Alicia-Poderti Historia de La Lit Del Noa

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    Primera Edicion: Salta, La Narrativa del Noroeste Argentino. Historia SocioCultural. Consejo de Investigacin Universidad Nacional de Salta, 2000.

    Alicia Poderti.. ISBN 987-99460-3-0.

    (Tesis Doctoral, defendida en la UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO,

    FACULTAD DE FILOSOFA Y LETRAS, setiembre de 1998).

    HI STORIA DE LA LI TERATURA

    DEL NOROESTE ARGENTINO

    Desde la Coloni a hasta fi nes del siglo XX

    ALICIA E. PODERTI

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    NDICE

    PRELIMINARES

    I. CONTORNOS DE UNA HISTORIA SOCIO-CULTURAL

    I.1. Alcances contemporneos del trmino literaturaI.2. Regiones literarias y regiones histricasI.3. El noroeste argentino como regin histricaI.4. Saberes histricos y ficcionalesI.5. Las historias literariasI.6. Periodizacin

    II. FUNDACIN

    II.1. La regin del Tucumn

    II.2. Prcticas escriturales

    II.2.1. Prctica poltico-religiosaII.2.2. Prctica jurdico-notarial

    II.2.3. Prctica literaria cannica

    II.3. Textos coloniales y literatura germinal

    II.4. Leyendas del Tucumn Colonial

    II.4.1. Consideraciones en torno a la literatura oral

    II.4.1.a. Oralidad y escrituraII.4.1.b. Historia/Leyenda

    II.4.2. Relatos orales y pensamiento andino

    II.4.2.a. El Rey Inca: la justicia vuelveII.42.b. La sepultada Esteco: los signos eternosII.4.2.c. San Francisco Solano y su violnII.4.2.d. San Ramn de la Nueva Orn: ciudad de campanas misteriosas

    II.4.3. Memoria y verdad

    III. CONSTRUCCIN

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    III.1. Fractura del pensamiento colonial

    III.2. El ethos nacional y el proyecto literario nacional

    III.3. La aparicin de la novela y el relato de la gesta antirrosista

    III.3.1. ProcedenciasIII.3.2. Configuraciones narrativas: el folletnIII.3.3. Novela y contracultura

    III.4. Las mujeres y el imaginario nacional

    III.5. Los hombres del '80

    III.6. La prensa y el NOA en el siglo XIX

    III.7. Fisonomas

    III.7.1. DesiertoIII.7.2. Inmigracin

    IV. REGIN, GLOBALIZACIN

    IV.1. La Argentina y el Noroeste (1900-1930)

    IV.2. Los intrpretes de la cultura nacional

    IV.3. Modernismo, "regionalismo"

    IV.4. Ni Florida, ni Boedo

    IV.5. "La Carpa" y la renovacin del discurso cultural de la regin

    IV.6. Diseos regionales

    IV.7. Trayecto: hacia la globalizacin

    V. FRAGMENTOS DEL PAS INTERIOR

    V.1. Facetas convergentes

    V.2. La escenificacin de la Historia

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    V.2.1. Gemes en el ddalo de la ficcinV.2.4. Voz y documentoV.2.3. Los rostros de la historia reciente

    V.3. Escritura femenina: espacio de rebelin

    V.3.1. Mujeres X mujeresV.3.1. Gramtica femenina

    V.4. Incisiones

    V.4.1. Gauchos malos y domesticadosV.4.2. Fronteras y orillasV.4.3. Trenes, andenes, tajos y caminosV.4.4. Los sabores andinos

    V.4.5. El viaje y la regin de la utopa

    VI. BALANCES, COORDENADAS, UMBRALES

    VI.1. Compases neoculturales

    VI.2. Heterogeneidad y multiculturalismo

    VI.3. La escritura como sntoma

    VI.4. Virtualidades, frmulas y lectores: otros lenguajes

    VI.5. La narracin en la encrucijada de los gneros literarios

    VI.6. Mujeres y escritura de provincias

    VI.7. Literatura e identidad cultural

    BIBLIOGRAFA1. Aproximacin bibliogrfica a la produccin narrativa del noroeste argentino hastafines del siglo XX:

    1.1. Libros y publicaciones varias1.2. Antologas y compilaciones

    2. rea literaria

    2.1. Estudios Crticos

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    2.2. Literatura (general)

    2.3. Sobre literatura del NOA

    2.4. Historias literarias y estudios panormicos

    3. rea de Ciencias Sociales y Humanas

    4. Sobre gnero y literatura femenina del NOA

    5. Publicaciones documentales (Colonia)

    5.1. Fuentes ditas5.2. Fuentes inditas (manuscritos)

    6. Diccionarios

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    PRELIMINARES

    "Y toca a cada pas o regin sacar de una vez elproblema de este plano de generalidades queconstituyen ya un lugar comn de las

    perspectivas tericas, y aplicarse a unainvestigacin concreta de la experiencia local,desde los diversos ngulos que sugiere latetrasecular y movimentada vicisitud histrica

    aparejada al destino americano."BERNARDO CANAL FEIJO

    La intencin de dar cuenta, desde el campo de los estudios crticos e historiogrficos,de la produccin literaria de la regin del noroeste argentino, supone iniciar uncomplejo proceso de organizacin del sistema literario de una cultura especfica.Implica, a la vez, interconectar dos variables culturales en continua relacin: la historiay la literatura, desentraando las diferentes versiones de la historia que aparecen en lostextos y componiendo una "literatura de la historia", en la medida en que la escrituraliteraria se presenta como tematizacin de la historia, como problematizacin de ella.La literatura, como manifestara Mijail Bajtn, es una parte inarrancable de la historia dela cultura y no puede ser comprendida fuera del contexto global de una poca dada y enla ruptura cronolgica que implica que "las grandes obras literarias son preparadasdurante siglos" (1982: 107).

    La idea de efectuar una historia literaria regional de la literatura del noroeste argentinono ha trascendido ms all de intentos aislados. La historia de la literaturalatinoamericana ser enriquecida en la medida en que se sustancie el aporte que pueda

    verificarse desde la microhistoria de las literaturas regionales, en lo que respecta alesclarecimiento de sus problemticas centrales. De este modo se integra al proceso dela historia literaria latinoamericana una literatura argentina que opera desde una de susreas de pertenencia -la regin del NOA-.

    Siguiendo la lnea narrativa como directriz (sin abandonar por ello los otras

    variedades literarias pues tengamos en cuenta que nuestro planteo bsico contemplauna hibridacin y la imposibilidad de referirnos a gneros cannicos) recorreremos la

    lietaraura del NOA, que es la literatura del pas interior y tambin de la gran Argentina,desde la Colonia hasta el final del siglo XX.

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    Algunos de los temas planteados en el primer captulo de esta investigacin despejarnese ncleo de problemas, partiendo de la idea de que la escritura de una historialiteraria supone tambin el esclarecimiento de cuestiones tales como lareconceptualizacin del trmino "literatura", la revisin de los criterios con los que unaliteratura se extiende en el devenir histrico y la imposibilidad de considerar la

    produccin literaria separada de la sociedad y la cultura que la generan.

    La lectura de una literatura denominada regional, en las investigaciones actuales, sefundamenta en la observacin de los registros culturales que participan en cada texto,registros que estn en ntima relacin con las referencias geogrficas, histricas ysociales que conforman un discurso diferenciado. De este modo, la literatura argentinase desarrolla en dos vas: por un lado, los textos literarios que funcionanreferencialmente en la Capital Federal en tanto cosmpolis central y centrfuga del

    pas, y por el otro, aquellos cuya circulacin cultural remite a las diversas regiones ensus particularidades sociales (Heredia, 1994: 11).

    Los textos literarios del segundo grupo quedan automticamente incluidos en lacategora de lo regional, que comprende derivaciones tales como el nativismo, ellocalismo y el costumbrismo. Todas estas variantes refuerzan la idea de que loslenguajes literarios se constituyen geoculturalmente1. Pues "si en geografa se puedetrazar un mapa desde un ngulo cientfico y vivir en cambio cotidianamente en otro

    pas" (Cfr. Kusch, 1977: 19), el discurso literario est interpenetrado por esesubjetivante dibujo de la realidad que esquematiza su centro y su periferia a partir deuna mirada que redistribuye los espacios. Esa reubicacin es posible a travs delconocimiento emprico del mbito en el que se mueven los deseos y pensamientos delhombre.

    La literatura, como produccin cultural de carcter social, es el conjunto de textosorales y escritos a travs de los que se elabora la visin comunitaria del mundo. Estaelaboracin puede ser colectiva, individual y an annima, pero aunque sea un

    producto individual transparenta la concepcin de la sociedad y de la cultura desde laque el escritor escribe. La literatura y la historia operan as como realidadescomplementarias, por cuanto los usos culturales pasan hacia la produccin literaria yviceversa. Los elementos sociales, antropolgicos y lingsticos entran en combinacincon los elementos puramente estticos (Palermo, 1996: 1). Al mismo tiempo, lostextos literarios no existen como fenmenos aislados, sino que se ligan a otros textos

    pasados o contemporneos, de una misma cultura o de diferentes culturas, generando

    una forma de intertextualidad en la que los diferentes sistemas literarios entran encontacto. Si los textos ledos en forma aislada no constituyen una literatura, para poderreferirnos a una "literatura del noroeste argentino" se hace indispensable reconocer larelacin que existe entre ellos. Este entramado textual responde a dos direccioNEs: una

    1 Para Rodolfo Kusch: "Cultura no es solo el acervo espiritual que el grupo brinda a cada uno y que

    es aportado por la tradicin, sino que adems es el baluarte simblico en el cual uno se refugiapara defender la significacin de su existencia. (...) A nivel metodolgico cabe considerarentonces, desde un punto de vista geocultural, que existen unidades estructurales que apelmazan lo

    geogrfico y lo cultural constituyendo una totalidad difcil de penetrar, a no ser que la mismaunidad proporcione los medios para hacerlo" (Kusch, 1976: 5-6).

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    horizontal (el momento socio-cultural en el que se producen los textos y lascaractersticas comunes entre ellos) y una direccin vertical (las transformaciones queel conjunto de esos textos producen a travs del tiempo).

    La nocin de "sistema" permite explicar el hecho literario como un tejido de textos

    generados por una sociedad y una cultura particular. En este sentido, las relacionesentre sistemas literarios son decisivas en la conformacin de una literatura como la del

    NOA. Las coordenadas que en ella confluyen son resultado de los procesos socio-culturales del conglomerado cultural latinoamericano, por lo que se vuelveimprescindible detectar las vinculaciones y los lmites entre literaturas continentales,nacionales y regionales (Cfr. Pizarro, et. al., 1985).

    Las cuestiones abordadas en esta investigacin nos han permitido reorientar algunosprincipios de la historiografa literaria, con el fin de delimitar la pertenencia cultural dela produccin literaria del noroeste argentino dentro de una perspectiva histrica ysocio-cultural; comprobando si los discursos de los textos literarios acompaan a las

    transformaciones de las estructuras socio-culturales o instalan un imaginario socialdiferente; reconociendo los principales cdigos histricos de cada poca para discernirla "literaturidad" de los textos y su clasificacin dentro de los campos esttico y socio-cultural.

    Centraremos nuestra lectura en la lnea de la narrativa pero nuestro enfoque no puedeignorar que la nocin de gnero impone aproximaciones fragmentarias del textoliterario. El tema de la revisin y desarticulacin de la teora clsica de los gneros yaha sido explorado por crticos y filsofos a travs del tiempo, encontrando un puntoclave a principios del siglo XX con Benedetto Croce, y nutrindose actualmente conlas propuestas generadas por el anlisis del discurso, la sociocrtica canadiense y lateora bajtiniana. Esta perspectiva de redefinicin de los gneros literarios que iremosdelineando en cada uno de los captulos, intenta superar las clasificacionestaxonmicas, teniendo en cuenta la organizacin de los elementos dominantes y lasestrategias discursivas que se ponen en juego en cada texto, la relacin con los otrostextos de su serie y las caractersticas del entretejido social y discursivo en el que segeneran.

    En lo que respecta al mbito cronolgico se focalizar la produccin narrativa del sigloXX, partiendo del panorama gestado en los siglos anteriores. Se entiende el procesotemporal como un movimiento en el que los cdigos histricos y socio-culturales del

    perodo fundacional-colonial del Tucumn constituyen las matrices que permitirnconsiderar los momentos de cambio, de interaccin, de conservacin y detransformaciones dentro de la produccin posterior. La comprobacin de estastextualidades operando en la narrativa contempornea tiende a despejar la transposicinesttica de los modelos del discurso colonial que ha pulsado gran parte de la

    produccin literaria hispanoamericana. Al mismo tiempo, la intertextualizacin de laproduccin de siglos pasados en la literatura contempornea del noroeste argentino,instala un concepto de historicidad que se presenta como la puesta en marcha de la"memoria cultural", a travs de la reinstalacin de formas escritas y orales en lanarrativa del siglo XX. As, los textos literarios y los autores no sern ledos deacuerdo a un sistema de periodizacin que los adscriba exclusivamente a la poca en la

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    que fueron escritos -sus condiciones de produccin- sino a partir de la recepcin que deestos textos se ha hecho, reconociendo los principales cdigos de cada momentohistrico que se re-producen y re-presentan en las textualidades literarias.

    Nuestra propuesta, que no agota las posibilidades del sistema literario del noroeste

    argentino -inserto en el proceso de intercambios con los otros sistemas culturales-,propone una va de ordenamiento y sistematizacin de los procesos literarios de estazona. La unidad y multiplicidad cultural latinoamericanas constituyen dos itinerarioscomplementarios para penetrar en la imagen histrico-literaria de la regin del

    Noroeste argentino.

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    I. CONTORNOSDE UNA HISTORIA SOCIO-CULTURAL

    ..."Las literaturas regionales corresponden a unsegundo nivel de articulacin con respecto a lossistemas literarios nacionales, pero en si mismastienen tambin naturaleza orgnica y seinstauran igualmente mediante un tramado decontradicciones. En las regiones ms integradas

    sus literaturas no representan ms que unaescala menor de la problemtica propia de lasliteraturas nacionales."

    ANTONIO CORNEJO POLAR

    I.1.ALCANCES CONTEM PORNEOS DEL TRMINO "LITERATURA" .Uno de los problemas ms focalizados por la indagacin terica actual es el que gira entorno al esclarecimiento de lo que es y no es literatura. Este replanteo de la nocin,inserto en la encrucijada de los discursos sociales, obliga al constante cotejo entre lastextualidades pertenecientes al sistema erudito y a los otros sistemas participantes en el

    proceso de produccin.

    La dificultad de establecer categoras universales en el eje diferenciador de estosmbitos se advierte en un movimiento de reconceptualizacin que propulsa modelosalternativos de ruptura con los modelos tericos europeos, aqullos que intentanconstituir el campo de lo literario a partir de su lugar de enunciacin2, fijando el centroen un sistema que relega al terreno perifrico a los universos textuales de otros sistemasculturales.

    En este ritmo de confrontaciones se incluye el planteo de Alfonso Reyes, quien

    entiende que, en algunos casos, no hay literatura en pureza sino literatura aplicada aasuntos ajenos, literatura como servicio o ancilar. La "literatura en pureza" seidentifica, en este concepto, con el lquido, con la esencia pura o sustantiva que semanifiesta en el drama, la novela o el poema, y en la cual "la expresin agota en s

    2 Desde la perspectiva de la construccin lingstica de un texto, es preciso distinguir los conceptos

    de "enunciado" y "enunciacin": en el proceso de la enunciacin el sujeto o hablante aparece comoel que est pronunciando un discurso (ocasionalmente a un destinatario), es decir, una serie deenunciados caracterizados por connotadores emotivos, valorativos, modalizantes, etc. Siguiendo aGreims y Courts, se considerar sujeto de la enunciacin al eje sintctico entre sujeto yantisujeto. El conjunto de elementos que dependen de la enunciacin de un texto tiene sentido en smismo, pese a su carcter fragmentario y disperso (1991).

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    mismo su objeto". Por otra parte, Reyes considera como "literatura aplicada a asuntosajenos"al depsito de distintas mezclas, representado en formas consideradas ancilaresa la literatura. Existe, para Reyes, la "historia con aderezo retrico", la "ciencia en

    forma amena", la "filosofa en bombonera". En todos estos ejemplos "la expresinliteraria sirve de vehculo a un contenido y a un fin no literario" (en Fernndez

    Retamar, 1975).

    Para Jurij Tinianov (1968) las definiciones estticas y fijas son superadas por unaevolucin que revela la incertidumbre acerca de los lmites de la literatura, de su

    periferia y su zona de frontera y hasta incluso de su propio centro. En estedesdibujamiento, lo central puede volverse marginal, y viceversa, mientras los signosde cada sistema literario tienden a extrapolarse:

    ...la existencia de un hecho como "hecho literario" (...) depende de su funcin.Lo que es "hecho literario" para una poca ser un fenmeno lingsticoperteneciente a la vida social para otra, e inversamente (...). As, por ejemplo,

    una carta a un amigo de Dervajin es un hecho de la vida social; pero, en lapoca de Karamzim y de Pushkin, esa misma carta amistosa es un hecholiterario. Las memorias y los diarios tienen un carcter literario en un sistemaliterario, y, a su vez, muestran un carcter extraliterario en otro (en Lotman,1972).

    Segn Fernndez Retamar, la lnea central de la literatura, en Latinoamrica, parecieraser justamente la amulatada, la hbrida, la "ancilar", mientras la lnea marginal seidentifica con la purista, la estricta o cannicamente literaria. El predominio de losgneros considerados ancilares, como las crnicas, los discursos, artculos, memorias,diarios, y algunas formas sociogrficas, hace empalidecer a los otros gneros,supuestamente centrales (Fernndez Retamar, 1975).

    La problemtica de textualidades como las indgenas, de las que, en muchos casos,solamente conservamos restos orales, indica que existen manifestaciones discursivasque no se pueden mensurar con los mismos criterios que se aplican a un texto deescritura alfabtica. La capacidad de los textos desborda aqu lo tradicionalmenteliterario para dejar lugar a una combinatoria de sistemas lgico discursivos (Cfr.Lienhard, 1992). Estas ideas pisan terreno frtil cuando preguntamos a la literaturahispanoamericana acerca de su produccin literaria. La escritura de la fundacin y laColonia de Amrica ya se inserta dentro de un sistema literario en el cual el proceso

    documentador del encuentro de culturas ingiere formas lingsticas, poticas, orales yescritas, para testificar mejor el asombro ante el mundo y la compleja problemtica quesurge de las relaciones entre dominadores y dominados. El discurso de la Colonia es lamanera de decir el "cmo" el europeo ve a Amrica, con sus propios instrumentos deorganizacin de la cultura:

    ...la formacin de la imagen de Amrica, con las dos lneas, como informaciny como transfiguracin. Esta formacin de la imagen de Amrica, que de ciertamanera es, en el fondo la apropiacin de la tierra por el espritu, se expresa

    sobre todo en la prosa: crnicas, informes, relatorio, cartas, correspondenciade capitanes generales, etc. En segundo lugar yo hablara de la transferencia

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    de las formas literarias europeas -el teatro, el poema pico, el poemanarrativo, la lrica- en donde encontraramos otras dos lneas: como

    prolongacin o como continuidad de esas formas y como alteracin o ruptura,como modificacin (Cndido, 1985: 31).

    La literatura, para Beatriz Sarlo, "es lo que una sociedad acepta como tal". Esnecesario describir el funcionamiento diferenciado de estas textualidades en cada unade las formaciones sociales. En el perodo colonial, la literatura -contenida en formasno cannicas desde el punto de vista tradicional- fue de fundamental importancia, entanto haca circular los valores religiosos, polticos e histricos bajo la forma de valoresestticos. La literatura fue refuerzo de la colonizacin, y vehiculiz la ocupacinimaginaria de la realidad (en Cndido, 1985: 31).

    En el cmulo de operaciones literarias generado en cada texto es posible detectar lapresencia de rasgos que pueden sintetizarse en un grupo ms o menos constante demarcas discursivas:

    - Los principios de formacin discursiva del texto ficcional o artstico radicanen la "actitud hacia el mensaje" contenida en el discurso, aspecto que ha sidodilucidado por Roman Jakobson (1975). Si el mensaje se considera

    primordialmente una ocasin para expresar una condicin emocional delhablante del discurso, o para suscitar una actitud en el receptor, entonces eldiscurso habr de valorarse menos en relacin a su claridad o su valor de verdadcon respecto a su referente, y ms en cuanto a su fuerza performativa. Laactitud que los sujetos productores asumen ante la escritura determina lanaturaleza de un tipo textual y el grado de mixtura de los cnones artsticos conlos informativos y/o cientficos (Cfr. White, 1992: 57).

    - En lo que respecta al volumen informacional, los textos artsticos transmitenmucha ms informacin que los textos cientficos, al disponer de ms cdigos yms niveles de codificacin. La complejidad de la estructura es directamente

    proporcional a la diversidad. Los textos literarios poseen la capacidad deconcentrar un enorme caudal de informacin en la superficie de un texto

    pequeo (Lotman, 1982: 21).

    - La expresin que vehiculiza la literatura supone el uso de un lenguajeespecial, el cual se superpone sobre la lengua natural como un sistema

    secundario (Lotman, 1982). La praxis de lo sobreescrito se ejercita toda vez quelos signos del texto artstico se presentan prescindiendo de su carcterconvencional, para resemantizarse a partir de las reglas generadas en cadamomento de reconocimiento. En el proceso de circulacin se opera unaconversin o transcodificacin del texto, en la medida en que el receptor intenta

    percibirlo de acuerdo a los cnones vigentes en su cultura y en su poca. Eltexto artstico puede considerarse as como "un texto repetidamente codificado"(Lotman, 1982: 82).

    -El carcter anafrico del texto literario: la anfora atraviesa y designa espaciosajenos a la superficie lingstica pronunciada o recopiada. De esta manera, la

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    lengua (lo que se dice) se vincula a lo que est fuera de la lengua, pero que nopuede pensarse ms que a travs de la lengua (lo que no se dice). No es lotrazado (si se considera como "escrito" el trazado visual de lo descrito), "es el

    salto de lo trazado hacia, sobre, a travs". El carcter anafrico essuprasegmental, como el vaco que une a un pronombre demostrativo con el

    objeto mostrado, a una proposicin incisa en la frase compleja, a la lengua conlo que se practica a travs de ella. A travs de la anfora, la variable hace surgir,en el texto escrito, los textos ausentes: la poltica, la economa, los mitos(Kristeva, 1981: 106).

    - En ltima instancia, la posibilidad de "funcionamiento" de un texto cualquieracomo texto artstico, depender no tanto de la instancia de produccin, sino ms

    bien de la recepcin (Cfr. Vern, 1987). En la reconstruccin operada por ellector, ste impone su modelo del mundo y su modo de entender la estructurade la realidad. El texto codificado por el sujeto de la produccin se encuentrainmerso en un tejido de relaciones extra e intertextuales que crean un cdigo

    complejo, a partir del cual es posible descifrar la informacin encerrada en l.

    - La escritura literaria centra sus bsquedas en el otro y en lo otro. Para ir a suencuentro hace vlida cualquier manipulacin del instrumento lingstico:modifica la lengua, tensa o distiende los vocablos, puebla de blancos laescritura. Esos espacios, elipsis y cesuras, son diferentes modos de expresar unaimposibilidad de comunicacin. En esos lugares podra insertarse -y de hecholo hace- la voz del otro. La alteridad entrando y saliendo de la escritura es unamarca literaria, en tanto la lengua absorbe el habla del otro -su imaginario- y lodescribe como desmesura y como transgresin de su propio mundo.

    Afirmar el carcter literario de un texto implica considerar no tanto la intencionalidadde "hacer literatura", sino despejar un cambio epistemolgico en el cual se consolida lahistoria literaria y se recuperan del pasado aquellos textos que "muestran", desde la

    perspectiva de la recepcin, ciertas propiedades literarias (Cfr. Poderti, 1994).

    Como lo comprobaremos en los captulos siguientes, esa historiografa textual permitereconstruir la conformacin de un canon legitimatorio de textos literarios, articulando yejerciendo un proceso de revalorizacin colectiva. Se intenta as superar lacanonizacin esttica entre literatura y no literatura, ampliando el corpus de lo literariohacia lo usualmente calificado como subliteratura (Cfr. Rincn, 1978).

    I.2.REGIONES LI TERARIAS Y REGIONES HI STRICAS

    "No son pocos los tentados a desentenderse delasunto bajo el sobreentendimiento de que lonacional es todo lo que se sita o procede de LaCapital, y regional todo lo que se sita o procedede las provincias. Reflejo de la mentalidad"constitucional" (...) Sera, pues, necesariocomenzar de nuevo por las definiciones bsicas

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    (...) lo que obliga a comenzar, como requisitoindispensable para el entendimiento del conceptoargentino de "literatura regional", por pensardesde luego en qu es la literatura y susrelaciones necesarias con la realidad; o sea, en

    definitiva, su funcin y misin en la sociedad quele atae al escritor."

    BERNARDO CANAL FEIJO

    La reconceptualizacin del trmino literatura est unida al replanteo del concepto deregin, en la medida en que la distribucin de los diferentes espacios o sistemas"regionales", van modelando los rasgos que hacen "literario" a un texto. Las

    condiciones de produccin y circulacin de los discursos sociales reinsertan los textosen un medio que es, al mismo tiempo, conjuncin y pugna de espacios y regiones.

    La relacin literatura-regin se hace palpable en el complejo juego de combinatoriasespacio temporales que determinan la emergencia del hecho esttico en una sociedad.La regin del NOA, como zona fronteriza entre las regiones andina y rioplatense,conserva un vnculo de doble pertenencia cultural. De all que todas las cuestionesrelacionadas con las particularidades lingsticas de las comunidades andinas tambin

    producen un modelo regional que deriva en la sobreinscripcin del concepto de reginsobre el de literatura.

    Esa regin se juega en los textos literarios como una fusin de unidades de tiempo, deaccin y de lugar que conforman sistemas. De la interseccin de las variables deltiempo y el espacio histrico surge una serie literaria cuya funcin constructiva sereconoce en las caractersticas de un conjunto de textos que poseen determinadoselementos dominantes (Cfr. Bajtn, 1989). Esa lucha secreta y explcita de tiempos yespacialidades despliega una trama que se teje sobre la oposiciones: centro/periferia,norte/sur, pasado/presente. Las regiones que se confrontan en estas escriturasconstruyen un universo discursivo que debera leerse, a nivel metatextual, como una

    propuesta de replanteo del andamiaje terico a partir del cual se ha estado leyendo laproduccin del noroeste argentino. La escritura literaria se integra a ese espacio de

    convergencia y confrontacin de relatos culturales. En este camino de insurreccioneslas miradas de todos los que participan en el acto de la escritura -los que "escriben",los que "oyen" y los que "hablan" en los textos- construyen una regin literaria desdesus lugares de enunciacin y sus horizontes de expectativas.

    Existen regiones centrales y regiones perifricas, literaturas dominantes y literaturasdominadas, sistemas y subsistemas culturales. La escritura literaria afirma suheterogeneidad en esos juegos disgregatorios y transculturadores. As, Cornejo Polar(1980) establece la heterogeneidad de sistemas literarios que coexisten sobre un mismoeje temporal, sistemas de distinto ritmo histrico y con diferentes posibilidades decomunicabilidad.

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    En lo que respecta a los contactos literarios, la regin del NOA realiza un doblemovimiento, el que proviene de la capital -el puerto de Buenos Aires, en relacin conel concierto internacional-, y el que efecta la cultura regional como respuesta a eseimpacto capitalino. Estos procesos se ven acelerados en el siglo XX con la influencia

    de los medios masivos de comunicacin y las sucesivas migraciones de los escritoresprovincianos. En cuanto al tema de las migraciones, es oportuno consignar que losescritores norteos emigran a Buenos Aires y tambin hacia otras provincias. Tal es elcaso del narrador Fausto Burgos. La procedencia norostica de este escritor puedeleerse en su produccin narrativa, pero como bien ha sealado la Marta Castellino,Burgos se incorpora a la vida literaria mendocina y especficamente a la generacin del25, lugar que le permitir desarrollar una narrativa de inspiracin folclrica, en la que

    cobran protagonismo tanto la regin del NOA como la de Cuyo (Cfr. Castellino, 1989:33-44).

    La regin literaria depende de la existencia de una regin histrica y cultural, al ser uno

    de los sistemas que constituyen la cultura. Toda cultura posee caractersticas que ladiferencian de otras y tiene zonas que entran en contacto con otros sistemas socio-culturales. La expresin artstica se ubica en el cruce de ese movimiento de alteridad,oposicin y contacto entre diferentes "regiones culturales". En su construccinhistrica, cada cultura legitima su experiencia del pasado, creando cdigos y modelosinherentes a su propia existencia. La organizacin de los sistemas literarios desde esta

    perspectiva permite concebir a Amrica Latina como una unidad y como unasupraregin cultural, opuesta a la supraregin europea que, a su vez, reconoce laexistencia de microregiones interiores, diferenciadas entre s por trayectorias, proyectosy destinos separados. Esta conciencia de la "unidad en la diversidad", generadafundamentalmente por los contactos tnico-culturales a travs del tiempo, permitedistinguir a las unidades que se articulan en su interior, entre las que se puede advertirun movimiento de oposicin y/o inclusin: unidad latinoamericana/ unidadesnacionales; unidad nacional/unidades regionales; unidades regionales supranacionales.Dentro de la supraregin "Latinoamrica" se han organizado histricamente unidadesmenores constitudas por las naciones, resultado de procesos independentistascomplejos. Los factores polticos, generados casi exclusivamente por factores decarcter histrico, determinan que cada nacin establezca pautas homogeneizadoras

    propias de su cultura.

    Una mayor fragmentacin en la diversidad se plantea a travs de la existencia de

    regiones interiores dentro de cada unidad nacional. Se produce un movimientoconflictivo entre las pautas homogeneizadoras y las pautas diferenciadoras de cadaregin a partir de la existencia de tipos de sociedades cuya movilidad depende de lamayor o menor incidencia de la influencia de la cultura occidental y de los niveles deindustrializacin en la zona. Estas diferencias tambin se reflejan en loscomportamientos culturales entre las comunidades de centros urbanos, los espacios

    perifricos y las zonas rurales interiores. El aislamiento y la fragmentacin son factoresde variacin cultural que se resisten a los procesos de cohesin y ajuste a las pautasdeterminadas por los centros de dominacin cultural.

    Ese mapa de las conformaciones culturales, la mayora de las veces, supera el diseo de

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    los lmites poltico-nacionales, en tanto las regiones supranacionales relacionan avarios pases contiguos y se sobreimprimen a los mapas geopolticos. Las formacionessociales que presentan caractersticas comunes en su proceso de formacin socio-cultural se aglutinan en regiones supranacionales, reconociendo la presencia de fuertesmarcas en la estructura poltica y econmica, en la dinmica migratoria y en su

    conformacin lingstica.

    Una de las regiones supranacionales cuyo estudio reviste inters para nuestro recorridohistoriogrfico es la regin andina. Segn ngel Rama:

    Entendemos por regin andina no slo el actual Per, que ha funcionadohistricamente como su corazn, el punto neurlgico en que se manifiesta conmayor vigor su problemtica, sino una vasta zona a la que sirven de asiento los

    Andes y las plurales culturas indgenas que en ellos residan y sobre los cualesse desarroll desde la conquista una sociedad dual, particularmenterefractaria a las transformaciones del mundo moderno. Se extiende desde las

    altiplanicies colombianas hasta el norte argentino incluyendo buena parte deBolivia, Per y Ecuador y la zona andina venezolana. Son tierrasecolgicamente emparentables dentro de las cuales se produjo la mayorexpansin del Inkario... (1987: 124-125).

    En este proceso de expansin imperial, el Inkario gener una unidad lingstica y unahomogeneidad cultural por encima de las diferentes culturas existentes en la regin.Esa diversidad persisti durante el dominio incaico, aunque a esa pluralidad le sucediuna unificacin aparente, producto de la conquista y colonizacin espaola.

    As, dentro de la gran regin andina es posible detectar una zona de fuerte incidenciaen la cultura incsica: Ecuador, Per, Bolivia, norte de Chile y parte de Argentina. Ancuando, en el caso de este ltimo pas, las configuraciones socio-geogrficas sondiversas, puede verificarse la existencia de una variante andina de la literaturaargentina, inserta en una variante andina sudamericana, tal como ha observado GloriaVidela de Rivero:

    A ambos costados de la extensa cordillera, de Norte a Sur, ha ido surgiendo unaliteratura que lleva su impronta, con ciertas constantes que permiten hablar deuna cultura andina, y con mltiples matices, que surgen de los diversos

    condicionamientos geogrficos, paisajsticos, socio-econmicos, histricos y delos talantes individuales con que cada escritor ha captado y expresado estasrealidades (Videla de Rivero, 1992: 124).

    La otra regin supranacional de gran incidencia en la conformacin cultural delnoroeste argentino es la regin rioplatense. Hacia fines del siglo XVIII Buenos Aires sehallaba asentada en una zona marginal3, y posea una sociedad sin divisiones muy

    3 La creacin del Virreinato del Ro de la Plata fue parte de un proyecto destinado a crear nuevas

    unidades administrativas en zonas amenazadas por el peligro de la expansin portuguesa. Seimplant as un programa de reformas constitucionales que fortalecieron el centralismo y al

    autoritarismo. Se comienzan a contraponer dos mentalidades diferentes que diferenciaban entre s a

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    marcadas, hecho que motiv, durante las guerras de la independencia, la toma de poderpor parte de los grupos ilustrados y la propagacin de los estallidos revolucionarioshacia el Alto Per.

    La configuracin del NOA permite problematizar acerca de cuestiones como la

    relacin dialctica entre la cultura andina y la rioplatense y aquellos contactos queinvolucran a las culturas aborgenes, al sistema culto y a los movimientostransculturadores que dejan como resultante una cultura andina con fuertes marcas dela cultura hispnica.

    I.3.EL NOROESTE ARGENTINO COMO REGIN H ISTRICA

    "As como en el mbito continental, la HistoriaGeneral de Amrica se fractur en historiasnacionales a partir de la emancipacin con el

    surgimiento de las nacionalidades, en elterritorio argentino la entidad regin se fuedesdibujando como universo de anlisis para darlugar al nacimiento de las historias

    provinciales."ARMANDO RAL BAZN

    En los ltimos aos la escritura de la historia argentina ha comenzado a restituir lacomplejidad del pasado nacional, antes circunscripto a la epopeya de Buenos Aires.Las culturas indgenas del noroeste, la expansin incaica en ese rea, la articulacin delas economas regionales coloniales en el espacio mayor andino, as como la an pococonocida historia de la reorientacin sucesiva de las diversas zonas del interior hacia ellitoral, son los temas prioritarios de la investigacin actual. En el campo de los escasosestudios historiogrficos que toman como unidad el microespacio andino del Noroesteargentino, se inscribe la propuesta de Armando Bazn. Escribir la historia regional a

    partir del horizonte de las "regiones histricas" permite, segn Bazn, visualizarcorrectamente los fenmenos, comportamientos y tendencias que desbordan el marcode las provincianas y hace evidente la vigencia de una identidad histrica que perfilacon caracteres singulares al noroeste, matriz poltico social de la Argentina:

    ...la regin histrica, por ser anterior a la nacin y a las provincias constituyeel universo de anlisis ms apropiado para el conocimiento histrico, pues ah

    se dieron los elementos constitutivos que por agregacin de jurisdiccionespolticas dieron forma a la nacin, y que por parcelamiento tambin polticodieron origen a las provincias (1993: 42).

    las diversas regiones que componan el antiguo virreinato. Paraguay conservaba caractersticasmuy definidas por la influencia de la poblacin indgena y la prolongacin del impacto jesuita; elTucumn delataba su filiacin altoperuana; el Litoral se divida a su vez en subregiones sometidasa contactos externos con Uruguay y la Banda Oriental (Cfr. Bazn, 1986).

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    Esta teora regional, que halla su sustento en el marco conceptual de Juan B. Tern yBernardo Canal Feijo, persigue el objetivo de manifestar las lneas fundamentales del

    proceso histrico del NOA, distinguiendo sus elementos constitutivos y las funcionesque desempe en las distintas etapas del tiempo histrico americano y nacional. La

    precisin sobre el concepto de "regin histrica" no se agota en las connotacionesparticulares sustentadas en la economa, la lengua, la cultura y el marco poltico-institucional. Incluye todos estos elementos en su estudio sobre un procesogeohistrico que reconoce sus races en la formacin del Tucumn colonial -el "pas deTucma de los aborgenes- (Cfr. Bazn, 1993). La designacin generada durante larevolucin de Mayo inclua, bajo el nombre comn de "arribeas", a las actualesciudades de Jujuy, Salta, Tucumn, Santiago del Estero y La Rioja. Luego de laconquista del desierto en la frontera norte, esta zona habra de denominarse Noroeste -expresin utilizada en 1910 por Ernesto Padilla- para diferenciarla del Nordeste, reginque surge luego del sometimiento de los indios del Chaco.

    La "regin histrica se impone metodolgicamente como el marco ms adecuado parainvestigar esa realidad estructural, distinguiendo algunas categoras de anlisisespecficas, que segn Armando Bazn (1993: 39-49), se traducen en los siguientesfactores:

    -El factor geogrfico: el continuo geogrfico no consiste necesariamente en launiformidad de sus caracteres fsicos y recursos naturales, sino que se expresa tambinen la diversidad de zonas naturales contiguas y a la vez complementarias, cuyadisposicin favorece la integracin social, influyendo en la instalacin humana,condicionando las formas de aprovechamiento de los recursos naturales y generandofenmenos de interrelacin y, a la vez, de interdependencia de las comunidadesregionales.

    - El factor tnico-social: En el noroeste el tipo humano producido por el primermestizaje sigue siendo el grupo humano mayoritario. El estrato aborigen -origi-nalmente mayoritario- y los grupos africanos incorporados masivamente a partir delsiglo XVIII, se integraron a la sociedad criolla, configurando un tipo tnico comnhasta el siglo XIX, cuando el aluvin inmigratorio modifica profundamente lafisonoma de la sociedad (Cfr. tambin Bazn, 1980).

    - El factor cultural: Al mestizaje de sangre hubo de superponerse, en el noroeste

    argentino, la transculturacin operada en los distintos factores de contacto: lingsticos,usos y costumbres, expresiones artsticas, cosmovisin del pasado, etc. Los pueblosaborgenes del Tucumn haban alcanzado un desarrollo cultural importante, porcuanto a diferencia de los grupos cazadores y recolectores del Litoral fluvial, cuyoestadio cultural era abismalmente inferior al de los colonizadores espaoles, en elnoroeste florecieron desde comienzo de la era cristiana distintas culturas sedentariasagro-alfareras que trabajaban los metales, especialmente el cobre y el oro. Antes de queocurriera la conquista espaola, la nacin diaguita estaba recibiendo la influencia delimperio incaico, penetracin que se efectiviz hacia 1480 bajo el reinado de TupacYupanqui. Los invasores construyeron el camino del Inca, que se internaba en elcorazn del territorio diaguita por la quebrada de Humahuaca y prosegua por los valles

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    occidentales de Salta, Tucumn, Catamarca, La Rioja y finalizaba en Mendoza.

    - El factor econmico: Los gneros de produccin y las formas de comercializacin,los sistemas de aprovechamiento de los recursos naturales, el grado de incorporacinde tecnologa a la produccin agropecuaria e industrial, los sistemas de financiamiento

    para la produccin y comercializacin y su adecuacin a la dimensin de los mercados,son variables que determinan el estadio econmico de las sociedades. La sociedad del

    Noroeste fue, durante la colonia, y hasta promediar el siglo XIX, agropecuaria yartesanal. La instalacin del ferrocarril, la marginacin de los pueblos ubicados sobre elantiguo camino real del Per, el despegue agro-industrial de Tucumn y la migracininterna fomentada por la produccin azucarera son algunos de los fenmenoseconmicos a ser tomados en cuenta en la evaluacin del impacto social y demogrficode la regin y el desarrollo de polos econmicos dentro de la macroregin en la que seinserta el NOA (Cfr. Bazn, 1993: 47, Mata de Lpez, 1991).

    - El factor poltico: La organizacin institucional de la nacin fragment polticamente

    el mapa diseado en el perodo colonial. Las decisiones polticas generadas con elsurgimiento de las naciones, unido a la demanda de un modelo de pas agro-exportador desvincularon al Noroeste del espacio andino (Cfr. Bazn, 1986: 12). Peroesa realidad no hizo desaparecer la conciencia de unidad regional sustentada entradiciones, problemas y necesidades comunes.

    El mbito del Tucumn se articula como parte del espacio poltico americanoestructurado en la administracin colonial espaola. Se tejen as las instancias inicialesen el proceso constitutivo de esta regin de filiacin altoperuana, complementaria delPotos en lo econmico y vertebrada al sistema poltico administrativo con sede enChuquisaca. Este marco de anlisis para la regin del Noroeste, como unidad histrico-cultural donde se despliega la vida de seis provincias que abarcan una cuarta parte delterritorio nacional, supera los enfoques ceidos an a los lmites de jurisdicciones

    polticas que destruyeron la unidad profunda gestada desde la poca precolombina.

    I.4.SABERES HI STRICOS Y FI CCIONALES

    "Lo real no es representable, y es debido a quelos hombres quieren sin cesar representarlomediante palabras que existe una historia de la

    literatura."ROLAND BARTHES

    Una lectura que pueda dar cuenta de la heterogeneidad cultural que ofrece una reginespecfica necesita enlazar aparatos de expresin provenientes de diferentes campos(artsticos, cientficos, etc.) a la vez que apela al trabajo multidisciplinario, recurriendo,entre otros caminos de indagacin y anlisis, a la antropologa, la sociologa, la ciencia

    poltica o la teora literaria.

    As, desde puntos de entrada diferentes, la historiografa contempornea se aproxima a

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    un espacio fsico, social y cultural comn, reconceptualizando una constelacin deconstructos tericos, como el de "regin", con el fin de aprehender el tema de "loandino" como identidad de configuracin compleja, como problema y como proyectoterico y poltico4. En esa encrucijada discursiva la literatura, como una de lasdimensiones de lo simblico en la vida social, ingresa a la textura del relato

    historiogrfico:

    La relacin entre la historiografa y la literatura es, por supuesto, tan tenue ydifcil de definir como la existente entre la historiografa y la ciencia. Sin dudaesto se debe en parte a que la historiografa occidental surge frente a untrasfondo de un discurso definitivamente literario (o ms bien "novelesco") que

    se configur l mismo frente al discurso ms arcaico del mito. En sus orgenes,el discurso histrico se diferencia del discurso literario en virtud de su materia(acontecimientos "reales" en vez de "imaginarios") ms que por su forma. Perola forma aqu es ambigua, pues se refiere no slo al aspecto manifiesto de losdiscursos histricos (su aspecto como relatos) sino tambin a los sistemas de

    produccin del significado (los modos de entramado) que la historiografacomparti con la literatura y con el mito (White, 1992: 62).

    La literatura se construye como lugar y como prctica, diferencindose de otros lugaresy otras prcticas, pero, desde la perspectiva histrica, la literatura es tratada comoconstruccin que forma parte de la realidad exterior, que trabaja con ella y la altera enun sentido que jams es arbitrario (Cfr. Sarlo, 1993). Desde esta perspectiva, lo que elhistoriador puede leer en la literatura no ser solamente el depsito de contenidos einformaciones, pues no puede hacer abstraccin de su rgimen esttico. Los saberescon los que se construyen los textos literarios hablan de la sociedad de un modo que no

    puede ser directamente traducido en trminos de contenido, indican cules son lostpicos de un imaginario colectivo y los ejes de organizacin de los deseos:

    La literatura ofrece mucho ms que una directa representacin del mundosocial. (...) La literatura puede ofrecer modelos segn los cuales una sociedadpiensa sus conflictos, ocluye o muestra sus problemas, juzga sus diferenciasculturales, se coloca frente a su pasado e imagina su futuro. En las estrategias

    formales de la literatura, en la afirmacin o la ruptura de los gneros, en laretrica de las imgenes puede descubrirse tambin cul es el lugar de lo

    figurado, de lo simblico y de lo imaginario, la construccin de universosficcionales no informa slo sobre lo que esos universos representan sino que

    las relaciones formales que articulan la construccin pueden explicar (y serexplicadas) en un sentido socio-histrico (Sarlo, 1993: 172).

    4 Dentro de este eje de problematizaciones se constituyen construcciones como la de la utopa

    andina. En los momentos en los que emerge una fuerte movilizacin social, el campesino indgenarecupera el mito de Inkarri, que expresa, bajo el simbolismo de la resurreccin del cuerpo del Inca,la reconstruccin de la sociedad indgena (Cfr. Captulo I). Estas realidades histricas, quegeneralmente pertenecan al imaginario, casi nunca aparecan explcitamente declaradas y suincorporacin a la historia de las mentalidades es un reto metodolgico, en tanto se integran alcampo de los estudios historiogrficos ideas heterogneas, actitudes sociales y genricas,emociones colectivas, textos artsticos e incluso mitos donde ese imaginario se vuelve realidad(Cfr. Flores Galindo, 1989).

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    En el ncleo de estos planteamientos se sita la problematizacin acerca del carctereminentemente narrativo de la historia, tema desarrollado por Hayden White (1992),quien afirma que, dado el carcter siempre fragmentario e insuficiente de los datoshistricos, el historiador no puede eludir la estructura narrativa para dotar a ese cuerpo

    textual de sentido. La narracin histrica est all operando, por tanto, como unartefacto literario, en tanto que las secuencias pueden ser organizadas de uno y otromodo para permitir la elaboracin de diferentes interpretaciones de una mismanarracin. La narracin histrica intenta construir la verosimilitud de los documentos(lo que no implica que los documentos sean "falsos") pues no puede limitarse a larecopilacin y transcripcin de documentos, sino que requiere reunirlos en unanarracin, relato que se inserta en la estructura y especificidad de un imaginario social,el imaginario construido por la escritura:

    La literatura, en ocasiones, trabaja con los residuos de los saberes, y, en otrosmomentos, coloca a los saberes en su mismo centro. No existe una relacin

    estable con ellos, salvo que pueda pensarse que la literatura permanece almargen de los cambios histricos. La literatura es experta en esos procesos deemigracin y dpaysement en el que los discursos cambian de lugar y de

    funcin. Esos saberes son las sombras de la literatura, pero tambin la mdulade su historicidad. La literatura, finalmente, lleva inscriptas en sus textos lasrelaciones institucionales que, a su turno, hicieron esos textos posibles. Poreso, tambin, la literatura puede hablar del pasado a los historiadores... (Sarlo,1993: 169).

    La apreciacin de Beatriz Sarlo indica que los saberes con los que se construyen lostextos literarios hablan de la sociedad de un modo que no puede ser directamentetraducido en trminos de contenido e indican cules son los tpicos de un imaginariocolectivo, los ejes de organizacin de los deseos, los valores que la literatura afirma ocontradice, testimoniando de diversas formas acerca de su presencia. En este sentido, laliteratura ofrece mucho ms que una directa representacin del mundo social al

    presentar las modalidades segn las cuales una cultura percibe esas relaciones sociales,las ideas precisas sobre el clima de una poca, no tanto por lo que dice de ella sino porel tono con el que escribe sobre ella. En el plano de las estrategias formales, laliteratura, en tanto construccin de universos ficcionales, no provee informacin slosobre lo que esos universos representan sino que las relaciones formales que articulan

    la construccin pueden explicar (y ser explicadas) en un sentido socio-histrico (1993:172).

    Francine Masiello, en su planteo acerca de la ficcin de la historia, arriesga que lostextos narrativos producidos en los aos veinte en Argentina juegan con el poder de la

    palabra para anunciar el inters central del escritor: la bsqueda de un control sobre lahistoria. As surgen las estructuras narrativas antagnicas:

    En su fase nacionalista, la ficcin cede a un diseo de la accin preexistente,absorbiendo las conductas heroicas dentro de las configuraciones de un mundo

    prefabricado (Masiello, 1986:167).

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    La historia literaria, al ocuparse de textos del pasado, textos escritos de maneradiferente y tambin ledos de diversos modos se convierte tambin en una historia delecturas (Altamirano y Sarlo, 1983: 130). Recuperar la lectura para la que el texto fue

    producido y reconstruir las condiciones de produccin y de circulacin de ese texto

    (Vern, 1991) es otra de las tareas de la historiografa literaria.

    I.5.LAS HISTORIAS LI TERARIAS"Los materiales de la historia literaria sonhistricos por su emergencia, es decir porque

    provienen de ese humus temporal queacostumbramos a llamar historia en el sentido deun pasado, y, por lo tanto, esa pertenencia

    garantizara la posibilidad de escribir su historia,son histricos porque es posible pensar lasrazones del cambio que los afecta, son histricos

    porque puede plantearse una teora de laconcatenacin o de la ruptura, una teora de losnexos que mantienen entre s; son histricos,

    finalmente, porque configuran una dimensinsimblica especfica de lo social, sujeta acambios que, a su vez, otras disciplinasconsideran histricos."

    BEATRIZ SARLO

    Toda historia literaria construye un canon de textos, segn afirma Peter Brger (1985),de acuerdo con valores que fundamentan el orden, las exclusiones, la disposicingeneral, el encadenamiento de las obras, las ausencias y los juicios. As, la historialiteraria pareciera no poder liberarse de los valores presentes que organizan su canon, yse presenta como un discurso donde el gusto deja sus huellas. En este sentido, resultafundamental recoger las conclusiones de algunos que han reflexionado acerca de los

    alcances de la historia literaria, como Yuri Lotman, para quien:

    La equivocacin de muchas historias literarias radica en tomar los modelosautointerpretativos de la cultura, como 'la concepcin del Clasicismo en losescritos de los tericos del XVII y XVIII' o 'la concepcin del Romanticismo enlos escritos de los romnticos -modelos que forman un nivel particular en el

    sistema de la evolucin de la cultura- y estudiarlos en la misma serie quecomprende la actividad creadora de estos o de aquellos escritores, lo querepresenta un error desde el punto de vista de la lgica (Lotman, 1970: 90).

    Los historiadores de la literatura reconocen que la historia literaria es una construccin

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    y no una reconstruccin, pero esto no implica que los materiales de esa construccin nopertenezcan a un estatuto histrico (Sarlo, 1993: 164).

    La historiografa literaria latinoamericana se ha gestado en correlacin con elsurgimiento de las naciones, una vez finalizando el perodo de las luchas

    independentistas. Los sucesivos resquebrajamientos del territorio colonial en repblicasindependientes se reflejaron en la realizacin de estudios fragmentarios de sus letras -una historia para cada produccin nacional sin contactos entre s-. As como lahistoriografa elabor una historia eminentemente poltica, de grandes acontecimientosllevados a cabo por hombres que alcanzaban relevancia de hroes nacionales, lahistoria de la literatura hubo de centrarse en la figura de los "emancipadores"intelectuales. En consonacia con un gnero muy vigente en la poca -la autobiografa-las primeras historias literarias se parecen a un compendio de biografas. Fue frecuentela confusin de la historia poltica con la historia literaria, sobre todo enfragmentos claves de la historia, como los de construccin de las naciones, o aquellosdonde se destac el trabajo de los escritores-polticos5. Por otra parte, una revisin de

    las historias de las literaturas latinoamericanas nacionales permite observar laambigedad de ciertos rtulos dados a diferentes fenmenos literarios; criollismo,indigenismo, nativismo, mundonovismo, literatura gauchesca, realismo mgico, etc.,trminos que apuntan a una realidad que supera la forma literaria y entran en conflictocon los esquemas estticos que subyacen en los diferentes momentos socio-culturalesque generan esa escritura literaria. Lo mismo ocurre con la designacin "literaturanacional", complicada por la incertidumbre en torno al trmino "nacin".

    A mediados del siglo XIX, el contacto con la escuela francesa de Saint-Beauve marcla tendencia de organizar la produccin de los autores en corrientes o escuelas, a lasque luego se sum la filosofa determinista de Taine, elaborada a partir de la incidenciade tres factores: medio, raza y momento. Hacia fines de siglo se impone en Amrica laconcepcin heredada de la historiografa romntica de Friedich Schlegel acerca de laobra de arte como fenmeno nico, emergente de un espacio y un tiempo histricodeterminados y producto de una conciencia nacional. Este criterio tuvo uno de susmximos exponentes en Menndez y Pelayo, cuya mirada se centra en el pasado en

    busca de la unidad perdida.

    En Argentina, Ricardo Rojas public en 1917 su Historia de la literatura argentina.Ensayo filosfico sobre la evolucin de la cultura en el Plata , en la que concibe a laliteratura nacional como el "fruto de inteligencias individuales", que son el producto de

    la conciencia colectiva de un pueblo, el que se define histricamente por cuatrocomponentes: la raza, el idioma, el territorio y la tradicin. Las historias literarias decorte nacionalista de ese perodo se enfrentaban al problema de encontrar un criteriovlido para considerar qu obras deban ingresar a la historia de la literatura. Partiendodel anlisis individual de las obras, y a travs de enfoques subjetivos se apuntaba aencontrar en ellas valores eternos, universales o que, en alguna medida, pudierancaracterizar la "argentinidad", la "peruanidad" o la "mexicanidad", sin plantearse

    5 Son muestras de esta tendencia los Apuntes biogrficos de escritores, oradores y hombres de

    Estado de la Repblica Argentina (1960) y losEstudios biogrficos y crticos sobre algunospoetas sudamericanos anteriores al siglo XIX(1965) de Juan Mara Gutirrez.

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    claramente el concepto de literatura nacional en relacin con el de diversidad cultural(Cfr. Palermo, 1996: 11-12). El ordenamiento de la historia de la literatura propuesto

    por Rojas, sobrepasa las comunes clasificaciones positivistas ligadas a la cronologalneal de los textos. Rojas dividi su estudio de literatura argentina en cuatro secciones:gauchescos, coloniales, proscriptos y modernos, las que reflejan su deseo de mezclar

    las tradiciones populares y las eruditas, con el objeto de alcanzar la superior lgica queda forma a las letras argentinas. Como afirma Masiello:

    En su descripcin de los perodos modernos, Rojas se apoya confortablementeen la historia, pero solo tras una cuidadosa manipulacin de los aspectos

    seleccionados de la cultura (...) Su reescritura de la historia para abarcar lasraces autctonas de la cultura argentina est destinada a poner la tareacrtica al servicio de la preservacin nacional... (1986: 37).

    El pensamiento de Pedro Henrquez Urea aparece contrapuesto a aquella lneahistoriogrfica "nacionalista", en su concepcin de la literatura como expresin de la

    conciencia continental americana, bsqueda quebrada por las propuestas nacionalistas(1949).

    En general, las historias literarias tradicionales han tendido a una ordenacin "de tipomtico", dedicando algunos apartados a resear sus antiguos textos; en estos casos elestudio se enmarc en la perspectiva eurocntrica de los gneros, sin atender a la

    posibilidad de que estos gneros podan no existir en esas culturas. Tales"antecedentes" desaparecan luego, absorbidos por la literatura entendida como

    propiamente latinoamericana (Cfr. Pizarro, et. al., 1989). Las problemticas de lahistoria literaria latinoamericana reconoce, en los ltimos cincuenta aos, laelaboracin de diferentes propuestas repasadas por Palermo (1996):

    - el criterio geogrfico-poltico, en relacin a la demarcacin de literaturasnacionales intenta acotar el campo de estudio en base a presupuestos extraliterarios, sin tener en cuenta la problemtica de los contactos culturales deorden transnacional y la existencia de regiones culturales que nonecesariamente coinciden con los lmites geogrficos nacionales, como ocurreen el caso de las literatura del rea de influencia andina, y especficamente, ladel noroeste argentino.

    - el criterio de clasificacin genrico se circunscribe a la produccin literaria

    erudita, tomando como base la linealidad cronolgica para configurar losdistintos gneros (narrativa, lrica, teatro). El enfoque es vlido en tanto, alcentrarse en la problemtica de un solo gnero, no se descuide el procesogeneral de la literatura. Pero es casi inevitable que estas historias literarias

    propongan una nueva periodizacin, de acuerdo a las exigencias del gneroestudiado.

    -El criterio generacional ha sido muy utilizado a partir de la formulacinorteguiana de la dcada del '30. En 1961 Jos Juan Arrom despleg una

    propuesta de periodizacin por generaciones literarias, aclarando que susesquemas no se ajustaban al lmite de una generacin -de 30 aos- especificado

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    por Ortega y Gasset. Aunque la propuesta generacional permite interpretaralgunos momentos de la produccin literaria latinoa-mericana, ese modo deorganizar los textos en torno a las caractersticas generacionales de sus autores,las figuras individuales que influyeron en el momento y las fechas denacimiento o las fechas de edicin, presenta sus dificultades a la hora de

    determinar las marcas estticas y la visin del mundo comunes, ya que secircunscribe al sistema culto.

    Desde las propuestas ms actuales se recuperan los aportes de cada uno de los criteriosmencionados. Se coincide en sealar que un perodo no puede ajustarse necesariamentea delimitaciones calendarias precisas, puesto que involucra procesos socio-culturalescomplejos. La amplitud de una propuesta de historia socio-cultural, permite estudiar eldinamismo interno de los procesos literarios, marcar las lneas de contraste o decontinuidad entre los distintos fenmenos literarios, atendiendo ms que a la linealidada la superposicin de sistemas existentes (Pizarro, 1987). En este sentido, las lecturasanalticas de la literatura argentina realizadas desde un horizonte de comprensin e

    interpretacin regional, posibilitan la elaboracin de una tipologa textual regionalizada-previa a la concepcin de la literatura nacional-, reconociendo los aportessignificativos de cada zona a la configuracin cultural del pas (Cfr. Heredia, 1994:148).

    I.6.PERIODI ZACINEn el territorio de los estudios historiogrficos se percibe un movimiento de revisincrtica sobre la linealidad de las periodizaciones. El aporte ms significativo ha sido elque promovi la escuela francesa de Annales, y las propuestas que exceden el marco dela historia social para intentar una historia de las sociedades como conjunto (Cfr.Miliani, 1985: 99, Hobsbawm, 1981). La historia de la literatura debe ser construidadesde una lectura que postule la misma como una continuidad coherente deacontecimientos:

    La suma indefinidamente creciente de 'hechos' tal como la coleccionan lashistorias tradicionales de la literatura, no es nada ms que un residuo (...) un

    pasado recolectado y puesto en orden -una pseudo-historia y no una historiaautntica. Considerar que una tal sucesin de 'hechos literarios' representa porella misma una parte de la historia de la literatura, es confundir el carcter deacontecimiento de una obra literaria con el de un hecho histrico objetivo...

    (Jauss, 1987)

    Manifestada la necesidad de escribir una historia literaria no desmembrada de lahistoria cultural en su conjunto, el problema actual es disear un modelo deordenamiento que rebase las cronologas lineales, sin detrimento de la ubicacin deautores y textos en los contextos temporales y espaciales donde se insertandinmicamente. Por eso, antes que cerrar los perodos histricos en unidadescronolgicas como sucede con la historia poltica y social (Conquista, Colonia,Independencia, Repblica, etc.) nos parece concerniente un modelo abierto cuyos

    puntos de sealizacin estn representados por una conjuncin de las variables: textos-autores-pocas, tomando como referencia los cdigos culturales europeos y

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    latinoamericanos, reformulando los estilos y tendencias intelectuales a partir de lasmodificaciones operadas en el sistema literario del NOA6.

    Nuestra propuesta para la historia de la literatura del noroeste argentino refundira elmodelo abierto, intersecando los momentos histricos antes demarcados con los

    cambios y rupturas generados en los sistemas literarios, todos participantes en elproceso semitico que se opera en el interior de los textos. La propuesta del perodolargo7 permite una mayor operatividad metodolgica, por cuanto encomienda a losmismos textos la tarea de construir la red de relaciones y el proceso literario del queforman parte. Al abordar las particularidades de las manifestaciones literarias del NOAcomprobaremos que las caractersticas temporales no necesariamente coinciden con lasde otras regiones.

    El primer perodo de la literatura del noroeste, por nosotros delimitado, es el deFundacin. El trmino "fundacin" encierra, en su plurisemia, dos sentidos. En primerlugar, un proceso fundacional tiene la forma de un tejido complejo de conjuntos

    discursivos mltiples, la forma de una red intertextual que se despliega sobre unperodo temporal dado. "La nocin de fundacin no est en el nivel de los sujetosconcretos de la historia (...) La nocin de fundacin pertenece al nivel del proceso

    productivo, un proceso que atraviesa los sujetos de la historia" (Vern, 1987: 35)8.

    6 Uno de esos ordenamientos posibles, propuesto por Miliani para el estudio de la literatura

    latinoamericana en general, comprendera, ms que perodos, grandes pocas:

    a) poca prehispnica, precolombina o anterior al descubrimiento.b) poca de europeizacin de Amrica o de la organizacin colonial.c) poca de la Ilustracin a la Independencia.d) poca del surgimiento de las nacionalidades.

    e) poca de acceso a la contemporaneidad.

    Miliani considera que el segundo escaln constituye un captulo traumtico de la culturalatinoamericana, que ha sido subdividido para la historia poltica en tres segmentos:Descubrimiento, Conquista y Colonia, cuyos lmites siguen siendo imprecisos (1985: 105).

    7 La distincin del "tiempo largo" ha sido generada por la Escuela Francesa de los Annales yprincipalmente, por Fernand Braudel, y ha enriquecido las categoras de anlisis de la historia de laciencia, que durante el siglo XIX explicaba los acontecimientos como sucesos que se gestanrpidamente, con sus consiguientes consecuencias en los planos poltico y administrativo. Laconsideracin de los fenmenos que transcurren en el "tiempo largo" permite el contraste de los sucesossegmentados en imgenes casi inmviles: las formas de instalacin humana, los usos y costumbres, lasmentalidades, los sistemas econmicos, los modelos culturales, etc. En este sentido: "El noroeste, sededel pas tradicional, es un rea muy a propsito para estudiar los acontecimientos del tiempo largo en el

    perodo que va desde la colonizacin espaola y su encuentro con las culturas aborgenes hasta elmomento de la organizacin nacional cuando la Argentina inicia su entrada en la modernidad." (Bazn,1992: 17-18).

    8 Este concepto de "fundacin", enmarcado en el enfoque de semiosis social propuesto por EliseoVern, no implica necesariamente caer en un enfoque continuista (investigando los "antecedentes"o "textos precursores"), sino ms bien tomar en cuenta la teora de la "ruptura": ..."la nocin de

    fundacin designa los momentos de tensin en el interior de la red de la produccin discursiva delas ciencias, los puntos en que el tejido de la circulacin histrica de los textos alcanza susdesajustes mximos. Ni continuidad ni ruptura: el desarrollo de las ciencias, en el nivel de losdiscursos que ellas producen, est marcado por fundaciones. Una fundacin no es ms que un

    sistema de diferencias entre dos sistemas de relaciones, estas relaciones que los discursosmantienen con las condiciones que los sostienen y explican en tanto productos de una prctica

    significante, que se desarrolla en la historia" (Vern: 1987: 32-33).

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    Desde otro punto de vista, el momento fundacional de la historia de la literatura delNOA coincide con el proceso de construccin de la "imagen de Amrica" que se operaen la escritura gestada en el perodo de la fundacin de ciudades. El espaciocronolgico se extiende entre la fundacin de la primera y la ltima ciudad de estazona: Santiago del Estero, en 1553, y San Ramn del la Nueva Orn, en 1794. Durante

    este lapso temporal que abarca casi tres siglos los textos escritos relevan losmovimientos transculturadores y la categorizacin imaginaria de la realidad, presentesen los diferentes conceptos de frontera que se dibujan en los textos y en la mirada sobreel "otro" diferenciado por parte de europeos e indgenas.

    El segundo perodo es el de Construcciny tambin se corresponde con dos vertientessemnticas: por una parte se opera un cambio en el sistema discursivo con respecto ala Colonia pero, en esta etapa de constitucin del discurso literario, la bsqueda deoriginalidad coincide con las ideas emancipatorias que impulsan la expansin de lasfronteras, la accin de los movimientos independentistas y la formacin de las distintasnacionalidades latinoamericanas. En ese momento, y bajo el hlito de la Ilustracin, se

    perfilan las literaturas nacionales, con su carga de costumbrismo y tradicionalismo. Lasconstrucciones imaginarias del discurso colonial son desplazadas por conceptos queorganizan las nuevas categoras geopolticas: "nacin", "pas", "provincia", etc.

    El siglo XX irrumpe con su fluctuante oposicin entre regionalismo y vanguardismo.El tercer perodo -que hemos denominado Regin/Globalizacin, comprende una

    primera etapa de paulatino desprendimiento y confrontacin de los moldes estticoseuropeizantes. Este proceso se genera en el momento histrico del Centenario, en elque se produce la irrupcin de los sectores medios en la sociedad y se llevan a cabo los

    procesos de urbanizacin ms acelerados. As, Latinoamrica ingresa en la modernidady el cosmopolitismo. Pero en el trayecto hacia el siglo XXI, se dibuja otra etapa,marcada por las tendencias actuales en las se entretejen las diferencias entreuniversalidad y regionalidad, recreando, en los niveles esttico y lingstico, larespuesta a los movimientos socio-econmicos contemporneos que integran elfenmeno de la globalizacin tcnica, inserto en la encrucijada de la multiculturalidad.

    Otros mapas y conformaciones geoculturales sern los que pulsarn el momento actualde la globalizacin tcnica, en el que las regionalizaciones se re-ubican en el conciertomundial. Como ha expresado Gloria Videla de Rivero, mientras avanza laglobalizacin la reflexin sobre las identidades regionales es, para muchos demod,

    para otros, una ilusoria o compulsiva o retrgrada compensacin de los habitantes de

    las regiones, una lucha casi perdida de antemano ante la uniformidad avasallante que,en el fondo, encubre poderossimos neocolonialismos culturales, econmicos,polticos. Estos expanden su poder utilizando la tendencia histrica de laglobalizacin, sin necesidad de invadir territorios. El fenmeno compensatorio ladefensa de los regionalismos- est ya diagnosticado de antemano en los libros,

    pensados en el ncleo del imperio, que describen el planetarismo comomegatendencia (Videla de Rivero, 1996: 142).

    La existencia de perodos amplios en los que se incorporan textualidades heterogneasy no necesariamente simultneas, as como la consideracin, dentro de cada etapa, delos problemas emergentes de la cultura propia de la microregin, son algunos de los

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    problemas fundamentales que se harn presentes en nuestros planteos de periodizacin.Esto permitir estudiar los cambios, transferencias y contactos entre los diferentessistemas literarios en un mismo eje socio-cultural.

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    II. FUNDACIN

    ..."a los grandes juicios y dotos fue concedido el componerhistorias dndoles lustre con sus claras y sabias letras, y alos no tan sabios, aun pensar en ello es desvaro; y comotal, pas algn tiempo sin dar cuidado a mi flaco ingenio,hasta que el todopoderoso Dios, que lo puede todo,

    favorecindome con su divina gracia, torn despertar en

    mi lo que ya yo tena olvidado. Y cobrando nimo, conmayor confianza determin de gastar algn tiempo de mivida en escribir historia. Y para ello me movieron lascausas siguientes: la primera, ver que en todas partes pordonde yo andaba ninguno se ocupaba en escribir nada delo que pasaba. Y que el tiempo consume la memoria de lascosas de tal manera, que si no es por rastros y vasexquisitas, en lo venidero no se sabe con verdadera noticialo que pas."

    PEDRO CIEZA DE LEN, La Crnica del Per, 1533.

    II.1.LA REGIN DEL TUCUMNLo que llamamos "el Tucumn" es una zona cuyos lmites y fronteras se desdibujan amedida que avanzan los tres siglos de colonia. Durante el auge fundacional, el territoriodel Tucumn se extenda desde las fronteras del Paraguay hasta la Cordillera de losAndes y desde el desierto de Atacama hasta la Cruz Alta y el Ro Quinto. Laconstitucin del Tucumn como gobernacin autnoma data de la Real Cdula del 20de agosto de 1563 (Jaimes Freyre, 1915). El significado del topnimo fue alcanzado

    paulatinamente, hasta llegar a designar a siete provincias argentinas de hoy y una partedel territorio del Chaco. En los primeros documentos producidos en esta zona aparecendenominaciones tales como "Tucumn, Jures y Diaguitas", o "Provincia delTucumn",

    Las dos corrientes conquistadoras y colonizadoras del primer siglo echaron loscimientos de una veintena de poblaciones de las que habran de subsistir slo seis:Santiago del Estero, Crdoba, Tucumn, Salta, Jujuy y la Rioja. Durante los tres siglosde coloniaje muchas ciudades desaparecieron, y de esa extincin tambin da cuenta laescritura de la poca. Nacimiento o disolucin, la escritura del perodo fundacional delTucumn revela movimientos histricos muy peculiares que se descubren como huellas

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    textuales de una gran epopeya literaria.

    Cuando en 1776 se constituy el Virreinato del Ro de la Plata, la gran "Provincia delTucumn" -dependiente hasta entonces de Lima-, pas a integrar el nuevo virreinato yfue subdividida en dos grandes regiones: la gobernacin de Salta del Tucumn, con la

    ciudad de Salta como cabecera y la gobernacin de Crdoba del Tucumn, con asientoen la ciudad de Crdoba. La primera abarcaba la jurisdiccin de las actuales provinciasargentinas de Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumn y Santiago del Estero, adems de una

    parte del Chaco Gualamba -zona occidental de las actuales Chaco y Formosa-. La zonade Tarija, que oficialmente form parte del Tucumn a partir de 1807, se encontrabaentonces profundamente comunicada con el Chaco. Los documentos de la pocacolonial atestiguan la comunin cultural de estas regiones que hoy pertenecen anaciones diferentes.

    Uno de los caminos ms importantes en lo que hace a itinerarios geogrficos yculturales fue, sin duda, el camino del Inca. Esta ruta fue recorrida por Almagro, Diego

    de Rojas, Nez del Prado y Villagrn y es cuidadosamente descripta por el licenciadoMatienzo -oidor de la Audiencia de Charcas-, en su Gobierno del Per, de 1567. FrayReginaldo de Lizrraga, en su Descripcin Colonial(1603), tambin hace referencia aeste itinerario que los espaoles descubrieron y adoptaron como ruta y como eje de lascomunicaciones entre las diferentes franjas del Alto Per.

    II.2.PRCTICAS ESCRITURAL ESLa escritura colonial del noroeste argentino vehiculiza el diseo de nuevas alternativasen la formacin literaria de esta regin socio-cultural, a travs de los contactos entre losdiferentes espacios culturales de ese perodo histrico. En este perodo, la literatura-contenida en formas no cannicas desde el punto de vista tradicional- hizo circular losvalores religiosos, polticos e histricos bajo la forma de valores estticos. Estastextualidades, cualquiera sea su filiacin con las prcticas escriturarias del momento,constituyen una literatura que "sirvi", en muchos casos, como refuerzo de losobjetivos poltico-administrativos de la colonizacin.

    El conjunto representativo de textos que ha constituido nuestro corpus de estudio9, nospermite trazar un itinerario de la escritura que descubre un inventario bastanteexhaustivo de las formas escriturarias del perodo fundacional en el Tucumn. Latipologa textual10que proponemos a continuacin apunta a delinear las caractersticas

    9

    Nuestra lectura ha abarcado un corpus escriturario de trescientos cuarenta textos de los siglos XVI,XVII y XVIII, todos pertenecientes a la zona del Tucumn, en el actual noroeste argentino. La fasede relevamiento documental se ha limitado al perodo fundacional (1553-1794) y form parte delproyecto de investigacin titulado "Textos fundacionales en el NOA. Historia y 'literatura'"dependiente del CONICET (Cfr. Poderti, 1995a).

    10 Entendemos que una tipologa de los textos de la Colonia no debe depender de una clasificacin

    taxonmica previa, sino que surge como consecuencia de una descripcin de las formas discursivasque construyen los enunciados. Esta descripcin se sita en el punto neurlgico en el cual los"documentos", considerados como fuentes de investigacin etno-histrica, se transforman en -discursos autnomos que suponen un proceso de reconstruccin del sentido a partir de un ajusteprevio entre las gramticas de produccin y las de reconocimiento (Cfr. Vern, 1987). El modelotipolgico aqu propuesto se desprende de la escritura reconstruida por el corpus y, por lo tanto,

    atiende -en la descripcin- a tres aspectos fundamentales en lo que se refiere a las condiciones de

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    del gnero narrativo. Partiendo de la matriz colonial, se reconocen las formasembrionarias y los temas que luego se presentarn como constantes en los perodos

    posteriores.

    Martin Lienhard (1992) destaca dos prcticas que legitiman las operaciones escriturales

    de los primeros textos gestados en Amrica: la poltico-religiosa, por un lado; y lajurdico-notar ial, por otra. En la primera, la escritura se ejerce como toma de posesinterritorial con vistas a la evangelizacin; en la segunda , la escritura da fe de lasresponsabilidades individuales implicadas en estos actos de toma de posesin. Ennuestro enfoque hemos credo necesario agregar una prctica ms, que incluye la

    produccin literaria cannica. En el primer subgrupo se incluyen operaciones escri-turales que fueron especficamente producidas con un fin esttico -dentro de loscnones vigentes. El acto de agrupar algunas textualidades bajo la denominacin"literaria cannica" no impide que los documentos pertenecientes a las otras prcticas(poltico-religiosa y jurdico-notarial) puedan ser ledos tambin como textos literariosautnomos. La clasificacin en tres grandes sectores se sustenta en la funcin primaria

    de estas textualidades y su circulacin entre los diferentes estamentos de la sociedadcolonial. Como hemos podido comprobar en el estudio casustico del corpus, muchosde los textos se generan en el cruce de una o varias prcticas discursivas. Los textos"saturados" por los cdigos provenientes de esa variedad revelan operaciones com-

    plejas que acercan esas textualidades a la dinmica propia del discurso literario, en elque la ambigedad se instala en varios niveles del texto.

    I I .2.1. Prctica Poltico-ReligiosaEl desarrollo de la conquista se va reconstruyendo en los textos con el diseoaventurero y accidentado que implic el proceso de fundacin de pueblos y ciudades.La ilustracin de todos estos actos que los protagonistas consideraban trascendentales,nos provee hoy de elementos suficientes para una lectura cronolgica de la gestacolonizadora, a travs del archivo testimonial del que disponemos. Aunque los episo-dios son registrados casi siempre desde el ojo que penetra un continente amplio, abiertoy an sin dominar, se plasman, en los primeros textos escritos en Amrica, lasdiferentes actitudes que constituirn distintos tipos textuales con finalidades y objetivosmuy definidos.

    Dentro de esta prctica escrituraria se incluye la mayora de los textos generados apartir de los interrogatorios y ordenanzas promulgados por el poder peninsular. Losprincipales motores que impulsaron la produccin escrita de Amrica estaban

    contenidos en las requisitorias reales, que demandaban de los funcionarios civiles yeclesisticos la redaccin de "descripciones", "averiguaciones", "relaciones","memorias", "libros", "historias", etc., que abarcaran los sucesos y estado de esastierras en los rdenes eclesistico y temporal (Cfr. Torre Revello, 1941). Estas dosesferas de la vida postmedieval se integran al imaginario de la escritura de la colonia,intersectndose en las variables del tiempo y el espacio discursivo.

    produccin de la escritura colonial: el modo de articulacin de cada texto respecto a la oposicinoralidad/escritura, el tipo de comunicacin que privilegia cada uno de ellos y los rasgos literariosque, en menor o mayor medida, ostentan estas textualidades, segn se propone ms adelante.

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    - En las noticias, relaciones, crnicas y relatosla actitud de los textos se orienta haciauna retorizacin de la narracin, al ordenamiento cronolgico de hechos. Este orden secaracteriza por la condensacin de aquellos en pos de acumular mayor cantidad dedatos. As se perciben constantes hiatos entre el tiempo del relato y el tiempo de la

    historia, resumindose en pocas pginas los acontecimientos de muchos aos. Lossegmentos del relato se reconocen, en el caso de las crnicas, como formasembrionarias de la historiografa, a partir de la bsqueda de objetividad centrada en un

    personaje o lugar.

    Las relaciones, noticias y relatosno escapan al afn historiogrfico, pero demuestranms libertad del narrador y mayor identificacin con el "autor", por cuanto recurrencon asiduidad a la descripcin, al dilogo y al monlogo interior. El carcter subjetivoy muchas veces atemporal de estas estructuras narrativas, cristaliza en la intercalacinde otros relatos, leyendas o episodios de carcter ficcional o fantstico.

    Las crnicas son, sin duda, los relatos ms difundidos y reconocidos por la prcticaliteraria cannica actual. Estas narraciones se nutrieron principalmente de losacontecimientos de la empresa de la conquista. Como su denominacin lo indica, lascrnicas -de 'cronos': tiempo- se refieren globalmente a lo sucedido en el tiempo delcoloniaje, al encuentro y contacto con los indgenas de las nuevas tierras y tambin alenfrentamiento entre los propios conquistadores.

    El tipo de comunicacin que auspician las crnicas integra un cuerpo de textualidadesinformativas cuyo discurso es inevitablemente distorsionado por los sujetos

    productores. Por un lado, la funcin primordial de las crnicas se muestradeliberadamente como una va para justificar la conquista hispana ante suscompatriotas. Por otro, la informacin ofrecida por los indgenas aparece, en estostextos, filtrada por la lente cultural del conquistador. En este sentido, los estudios etno-histricos evalan crticamente las crnicas cuando se las emplea para reconstruir lahistoria precolombina y colonial de los Andes (Cfr. Silverblatt, 1990).

    Hacia el siglo XVII deja de emplearse el vocablo "crnica" y se lo sustituye por lasexpresiones "descripcin" y "viaje" (Nez: 1989). Se perfila as una suerte de relatoque atiende no slo a la circunstancia temporal, sino tambin, con cierta insistencia, ala circunstancia espacial, como ocurre en las pginas de Reginaldo de Lizrraga11(1928, [1603]). Estos escritores se diferencian de los cronistas anteriores al presentar

    escenarios, costumbres y situaciones humanas y sociales que acompaan el relato de

    11 Naci en Medelln, Espaa, hacia 1540. Su nombre laico era Baltasar de Obando. En 1590, lleg a

    Santiago del Estero como Visitador de conventos dominicanos en la Provincia del Per. Escribi sudifundida Descripcin breve del reino del Per, Ro de la Plata y Chileo Descripcin breve detoda la tierra del Per, Tucumn, Ro de la Plata y Chile, tambin conocida como Descripcinde las Indias.Esta obra consta de dos partes y tiene un total de 294 captulos . El nmero LXII,titulado "Del camino de Talina a Tucumn" se refiere al actual noroeste argentino, y constituye unaverdadera gua para viajeros, con relatos giles sobre todo lo que aconteca en su itinerario.

    Los historiadores aportan dos fechas y lugares de su muerte: en Asuncin, alrededor de 1615 o enBuenos Aires, hacia 1609 (Cfr. Fidalgo, 1975: 37-38).

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    sucesos personales. La importancia de la narracin de aconteceres y peripecias vividas,as como la tendencia moralizante es una constante en la produccin de los siglos de laColonia, y emparienta este conjunto de textos con la forma de relatar de la novela

    picaresca peninsular (Cfr. Mignolo, 1982: 101).

    - Los relatos de viajeros y los diarios de viaje, contienen - en la idea del itinerariofsico y de desplazamiento espacial- una estructura narrativa con elementos muy

    peculiares: la sucesin cronolgica obligada y el desarrollo paso a paso de los hechospermiten la entrada de otras voces en el discurso. En el afn de "registrar" los datos dela realidad inmediata, el narrador se somete a las reglas emanadas de esa realidad,aunque no sean las propias. Por otro lado, el grado de ficcionalizacin de lo que se vaobservando durante un itinerario espacial sufre mayores compromisos subjetivos. Estees el caso de los diarios o relatos de viaje escritos cuando los recuerdos del exploradorse han decantado y las convenciones narrativas ya han impuesto sus leyes. Hemosrelevado un importante grupo de diarios de viaje, firmados por expedicionarios que seadentraron a la zona del Chaco con diferentes fines, como los diarios del capitn

    Fernndez Cornejo (1780, 1790 y 1791)12, del gobernador del Tucumn GernimoMatorras (1774), de Fray Francisco Morillo (1780), del coronel Francisco GabinoArias13(1780), entre otros (en De Angelis, 1910; Cfr. Poderti, 1995a).

    El relato de viajesupone la descripcin como mtodo de constatacin de la realidad.La geografa deja de estar subordinada a la historia y por ello la naturaleza se presentacomo autnoma, otorgndose importancia al paisaje y al hombre en l includo. Si lascrnicas se caracterizaban por una atraccin hacia lo acontecido, el relato de viajeros

    prefiere una visin ms reposada y enriquecida por las facetas del marco geogrfico.Los relatos de viaje de Pedro Pizarro (1944, [1571]) y del francs Acarette du Biscay14

    12 Juan Adrin Fernndez Cornejo naci en Per, en 1730. Fue Corregidor de algunos pueblos

    reduccionales, Regidor de Pueblos Reduccionales, regidor de la Provincia de Salta y comisionadopara la expatriacin de los Jesuitas del Tucumn. Tambin fue promovido a Coronel de Caballerade Milicias Reales y ocup un puesto en el Cabildo de Salta. Realiz dos intentos de navegacindel ro Bermejo. En el segundo, en 1790, logr llegar desde la confluencia del ro Zenta con elBermejo hasta el ro Paraguay. Sus informes y detalladas descripciones de la zona, muchas de ellascontenidas en los diarios de viaje de sus expediciones, fueron tomados en cuenta por Don RamnGarca de Len y Pizarro en el momento de fundar la ciudad de San Ramn de la Nueva Orn.Introdujo el cultivo y la industrializacin de la caa de azcar en la zona. Muri en 1797 (Cfr.Poderti, 1995).

    13 Los diarios de viaje de Gernimo Matorras y Gabino Arias fueron escritos por Jos Antonio Arias

    Rengell e Hidalgo, quien se desempeaba como Auditor de Guerra y tomaba notas de lo acontecidodurante las expediciones al Gran Chaco. Arias Rengell e Hidalgo naci en Rosario de Lerma(Salta) el 5 de julio de 1744 y fue considerado uno de los primeros cronistas del Ro de la Plata(Cfr. Figueroa, 1980: 35-36).

    14 El viajero francs Acarette habra nacido alrededor de 1544 y realiz dos viajes al Ro de la Plata.

    El primero se inicia a fines de diciembre de 1657 y finaliza en 1659. El segundo viaje de Acarette,sin licencia real y con el pretexto de perseguir a los lusitanos en las costas brasileas, se verific sinfecha precisa, an cuando por las referencias textuales, puede asegurarse que tuvo lugar durante elgobie