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Revista de Historia, Patrimonio, Arqueología y Antropología Americana Año 2019, No. 1, Julio (5-21) ISSN: En trámite
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Arqueología subacuática en el Ecuador: estado de la cuestión
Underwater archeology in Ecuador: state of the question Juan Andrés Jijón Porras1
1Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, Ecuador ([email protected])
Recibido: 15 septiembre 2018; Aceptado: 20 mayo 2019; Publicado: 5 julio 2019
Resumen
La actual República del Ecuador presenta un territorio marítimo que es 5,3 veces más extenso que el terrestre.
Se trata no solo de las 200 millas marinas a partir del perfil costanero continental, sino también de las 200 millas
marinas alrededor de las Islas Galápagos. Por ende, las perspectivas de investigación científica y de gestión
natural como cultural en estas áreas marítimas son gigantescas. Desde el 1 de diciembre de 2006, el Ecuador
forma parte de la Convención de la UNESCO sobre la protección del Patrimonio Cultural Subacuático, que surge
como reacción al incremento del saqueo y la destrucción de los bienes subacuáticos que hasta hace poco se
encontraban protegidos por la inaccesibilidad propia de su entorno. El Instituto Nacional de Patrimonio
Cultural, consecuente con este principio, acoge dicho compromiso y desde hace varios años plantea proyectos
emergentes para la conservación, preservación, restauración y promoción del patrimonio subacuático que
están bajo su custodia.
Palabras clave: Arqueología Subacuática, Ecuador, INPC, Cooperación Internacional, Gestión patrimonial.
Abstract
Actually the Republic of Ecuador presents a maritime territory that is 5.3 times more extensive than the terrestrial
one. It is not only the 200 nautical miles from the continental coastal profile but also the 200 nautical miles around
the Galapagos Islands. Therefore, the perspectives of scientific research of natural and cultural management in
these maritime areas are gigantic. Since December 1, 2006, Ecuador has been a member of the UNESCO
Convention on the Protection of the Underwater Cultural Heritage, which arises as a reaction to the increasing
looting and destruction of underwater assets that until recently were protected by the inaccessibility proper to
their environment. The Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, consistent with this principle, welcomes this
commitment and for several years has been proposing emerging projects for the conservation, preservation,
restoration and promotion of underwater heritage that are under its custody.
Keywords: Underwater Archaeology, Ecuador, INPC, International Cooperation, Heritage Management
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INTRODUCCIÓN
La actual República del Ecuador se encuentra rodeada de tierra como de agua. Este pequeño país se encuentra
ubicado en América del Sur, limitando al norte con Colombia y tanto al sur como al este con Perú. No obstante,
su frontera natural más extensa se encuentra al oeste, el Océano Pacifico. Cabe indicar que la superficie del
actual Ecuador es de 283 561 km2, lo que corresponde a su superficie terrestre, ahora bien, su territorio marítimo
es 5,3 veces más extenso (El Telégrafo, 2016). Y se trata no solo de las 200 millas marinas a partir del perfil
costanero continental, sino también de las 200 millas marinas alrededor de las Islas Galápagos. Por ende, las
perspectivas de investigación científica y de gestión natural como cultural en estas áreas marítimas son
gigantescas.
Figura 1. Espacio territorial marítimo del Ecuador.
Fuente: Wikimedia Commons (2011)
El 2 de enero de 2009 entró en vigor la Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural
Subacuático. Esta fecha marca un hito en la historia de los “pecios de navíos naufragados y los monumentos
sepultados en el agua”. Adoptada en 2001, esta Convención es el primer instrumento jurídico internacional que
permite proteger los sitios arqueológicos sumergidos. No obstante, se abstiene de reglamentar la cuestión de la
propiedad del patrimonio subacuático y no entraña modificación alguna de las zonas de soberanía marítima de
las naciones. Su objetivo es luchar contra los que saquean los tesoros del patrimonio cultural subacuático y hacer
que este se beneficie de la misma protección de que gozan los sitios culturales en tierra firme.
El Ecuador, desde 1997 ya contaba con una ley que otorgaba a compañías con fondos privados permisos limitados
para buscar y recuperar artefactos de los galeones coloniales en sus aguas territoriales. Esto tuvo como
consecuencia el descubrimiento de una serie de naufragios coloniales.
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La Republica del Ecuador forma parte de la Convención de la UNESCO sobre la protección del Patrimonio Cultural
Subacuático a partir del 1 de diciembre de 2006, que surge como reacción al incremento del saqueo y de la
destrucción de los bienes subacuáticos que hasta hace poco se encontraban protegidos por la inaccesibilidad
propia de su entorno. El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) consecuente con este principio y en
cumplimiento con sus funciones según el artículo 4 de la Ley de Patrimonio Cultural, acoge dicho compromiso y
desde hace varios años plantea proyectos emergentes para la conservación, preservación, restauración y
promoción del patrimonio subacuático que están bajo su custodia.
Ahora bien, aunque comprendemos que estas políticas se llevan a cabo sobre todo para los vestigios del fondo
marino, pero también debemos entender que los ríos, los lagos y hasta incluso los pozos son espacios de
conservación del legado cultural. Cabe indicar que los sitios subacuáticos son frecuentemente más significativos
que los sitios terrestres. Por sus condiciones de conservación (condiciones anaeróbicas) en estos sitios se
preservan mejor los materiales orgánicos y por ende se encuentra una mayor diversidad de vestigios. Como
indica Guerin “Estos sitios constituyen valiosas capsulas del tiempo que guardan imágenes de la vida en épocas
pasadas mediante el acto de inmersión” (2015).
Y es que el tema del patrimonio cultural subacuático es de altísima importancia, ya que actualmente los riesgos
de destrucción son muy altos. Industrias pesqueras (con técnicas de arrastre), cazadores de tesoros,
saqueadores, entre otros, amenazan casi diariamente los vestigios patrimoniales subacuáticos.
En este sentido, es importante coordinar acciones de investigación y mitigación de riesgos no solo entre
instituciones estatales sino también con asociaciones de profesionales de la arqueología subacuática, como
también de protección del ecosistema marino, fluviátil o lacustre; con universidades; con medios de
comunicación y con todo grupo que abogue por la protección del patrimonio subacuático (tanto natural como
cultural). Según datos recientes, el 90% del desarrollo humano ha tenido lugar en territorios que se encuentran
actualmente sumergidos (Guerin, 2015).
BREVE HISTORIA MARÍTIMA DEL ECUADOR
1. Periodo precolombino.
La historia subacuática de los pueblos ancestrales del actual Ecuador tiene por lo menos 6.000 años de
antigüedad, desde que en las sociedades como Valdivia, de pescadores y agricultores, se necesitó buscar en las
profundidades del mar “el manjar de los dioses”. Como indica el arqueólogo ecuatoriano Jorge Marcos:
A la llegada de los europeos a las costas ecuatoriales, existía una fuerte tradición ritual en las culturas
indígenas, que involucró a dos especies de conchas procedentes de la provincia malacológica Panámica-
Pacifica: bivalvos del genero Spondylus y las grandes caracolas del genero (Strombus2005).
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Para el periodo de Integración (400-1.532) las culturas ancestrales de las costas ecuatorianas se distinguían de
aquellas en Mesoamérica o en el Perú. Su poder no recaía en la fuerza militar o de sometimiento, sino en el
control de las rutas de mercancías de bienes suntuarios, y estas rutas eran principalmente marinas. Marcos
expone la siguiente reflexión:
En las costas de lo que hoy es el Ecuador existía una formación estatal muy distinta. Controlaba casi toda
la costa, y se encontraba desde los últimos doscientos años en un proceso de expansión. Su poder
económico y político residía en su condición de mercaderes a larga distancia, y en haber logrado
dominar y articular a cabalidad el variado medioambiente regional. Alcanzando una producción
excedentaria en las planicies y cordilleras de la costa, los Huancavilca fueron dominando el territorio a
través de la redistribución del excedente almacenado. El dominio del mar y de las rutas marítimas, lo
habían alcanzado a través de un largo proceso de más de cuatro mil años de los albores del Periodo
Formativo temprano de la región, en tiempos de la sociedad Valdivia. Fue en esta área de la costa
Ecuatoriana entre el cabo San Lorenzo y la punta de Santa Elena, y en ese tiempo (c.3600-3200 a. C.),
que surgio en esta área un rito propiciatorio de la lluvia, que involucraba la asociación del bivalvo
Spondylus prínceps princeps (Broderip, 1833) con una trompeta hecha entonces de la caracola Strombus
peruvianus (Swainson, 1823), y estos símbolos de los ritos de lluvia y fertilidad fueron adoptados en el
Área Central Andina y luego en toda Andino América y en Mesoamérica (2005, p. 139).
Los viajes transoceánicos fueron fundamentales no solo para el comercio, sino también para el intercambio de
ideas, de personas y de visiones. Los pocos restos arqueológicos que se han encontrado indicarían que los
navegantes de la costa ecuatoriana viajaban en "Balsas" o navíos flotantes con técnica de vela, lo que les permitió
ir muy lejos mar adentro. La “balsa” o madera de balsa (Ochroma Piscatoria) fue la materia prima que permitió
la construcción de embarcaciones (Zevallos, 1986).
El comercio al que hacen referencia los datos históricos debió comprender toda la costa del Pacifico, incluyendo
las estratégicas y sagradas islas como La Plata y Salango, a más de poblados y puertos más alejados,
probablemente desde el norte peruano hasta el sur colombiano. Por ejemplo, en la actual provincia de Manabí,
el sitio de Salango fue el centro de un prominente cacicazgo, cuya población tenía como actividad sobresaliente
el comercio y el intercambio de productos en la costa pacífica, como textiles, orfebrería y principalmente la
concha Spondylus para fines rituales. Como ya fue enunciado, la explotación de las conchas marinas tiene
antecedentes muy antiguos. En Salango, sitio culturalmente multicomponente, esta actividad aparece desde la
época de Valdivia (4.000-1.450 a.n.e), pasando por Machalilla (1.400-700 a.n.e), Chorrera (1.100-200 a.n.e),
Guangala (200 a.n.e-1.150 d.n.e), Bahía (450 a.n.e.-400 d.n.e), hasta la época Manteña (700-1.532) (Norton,
1984).
En el año 1.526 una balsa fue interceptada por el navegante español Bartolomé Ruíz, en la que se transportaban
productos como cerámica negra, chaquira, tejidos, joyas de oro y plata, además los indígenas que se hallaban en
ella estaban ricamente decorados con adornos corporales como narigueras y orejeras, tradición profundamente
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arraigada en estas sociedades, se describe también que este navío era movido por velas de algodón (Porras
Barrenechea, 1967). El cronista Ruiz de Arce también describe las balsas que usaban los indígenas en la época
del contacto europeo:
Los navíos que tienen son de esta manera: juntan diez o doce palos, que los hay en aquella tierra, que
son del arte del corcho, y átanlos con sogas y pónenles sus velas. Y navegan, costa a costa. Llamase esta
provincia Achira y así se llama la señora de ella (Ruiz de Arce, 1543).
Figura 2. Esquema de las artes de navegar de la balsa dibujada por Juan y Ulloa en Guayaquil (Essais sur la
construction navales des peuples extra-europeens, París, 1.841-43)
Figura 3. Balsa en el Puerto de Paita (1669) según dibujo de Spilbergen / Dibujo de una balsa en Guayaquil
original de Juan y Ulloa (1748).
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Otros autores como Jorge Juan y Antonio Ulloa también aportaron con descripciones de este tipo de navío, ya
en épocas más tardías:
Esta embarcación navega y bordea cuando tiene viento contrario, lo mismo que cualquiera de quilla y
va tan segura en la dirección del rumbo que se le quiere dar, que discrepa muy poco de él, esto lo logra
con distinto artificio que el del timón y se reduce a unos tablones de tres o cuatro varas de largo y media
de ancho, que llaman guares, los cuales se acomodan verticalmente en la parte posterior o popa, y en
la parte anterior o proa, entre los palos principales de ella, por cuyo medio y el de ahondar unos en el
agua y sacar alguna cosa otros, consiguen que orse, arriba, vire a bordo, por delante o en redondo y se
mantenga a la capa, según conviene a la faena para el intento. Invención que hasta entonces se había
ignorado en las cultas naciones de Europa (Juan y Ulloa, 1748).
Y es que la balsa tiene un área de expansión que va probablemente desde Esmeraldas o bahía de San Mateo al
Norte, pasando por la isla de la Puná y hasta Tumbez al Sur, región en la que comenzaba a usarse seguramente
por falta de madera adecuada la balsa de juncos o de totora.
El conocimiento de aquel sistema de navegación era considerado de origen mítico por los pueblos de la región,
aunque la atribución puede ser variable. Gutiérrez de Santa Clara relata lo siguiente:
Los indios del pueblo de Palta y Puerto Viejo de Tumbes y de la ínsula de la Apuná y los de toda la marina,
usaban de innumerable tiempo acá y el día de hoy lo usan de unas balsas de madera liviana y seca y de
cañas, con unas velas latinas triangulares y con un timón en la popa. Cuando quieren pescar entran en
ellas y se van por la mar adelante, más de cuatro leguas con las velas tendidas en viniendo el terral 1.--
!. Dicen más: que esta manera de navegar la aprendieron de sus antepasados y que aquellos la
aprendieron de un hombre que había venido por la mar y apostado allí en una balsa con velas como
ahora la usan ellos y que a este hombre llamaron Viracocha (Gutiérrez de Santa Clara, 1905).
Otro dato que se debe tomar en cuenta es que en el mundo aborigen la importancia de las islas es innegable.
Según varios investigadores dicha importancia se basaría en la extracción del guano y en rituales asociados a
sacrificios y/o enterramientos llevados a cabo sobre todo por sociedades propias de la costa ecuatoriana (caso
de la Isla de la Plata, ritual de la Capacocha entre las Culturas Manteña e Inca) y de la costa norte peruana (por
ejemplo, las Culturas Mochica y Chimú, así como por los Incas) (Mac Kay & Arana, 1999).
Es importante señalar que, por ejemplo, existe una leyenda sobre un gran viaje transoceánico realizado por el
Inca Túpac Yupanqui, este viaje legendario (aunque cuestionable) fue reportado por el cronista español Miguel
Cabello de Valboa (1576-1586) quien narra: "Fue en esta marcha y de lo alto de una montaña, dice, que vio por
primera vez al mar, al cual adoró y llamó Mama Cocha o Madre de los Lagos ... " y añade "... que construyó balsas
y se hizo a la mar con sus tropas ..." (Cabello de Valboa, 1951). Otros investigadores, como Silva Santisteban
(1994) y Del Busto (1973 y 2000) basándose en Sarmiento de Gamboa (1572), Martín de Murúa (1616) y en el
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propio Cabello de Valboa, mencionan que Túpac Yupanqui desembarcó en las Islas de Haguachumbi y
Ninachumbi, las cuales serían las Islas Galápagos y, en hipótesis más arriesgadas, algunas de las islas de la
Polinesia como Pascua (Vinapu) y Mangareva o la Isla de Las Perlas en la Bahía de Panamá (Mac Kay & Arana,
1999).
La falta de evidencias arquitectónicas y la carencia de agua dulce llevan a los investigadores a plantear la hipótesis
de que las islas fueron utilizadas en ciclos estacionales, tanto para la extracción del guano como para las
actividades religiosas-ceremoniales, que probablemente estuvieron fuertemente relacionadas. Estos viajes
seguramente dejaron a su vez vestigios que terminaron en el fondo del mar.
Como vemos, estas tradiciones, unidas a las que se refieren al supuesto viaje transpacífico del inca Túpac
Yupanqui, indicarían que este tipo de embarcaciones de origen septentrional se estaban extendiendo hacia el
Sur en la última época de la expansión inca y, hasta el período colonial (Alcina, Alonso, Bouchard & Guinea, 1987).
De acuerdo a fuentes arqueológicas, está demostrado que las rutas de intercambio a larga distancia del spondylus
procedente del actual Ecuador, llegaron hasta Chile por el Sur y México por el norte. Las conexiones de los
indígenas de Manabí con México, lo advirtió a mediados del siglo XX Jacinto Jijón y Caamaño (Jijón y Caamaño,
1957/1997). Es entonces esencial comprender el funcionamiento de las corrientes marinas en que operan en la
zona.
Figura 4. Mapas mostrando la dirección de las corrientes de superficie para el área de estudio (según Alcina,
Alonso, Bouchard & Guinea, 1987).
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Según la figura 4, la navegación de cabotaje en la costa nord-ecuatorial se divide en cuatro períodos de tres
meses cada uno, resultando favorables para la navegación el segundo (marzo, abril y mayo) y el cuarto
(septiembre- octubre y noviembre).
2. Periodo Colonial
Con la conquista europea completada, el mundo americano cambio drásticamente y mucho conocimiento sobre
el mar se perdió, las rutas comerciales prehispánicas cayeron en el olvido y el culto al Spondylus como a las islas
también fue abandonado. No obstante, los navegantes europeos empezaron la ardua tarea de cartografiar los
mares y siguieron a su vez las corrientes marinas que ya habían guiado durante miles de años a los marinos del
Sureste Pacifico. Nuevas rutas comerciales nacieron, esta vez, todas orientadas a transportar los preciosos
tesoros del Nuevo Mundo a las metrópolis del Viejo Continente.
Figura 5. Rutas de la Plata y del Mercurio (según Clara López Beltrán, 2000 y modificado en Chancay, Pacheco,
Castro & Arellano, 2012).
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El antiguo Perú, centro neurálgico del gran imperio andino al que llegaron los europeos, se convirtió a su vez en
el centro de nuevas conquistas, ya no bajo el yugo Inca pero bajo el yugo de la Corono Española. Como indica
Fernández Domingo:
No puede por tanto extrañarnos que la costa pacífica del virreinato del Perú, comprensiva del litoral
peruano y también del viejo reino de Quito, actual República del Ecuador, así como del irredento norte
chileno, que encierra las aspiraciones de una Bolivia mediterránea, iba a ser un enorme banco de
naufragios coloniales; como es fácil deducir y atestiguar por el conocido decurso histórico, en lo que la
Armada de la Mar del Sur respecta (2010).
Y es que las costas del antiguo reino de Quito, constituían el rumbo obligado para las embarcaciones que, desde
el Callao, izaban sus velas hacia el Golfo de Panamá, en el istmo centroamericano. Es conocido que uno de los
sectores más peligrosos para la navegación lo ha sido siempre el golfo de Guayaquil y la península de Santa Elena;
también la Punta de Santa Elena y el estrecho de Jambelí, donde se han producido gran número de naufragios
(Fernandez Domingo, 2010).
Como indica William Gene Seliger:
Casi todos los barcos que navegaban por la Costa del Pacifico eran construidos en los astilleros de
Guayaquil. Huelga decir que cientos de estos buques se encontraron con desastres en su camino al
naufragar en tormentas, chocando con arrecifes, construcción defectuosa y durante batallas con otros
barcos. Los colonizadores recuperaban lo que era posible de estos naufragios, pero muchos eran
inalcanzables o eran rápidamente enterrados por la sedimentación y eran pronto olvidados. Estos
naufragios y los artefactos contenidos en los mismos han yacido olvidados por cientos de años (2009).
Precisamente, frente a las costas de Chanduy, que corresponde a un sector del perfil costanero entre el Golfo de
Guayaquil y la Punta de Santa Helena, se hallaron una serie de objetos, procedentes del naufragio del Galeón
“Jesús María de La Limpia Concepción”, Capitana de la Armada del Mar del Sur que se produjo en 1654.
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Figura 6. Sitio del naufragio de La Capitana (según Chancay, Pacheco, Castro & Arellano, 2012).
El naufragio de La Capitana tuvo como consecuencia la organización de numerosas expediciones e
investigaciones durante más de tres décadas. En el año 1997, el INPC asigna a un primer equipo en calidad de
inspectores para acompañar el proceso de extracción de los objetos de La Capitana, labor que se retomó en el
2000 y continúo entre el 2006 y 2008 (Chancay, Pacheco, Castro & Arellano, 2012).
Otro caso similar que se podría destacar es el naufragio del “Santa Leocadia”, que ocurrió en 1800 al sur de la
Península de Santa Elena. El barco estaba cargado con más de dos millones de pesos en plata que, no obstante,
si pudo ser rescatado en gran parte (Fernandez Domingo, 2010).
Así mismo, en el caso de las Islas Galápagos, en toda la era colonial y hasta en los inicios de la época Republicana,
se tuvo una intensa presencia de embarcaciones en toda el área marítima de las islas. Para resumir rápidamente
la historia marítima de las islas, enunciaremos los siguientes puntos.
En 1535 las islas fueron descubiertas por Fray Tomás de Berlanga, el obispo de Panamá, cuando se encontraba a
la deriva, mientras realizaba un viaje desde Panamá hasta Perú. Por más de un siglo las islas fueron olvidadas.
Durante el siglo XVII piratas y bucaneros ingleses se dieron cuenta de que era un punto de partida ideal entre su
ataque a los puertos españoles a lo largo de la costa de América del Sur. En el año 1744 inició la exploración
española de las islas. Aunque no dieron mucha importancia a las Galápagos en los primeros siglos, los españoles
las exploraron y nombraron a algunas de las islas, conocidas como "los antiguos nombres españoles", pero sin
una clara identificación. Durante el periodo 1788-1860 varios balleneros ingleses descubrieron que las ballenas
migraron a las Islas Galápagos para reproducirse. En 1788, el buque Emilia llegó a Inglaterra con 140 toneladas
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de aceite y 888 pieles de lobo marino. Poco después, el Beaver de Nantucket (EE.UU.) regresó con 1.300
toneladas de aceite de ballena y ese fue el comienzo de una virtual estampida.
Todas estas actividades orientadas al mar dejaron más que seguramente cientos de vestigios que yacen
actualmente debajo del mar. Ahora bien, pese al elevado número de naufragios ocurridos, se percibe aun un
desinterés manifiesto al rescate y comprensión de estos hitos patrimoniales.
3. Época Republicana y moderna
La independencia y la transformación hacia la actual República del Ecuador ciertamente marcaron cambios
políticos. Sin embargo, en materia de lazos comerciales y de rutas marítimas solo se reforzaron las relaciones ya
establecidas (neocolonialismo) y se incrementó la incidencia de embarcaciones en el territorio marítimo
ecuatoriano.
Pese que este periodo en si no representa un interés patrimonial evidente, se puede rescatar alguno que otro
hecho histórico que da un valor patrimonial a embarcaciones u objetos que se encuentran actualmente en el
lecho marino.
Por ejemplo, es el caso del Buque Alajuela, que durante la Revolución Liberal luchó del lado alfarista en la batalla
de Balsamaragua, el 6 de diciembre de 1884. Finalmente, esta batalla fue una derrota para los liberales y el buque
fue incendiado y abandonado por el mismo líder liberal, Eloy Alfaro. Hoy en día se han recuperado ciertos
fragmentos del buque, pero la mayoría de la embarcación sigue reposando en el fondo del mar.
Otro caso importante es el de la presencia del ejército de EEUU en la Isla Baltra, en el archipiélago de las
Galápagos. Estados Unidos consideró a las Galápagos esencial para la vigilancia del Canal de Panamá. En marzo
de 1942, las operaciones en la base comenzaron, los EE.UU construyeron tres pistas de aterrizaje, los infantes de
marina tenían su centro en la cercana “Caleta Eolian" y se construyó un muelle con rampas de deslizamiento
sobre el agua, formando una base que podría albergar hasta seis mil hombres. Al momento del abandono de la
base, cientos de objetos así como vehículos fueron enviados al mar. Desde entonces en las profundidades de la
Isla de Baltra se encuentran los vestigios de este episodio histórico.
Figura 7. Islas Galápagos, Base Beta en la Isla de Baltra durante la II Guerra Mundial y restos en el lecho marino
después de su abandono.
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PROYECTOS DE INVESTIGACIÓN INPC
1. Diagnóstico del patrimonio subacuático de Manabí
En el año 2011 se realizaron una serie de investigaciones con relación al patrimonio cultural subacuático que se
encuentran frente a las costas de la provincia de Manabí. Durante estas investigaciones se procedió a recopilar
los datos históricos de los sucesos marítimos ocurridos en las costas de la actual provincia de Manabí, se
registraron y georreferenciaron todas los elementos de arquitectura naval de la provincia (faros, muelles, etc…),
se inspeccionó la zona donde se encontraría un posible naufragio frente a las costas de Salango-Puerto Lopez, se
realizaron talleres de socialización sobre la protección y conservación del patrimonio cultural subacuático y se
creó un Comité de Gestión para la protección del patrimonio cultural subacuático (la idea era crear una escuela
de buzos) (Suárez, 2011).
Durante estas investigaciones también se consideró hacer prospecciones arqueológicas en la zona donde
naufragó en Buque Alajuela, es decir en el área de Balsamaragua. Durante la prospección se cubrió un área total
de 12 ha (120 672 m2 para ser exactos), a unos 300 metros mar adentro desde la línea de costa (Chancay, Sánchez
& Suárez, 2011). El resultado de esta investigación fue la localización del naufragio y la recuperación de 9
artefactos ferrosos provenientes de la estructura del buque.
Figura 8. Esquema explicativo de ubicación de los sitios involucrados en la investigación y del posible lugar
donde se desarrolló la Batalla Naval de Jaramijó (Suárez, 2011).
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2. El caso de Ligüiqui: pesca pasiva y paleo-ambiente.
Ligüiqui corresponde a un sitio arqueológico ubicado en el cantón Manta (provincia de Manabí). En este
yacimiento, cuya filiación predominante es la cultura Manteño-Huancavilca (500–1532 d. C.), se conserva un
conjunto de corrales marinos, asociados a métodos de pesca pasiva, de origen prehispánico. Los resultados del
proyecto Arqueología y cambio climático en Ligüiqui, sugieren una larga ocupación del sitio y la explotación
igualmente prolongada de sus corrales. Las evidencias recuperadas indican el accionar de una industria pesquera
de gran variedad y magnitud, nunca antes reportada en el Ecuador. El uso contemporáneo de los corrales, a
manos de los comuneros de Ligüiqui, convierten a esta actividad en una verdadera tradición ancestral que, como
mínimo, se remontaría a época Manteña, reafirmando la misma como un proceso de longue durée de
importantes connotaciones antropológicas. En dicho escenario, la ocurrencia cíclica de fenómenos naturales,
como episodios de El Niño-Oscilación del Sur, terremotos, erupciones volcánicas y tsunamis, se presenta como
fuente fiable para la interpretación del paleo-ecosistema y las dinámicas de ocupación humana del lugar. El
elemento que mejor parece atestiguar el cambio climático, lo constituyen las transformaciones de la línea
costera y su directa relación con los corrales de Ligüiqui: éstos sólo pueden observarse en su primera batería de
emplazamientos, con la llegada de las mareas bajas, aspecto que cabe ser interpretado como un claro indicador
de las variaciones en el nivel del mar (Labrada & Jijón, 2017). Cabe indicar que según los moradores del sitio
(esencialmente pescadores), existirían hasta 50-60 m hacia el mar más corrales marinos que actualmente están
permanentemente debajo del mar. Su investigación seria fundamental para comprender la dinámica costera y
climática de la región.
Figura 9. Corrales marinos en Ligüiqui, Manabí (según Área de Arqueología-INPC DR4).
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EVENTOS REALIZADOS POR EL INPC
1. Primer Seminario Internacional de Arqueología Subacuática
Figura 10. Seminario Internacional de Arqueología Subacuática en el 2012.
Organizado por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, INPC, se realizó del 24 al 26 de octubre de 2012, en
la ciudad de Manta, provincia de Manabí, el Primer Seminario Internacional de Arqueología Subacuática
Enfoques y Perspectivas. El encuentro tuvo como objetivo conocer y debatir metodologías e instrumentos de
investigación científica subacuática para el registro, prospección y conservación de este importante patrimonio
a fin de fortalecer acciones tendientes a su preservación.
En este importante encuentro se contó con la participación de ocho expositores internacionales: Xavier Nieto
(España), Pedro Pujante (Chile), Juan José Ortiz (Puerto Rico), Laura Carrillo (México), Dolores Elkin (Argentina),
María Catalina García (Colombia), Tatiana Villegas (UNESCO), Martín Andrade (Colombia), así como con los
nacionales Jorge Marcos, Natalia Hallo, Alden Yépez, José Echeverría, Carlos Pacheco y José Chancay.
2. Exposicion Hallazgos de naufragios – Siglo XVII: Macuquinas y otros objetos
El lunes 18 de julio de 2016, en la Casa Calderón del Barrio Las Peñas, la Regional 5 del Instituto Nacional de
Patrimonio Cultural, se realizó la inauguración de la exposición “Hallazgos de naufragios siglo XVII: macuquinas
y otros objetos”, Patrimonio Cultural Subacuático.
En este evento participó el técnico de la regional 5 del INPC, José Chancay quien dictó la ponencia: “Arqueología
subacuática y su historia”, también fue parte de los expositores Sofía Ochoa, consultora del proyecto de
intervención de bienes de procedencia subacuática, con el tema “Conservación y preservación de las
macuquinas”; con estas charlas se dio a conocer el contenido de la muestra, su importancia y significación en el
rescate del patrimonio subacuático ecuatoriano.
Este programa contó con la participación musical de Gustavo Arregui, estudiante de la Escuela de Artes Sonoras
de la Universidad de las Artes; además se hizo la entrega a los asistentes el libro “Las Macuquinas: monedas
coloniales”, una investigación realizada por la Regional 5 del INPC en el 2012.
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Entre los elementos que fueron exhibidos en la exposición estaban las macuquinas, monedas coloniales de plata,
recuperadas del galeón “La Capitana”, embarcación construida en los astilleros de Guayaquil, que naufragó en
1654 en el mar territorial ecuatoriano, cerca de las costas de Chanduy. Gran parte de estos bienes numismáticos
fueron conservados e intervenidos por un equipo técnico del INPC Regional 5. Además de las macuquinas,
también se mostraron un lingote de plata, un crucifijo de oro, balas de cañón, entre otros elementos encontrados
en varios naufragios de aquella época.
Figura 11. Exposición “Hallazgos de naufragios-siglo XVII: macuquinas y otros objetos.
LA ASOCIACIÓN IBIS Y EL INPC, ¿HACIA UN CONVENIO FRANCO-ECUATORIANO?
Creada en 2002 en Agde (Hérault, Francia) por Christian Tourrette, quien vivió durante varios años en el Ecuador,
la Asociación IBIS ha ejecutado más de 15 misiones de arqueología subacuática. Desde al año 2016 se ha
mantenido el contacto con esta asociación para viabilizar un proyecto de arqueología subacuática para el
Ecuador. Durante nuestras conversaciones, el arqueólogo Christian Tourrette expresó que desarrolló una
sensibilidad muy particular hacia el Ecuador y que se quedó con la idea de poder emprender un proyecto entre
el Ecuador y Francia. Nosotros desde el Ecuador, desde el INPC y personalmente, nos adherimos también en
intentar desarrollar un proyecto de cooperación entre estos dos países sobre la temática de la arqueología
subacuática. La idea general seria formar a los arqueólogos ecuatorianos en las técnicas arqueológicas para la
investigación en el medio acuático.
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PERSPECTIVAS PARA LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA SUBACUÁTICA EN EL ECUADOR
1/ Formación de un equipo de arqueólogos ecuatorianos en la ciencia de la arqueología subacuática.
2/ Estudio de las rutas marítimas prehispánicas. Establecer cuáles fueron las rutas de intercambio
ancestrales y localizar posibles naufragios precolombinos.
3/ Localizar vestigios subacuáticos de origen prehispánico. En visto de la realidad geológica del litoral
ecuatoriano (hundimientos y alzamientos de la plataforma terrestre) y de los cambios del nivel del mar,
es posible que estructuras de todo tipo se encuentren sumergidas bajo el mar.
4/ Investigación de naufragios desde la época colonial (galeones, piratas, balleneros, exploradores, etc…)
5/ Desarrollar un programa de antropología marítima en las costas ecuatorianas orientado a la
salvaguardia de los saberes ancestrales y técnicas de pesca heredados de época prehispánica.
6/ Estudios de paleo-paisajes: cambios naturales y/o antrópicos en el litoral.
CONCLUSIONES
Como objetivo final, a largo plazo, y luego de que se concreten los primeros pasos, se debería llegar a la creación
de un Centro de Arqueología Subacuática para el litoral (continental e insular) ecuatoriano para agrupar todas
las actividades antes mencionadas y establecer los protocolos y mecanismos de actuación para la protección y
conservación del patrimonio subacuático del Ecuador. Este centro estaría bajo la rectoría del INPC y serviría como
enlace con otros centros de investigación y entidades académicas interesadas en la investigación del patrimonio
subacuático.
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