hijo, a t raerlo, incluso bajo “m edidas de coerción” a terapia, tal
com o se preocuparían de llevarlo a la consulta del m édico por ot ro m ot ivo de atención.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���Esta invitación podría resultar un poco “violenta” en virtud de que los padres pueden
aparecer t rayendo a la fuerza al hij o a asist ir a terapia, sin em bargo, la m ism a puede
ofrecer las siguientes ventajas:
(a) Puede hacer que los padres retom en una percepción de eficiencia en su rol y
que aborden de una m anera concreta y út il la preocupación que les lleva a
consultar,
(b) Perm ite “liberar” al adolescente de la “responsabilidad” de tener que decidir
sobre si asist ir a terapia o no. Una vez allí, el adolescente siem pre puede
refugiarse en la idea de que asiste obligado por los padres, y
( c) Lo m ás im portante, se logra que el j oven llegue efect ivam ente a una prim era
sesión junto a su fam ilia, lo que cum ple con el propósito de tener presente al PI
de m odo de iniciar alguna intervención con él.
Clásicam ente, el adolescente que es t raído obligadam ente por la fam ilia se
presenta de m al humor y en una act itud hosca y desafiante que m uy
probablem ente em peore a m edida que escucha lo que se relata sobre su
persona. Una út il form a de intervenir con él, es em pat izar con su m olest ia ( lo
que tam bién significa entender lo incóm odo que puede ser para alguien
escuchar que se hablan cosas difíciles sobre él) y dejar que tom e la palabra
luego que todo el resto de los integrantes de la fam ilia han hablado. Esto le da
la oportunidad de exponer su punto de vista y de hacer sus “descargos” sobre
lo que se ha dicho de él.
Un giro em ocional m uy claro se logra al preguntarle al adolescente, luego de
ent regar su opinión sobre lo dicho acerca de él: ³2N��KDVWD�DKRUD�KDV�KDEODGR�UHVSHFWR�GH�OR�TXH�VH�GLFH�VREUH�WL��SHUR�TXLHUR�SUHJXQWDUWH��¢KD\�DOJR�TXH�WH�SUHRFXSH� R� WH�PROHVWH� D� WL�� UHVSHFWR� GH� OD� IDPLOLD�� DXQTXH� VHD� HQ� RWUR� WHPD�GLIHUHQWH�GHO�TXH�HVWDPRV�KDEODQGR"” . La int roducción de esta pregunta perm ite
que el adolescente sienta que t iene la oportunidad de hablar sobre lo que a él le
m olesta (cosa que en general no t iene que ver con el tem a de drogas) y cuales
son sus quejas y preocupaciones respecto de su fam ilia, lo que abre una
conversación y un espacio em ocional diferente. Si el adolescente logra sent irse
escuchado y entendido en su punto de vista, y no sólo en sus “”descargos”
acerca de lo que se dice de él, aum entará la probabilidad de que su ret icencia a
asist ir a terapia dism inuya y que se com prom eta en una act itud colaborat iva
con el t ratam iento.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���Otro escenario se presenta cuando el PI t iene m ás de 18 años. Desde el punto de vista
abordado aquí, no es fácil afirm arse en la tutoría legal de los padres com o un m edio
para t raer al hij o a terapia, sin em bargo, si el hij o no es aún económ icam ente
autónom o (en caso de que el PI sea, efect ivam ente, el hij o) siem pre puede plantearse
que, m ient ras no lo sea, debe acatar las norm as del hogar en que vive, tal com o un
“pensionista” deba acatar las norm as de la pensión si no quiere ser despedido de ella,
y actuar tal com o se ha descrito m ás arriba.
Ahora bien, si el PI es en propiedad un adulto y se rehusa a asist ir a terapia, se puede
plantear a la fam ilia que ellos t ienen la posibilidad de iniciar una intervención fam iliar
en ausencia del paciente índice. Se les debe explicar que, en parte, los objet ivos de tal
intervención son aclarar la form a en que ellos part icipan de la m antención de
com portam iento adict ivo y que se intervendrá para, ent re ot ras cosas, buscar
aum entar el grado de cont rol que ellos t ienen para m odificar tales com portam ientos.
Se le indicará a la fam ilia que debe com unicarle form alm ente al PI lo siguiente:
(a) La fam ilia iniciará un proceso de Intervención Fam iliar dest inado a superar los
sufr im ientos que el consum o de drogas ha generado al conjunto de la fam ilia.
Esto se hará aunque el PI se niegue a asist ir a la intervención o a t ratam iento.
(b) El PI estará perm anentem ente invitado a incluirse en la I ntervención fam iliar y
la fam ilia estará esperando que esto suceda.
Com o puede deducirse, este m ensaje ent regado al PI , busca, por una parte, com unicar
que la fam ilia ha decidido hacer cam bios en la vida que hasta ese m om ento llevan y,
por ot ra, aum entar la probabilidad de que el PI asista a la I ntervención Fam iliar y que,
eventualm ente, inicie t ratam iento.
Más adelante exam inarem os qué alternat ivas de acción existen si estas est rategias
fallan, cuando abordem os las preguntas sobre ¿qué hacer en situaciones difíciles? y
¿qué hacer cuando no es posible contar con la presencia de la fam ilia?.
,QYLWDFLyQ�D�OD�IDPLOLD�HQ�HO�FRQWH[WR�GH�XQ�WUDWDPLHQWR�HQ�FXUVR��
Con algún grado de frecuencia, el t ratam iento de un PI se inicia antes de que se invite
form alm ente a la fam ilia a form ar parte de tal esfuerzo. En este contexto, debe
tom arse con el paciente la decisión de cóm o invitar a la fam ilia a sum arse al
t ratam iento.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���Resulta út il proponer al paciente que se tom e conjuntam ente la decisión sobre quienes
invitar a la intervención fam iliar y cóm o cursar tal invitación. Sin em bargo, siem pre es
un objet ivo, tanto al inicio com o durante el desarrollo de la intervención, el contar con
la asistencia del conjunto de los m iem bros de la fam ilia, por lo que el terapeuta debe
fom entar el logro de tal objet ivo.
¢&yPR�GHFLGLU��D�TXLHQHV�FLWDU�D�XQD�,QWHUYHQFLyQ�)DPLOLDU"�
En algunas oportunidades no es una tarea fácil aclarar donde se t raza el lím ite de
quienes invitar a una Intervención Fam iliar. Tal es el caso, por ejem plo, de hogares en
los que conviven m ás de una fam ilia en contextos aglut inados.
En este t ipo de casos es út il preguntarse quienes viven bajo un m ism o techo y si esto
no aclara las cosas se puede preguntar quienes cocinan y com en juntos. Estas
preguntas suelen aclarar los lím ites invisibles que m uchas veces las fam ilias t razan
ent re una y ot ra en contextos com plejos de espacio com part ido o hacinam iento.
En todo caso, un elem ento relevante es invitar a la I ntervención Fam iliar a todos
aquellos que resultan significat ivos para el paciente índice y para su fam ilia.
(O�DPELHQWH�WHUDSpXWLFR�\�OD�DFWLWXG�GHO�WHUDSHXWD��
Las condiciones físicas del lugar en el que se realiza la I ntervención Fam iliar no t ienen
diferencia con las requeridas para cualquier intervención de salud m ental en el sent ido
de la disposición de un lugar acogedor, de dim ensiones razonables y aislado
acúst icam ente. Debe disponerse de una cant idad de asientos equivalente al núm ero de
m iem bros de la fam ilia y siem pre debe perm it irse que ellos ocupen espontáneam ente
los lugares en los que se sientan cóm odos.
La form a en que se dist r ibuyan los pacientes en los asientos será una prim era e
im portante inform ación que el terapeuta tendrá del conjunto de la fam ilia. Quienes se
sientan al lado de ot ros, quienes se tocan o no, quien está al cent ro, con cuanta
distancia se sientan los padres ent re sí, quien queda frente a frente con ot ro, etc. son
elem entos clave para observar las interacciones fam iliares, ya que las personas suelen
reproducir en el espacio físico las distancias y cercanías que operan en el espacio
em ocional. Estas prem isas sólo se cum plen, eso sí, cuando los fam iliares pueden
escoger librem ente los lugares que ocuparán en la sesión.
Resulta recom endable, aunque depende tam bién del est ilo personal, que el terapeuta
no se sitúe t ras un escritorio en el m om ento de la atención.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���
Por los m ism os m ot ivos que com entam os aquí, la posición en la que se ubique el
terapeuta y los m ovim ientos corporales que haga durante la sesión está llenos de
significado para la fam ilia y t ienen consecuencias directas sobre una variable crucial
para el desarrollo de la intervención: la QHXWUDOLGDG�WHUDSpXWLFD.
En una prim era instancia, la neut ralidad terapéut ica se refiere a la equidistancia que el
terapeuta establece respecto de los m iem bros de la fam ilia que acuden a la
I ntervención. De m anera inicial y concreta, la equidistancia se refiere a la distancia
física que el terapeuta establece con cada uno de los m iem bros de la fam ilia. De este
m odo, cada acercam iento físico del terapeuta a los fam iliares es entendido com o
cercanía y tam bién com o alianza. El cuidado de esta dim ensión se inicia eligiendo el
lugar en que el terapeuta se sentará, el que deberá ser el de m ayor equidistancia
posible en relación a cada uno de los m iem bros de la fam ilia.
La neut ralidad o equidistancia terapéut ica t iene tam bién ot ra dim ensión referida a la
cercanía em ocional que el terapeuta establece con los m iem bros de la fam ilia.
I ndicadores de esta cercanía serán el nivel de em pat ía que el terapeuta m uest ra con
cada m iem bro, la form a en que le m ira o acerca su cuerpo hacia él o ella y el t iem po
que le concede para exponer su punto de vista.
Mantener la neut ralidad terapéut ica no significa t ratar de ser neut ral. El terapeuta
perdería toda su espontaneidad si m antuviera su preocupación en no acercarse a los
m iem bros de la fam ilia, o no reaccionara interesadam ente frente a lo que alguno de
ellos com enta. La neut ralidad terapéut ica apunta, m ás bien, al hecho que al final de la
sesión la fam ilia concluya que el terapeuta no se ha aliado con ningún m iem bro en
part icular. Este es un punto crucial para el éxito de la intervención, ya que si los
m iem bros de la fam ilia llegan a la conclusión de que el terapeuta se alía con uno de
ellos en part icular, asum irán que la conversación no puede desarrollarse basada en la
certeza de que todos los puntos de vista serán igualm ente escuchados y respetados sin
que alguno prim e sobre ot ro.
La neut ralidad terapéut ica se consigue, entonces, m ediante la profunda alianza que el
terapeuta haga sucesivam ente con cada uno de los m iem bros de la fam ilia. El
terapeuta debe conversar profundam ente con cada m iem bro intentando entender su
punto de vista y las em ociones que le acom pañan, dándose el t iem po suficiente para
ello, pero cuidando sin em bargo, no excederse dem asiado con uno en part icular de
m odo que durante el t iem po total de la sesión logre conversar con cada uno de los
asistentes. La sum a total de las sucesivas alianzas con cada uno de los m iem bros de
la fam ilia es tal que si el terapeuta se ha aliado con cada uno de ellos, finalm ente no se
ha aliado con ninguno en part icular.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���
Hay que recalcar que el logro de este obj et ivo no pasa exactam ente por la cant idad de
t iem po que se le dedica a cada m iem bro de la fam ilia, sino por el hecho que cada uno
se sienta claram ente com prendido en su punto de vista.
¢&yPR�FRQYHUVDU�FRQ�XQD�IDPLOLD"�
De aquí en adelante se verá en este texto una reiterada alusión al “punto de vista” de
las personas que asisten a una sesión de Intervención Fam iliar. Esta form a no es sólo
un form ulism o, ya que la intervención fam iliar es, en esencia, un intercam bio y
exam en de los puntos de vista de un grupo de personas respecto de una serie de
tem as que los llevan a consultar.
Sin em bargo hay razones m ás profundas para recalcar reiteradam ente este punto.
Com o vim os en el Capítulo 2, el desarrollo del pensam iento sistém ico llegó a un punto
tal que perm it ió com prender que no existe independencia ent re el observador y lo
observado, lo que significa que ningún ser hum ano t iene un acceso obj et ivo a la
realidad, y que todos, por lo tanto, const ruim os la realidad en que vivim os. La
consecuencia es darnos cuenta de que cada uno de nosot ros vive desde su propia
certeza, desde su propio grupo de convicciones acerca de lo que le rodea, pero
tam bién (y esto es lo realm ente crucial) el darnos cuenta que no existen certezas
superiores a ot ras. La form a de percibir la realidad de una persona no es m ás real o
m ás correcta que la de ot ra persona, porque cada uno actúa desde su propia certeza,
que es tan cierta y tan válida tanto para uno com o para ot ro.
De esta m anera, si cada uno de nosot ros part icipa en la const rucción de la realidad y
opera desde la propia certeza, que es igualmente válida para cada ser hum ano, la
presunción de objet ividad, de “ser objet ivo”, carece totalm ente de sent ido, ya que no
se puede ser objet ivo si el observador está ínt im am ente relacionado con lo que
observa.
Visto así, el intento de ser “objet ivo” no es m ás que un intento de im poner un punto de
vista por sobre los ot ros, rest r ingiendo la diversidad de certezas de las personas a sólo
una que se im pone arbit rariam ente com o la correcta por sobre las ot ras. La
objet ividad, de esta m anera, deja de ser un inst rum ento de la argum entación para
pasar a ser un inst rum ento del poder. En térm inos de Maturana (1997) , la objet ividad
se t ransform a en un argum ento para obligar.
La belleza de esta m anera de pensar radica en las consecuencias que la m ism a t iene
sobre la convivencia. En efecto, la com prensión de estos elem entos nos lleva desde un
intento de im poner un punto de vista al ot ro, buscando “tener la razón” ( lo que a su
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���vez suele llevar a una escalada denom inada “guerra por la razón” ( I TF, 1991) donde
las personas argum entan t ratando de im poner su punto de vista com o el “m ás
razonable”) a responsabilizarse por las propias percepciones y buscar consensos y no
im posiciones com o form a de resolución de conflictos.
Todo esto cobra una im portancia capital al conversar con una fam ilia durante el
desarrollo de una Intervención Fam iliar, dadas las consecuencias que una form a u ot ra
de conversar t iene sobre el devenir de las acciones de los asistentes a la sesión. No es
lo m ism o que un m iem bro de la fam ilia diga �&DUORV� (6� XQ� GURJDGLFWR´ a que diga
³GHVGH�0,� 38172�'(�9,67$�&DUORV� HV�XQ�GURJDGLFWR´. La prim era afirm ación es una
im posición sobre la realidad total de Carlos que lo define arbit raria y prepotentem ente
com o un drogadicto, lo que la m ayoría de las veces llevará a una confrontación, en la
que Carlos ( j ust ificadam ente) se defenderá de tal definición de su persona y exigirá
argum entos que dem uest ren “objet ivam ente” aquello, cont raatacará con argum entos
que desestabilicen lo dicho y así asist irem os rápidam ente a una escalada
argum entat iva que t iene por objeto saber quién t iene la razón.
La segunda afirm ación, en cam bio, t iene m ás probabilidad de llevar a la curiosidad (y
no a la confrontación) respecto de lo que se dice. Cuando una persona dice “desde m i
punto de vista Carlos es un drogadicto”, la consecuencia es intentar saber porqué t iene
esa opinión, cóm o llega a esa conclusión, pero, m ás im portante, al decir lo así deja
abierta la puerta para que los ot ros integrantes de la fam ilia planteen sus propios
puntos de vista, que al ser propios son tan válidos com o los de los dem ás.
Este es un principio fundam ental en el desarrollo de una conversación con una fam ilia.
El terapeuta siem pre debe usar preguntas del t ipo: ³¢FyPR�OR�YH�XVWHG"´, ³¢FXiO�HV�VX�SXQWR�GH�YLVWD�IUHQWH�D�OR�TXH�DFDED�GH�HVFXFKDU"´, o bien hacer invitaciones
a describir situaciones del t ipo: ³FXpQWHQRV�� GHVGH� VX� SXQWR� GH� YLVWD� FyPR� YH�XVWHG�OD�VLWXDFLyQ´. Este será un esfuerzo perm anente durante toda la I ntervención
Fam iliar.
En algunas oportunidades los asistentes harán afirm aciones del t ipo �&DUORV� (6� XQ�GURJDGLFWR´�� En esas oportunidades el terapeuta debe devolver la afirm ación
poniéndola en un contexto m enos im posit ivo, por ej em plo, tendrá que plantear: “ lo
que usted está diciendo es que, desde su punto de vista, t iene la im presión de que
Carlos es un drogadicto, ¿qué le lleva a tener esta opinión?”.
El insist ir en preguntas y afirm aciones del t ipo ³GHVGH�VX�SXQWR�GH�YLVWD´, es crucial
para no im poner la realidad de unos por sobre la de ot ros en la sesión y para fom entar
un clim a de respeto y de apertura de m iradas, lo que posibilita, a su vez, buscar m ás
alternat ivas de solución a los problem as que t raen a la fam ilia a consultar. Debido a
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���esto, es una práct ica que debe cuidarse en form a insistente durante todo el curso de la
intervención fam iliar.
Una situación sut il en la que inadvert idam ente el terapeuta puede aliarse
part icularm ente con el punto de vista de uno de los m iem bros de la fam ilia surge
cuando uno de ellos hace com entarios sobre ot ro que está presente en la sesión. Para
validar el punto de vista del que habla, sin im poner estas descripciones sobre el
aludido, el terapeuta debe m antener su m irada en todo m om ento sobre quien habla y
no desplazarla hacia el aludido, ya que hacerlo, m ient ras el ot ro m iem bro relata su
versión, com unica un surte de com plicidad ent re el terapeuta y quien habla.
Si el terapeuta m ira al aludido a raíz de que uno de los m iem bros declara algo
sorprendente com o “yo sé que Andrea es m ent irosa porque la he descubierto en un
m ontón de m ent iras que le ha dicho a los papás...” , inevitablem ente com unica en
form a no verbal un claro m ensaje en la línea de “vaya, que sorprendente, j am ás lo
hubiera pensado”. Lo com plejo de esto es que, inadvert idam ente, el terapeuta
colabora en la im posición del punto de vista del que com enta por sobre el aludido.
De form a cont raria, lo que el terapeuta debe hacer es m antener la m irada sobre quien
habla y profundizar en lo que este dice aludiendo a que se t rata de su punto de vista,
com o lo hem os visto m ás arriba. Una vez totalm ente aclarado esto, el terapeuta puede
preguntar al aludido: “Ud. qué opina respecto de lo que acaba de oír. ¿Cuál es su
punto de vista?”. De esta m anera, valida la percepción del que habla, pero no se la
im pone al aludido a quien adem ás le deja la oportunidad de rebat ir lo que se dice
respecto de su persona.
/D�HOHFFLyQ�HQWUH�HO�7~�\�HO�8VWHG��
Aunque puede t ratarse de un tópico que alude m ás bien al est ilo part icular de cada
terapeuta, la elección sobre si tutear o t ratar de Ud. a los m iem bros de una fam ilia
t iene relevancia práct ica en la I ntervención Fam iliar.
En general se recom ienda t ratar de Ud. al los padres y tutear a los hij os. Esta práct ica
es una form a no verbal de recalcar la diferenciación ent re el subsistem a parental y el
subsistem a filial, que t ienen diferente nivel j erárquico al interior de la fam ilia.
Esta práct ica es part icularm ente recom endada en fam ilias aglut inadas en las que las
diferencias ent re padres e hij os en térm inos de tom a de decisiones, por ejem plo, es
difusa. De esta m anera, el terapeuta int roduce una diferenciación que cont r ibuye al
ordenam iento o explicitación de la est ructura fam iliar.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���En la m ism a línea, en casos en que la diferenciación ent re padres e hij os sea
part icularm ente difusa o esté francam ente alterada, com o ocurre en hij os
parentalizados (aquellos que se com portan com o si fueran padres de sus padres, con
la anuencia de estos) algunos terapeutas recom iendan no t ratar a los padres por su
nom bre, sino por su función de tales, preguntándoles por ejem plo, “usted m am á, qué
opina de esto” o “papá, ¿puede darm e su punto de vista al respecto?”. Esta alusión a
su rol en la form a de referirse a ellos es una cont r ibución al reordenam iento de la
est ructura fam iliar en estos casos.
Alternat ivam ente, el t rato de Ud. puede ser una form a de m ovilización de la est ructura
de la fam ilia en casos en que hij os adultos asistan con sus padres a la I ntervención. De
esta m anera, t ratarlos a todos de Ud. es recordar a los presentes todos t ienen un
estátus sim ilar de adultez.
El siguiente ext racto de una prim era sesión realizada con una m adre y su hij o
ejem plificará lo planteado hasta aquí en relación a la form a de conversar con una
fam ilia.
Se t rata de la fam ilia Góm ez Alfaro, com puesta por la m adre, Ester, 35 años y por el
hij o, Cristóbal de 16 años.
7HUDSHXWD��&XpQWHQPH�¢SRUTXp�HVWiQ�DTXt"��PLUDQGR�D�OD�PDGUH����0DGUH��9LQLPRV�SRU�&ULVWyEDO��PH�SUHRFXSD�&ULVWyEDO���7��0X\�ELHQ��¢TXp�OH�SUHRFXSD�GH�&ULVWyEDO"��0�� /R�TXH�RFXUUH� HV�TXH� OR� HQFRQWUDURQ�HQ� HO� FROHJLR� HQFHUUDGR� HQ� XQ�EDxR� FRQ�XQ�FRPSDxHUR�� IXPDQGR� XQ� SLWR� GH� PDULKXDQD�� (O� FROHJLR� PH� OODPy� \� PH� GLMHURQ� TXH�TXHGDED�FRQGLFLRQDO�KDVWD�TXH�OR�OOHYDUD�D�WUDWDPLHQWR��<�SRU�HVR�HVWDPRV�DFi���7��(VWHU��\�XVWHG�TXp�SLHQVD��/H�SUHJXQWR�SRUTXH�DVt�FRPR�OR�FXHQWD�PH�TXHGD�FODUR�TXH�HO�FROHJLR� WLHQH�XQD�SUHRFXSDFLyQ� UHVSHWR�GHO�FRPSRUWDPLHQWR�GH�&ULVWyEDO��SHUR�PH�JXVWDUtD�VDEHU�FXiO�HV�VX�SXQWR�GH�YLVWD�DO�UHVSHFWR���0��<R�HVWR\�PX\�SUHRFXSDGD��,PDJtQHVH�TXH�VH�TXHGH�VLQ�FROHJLR�SRU� OD�WRQWHUD�TXH�KL]R��&ULVWyEDO�KD�VLGR�XQ�QLxR�PX\�EXHQR��SHUR�DKRUD�~OWLPR�HVWi�FDPELDGR��DKRUD�HV�DJUHVLYR�� VH� HQFLHUUD� HQ� VX� SLH]D�� GD� SRUWD]RV�� QR� FRQYHUVD� FRQPLJR� \� SDUD� FROPR�HVWR��$QWHV�HUD�WDQ�DPRURVR��YHQtD�D�OD�FDPD�FRQPLJR�HQ�ODV�PDxDQDV��\R�OH�FRQWDED�FXHQWRV�R�YHtDPRV�WHOHYLVLyQ�FDOHQWLWRV�WRPDQGR�GHVD\XQR�ORV�ILQHV�GH�VHPDQD�\�DKRUD�HV�FRPR�TXH�PH�ODGUD�FDGD�YH]�TXH�PH�DFHUFR�D�pO��DQGD�VLHPSUH�HQRMDGR��
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����7��¢+D\�DOJR�PiV�TXH�OH�SUHRFXSH"��0��0H�SUHRFXSD�PL�KLMR��HO�FDPELR�TXH�KD�WHQLGR�HVWH�~OWLPR�WLHPSR���7��¢<�QR�KD\�DOJR�PiV�TXH�OH�SUHRFXSH��SRU�HMHPSOR�GH�OD�FDVD"��0��1R��HQ�OD�FDVD�VRPRV�ORV�GRV�\�OR�TXH�PH�SUHRFXSD�DKRUD�HV�HO�FRPSRUWDPLHQWR�GH�pO���7��0X\�ELHQ���PLUDQGR�D�&ULVWyEDO��¢<�W~�&ULVWyEDO�SRUTXp�HVWiV�DTXt"��&��3RUTXH�PL�PDPi�PH�WUDMR���7��<�TXp�RSLQDV�GH�OR�TXH�DFDEDV�GH�HVFXFKDU��¢&XiO�HV�WX�SXQWR�GH�YLVWD"��&��(QFXHQWUR�TXH�HQ�HO�FROHJLR�VRQ�H[DJHUDGRV��FODUR�TXH�HVWi�PDO�OR�TXH�KLFH��SHUR�\R�QR�HVWDED�IXPDQGR��HUD�PL�FRPSDxHUR�HO�TXH�OR�KDFtD��\R�VyOR�OR�HVWDED�DFRPSDxDQGR�\�QR�FUHR�TXH�VHD�WDQ�JUDYH�FRPR�SDUD�GHMDUQRV�FRQGLFLRQDOHV��0H�GD�UDELD���7��¢<�TXp�RSLQDV�GHO�UHVWR�GH�ODV�FRVDV�TXH�HVFXFKDVWH"��&��¢(VR�GH�TXH�DQGR�HQRMDGR"��7��6t���&��(V�YHUGDG��D�YHFHV�DQGR�HQRMDGR�\�QR�PH�JXVWD�TXH�QDGLH�PH�KDEOH�\�PH�PROHVWD�TXH�PL�PDPi�HQWUH�D�PL�SLH]D�VLQ�JROSHDU�OD�SXHUWD�\�TXH�PH�KDJD�EDMDU�OD�P~VLFD�\�TXH�PH�WUDWH�GH�FRQYHUVDU�FXDQGR�\R�VyOR�TXLHUR�HVWDU�WUDQTXLOR���7��¢<�TXp�HV�OR�TXp�WH�KDFH�HVWDU�HQRMDGR�D�YHFHV"���&��1R�Vp��1DGD��&RVDV��$�YHFHV�QR�FDFKR��+D\�GtDV�HQ�ORV�TXH�PH�OHYDQWR�FRQ�OD�SDWD�L]TXLHUGD���7��&ULVWyEDO�� �¢KD\�DOJXQD�RWUD�FRVD�TXH�WH�SUHRFXSH"��¢DOJR�TXH�WH�PROHVWH�D�WL��SRU�HMHPSOR�GH�OD�FDVD�R�GH�WX�YLGD���"��&��0H�PROHVWD�OD�RQGD�GH�PL�PDPi��TXH�DQGH�WDQ�QHUYLRVD��TXH�PH�UHWH�SRU�WRGR�OR�TXH�KDJR��$�YHFHV�HQFXHQWUR�TXH�OH�SRQH�GHPDVLDGR�FRORU�\�PH�SHUVLJXH�\�HVR�PH�GD�ODWD�\�PH�GDQ�JDQDV�GH�VDOLU�GH�OD�FDVD��
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����7��2N��HQWLHQGR��¢+D\�DOJR�PiV�TXH�WH�SUHRFXSH�R�TXH�WH�PROHVWH"��&��1R��
En este diálogo ent re el terapeuta y esta fam ilia, el terapeuta profundizó en las
preocupaciones y en el punto de vista de los dos asistentes a la sesión. Profundizó
hasta el punto de tener claridad que tanto la m adre com o el hij o plantearon todo
aquello que les preocupaba. Desde ese punto de vista, logró m antener la equidistancia
terapéut ica ya que am bos lograron m ost rar con claridad y profundidad los
planteam ientos desarrollados desde el punto de vista de cada uno. Hizo adem ás una
dist inción clara y cóm oda en la form a de dir igirse tanto a la m adre y com o al hij o.
2EMHWLYRV�GH�OD�,QWHUYHQFLyQ�)DPLOLDU�
La Intervención Fam iliar en fam ilias con un m iem bro con problem as de drogas t iene
com o 2EMHWLYR�7HUDSpXWLFR fundam ental VXSHUDU�HO�VXIULPLHQWR��SUHRFXSDFLyQ�R�GRORU�TXH�WUDH�D�OD�IDPLOLD�D�FRQVXOWDU�
Este sufr im iento, preocupación o dolor fam iliar se expresa, en el contexto del
t ratam iento, com o sufr im iento o preocupación por quien consum e drogas, com o
sufr im ientos o preocupaciones relacionados con las consecuencias que el
com portam iento del consum idor ha generado en la interacción fam iliar o com o una
m ezcla de am bas.
Este Obj et ivo Terapéut ico debe dist inguirse de ot ros objet ivos igualmente relevantes:
los Objet ivos del Proceso Terapéut ico, en el sent ido que el Objet ivo Terapéut ico fij a
aquello que se quiere lograr con la I ntervención, m ient ras que los Objet ivos del
Proceso Terapéut ico const ituyen logros a t ravés de los cuales se posibilitará alcanzar el
Objet ivo Terapéut ico.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���Los 2EMHWLYRV�GHO�3URFHVR�7HUDSpXWLFR en la I ntervención Fam iliar en fam ilias con
un m iem bro con problem as de drogas, son:
(a) Contener em ocionalm ente a la fam ilia.
(b) Const ruir, en conjunto con la fam ilia, un sent ido alternat ivo que explique su
conducta.
( c) I dent ificar y m odificar conductas repet it ivas que t iendan a m antener o fom entar las
conductas del PI .
Se pretende entonces invitar a la fam ilia a com prender la función que cum ple el
com portam iento adict ivo en su interior, a com prender cuales son las conductas del
conjunto de la fam ilia que cont r ibuyen a la m antención de ese com portam iento y
consiguientem ente, a establecer una conversación diferente y una conducta diferente
de m odo que aum ente la probabilidad de que la preocupación por la que consultan
desaparezca.
Un objet ivo que cruza t ransversalm ente a todos los planteados es la ent rega de
inform ación clara a la fam ilia respecto de las característ icas de los problem as que les
llevan a consultar, así com o respecto de las consecuencias de los m ism os. En algunas
intervenciones, o quizá en algunas sesiones en part icular, este puede ser un obj et ivo
planteado para ser desarrollado explícitam ente, sin em bargo, se sugiere considerarlo
com o un obj et ivo que cruza la intervención, de m odo de ent regar inform ación según lo
vaya requir iendo la fam ilia en su part icular r itm o y acorde a los tem as que se toquen
en cada ocasión.
Un objet ivo secundario a los planteados es, en aquellos casos en los que se ha
com enzado a t ratar a la fam ilia en ausencia del PI , lograr la incorporación del m ism o al
conjunto del program a terapéut ico.
En los capítulos siguientes abordarem os los aspectos técnicos específicos
const ituyentes de la I ntervención Fam iliar.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���&DStWXOR����
0HFiQLFD�7HUDSpXWLFD�GH�OD�,QWHUYHQFLyQ�)DPLOLDU���/D�3ULPHUD�&RQVXOWD�
La Intervención Fam iliar com ienza con la presencia de la fam ilia frente al terapeuta y
por lo tanto con la im plem entación de los elem entos exam inados en el Capítulo 5. En
el presente capítulo exam inarem os cuales son los elem entos terapéut icos específicos
involucrados en el desarrollo de la I ntervención Fam iliar.
3ULPHUD�&RQVXOWD��
La prim era consulta en la I ntervención Fam iliar abarca una serie de áreas a exam inar
las que se enm arcan en el logro del objet ivo fundam ental de obtener un diagnóst ico
claro y orientador respecto de la fam ilia, su m ot ivo de consulta, los pat rones
interaccionales que cont r ibuyen a m antener los síntom as, las explicaciones que t iene la
fam ilia y la función del síntom a.
Se usa aquí el térm ino “prim era consulta” porque se presentarán los elem entos a
exam inar desde el prim er contacto de la fam ilia con el terapeuta, y porque los m ism os
son abordables para un terapeuta experim entado, en la m ayoría de los casos, en aquel
prim er contacto. Terapeutas con m enos experiencia en el t rabajo con fam ilias pueden
requerir m ás sesiones para el logro del objet ivo de diagnóst ico.
'HVFULSFLyQ�GH�OD�IDPLOLD��
Un prim er elem ento que el terapeuta debe aclarar se refiere a cóm o es la fam ilia que
t iene frente a sí.
Observar cóm o se dist r ibuyen espacialm ente, com o se vio en el capítulo anterior es
una prim era inform ación út il de tener en cuenta.
La conversación pude iniciarse pidiendo a los asistentes que se presenten, que digan
sucintam ente cuál es su nom bre, su edad, su ocupación y la relación de parentesco
que t ienen ent re sí.
Es út il averiguar si todos viven en la m ism a casa y si hay alguien más que com parta
con ellos el hogar
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���Habitualm ente estos elem entos son suficientes com o para hacerse una idea acerca de
quienes com ponen la fam ilia, sin em bargo, en algunas ocasiones puede ser necesario
profundizar en algunos breves aspectos de la historia fam iliar, especialm ente cuando la
est ructura de la fam ilia llam a la atención al terapeuta. El t iem po dedicado a la
aclaración de estos puntos debe ser, en todo caso, breve para pasar lo m ás pronto
posible a la aclaración del m ot ivo de consulta.
Se entenderá que la descripción de la fam ilia queda hecha una vez que el terapeuta
t iene clara noción de los aspectos señalados aquí.
$FODUDFLyQ�GHO�PRWLYR�GH�FRQVXOWD�IDPLOLDU��
El terapeuta siem pre debe part ir del supuesto de que cada m iem bro de la fam ilia t iene
su propia y genuina percepción de la realidad (y const rucción de ella) . Por lo m ism o,
debe aclarar con cada uno de ellos qué es lo que le m ot iva a consultar.
La pregunta clave para iniciar la conversación es ¢3RUTXp�HVWi�8G��DTXt". Esta pregunta
debe ser form ulada a cada uno de los m iem bros de la fam ilia.
Existen ocasiones en las que el terapeuta cree saber exactam ente porqué viene la
fam ilia a consultar, com o por ej em plo cuando ot ro colega la ha derivado y le ha
explicado al terapeuta claram ente porqué lo ha hecho o cuando el propio terapeuta ha
concordado con un paciente en invitar a su fam ilia a form ar parte del t ratam iento. Se
recom ienda que incluso en esas ocasiones el terapeuta inicie la prim era sesión
preguntando porqué la fam ilia ha decidido venir o aceptar la invitación de asist ir . La
inform ación que se persigue es determ inar, desde el punto de vista de cada uno de los
asistentes, qué es aquello que le lleva a presentarse frente a un profesional o técnico
de la salud m ental. En estas ocasiones será necesario adaptar esta pregunta a la
situación específica, para que no suene absurda. Puede plantearse por ejem plo:
³(O�'U��0DUWtQH]�ORV�HQYLy�D�XQD�,QWHUYHQFLyQ�)DPLOLDU��DTXt�WHQJR�VX�LQWHUFRQVXOWD��6LQ�HPEDUJR��PH�LQWHUHVDUtD�VDEHU�FyPR�FRPSUHQGLHURQ�XVWHGHV�ODV�SDODEUDV�GHO�GRFWRU��\�FyPR�HV�TXH�WRPDURQ�OD�GHFLVLyQ�GH�YHQLU´� En este ejem plo im porta saber porqué la
fam ilia asiste a la intervención, pero tam bién cóm o entendieron, desde ellos m ism os,
las palabras que ot ro profesional de la salud les ha dicho.
Ya que el lenguaje del personal de la salud suele ser com plejo y difícil de retener por
las personas, se recom ienda profundizar en el significado que t ienen para ellas esas
palabras, especialm ente cuando lo dicho por ot ro profesional incluye un diagnóst ico.
Así por ejem plo, cuando una persona dice “vengo porque m e diagnost icaron depresión”
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���el terapeuta debería profundizar en esa inform ación desde el punto de vista de esa
persona preguntando�� ³2N�� SHUR� PH� LQWHUHVDUtD� VDEHU� TXp� HV� 3$5$� 867('� WHQHU�GHSUHVLyQ´�
Ot ra adaptación necesaria para la pregunta inicial sobre el m ot ivo de consulta se
genera en la situación en que el propio terapeuta ( j unto con el paciente) invita a la
fam ilia a sum arse al t ratam iento. Ya que resultaría un poco r idículo que luego de
invitar a la fam ilia el terapeuta preguntara ¿porqué están aquí?, una variación posible
es la siguiente:
³(QWLHQGR�TXH�D�XQ�QLYHO�XVWHGHV�HVWiQ�DTXt�GHELGR�D�TXH�VH�OHV�KL]R�XQD�LQYLWDFLyQ�D�YHQLU��6LQ�HPEDUJR��PH�LQWHUHVDUtD�VDEHU�SRUTXp�HIHFWLYDPHQWH�YLQLHURQ��TXp�OHV�KL]R�VXILFLHQWH�VHQWLGR�FRPR�SDUD�DFHSWDU�HVWD�LQYLWDFLyQ�\�DVLVWLU��(Q�VtQWHVLV�TXLVLHUD�VDEHU�¢SRUTXp�HVWiQ�DTXt"´��
Las respuestas a estas preguntas suelen ser un listado de preocupaciones que t raen
las fam ilias al consultar. En la m ayoría de los casos ese listado de preocupaciones es
coincidente para todos los m iem bros de la fam ilia, sin em bargo, en algunas ocasiones
los diferentes m iem bros de la fam ilia pueden plantear diferentes m ot ivos de consulta.
En tales casos se recom ienda iniciar la intervención tom ando los mot ivos planeados
por los padres y luego tom ar los m ot ivos planteados por ot ros m iem bros de la fam ilia.
En esta etapa de la intervención el terapeuta debe profundizar em pát icam ente con
cada uno de los asistentes de m odo de aum entar la probabilidad de que cada uno se
sienta am pliam ente entendido en sus preocupaciones y puntos de vista. Se debe dar
t iem po suficiente com o para que cada uno de los fam iliares pueda aclarar la totalidad
de sus preocupaciones.
Las preocupaciones que la fam ilia t rae se refieren, en práct icam ente todos los casos, a
un m iem bro en específico ( el PI ) , el que t ípicam ente no es quien tom a la palabra al
principio de la sesión. Es conveniente esperar a que todos los m iem bros de la fam ilia
tom en la palabra antes de dársela al PI , con el fin de que él escuche todas las
opiniones que se t ienen sobre él y tenga la posibilidad de opinar al respecto.
La aclaración del m ot ivo de consulta define cuál es el terreno en el que se desarrollará
la intervención fam iliar en el sent ido de ident ificar cuales son los elem entos con los que
se t rabajará, es decir, cuales son las preocupaciones em ergentes de la fam ilia.
El siguiente ejem plo clínico m uest ra esta parte del proceso:
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���&RQVXOWDQ�*HRUJLQD� ���� DxRV���PDGUH� GHO� 3,�� $OIRQVR� ���� DxRV�� SDGUH� GHO� 3,��$OHMDQGUD�����DxRV��KHUPDQD�GHO�3,�\�6HUJLR�����DxRV��SDFLHQWH�GHSHQGLHQWH��OD�FRFDtQD�� (Q� HO� PRPHQWR� GH� OD� FRQVXOWD� WRGRV� YLYHQ� MXQWRV�� 6HUJLR� KDEtD�LQJUHVDGR� D� WUDWDPLHQWR� GRV� VHPDQDV� DQWHV� FXPSOLHQGR�� HQ� OD� IHFKD� GH� OD�HQWUHYLVWD��XQ�SHUtRGR�GH����GtDV�GH�GHVLQWR[LFDFLyQ�DPEXODWRULD��&RPR�SDUWH�GHO�SURFHVR�GLDJQyVWLFR�HO� WHUDSHXWD�KDEtD� ORJUDGR�GHWHUPLQDU�TXH�HO�SDFLHQWH�WHQtD� XQD� UHODFLyQ� SDUWLFXODUPHQWH� GLItFLO� FRQ� VX� SDGUH�� TXLHQ� DSDUHFtD� HQ� VXV�GHVFULSFLRQHV� FRPR�XQ�KRPEUH�KRVFR�\� DJUHVLYR��PLHQWUDV�TXH�� DO� SDUHFHU�� OD�PDGUH�WUDWDED�GH�UHVROYHU�HVWDV�WHQVLRQHV�VLQ�GHPDVLDGR�p[LWR��6HUJLR�GHVFULEtD�D�VX�KHUPDQD�FRQ�EDVWDQWH�FHUFDQtD�D�pO��DXQTXH�VH�IUXVWUDED�\�VH�DOHMDED�FDGD�YH]� TXH� VH� HQWHUDED� TXH� FRQVXPtD�� &RQ� HVWRV� DQWHFHGHQWHV� 6HUJLR� \� HO�WHUDSHXWD� GHFLGLHURQ� HQYLDU� XQD� QRWD� D� OD� IDPLOLD� LQYLWiQGRORV� D� SDUWLFLSDU� GHO�WUDWDPLHQWR���7HUDSHXWD���%XHQDV�WDUGHV��$QWHV�GH�FRPHQ]DU�TXLVLHUD�VDEHU�XQ�SRFR�PiV�GH�XVWHGHV��VDEHU�FyPR�VH�OODPDQ��TXp�HGDG�WLHQHQ�\�D�TXp�VH�GHGLFD�FDGD�XQR���0DPi��0L�QRPEUH�HV�*HRUJLQD��WHQJR����DxRV�\�QR�PH�GHGLFR�D�QDGD���7��¢$�QDGD"��¢&yPR�D�QDGD"���0��%XHQR��PH�GHGLFR�D�PL�FDVD�����VR\�GXHxD�GH�FDVD���7��(V�GHFLU�8G��WUDEDMD�HQ�VX�FDVD��TXH�\D�HV�XQ�WUDEDMR�EDVWDQWH�DUGXR���0��6t��DVt�HV�����(O�WHUDSHXWD�KDFH�XQ�JHVWR�FRQ�OD�PDQR�LQYLWDQGR�DO�SDGUH�D�SUHVHQWDUVH�����3DSi�� 0H� OODPR� $OIRQVR�� WHQJR� ��� DxRV� \� VR\� HO� TXH� PDQGD� HQ� HVWH� JUXSR��VRQUtH���6R\� LQJHQLHUR�� WUDEDMR� HQ�XQD�HPSUHVD�GH� FRPSXWDFLyQ�� D� FDUJR�GHO�iUHD�GH�PDQWHQLPLHQWR���7��2N���JUDFLDV���RWUR�JHVWR�LQYLWDGR�D�OD�KHUPDQD�D�KDEODU����$OHMDQGUD��<R�VR\�$OHMDQGUD��WHQJR����DxRV��VR\��OD�KHUPDQD�PHQRU�GH�6HUJLR�\�HVWR\�HVWXGLDQGR�GHUHFKR��HQ�WHUFHU�DxR���7��2N��&UHR�TXH�D�6HUJLR�\D�OR�FRQRFHPRV�WRGRV���5LVDV��
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����7��(QWLHQGR�TXH�XVWHGHV�FXDWUR�YLYHQ�HQ�OD�FDVD��¢QR�HV�DVt"��¢R�KD\�DOJXQD�RWUD�SHUVRQD�TXH�YLYD�FRQ�XVWHGHV"��3��1R��6RPRV�QRVRWURV�FXDWUR�ORV�TXH�YLYLPRV�HQ�OD�FDVD���7��0X\�ELHQ��3DUD�FRPHQ]DU�TXLVLHUD�KDFHUOHV�XQD�SUHJXQWD�TXH�SXHGH�VRQDU�XQ�SRFR�UDUD��\D�TXH�Vp�TXH�D�XQ�QLYHO�XVWHGHV�HVWiQ�DTXt�SRUTXH�OHV�PDQGp�XQD�QRWD� LQYLWiQGRORV� D� YHQLU�� SHUR�PH� LQWHUHVDUtD� VDEHU� FyPR� HV� TXH� ILQDOPHQWH�YLQLHURQ��HV�GHFLU��TXp�OHV�KL]R�VHQWLGR�FRPR�SDUD�OOHJDU�KDVWD�DFi��(QWRQFHV�PL�SUHJXQWD�HV��¢SRUTXp�HVWiQ�XVWHGHV�DTXt"��SUHJXQWD�PLUDQGR�D�ORV�SDGUHV����3��9LQLPRV�SRUTXH�QRV�SUHRFXSD�6HUJLR����7��¢&yPR�DVt"��¢TXp�OH�SUHRFXSD�D�XVWHG�GH�6HUJLR"��3��0H�SUHRFXSD�TXH�VH�KD\D�PHWLGR�HQ�HVWR�GH�OD�FRFD��<D�YHQtDPRV�WHQLHQGR�SUREOHPDV� FRQ� pO� GHVGH� KDFH� XQ� WLHPSR�� SHUR� QXQFD� VH� PH� KDEtD� RFXUULGR�SHQVDU�VLTXLHUD�TXH�pO�SXGLHUD�HVWDU�FRQVXPLHQGR�GURJDV��KDVWD�TXH�KDFH�GRV�PHVHV�HO�QRV�FRQIHVy�HQ�TXp�HVWDED���7�� � $OIRQVR�� 8G�� GLFH� TXH� YHQtDQ� WHQLHQGR� SUREOHPDV� FRQ� pO� GHVGH� KDFH� XQ�WLHPSR��¢D�TXp�VH�UHILHUH�FRQ�HVWR"���3��eO�VLHPSUH�KD�VLGR�XQ�QLxLWR�UHJDOyQ�GH�OD�PDPi��HO�WHUDSHXWD�QR�OH�DSDUWD�OD�PLUDGD� PLHQWUDV� GLFH� HVWR��� 'HVGH� FKLFR� TXH� WHQHPRV� SUREOHPDV� SRU� HVWR��FXDQGR�HUD�QLxR�FRVWDED�XQ�PXQGR�TXH�KLFLHUD� ODV� WDUHDV� HQ�HO� FROHJLR��\�DKt�HVWDED� OD�PDPi� TXH� OR� FRQVHQWtD� \� OH�PDQGDED� FRPXQLFDFLRQHV� \� WHUPLQDED�KDFLHQGR� WRGR� OR� TXH� pO� TXHUtD�� <� \R� VLHPSUH� KH� VLGR� HO�PDOR� GH� OD� SHOtFXOD��FXDQGR�HUD�QLxR��HUD�HO�~QLFR�TXH�OR�FDVWLJDED�SRU�ODV�OHVHUDV�TXH�KDFtD����KDVWD�TXH�FRQ�PXFKR�HVIXHU]R�ORJUy�HQWUDU�D�OD�8QLYHUVLGDG�D�HVWXGLDU�LQJHQLHUtD��SHUR�DKt� HVWXYR� HO� SHUOD�� GHGLFDGR� DO� FDUUHWH� FRPR� GLFHQ� ORV� ORORV�� \� \D� HVWDED�EDVWDQWH�JUDQGH�FRPR�SDUD�TXH�\R�HVWXYLHUD�YLJLOiQGROR�D�YHU�VL�HVWXGLDED�R�QR��DVt� TXH� WHUPLQy� SUiFWLFDPHQWH� SHUGLHQGR� HO� DxR�� \� SDUD� TXH� QR� SHUGLHUD� OD�FDUUHUD�GHFLGLPRV�TXH�OD�FRQJHODUD�\�DKRUD�HVWi�HQ�OD�FDVD�VLQ�KDFHU�QDGD�����7�� (QWLHQGR�� $OIRQVR�� FXDQGR� XVWHG� GLFH� TXH� OH� SUHRFXSD� TXH� 6HUJLR� VH� KD\D�PHWLGR�HQ�OD�FRFD��D�TXp�VH�UHILHUH�H[DFWDPHQWH��¢TXp�HV�OR�TXH�OH�SUHRFXSD�FRQ�H[DFWLWXG"���
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���3��0H� SUHRFXSD� SRUTXH� QXQFD� FUHt� TXH� IXHUD� D� FDHU� WDQ� EDMR��1R� Vp� D� GRQGH�SRGHPRV�OOHJDU�FRQ�pO��0H�SUHRFXSD�TXH�VH�FRQYLHUWD�HQ�XQ�GURJDGLFWR�\�SLHUGD�OD�8QLYHUVLGDG�\�WHUPLQH�VLQ�KDFHU�QDGD�SRU�VX�YLGD���7��¢+D\�DOJXQD�RWUD�FRVD�TXH� OH�SUHRFXSH�$OIRQVR"�� WDO� YH]�HQ� UHODFLyQ�FRQ� OD�IDPLOLD����3��(Q�JHQHUDO�QR��&UHR�TXH�QR�KD\�QDGD�WDQ�JUDYH�FRPR�OD�VLWXDFLyQ�GH�6HUJLR��$�YHFHV�PH�SUHRFXSD�TXH�QR�QRV�DYHQLPRV�FRQ�*HRUJLQD���GLVFXWLPRV�VREUHWRGR�SRU�FRVDV� UHODFLRQDGDV�FRQ�6HUJLR��SHUR�FUHR�TXH� OR�TXH�RFXUUH�FRQ�pO�HV�PiV�JUDYH�TXH�HVWR���7��¢+D\�DOJR�PiV�TXH�OH�SUHRFXSH"��3��1R���7��2N���PLUDQGR�D�OD�PDGUH��*HRUJLQD��¢SRUTXp�HVWi�DTXt"��0��3RU�6HUJLR��PH�SUHRFXSD�6HUJLR��<R�KDFH�XQ�WLHPSR�TXH�OR�HQFRQWUDED�UDUR��SHUR�QXQFD�PH�LPDJLQp�TXH�HVWXYLHUD�HQ�ODV�GURJDV��&DVL�PH�PXHUR�FXDQGR�QRV�FXHQWD���7��¢&yPR�DVt"��0��(V�TXH�HVWR�PH�SDUHFH�WHUULEOH��FUHR�TXH�VL�VLJXH�SRU�HVWH�FDPLQR�QR�YD�D�OOHJDU�D�QDGD��LQFOXVR�KH�SHQVDGR�TXH�SXHGH�OOHJDU�D�PRULUVH��<R�QR�VH�QDGD�GH�GURJDV��HQ�PL�IDPLOLD�QXQFD�KDEtD�SDVDGR�DOJR�DVt��VL�QL�VLTXLHUD�WUDJR�VH�WRPD�HQ� OD�FDVD��SHUR�XQD�YH� ODV�FRVDV�TXH�PXHVWUDQ�HQ� OD�WHOH�\�HV�WHUULEOH��TXLHQ�VDEH�TXp�OH�SXHGH�RFXUULU�VL�VLJXH�SRU�HVH�FDPLQR����7��¢4Xp�WHPH�TXH�OH�SXHGD�SDVDU"��0��4XH�VH�PXHUD����QR�Vp����TXH�TXHGH�ERWDGR�FRPR�ORV�YLHMRV�FXUDGRV�TXH�XQD�YH�HQ�OD�FDOOH����QR�Vp�����7��*HRUJLQD��¢KD\�DOJXQD�RWUD�FRVD�TXH�OH�SUHRFXSH"��0��0L�UHODFLyQ�FRQ�HO�SDSi���7��¢$�TXp�VH�UHILHUH"��
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���0��&RQ�HO�SDSi�GHO�QLxR��$�YHFHV�QRV� OOHYDPRV�EDVWDQWH�PDO��'LVFXWLPRV��QRV�SHOHDPRV� \� KD\� PRPHQWRV� HQ� TXH� SDVDPRV� YDULRV� GtDV� VLQ� KDEODUQRV�� <R�HQFXHQWUR�TXH�pO�HV�PX\�FHUUDGR��QR�OH�JXVWD�UHFLELU�FUtWLFDV��FUHH�TXH�OR�TXH�pO�GLFH�HV�OH\��<�SRU�HVR�QRV�SHOHDPRV��0XFKDV�YHFHV�QRV�SHOHDPRV�SRU�FXOSD�GH�6HUJLR���7��¢3RU�FXOSD�GH�6HUJLR"��0��(V�GHFLU��QR�SRU�FXOSD�GH�pO��VLQR�TXH�SRU�pO�¢PH�HQWLHQGH"��WHQHPRV�KDUWDV�GLIHUHQFLDV�HQ�FyPR�WUDWDUOR����SHUR�FUHR�TXH�HVH�QR�HV�HO� WHPD�TXH�QRV� WLHQH�DTXt��PDO�TXH�PDO�\R�HOHJt�FDVDUPH�FRQ�HVWH�KRPEUH�\�HVD�HV�XQD�GHFLVLyQ�PtD��SHUR�OR�LPSRUWDQWH�HV�TXH�6HUJLR�VH�FXUH�\�VDOJD�GH�HVWRV�SUREOHPDV����7��2N��HQWLHQGR��¢+D\�DOJXQD�RWUD�FRVD�TXH�OH�SUHRFXSH"��0��1R��$OHMDQGUD�VH�SRUWD�PX\�ELHQ�\� OH�YD�PX\�ELHQ����QR�KD\�QDGD�PiV�TXH�PH�SUHRFXSH���7��*UDFLDV��$OHMDQGUD��¢SRUTXp�HVWiV�DTXt"��$��3DUD�D\XGDU�D�6HUJLR���7��¢$\XGDUOR�HQ�TXp"��$��(Q�HVWR��D�TXH�VDOJD�GH�ODV�GURJDV���7��¢7H�SUHRFXSD"��$��6t�PH�SUHRFXSD��SHUR�QR�OR�YHR�WDQ�WHUULEOH�FRPR�OR�YHQ�ORV�SDSiV��<R�FUHR�TXH�pO�VH�PHWLy�HQ�HVWR�SRU�SXUR�WRQWR�\�TXH�VL�VH�PHWLy�LJXDO�SXHGH�VDOLU�VL�VH�OR�SURSRQH���� HVR�HV� OR�TXH�PH�SUHRFXSD��YHR�TXH�pO�QR�VH�SURSRQH�FRVDV��HV�FRPR�VL�OH�GLHUD�OR�PLVPR��QR�VH�SRQH�PHWDV��HV�FRPR�VL�YLYLHUD�HO�GtD�QR�PiV��$SDUWH�TXH�PL�PDPi�OR�UHJDORQHD�WRGR�HO�UDWR�\�PL�SDSi�OR�UHWD����WDO�YH]�SRU�HVR�OD�PDPi�OR�UHJDORQHD�WDQWR�����7��'H�PRGR�TXH�W~�UHSUHVHQWDV�FRPR�OD�³OX]�GH�HVSHUDQ]D´�GH�OD�IDPLOLD��QR�WH�SDUHFH�WDQ�JUDYH�OD�VLWXDFLyQ�\�WLHQHV�OD�LPSUHVLyQ�GH�TXH�6HUJLR�SXHGH�VDOLU�GHO�SUREOHPD�GH�OD�GURJD���$��1XQFD�WDQWR�FRPR�OD�³OX]�GH�HVSHUDQ]D´��SHUR�QR�PH�SUHRFXSD�WDQWR���
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���7��¢+D\�DOJXQD�RWUD�FRVD�TXH�WH�SUHRFXSH"��$��<R�HQ�JHQHUDO�QR�SHVFR�PXFKR�D� OD� IDPLOLD��PH� OD�SDVR�HVWXGLDQGR�R�HQ� OD�FDVD�GH�PL�SROROR��DVt� TXH�QR� FDFKR�PXFKR� OR�TXH�SDVD�HQ� OD� FDVD�� 3HUR� Vt� D�YHFHV�HQFXHQWUR�FXiWLFR�TXH�ORV�SDSiV�VH�OOHYHQ�PDO��HQFXHQWUR�TXH�H[DJHUDQ��SHUR�FRPR�TXH�\D�HVWR\�DFRVWXPEUDGD�����7��¢&XiQGR�GLFHV�TXH�OR�HQFXHQWUDV�FXiWLFR��TXLHUH�GHFLU�TXH�WH�SUHRFXSD"��$��6t�PH�SUHRFXSD��SHUR�FUHR�TXH�QR�SXHGR�KDFHU�QDGD��(V�VX�RSFLyQ��VL�HOORV�TXLHUHQ� OOHYDUVH� DVt���� SDUHFHQ� FDEURV� FKLFRV���� HQ� WRGR� FDVR� \D� HVWR\�DFRVWXPEUDGD��KDQ�VLGR�VLHPSUH�DVt����DVt�TXH�QR�SHVFR���7��2N��¢+D\�DOJXQD�RWUD�FRVD�TXH�WH�SUHRFXSH"��$��1R���7��*UDFLDV��6HUJLR��¢TXp�RSLQDV�DFHUFD�GH�OR�TXH�KDV�HVFXFKDGR"��6��(VWR\�GH�DFXHUGR��<R�PH�PHWt�HQ�OD�GURJD�\�VR\�\R�HO�TXH�WLHQH�TXH�SRQHU�WRGD� VX� IXHU]D� GH� YROXQWDG� SDUD� SRGHU� VDOLU� GH� HVWR�� &UHR� TXH� VR\� TXLHQ�SULQFLSDOPHQWH�WLHQH�TXH�DWLQDU�FRQ�HVWR���7��¢+D\�DOJR�TXH�WH�SUHRFXSH"��6��0L�UHODFLyQ�FRQ�HO�SDSi����7��¢&yPR�DVt"��6��6H�SRQH�SHVDGR�FRQPLJR��PH�WUDWD�PDO��PH�SDVD�UHWDQGR��QXQFD� OH�SDUHFH�ELHQ�OR�TXH�KDJR����QXQFD�KH�SRGLGR�GHFLUOH�TXH�OR�TXLHUR������VLOHQFLR�JHQHUDO��
En el ejem plo, el terapeuta ha invest igado profundam ente las m ot ivaciones de cada
uno para asist ir a I ntervención Fam iliar. El terapeuta buscó la form a de situar la
pregunta acerca de porqué están aquí de la m anera m ás coherente posible con la
invitación que él m ism o había form ulado y a cont inuación hizo una exploración
acuciosa respecto de las preocupaciones de cada uno de los asistentes. Se preocupó de
aclarar de m anera concreta qué era exactam ente lo que cada uno quería decir desde
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���su punto de vista. Las conclusiones de la ent revista arrojan t res m ot ivos de consulta:
el problem a de drogas de Sergio, la m ala relación ent re los padres y la m ala relación
ent re Sergio y el padre. Ya que el problem a de drogas es un problem a com part ido por
todos los m iem bros de la fam ilia, será la puerta de ent rada para la intervención y el
que dará pie para t ratar el testo de los problem as ident ificados por la fam ilia.
Una vez aclarado el m ot ivo de consulta el terapeuta debe concent rarse en la
descripción de los pat rones interaccionales que ayudan a m antener la conducta de
consum o.
3DWURQHV�,QWHUDFFLRQDOHV�0DQWHQHGRUHV��
Com o exam inam os en el Capítulo 2, los sistem as fam iliares establecen regularidades
en su com portam iento que ayudan a m antener los com portam ientos sintom át icos.
Sluzki (1983) denom ina a estos com portam ientos regulares “Pat rones Interaccionales
Mantenedores de Síntom as”.
La m isión del terapeuta en este punto es la de averiguar en conjunto con la fam ilia,
cuales son los pat rones interaccionales que cada fam ilia pone en juego en relación al
com portam iento de consum o.
En síntesis, lo que el terapeuta debe lograr es una descripción de FXDOHV� VRQ� ORV�FRPSRUWDPLHQWRV�GH�FDGD�XQR�GH�ORV�PLHPEURV�GH�OD�IDPLOLD�DQWHV��GXUDQWH�\�GHVSXpV�GH�TXH�RFXUUD�HO�FRQVXPR�GHO�SDFLHQWH�tQGLFH.
Com o se ha exam inado en los apartados y ejem plos anteriores, m uchas veces las
fam ilias desarrollan com portam ientos que francam ente favorecen el consum o de sus
m iem bros (ver caso “La colecta fam iliar” en el Capítulo 3) . Si bien el descubrim iento
de estos pat rones de interacción es una tarea que puede extenderse durante todo el
curso de la I ntervención Fam iliar, el análisis de lo que ocurre antes, durante y después
del consum o de drogas de uno de sus m iem bros, puede ser de ayuda para ident ificar
aquellos com portam ientos que la fam ilia debe m odificar para no cont r ibuir a la
m antención de tal consum o.
El análisis de estos com portam ientos incluye el análisis de los intentos de solución del
problem a que, com o vim os en el Capítulo 2, son aquellas conductas que no deben ser
sugeridas a las fam ilias ya que han probado ser ineficaces.
Un ejem plo de esta exploración del terapeuta surge a part ir del caso que hem os
exam inado m ás arriba:
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���
7��*HRUJLQD��¢VL�\R�OH�SUHJXQWDUD�TXp�RFXUUtD�DQWHV��GXUDQWH�\�GHVSXpV�GH�TXH�6HUJLR��FRQVXPLHUD�FRFDtQD��TXp�PH�GLUtD�XVWHG"��0��/R�TXH�RFXUUH�HV�TXH�\R�QR�VXSH�TXH�pO�FRQVXPtD�GURJDV��VLQR�KDVWD�KDFH�GRV�PHVHV��1R�PH�KDEtD�GDGR�FXHQWD�GH�OR�TXH�SDVDED���7��0X\�ELHQ��HQWLHQGR��(QWRQFHV��VL�\R�OH�GLMHUD�TXH���EDVDGD�HQ�OR�TXH�\D�VDEH��UHYLVH� OR� TXH� UHFXHUGD� SDUD� DWUiV�� HQ� HVRV� PRPHQWRV� HQ� TXH�� TXL]i�� XVWHG�SHQVDED�TXH�³SDVDED�DOJR´�FRQ�6HUJLR��SHUR�QR�OR�WHQtD�GHO�WRGR�FODUR�\�HVWDED�HQ�OD�GXGD����VL�UHYLVD�HVH�SHUtRGR�KDFLD�DWUiV��D�OD�OX]�GH�OR�TXH�\D�VDEH��¢FUHH�TXH�SXHGH�GHVFULELU�OR�TXH�SDVDED�DQWHV��GXUDQWH�\�GHVSXpV�GH�FDGD�FRQVXPR�GH�6HUJLR"��0��6t��HQWLHQGR�OR�TXH�GLFH��<R�KDFtD�WLHPSR�TXH�WHQtD�OD�GXGD�GH�TXH�DOJR�SRGtD�HVWDU�SDVDQGR�FRQ�6HUJLR��SHUR�GHFtD��QR�SXHGH�VHU��QR�FUHR����FRPR�XQD�YH�ODV�FRVDV� TXH� GDQ� HQ� OD� WHOH� HQ� TXH� PXHVWUDQ� HVRV� FKLTXLOORV� GH� ODV� FDVDV� GH�DFRJLGD�TXH�FXHQWDQ�TXH�UREDQ�ODV�FRVDV�GH�OD�FDVD�SDUD�FRPSUDU�GURJD�\�HQ�OD�FDVD� QXHVWUD� HVR� QXQFD� SDVy���� SHUR� VL� OR� SLHQVR� DKRUD���� QR� Vp���� PH� GD� OD�LPSUHVLyQ�TXH�6HUJLR�VH�SRQtD�FRPR�QHUYLRVR�\�VDOtD�GH�OD�FDVD����QR�Vp������$OHMDQGUD�LQWHUUXPSH���$�� ���VH�SRQtD� FRPR� OHyQ�HQMDXODGR��GDED�YXHOWDV�SRU� OD�FDVD�� VH�SRQtD� LGLRWD��HPSH]DED�D�PROHVWDU�D�WRGR�HO�PXQGR�\�GHVSXpV�HUD�FRPR�VL�QR�DJXDQWDUD�PiV�\�VDOtD����D�FRQVXPLU�\R�FUHR����SRUTXH�PXFKDV�YHFHV�OOHJDED�DO�RWUR�GtD�����7�� (VR� HUD� OR� TXH� SDVDED� DQWHV���� DVt� FRPR� OR� FXHQWDQ� PH� SDUHFH� TXH� HVWH�FRPSRUWDPLHQWR�QR�OHV�SUHRFXSDED�PXFKR����¢SRUTXp"���0��%XHQR��QR�HV�TXH�QR�PH�SUHRFXSDUD��D�Pt�PH�SUHRFXSDED�� OR�TXH�SDVD�HV�TXH�QXQFD�SHQVp�TXH�VH� WUDWDUD�GH�GURJDV��6HUJLR�VH�SRQtD�DVt�PXFKDV�YHFHV�FXDQGR�GLVFXWtDPRV�FRQ�$OIRQVR��\R�SHQVDED�TXH�VH�SRQtD�QHUYLRVR�FRQ�OD�SHOHD�\�SRU�HVR�VDOtD��7DPSRFR�PH�SDUHFtD�PX\�UDUR�TXH�VH�TXHGDUD�DIXHUD��PDO�TXH�PDO�HV�XQ�QLxR�JUDQGH��WHQGUi�SROROD�SHQVDED�\R�����7�� (QWRQFHV�� SDUHFH� TXH� FRLQFLGtD� HVWH� FRPSRUWDPLHQWR� GH� HVWDU� FRPR� OHyQ�HQMDXODGR�FRQ�ODV�SHOHDV�HQWUH�XVWHG�\�VX�HVSRVR�����0��3RGUtD�GHFLUVH�TXH�PXFKDV�YHFHV�Vt�����
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����$OHMDQGUD�LQWHUUXPSH���$��(UD�EDVWDQWH�WtSLFR��QR�WRGDV�ODV�YHFHV��SHUR�YDULDV�YHFHV�FRLQFLGtD���7���0LUDQGR�D�$OHMDQGUD��¢\�TXp�SDVDED�GXUDQWH�HO�FRQVXPR"��$��<R�FUHR�TXH� WRGRV�TXHGiEDPRV�XQ�SRFR�QHUYLRVRV�DO� FDFKDU�TXH�6HUJLR�QR�YROYtD�D�OD�FDVD���7�� ¢<�TXp�SDVDED� FRQ� WRGRV�XVWHGHV�TXp�KDFtDV� W~�� TXp�KDFtDQ� OD�PDPi�\� HO�SDSi"���$��4XHGiEDPRV�WRGRV�QHUYLRVRV����ORV�SDSiV�VH�HFKDEDQ�OD�FXOSD�XQR�DO�RWUR�GH�TXH�D�6HUJLR�OH�IXHUD�D�SDVDU�DOJR��SHUR�GHMDEDQ�GH�SHOHDU�UDSLGLWR��\R�FUHR�TXH�OHV�GDED�VXVWR����\�\R�QR�SHVFDED��PH�LED�D�PL�SLH]D�D�HVWXGLDU�R�VDOtD�FRQ�PL�SROROR���7��¢<�XVWHG�*HRUJLQD�FyPR�OR�YH"��0��<R�PH�SRQtD�QHUYLRVD��PH�GDED�PLHGR�TXH�D�6HUJLR� OH� IXHUD�D�SDVDU�DOJR��SRUTXH�VLHPSUH�TXH�VDOtD�\�QR�OOHJDED�HUD�SRUTXH�HVWiEDPRV�GLVFXWLHQGR�FRQ�HO�SDSi�SRU�DOJR�UHODFLRQDGR�FRQ�pO����PH�VHQWtD�FXOSDEOH�\�OH�GHFtD�D�$OIRQVR�TXH�HUD�QDGD�TXH�YHU�TXH�GLVFXWLpUDPRV�IUHQWH�D�ORV�QLxRV�����7��¢<�GHMDEDQ�GH�SHOHDU"��0��<R�FUHR�TXH�Vt��$�Pt�QR�PH�TXHGDEDQ�JDQDV�GH�SHOHDU�FRQ�OR�QHUYLRVD�TXH�HVWDED���7��¢<�XVWHG�$OIRQVR��FyPR�OR�YH"��3��$�Pt�PH�GDED�UDELD��VLHPSUH�HUD�OR�PLVPR��FRPHQ]iEDPRV�D�SHOHDU�SRU�DOJR�TXH�pO�KDFtD�\�VH�PDQGDED�D�FDPELDU�\�QXQFD�GDED�OD�FDUD�����7��'HVGH�VX�SXQWR�GH�YLVWD�$OIRQVR��¢OD�SHOHD�FRQ�*HRUJLQD�FRQWLQXDED"���3��$�Pt�PH�GDED�WDQWD�UDELD�TXH�OD�VLWXDFLyQ�QR�SXGLHUD�UHVROYHUVH��TXH�KDFtD�XQ�SRFR�FRPR�OD�$OHMDQGUD��PH�PDQGDED�D�FDPELDU�D�OD�SLH]D�R�PH�SRQtD�D�YHU�ODV�QRWLFLDV����
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���7���PLUDQGR�D�6HUJLR��¢(VWDPRV�KDEODQGR�GH�TXH�HQ�HVRV�PRPHQWRV�WH� LEDV�D�FRQVXPLU��QR�HV�DVt"��6��6t��(UDQ�H[FXVDV�TXH�\R�EXVFDED��<R�EXVFDED�FXDOTXLHU�H[FXVD�SDUD�VDOLU�GH�OD�FDVD�H�LUPH�D�FRQVXPLU���7��2N��¢<�TXp�SDVDED�GHVSXpV�GHO�FRQVXPR"���$�� %XXX�� �$OHMDQGUD� \� HO� SDSi� PLUDQ� KDFLD� DUULED� FRPR� FRQ� H[SUHVLyQ� GH�³SDFLHQFLD´��� FXDQGR� OOHJDED� GH� YXHOWD� HUD� FRPR� HO� UHJDOyQ�� OOHJDED� FRQ� XQD�FDUD� GH� FDUUHWH���� \� WRGRV� WHQtDPRV� TXH� DQGDU� FDOODGLWRV� OD�PDxDQD� VLJXLHQWH�SRUTXH�HO�SHUOD�HVWDED�GXUPLHQGR���7��¢<�TXLHQ�REOLJDED�D�TXH�VH�TXHGDUDQ�WDQ�FDOODGRV"����$OHMDQGUD�\�HO�SDSi�PLUDQ�D�OD�PDGUH���7�� 2N��0H� TXHGD� FODUR� �ULVDV��� &XpQWHQPH�� XQD� YH]� TXH� VXSLHURQ� TXH� 6HUJLR�HVWDED�XVDQGR�GURJDV��¢KLFLHURQ�DOJR�SDUD�UHVROYHU�HO�SUREOHPD"��0�� OR�PDQGDPRV�DO�VXU�FRQ�PL�KHUPDQD��$Kt�DQGXYR�ELHQ�FRPR�GRV�VHPDQDV��SHUR� OXHJR�VXSLPRV�SRU�PL�FXxDGR�TXH� OH�KDEtDQ�HQFRQWUDGR� OD�FRFKLQDGD�HVD�HQ�XQD�FKDTXHWD����DVt�TXH�OR�WUDMLPRV��1R�KLFLPRV�QDGD�PiV����
En el ejem plo el terapeuta averigua lo que pasaba antes, durante y después. Aunque
con algo de dificultad, la fam ilia logra reconocer una regularidad en su com portam iento
al m odo que describían Steinglass y cols (1993) (ver capítulo 3) , es decir, la fam ilia
logra reconocer y predecir un pat rón de conducta en relación con el consum o.
Específicam ente en este caso, el pat rón de consum o parece superponerse al pat rón de
discusiones ent re los padres, lo que da pistas tam bién respecto de la funcionalidad del
síntom a com o verem os m ás adelante.
La inform ación ent regada por la fam ilia en este ej em plo com ienza a ser de ut ilidad
para el terapeuta en el sent ido de que ya ha descrito algunos pat rones que la fam ilia
podría m odificar: la conducta irr itable al interior de la casa bien podría ser producto de
las preocupaciones producidas por las peleas ent re los pares, pero tam bién podría ser
at r ibuida a la presencia de un síndrom e de abst inencia en curso, lo que podría alertar a
la fam ilia acerca de algunas m edidas que tom ar para evitar que la próxim a vez que
aparezcan estos com portam ientos el PI salga de la casa a consum ir. De la m isma
m anera velar el sueño luego del consum o podría ser un com portam iento a m odificar.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���
Se exam inaron durante la sesión los intentos de solución y a raíz de lo inform ado por
la fam ilia, no parece una idea de ut ilidad enviar al PI a la casa de la t ía en el sur.
��/DV�H[SOLFDFLRQHV�GH�OD�IDPLOLD��
Com o exam inam os en el Capítulo 3, las personas y las fam ilias nos dam os
explicaciones para lo que nos ocurre y en base a estas explicaciones es que
concebim os nuest ra realidad.
Con los problem as que t raen a las fam ilias a consultar pasa lo m ism o. Las fam ilias
t raen explicaciones para sus problem as. Lo crucial de ellas es que, al definir cóm o
percibim os la realidad, definen tam bién la m anera en que nos com portam os. De esta
form a, por ejem plo, no es lo m ism o explicarse el com portam iento de consum o de un
fam iliar com o si se t ratara de un vicio que si se t ratara de una enferm edad. El prim er
significado lleva a la consecuencia de satanizar al consum idor com o un inescrupuloso y
falto de fuerza de voluntad o com o un irresponsable, lo que generará una serie de
em ociones negat ivas que invitarán a abandonarlo. El segundo significado, la
enferm edad, a su vez, puede tener com o consecuencia em ociones de preocupación y
cuidado que llevarán a la fam ilia a proveerle alternat ivas terapéut icas al PI .
Ot ro factor de im portancia es que, para intentar co-const ruir con la fam ilia nuevos
significados que generen nuevas conversaciones (ver Capítulo 3) y por lo tanto, nuevos
com portam ientos, se requiere conocer cuales son los significados (o las explicaciones)
que las fam ilias t ienen respecto de aquello que les lleva a consultar.
Dada la im portancia, entonces, de estos elem entos, se hace conveniente preguntar a
la fam ilia acerca de las explicaciones que t ienen para el problem a que los lleva a
consultar. La pregunta que perm it irá abordar este tem a resulta tan sim ple com o obvia,
se debe preguntar a la fam ilia: ¢&XiO�HV�OD�H[SOLFDFLyQ�TXH�WLHQHQ�SDUD�HO�SUREOHPD�TXH�OHV�WUDH�D�FRQVXOWDU".
A veces no es fácil para la fam ilia responder, dado que no es una pregunta habitual de
realizar y los m iem bros de la fam ilia no parecen “venir preparados” para ella. Sin
em bargo, en la gran m ayoría de los casos las personas han elaborado alguna hipótesis
que les ayuda a explicar “porqué les pasa lo que les pasa”.
Si fuera el caso de que a una fam ilia o a un m iem bro de ella le resulta difícil plantearse
la respuesta a esta pregunta, se le puede plantear algo así com o: ³2N��8VWHG�GLFH�TXH�
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���OH�HV�GLItFLO�UHVSRQGHU�HVWD�SUHJXQWD��/R�HQWLHQGR�SRUTXH�QR�HV�XQD�SUHJXQWD�KDELWXDO��3HUR�VHUtD�LQWHUHVDQWH�VDEHU�TXp�KD�SHQVDGR�HQ�VXV�QRFKHV�GH�LQVRPQLR�FXDQGR�VH�KD�SUHJXQWDGR� SRUTXp� PH� SDVD� HVWR���� FXDOTXLHU� UHVSXHVWD� HV� EXHQD�� LQFOXVR� HVDV�KLSyWHVLV�TXH�KD�GHVHFKDGR�SRUTXH�VRQ�XQ�SRFR�ORFDV��OR�TXH�PH�LQWHUHVD�VDEHU�HV�SRU�GyQGH�YDQ�VXV�SHQVDPLHQWRV�DO�UHVSHFWR´��
Sobre este punto el terapeuta debe ser especialm ente cauto y cuidadoso, intentando
generar el m ayor clim a de confianza posible, ya que algunas veces las personas t ienen
convicciones que suponen que no serán bienvenidas por terceras personas. Ejem plo de
esto son explicaciones sobre “m al de ojo”, brujería u ot ras por el est ilo. El terapeuta
debe ser lo suficientem ente flexible com o para dialogar con la fam ilia desde el m arco
de la propia certeza de aquella, entendiendo que estas son las creencias de la fam ilia y
que com o tales son respetables y necesarias de conocer, aunque para algunos resulten
sólo ideas superst iciosas.
Es im portante destacar que estas explicaciones que tenem os para nuest ro
com portam iento no son privat ivas de personas con m ayor nivel intelectual o social.
Sería un error m ayúsculo que el terapeuta se aproxim ara con este prejuicio a
conversar con una fam ilia. Todos los seres hum anos tenem os explicaciones para lo que
nos pasa. Probablem ente un profesional tendrá explicaciones con contenidos m ás
“cient íficos”, m ient ras que personas con m enor form ación m ost rarán contenidos de
m ayor “sent ido com ún”, pero tanto las unas com o las ot ras sost ienen claras
explicaciones para lo que les ocurre.
Cont inuando con nuest ro ejem plo, el abordaje del terapeuta podría ser:
7��$KRUD�TXLVLHUD�KDFHUOHV�XQD�SUHJXQWD�XQ�SRFR�GLIHUHQWH� �D� � ORV�TXH�KHPRV�HVWDGR�FRQYHUVDQGR��¢&XiO�HV�OD�H[SOLFDFLyQ�TXH�WLHQHQ�SDUD�HO�FRPSRUWDPLHQWR�GH�FRQVXPR�GH�6HUJLR"���6LOHQFLR�GH�WRGRV�ORV�DVLVWHQWHV������7��4XLHUR�GHFLU�� HQ�JHQHUDO� FXDQGR�XQR� WLHQH�XQ�SUREOHPD�VH�VLHQWD�D�SHQVDU�PXFKR�HQ�pO��9D�HQ�HO�PHWUR�SHQVDQGR��OOHJD�D�OD�RILFLQD��R�VH�TXHGD�HQ�OD�FDVD�\�QR�SXHGH�WUDEDMDU�SRUTXH�VLJXH�SHQVDQGR�HQ�HO�SUREOHPD����\�XQD�GH�ODV�FRVDV�TXH� SLHQVD� HV� 3RUTXp� SDVD� OR� TXH� SDVD� \� XQR� SLHQVD� HQ� UHVSXHVWDV� SDUD� HVD�SUHJXQWD�\� OOHJD�D�DOJXQDV�FRQFOXVLRQHV��DOJXQDV�PiV� ORFDV�TXH�RWUDV��HQ� ILQ��(QWRQFHV�� 4XLHUR� SUHJXQWDUOHV���� *HRUJLQD�� FXiO� HV� OD� H[SOLFDFLyQ� TXH� XVWHG�WLHQH�SDUD�OR�TXH�OH�SDVD�D�6HUJLR���
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���0��<R�OR�KH�SHQVDGR�PXFKR�HQ�HVWRV�GRV�PHVHV��9D\D�VL�OR�KH�SHQVDGR����\�QR�OOHJR�D�XQD�UHVSXHVWD���7��2N��3HUR�SRU�GRQGH��PiV�R�PHQRV��KDQ�LGR�VXV�UHIOH[LRQHV���0�� <R� FUHR� TXH� 6HUJLR� WLHQH� XQ� SUREOHPD� GH� SHUVRQDOLGDG�� WLHQH� XQD�SHUVRQDOLGDG�PX\� UDUD�� FDPELDQWH�� 3LHQVR�TXH�HVR� HV� OR� TXH� OR� � KD� OOHYDGR�D�FRQVXPLU�� 7DPELpQ� D� YHFHV� KH� SHQVDGR� TXH� QRVRWURV� ORV� SDSiV� QR� OR� KHPRV�VDELGR�JXLDU�� FRPR�VLHPSUH�SDVDPRV�SHOHDQGR�\�QR�QRV�SRQHPRV�GH�DFXHUGR�HQ�VXV�FRVDV�����7��0X\�ELHQ��<�XVWHG�$OIRQVR��¢TXp�H[SOLFDFLyQ�WLHQH�SDUD�HO�FRPSRUWDPLHQWR�GH�6HUJLR"��3��(VWR\�GH�DFXHUGR�FRQ�*HRUJLQD�� FUHR�TXH�pO� WLHQH�DOJR�HQ�VX�SHUVRQDOLGDG��SHUR�WDPELpQ�QXHVWUDV�SHOHDV�SXHGHQ�KDEHU�LQIOXLGR���7��¢+D\�DOJXQD�GH�HVWDV�GRV�DOWHUQDWLYDV�TXH�OH�SDUH]FD�PiV�SODXVLEOH"��3��<R�FUHR�TXH�OD�SHUVRQDOLGDG���7��$OHMDQGUD��¢FXiO�HV�WX�H[SOLFDFLyQ�SDUD�HO�FRPSRUWDPLHQWR�GH�6HUJLR"���$��/RV�DPLJRV��7RGR�FRPHQ]y�FXDQGR�pO�HPSH]y�D�MXQWDUVH�FRQ�XQ�JUXSR�QXHYR�GH�DPLJRV���7��¢+DV�SHQVDGR�HQ�RWUDV�DOWHUQDWLYDV"��$��1R���7��2N��<�W~�6HUJLR�¢TXp�H[SOLFDFLyQ�WLHQHV�SDUD�WX�FRPSRUWDPLHQWR"��6��<R�FUHR�TXH�HV�OD�GURJD��(O�YLFLR�TXH�WH�DJDUUD��XQD�YH]�TXH�\D�HPSLH]DV�QR�WHUPLQDV� \� TXLHUHV� PiV� \� PiV� \� OXHJR� HO� FXHUSR� WH� OD� SLGH�� <R� FRPHQFp�FRQVXPLHQGR�FRQ�DOJXQRV�DPLJRV��SHUR�DKRUD�FRQVXPR�OD�PD\RUtD�GH�ODV�YHFHV�VROR��DVt�TXH�\R�FUHR�TXH�HVWD�FXHVWLyQ�PH�DJDUUy����
Visto com o lo ponen los m iem bros de la fam ilia existe un grupo de explicaciones que
cada uno t iene para el com portam iento adict ivo de Sergio. El terapeuta logró explicar
la idea de lo que cada uno piensa respecto del origen de los problem as que le aquejan
y cada m iem bro de la fam ilia com entó si propia explicación. Es interesante en el
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���ejem plo que am bos padres coincidan en sus explicaciones (cosa curiosa dado su nivel
de descoordinación respecto de Sergio) y que am bos se abran a la posibilidad de que
sus discusiones estén de alguna m anera relacionadas con el com portam iento de
Sergio.
+LSyWHVLV�IDPLOLDU��
Un últ im o elem ento que el terapeuta debe tener presente dent ro de su abordaje de la
prim era consulta es m ás una conclusión que una exploración con la fam ilia.
Tal com o se exam inó en los Capítulos 2 y 3, los síntom as pueden ser concebidos com o
com unicaciones cuya finalidad es m antener el equilibrio de la fam ilia o la hom eostasis
fam iliar.
De este m odo, durante la exploración que se haga con la fam ilia el terapeuta debe
tener presente en todo m om ento la siguiente pregunta: : ¢SDUD� TXp� OH� VLUYH� HO�FRQVXPR�GH�GURJDV�R�DOFRKRO�D�HVWD�IDPLOLD�HQ�SDUWLFXODU". Se t rata de buscar la
función que el síntom a puede cum plir en una determ inada fam ilia.
Esta conclusión se ofrecerá a la fam ilia com o una form a alternat iva de entender sus
problem as y su part icipación en la m antención de la conducta sintom át ica al interior de
la fam ilia.
En nuest ro ejem plo podría concluirse que la función del consum o de drogas de Sergio
apunta a m antener el equilibrio de la relación de los padres expuesta a frecuentes
tensiones en las que él y su com portam iento parecen ser el tem a de discordia.
Concom itantem ente con aquello, el com portam iento de salir de la casa a consum ir
m oviliza las em ociones de la fam ilia de m odo que con la rabia de Alfonso y con el
nerviosism o y la culpabilidad de Georgina las discusiones se detenían, reinstalándose
un equilibrio frágil, que luego de un t iem po se verá nuevam ente tensionado ya que los
part icipantes del sistem a no han variado sus posiciones. En el sent ido expuesto, la
conducta de consum o de Sergio actúa com o un regulador de la tensión fam iliar y de
esa m anera cum ple con su rol de m antener la hom eostasis fam iliar.
La recolección de datos acerca del com portam iento de la fam ilia expuesta hasta aquí
brinda al terapeuta los elem entos que le perm it irán com prender las relaciones
fam iliares y llegar a conclusiones respecto de los equilibrios que los síntom as intentan
m antener. A m edida que la experiencia clínica del terapeuta aum ente, m ás fácil y
posible será obtener estas conclusiones.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���Sin em bargo, existen casos en los que no resulta del todo fácil generar este t ipo de
conclusiones. En esos casos la siguiente pregunta ha probado clínicam ente ser de
ut ilidad:
�/R�TXH�YR\�D�SODQWHDUOH�SXHGH�UHVXOWDU�XQ�SRFR�FXULRVR��/H�VXJLHUR�TXH�SLHQVH�VX�UHVSXHVWD�SRUTXH� OD�SUHJXQWD�TXH�YR\�D�KDFHUOH�QR�HV�PX\�WUDGLFLRQDO�SRU� OR�TXH�VXSRQJR�TXH�QR�KD�SHQVDGR�DQWHV�HQ�OD�UHVSXHVWD��1R�WLHQH�SRUTXp�UHVSRQGHUPH�DKRUD��VL�TXLHUH�SXHGH�SHQVDUOR�KDVWD�OD�VLJXLHQWH�YH]�HQ�TXH�QRV�HQFRQWUHPRV���/D�SUHJXQWD�HV�OD�VLJXLHQWH��¢4Xp�EHQHILFLR�REWLHQH�OD�IDPLOLD��TXp�JDQD�OD�IDPLOLD��FRQ�HO�FRPSRUWDPLHQWR�GHO�SDFLHQWH�tQGLFH��FRQ�VX�FRQVXPR�\�WRGR�OR�TXH�KDFH�"��/D�~QLFD�UHVSXHVWD��SURKLELGD�HV�TXH�OD�IDPLOLD�QR�JDQD�QDGD��/H�UXHJR�TXH�SLHQVH�FXDOTXLHU� UHVSXHVWD� D� HVWD� SUHJXQWD�� DXQTXH� OH� SDUH]FD� D� VLPSOH� YLVWD� XQ� SRFR�H[WUDxD��SLHQVH�TXH�OD�SUHJXQWD�HV�WDPELpQ�XQ�SRFR�UDUD���SHUR�UHFXHUGH�TXH�WLHQH�SURKLELGR�UHVSRQGHU�TXH�OD�IDPLOLD�QR�JDQD�QDGD´���
Habitualm ente esta pregunta es ent regada para pensarse ent re sesiones y en térm inos
generales es respondida siguiendo las inst rucciones ent regadas. La m ayoría de las
veces, las fam ilias aportan, con sus respuestas a esta pregunta, inform ación relevante
para proponer a la fam ilia un punto de vista respecto de las funciones que cum ple el
síntom a para ellas.
Hay que tener presente, sin em bargo, que las conclusiones a las que llegue el
terapeuta serán siem pre hipótesis que deben ser probadas con la fam ilia en el sent ido
de exam inar si lo que se le plantea les resulta razonable o no.
(O�)LQDO�GH�OD�3ULPHUD�&RQVXOWD��'LDJQyVWLFR�)DPLOLDU��
Recapitulando lo dicho hasta este m om ento, el terapeuta debe explorar en una prim era
consulta los siguientes elem entos:
(a) Descripción de la fam ilia
(b) Aclaración del m ot ivo de consulta fam iliar
( c) Pat rones Interaccionales Mantenedores del Síntom a y
(d) Explicaciones de la fam ilia para el com portam iento sintom át ico
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���Una vez abordados estos puntos, el terapeuta estará en condiciones de elaborar un
diagnóst ico fam iliar respecto del problem a que t rae a la fam ilia a consultar, que debe
contener por lo m enos los siguientes puntos:
(a) Descripción de los pat rones interaccionales m antenedores del consum o de
drogas.
(b) Descripción de las soluciones intentadas por la fam ilia para solucionar el
problem a de consum o de drogas de uno de sus m iem bros.
( c) Form ulación de una Hipótesis Fam iliar
Este diagnóst ico fam iliar puede verse enriquecido con la descripción de:
(d) El clim a em ocional general de la fam ilia, y
(e) La descripción de ot ras áreas problem a afectadas com o consecuencia del
consum o de drogas de uno de sus integrantes.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���&DStWXOR����
0HFiQLFD�7HUDSpXWLFD�GH�OD�,QWHUYHQFLyQ�)DPLOLDU��&RQWLQXLGDG�GH�OD�$WHQFLyQ��
Hasta este m om ento hem os hecho un recorrido que nos ha llevado desde el saludo
inicial a la fam ilia hasta la const rucción de un diagnóst ico fam iliar en relación a sus
problem as. En este capítulo exam inarem os algunas direct r ices acerca de cóm o se
cont inuará la atención de la fam ilia en las sucesivas sesiones que se desarrollarán con
ella.
La cont inuidad de la I ntervención Fam iliar se cent rará en las siguientes t res líneas de
acción:
(a) La generación de un sent ido alternat ivo que explique la conducta de la fam ilia,
(b) La m odificación y cont rol de pat rones interaccionales que m ant ienen el
com portam iento de consum o, y
( c) La contención em ocional de la fam ilia.
8Q�VHQWLGR�DOWHUQDWLYR�SDUD�OD�IDPLOLD��OD�FRQVWUXFFLyQ�GH�VROXFLRQHV��
Com o se dij o en el Capítulo 5, la I ntervención Fam iliar está orientada, ent re ot ras
cosas, a ofrecer a la fam ilia un sent ido alternat ivo que explique su conducta y que le
perm ita iniciar un nuevo t ipo de conversaciones y por lo tanto de conductas a su
interior ( ver Capítulo 2) .
Los contenidos con los que se const ruirá esta explicación o sent ido alternat ivo surgen
directam ente del proceso diagnóst ico exam inado m ás arriba y específicam ente de la
hipótesis fam iliar que se const ruyó en ese proceso.
En esencia la idea es concluir, en conjunto con la fam ilia, cuál es el panoram a general
de la interacción ent re sus m iem bros y llegar a una conclusión respecto de la función
que cum ple el síntom a para esa fam ilia en part icular.
Com o se ha exam inado repet idam ente en este t rabajo, los síntom as m antenidos al
interior de la fam ilia se orientan a “encubrir” conflictos fam iliares que desde el punto
de vista, m ás o m enos consciente de los m iem bros de la fam ilia, representan una
am enaza a la m antención de la m ism a.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���El cam ino que se sigue con la fam ilia en esta etapa de la I ntervención Fam iliar intenta
un recorrido diferente, en el sent ido de m ost rarle a la fam ilia que han elegido una
form a de adaptación que ha resultado eficiente (ya que la fam ilia sigue en pie) , pero
costosa, ya que involucra la ent rega o “sacrificio” de uno de sus m iem bros, el PI ,
m ient ras que por ot ro lado, oculta el conflicto de base dejando a la fam ilia at rapada en
una situación que se vuelve crónica.
Most rar este “m ecanism o” a la fam ilia t iene un efecto im pactante que le dificulta seguir
adelante con “m ás de lo m ism o”, m ient ras que, al m ism o t iem po, abre la posibilidad al
terapeuta para hacer una invitación tan sugerente com o obvia: “si hem os descubierto
que el consum o de drogas de uno de sus m iem bros cont r ibuye a que ustedes regulen
un conflicto o una preocupación im portante, pero por algún m ot ivo difícil de enfrentar,
m irem os ese conflicto o preocupación de frente y t rabaj em os directam ente sobre él,
dejando de lado el com portam iento adict ivo que hasta el m om ento ha operado com o
si fuera una pantalla de hum o”.
Esta invitación, de ser aceptada por la fam ilia, abre el cam ino para iniciar una
conversación diferente a su interior, para abordar los conflictos que la tensionan y para
descubrir cuales han sido los m ecanism os reguladores que han puesto en m archa, pero
que no les han ayudado a resolver sus problem as de m anera de recobrar la fluidez en
la vida fam iliar.
Las siguientes sesiones con la fam ilia estarán orientadas al enfrentam iento de estos
conflictos y a la búsqueda de soluciones para ellos. Así, el consum o de drogas queda
desart iculado en su función protectora del sistem a y puede com enzar a ser superado,
ya que com ienza a dism inuir la probabilidad de que la fam ilia genere com portam ientos
que cont r ibuyan a su m antención puesto que el conflicto “de base” está siendo
enfrentado terapéut icam ente.
En el ejem plo que hem os venido analizando, la invitación a la fam ilia de Sergio puede
ser a enfrentar directam ente el conflicto ent re los padres que aparece regulado por el
com portam iento de consum o.
Hay que recalcar aquí, com o ya se expuso en el Capítulo 3, que lo que se plantea a la
fam ilia no es un punto de vista cándido de t ipo causal lineal en la dirección de que el
consum idor desarrolla este com portam iento SRUTXH la fam ilia t iene un conflicto. Lo
que se le está m ost rando a la fam ilia, e invitando a m odificar, es la form a en que ellos
cont r ibuyen a la PDQWHQFLyQ de ese com portam iento. Una buena form a de m ost rar
con claridad esta idea es recalcar el hecho de que ellos han desarrollado una serie de
com portam ientos (m uchos de los cuales han requerido gran energía física, pero
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���sobretodo em ocional) que han cont r ibuido de una m anera concreta y decisiva a la
m antención o incluso al fom ento de la conducta adict iva (ver Capítulo 3) .
��0RGLILFDFLyQ� \� FRQWURO� GH� SDWURQHV� LQWHUDFFLRQDOHV� TXH� PDQWLHQHQ� HO�FRPSRUWDPLHQWR�GH�FRQVXPR��
Durante el desarrollo de las sesiones de Intervención Familiar m uchas veces la fam ilia
pondrá en m archa pat rones interaccionales que cont r ibuirán a la recaída del PI . Esto
puede ser interpretado en térm inos de que la fam ilia aún está en t ránsito hacia una
nueva organización que le perm ita superar los conflictos en los que se ha ent ram pado
hasta ese m om ento, por lo que m uchas veces “recaerá”, tal com o el PI , en viejas
práct icas de com portam iento que hasta ese m om ento le han sido de ut ilidad.
La función del terapeuta apunta aquí a ident ificar estos pat rones de interacción y a
m ost rarlos a la fam ilia para hacerlos conscientes y para intentar m odificar aquellas
práct icas.
Ejem plos de estos pat rones interaccionales son la invitación de la esposa al m arido
para preparar el pisco sour del aperit ivo, la aceptación de la pareja para que el
paciente cite a los am igos a la casa para venderles la últ im a m arihuana que le queda o
la ent rega de dinero al adolescente un sábado por la noche.
Al igual que el terapeuta está preparado para las recaídas de sus pacientes, debe
estarlo tam bién para la aparición de estas conductas y no debe desalentarse por las
m ism as. Un enfoque de ut ilidad puede ser preguntarse, j unto con la fam ilia, cuál es el
sent ido de este com portam iento, en la m ism a línea que se ha analizado anteriorm ente.
Se puede preguntar a la esposa, por ejem plo, ³OD� YHR� PX\� HPSHxDGD� HQ� JDVWDU�HQHUJtD� HQ� FRQWULEXLU� D� TXH� VX�PDULGR� UHFDLJD���� SRU� HMHPSOR� DO� SHGLUOH� TXH� KDJD� HO�SLVFR�VRXU�SDUD�ORV�LQYLWDGRV��DXQTXH�VX�SUREOHPD�QR�VHD�HO�SLVFR���¢&yPR�HV�TXH�HVWR�RFXUUH"�� ¢D� TXp� DWULEX\H� XVWHG� TXH� HVWp� GLVSXHVWD� �GH� IRUPD� LQFRQVFLHQWH�� D� KDFHU�HVWR"��¢VLJXH�HO�FRPSRUWDPLHQWR�GH�FRQVXPR�FXPSOLHQGR�XQ� IXQFLyQ�GH�XWLOLGDG�SDUD�XVWHGHV"´
Muchas veces al plantear la part icipación de la fam ilia en la recaída de un paciente se
corre el r iesgo de ent rar en una discusión acerca de la “culpabilidad” que ellos t ienen
en tal evento. Una form a de salir de esta discusión es proponer una dist inción ent re
culpabilidad y responsabilidad (Coddou y Méndez, 2002) . Lo que el terapeuta propone
es exam inar el grado de responsabilidad que se t iene en los actos y no el de
culpabilidad.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���En nuest ro país solem os confundir la culpa con la responsabilidad, habitualm ente,
cuando querem os referirnos a la form a en que alguien part icipa de un evento
preguntam os “¿quién t iene la culpa?” o decim os “la culpa fue de tal”. Lo que
inadvert idam ente se nos cuela en esta confusión son las consecuencias, bastante
diferentes, a las que lleva el pensar en culpa o responsabilidad. La culpa im plica
necesidad de reparación y por lo tanto la aplicación de un cast igo o una m ulta. La
responsabilidad en cambio, im plica entender cual es el grado de part icipación de uno
en los eventos, es decir el grado de cont rol que una persona t iene sobre una porción
de los eventos en los que se desenvuelve (Coddou y Méndez, 2002) .
De esta m anera y pensando en las consecuencias, las personas que ent ienden que se
les está “culpando” por el com portam iento de su fam iliar consum idor de drogas
tenderán a defenderse y a encont rar injustas las apreciaciones del terapeuta. En tal
escenario, el terapeuta debe esforzarse por hacer estas dist inciones y proponer a la
fam ilia que se está hablando de responsabilidad y por lo tanto, del grado de cont rol
que ellos t ienen respecto del com portam iento de su fam iliar. Cuando los m iem bros de
la fam ilia ent ienden esta diferencia, la em oción preponderante es de t ranquilidad ya
que aum enta su percepción de cont rol de la situación.
&RQWHQFLyQ�(PRFLRQDO��
Una últ im a línea de acción en el desarrollo de la I ntervención Fam iliar se refiere al
apoyo y contención em ocional que el terapeuta puede ofrecerle a la fam ilia.
Exam inar y conversar sobre las em ociones que la fam ilia t iene en el desarrollo del
t ratam iento, t ranquilizar a la fam ilia frente a las situaciones de recaída, ent regar
inform ación respecto del curso y el desarrollo del problem a de adicciones u ot ra
inform ación que la fam ilia requiera, son acciones que cont r ibuyen a la m antención y
fom ento del bienestar de la fam ilia en el curso del t ratam iento.
La Intervención Fam iliar debe const ituirse en un espacio en el cual la fam ilia sienta que
t iene sostén para enfrentar los m om entos difíciles de la recuperación de su fam iliar con
problem as de drogas.
�����
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���(O�FLHUUH�GH�OD�,QWHUYHQFLyQ�)DPLOLDU�
La intervención fam iliar acaba cuando se alcanzan los objet ivos terapéut icos.
En térm inos generales, indicadores de que la fam ilia ha superado su sufr im iento o su
preocupación son que la em oción de la fam ilia en las sesiones de Intervención
com ienza a ser de t ranquilidad y la conversación va virando hacia tem as que ya no
t ienen que ver con preocupaciones y problem as.
La conversación deja de ser t rascendente, grave o seria y com ienza aparecer el hum or
y el buen hum or y en el contenido, los asistentes reconocen una m ejoría de la
situación.
Frente a las preguntas del terapeuta, la fam ilia reconoce cam bios en su interacción y
en la form a de abordar sus problem as, se siente sat isfecha con esos cam bios y plantea
de form a abierta, clara y consistente que sus problem as se han superado o están en
franca vía de superarse. Concuerdan, adem ás con el terapeuta en que resulta oportuno
com enzar a term inar la I ntervención.
En ese m om ento debe com enzar a cerrarse la I ntervención.
Ot ros indicadores pueden ser el logro de obj et ivos concretos que, eventualm ente, se
hayan pactado con la fam ilia, com o por ejem plo, el cum plim iento de un período de
t iem po sin episodios de violencia o la prom oción de curso del hij o.
El cierre de la intervención fam iliar varía dependiendo del contexto en el que se de, ya
sea que se t rate de una intervención única o que form e parte de un program a
terapéut ico. De t ratarse del segundo escenario el cierre probablem ente se dará junto
con el cierre del conjunto del t ratam iento.
En todo caso, al cierre de la I ntervención Fam iliar se deben reforzar los logros
alcanzados y se dejará abierta la posibilidad para eventuales nuevas consultas.
Dependiendo de la com plej idad del caso y/ o del deseo de la fam ilia, se pueden
program ar sesiones de “cont rol” con una periodicidad de una vez por m es los prim eros
t res m eses y cada dos m eses los siguientes cuat ro.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���&DStWXOR����
0HFiQLFD�7HUDSpXWLFD�GH�OD�,QWHUYHQFLyQ�)DPLOLDU��(O�PDQHMR�GH�$VSHFWRV�(VSHFtILFRV��
En este capítulo exam inarem os el m anejo de elem entos o situaciones específicas a
tener en cuenta durante el desarrollo de la I ntervención Fam iliar.
$OJXQRV�HOHPHQWRV�FOtQLFRV�SDUD�QR�SHUGHU�GH�YLVWD��
La experiencia clínica m uest ra regularidades en la form a en el abordaje del t rabajo
fam iliar con fam ilias con un m iem bro con problem as de drogas. En este apartado se
harán sugerencias sobre algunos elem entos que pueden ser de ut ilidad para los
terapeutas que im plem enten estas intervenciones. Se t rata de un pequeño listado de
elem entos para tener en cuenta durante la intervención.
(a) . Nunca olvidar al padre.
Este es tal vez el elem ento de m ayor im portancia. Con repet ida frecuencia, y tal
com o ocurre en la dinám ica fam iliar norm al, los padres resultan ser los
m iem bros de la fam ilia que m enos asisten a la I ntervención Fam iliar. Esta
ausencia puede llevar a que dent ro de la propia intervención se le deje afuera
com o un tem a de relevancia o sim plem ente se olvide preguntar por su punto de
vista, lo que es una form a de cont inuar en la I ntervención con la regla ut ilizada
por la fam ilia y que ha probado no ser út il.
Por ot ro lado, resulta tam bién bastante frecuente que los propios PI , en caso de
t ratarse de hij os de la fam ilia, tengan a su vez la percepción de problem as
severos con esos padres, los que m uchas veces com ienzan con la percepción de
abandono por parte de ellos.
La sugerencia es a m antener la figura del padre siem pre presente durante el
desarrollo de la I ntervención Familiar. Una form a de hacerlo es preguntarle
insistentem ente a la m adre (de quien se presupone un conocim iento
desarrollado del padre y sus reacciones) qué opinaría el padre frente a lo que se
está conversando en la sesión. Ot ra form a de tenerlo presente es colocando una
silla vacía y preguntando a la fam ilia en qué posiciones se sentaría cada uno si
esa silla representa al padre.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ���(b) . Enfat izar las consecuencias.
En varias oportunidades las fam ilias se desalientan debido a que en el
t ranscurso de la intervención surgen inform aciones que la fam ilia desconocía
respecto de acciones del PI . Ejem plos de ello son la aparición de deudas del PI
con los t raficantes o el robo de obj etos a un fam iliar que nunca lo descubrió o
no quiso decir lo a la fam ilia.
Estas situaciones son vividas por la fam ilia com o si se t ratara de un ret roceso
en el t ratam iento, y con una sensación com o si se t ratara de acciones que están
ocurriendo en la actualidad. En este escenario es siem pre conveniente recordar
a la fam ilia que no se está asist iendo a eventos que ocurren en la actualidad,
sino que se están cosechando consecuencias de acciones pasadas y que la
"confesión" de las m ism as tam bién resulta un avance del proceso.
( c) . El m anejo de la duda sobre el consum o.
Principalm ente al inicio de la I ntervención o del Tratam iento del PI es bastante
frecuente que la fam ilia se m uest re atorm entada por la duda respecto del
consum o del PI o acerca de cóm o saber si consum ió o no. Muchas veces esta
duda absorbe buena parte del t iem po dest inado a la I ntervención.
Pare enfrentar esta situación el terapeuta debe proponer una dist inción ent re
certeza y confianza.
La confianza alude al hecho de decidirse a pensar que una determ inada cosa
ocurrirá, en ausencia de la total certeza de que así es. Una persona confía por
ejem plo, en que su m arido está en el t rabajo a pesar que no t iene indicadores
concretos y de certeza acerca de que así es, de esta m anera, tom a una decisión
(que la m ayoría de las veces no es consciente) y piensa que las cosas ocurren
de una determ inada form a. La confianza, entonces es una opción de
pensam iento y em oción que t ranscurre cuando no hay certeza de algo. Si existe
certeza no hay cabida para la confianza, ya que esta es innecesaria e inút il en
ese contexto. En nuest ro ej em plo, si la persona llam a al m arido al t rabajo y
este le responde, entonces ya no t iene confianza de que el m arido está ahí, sino
que t iene un dato acerca de su presencia en ese lugar, de esta m anera no
confía en que esté ahí, sino que sabe ( t iene certeza) que está ahí.
Ahora bien, al ser la confianza una opción, tam bién puede ser una opción en
térm inos de salir arbit rariam ente de una situación de desconfianza. Dados
ciertos elem entos, la persona puede optar por confiar, por "depositar" la
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����confianza en ot ro. Esto tam bién com o una form a de salir del dolor de la
desconfianza, es decir "opto por confiar para no seguir ent ram pada en el dolor
de la desconfianza", es una opción "m ezquina" por la t ranquilidad personal.
Para hacer posible esta opción se le indica a los fam iliares que hagan un listado
de los com portam ientos y signos que indudablem ente les ent regan certeza
absoluta de que el PI ha consum ido (ej em plos t ípicos de esto son oj os roj os,
esquivar la m irada, ent rar a la casa y no saludar, irr itabilidad, discurso
acelerado, etc.) . Este listado se afina con la ayuda del PI hasta llegar a aquellos
indicadores que de una m anera clara y precisa se presentan exclusivam ente y
sin lugar a dudas sólo cuando el PI ha consum ido. A este listado se le llam ará
" Indicadores de Certeza" (se puede pensar en incluir pruebas de drogas en
orina com o elem entos para "salir de dudas" , siem pre y cuando se negocie esto
con el PI y se establezca la regla de que las discrepancias que puedan surgir a
raíz del resultado de la prueba son t ratadas en sesión de Intervención Fam iliar) .
La invitación siguiente a la fam ilia es que, de no presentarse los indicadores de
certeza que hem os desarrollado, pueden optar por confiar en que el PI no ha
vuelto a consum ir.
(O�PDQHMR�GH�6LWXDFLRQHV�'LItFLOHV��
Com o se planteó m ás arriba no es com ún que las fam ilias generen situaciones
com plejas en el contexto de la intervención fam iliar, sin em bargo existen dos
situaciones que pueden resultar com plejas de m anejar, especialm ente para terapeutas
inexpertos: el llanto de uno de los m iem bros de la fam ilia y una discusión durante el
desarrollo de la sesión. Exam inarem os am bas situaciones.
(a) El m anejo del llanto de uno de los fam iliares.
En algunas ocasiones los m iem bros de un sistem a fam iliar exteriorizan sus
em ociones llorando durante la sesión. Lo part icularm ente perplej izante es que el
llanto aparece m uchas veces com o una irrupción de lágrim as frente a est ím ulos,
com o por ejem plo una pregunta o un com entario, que aparentem ente no deberían
tener com o consecuencia tal reacción em ocional. Desde este punto de vista, la
aparición del llanto surge com o una sorpresa que deja detenida la conversación y
genera un brusco cam bio de la em oción, produciéndose generalm ente silencio
ent re todos los asistentes.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����Frente a esta situación el terapeuta debe dejar el espacio para que la persona llore
y no debe intervenir en aquello, a la espera de que alguno de los fam iliares
reaccione. Tam poco debe consolar a la persona que llora, ya que si esa em oción
está ahí es por un m ot ivo que el terapeuta debe averiguar. Por supuesto, no se
t rata de que el terapeuta quede im pertérr ito, com o una piedra, sino de echarse
para at rás en una señal de respeto con el dolor de esa persona, esperando que ella
se desahogue, pero siem pre en una act itud de entender lo que ocurre. Una buena
form a de retom ar la conversación es preguntar a la persona que lloraba: ¢4Xp�IXH�OR�TXH�OH�GLR�SHQD".
(b) El m anejo de las discusiones.
El algunas oportunidades, los m iem bros de la fam ilia pueden enfrascarse en una
discusión que puede llegar a t ransform arse en una escalada corriendo el r iesgo de
llegar a convert irse en una pelea.
El terapeuta debe confiar en todo m om ento en su autoridad dent ro del box de
atención. La fam ilia invariablem ente respetará lo que él diga y lo que indique.
En estas condiciones, el terapeuta t iene dos opciones: observar cóm o se da la
situación por un m om ento y luego intervenir o hacerlo inm ediatam ente. La
sugerencia aquí siem pre va a ser observar la interacción de la fam ilia porque ello
ent rega elem entos para com prender m ejor el am biente fam iliar, sin em bargo esto
debe quedar a criterio del terapeuta y de la t ranquilidad que sienta sobre intervenir
en estas situaciones.
Detener una escalada de este t ipo en realidad no es difícil. Muchas veces basta con
hacer un gesto con la m ano señalando lo inadecuado de aquella discusión. Ot ras
veces conviene decir les: �OHV� VXJLHUR� TXH� QR� VLJDQ� SRU� HVH� FDPLQR� SRUTXH� \D�VDEHPRV�D�GRQGH�YDQ�D� OOHJDU�\�SRU� OR�PLVPR�QR�WLHQH�VHQWLGR�HQ�HO�FRQWH[WR�GH�XQD� LQWHUYHQFLyQ�HQ�TXH�HVWDPRV�EXVFDQGR�VROXFLRQHV�\� FDPLQRV�GLIHUHQWHV�D� ORV�TXH�\D�UHDOL]DQ�HQ�VX�FDVD����FRPR�SRQHUVH�D�SHOHDU��
Ot ra alternat iva es hacer algo un poco m ás osado: ejecutar alguna conducta no tan
"propia" de un terapeuta (com o aplaudir o parase del asiento o m ost rarse
sorprendido por una hoja del m acetero) de m odo de dejar a los asistentes
perplejos, propiciando así un cam bio de em oción para luego explicar que se hizo
eso para sacarlos de la escalada de una discusión.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����Siem pre puede usarse el sent ido com ún y detener la sesión si la escalada de
discusión no se puede cont rolar explicando que tanto ellos com o el terapeuta
pierden su t iem po si nadie se com prom ete a com portarse de una m anera diferente
a cóm o lo hacen habitualm ente.
Por fortuna estos eventos son los m enos frecuentes.
/D�FXULRVLGDG�FRPR�PRWRU�GH�OD�H[SORUDFLyQ�WHUDSpXWLFD��
Keeney (1992) com para la psicoterapia con una visita guiada a un m useo, en la que el
guía es el paciente y el visitante es el terapeuta quien t iene la posibilidad de preguntar,
a m edida que el paciente m uest ra los cuadros de su vida. En general es el paciente
quien elige qué m ost rar y qué no, pero esta visita por los cuadros de la vida del
paciente o de la fam ilia es una em presa conjunta en la que el terapeuta puede dejarse
im presionar por los detalles y solicitar que le abran puertas o le m uest ren r incones que
el paciente sólo había m ost rado superficialm ente.
Esta m etáfora sirve para proponer una idea fundam ental: la curiosidad debe ser el
m otor de la exploración cuando se ent revista a una fam ilia. Resulta adecuado dejarse
sorprender y usar este im pulso, la curiosidad, com o un elem ento básico que oriente la
conversación.
La curiosidad t iene el lím ite de lo ét icam ente aceptable para una conversación en el
contexto de un t ratam iento por drogas. Aquí la curiosidad no se refiere a conocer
aspectos m orbosos sólo por el poder que otorga el sillón de terapeuta. Se refiere m ás
bien a la curiosidad en el contexto de la responsabilidad terapéut ica.
Seguir el im pulso de la curiosidad genera cam ino exploratorios interesantes que
ent regan datos que de ot ra m anera no aparecerán en la conversación terapéut ica. En
este sent ido, cualquier elem ento que llam e la atención del terapeuta (aquellas
pequeñas incoherencias, los detalles de una descripción, el significado que le at ribuyen
las personas a conceptos o situaciones, etc.) debe ser explorado a fondo com o una
posible fuente de datos de im portancia para la terapia.
Mantener la curiosidad terapéut ica será siem pre una form a de m antener la r iqueza de
la conversación y la intervención.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����¢<�TXp�KDFHU�VL�QR�KD\�IDPLOLD"�
Una situación bastante infrecuente, pero con alguna probabilidad de ocurrencia se
refiere a pacientes que no t ienen fam ilia.
Desde el punto de vista de este t rabajo en tales ocasiones no resulta im posible el
desarrollo de un t rabajo fam iliar, sin em bargo, lo que debe aclararse prim ero es qué
se quiere decir cuando se plantea que un paciente no t iene fam ilia: ¿Se está
planteando que el paciente t iene fam iliares que no están dispuestos a asist ir a terapia,
o se está diciendo que efect ivam ente el paciente “no t iene a nadie en el m undo”?.
Dada la definición de fam ilia con la que t rabajam os en este texto “no tener a nadie en
el m undo” es una realidad m uy im probable en nuest ro país, sin em bargo,
explorarem os tam bién esa posibilidad para ver cóm o intervenir.
(a) Fam iliares reacios asist ir a terapia.
Tal vez una de las experiencias m ás frecuentes experim entadas por profesionales o
técnicos que desarrollan Intervenciones Fam iliares es que a la hora de planificar la
invitación a la fam ilia del paciente, este plantee que sus fam iliares no asist irán a la
terapia.
Debido a esto, siem pre es conveniente tom ar estas palabras con algún grado de
escept icism o e insist ir en la invitación a los fam iliares ut ilizando las est rategias que
revisam os en el Capítulo 5. En una am plia cant idad de casos estas est rategias son
suficientes para que los fam iliares asistan a terapia, por lo que debe insist irse
reiteradam ente sobre ellas antes de que el terapeuta se de por vencido.
En el caso de que uno o m ás fam iliares se rehusen a presentarse a la I ntervención
Fam iliar, puede recurrirse a la técnica de sust ituir el espacio que el fam iliar
ocuparía por una silla vacía. Se puede pedir adem ás a alguno de los presentes que
le tom e una foto al fam iliar ausente para colocarla en la silla. Esta var iante cum ple
por una parte con representar la posición del pariente en un espacio del box
terapéut ico, pero tam bién está diseñada para generar cierto grado de inst igación a
ese paciente para presentarse a la sesión, después de todo, lo que se com unica en
este acto es algo así com o “bien, si tú no quieres ir, por lo m enos voy a llevar una
foto tuya”.
Al inicio de la sesión debe preguntársele a los asistentes dónde se colocará la silla-
pariente y se debe preguntar si cada uno está suficientem ente cóm odo en relación
a la posición respecto de esa silla-pariente, pidiendo que se acom oden hasta
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����sent irse realm ente cóm odos. La observación de la distancia y la posición que
fam iliares colocan respecto de la tal silla-pariente ent rega inform ación de
relevancia al terapeuta.
Durante la sesión se le preguntará a los asistentes cuál sería la opinión de ese
pariente ausente frente a lo conversado y se tom ará esa opinión com o su fuera la
correcta. Se debe designar a uno de los asistentes com o el portavoz de la terapia
frente al ausente y a la vez el encargado de chequear su opinión en aquellos casos
en los cuales esta sea poco conocida. Tam bién este portavoz se llevará tareas para
realizar con el pariente ausente ent re sesiones.
La experiencia clínica m uest ra que con estas soluciones, unidas a la paradoja que
involucran, se generan m ovim ientos en la fam ilia que en una am plia cant idad de
casos hace que el par iente ausente se presente (a veces sólo de visita) a la
I ntervención Fam iliar. Por ot ro lado, adem ás, estas soluciones perm iten el
desarrollo de la I ntervención aún en ausencia de algunos de los m iem bros de la
fam ilia.
(b) Pacientes sin nadie en el m undo.
Com o se dij o m ás arriba, la definición de fam ilia con la que hem os t rabajado aquí
hace que este escenario sea altam ente im probable de exist ir , por lo que se
recom ienda al terapeuta insist ir en la búsqueda de ot ro significat ivo.
Muchos pacientes en esta situación m uest ran m ás bien las consecuencias de sus
propias elecciones (cuyos orígenes es necesario explorar) por desvincularse
totalm ente de sus fam iliares o incluso sus am igos, por lo que en estos casos, los
objet ivos del t rabajo fam iliar varía enorm em ente de lo planteado aquí.
En efecto, com o aquel paciente no ha establecido pat rones regulares de interacción
con sus parientes y/ o am igos y no com parte ínt im am ente con ellos, la búsqueda de
los elem entos que planteam os aquí, basados en las regularidades del
com portam iento de un grupo de personas, en realidad carece de sent ido. El
objet ivo de la intervención entonces se redefine en el sent ido de buscarse la re-
vinculación del paciente con personas significat ivas para él.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����&DStWXOR����
5HQGLPLHQWRV��1LYHOHV�GH�5HVROXWLYLGDG�\�$OWHUQDWLYDV�7HUDSpXWLFDV��
&RQFHQWUDFLyQ�\�5HQGLPLHQWR��
La Intervención Fam iliar propuesta aquí está diseñada para ser aplicada en sesiones de
45 m inutos con una periodicidad de 1 vez a la sem ana y con una fam ilia a la vez.
Dependiendo de la com plej idad del caso, las sesiones podrían espaciarse hasta a dos
veces al m es.
Debido a que el m aterial con el que se t rabaja durante la sesión proviene de la propia
vivencia de la fam ilia y a que m uchas veces la fam ilia se lleva tareas para realizar
ent re sesiones, son escasas las oportunidades en que las fam ilias se beneficiarán de
una asistencia m ás frecuente que una vez por sem ana.
La Intervención Fam iliar es una intervención potente que parece m ult iplicar el impacto
de sus m ovim ientos en relación a intervenciones individuales. Por lo m ism o t iende a
ser una intervención relat ivam ente breve. La experiencia clínica m uest ra que
terapeutas experim entados logran resultados terapéut icos com pletos ent re en un
espacio de ent re 10 y 16 sesiones. Es bastante poco frecuente que la I ntervención se
ext ienda m ás allá de 20 a 25 sesiones.
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La Intervención Fam iliar expuesta en este t rabajo puede ser adaptada a diversos
niveles de resolut ividad para la atención de personas con problem as de drogas.
De esta m anera, sobre la base de un esquem a diagnóst ico com ún, terapeutas m enos
experim entados pueden acom pañar a la fam ilia ent regando contención em ocional, y
ayudando a ident ificar pat rones interaccionales que m ant ienen el com portam iento
adict ivo de uno de sus m iem bros. Terapeutas m ás experim entados, en cam bio, pueden
t rabajar con elem entos m ás com plejos de la interacción y de la epistem ología fam iliar.
Así, el alcance de la intervención está directam ente relacionado con la capacidad de los
equipos.
La Intervención Fam iliar com o est rategia terapéut ica, sin em bargo, reconoce lím ites
para su aplicación que están referidos a la com plej idad de los casos. En este contexto
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����se ent iende que casos fam iliares m ás severos deben ser derivados a instancias de
m ayor especialización que puedan proveer Terapia Familiar.
Es obvio pensar que estos criterios para la der ivación a Terapia Fam iliar deben ser, a
su vez, adaptados al nivel de resolut ividad que tenga el program a terapéut ico dent ro
del cual se integre la prestación de Intervención Familiar y tam bién a la disponibilidad
de recursos m ás especializados que provean Terapia Fam iliar en las redes locales. Sin
em bargo, en térm inos generales debe pensarse en una derivación a Terapia Familiar
en los siguientes eventos:
� Cuando la com plej idad de las interacciones m ost radas por la fam ilia im posibilite
la generación de una hipótesis fam iliar.
� Cuando la com plej idad de las interacciones fam iliares entorpece el desarrollo de
las sesiones y se hace m uy difícil conversar o no se puede realizar o cont rolar la
ent revista.
� Cuando se ident ifican pat rones de interacción que m uest ran con claridad la
presencia de ot ros problem as severos al interior de la fam ilia (anorexia o
bulim ia, VIF, repet idos intentos de suicidio, problem as conyugales severos,
etc.) paralelos a los pat rones referidos al consum o de sustancias.
� Cuando ot ros m iem bros de la fam ilia presentan ot ras patologías psiquiát r icas o
problem as de salud m ental que pueden ser calificados com o severos.
� Cuando, a pesar de la realización de esfuerzos reiterados, la fam ilia no
int roduce cam bios en su form a de interactuar.
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Siguiendo la m ism a línea conceptual de este t rabajo, se ha desarrollado una form a de
intervención que involucra la realización de intervenciones con m ás de una fam ilia a la
vez, denom inada Intervención Mult ifam iliar (Troncoso, 2000) . En esencia este t ipo de
intervenciones m ezclan elem entos propios de los entendim ientos sistém icos con
elem entos surgidos de grupos de autoayuda en un esquem a en que, con o sin
dirección profesional, las propias fam ilias ident ifican e intentan m odificar aquellos
pat rones de interacción que m ant ienen sus problem as, ut ilizando com o elem ento
terapéut ico su propia experiencia exitosa para la resolución de sus problem as.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����Este enfoque m ult ifam iliar incluye objet ivos que van m ás allá de lo propiam ente
terapéut ico para adent rarse en variables cercanas a las est rategias de desarrollo local.
Una expresión concreta de esta est rategia es la im plem entación de las llam adas
Escuelas Mult ifam iliares en las que se preparan líderes de la com unidad en el
entendim iento sistém ico y ecológico de las dependencias, para luego conform ar grupos
locales que reúnen a varias fam ilias en torno de obj et ivos de superación de problem as
y m ejoras de la calidad de vida. Estos grupos están presentes en var ias regiones del
país.
Para un m ejor entendim iento de estas ideas se sugiere la revisión del t rabajo de
Troncoso (2000) .
Ot ro abordaj e relat ivam ente clásico para desarrollar el t rabajo con fam ilias es el
llam ado Psicoeducación en el que clásicam ente un profesional de la salud m ental
inform a a fam iliares acerca de las característ icas, gravedad, curso, pronóst ico y
posibilidades de ayuda de la enferm edad m ental de un m iem bro de la fam ilia en la
esperanza que esta inform ación ayude a com prender m ej or al paciente y a desarrollar
m odificaciones en la conducta de la fam ilia.
La evidencia m ost rada en el Capítulo 4 m uest ra que, para el caso de problem as de
drogas, este abordaje no resulta del todo eficiente.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����&DStWXOR�����&DVR�&OtQLFR��
/D�%HOOD�'XUPLHQWH�
En el presente capítulo se ejem plificarán los conceptos y elem entos práct icos propuestos en este t rabajo, exam inando un caso clínico desde el ingreso de la fam ilia a I ntervención fam iliar hasta el alta.
Se presentarán los contenidos de las sesiones intercalando, en cursivas, las reflexiones
clínicas que orientaron al terapeuta a tom ar sus decisiones.
La Paciente Indice se llam a Alejandra, una m ujer de 42 años, de clase m edia aunque
recientem ente em pobrecida, soltera y sin hij os. En el m om ento del inicio de la
I ntervención Alejandra estaba ingresada, desde hacía dos sem anas, en una Com unidad
Terapéut ica debido a su adicción a las Benzodiazepinas. Hasta ese m om ento vivía en la
casa fam iliar con sus padres, Rosa de 70 años y Sergio de 75, y con su herm ano
Fernando de 40.
Dadas las característ icas del caso se le ha baut izado com o: La Bella Durm iente.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����6HVLyQ����
Asisten a la sesión Rosa (70) , m adre de la paciente índice (PI ) ; Sergio (75) , padre la
PI , Fernando (40) herm ano de la PI y Alejandra (42) , paciente índice.
Físicam ente im presionan com o personas de clase m edia, adecuadam ente vest idos y
aseados. Alejandra parece de un poco m ás edad de la que t iene.
Al m om ento de la ent revista los m iem bros de la fam ilia ocupan las siguientes
posiciones:
En general, todos m ant ienen la vista al frente, observando al terapeuta y se m ant ienen
en relat ivo silencio.
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Papá
Fernando
Mam á
Alejandra Terapeuta
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����DO� PHGLR� VLQ� PD\RU� FRQWDFWR� FRQ� HO� UHVWR�� DO� ODGR� GHO� SDGUH�� SHUR� VLQ� WRFDUOR�� /D�GLVWDQFLD�GH� ORV�SDGUHV� HV�Pi[LPD�HQWUH� DPERV�� ¢4Xp� UHODFLRQHV�SDUHFHQ� FRPXQLFDU�HVWDV�SRVLFLRQHV"��/RV�SDGUHV�SDUHFHQ�GLVWDQFLDGRV�HO�XQR�GHO�RWUR�SRQLHQGR�D�ORV�KLMRV�HQ� PHGLR� GH� DPERV�� OD� PDGUH� SDUHFH� WHQHU� XQD� KLMD� HVSHFLDOPHQWH� FHUFDQD� �¢XQD�DOLDGD"���PLHQWUDV�TXH�HO�SDGUH�QR�SDUHFH�WHQHU�XQ�FHUFDQR�R�XQ�DOLDGR�SDUWLFXODUPHQWH�GHILQLGR��/D�FRPSRVLFLyQ�GH�OD�IDPLOLD�JHQHUD�XQD�FXULRVLGDG�FDVL�LQPHGLDWD��¢FyPR�HV�TXH�HVWD�IDPLOLD�KD�PDQWHQLGR�HVWD�IRUPD�GXUDQWH�WDQWR�WLHPSR��HV�GHFLU��FyPR�HV�TXH�GRV�KLMRV�HYLGHQWHPHQWH�DGXOWRV�VH�PDQWLHQHQ�WRGDYtD�HQ� OD�FDVD�GH� ORV�SDGUHV"��¢OD�PDQWHQFLyQ� GH� HOORV� GHQWUR� GH� OD� FDVD� VHUi� LPSRUWDQWH� SDUD� HVWD� IDPLOLD� SRU� DOJ~Q�PRWLYR"��
El terapeuta inicia la sesión pidiendo a los m iem bros de la fam ilia que se presenten.
Com ienza hablando Sergio. Se presenta com o el padre de esta fam ilia. Dice que es
jubilado, que t rabajó 30 años en una fábrica de m uebles, donde llegó a ser el
encargado general de todo el proceso product ivo. Actualm ente se decida a la j ardinería
en su casa y al dom inó con un grupo de am igos. Dice que está separado de la señora…
Terapeuta: ¿cóm o así?
Él responde que viven en la m ism a casa porque la situación económ ica no les perm ite
m antener dos casas. Duerm en en piezas separadas.
Rosa dice que ella es dueña de casa, se dedica esporádicam ente a un grupo de señoras
voluntarias que t rabajan con enferm os. Rat ifica la inform ación ent regada por Sergio.
Fernando dice que vive en la casa y que no hace nada. Ha t ratado de irse de la casa a un departam ento con am igos un par de veces, pero no le ha resultado y term ina regresando. No t iene pareja. Dice que t iene una enferm edad cardíaca crónica, que requiere cuidados, pero que no es incapacitante.
Alejandra dice que tam poco hace nada y se dedica a ser dueña de casa y a ayudar a la
m am á. Tiene una pareja, pero no es del agrado de la fam ilia, por lo que le cuesta
m ucho llevar adelante esa relación.
La fam ilia vive de las pensiones de los padres, que es bastante baja, y de ayudas
esporádicas de la herm ana de la m adre que t iene una buena situación económ ica.
Hechas las presentaciones el terapeuta les pregunta: ¿Porqué están aquí?
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����La m adre tom a la palabra y dice que están ahí por el problem a de consum o de
m edicam entos de Alejandra. Ella com enzó a consum ir rem edios para los nervios, hace
com o 12 años, porque era m uy nerviosa, andaba siem pre com o asustada, con
sobresaltos. En esa época Alejandra t rabajaba com o secretaria en una em presa y
estaba tan est resada que debió dejar ese t rabajo. Fue la m adre, quien le recom endó
los m ism os rem edios que tom aba porque tam bién era bastante nerviosa. Con el
t iem po Alejandra llegó a consum ir hasta m edia caja de diazepam diaria y en general
pasaba dorm ida todo el día. Un doctor les daba recetas para que pudieran com prar los
m edicam entos, pero hace poco t iem po el doctor dej ó de t rabajar en el consultorio y al
consultar, ot ro le diagnost icó adicción a las BDZ. Probaron con rem edios naturales,
pero no le hicieron nada y Alejandra se sent ía cada vez peor. En el Servicio de
Urgencia, al que fueron buscando atención, la derivaron a un COSAM y desde ahí
llegaron a esta Com unidad Terapéut ica.
Terapeuta: ¿Hay ot ra cosa que le preocupe?.
La m adre dice que le preocupa que Alejandra esté saliendo con una persona que es
m ala com pañía. Pololea con el cuidador de autos de la esquina de la casa, que duerm e
en la calle y queda botado borracho los fines de sem ana...
Alejandra la m ira con cara enojada. El resto de la fam ilia m ira silenciosa al frente.
El terapeuta pregunta a Rosa si hay ot ra cosa que le preocupe. Ella dice que la
situación con el m arido.
¿Cóm o así?, pregunta el terapeuta.
Dice que le preocupa que el m arido puede ser violento con ella. Están separados hace
com o 10 años, pero viven juntos y la convivencia se hace im posible de soportar. Él la
vigila y le grita.
Sergio tom a la palabra y hablando en voz bastante alta dice al terapeuta: ¿porqué no
le pregunta cóm o m e t rata?, ¿le parece a usted razonable que ella com pre la com ida
para ella, se cocine en un anafre en su pieza y no m e cocine nada a m í?, ¿le parece
razonable que se gaste la plata de las cont r ibuciones de la casa en ot ras cosas y
estem os a punto de perder la casa?
El terapeuta le pide que espere su turno para hablar. Sergio lo m ira fij am ente y hace
un adem án com o para seguir hablando… el terapeuta le hace un gesto con la m ano
para que no cont inúe hablando. Sergio se calla murm urando “así no llegarem os a
ninguna parte, nada va a cam biar”
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����
Rosa dice: ¿ve? Es así com o se pone. Se pone com o un energúm eno, no hay quien lo
pueda detener, se pone violento…
El terapeuta la det iene y le pregunta si hay alguna ot ra cosa que le preocupe.
Ella dice que le preocupa un poco Fernando, que no sabe cuando se va a instalar en la
vida, lo ve tan dejado, com o que no t iene iniciat iva, esto debe ser por su enferm edad.
El terapeuta le pregunta si hay alguna ot ra cosa que le preocupe. Dice que no.
Alejandra tom a la palabra para decir que la m adre t iene razón, que m uchas veces el
padre ha llegado a ser peligroso y que le da m iedo... el terapeuta le pide que espere
un poco a que llegue su turno para hablar.
Fernando se m ant iene callado m irando fij am ente hacia adelante.
El terapeuta pregunta a Sergio: ¿porqué está usted aquí?.
Sergio: Porque esta puede ser la oportunidad de enfrentar los problem as que tenem os
com o fam ilia. Si hablamos frente a una persona externa, a un experto, quizá podam os
ponernos en algo de acuerdo.
Terapeuta: Desde su punto de vista Sergio ¿cuales son los problem as de la fam ilia?.
Sergio: Hay un am biente terr iblem ente tenso en la casa. Las cosas no se pueden
hablar. Cada vez que intento poner orden en la casa se arm a una pelea m onum ental y
todos term inam os peleando.
Terapeuta: ¿A quienes se refiere?
Sergio: A toda la fam ilia.
Alejandra tom a la palabra y plantea que las cosas no son así, que es el papá el que se
pone violento y que la m ayoría de las veces es él quien inicia las discusiones en form a
violenta, así que no es correcto que se ponga com o una especie de m árt ir de la
fam ilia...
El terapeuta le pide a Alejandra que espere su turno para hablar, y vuelve a la
conversación con Sergio: ¿Quiere explicar m ás la situación que relata?
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����Sergio: Las peleas se dan especialm ente ent re Rosa y yo. Ella m e ha perdido
totalm ente el respeto, se pelea conm igo casi todos los días y no m e agradece nada de
lo que hago por ella. Por ejem plo, hace una sem ana le t raje un kilo de filete para que
cocinara para la todos y m e lo t iró por la cabeza, literalm ente. Yo lo guardé en el
refr igerador y ella lo cocinó por la noche y lo guardó en su pieza que m ant iene con
llave... ¿cree usted que yo com í algo de esa carne?, nada, ella lo guardó y yo no vi
nada de esa carne.. .
Aquí se pone com o usted la ve, com o m osquita m uerta, pero en la casa es bien
diferente. Yo no soy el m alo de la casa.
Terapeuta: OK. ¿Hay alguna ot ra cosa que le preocupe?
Sergio: Me parece que lo que le conté es el origen de todo lo que ocurre en la casa.
Terapeuta: ¿Le preocupa el consum o de m edicam entos de Alejandra?
Sergio: Sí, aunque no exageradam ente. Alejandra es m uy parecida a la m adre. Am bas
tom an m edicam entos para los nervios, se los com parten e incluso conversan ent re
ellas acerca de cuál es m ás efect ivo que el ot ro. Yo decía que si seguían así, las cosas
iban a salir m al, que los rem edios no son para j ugar... y ya ve usted... llegam os a esta
situación en la que Alejandra pasaba durm iendo casi todo el día com o si fuera una
guagua... dorm ía casi 24 horas seguidas todos los días... yo creo que si se dejan de
tonterías con los rem edios las cosas se van a arreglar solitas...
Terapeuta: Muy bien. ¿Hay alguna ot ra cosa que le preocupe?
Sergio: No.
Terapeuta, dir igiéndose a Fernando: ¿Y usted Fernando, porqué está aquí?
Fernando: Vine porque Alejandra m e llam ó para la casa y m e pidió que viniera.
Alejandra dice que ella cree que le va a ser de ayuda venir a terapia porque... el
terapeuta nuevam ente le pide que espere su turno para hablar y ella hace un gesto
com o de pedir perdón por interrum pir y se queda callada.
Terapeuta a Fernando: ¿Hay alguna cosa que le preocupe?
Fernando: Me preocupa especialm ente la situación dent ro de la casa. Hay m uchos
problem as, m uchas peleas, especialm ente ent re el papá y la m am á, pero tam bién con
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����la Alejandra. El am biente se vuelve m uy pesado, pelean los papás, Alejandra t rata de
cont rolar la situación y al final los dos term inan peleando cont ra ella y tam bién ent re
ellos...
Terapeuta: ¿Y usted qué hace cuando ocurren estas peleas?
Fernando: Yo t rato de no estar en la casa o estar lo m enos posible. Salgo casi todo el
día, m e voy a conversar con m is am igos... y si llego alguna vez a la casa y m e doy
cuenta de que la cosa está m uy tensa m e voy a dar ot ra vuelta y llego com o a las
cuat ro de la m añana cuando ya todos están dorm idos. Me he t ratado de ir de la casa
un par de veces, pero no m e resulta y tengo que term inar volviendo nuevam ente.
Terapeuta: ¿Porqué no le resulta irse de la casa?, ¿qué le ocurre?.
Fernando: Lo que pasa es que tengo una enferm edad cardíaca que en realidad no es
tan grave, pero a veces m e juega una m ala pasada. Me ha ocurrido ya dos veces que
m e he ido de la casa y cuando he llevado un t iem po viviendo afuera, com part iendo con
un par de am igos, m e he enferm ado… no sé… parece que m e baja la presión y m e he
sent ido m uy m al, se m e daba vuelta todo, com o que perdía el equilibrio, al final no m e
podía ni m over, m e dolía el pecho y m e tuvieron que llevar a Urgencias. Am bas veces
ha ocurrido que m is am igos m e han dicho que tal vez lo m ío es m ás grave de lo que
parece y m e han “invitado” al irm e, porque m e dicen que es m ucha la responsabilidad
y eso… así que he term inado de vuelta en la casa…
Terapeuta: ¿Alguna ot ra cosa que le preocupe?
Fernando: Encont rar luego un t rabajo para poder irm e de la casa.
Terapeuta: ¿Le preocupa el consum o de m edicam entos de Alejandra?
Fernando: En realidad pienso parecido al papá, creo que se les pasó la m ano a la
m am á y a ella en el uso de los rem edios... y ahora yo estaba un poco preocupado
porque veía que Alejandra pasaba en la casa y pasaba casi todo el t iem po durm iendo.
Yo sé que es difícil dejar de tom ar m edicam entos, así que m e parece genial que
Alejandra esté aquí donde la pueden ayudar.
Terapeuta: OK. ¿Hay alguna ot ra cosa que le preocupe?
Fernando: No.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����Terapeuta: (a Alejandra) Alejandra, yo la he interrum pido en varias ocasiones en las
que usted quería hablar... pero ya le tocó su turno. Dígam e ¿Porqué está usted aquí?
Alejandra: Por m i adicción al diazepam y a ot ro m ontón de m edicam entos para los
nervios y para dorm ir.
Terapeuta: ¿Cóm o así?
Alejandra: Efect ivam ente com encé a consum ir rem edios que m e daba la m am á para
los nervios... com enzó cuando yo t rabajaba com o secretaria en una em presa... una
vez, llevaba poco t iem po t rabajando y era m i prim er t rabaj o, tuve un problem a con
una com pañera de t rabajo y m e ponía m uy nerviosa cuando m e iba al t rabajo, tanto
que dejé de ir, perdí el t rabajo y ahí com encé a tom ar m edicam entos. Pasé com o cinco
años dent ro de la casa, parecía una m onja de claust ro...
Terapeuta: ¿Cuando dice "dent ro de la casa" está diciendo que no salía para nada?
Alejandra: Para nada
Terapeuta: ¿ni a la plaza?
Alejandra: Ni a la plaza.
Terapeuta: ¿Y qué hacía?
A: Nada.. . no sé.. . le ayudaba a la m am á en la casa, conversaba con ella... le ayudaba
a hacer el almuerzo... y el resto del t iem po es cierto, m e dedicaba a dorm ir.. . parecía
una guagua.
T: ¿Y ahora sale un poco?
A: Un poco, yo no diría que salgo tanto, pero salgo a ver a m i pololo, com o no puedo
llevarlo a la casa.. . pero no es tanto... será una o dos horas al día.
T: ¿Y qué hace el resto del t iem po?
A: Lo m ism o que antes... ayudarle a la m am á... dorm ir. ..
T: ¿Hay ot ra cosa que le preocupe?
A: La relación con m i pololo.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����
T: ¿Cóm o así?
A: Cuando m e interné en esta Com unidad Terapéut ica no le avisé que m e iba a
internar y hace dos sem anas que no hablo con él, así que no sé bien si la relación
sigue...
T: ¿Le gustaría contar un poco m ás de eso?
A: He tenido graves problem as con la m am á por este tem a. A m i fam ilia, y
especialm ente a m i m am á, no le gusta m i pololo. Yo estaba pololeando hace años con
una persona de m uy buena condición económ ica que m e pidió m at rimonio, pero ent re
toda la fam ilia, y especialm ente m i m am á, m e convencieron que no m e convenía
porque era un m ujeriego que m e haría sufr ir , así que term iné la relación y no m e casé
con él. Ahora la cosa es justo lo cont rario, no les gusta Manuel porque, a pesar de ser
un hom bre bueno, dicen que no es de m i condición social, porque t rabaja cuidando
autos y no t iene casa.
T: Ya veo, es com o un desacuerdo... ¿Hay alguna ot ra cosa que le preocupe?
A: Me preocupan las peleas ent re los papás, especialm ente, m e preocupa que m i papá
es un hom bre que se pone m uy violento y creo que puede llegar a hacer daño a m i
m am á... o ella causar un problem a grave... a veces tem o por sus vidas... Lo com plejo
es que m e doy cuenta de que soy la única que pone un poco de cordura en la casa,
porque Fernando se va cuando em piezan las peleas y es a m í a quien le toca
t ranquilizar la situación ent re am bos.. .
T: ¿Es decir que Ud. es la que pone la paz en la casa?
A: Quien sabe... parece que sí. En general m e preocupo de que am bos no se pongan
violentos... m e da m iedo que el papá le pegue a la m am á...
T: OK. Quisiera hacerles una pregunta dirigida a todos: ¿qué pasa antes durante y
después de que Alejandra ha consum ido?
(Silencio)
S: No es fácil decir lo, porque es com o que no hay un m om ento m uy claro en que
Alejandra consum a y ot ro en que deje de consum ir. Ella tom a rem edios todos los días,
es un consum o perm anente...
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����T: OK, ¿y si yo le preguntara cóm o se da cuenta Ud. que ella ha tom ado rem edios, qué
m e diría?
S: Que es cuando ella duerm e por m ucho t iem po. Ahí m e doy cuenta de que ha
tom ado m ás rem edios que de costum bre, porque los tom a todos los días.
T: ¿Y qué pasa entonces?
S: Me preocupo, la voy a m irar a su pieza. A veces m e da m iedo que se m uera, que se
la pase la m ano con los rem edios, que tenga una sobredosis, así que ent ro a ver si
está respirando...
T: ¿Y Ud. Rosa, cóm o se da cuenta que Alejandra ha tom ado m ás rem edios que de
costum bre?
R: I gual, duerm e m ás.
T: ¿Y Ud. qué hace en esas oportunidades?
R: Me preocupa, pero no tanto. Tam bién la voy a m irar, pero no m e da tanto m iedo,
no pienso que se vaya a m orir o algo. Más bien m e preocupa dejarla dorm ir t ranquila,
así que t rato de que las cosas estén en calm a, no hago el aseo, t rato de que este
hom bre no se ponga com o energúm eno para que no ande gritando por la casa com o
un feriante...
T: ¿Y no le da m iedo que le pueda pasar algo, com o que haya tom ado una sobredosis
y le pueda causar un daño a la salud?
R: Fíjese que no, porque ella sabe m uy bien cóm o funcionan los m edicam entos. Y en
general m e he fij ado que ella duerm e m ás luego de que se ha quedado despierta hasta
tarde en la noche cuando el padre y yo hem os estado discut iendo.
T: ¿Y hasta qué hora discuten?
R: A veces hasta las cinco de la m añana.
A: Y yo m e quedo despierta hasta esa hora, atenta a que no se vayan a hacer daño,
especialm ente cuidando que el papá no le vaya a pegar o hacerle ot ra cosa a la m am á,
y a veces t rato de intervenir para que las cosas se t ranquilicen, pero no siem pre m e
resulta, porque la pelea sigue y se ponen a pelear conm igo...
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����T: Ent iendo. Pero entonces, desde su punto de vista Alejandra, ¿el que usted duerm a
hasta tarde es un indicador de que ha tom ado m ás rem edios que de costum bre o es
que se duerm e porque se ha quedado despierta hasta tarde?
A: Yo creo que sí es un indicador de que he tom ado m ás rem edios, porque luego de
esas peleas, que m e parecen agotadoras, lo único que quiero es dorm ir y olvidarm e del
m undo... así que tom o past illas que m e hagan dorm ir hasta tarde, al final m e
despierto com o a las 6 de la tarde.
T: Mm m m , ya veo. ¿Y usted Fernando, cóm o ve esto, cuál es su punto de vista al
respecto?
F: Estoy de acuerdo, así es la cosa. Cuando m e despierto a veces y veo a todos
andando com o calladitos, m e doy cuenta de que la noche anterior han estado peleando
y que la Alejandra está durm iendo. Yo en general t rato de llegar tarde a la casa por lo
m ism o, para no encont rarm e con peleas, pero a veces llego com o a las cinco de la
m añana y la pelea sigue.
T: ¿Y qué hace?
F: No, a esa hora ya no puedo hacer nada, no puedo salir , así que m e voy a acostar
rapidito.
T: ¿Y cóm o term inan las peleas?
F: Yo creo que por cansancio, m e da la im presión que los vence el cansancio y se van
a acostar... sino seguirían peleando.
T: (m irando a los padres) ¿Ustedes cóm o lo ven?
S: Sí, yo creo que la peleas no se term inan, al final nos vam os a acostar de puro
cansados no m ás.
T: ¿Y cuál es su punto de vista Rosa?
R: Tam bién creo que dejam os de pelear cuando ya no dam os m ás...
T: OK. Déjenm e preguntarles algo diferente: ¿han hecho algo para superar el
problem a de consum o de Alejandra?.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����R: Lo que pasa es que no sabíam os que ella tenía este problem a de adicción, yo creía
que ella tom aba past illas porque era nerviosa... cuando el doctor nos dij o que podía
ser eso, t ratam os de m ejorarla con rem edios naturales, hom eopát icos, ¿m e ent iende?,
pero ella se sent ía cada vez m ás m al, y luego fuim os al COSAM y después nos
m andaron para acá.
T: Y Ud. Sergio ¿cóm o lo ve, qué intentos han hecho por superar el problem a?
S: Yo vengo diciendo hace varios años que jugar con los rem edios es peligroso, lo digo
y lo digo, pero no m e hacen caso.. .
T: Así que su est rategia ha sido t ratar de convencerlas de que está m al lo que hacen...
S: Así es.
T: Fernando, ¿Cuál es su punto de vista?
F: Yo he visto m uchas veces al papá decir le a la Alejandra que no siga con esto de los
rem edios para los nervios. Yo tam bién le he dicho algunas veces...
T: ¿Ha intentado alguna ot ra cosa?
F: No.
T: Y usted Alejandra ¿ha hecho algo por solucionar este problem a?
A: Yo creo que para m í este es un problem a hace poco, lo que yo quería era estar
t ranquila, no estar tan tensa, pero parece que se m e pasó la m ano... recién ahora m e
siento haciendo algo por m í...
Hacia el final de la sesión el terapeuta pregunta sobre las explicaciones que t iene la
fam ilia para lo que le ocurre a Alejandra. El padre y Fernando coinciden en que
Alejandra y la m adre han jugado irresponsablem ente con los rem edios. La m adre y
Alejandra plantean que Alejandra es m uy nerviosa y por lo tanto ha necesitado los
m edicam entos.
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I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����/D� IDPLOLD� LGHQWLILFD� GRV� PRWLYRV� GH� FRQVXOWD� SUHSRQGHUDQWHV�� HO� FRQVXPR� GH�PHGLFDPHQWRV� �GH�$OHMDQGUD�\� ODV�SHOHDV�HQWUH� ORV�SDGUHV��HVWDV�SUHRFXSDFLRQHV�VRQ�FRPXQHV� SDUD� WRGRV� ORV� PLHPEURV� GH� OD� IDPLOLD�� 2WUDV� SUHRFXSDFLRQHV� VHFXQGDULDV�WLHQHQ�TXH�YHU�FRQ�GLVFUHSDQFLDV�DFHUFD�GH�VL�HO��SROROR�GH�$OHMDQGUD�HV�DGHFXDGR�SDUD�HOOD�R�QR�\�FRQ�)HUQDQGR�\�VX�GLILFXOWDG�SDUD�VDOLU�GH�OD�FDVD�SDWHUQD���/D�HQWUHYLVWD�WDPELpQ�ORJUD�LGHQWLILFDU�XQ�SDWUyQ�LQWHUDFFLRQDO�UHVSHFWR�GHO�FRQVXPR��6L�ELHQ�HO�FRQVXPR�GH�PHGLFDPHQWRV�GH�$OHMDQGUD�VH�GHVFULEH�FRPR�FRQWLQXR��HO�PLVPR�DXPHQWD� FXDQGR� VH� SUHVHQWDQ� GLVFXVLRQHV� HQWUH� ORV� SDGUHV�� (O� SDWUyQ� LQWHUDFFLRQDO�LQFOX\H� OD� SUHVHQFLD� GH� XQD� GLVFXVLyQ� HQWUH� ORV� SDGUHV� KDVWD� DOWDV� KRUDV� GH� OD�PDGUXJDGD�HQ�OD�TXH�$OHMDQGUD�WUDWD�GH�LQWHUYHQLU�VLQ�GHPDVLDGR�p[LWR��/DV�SHOHDV�VH�H[WLQJXHQ�SRU�FDQVDQFLR�GH�ORV�SDGUHV��$OHMDQGUD�FRQVXPH�PiV�PHGLFDPHQWRV�TXH�GH�FRVWXPEUH� SDUD� ³GHVFDQVDU´� \� DO� GtD� VLJXLHQWH� GXHUPH� KDVWD� WDUGH�� (O� VXHxR� GH�$OHMDQGUD�SUHRFXSD�DO�SDGUH��PLHQWUDV�TXH�OD�PDGUH�LQWHQWD�YHODUOR�GH�PDQHUD�TXH�QR�VH�SHUWXUEH�VX�VXHxR��)HUQDQGR�HVWi�IXHUD�GH�OD�VLWXDFLyQ��SHUR�DFW~D�HQ�FRQVRQDQFLD�DO�GtD�VLJXLHQWH�FXDQGR�GHVSLHUWD�����1R�KDQ�H[LVWLGR�LQWHQWRV�GH�VROXFLyQ�H[LWRVRV��0iV�ELHQ�ORV�PLVPRV�SXHGHQ�GHVFULELUVH�FRPR�UHFLHQWHV�D�UDt]�GH�OD�GHILQLFLyQ�GH�GHSHQGHQFLD�D�%'=�SRU�SDUWH�GH�XQ�PpGLFR��LQFOX\HQGR� XVR� GH�PHGLFDPHQWRV� KRPHRSiWLFRV� \� FRQVXOWDV� HQ� HO� &26$0�� (O� LQWHQWR�PiV� UHLWHUDGR�� DXQTXH� QDGD� GH� H[LWRVR�� KD� VLGR� HO� GHO� SDGUH�� TXLHQ� � KD� WUDWDGR� GH�FRQYHQFHU��FRQ�UHSURFKHV��D�$OHMDQGUD�\�D� OD�PDGUH�DFHUFD�GH�OR�SHOLJURVR�GH�XWLOL]DU�LQGLVFULPLQDGDPHQWH�PHGLFDPHQWRV�� )HUQDQGR� KD� XVDGR� OD�PLVPD� OtQHD� GH� VROXFLyQ��SHUR�GH�XQD�PDQHUD�PHQRV�VLVWHPiWLFD���/DV� H[SOLFDFLRQHV� GH� OD� IDPLOLD� DSXQWDQ� D� OD�PDOD� VDOXG�PHQWDO� GH� $OHMDQGUD� \� D� OD�LUUHVSRQVDELOLGDG�HQ�HO�XVR�GH�PHGLFDPHQWRV����/D� GHVFULSFLyQ� GH� HVWRV� HOHPHQWRV� SHUPLWHQ� DO� WHUDSHXWD� IRUPXODU� XQD� KLSyWHVLV�UHVSHFWR�GH�OD�IXQFLyQ�GHO�VtQWRPD��HO�FRQVXPR�GH�PHGLFDPHQWRV��SDUD�HVWD�IDPLOLD���
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I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����• $GRUPHFH� D� $OHMDQGUD� GH� PRGR� GH� HYLWDU� TXH� VDOJD� GH� OD� FDVD�� EXVFDQGR�
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I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����6HVLyQ�1����
A la segunda sesión asisten los cuat ro integrantes de la fam ilia.
El terapeuta propone com o un objet ivo de la I ntervención exam inar la form a en que la
fam ilia ha abordado sus conflictos hasta ahora y buscar una form a de resolverlos de
m anera tal que no incluya el consum o indebido de m edicam entos.
I nicia la sesión recordando las ideas propuestas en la anterior y decide buscar m ás
inform ación respecto del conflicto de los padres.
Los datos recabados indican que ellos han tenido un conflicto severo desde hace
práct icam ente 40 años, ya que visualizan la fecha de inicio del m ism o próxim o al
nacim iento de Fernando. En estos años el conflicto ha tenido algunas escenas
“escabrosas” com o que el padre ha sido verbalm ente violento con la m adre o que la
m adre le ha escondido la com ida al padre.
El terapeuta intenta explorar si sería viable que los padres redujeran su nivel de
conflictos. Frente esta exploración surge, en la sesión, una discusión de im portante
m agnitud que convence al terapeuta que ninguno de los padres está dispuesto a
m overse de su posición. Las vías de conciliación de am bos parecen bastante cerradas.
El terapeuta det iene la discusión diciendo que ya había visto suficiente com o para
hacerse una idea de la interacción ent re am bos y que los invitaba a detenerse, porque
no tenía sent ido seguir en esa dinám ica conocida por todos si lo que querían era
buscar nuevas form as de com portam iento en la sesión.
Surge la idea de que los padres han estado m ás preocupados por Fernando en este
t iem po en que Alejandra está internada, parece haber tenido recaídas en su estado de
salud, cosa que él reconoce sólo a m edias: se ha sent ido un poco, sólo un poco peor,
pero no es para tanto.
El terapeuta les pregunta a los hij os qué es lo que m ás tem en en este am biente
fam iliar:
A: Que el papá sea violento con la m am á o que ella haga algo grave cont ra él.
T: OK. Pero, ¿hasta donde llega su m iedo?, ¿cuál cree que es el r iesgo que, en su
opinión, corren los papás en este m om ento?
A: Que pase algo grave.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����T: ¿Cuan grave?
A: No sé, grave. Algo grave.
T: OK. Pero ¿cuan grave?, ¿qué puede ser tan grave com o para que Ud. decida
m antenerse por tanto t iem po en la casa cuidándolos?
A: Que uno term ine m atando al ot ro.
T: ¿Tem e que uno efect ivam ente term ine m atando al ot ro?.
A: Ud. no ha visto lo que pasa en la casa. A veces las cosas que se dicen, las caras que
ponen, la rabia que les da... com o que se t ransform an.. . y en esos m om entos m e da
m iedo, creo que, tal vez sin querer se les pueda pasar la m ano y que uno m ate al
ot ro.. .
( los padres en silencio y con cara de sorpresa)
T: Vaya que dilem a, ahora ent iendo su preocupación... y usted Fernando, ¿cuál es su
punto de vista?
F: Yo en general no creo que se vayan a m atar, pero a veces tam bién m e da m iedo de
que se vayan a causar daño.
T: ¿Tanto m iedo com o para quedarse en la casa a cuidarlos?
F: ( con cara de sorpresa) Chuta... nunca lo había pensado así. Quien sabe, tal vez por
eso no m e he ido de la casa...
El terapeuta cierra la sesión diciendo que le ha quedado claro algo: la m agnitud de la
preocupación de los hij os. La m ism a que es tal que los “pet r ifica” de terror haciendo
que no se vayan de la casa.
5HIOH[LRQHV�7HUDSpXWLFDV���(O�WHUDSHXWD�KD�HQPDUFDGR�OD�,QWHUYHQFLyQ�HQ�HO�REMHWLYR�GH�H[SORUDU�FyPR�OD� IDPLOLD�PHMRUDUi� OD� IRUPD� GH� HQIUHQWDU� VXV� FRQIOLFWRV�� VDFDQGR� HO� FRQVXPR� LQGHELGR� GH�PHGLFDPHQWRV�GH�ODV�DOWHUQDWLYDV�SDUD�HOOR���
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����'XUDQWH� OD� VHVLyQ� KD� KHFKR� GRV� GHVFXEULPLHQWRV� LPSRUWDQWHV�� (O� SULPHUR� HV� TXH� QR�SDUHFH�YLDEOH�� HQ�HO� FRUWR�SOD]R�� UHVROYHU� HO� ³SUREOHPD�GH�SDUHMD´�GH� ORV�SDGUHV�\�HO�VHJXQGR�HV�TXH�HO�WHPRU�GH�ORV�KLMRV�D�TXH�ORV�SDGUHV�VH�FDXVHQ�XQ�GDxR�HV�WDO�TXH�SUHILHUHQ�³HQWUHJDUVH´�SDUD�FXLGDUORV��D~Q�D�FRVWD�GH�VX�LQGHSHQGHQFLD�SHUVRQDO���/D�UHJXODFLyQ�GHO�VLVWHPD�SDUHFH�PRYHUVH�DKRUD�KDFLD�)HUQDQGR��ORV�SDGUHV�FRPLHQ]DQ�D� SUHRFXSDUVH� SRU� XQD� GHVPHMRUD� HQ� VX� VDOXG�� PLHQWUDV� TXH� pO� SDUHFH� WDPELpQ�UHFRQRFHU�WDO�GHVPHMRUD��
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La tercera sesión se realiza dos sem anas después de la segunda. Los padres no llegan
a la sesión sin dar explicaciones, tal parece que se descoordinaron y no llegaron.
El terapeuta, retom ando lo conversado en la sesión anterior , exam ina si es tan
“razonable” el tem or de los hij os. I ntenta generar algo así com o una “duda razonable”
para sus tem ores planteando que en 40 años de discordia los padres no se han
separado y tam poco se han m atado uno a ot ro... ¿no será este el est ilo de relacionarse
de ellos luego de tanto t iem po de relación, que aunque m uy inquietante, no es
realm ente tan peligroso com o parece?.
Fernando com enta en este punto que la presión hacia él, en térm inos de la
preocupación de los padres por su salud y las cosas que le pasan, se ha vuelto m uy
difícil de tolerar y que está planeando seriam ente buscar un departam ento con un
am igo e irse a vivir con él.
5HIOH[LRQHV�7HUDSpXWLFDV���(O�WHUDSHXWD�WUDWD�GH�PRVWUDU�XQ�SXQWR�GH�YLVWD�GLIHUHQWH�DFHUFD�GH�ORV�WHPRUHV�GH�ORV�KLMRV��FRQ�OD�HVSHUDQ]D�GH�TXH�ORV�PLVPRV�GLVPLQX\DQ���3RU� RWUR� ODGR�� \� TXL]i� EDVDGR� HQ� ODV� FRQYHUVDFLRQHV� WHUDSpXWLFDV� )HUQDQGR� SDUHFH�SHQVDU� HQ� XQD� HVWUDWHJLD� GLIHUHQWH�� EXVFDU� XQ� OXJDU� D� GRQGH� LUVH�� 3DUHFH� QR� HVWDU�FyPRGR�FRQ�HO�URO�TXH�HO�VLVWHPD�OH�LQWHQWD�HQWUHJDU�FRPR�UHJXODGRU�GH�ORV�FRQIOLFWRV��HV� FLHUWR� TXH� KD� KHFKR� LQWHQWRV� SUHYLRV� HQ� HWD� GLUHFFLyQ�� SHUR� HVWH� WLHQH� XQD�GLIHUHQFLD��HV�SULPHUD�YH]�TXH�$OHMDQGUD�QR�HVWi�HQ�OD�FDVD�PLHQWUDV�pO�LQWHQWD�EXVFDU�RWUR� OXJDU� SDUD� YLYLU�� 7DO� YH]� HVWR� SXHGH� D\XGDU� D� TXH� VXV� LQWHQWRV� VHDQ� DKRUD�GLIHUHQWHV��
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����6HVLyQ�1����
La cuarta sesión se realiza 15 día después de la tercera y se cuenta sólo con la presencia de Alejandra.
Ella com enta que recibió una llam ada telefónica de la m adre en que le com unicaba que
Fernando se había ido de el casa y que el padre estaba enferm o. Si bien en la llam ada
no había una pet ición explícita de la m adre, Alejandra sent ía que esta la había llam ado
para pedir le ayuda.
La presión era m áxim a en ese m om ento, porque luego de esa llam ada Alejandra no se
había podido com unicar con su casa, ya que el teléfono estaba cortado y el celular
tam poco respondía.
Para aum entar la dificultad, Fernando no había llegado a la sesión y ella no tenía idea
de dónde podía encont rarse.
La solicitud de Alejandra era la de abandonar el t ratam iento, y salir de la Com unidad
Terapéut ica para volver a ayudar a su casa.
El terapeuta se m uest ra fuertem ente en desacuerdo con esta idea y propone un t rato
que Alejandra acepta a regañadientes: si en los próxim os 15 días no t iene not icias de
la fam ilia, dejará el t ratam iento y se irá a casa. La alternat iva es contactarse con un t ío
quien seguram ente puede obtener inform ación respecto de los padres.
5HIOH[LRQHV�7HUDSpXWLFDV���(O� VLVWHPD� SDUHFH� UHRUJDQL]DUVH� \� HQ� HO� SURFHVR� HFKD�PDQR� GH�PXFKD� HQHUJtD� SDUD�LQWHQWDU�PDQWHQHU� OD� RUJDQL]DFLyQ� SUHYLD�� $OHMDQGUD� VH� VLHQWH� WHQVLRQDGD� D� YROYHU� DO�KRJDU�IDPLOLDU�PLHQWUDV�TXH�HO�VLVWHPD�IDPLOLDU�HQ�VX�FRQMXQWR�VH�HQFDUJD�GH�HPSXMDU�HQ� HVWD� GLUHFFLyQ�� (O� WHUDSHXWD� LQWHQWD� IUHQDU� HVWH�PRYLPLHQWR�� SRU� OR�PHQRV� KDVWD�WHQHU� QRWLFLDV� PiV� FODUDV� UHVSHFWR� GH� FyPR� HVWi� UHDFFLRQDQGR� HO� VLVWHPD� D� ORV�FDPELRV��
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Transcurridos 15 días desde la últ im a sesión, se realiza la quinta sesión a la que asisten Fernando y Alej andra.
El tono em ocional de la sesión es increíblem ente diferente a la de los últ im os
encuent ros. Las novedades de am bos eran m ayúsculas: Fernando encont ró un
departam ento con un am igo y se m udó a vivir allá, no se había presentado a la sesión
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����anterior porque perdió la m icro y no tenía el teléfono de la Com unidad Terapéut ica (no
quería hablar con los papás para pedírselo) . El t iem po que llevaba viviendo afuera de
la casa no había sido del todo fácil, part icularm ente porque sent ía la presión de los
padres para que volviera ( lo llam aban y se lo pedían, literalm ente) , sin em bargo
com enzaba a adaptarse a su nueva vida y tenía la prom esa de un t rabajo que
com enzaría en dos sem anas m ás.
Por ot ro lado, las inform aciones que el t ío había dado respecto de los padres y lo que el
propio Fernando había podido com probar, m ost raban que la m adre se había hecho
cargo de cuidar al padre en su enferm edad, en un clim a de bastante t ranquilidad y
respeto m utuo.
El terapeuta tom ó esta inform ación y reforzó estas ideas, part icularm ente el hecho que
los padres parecían encont rar un equilibrio que era im pensado t iem po at rás por los
hij os, basados en los tem ores que los m ism os tenían respecto de las consecuencias de
las discusiones de am bos.
En la sesión la em oción de am bos hij os era de t ranquilidad frente a esta nueva
organización de la fam ilia.
5HIOH[LRQHV�7HUDSpXWLFDV���/DV� FRQYHUVDFLRQHV� \� SRVLFLRQHV� RULJLQDOHV� GH� OD� IDPLOLD� SDUHFtDQ� PRGLILFDUVH� HQ� OD�GLUHFFLyQ�GH�XQD�PD\RU�WUDQTXLOLGDG��OR�TXH�D�VX�YH]�JHQHUDED�OD�SHUFHSFLyQ�GH�TXH�HO�VLVWHPD� VH�GHVWUDEDED� \�SRGtD� UHFXSHUDU�XQD� IOXLGH]�TXH� OD� IDPLOLD� QR� FRQRFtD�KDFtD�GpFDGDV���'XUDQWH�ORV�VLJXLHQWHV���PHVHV�OD�IDPLOLD�FRQWLQXy�DILDQ]DQGR�HVWRV�FDPELRV�HQ�TXH�ORV�SDGUHV�OOHJDURQ�D�HVWDEOHFHU�XQD�IRUPD�GH�FRQYLYHQFLD�SRU�OR�PHQRV�QR�DPHQD]DQWH�QL�YLROHQWD� �DXQTXH� WDPSRFR� SDUWLFXODUPHQWH� FDULxRVD��� PLHQWUDV� TXH� $OHMDQGUD�� DO�HJUHVR� GH� OD� &RPXQLGDG� 7HUDSpXWLFD�� VH� LQVWDOy� HQ� IRUPD� LQGHSHQGLHQWH� OR� TXH� OH�SHUPLWLy�D�HOOD�\�D�)HUQDQGR�HVWDEOHFHU�FRQWDFWRV�FHUFDQRV��SHUR�QR�³DWUDSDQWHV´�FRQ�OD�IDPLOLD��
La Intervención descrita intenta ser un ej em plo acerca de cóm o se establece un
diagnóst ico en una Intervención Fam iliar y cóm o es posible invitar al sistem a a m irar
las cosas de una form a diferente, posibilitando de esta m anera la aparición de
conversaciones y em ociones diferentes que dest raben las relaciones ent re los
m iem bros de la fam ilia haciendo, que la presencia del síntom a “consum o de drogas”
deje de ser necesaria.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����5HFXUVRV�GH�)RUPDFLyQ�H�,QIRUPDFLyQ�
I nternet representa una form a part icularm ente r ica en interesante para desarrollar un
m ejor y m ás profundo acercam iento a una m ult iplicidad de ideas. En esta apartado se
ent rega una selección de recursos disponibles en Internet sobre tem as sistém icos. La
selección es de Chenail (2001) .
,GHDV�)XQGDFLRQDOHV�
Cibernét ica.
$PHULFDQ�6RFLHW\�IRU�&\EHUQHWLFV��(ht tp: / / www.asc-cybernet ics.org)
La Am erican Society for Cybernet ics (ASC) es tanto un recurso inform at ivo com o una
organización act iva dedicada a las ideas sistém icas. Organizan una conferencia anual y
alberga inform ación sobre diversas páginas.
3ULQFLSLD�&\EHUQHWLFD�(ht tp: / / pespm c1.vub.ac.be/ default .htm l)
Este proyecto internacional ha liderado la creación de uno de los m ejores sit ios sobre
cibernét ica y pensam iento sistém ico. Principia Cybernet ica dist ingue una interesante
com binación de valiosos recursos internacionales e innovaciones tecnológicas.
I deas Batesonianas.
7RZDUGV�DQ�(FRORJ\�RI�0LQG��(ht tp: / / www.oikos.org/ psicen.htm )
7KH�3DWWHUQ�:KLFK�&RQQHFWV��$ERXW�*UHJRU\�%DWHVRQ�(ht tp: / / www.lawrence.edu/ dept / environm ental_studies/ bateson.htm l)
Estos dos sit ios representan lo m ejor de la web en páginas dedicadas a la vida y
pensam iento de Gregory Bateson. I ncluyen enlaces a textos com pletos de y acerca de
Bateson.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����Maturana y autopoiesis.
&KLOHDQ�6FKRRO�RI�%LRORJ\�RI�&RJQLWLRQ��7KH�:HE�3DJH�RI�+XPEHUWR�0DWXUDQD��(ht tp: / / www.inteco.cl/ biology/ index.htm )
$XWRSRLHVLV�SOXV����(ht tp: / / www.pnc.com .au/ ~ lfell/ index.htm l)
Am bos sit ios son excelentes int roducciones a las ideas de Maturana e incluyen accesos
a art ículos y num erosos sit ios en la web.
Const ruccionism o y Const ruct ivism o.
.HQQHWK�-��*HUJHQ�V�+RPH�3DJH��(ht tp: / / www.swarthm ore.edu/ SocSci/ kgergen1/ web/ page.phtm l?st= hom e&id= hom e)
La página de Gergen presenta varios de sus art ículos y program as analít icos de sus
cursos. Es tam bién un excelente recurso para conectarse con personas e inst ituciones
de orientación const ruccionista en todo el m undo.
5DGLFDO�&RQVWUXFWLYLVP�3DJH��(ht tp: / / www.univie.ac.at / const ruct ivism )
Este recurso es una m ina de oro para los interesados en explorar una variedad de
ideas const ruct ivistas. Posee enlaces con art ículos online, software y revistas.
6RFLHW\�IRU�&RQVWUXFWLYLVP�LQ�WKH�+XPDQ�6FLHQFHV��(ht tp: / / orgs.unt .edu/ const ruct ivism / society.htm )
La Sociedad publica la revista &RQVWUXFWLYLVP�LQ�WKH�+XPDQ�6FLHQFHV� Tam bién alberga
el &RQVWUXFWLYLVP�)RUXP� un grupo de discusión online.
Narrat iva.
1DUUDWLYH�3V\FKRORJ\��$Q�,QWHUQHW�DQG�5HVRXUFH�*XLGH��(ht tp: / / m aple.lem oyne.edu/ ~ hevern/ narpsych.htm l)
Definit ivam ente este es el recurso para ideas narrat ivas. El sit io alberga num erosos
ensayos, art ículos online, syllabi y ot ros m aravillosos recursos narrat ivos.
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����Com unidades Sistém icas.
$FNHUPDQ�,QVWLWXWH��(ht tp: / / www.ackerm an.org)
Uno de los inst itutos m ás ant iguos de terapia fam iliar, el Ackerm an cont inúa siendo
sede de innovat ivas soluciones sistém icas. El sit io cont iene art ículos online,
descripciones detalladas de program as y videos que pueden ser encargados.
7KH�'XOZLFK�&HQWUH�:HEVLWH��(ht tp: / / www.dulwichcent re.com .au)
El sit io presenta una valiosa clasificación de abordajes narrat ivos para el cam bio.
I ncuye el “Com m only Asked Quest ions About Narrat ive Therapy”, un excelente
recurso, y hospeda la nueva revista 7KH�,QWHUQDWLRQDO�-RXUQDO�RI�1DUUDWLYH�7KHUDS\�DQG�&RPPXQLW\�:RUN�
+RXVWRQ�*DOYHVWRQ�,QVWLWXWH��(ht tp: / / www.neosoft .com / ~ hgi)
El I nst ituto es un excelente recurso para los interesados en terapias postm odernas y
colaborat ivas. Ofrece su bolet ín m ensual y una extensa lista de referencias sobre su
t rabajo e invest igación clínicos.
7KH�,QVWLWXWH�IRU�WKH�6WXG\�RI�7KHUDSHXWLF�&KDQJH��(ht tp: / / www.talkingcure.com )
Este sit io presenta un interesante proyecto de invest igación focalizado en una nueva
m anera de m edir el cam bio en terapia. Perm ite bajar docum entos con sus m anuales y
art ículos
7KH�.&&�)RXQGDWLRQ��(ht tp: / / www.kcc- internat ional.com / index.htm )
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resolución de conflictos y gerenciam iento sistém ico tam bién presenta la revista Hum an
System s: The Journal of System ic Consultat ion and Managem ent .
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����7KH�/HHGV�)DPLO\�7KHUDS\�DQG�5HVHDUFK�&HQWUH��/)75&���(ht tp: / / www.psyc.leeds.ac.uk/ lft rc)
El sit io ofrece inform ación sobre una am plia variedad de proyectos, incluyendo sus
m anuales de terapia sistém ica.
7KH�0HQWDO�5HVHDUFK�,QVWLWXWH��05,��(ht tp: / / www.m ri.org)
Uno de los prim eros inst itutos de orientación sistém ica, el MRI cont inúa siendo uno de
los recursos m ás im portantes en pensam iento y práct ica sistém icos. El sit io posee
enlaces a sus m ás recientes invest igaciones y program as clínicos.
3XEOLF�&RQYHUVDWLRQ�3URMHFW�(ht tp: / / www.publicconversat ions.org)
El Public Conversat ion Proj ect es una iniciat iva enraizada en la com unidad dedicada a
la prom oción de conversaciones colaborat ivas com o m edio para resolver los conflictos
sociales. El sit io provee lecturas y ot ros recursos para ayudar a aprender este
interesante abordaj e sistém ico.
7KH�9LUWXDO�)DFXOW\�(ht tp: / / www.m assey.ac.nz/ ~ alock/ / virtual/ welcom e.htm )
Esta es la página de un grupo de psicólogos reconocidos internacionalm ente, quienes
com parten el interés en las ideas y práct icas postm odernas, discursivas y narrat ivas.
&HQWURV�GH�)RUPDFLyQ�HQ�7HUDSLD�6LVWpPLFD��
,QVWLWXWR�GH�7HUDSLD�)DPLOLDU�GH�6DQWLDJR��(ht tp: / / www.it fsant iago.cl)
Felix de Am est i 350, Las Condes, Sant iago. F: 228 7830
,QVWLWXWR�&KLOHQR�GH�7HUDSLD�)DPLOLDU��
Av. Larraín 6925. F: 277 3518
I ntervención Fam iliar en fam ilias con un m iembro con problemas de drogas ����
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