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 El secreto de Chimneys Agatha Christie Traducción: Juan A. G. Larraya

Agatha Christie - El Secreto de Chimneys - Agatha Christie

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Misterio, de Agatha Christie

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  • El secreto deChimneys

    Agatha Christie

    Traduccin: Juan A. G. Larraya

  • Gua del lector

    A continuacin se relacionan en orden alfabtico los principalespersonajes que intervienen en esta obra:

    ANCHOUKOFF (Boris): Ayuda de cmara del prncipe Miguel.ANDRASSY: Capitn, caballerizo del citado prncipe.BADGWORTHY: Inspector de la polica local.BATTLE: Superintendente de Scotland Yard.BRENT (lady Eileen, alias Bundle): Bella hija mayor de lordCaterham.BRUN (Genevive): Institutriz francesa de las hijas pequeas delord Caterham.CADE (Anthony): Agente de la agencia turstica Viajes Castle,protagonista de esta novela.CATERHAM (Lord): Marqus de Caterham, propietario de la regiamansin de Chimneys.CHILVERS: Criado de Virginia Revel.EVERSLEIGH (Bill): Funcionario del Estado a las rdenes de Lomax.FISH (Hiram): Rico estadounidense, entusiasta de los libros;husped de lord Caterham.ISAACSTEIN (Herman): Rico financiero y otro invitado de lordCaterham.JOHNSON: Agente de polica. LEMOINE: De la Sret de Pars.LOLOPRETJZYL (barn de): Representante en Londres del partidomonrquico de Herzoslovaquia.LOMAX (George): Importante funcionario del Ministerio de AsuntosExteriores.MANUELLI (Giuseppe): Camarero del hotel Blitz.MACGRATH (Jimmy): Residente en frica, dedicado a la caza y muyamigo de Anthony Cade.MELROSE: Coronel, jefe de polica de la comarca. BOLOVITCH (Miguel): Prncipe de Herzoslovaquia. SCAR: Secretaria de Lomax.REVEL (Virginia): Prima de Lomax; mujer extraordinariamenteatractiva.TREDWELL: Mayordomo de lord Caterham.

  • IUn encuentro

    Caballero Joe!Que me cuelguen si no es Jimmy McGrath!Las siete mujeres alicadas y los tres varones aburridos, clientes de

    Viajes Castle, sintieron un sbito despertar de su inters. MisterCade, su admirado mister Cade, alto, esbelto, moreno, risueo, cuyaselegantes maneras tanto haban contribuido a resolver disputas y amantenerlos en un aceptable estado de buen humor, habaencontrado a un amigo harto peculiar, a decir verdad. De estaturasemejante a la de su gua, ms robusto y mucho menos apuesto,pareca arrancado de las pginas de una novela de aventuras. Sera,probablemente, el dueo de una taberna; pero despertaba suatencin. A fin de cuentas, se viaja con la esperanza de ver cosas quelos libros mencionan. Hasta aquel instante se haban fastidiado enBulawayo, abrasados por el calor intolerable, agobiados por lasincomodidades del hotel y, carentes de propsito definido, charlaban,en espera de trasladarse en coche a Motoppos. Por suerte, misterCade haba sugerido que comprasen postales de las que habaverdadera pltora.

    Anthony Cade y su amigo se distanciaron unos metros.Qu diablos haces con esa turba femenina? pregunt McGrath

    . Vas a fundar un harn?Con estos ejemplares? Te has fijado en ellas? replic

    Anthony.S. Pens que te habas vuelto miope.Mi vista sigue siendo excelente. Muchacho, soy el agente local de

    Viajes Castle.Cmo llegaste a aceptar ese empleo?Me forz a ello una lamentable penuria econmica. Reconozco

    que no es adecuado a mi temperamento. Jimmy sonri.Te revientan las ocupaciones estables, verdad? Anthony no respondi directamente al comentario.Espero que, como siempre, surja algo ms emocionante. Jimmy ocult su risa.Bien lo s. Anthony Cade se ver, tarde o temprano, en un lo.

    Naciste con un instinto especial para el jaleo... y con ms vidas queun gato. Cundo podemos charlar?

    Tengo que conducir mi gallinero a la tumba de Rhodes suspir

  • Anthony.Estupendo! aprob Jimmy. Los baches los molern y

    regresarn pidiendo la cama a gritos; as nos ser posible tomar unascopas y comentar las ltimas noticias.

    Convenido. Hasta luego, chico.Anthony se reuni con su rebao. Miss Taylor, la ms joven y

    retozona de las ovejas, le abord al punto.Un amigo suyo, mister Cade?En efecto; un buen amigo de mi inocente juventud.Parece interesante.Opinin que le comunicar con gusto.Qu ocurrencia! No sea tan pcaro, mister Cade. Pero, cmo le

    llam?Caballero Joe?S. Es su verdadero nombre?Me defrauda, seorita. Cre que jams olvidara mi hermoso

    nombre de Anthony.Oh!... Por favor! exclam la turista, e hizo un mohn delicioso.Anthony dominaba ya a la perfeccin las triquiuelas del oficio.

    Entraba en sus deberes, aparte de la organizacin de los viajes yexcursiones, aplacar a ancianos de supersensible dignidad,proporcionar a matronas numerosas ocasiones de adquirir postales ygalantear a toda clase de mujeres menores de cuarenta aos. Lefacilitaba esta ltima tarea la decidida propensin de las damas atraducir en tiernas indirectas sus ms inocentes comentarios.

    Miss Taylor volvi a la carga.Por qu le llam Joe, en tal caso?Porque no es mi nombre.Y por qu caballero?Porque no lo soy.No diga eso, mister Cade se indign la joven. Precisamente

    anoche pap alab sus modales.Su pap es muy amable, seorita.Y todos coincidimos en que es usted un caballero.Me abruman...Hablo en serio.Los buenos corazones valen ms que rancios blasones

    declam Anthony, sin que viniera a cuento, deseando huir.Bellsimo poema se. Sabe muchas poesas?Puedo recitar nicamente El muchacho irguise en el gneo

    puente, del que todos haban escapado. Tambin soy capaz derepresentarlo. El muchacho irguise en el gneo puente... Uf, uf,uf! (Son las llamas)... Del que todos haban escapado, momento enque corro alocado, como un perro despavorido.

    Miss Taylor ri hasta saltrsele las lgrimas.Qu gracioso! Han odo a mister Cade?

  • Pensemos ahora en el t de la maana propuso rpidamenteAnthony. Vengan por aqu. Hay un bar excelente en la prximacalle.

    Esa consumicin queda incluida en la tarifa? inquiri la gruesavoz de mistress Caldicott.

    El t de la maana se considera como un gasto extra informAnthony en su tono ms profesional.

    Lstima!La vida est sembrada de sinsabores, verdad? insinu

    alegremente Anthony.Los ojos de mistress Caldicott brillaron como quien se dispone a

    sacar un conejo de la manga.Al sospecharlo, me prepar durante el desayuno. Llen una

    botella de t, que puedo calentar en un fogoncillo de alcohol. Vamos,padre.

    Los Caldicott se dirigieron triunfalmente al hotel. Los hombros de ladama revelaban la complacencia que le proporcionaba su previsin.

    Cunta gente extraa has creado, Dios mo! murmurAnthony. Condujo al resto de los turistas al caf. Miss Taylor, quecontinuaba a su lado, reanud el interrogatorio.

    Haca mucho que no vea a su amigo?Ms de siete aos.Le conoci en frica?S, pero no en esta regin. Encontr a Jimmy McGrath cuando ya

    estaba a punto para la cazuela. En el interior hay tribus canbales,sabe? Llegamos a tiempo.

    Y qu sucedi?Se arm la marimorena, causamos algunas bajas a los salvajes y

    los dems tomaron las de Villadiego.Ah! Qu existencia tan aventurera la suya!Muy apacible, se lo aseguro.Pero miss Taylor no lo crey.

    A las diez de la noche del mismo da, Anthony Cade entraba en lapequea habitacin en que Jimmy McGrath se ejercitaba en ladegustacin de distintas botellas.

    Procura que la ma sea fuerte implor. Lo necesito, palabra.Lo sospecho, muchacho; yo no aceptara ese empleo ni a cambio

    de una fortuna.Indcame otro y lo abandono en el acto.McGrath llen su vaso, lo apunt con la rapidez que proporciona

    una larga prctica y volvi a llenarlo. Entonces dijo lentamente:De verdad?Qu?Renunciaras a tu presente colocacin por otra?

  • A qu viene eso? Insinas que existe la posibilidad deobtenerla? Si es as, por qu no te la reservas? No la quieres?

    La tengo s, pero no me hace gracia. Por ello deseo traspasrtela.Te han nombrado maestro de una escuela dominical?Quin se atrevera a hacerlo?Nadie, desde luego, si te conoce.Es un trabajo magnfico y sin ninguna clase de inconvenientes.En Sudamrica, por una bendita casualidad? Le he echado el ojo

    a esa parte del mundo. En cualquiera de esas naciones, estoy segurode ello, habr pronto una linda revolucin.

    Jimmy sonri.Te atrajeron siempre las revoluciones. Tu nica preocupacin es

    verte metido en una buena pelea.Los sudamericanos apreciaran mi talento, porque, Jimmy, puedo

    ser muy til en una guerra civil, a cualquiera de los dos bandos; yprefiero eso a ganarme honradamente el pan cotidiano.

    Hijo mo, eso no es la primera vez que lo admites; sin embargo,el trabajo no espera en ese edn tuyo, sino en Inglaterra.

    S? El hroe, tras larga ausencia, regresa a la tierra que le vionacer. Jimmy, le encarcelan a uno por deudas contradas siete aosatrs?

    Creo que no. Te importa saber algo ms?No me vendra mal. Me extraa, no obstante, que t no lo

    aceptes.Ocurre, mi querido Anthony, que me voy muy lejos, al interior,

    en busca de oro. Anthony silb.No has cambiado desde que nos conocimos, Jimmy. El oro es tu

    debilidad, tu taln de Aquiles, la pasin de tu vida. Pocas personashabrn perseguido ms quimeras que t.

    Y vers cmo triunfo al fin.Cada loco con su tema. El mo son las luchas y los golpes, el tuyo

    el oro.Voy a contrtelo todo. Qu sabes de Herzoslovaquia? Anthony alz la cabeza.Qu dices? exclam con un curioso timbre en la voz.Lo que oyes. Qu sabes de Herzoslovaquia? Hubo una pausa antes de que Anthony respondiera.Lo corriente. Es un Estado balcnico, con ros, cuyo nombre

    ignoro, y montaas, que imagino numerosas. Su capital es Ekarest,su poblacin se dedica sobre todo al bandidaje y al deporte de matarreyes y promover algaradas. Su ltimo monarca, Nicols IV, fueasesinado siete aos atrs. Desde entonces existe un gobiernorepublicano. En suma, un lugar simptico y atractivo. Por qu no meavisaste que Herzoslovaquia figuraba en el asunto?

    Su protagonismo es indirecto.

  • Anthony mir a su amigo con ms pena que ira.Enmindate, Jimmy; sigue un curso por correspondencia o algo

    anlogo... Si llegas a contar algo por el estilo en los jugosos das delos imperios orientales, te hubieran colgado de los pies, apaleado ydespellejado.

    McGrath continu la explicacin, sin que le conmovieran lascensuras.

    Has odo hablar del conde Stylpitch?Por fin dices algo razonable aprob Anthony. Muchos de los

    que ignoran la existencia de Herzoslovaquia adoptaran una expresininteligente a la mencin del conde, el Gran Jefe de los Balcanes, elMayor de los Villanos, eptetos que dependen del peridico que selea; pero Jimmy, no te quepa duda de que se le recordar muchodespus que t y yo seamos polvo y ceniza. Stylpitch ha movido laspiezas en el tablero del Prximo Oriente en cuantos acontecimientosse produjeron en los ltimos veinte aos. Ha sido un dictador, unpatriota, un estadista... Nadie sabe exactamente qu ha sido, aunquetodos estn de acuerdo en que fue el rey de la intriga... Qu pasacon l?

    Fue el primer ministro de Herzoslovaquia.No tienes sentido de la proporcin. Qu es Herzoslovaquia en

    comparacin con l? Su papel fue procurarle un lugar de nacimiento yun puesto en los asuntos pblicos. Yo le crea muerto.

    Falleci en Pars dos meses atrs. Pero han pasado aos desde elsuceso que voy a contarte.

    El problema es que no me lo cuentas dijo Anthony. Jimmy sonri.En Pars, y de ello hace cuatro aos, me paseaba una noche por

    un barrio solitario. Top de pronto con media docena de matones quemaltrataban a un anciano respetable y, como me molestan lasdiferencias numricas, intervine moliendo a golpes a los rufianes.Jams les haban atizado en serio, supongo, porque se disolvieroncomo la nieve bajo el sol.

    Bravo, Jimmy! exclam Anthony a media voz. Me hubiesegustado presenciarlo.

    Bah! No fue nada asever modestamente Jimmy. Con todo,el vejete se sinti muy agradecido y, si bien llevaba una copa de ms,record preguntar mi nombre y mis seas. Al da siguiente me visitpara darme las gracias como un gran seor. Descubr entonces quehaba salvado al conde Stylpitch. Habitaba en el Bois...

    Anthony afirm:En efecto, Stylpitch vivi en Pars despus del asesinato del rey

    Nicols. Haba rechazado la presidencia de la repblica, fiel a susprincipios monrquicos, aunque se rumore que terciaba en todos losaltibajos polticos de los Balcanes. El difunto conde era muymaquiavlico.

  • Nicols IV tena gustos heterodoxos en materia de esposas,verdad? dijo de pronto Jimmy.

    Que le perdieron, pobrecillo! suspir Anthony. Se trat deuna bailarina o actriz parisiense de baja estofa, poco adecuada hastapara un matrimonio morgantico; pero l la idolatraba. Ella habadecidido ser reina... y, por fantstico que parezca, lo consigui.Cambi su nombre por el de condesa Popoffsky, segn creo, con lapretensin de que por sus venas circulaba sangre de los Romanoff.Nicols se cas con ella en la catedral de Ekarest, oblig a dosobispos reacios a bendecir la unin y la coron con el nombre dereina Varaga; despus convenci a sus ministros de lo oportuno de suenlace, olvidndose del pueblo en general. Ahora bien, losherzoslovacos son de ndole aristocrtica y reaccionaria, y demandanque sus soberanos sean de descendencia regia genuina. Porconsiguiente, hubo murmuraciones, descontento, represionesdespiadadas y una sublevacin final en la que el pueblo asalt elpalacio, asesin a los monarcas y proclam la repblica. Desdeentonces, y sin modificar el rgimen de gobierno, en Herzoslovaquiano se aburren; han matado a un par de presidentes para conservarseen forma... Pero, como dicen los franceses, rvenons nos moutons,volvamos a nuestro asunto. Decas que el conde Stylpitch te proclamsu salvador...

    S. Aquello fue todo. La venida a frica borr el incidente de mimemoria hasta que, hace dos semanas, recib un paquete singularque llevaba mucho tiempo siguiendo mis pasos. Yo haba ledo en laprensa el fallecimiento del conde, sucedido en Pars. Dicho paquetecontena sus Memorias. Reminiscencias o como quieras llamarlas. Unanota adjunta me inform de que unos editores londinenses habanrecibido instrucciones de entregarme un millar de libras esterlinas siyo pona en sus manos el manuscrito antes o el mismo da 13 deoctubre.

    Has dicho mil libras esterlinas, Jimmy?S, hijo. Ojal no sea una broma, porque ni los prncipes ni los

    polticos, como reza la sabidura popular, son de fiar!... As estamos.No me sobra tiempo, ya que el manuscrito tard mucho enencontrarme. Es una pena. Acabo de preparar mi excursin alinterior, y he puesto el corazn en ello. No se me presentar jamsuna ocasin como sta.

    Eres incurable, Jimmy. Mil libras en mano bien valen unatonelada de oro hipottico.

    Pero supn que sea un petardo... Bueno, aqu me tienes, con elpasaje pagado, camino de Ciudad de El Cabo... y t apareces.Anthony se levant y encendi un cigarrillo.

    Adivino lo que pretendes, Jimmy. T corres tras el oro y yo cobroel millar de libras esterlinas en representacin tuya. Cul sera miparte?

  • Qu me dices de un cuarto de millar?Doscientas cincuenta libras, exentas de impuestos?Exacto.Trato hecho; y te confieso, para que tus dientes rechinen, que

    hubiese ido por cien. Sabes, oh, James McGrath!, que la muerte note atrapar en el lecho pensando en tu cuenta corriente.

    Entonces, trato hecho.Entonces convenido. Te pertenezco de pies a cabeza. Brindemos

    por la ruina de Viajes Castle!Los dos hombres bebieron solemnemente.

  • II

    Una mujer en apuros

    Perfectamente dijo Anthony, depositando el vaso vaco en lamesa. En qu barco zarpabas?

    En el Granarth Castle.Navegar como James McGrath, ya que el pasaje ir a tu

    nombre. Hace mucho tiempo que los pasaportes no nos preocupan.No hay riesgo. T y yo no nos parecemos, pero la descripcin que

    da de nosotros vendr a ser la misma: estatura, un metro ochenta;pelo oscuro; ojos azules; nariz corriente; barbilla corriente...

    No tan corriente. Viajes Castle me eligi entre una nube deaspirantes sobre todo por mi agradable presencia y distinguidasmaneras. Jimmy sonri.

    Las not esta maana.Vete al infierno!Anthony pase a lo largo de la habitacin, frunciendo el entrecejo.

    Al cabo de unos minutos dijo:Stylpitch muri en Pars. En tal caso, por qu enviaran el

    manuscrito de esta ciudad a Londres pasando por frica? Jimmy hizo un gesto de ignorancia.No lo s.Por qu no emplearan la va ms lgica?Hubiera sido lo ms sensato.Pero la etiqueta veda a los monarcas y altos funcionarios

    gubernamentales a efectuar las cosas del modo ms sencillo y directocontinu Anthony. As nacieron, por ejemplo, los correos reales.En la Edad Media se entregaba a un individuo un sello que le servade brete, ssamo. Bastaba su simple mencin para abrirle todaslas puertas, aunque comnmente quien lo exhiba lo haba robado. Mesorprende constantemente que algn sujeto despierto no se lasingeniara para copiar el anillo, labrar una docena y venderlos a cienducados cada uno. En aquella poca no tenan iniciativa.

    Jimmy bostez.Puesto que mis comentarios sobre la Edad Media no te divierten,

    volvamos al conde Stylpitch. De Francia a Inglaterra, a travs defrica, me parece un procedimiento exagerado, incluso dentro de loscnones diplomticos. Si nuestro personaje pretendi asegurarse deque recibiras las mil libras, bien pudo legrtelas en su testamento. ADios gracias, ni t ni yo somos lo suficiente orgullosos para hacerascos al dinero, venga como venga. Por lo tanto, Stylpitch deba de

  • estar loco.Podemos sospecharlo, verdad? Anthony prosigui sus paseos.Lo has ledo? pregunt de pronto.Qu?El manuscrito.Cielos, no! Con qu fin? Para qu voy a atascar mi cerebro con

    esa pacotilla?Anthony sonri.Ha sido una pregunta; eso es todo. A veces las indiscreciones de

    unas Memorias originan escndalos. Gentes que durante toda su vidaenmudecieron como ostras hallan un malicioso placer en el escndaloque causarn sus revelaciones despus de su muerte. Qu clase dehombre era el conde? T le conociste, hablaste con l, y eres buenpsiclogo. Te pareci maligno y vengativo?

    Jimmy mene la cabeza.Qu puedo decirte? La noche de marras estaba borracho; al da

    siguiente era un anciano distinguido y elegante, que me adul hastaque no supe a dnde mirar.

    Dijo algo interesante durante su embriaguez?Jimmy arrug la frente, proyectando su memoria al pasado.Farfull que saba dnde se hallaba el Koh-i-noor respondi

    titubeando.Como todo el mundo: en la Torre de Londres, tras gruesos

    vidrios y barrotes de hierro, vigilado por un grupo de caballeros deindumentaria pintoresca.

    Eso es.Agreg algo ms? Saba, por ejemplo, en qu ciudad se

    encuentra la Coleccin Wallace? Jimmy neg.Hum! gruo Anthony.Encendi un tercer cigarrillo y torn a recorrer la estancia.Lees los peridicos, pagano? inquiri de improviso.De tarde en tarde. Generalmente, no me interesan las noticias

    que publican.Yo, alabado sea Dios, soy ms civilizado. La prensa ha

    mencionado ltimamente a Herzoslovaquia, insinuando la posibilidadde que sea restaurada la monarqua.

    Nicols IV no tuvo descendencia indic Jimmy. Pero ladinasta Obolovitch no se habr extinguido. Es ms, probablementetendra manadas de primos en primero, segundo y tercer grado.

    No habr por tanto dificultad en encontrar un rey?Ni por asomo. No me asombra que se hayan cansado de las

    instituciones republicanas. Un pueblo como se, ardiente y viril, tieneque sentirse degradado al elegir presidentes, despus de liquidarmonarcas. Y este comentario me trae a la memoria algo ms de lo

  • que dijo Stylpitch. Asegur que los matones pertenecan al grupo delrey Vctor.

    Qu? profiri Anthony, girando sobre sus talones. Una sonrisa dilat el rostro de su amigo.Ests muy nervioso, caballero Joe.No seas majadero, Jimmy. Acabas de decir algo importante. Fue a la ventana y mir al exterior.Veamos, quin es Vctor? Otro soberano balcnico? indag

    Jimmy.No, no es esa clase de monarca.Qu es entonces? Hubo una pausa.Un malhechor, Jimmy repuso finalmente Anthony, el ms

    famoso ladrn de joyas del mundo, personaje fantstico e impvido alque nada asusta. El rey Vctor... En Pars le aplicaron el apodo... enPars, centro principal de su banda. Y en la misma ciudad lecapturaron y le condenaron a siete aos de crcel por un delitomenor. No consiguieron probar nada ms contra l. Ya habrcumplido su condena o estar a punto de cumplirla.

    Se debera al conde su captura y la banda quiso vengarse?No lo creo probable. El rey Vctor, segn mis informes, no rob

    las joyas reales de Herzoslovaquia. Pero la situacin inflama miimaginacin: la muerte de Stylpitch, las Memorias, los rumores,vagos pero interesantes, y se cuenta que se ha descubierto petrleoen aquella zona. Presiento, Jimmy, que el mundo va a interesarsemucho por Herzoslovaquia.

    Todo el mundo o una parte de l?Los financieros de la City.Adonde quieres llegar?Quiero complicar un trabajo fcil.Pretendes que habr obstculos en la entrega de un simple

    manuscrito a una editorial?No, no lo creo respondi Anthony. Te gustara saber qu

    har con mis doscientas cincuenta libras si llegan a mi poder?Irte a Amrica del Sur?No, a Herzoslovaquia. Tal vez apoye a los republicanos y me

    encumbre como presidente.Por qu no te presentas como un Obolovitch y te conviertes en

    soberano?Jimmy, los reyes son hereditarios y los presidentes ostentan el

    cargo cuatro aos o poco ms. Me divertira gobernar Herzoslovaquiadurante este plazo.

    Tengo entendido que sus monarcas vivieron ordinariamentemenos tiempo coment Jimmy.

    Me animas a que te estafe las mil libras? No las necesitarscuando regreses cargado de pepitas de oro. Las invertir en la

  • compra de acciones petrolferas herzoslovacas. Tu idea me vaentusiasmando a medida que reflexiono. No habra pensado enpresentarme en Herzoslovaquia, de no mencionarlo t. Estar un daen Londres, contando el botn, y partir en el expreso de losBalcanes.

    Tendrs que demorarte ms. No he mencionado an un encargoque quiero que hagas.

    Anthony tom asiento, mirndole con severidad.Hum! Barrunt que me ocultabas algo. Qu maquinas?Nada.... Nada ms que ayudar a una mujer.Jimmy, renuncio a intervenir en tus amores.Como no puedo estar enamorado de una mujer a la que no he

    visto, ser preferible que te narre la historia.Y ya que he de sufrir otra de tus interminables y enrevesadas

    historias, ser preferible que tome un trago.Despus de satisfacer la demanda, el anfitrin inici el relato.Estando en Uganda, salv la vida a un latino...Jimmy, te recomiendo que escribas un libro titulado Las vidas

    que salv. No es la primera vez que hablas de ello esta noche.En realidad, mi intervencin en el presente caso no fue

    espectacular. Me limit a sacar al sujeto del ro; no saba nadar.Antes de que prosigas, dime: se relacionan los dos asuntos?En absoluto. Sin embargo, recuerdo ahora que el individuo era

    herzoslovaco. Le llamaban Pedro Dutch. Anthony aprob con indiferencia.El nombre es lo de menos; pero los herzoslovacos no son latinos

    coment. Explcame tu obra de misericordia.Pedro Dutch, por todo agradecimiento, se me peg como una

    lapa. Seis meses despus, cuando le mataron las fiebres, yo estuve,cmo no?, a su lado. En el instante de pasar a mejor vida, me hizounas seas y jade excitado, en una extraa jerga, algo sobre unsecreto... una mina de oro, me pareci que deca. Luego me puso enla mano un paquete envuelto en hule que siempre haba llevadopegado a su piel. En aquel momento no le conced atencin. No loabr hasta una semana ms tarde y, entonces, te lo juro, se enardecimi curiosidad. Mal hice! Deb comprender que Pedro Dutch eraincapaz de distinguir una mina de oro de una escupidera, mas supuseque la suerte...

    Y se aceleraron los latidos de tu corazn al pensar en las pepitasinterrumpi Anthony.

    Recib un disgusto maysculo. Bonita mina! Lo fue sin duda paraaquel cerdo... Sabes qu ocultaba el hule? Cartas de una mujer,cartas de una inglesa, a la que aquella rata haba explotado... Y tuvoel descaro de legarme su inmundicia...!

    Comprendo tu ira, Jimmy. No obstante, piensa que elherzoslovaco quiso beneficiarte. Le habas salvado la vida y te

  • nombr heredero universal de su nica fuente de ingresos, peroignorando tus miras idealistas.

    Qu deba hacer? Mi primer impulso fue quemar el fajo decorrespondencia... Luego cavil que la desdichada no sabra quehaba sido destruida y que, por consiguiente, vivira con el alma en unhilo, atemorizada por la posibilidad de que aquel malditoreapareciera.

    Tienes ms imaginacin de la que te conceda, Jimmy observAnthony, encendiendo un cigarrillo. La situacin es, en efecto, mscomplicada de lo que aparenta. Por qu no se las remites porcorreo?

    Porque, como todas las mujeres, no haba puesto ni fecha nidireccin en la mayora de las cartas. Slo una contena algo que,hasta cierto punto, puede considerarse como seas, un nombre:Chimneys.

    Anthony solt de golpe la cerilla que le chamuscaba los dedos yprofiri:

    Chimneys? Es extraordinario...Por qu? Te dice algo?Mi querido amigo, se trata de una de las mansiones ms

    importantes de Inglaterra, centro de esparcimiento de soberanos ymentidero de diplomticos.

    He ah por qu me alegro de que me sustituyas. Dominas todasesas cosas declar con sencillez Jimmy. Un pelagatos como yo,nacido en los bosques canadienses, incurrira en toda suerte deerrores; t, en cambio, educado en Eton y Harrow...

    nicamente en uno de ellos ataj modestamente Anthony.Lo llevars a buen trmino. Me pareci arriesgado mandrselas,

    porque deduje que su marido estaba celoso... En qu lo la metera,si l la abra por error? Y si haba muerto? Las cartas tenan bastantetiempo. Por tanto, lo nico factible era que alguien las llevase aInglaterra y se las entregara en persona.

    Anthony arroj el cigarrillo y palmoteo con afecto la espalda de suamigo.

    Eres un caballero andante, Jimmy; los bosques del Canad seenorgullecern de ti. No conseguir ponerme a tu altura.

    Aceptas las comisin?Claro.McGrath sac de la cmoda un fajo de cartas, que deposit en la

    mesa.Aqu estn. Lelas.Lo crees oportuno? Preferira abstenerme.Por lo que cuentas de Chimneys, ella debi estar de paso en la

    casa. La lectura quiz nos proporcione una pista sobre su domicilio.Tienes razn.Repasaron las cartas sin encontrar lo que esperaban. Anthony las

  • agrup muy pensativo.Pobrecilla! exclam. Tena un miedo cerval. Jimmy hizo un gesto afirmativo y pregunt ansioso:Crees que te ser posible encontrarla?No me ir de Inglaterra antes de conseguirlo. Tanto te interesa

    esa desconocida, muchacho?Jimmy recorri meditabundo la firma con el ndice.Es un nombre muy lindo se excus. Virginia Revel.

  • III

    Inquietud en las altas esferas

    Claro, claro dijo lord Caterham.Haba empleado las mismas palabras tres veces, y en cada una de

    ellas aliment la esperanza de concluir la entrevista y poner los piesen polvorosa. Le horrorizaba detenerse en la escalinata de su selectoclub londinense, sobre todo para escuchar los inagotables torrentesoratorios del honorable George Lomax.

    Clement Edward Alistair Brent, noveno marqus de Caterham, eraun diminuto caballero de descuidada indumentaria, y en todos losaspectos diferente del concepto popular de cmo es un aristcrata.Sus desvados ojos azules, su delgada nariz melanclica sentabanbien a sus modales vagos y corteses.

    La principal desdicha de la existencia de Caterham haba sido la desuceder a su hermano, el octavo marqus, cuatro aos antes. Esehombre notable haba merecido la celebridad en todos los hogaresbritnicos. Dirigi el Ministerio de Asuntos Exteriores, destac en elgobierno del Imperio y su mansin campestre, Chimneys, cobr famapor su regia hospitalidad. Secundado por su esposa, hija del duque dePerth, los fines de semana de Chimneys sirvieron de telar donde seurdi la Historia, y apenas haba personaje ingls o europeo que nohubiese descansado la cabeza en las almohadas de sus alcobas.

    Nada tena que objetar a ello el noveno marqus, quien respetabay estimaba en grado sumo la memoria de su hermano. Henry habadesempeado su papel de forma magnfica. Lo que le dola era lacreencia general de que l deba marchar por la misma senda y queChimneys perteneca a la nacin y no a un simple particular. Nadahastiaba ms a Caterham que la poltica, como no fuesen lospolticos; de ah que le impacientara la avasalladora retrica deGeorge Lomax, hombre robusto, de faz rubicunda, ojos protuberantesy, adems, muy pagado de s mismo.

    Lo entiende, Caterham? Un escndalo de esa ndole seradesastroso. La situacin es muy delicada.

    Como siempre dijo el aristcrata con una chispa de irona.Y quin lo sabe mejor que yo?Claro, claro exclam Caterham, retrocediendo por cuarta vez a

    aquella lnea defensiva.Nos perder el menor desliz en la cuestin de Herzoslovaquia. Lo

    esencial es que las concesiones petrolferas se otorguen a unacompaa inglesa. Lo comprende?

  • Naturalmente.El prncipe Miguel Obolovitch llegar este fin de semana. Lo ms

    indicado sera que el asunto se discutiera en Chimneys, so pretextode una partida de caza.

    Yo me propona ir al extranjero esta semana murmurCaterham.

    Bah! Nadie viaja a principios de octubre.Mi mdico asegura que estoy enfermo objet Caterham y mir

    anhelante a un taxi que pasaba.La libertad le estaba vedada, porque Lomax tena el desagradable

    hbito, fruto de una larga experiencia, de acorralar a susinterlocutores de cualquier modo. En aquel caso asa vigorosamentepor la solapa el gabn del marqus de Caterham.

    Querido amigo, lo expresar ms enrgicamente. En un instantede crisis nacional como el que se avecina...

    Caterham se movi intranquilo. Estaba dispuesto a celebrarincontables fiestas, antes que escuchar uno de los famosos discursosde Lomax que, segn saba de buena tinta, duraban ms de veinteminutos.

    De acuerdo, accedo interrumpi. Usted se encargar de todo,verdad?

    No ser necesario. Chimneys, aparte de su gloriosa historia, gozade una situacin ideal. Yo estar en Abbey, a menos de diezkilmetros de distancia... porque, desde luego, no sera correcto queme incorporase al grueso de los invitados.

    Claro, claro convino Caterham sin la ms mnima nocin del porqu y sin deseo de averiguarlo.

    Le molestara albergar a Bill Eversleigh? Ser til comomensajero.

    Me complacer afirm Caterham, algo ms animado. Bill esun buen tirador y Bundle simpatiza con l.

    La cacera no tiene importancia. Slo es un pretexto, por decirloas.

    El marqus torn a ensombrecerse.El grupo lo compondrn el prncipe, sus asistentes, Bill

    Eversleigh, Herman Isaacstein...Quin?Herman Isaacstein, representante del trust de que le he hablado.Es britnico cien por cien?S. Por qu?Oh, por nada! Me ha sorprendido. Hay nombres ingleses muy

    extraos.Y en fin, dos o tres personas al margen del asunto, que

    proporcionen a la reunin una apariencia inocente. Lady Eileen podrainvitar a algunos jvenes ingenuos sin criterio poltico.

    Bundle lo har de mil amores.

  • Oh! profiri Lomax, como herido por un rayo. Recuerda loque acabo de decir?

    Ha hablado usted de tantas cosas...Me refiero a ese desdichado contratiempo... Lomax convirti su

    voz en un misterioso susurro, a las Memorias... las del condeStylpitch.

    Creo que anda descaminado repuso Caterham y domin unbostezo. A la gente le gustan los escndalos. Yo mismo leo los demis semejantes y me divierto.

    No se trata de que el vulgo las lea o no. Indudablemente lasdevorar. Pero su publicacin en esta coyuntura tal vez arruinaranuestros proyectos. El pueblo de Herzoslovaquia desea restaurar lamonarqua, y se dispone a ofrecer la corona al prncipe Miguel, quetiene el apoyo y el aliento del gobierno de Su Majestad...

    Y que ha decidido conferir unas concesiones petrolferas a misterIkey Hermanstein & Company en compensacin del milln y pico quele prestan para sentarle en el trono...

    Caterham! Caterham! implor angustiado Lomax.Discrecin, se lo suplico; discrecin sobre todo.

    Y la verdad es que prosigui complacido el marqus, aunquebaj la voz, una parte de esas memorias de Stylpitch tal vez den altraste con sus bien anudados propsitos. Quiz delaten la tirana y lacaprichosa conducta de los Obolovitch, verdad? Habrinterpelaciones en los Comunes: Por qu se sustituye la actual formade gobierno, comprensiva y democrtica, por una tirana obsoleta?Dictan la poltica los implacables capitalistas? Tendremos que gritarabajo el gobierno...? Me equivoco?

    No confes Lomax. Si slo fuera eso! Imagine, no ms quepor un momento, que se aluda a esa infortunada desaparicin... yasabe cul.

    Lord Caterham le contempl con los ojos muy abiertos.No, no lo s. Cul?Lo ignora? Pero, hombre, si sucedi mientras estaban en

    Chimneys. Henry se vio en tal aprieto, que casi arruin su carrera.Aviva usted mi inters dijo Caterham. Quin o qu

    desapareci?Lomax se inclin hasta que sus labios quedaron a un centmetro de

    la oreja del marqus. ste retrocedi velozmente.Por Dios! No me silbe en el odo.Me ha entendido?S admiti Caterham de mala gana. Ahora me acuerdo de

    ello. Fue un asunto en extremo curioso. Quin sera? No lorecobraron?

    Jams. Hubimos de proceder con suma cautela para que nadatrascendiera. Pero Stylpitch era de los presentes, y barrunt algo, yaque no todo, cuando negociamos con l un par de veces a causa de

  • una cuestin turca. Cabe que se haya tomado malicioso desquite,incluyendo el caso en sus Memorias. Ofrecidas stas al mundo,comprender usted las dimensiones del escndalo y sus dolorososresultados. Todos se preguntarn por qu se silenci...

    Sera lo lgico dijo Caterham, con evidente fruicin. Lomax,que casi habra gritado, se contuvo.

    Calma, calma! No debe perder la cabeza. Pero respndame, miapreciado amigo: si no se propona turbarnos, por qu envi elmanuscrito a Londres dando un rodeo tan grande?

    Es raro, ciertamente. Est seguro de ello?Por completo. Tenemos un agente en Pars. Las Memorias fueron

    despachadas en secreto semanas antes de su defuncin.S, s; ha de haber algo podrido dijo Caterham, muy

    complacido.Averiguamos que se enviaron a un individuo llamado Jimmy, o

    James McGrath, canadiense, que reside en frica.Todo el Imperio est complicado, verdad? coment

    alegremente el marqus.James McGrath arribar maana, jueves, en el Granarth Castle.Qu piensa hacer?Abordarle al instante, revelndole las peligrosas consecuencias de

    su publicacin, y rogarle que retrase, por lo menos un mes, laentrega del manuscrito o, en el peor de los casos, que consienta unaedicin... juiciosa.

    Y si contesta No, seor o Vyase al infierno o algo por elestilo? inquiri lord Caterham.

    Tal posibilidad es la que me asusta admiti Lomax. Por esome parece plausible que le invite a hospedarse en Chimneys. Lehalagar conocer al prncipe Miguel y ser ms fcil manejarle.

    Me niego replic el marqus. Nunca me gustaron loscanadienses, especialmente los que residen en frica.

    Seguramente ser un hombre esplndido, un diamante en bruto.No, Lomax; me niego rotundamente. No hay que exagerar. Otra

    persona habr de amansarle, yo no.Una mujer nos sera muy provechosa. La aleccionaramos

    convenientemente, ni mucho ni poco, y hara gala de tacto... Leexpondra la situacin sin irritarle. Desde luego, no apruebo laintervencin femenina en la poltica; pero las mujeres obranmaravillas en su propia esfera. Acurdese de la esposa de Henry ycunto le ayud. Marcia fue una anfitriona soberbia, nica...

    Desea que la invite a la cacera? pregunt Caterham, quehaba palidecido ante la mencin de su temible cuada.

    No, no me interprete mal. Hablaba de la influencia del bello sexoen general. No, pensaba en una joven encantadora, bella einteligente.

    En Bundle? Mi hija le decepcionara. Si simpatiza con algn

  • partido es con los socialistas. Se morira de risa al or tamaaproposicin.

    Lady Eileen no entra en mis clculos. Su hija, Caterham, esdeliciosa, pero muy joven. Necesitamos una mujer con sumo tacto,algo mundana... Ya la tengo! Mi prima Virginia.

    Mistress Revel? exclam el marqus, lleno de nimo,presintiendo que concluira por divertirse. Magnfica idea, Lomax. Esla mujer ms atractiva de Londres.

    Y conoce al dedillo los asuntos herzoslovacos, porque su maridoperteneci a la embajada britnica en aquel pas, como usted sabe. Ynadie discute su encanto.

    Una criatura como pocas! dijo para s lord Caterham.Asunto concluido, entonces. Mister Lomax solt su presa.Adis, Lomax. Haga los arreglos que quiera.El marqus se abalanz a un taxi. En cuanto es posible que un

    digno caballero cristiano aborrezca a otro digno caballero cristiano,lord Caterham detestaba al honorable George Lomax. Desdeaba sugruesa faz rubicunda, su ruidosa respiracin y sus prominentes yserios ojos azules. Suspir al pensar en el fin de semana. Qutormento, Dios mo! Qu tormento! Cruz por su mente la imagen deVirginia Revel.

    Una joven deliciosa murmur para s. La ms hechicera queconozco.

  • IV

    Una dama encantadora

    George regres a Whitehall.Percibi un roce precipitado al penetrar en la suntuosa serie de

    despachos en que administraba los asuntos de Estado. Mister BillEversleigh archivaba cartas, pero la amplia butaca, puesta al pie de laventana, conservaba an el calor de un cuerpo humano.

    Bill era un muchacho muy agradable. Su edad aparente frisaba enlos veinticinco aos; era alto, de movimientos desmaados. Tenafacciones de atractiva fealdad, una magnifica dentadura y honradosojos castaos.

    Ha enviado Richardson su informe?No, seor. Insisto?No importa. Han telefoneado?Miss scar tom los recados. Mister Isaacstein deseara que

    usted comiera con l maana en el Savoy.Ordene a miss Oscar que consulte mi agenda. Si estoy libre,

    puede aceptar la invitacin.Bien, seor.Y de paso, Eversleigh, telefonee a mistress Revel, calle Pont, 48.

    Encontrar el nmero en la gua telefnica.Bill abri el listn, recorri con el ndice una columna de la M, cerr

    el volumen y cogi el telfono. Con l en la mano, se detuvo como sirecordase algo.

    Seor, ahora recuerdo que la lnea de mistress Revel estestropeada. No he obtenido comunicacin en varios das.

    Qu contrariedad! farfull Lomax, tabaleando indeciso en elescritorio.

    Puedo ir a su casa, si es importante. Estar en ella a esta hora dela maana.

    George Lomax cavil durante algn tiempo. Bill aguard depuntillas, presto a correr si la decisin era afirmativa.

    Ser lo mejor declar al fin el prohombre. Vaya en taxi.Pregunte a mistress Revel si podr recibirme a las cuatro de la tarde.Quiero consultarle algo importante.

    Muy bien, seor.Bill cogi su sombrero y sali.Diez minutos ms tarde un taxi le dejaba ante el nmero 48 de la

    calle Pont. Puls el timbre y ejecut un tableteo salvaje en el aldabn.Un criado abri la puerta. Bill lo salud como si le conociera

  • ntimamente.Buenos das, Chilvers. Est la seora?Creo que se dispone a salir.Eres t, Bill? pregunt una voz desde la escalera. He

    reconocido tus fuertes aldabonazos. Sube.Bill levant los ojos hacia la risuea faz asomada, que tena la

    virtud de seducirle, y no slo a l, llevndole a un estado de completaincoherencia verbal. Salv los peldaos de dos en dos y estruj lamano que la joven le tenda.

    Hola, Virginia.Hola, Bill.La seduccin es una virtud singular. Centenares de mujeres,

    algunas ms bellas que mistress Revel, podran haberle saludado conla misma frase y en el mismo tono sin producirle ningn efecto.Aquellas dos palabras, en boca de Virginia, embriagaron a Bill.

    Virginia Revel tena veintisiete aos. Era alta, de una esbeltezexquisita y tan bien proporcionada, que un poema dirigido a ellahubiera quedado sobradamente justificado. Su pelo broncneo poseael matiz verdoso del oro; su barbilla indicaba decisin, su nariz eraperfecta, sus ojos oblicuos permitan atisbar, a travs de los prpadosentornados, un azul intenso y su indescriptible boca se curvaba en lascomisuras en la forma denominada seal de Venus. Era el suyo unrostro muy expresivo; de su persona irradiaba tal vitalidad, quellamaba la atencin. Habra sido imposible ignorar a Virginia Revel.

    Condujo a su visitante a una salita malva plido, verde y amarillo,como azafranes descubiertos en un claro y verdeante prado.

    No te echar de menos el Ministerio? Crea que no podranprescindir de ti.

    Me enva el besugo.As llamaba el irreverente Bill a su jefe.Otra cosa, Virginia. Recuerda que tu telfono est estropeado.No es verdad.Ya lo s; le ment.Por qu? Explcame esa estratagema de Asuntos Exteriores. Bill le reproch con la mirada.Qu tonta soy! Y qu amable eres t!Chilvers me comunic que ibas a salir.S, voy a la calle Sloane, donde venden unas fajas estupendas.Fajas?S, algo que nos aprieta en las caderas. Lo oculta la falda.Me avergenzo de ti, Virginia. No debes describir esas

    intimidades a los amigos; no es delicado.Pero, Bill, todos tenemos caderas, aunque las mujeres sufrimos

    para disimularlas. Esa faja es de goma, llega a la rodilla y esimposible andar con ella.

    Espantoso! Para qu la quieres?

  • Porque nos gusta sufrir por nuestra figura. Dejemos eso. Dame elrecado de George.

    Le interesa saber si estars en casa a las cuatro de esta tarde.No estar. Voy a Ranelagh. A qu se debe tanta formalidad? Se

    me va a declarar?No me extraara.En tal caso, comuncale que prefiero los hombres que se declaran

    impulsivamente.Como yo?En ti no es impulso, es una costumbre.Virginia, cundo...?No, no, no, Bill; antes de comer, no. Intenta pensar en m como

    una madre que se interesa por cuanto te concierne.Te amo tanto, Virginia!Lo s, Bill; lo s. Me gusta que me amen. Verdad que es

    horrible? Me entusiasmara que todos los hombres atractivos delmundo se enamorasen de m.

    La mayora lo estarn, supongo dijo, sombro, Bill.Espero que George no sea de ellos. En el fondo, resulta

    imposible, porque su carrera le absorbe totalmente. Qu ms dijo?Que era importante.Me intrigas. Lo que George considera importante cabe en un

    puo. Sacrificar Ranelagh, donde puedo ir cualquier da. Avisa aGeorge que le aguardar muy modosa a las cuatro de la tarde.

    Bill consult su reloj.No merece la pena volver antes del almuerzo. Comamos juntos,

    Virginia.Estoy citada no s con quin.Qu ms da! Puesta a renunciar...Sera encantador sonri Virginia.Eres incomparable. Te gusto, verdad? Te gusto ms que otros?Te adoro, Bill. Si tuviera que casarme con alguien, si, como en

    las novelas, un mandarn me dijera: Csate o te torturaremos, teelegira sin vacilacin. Dira: Busquen a mi pequeo Bill.

    Pues...Pero no me obligan a casarme y me satisface la viudedad.Yo no te molestara; podras ser libre, frecuentar el trato con tus

    amigos... No me notaras en casa.No lo entiendes, Bill. Pertenezco a las que se casan por

    entusiasmo. Bill gimi.Un da me pegar un tiro murmur lgubremente.Te equivocas. Convidars a cenar a una linda muchacha... como

    la otra noche.Mister Eversleigh se sonroj.Si te refieres a Dorotea Kirkpatrick, la actriz de Anzuelos y Ojos,

    pues..., maldicin!, es una buena chica, muy recta. La cena no

  • ocultaba mal fin.Claro que no, querido. Me alegro que te diviertas; pero no finjas

    hacerlo con el corazn destrozado.Mister Eversleigh recobr su dignidad.No lo entiendes, Virginia afirm severo. Los hombres...Son polgamos, lo s. A veces temo inclinarme yo tambin a la

    poliandria. Si de veras me amas, llvame a almorzar sin msdilaciones.

  • VPrimera noche en Londres

    Los proyectos mejor meditados a menudo tienen un punto flaco.George Lomax, en su sabidura, slo cometi un error, y as hubo uneslabn falso en sus preparativos; ste fue Bill.

    Mister Eversleigh era intachable. Jugaba bien al golf y mejor alcricket; distinguase por sus elegantes maneras y buen carcter; perodeba su cargo en el Ministerio ms a sus amistades que a su cerebro.Desempeaba honradamente sus labores, consistentes en obedecer aGeorge, y no tena responsabilidad ni iniciativa. Su trabajo se reducaa acudir inmediatamente cuando su superior le llamaba, recibir a laspersonas enojosas, efectuar encargos y hacerse til en una porcinde menesteres secundarios. Lo ejecutaba todo con puntualidad. Enausencia de George, se acomodaba en el silln ms confortable,estiraba ante s las piernas y lea revistas deportivas; es decir, seguauna tradicin consagrada por los siglos.

    Acostumbrado a descansar en el joven, George le envi a lasoficinas navieras a averiguar cundo arribara el Granarth Castle.Como muchos ingleses bien educados, Bill posea una voz agradable yapenas inteligible. Un profesor de fontica le hubiese rectificado lapronunciacin de la palabra Granarth. Son a cualquier cosa y elempleado entendi Cranfrae. El Cranfrae Castle era esperado eljueves siguiente, y as lo comunic. Bill dio las gracias y sali. GeorgeLomax acept la informacin y de acuerdo con ella hizo sus planes.Ignorando todo lo concerniente a la lnea Castle, dio por sentado queJames McGrath llegara en la fecha indicada.

    As, pues, le hubiese sorprendido saber, en el momento en queaferraba la solapa del marqus de Caterham en la escalinata del club,que el Granarth Castle haba entrado la tarde anterior en el puerto deSouthampton.

    A las dos de aquella tarde, Anthony Cade, bajo el nombre de JamesMcGrath, se ape en la estacin de Waterloo, tom un taxi y ordenal conductor, tras leve vacilacin, que le llevase al hotel Blitz.

    No renunciar a las comodidades se dijo Anthony, mirandointeresado por las ventanillas del vehculo.

    Haban transcurrido exactamente catorce aos desde que estuvieraen Londres por ltima vez.

    Despus de reservar una habitacin en el hotel, fue a pasear unosminutos a lo largo del Embankment. Le alegraba hallarse de nuevo enaquella ciudad. Haba cambiado, naturalmente. Poco ms all del

  • puente de Blackfriars hubo antao un pequeo restaurante que habafrecuentado con otros muchachos serios. En aquella poca fuesocialista y hasta haba usado corbata roja. Oh, juventud, divinotesoro!

    Volvi sus pasos hacia el Blitz. Un hombre tropez con l en lacalzada, tirndole casi al suelo. Recobraron ambos el equilibrio y elhombre se excus mientras le examinaba detenidamente. Era bajo,macizo, y al parecer perteneca a la clase trabajadora.

    Anthony entr en el hotel preguntndose a qu obedecera eseexamen. A nada, seguramente. Su rostro moreno, destacando entrelos plidos londinenses, habra provocado curiosidad. Una vez en suhabitacin, obedeci al repentino impulso de contemplarse en elespejo. Le reconocera uno de sus contados amigos de los viejos dassi le encontrara cara a cara? Mene despacio la cabeza.

    A su partida de Londres, a los dieciocho aos, era rubio,gordezuelo, un muchacho de falaz expresin serfica. Quin lereconocera en el actual hombre delgado y curtido, de aire inquisitivo?

    Son el telfono en la mesita de noche.Diga?Le respondi la voz del empleado del vestbulo.El seor James McGrath?Al habla.Un caballero solicita verle. Anthony se asombr.Verme? A m?S, seor; un extranjero.Cmo se llama? Hubo un silencio.Le envo inmediatamente su tarjeta.Anthony esper. Dos minutos despus llamaron a la puerta y un

    botones le ofreci una tarjeta en una bandejita.Anthony la tom. Llevaba grabado el siguiente nombre:

    BARN LOLOPRETJZYL

    Comprendi el silencio del empleado.Consider la cartulina unos segundos antes de llegar a una

    decisin.Indquele que suba.Muy bien, seor.El barn de Lolopretjzyl result ser un hombre gigantesco, calvo y

    de copiosa barba negra, peinada en abanico.Junt los talones con un chasquido y se inclin.Mister MacGrath dijo.Anthony procur imitar sus movimientos.Barn... respondi y adelant una silla. Sintese, por favor.

  • Creo no haber tenido el placer de conocerle.En efecto contest el barn, mientras se sentaba, y agreg

    cortsmente: Y lo lamento.Yo tambin asegur Anthony.Vamos al asunto. Represento en Londres al partido leal de

    Herzoslovaquia.Y lo representa admirablemente. El barn hizo una reverencia.Usted amable en exceso es. Mister McGrath, nada le ocultar. El

    momento ha llegado de la restauracin de la monarqua, de lutodesde el martirio de Su Graciosa Majestad el rey Nicols IV, debendita memoria.

    Amn murmur Anthony. Perdn..., bravo, bravo!En el trono se colocar a Su Alteza el prncipe Miguel, que tiene el

    apoyo del Gobierno britnico.Esplndido! Le agradezco que me informe de ello.Todo arreglado estaba... cuando usted vino a turbar la situacin. El barn le acus con los ojos.Mi querido barn... protest Anthony.S, s, no desvaro. Usted posee las Memorias del difunto conde

    Stylpitch.El barn le mir fijamente.Y en qu parte se relacionan dichas Memorias con el prncipe

    Miguel?Producirn escndalo.Como casi todas aplac Anthony.De muchos secretos tuvo conocimiento. Si se revelase la cuarta

    parte, Europa abismada en la guerra se vera.Por favor, tal vez sea exagerado pretender...Una opinin desfavorable a Obolovitch se divulgara. Tan

    democrtico es el espritu de esta nacin.Esa familia pudo ser algo rigurosa en sus procedimientos dijo

    Anthony, porque lo lleva en la sangre. Pero a nadie sorprende talconducta en los Balcanes, aunque ignoro por qu.

    No entiendo, no entiendo exclam el barn y suspir. Mislabios sellados estn.

    Qu le asusta concretamente?Hasta que las Memorias lea no lo sabr explic con sencillez el

    barn. Pero tiene que haber algo. Los grandes diplomticos siempreindiscretos fueron. Habr problemas.

    Oiga dijo amablemente Anthony. No permita que le domine elpesimismo. Los editores reflexionan sobre los manuscritos, losempollan como si fueran huevos. Tardarn un ao por lo menos enpublicar ste.

    Un joven muy astuto o muy inocente es usted. Se ha dispuestoque las Memorias en un peridico dominical aparezcan

  • inmediatamente.Oh! profiri Anthony, bastante consternado. Queda siempre

    el recurso de desmentir las revelaciones como calumniosos infundios. El barn sacudi tristemente la calva.No, no; a tontas y a locas habla. Al grano vamos. Mil libras ha de

    cobrar, verdad? Ya ve usted, bien informado estoy.Felicito al Servicio Secreto de los leales.Y yo mil quinientas ofrezco.Anthony neg con la cabeza, sin cerrar la boca dilatada por el

    asombro.Lo siento, pero no es posible respondi apesadumbrado.Bien. Dos mil ofrezco.Me tienta usted, barn; pero contina siendo imposible.Su precio diga entonces.Temo que no entiende mi situacin. Creo que usted pertenece al

    bando de los ngeles y que las Memorias pueden perjudicar su causa.Sin embargo, debo ultimar la misin que se me encomend, sinescuchar las voces de sirena que suenen a mi lado. No sera decente.

    El barn, que le haba entendido, aprob varias veces con el gesto.Es un honor de caballero ingls.Nosotros lo expresamos de otro modo; pero, salvada la diferencia

    de vocabulario, viene a ser lo mismo. El barn se levant.Mucho el honor ingls respeto anunci. Otro sistema

    probaremos. Buenos das.Dio un talonazo, se inclin y se fue muy erguido.Qu habr querido decir? reflexion Anthony. Ser una

    amenaza? En fin, Lollipop no me asusta. El nombre le sienta bien. Enadelante le llamar barn Lollipop.

    Se pase por la habitacin indeciso sobre lo que hara. La fechaestipulada para la entrega del manuscrito se hallaba a poco ms deuna semana de distancia. Era el 5 de octubre. Anthony no pretendaanticiparla. Y, ciertamente, senta una avidez febril por leer lasMemorias, tarea que haba retrasado a causa de un ataque de fiebreque le acometi en el barco y que le rest nimos para descifrar laletra, garrapateada a mano hasta lo ilegible.

    Y al mismo tiempo haba de atender a algo igualmente urgente.Cogi la gua telefnica y busc el apellido Revel. Haba seis

    personas de tal nombre: Edward Henry Revel, cirujano en la calleHarley; James Revel & Ca., talabarteros; Lenox Revel, en los pisosAbbotbury, Hampstead; miss Mary Revel, domiciliada en Ealing; lahonorable mistress Virginia Revel, de la calle Pont, nmero 48; y missWillis Revel, plaza de Cadogan, 42. Eliminados los talabarteros y missMary Revel, le quedaban cuatro nombres, asumiendo la hiptesis deque la dama residiera en Londres. Cerr la gua.

    Lo dejar al azar. Tal vez ocurra algo.

  • La suerte de Anthony Cade estribaba principalmente en su fe enella. As, media hora despus, hojeando las pginas de una revista,hall lo que buscaba. La duquesa de Perth haba organizado unafiesta de la que se publicaba informacin grfica. Al pie de lafotografa central, la de una mujer vestida de egipcia, se inclua en elepgrafe:

    La honorable mistress Virginia Revel representando a Cleopatra,de soltera Virginia Cawthorn, hija de lord Edgbaston.

    Anthony contempl un buen rato la fotografa, modulando unsilencioso silbido. Luego arranc la pgina y la guard en un bolsillo.Subi a su habitacin, extrajo las cartas de la maleta e introdujo elretrato bajo el bramante que las sujetaba.

    Un inesperado ruido hizo que se volviera rpidamente. En la puertahaba un personaje que pareca escapado del reparto de una perabufa: u n hombre siniestro, de cabeza deprimida y brutal, cuyoslabios se plegaban en una malvada sonrisa.

    Qu desea? pregunt Anthony. Y cmo ha llegado hastaaqu?

    No existen obstculos para m respondi el desconocido convoz gutural, extranjera, aunque hablaba ingls con soltura.

    Otro latino, pens Anthony, y orden:Mrchese.El hombre tena fijos los ojos en el paquete de cartas.No me retirar sin llevarme lo que he venido a buscar.Y es...?El individuo avanz un paso.Las Memorias del conde Stylpitch.Cmo le voy a tomar en serio? sonri Anthony. Es usted el

    perfecto villano. Quin le enva? El barn Lollipop?El barn...?Y el hombre agreg una retahla de palabras integradas por

    speras consonantes.Se pronuncia as? Como si hiciera grgaras ladrando? Soy

    incapaz de repetirlo; le continuar llamando Lollipop. Conque lemand l, verdad?

    No slo obtuvo una vehemente negativa, sino que su visitanteescupi incluso de una manera muy convincente y arroj un papelsobre la mesa.

    Mire... y tiemble, maldito ingls!Anthony cumpli interesado la primera parte de la orden. En el

    papel haba pintada una mano roja.Parece un miembro humano. Mas estoy dispuesto a conceder que

    es una visin cubista de una puesta de sol rtica.Es el smbolo de los Camaradas de la Mano Roja, a los que

  • pertenezco.No me diga! dijo Anthony, estudindole con exagerada

    atencin. Sus cofrades se le parecen? Qu opina de usted laSociedad Eugensica?

    El hombre se enfureci.Perro, ms que perro! Esclavo de una monarqua decadente!

    Dme las Memorias y no se arrepentir. Los camaradas sonclementes.

    Rasgo que les honra; pero tanto ellos como usted andandesencaminados. Tengo instrucciones de entregar el manuscrito, no asu admirable hermandad, sino a ciertos editores.

    Bah! Suea con llegar vivo a sus oficinas? Basta de charla!...Los papeles o disparo...

    El individuo blandi un revlver.El juicio de Anthony Cade estribaba en premisas falsas y estaba

    acostumbrado a enfrentarse con adversarios cuya prontitud de accinaventajaba casi a la facultad de pensar. Anthony no aguard a que elarma le amenazara. As que el revlver brill en el aire, se lo arrancde la mano. El puetazo hizo girar al hombre, que present la espaldaa su enemigo.

    La ocasin era excelente. Un certero y vigoroso puntapi deAnthony envi al conspirador al pasillo, a travs de la puerta,transformado en un revoltijo de brazos y piernas.

    Anthony sigui su trayectoria, pero el Camarada de la Mano Roja,cansado de que le manejasen como a un ttere, se incorpor y escapcorredor abajo.

    Fin de los Camaradas de la Mano Roja! murmur, renunciandoa perseguirle. Su pintoresco aspecto no resiste la accin directa.Cmo se introdujo hasta aqu? Algo resulta claro: mi misin no sertan fcil como crea. Me he indispuesto con los monrquicos y con losrevolucionarios. Pronto, supongo, los nacionalistas y losindependientes me mandarn una delegacin. Es seguro! Esta mismanoche empezar la lectura del manuscrito.

    Una ojeada a su reloj le indic que se aproximaban las nueve yopt por cenar en la habitacin. No esperaba ms sorpresas, pero leconvena mantenerse alerta, impidiendo que registrasen su maletamientras coma en el restaurante. Pidi el men, eligi un par deplatos y una botella de Burdeos. El camarero se fue con el encargo.

    Mientras llegaba la cena, sac el manuscrito y lo deposit en lamesa, al lado de las cartas.

    Tras previa llamada en la puerta, reapareci el camarero con unamesita porttil y los cubiertos. Anthony haba retrocedido a lachimenea, cuyo espejo, al que miraba distradamente, le revel unhecho curioso.

    El camarero contemplaba el paquete del manuscrito como si susojos se hubieran prendido de l. De vez en cuando miraba de soslayo

  • a Anthony. Hacindolo se movi alrededor de la mesa; le temblabanlas manos y se humedeca los labios con la lengua. Anthony leexamin interesado. Era alto, esbelto, como la mayora de loscamareros, de rostro bien afeitado y expresivo. Sera italiano ofrancs, se dijo el joven.

    Anthony gir en el instante crtico, sobresaltando al camarero, quesimul atarearse con las vinagreras.

    Cmo se llama usted? pregunt sbitamente Anthony.Giuseppe, monsieur.Italiano, verdad?S, monsieur.Anthony le dirigi la palabra en su idioma materno y el camarero

    respondi con harta soltura. En tanto que cenaba, atendido porGiuseppe, reflexion:

    Se haba equivocado? El inters de Giuseppe por el paqueteobedeca a una inocente curiosidad? Tal vez; no obstante, el recuerdode la intensa emocin del nombre lo desmenta. Anthony se sintiinteresado.

    Maldicin! se dijo. Piensa todo el mundo en el dichosomanuscrito? No debo permitir que me domine la fantasa.

    Acabada la cena y levantada la mesa, se dedic a la lectura de lasMemorias, que progres lentamente a causa de la enrevesada letradel difunto conde. Los bostezos de Anthony se sucedieron condelatora generosidad. Al final del cuarto captulo se dio por vencido.

    Hasta entonces las Memorias eran un dechado de aburrimiento, sinel menor vislumbre de escndalo moral o poltico.

    Reuni las cartas, las envolvi con el papel manuscrito y lasencerr en su maleta. Despus ech la llave a la puerta, en la quetambin por cautela apoy una silla. En la silla coloc una jarra de lamesita de noche llena de agua.

    Despus de repasar, no sin cierto orgullo, tales disposiciones, seacost y acometi de nuevo las Memorias de Stylpitch; mas lepesaban los prpados tanto, que guard las cuartillas debajo de laalmohada, apag la luz y se durmi inmediatamente.

    Cuatro horas ms tarde se despert de improviso. Qu le habadesvelado? Quizs un ruido, quizs el agudo instinto que se desarrollaen los hombres de existencia azarosa.

    Trat, inmvil, de concretar sus impresiones. Percibi un rocesigiloso y not entonces una negrura ms densa que la reinante entrel y la ventana, en el suelo, junto a la maleta.

    Se levant de un salto, encendiendo al mismo tiempo la luz. Unapersona se incorpor del suelo desde el lugar en que estuvieraarrodillada.

    Era Giuseppe, el camarero. Un cuchillo, largo y delgado, brill en sudiestra. Se abalanz sobre Anthony, cuyos sentidos se hallaban ya entotal sobre aviso. Estaba inerme. Giuseppe semejaba un maestro en

  • el empleo del arma blanca.Esquiv la acometida. Los dos hombres se revolcaron en el suelo.

    La fuerza de Anthony se concentr en retorcer el brazo que tena elcuchillo. La mano libre del camarero se cerr en su garganta,asfixindole lentamente. Sin embargo, continu inmovilizando elbrazo.

    El cuchillo reson en el pavimento. El italiano retorci el cuerpo depronto y se zaf de los brazos de su enemigo. Anthony se lanz haciala puerta con el propsito de interceptarle la retirada. Demasiadotarde descubri que la silla y la jarra de agua estaban en su sitio.

    Giuseppe haba penetrado por la ventana y hacia ella se diriga. Laerrnea accin de Anthony en direccin a la puerta le permiti saltaral alfizar, desde el que se arroj al balcn contiguo y a continuacina una tercera ventana.

    Un intento de persecucin habra sido estril, el ladrn habaestudiado bien la escapada.

    Anthony, advirtindolo, regres al lecho y busc las Memoriasdebajo de la almohada. Se felicit de no haberlas guardado en lamaleta. Fue hacia sta con el objeto de sacar las cartas.

    Mascull un juramento.Las cartas haban desaparecido!

  • VI

    Chantaje

    Exactamente a las cuatro menos cinco minutos, Virginia Revel, aquien la curiosidad haca puntual, regres a su domicilio de la callePont. Entr con su llave y en el vestbulo hall al impasible Chilvers.

    Seora, un... una persona la espera.Virginia no concedi de momento gran importancia al matiz sutil

    del vocabulario del mayordomo.Mister Lomax? Dnde est? En la sala?Oh, no, seora! No es ese caballero dijo Chilvers, en leve tono

    de reproche. Es una persona... Rehus atenderla hasta que measegur que le traa un asunto de inters relacionado con el difuntocapitn. Por consiguiente, pens que usted la recibira y le introdujeen el gabinete...

    Virginia reflexion. Muchos opinaban que sus rarsimas alusiones asu marido disimulaban la viva herida de su espritu; otros, menosmisericordiosos, atribuan su silencio a lo opuesto, a que no habaamado a Tim Revel y que a su carcter sincero le repugnaba simularuna pena que no senta.

    Creo oportuno que la seora sepa que ese individuo pareceextranjero agreg Chilvers.

    Se aviv la atencin de Virginia. Su marido, miembro del serviciodiplomtico, haba tenido un cargo en la embajada britnica enHerzoslovaquia poco antes del famoso asesinato del rey y de suconsorte. Tal vez su visitante fuese un herzoslovaco que sirviera ensu casa de Ekarest.

    Perfectamente, Chilvers dijo con gesto de aprobacin.Dnde dijo que le haba hecho entrar? En el gabinete?

    Cruz el vestbulo, movindose con la gracia etrea de una diosa,hasta la pequea habitacin adyacente al comedor.

    El hombre se haba acomodado en una butaca prxima a lachimenea. Se levant al verla. Virginia, dotada de una excelentememoria, no dud de que le vea por primera vez. Era alto, moreno,delgado y extranjero, como afirmara el mayordomo; pero no oriundode un pas eslavo. Deba de ser italiano o espaol.

    Desea hablarme? pregunt. Soy mistress Revel.El hombre tard algo en responder, mientras la contemplaba con

    una vaga insolencia que le molest.Tenga la bondad de responder orden impaciente Virginia.

  • Es usted mistress Revel, mistress Virginia Revel?Acabo de decirlo.En efecto. Me alegro de que me haya recibido, seora, porque de

    lo contrario, como avis al mayordomo, me hubiese entrevistado consu marido.

    Una premonicin impidi que Virginia expresara verbalmente suasombro.

    No le hubiera sido fcil replic en cambio.Bah! Soy muy tenaz. Pero no perdamos el tiempo. Reconoce

    esto? Ense algo que Virginia estudi con inters.Qu es, seora?Una carta, creo respondi Virginia, persuadida de que su

    interlocutor no estaba en su sano juicio.Note a quin va dirigida pidi el hombre con acento

    significativo, entregndosela.Est dirigida al capitn O'Neill, rue de Quenelles, 15, Pars.El individuo busc en su rostro una expresin que no consigui

    hallar.Lea, por favor.Virginia extrajo el papel del sobre. Bast una mirada para que

    intentara devolvrselo.Es una carta particular que no tengo derecho a leer. El hombre

    ri sardnico.La felicito, mistress Revel, por su arte. Es una magnfica actriz.

    Con todo, no se atrever a negar la firma.Qu firma?Virginia volvi la carta... y se qued muda de aturdimiento. La

    letra, delicada, sensitiva, mostraba el nombre de Virginia Revel.Ahogando su consternacin, ley deliberadamente las lneas desde elprincipio. Despus medit. La ndole de la carta aclaraba el objetivode la visita de aquel sujeto.

    Es o no su nombre, seora?S, lo es.Pero no mi letra, pudo agregar Virginia. Sonri, en cambio, de un

    modo deslumbrante.Por qu no nos sentamos y hablamos despacio? le propuso. El visitante no haba esperado aquella reaccin y su instinto le

    avisaba que esa mujer no le tema.Ante todo, me gustara saber cmo me ha encontrado.No me cost mucho.El individuo le ofreci la pgina de una revista; en ella Anthony

    Cade la haba reconocido.Virginia se la devolvi, pensativa.Ya, ya. Fue muy fcil.Supongo, mistress Revel, que comprender que hay otras cartas

  • adems de sta.Dios mo! Cuan indiscreta fui!Una vez ms su ligero acento le desconcert. Virginia se regocijaba

    en secreto.De todos modos continu sonrindole dulcemente, le

    agradezco la molestia de devolvrmelas.El hombre carraspe y dijo en tono por dems revelador:Soy pobre, mistress Revel...Lo cual le facilitar la entrada en el reino de los cielos.Y no me desprender as como as de las cartas.Ser una incorreccin. Pertenecen a la persona que las escribi.Desde el punto de vista legal, seora; pero en Inglaterra se

    repite que la posesin es las nueve dcimas partes del derecho. Yest usted dispuesta, en cualquier caso, a reclamar la intervencin delas autoridades?

    Que son muy severas con los chantajistas le record Virginia.Vamos, mistress Revel! No soy tonto. He ledo estas cartas... las

    de una mujer a su amante, las de una mujer aterrada por la idea deque su marido descubra sus culpables amores. Desea que las d asu esposo?

    No se precipite. Cabe una posibilidad. Esas cartas se escribieronhace bastantes aos. Imaginemos que desde entonces... heenviudado.

    El visitante mene confiado la cabeza.En cuyo caso, si no temiera, no discutira conmigo. Virginia sonri.Cul es su precio? pregunt en tono prctico.Pondr en su poder todas las cartas a cambio de un millar de

    libras. Mi peticin, muy mesurada, se debe a que me afectadesagradablemente esta transaccin.

    No le pagar semejante cantidad dijo decidida Virginia.Seora, me irritan los regateos. He dicho mil libras. Virginia reflexion.Concdame tiempo. Cuesta reunir una suma tan grande como

    sta.La visitar de nuevo si me da unas libras a cuenta... cincuenta,

    por ejemplo.Virginia mir el reloj. Eran las cuatro y cinco y le pareci que

    haban llamado a la entrada.Muy bien. Venga maana, pero algo ms tarde, a las seis. Fue a un escritorio adosado a la pared y de un cajoncillo cogi un

    puado de billetes de Banco.Aqu hay cuarenta libras. Tendr que contentarse con ellas. El chantajista se las arrebat.Y ahora, mrchese mand Virginia.El hombre se fue. La puerta entreabierta permiti ver a Lomax en

  • el vestbulo, camino de la escalera. Al cerrarse la entrada principal,Virginia le llam.

    Ven, George. Chilvers, srvanos el t aqu.Abri las dos ventanas. George Lomax la encontr de pie, con los

    ojos risueos y el cabello alborotado por el viento.En seguida cierro, George. La habitacin necesita que la ventilen.

    Te cruzaste en el vestbulo con el chantajista?Con quin?Con el chantajista, George; con el extorsionista, con un ser que

    explota los pecados de su prjimo en beneficio propio.Mi querida Virginia, no bromees.Mi querido George, no bromeo.A quin vino a explotar?A m.Qu has hecho, Virginia?Por una sola vez en mi existencia, nada. Ese caballero me ha

    confundido con otra persona.Avisaste a la polica, supongo.No. Deb hacerlo? George cavil.Pues... no, quiz no... Fuiste prudente. Evitaste mezclarte en la

    aborrecible publicidad que logran semejantes casos. Tal vez hubiesestenido que declarar...

    Me gustara interrumpi Virginia. Me encantara que mecitasen como testigo y comprobar si los jueces, como se dice, hacenchistes malos. Sera emocionante. El otro da estuve en la calle Vinepor culpa de un broche de diamantes que se me haba extraviado yme atendi un inspector hechicero, el hombre ms simptico que heconocido.

    George, segn costumbre, no atendi a sus desatinos.Pero, qu hiciste con ese bribn?Se lo permit.Qu?Que abusara de m monetariamente.El horror de George fue tan expresivo, que Virginia hubo de

    morderse los labios.Es que...? Debo entender que... no le desengaaste de su

    error?Virginia sacudi la cabeza.Cielos! Ests loca, Virginia?Lo parezco?Pero, por qu? Por qu, en nombre de Dios?Varias razones lo justifican. Ante todo, la de que llevaba a cabo la

    tarea de explotarme tan magistralmente que, como cuandocontemplo una obra de arte, me supo mal interrumpirle. Y, encima,nunca me sometieron a tal cosa.

  • Lo espero, por lo menos.Y me gust saber qu se senta.No lo comprendo, Virginia.Lo sospech.Le diste dinero?Un poco se excus Virginia.Cunto?Cuarenta libras.Virginia!Querido George, no pago menos por un vestido de noche. Y la

    experiencia fue tan excitante como comprar uno... mayor,ciertamente.

    Lomax se asust. La llegada de Chilvers con el t le ahorr tenerque expresar su contrariedad. Virginia volvi a hablar del incidentemientras serva el t.

    Tuve otro motivo, George; otro mejor, ms idealista. Esproverbial la enemistad que las mujeres nos tenemos, pero esta tardehice un favor a una compaera de sexo. Ese hombre no irprobablemente buscando a otra Virginia Revel, seguro de haberlaencontrado. La pobrecilla estaba espantada cuando redact esa carta.El chantajista la hubiera explotado a su antojo. Ahora, aunque loignore, ha tropezado con la horma de su zapato. Aprovechar laventaja que me proporciona mi cndida vida para jugar con l comoel gato con el ratn, segn dicen las novelas. Astucia, George;toneladas de astucia.

    Lomax no se tranquiliz.Disiento, disiento.Bueno, olvdalo, George. No viniste a discutir de chantajistas,

    sino para... para qu? Contestacin correcta: Para verte,acentuando el verte con un significativo apretn de manos, amenos que ests comiendo pastas, en cuyo caso utilizars los ojos.

    Vine a verte! repuso gravemente George. Y me felicito deencontrarte sola.

    Oh, es tan inesperado! recit ella tragando un pastelillo.Debo pedirte un favor. Virginia, siempre te consider mujer de

    gran atractivo.Oh, George!Y de considerable inteligencia.Cuan bien me conoces!Querida Virginia, maana llegar un joven a Inglaterra y deseo

    presentrtelo.Conforme, siempre y cuando t pagues los gastos.Si quisieras, podras ejercer tu innegable encanto. Virginia inclin la cabeza a un lado.George, no es mi profesin encantar. Me gusta la gente y yo

    les gusto; pero me resisto a fascinar a sangre fra a un desconocido.

  • No sera honrado. Las sirenas profesionales podran presentarreclamaciones.

    Las sirenas no me atraen. El joven es un canadiense llamadoMcGrath.

    Por consiguiente, descendiente de escoceses intercal Virginia.E ignora cmo comportarse en las altas esferas britnicas. Me

    satisfara que aprendiera a apreciar el encanto y la distincin de unaaristcrata inglesa.

    Que sera yo?Exactamente.Por qu?Cmo?He dicho por qu. No eres aficionado a distraer con damas

    inglesas a los canadienses que ponen la planta en nuestra patria.Qu te propones, George? O, ms vulgarmente, qu sacars deello?

    No es asunto tuyo, Virginia.No me comprometer a seducir a nadie antes de saber los pro y los

    contra.Qu extraordinario modo de expresarse! Cualquiera pensara...Verdad? Vamos, George, infrmame de todo lo que sepas.Mi querida Virginia, la tensin entre ciertas naciones

    centroeuropeas tiende aumentar. Es imprescindible, por motivos queahora no vienen al caso, que este... mister McGrath se d cuenta deque la restauracin de la monarqua de Herzoslovaquia esimprescindible para la paz de Europa.

    Ah, ya! Aparte de que lo de la paz no es trascendental dijoVirginia, soy ntegramente monrquica, sobre todo en lo querespecta a un pueblo tan pintoresco como el herzoslovaco. En otraspalabras, vas a instaurar un rey en ese pas. Quin es?

    George, muy a despecho suyo, comprendi que no poda eludir larespuesta. La entrevista no marchaba por los cauces previstos. Habapensado que su prima sera un instrumento dcil, agradecido a susdiplomticas insinuaciones, que se abstendra de extemporneacuriosidad. Y haba errado; Virginia no era la mujer indicada yadems podra causar graves perjuicios. Su relato de la entrevistacon el chantajista probaba que era una criatura inconsciente, sincapacidad para juzgar los asuntos serios como su importanciademandaba.

    El prncipe Miguel Obolovitch contest. Pero, te ruego que nolo divulgues.

    No seas absurdo, George. Los peridicos publican constantesnoticias y artculos sobre la dinasta Obolovitch, en los que se habladel infortunado Nicols IV como si fuera un injerto de santo y hroe,en vez de un estpido hombrecito, juguete de una actriz de terceracategora.

  • Lomax pestae. Creca su convencimiento de que haba cometidouna equivocacin al pedir ayuda a Virginia. Deba desorientarlarpidamente.

    Acertaste, querida dijo levantndose para despedirse. Miproposicin fue incorrecta. Pero anhelamos que la prensa colaborecon nosotros en la crisis de Herzoslovaquia, y McGrath creo que esinfluyente en los crculos periodsticos. Me pareci un buen plan quet, ardiente monrquica y conocedora de aquella tierra, conquistasessu amistad.

    Conque sa es la explicacin, verdad?S; pero admito tu repugnancia. Virginia le mir y se ech a rer.George, eres un triste embustero.Virginia!Un embustero torpe, soso. Si yo tuviera tu experiencia, habra

    inventado una mentira ms digna de crdito. Pero descuida,desentraar el misterio de mister McGrath, a quien no mesorprendera encontrar en Chimneys este fin de semana.

    En Chimneys dices? Vas a ir...?George no ocult su perturbacin. Haba esperado ponerse en

    contacto con lord Caterham para que la invitacin no se cursase.Bundle me invit esta misma maana. George hizo un esfuerzo supremo.Te aburrirs, querida. No ests acostumbrada a esas fiestas.Pobre George! Por qu no me confas la verdad? An no es

    tarde. Lomax le estrech la mano y declar, sin ruborizarse:Te he dicho la verdad.Has mejorado, pero no lo suficiente. nimo, George. Me tendrs

    en Chimneys, presta a ejercer mi considerable atractivo. La vida seha animado de pronto. Primero un chantajista, luego George en unlaberinto diplomtico. Lo revelar todo a una mujer hermosa que lesondee de forma pattica? No, enmudecer hasta el ltimo captulo.Adis, George. Me animars antes de ir? No? Vamos, primo, nodesesperes.

    En cuanto George se hubo marchado, Virginia se precipit altelfono con cansino aire de derrota. Pidi comunicacin con su amigalady Eileen Brent.

    Hola, Bundle. Maana llegar a Chimneys. Qu? Aburrirme?No, descuida. Ir, no lo impedira ni un cataclismo. Cuenta conmigo.

  • VII

    Mister McGrath rechaza unainvitacin

    Las cartas haban desaparecido!Comprobado este hecho, tena que rendirse a l. Anthony

    comprendi la inutilidad de perseguir a Giuseppe a lo largo de lospasillos del Blitz, pues conducira a una publicidad indeseada y, contoda probabilidad, estril.

    Lleg asimismo a la conclusin de que Giuseppe haba confundidolas cartas con las Memorias. Por consiguiente, descubierto el error eramuy posible que intentase de nuevo apoderarse de ellas. Y leencontrara atento.

    Se le ocurri el proyecto de poner un anuncio pidiendodiscretamente la devolucin de las cartas. Suponiendo que Giuseppefuese emisario de los Camaradas de la Mano Roja o, lo que tena msvisos de verosimilitud, instrumento del partido monrquico, lasmisivas careceran de inters para uno y otro bando y podrarecobrarlas sin duda con un pequeo desembolso.

    Anthony durmi de un tirn hasta la maana, seguro de que elcamarero no tendra la audacia de acometerle otra vez aquella noche.

    Levantse preparado a llevar a cabo su plan de campaa.Desayun con apetito, pas revista a los peridicos, llenos de lanoticia del descubrimiento de campos petrolferos en Herzoslovaquia,y pidi audiencia al gerente del hotel.

    Era ste un francs, suave y exquisito, que le recibi en sudespacho particular.

    Desea verme, mister... mister McGrath?S. Ayer por la tarde llegu al hotel y me sirvi la cena en mis

    habitaciones un camarero llamado Giuseppe. Anthony hizo una pausa.Creo que tenemos a un empleado con ese nombre dijo el

    gerente.Me choc algo su aspecto, pero en aquellos momentos no le

    conced importancia. De noche me despert el ruido de unos pasossolapados en mi alcoba. Encend la luz y sorprend al tal Giusepperegistrando mi maleta.

    La indiferencia del gerente se disip.Lo ignoraba exclam. Por qu no nos inform antes para...?El camarero y yo luchamos unos segundos. l iba armado con un

  • cuchillo. Finalmente consigui huir por la ventana.Qu hizo usted, mister McGrath?Examinar mi maleta.Faltaba algo?Nada... importante contest despacio Anthony.El gerente se recost suspirando en el respaldo del asiento.Me alegro. Permita que le diga, mister McGrath, que no entiendo

    su conducta. Por qu se abstuvo de perseguir al ladrn?Insisto en que no haba robado nada valioso. Desde luego,

    estamos ante un caso que, literalmente, reclama la intervencinpolicaca...

    Call, y el gerente murmur sin entusiasmo:La polica, claro...Y, en el fondo, seguro de que el individuo lograra escapar, y

    puesto que no sufr prdidas de consideracin, para qu molestar ala autoridad?

    El gerente sonri.Es usted comprensivo, mister McGrath. Mi nica preocupacin es

    impedir la intromisin de la polica. Desde mi punto de vista, esosera, y siempre lo es, desastroso. Por insignificante que sea elmotivo, los peridicos explotan sin escrpulos semejantes apuros, sise halla implicado un hotel de la importancia de ste.

    Me hago cargo repuso Anthony. He dicho que no he perdidonada de valor, lo cual slo es exacto en cierto sentido. El ladrn no sebeneficiar con ello, mas para m ha sido un rudo contratiempo.

    Ah!Cartas, sabe?Una expresin de discrecin superhumana, slo posible en un

    francs, se dibuj en la faz del gerente.Lo entiendo murmur. Lo entiendo perfectamente. Desde

    luego, a la polica no le incumbe...Estamos de acuerdo. Pero yo estoy decidido a recobrar las cartas.

    Vengo de una parte del mundo en que la gente acostumbra a hacerlas cosas personalmente. Por lo tanto, no le pido sino cuantainformacin pueda facilitarme sobre el tal Giuseppe.

    No tengo nada que objetar dijo el gerente tras breve reflexin. No puedo suministrarle ahora lo que me pide, pero dentro demedia hora los datos estarn a su disposicin.

    Muchas gracias.Anthony regres media hora ms tarde al despacho. El gerente

    haba cumplido su palabra. En un papel estaban apuntados todos losdatos conocidos acerca de Giuseppe Manuelli.

    Le empleamos hace tres meses. Es un camarero diestro, conexperiencia. Sus servicios fueron satisfactorios. Hace cinco aos queest en Inglaterra.

    Leyeron juntos la lista de hoteles y restaurantes en que el italiano

  • haba trabajado. Un hecho atrajo la atencin de Anthony. En doshoteles haba habido robos importantes durante el empleo deGiuseppe, aunque en ningn caso se sospech de l. Pero lacoincidencia era significativa.

    Sera Giuseppe un astuto ladrn hotelero? Haba sido el hurto deque fue vctima Anthony consecuencia de sus prcticas habituales?Acaso mientras efectuaba un registro previo tena las cartas en lamano, y se las guard maquinalmente en el bolsillo para actuar sinembarazo en el momento en que Anthony encendi la luz? As, pues,se tratara de un robo por distraccin, casi involuntario.

    Mas a ello se opona su emocin de la noche al descubrir lospapeles en la mesa; no dinero ni alhajas propias para incitar la codiciade un ladrn ordinario.

    No, Anthony estaba convencido de que Giuseppe haba sido elagente de otra u otras personas. La informacin que leproporcionaban quiz le hiciese enterarse de algo sobre la vidaprivada de Giuseppe y lograse encontrarle. Se guard el papel en elbolsillo y se puso de pie.

    Muchas gracias. Supongo que Giuseppe no seguir en el hotel. El gerente sonri.Su cama est intacta. Debi de irse despus del encuentro con

    usted, porque dej sus objetos personales en la habitacin. No creoque volvamos a verle.

    Lo imagino. Muchas gracias, repito. Desde luego, no me cambiarde hotel.

    Le deseo suerte en sus investigaciones, aunque dudo de queconsiga su propsito.

    No hay que desesperar.La primera diligencia de Anthony fue interrogar a los camareros

    que haban intimado con Giuseppe. Sac poco en claro. Escribi unanuncio, segn haba proyectado, y lo envi a los cinco peridicos demayor difusin. Se preparaba a visitar el restaurante en que el ladrnhaba estado empleado ltimamente, cuando son el telfono.Anthony respondi:

    Diga? Quin es?Le contest una voz tona.Hablo con mister McGrath?S. Y con quin hablo yo?Aqu la firma Balderson & Hodgkins. Un segundo, por favor. Le

    pondr con mister Balderson.Los editores! pens Anthony. Tambin empiezan a

    preocuparse, eh? No tienen motivos. Falta an una semana para eltrmino del plazo.

    Una voz cordial reson repetidamente en su tmpano.Oiga? Mister McGrath?El mismo.

  • Soy Balderson, de Balderson & Hodgkins. Qu pasa con elmanuscrito, mister McGrath?

    Dice bien: qu pasa?Un montn de cosas. Como acaba usted de llegar del frica del

    Sur, no puede aquilatar nuestra situacin. No pocos contratiemposamenazan a ese manuscrito. A veces me arrepiento de haberloaceptado.

    De veras?Se lo aseguro. Anhelo tenerlo en mi poder cuanto antes y hacer

    unas copias. Si se destruye despus el original, nada se habrperdido.

    Dios mo! ri Anthony.Le parece absurdo, mister McGrath? No aprecia usted la

    situacin, eso es. Se procurar evitar que llegue a mis oficinas. Confranqueza, si trata de traerlo en persona, diez a uno a que no loconsigue.

    Lo dudo, porque alcanzo siempre la meta que me fijo.Sus enemigos son peligrosos. Yo no lo habra credo hace un

    mes. Pero hemos sido tentados, amenazados y mimados por los dospartidos, hasta el punto de que no sabemos con qu pie pisamos. Lerecomiendo que no intente entregarnos aqu el manuscrito. Unempleado nuestro lo ir a buscar a su hotel.

    Y si le despachan durante el trayecto? pregunt Anthony.Nosotros seremos los responsables y usted habr recibido de

    nuestro representante un descargo escrito de nuestro puo y letra. Elcheque de... de las mil libras, que se nos orden darle, esperarhasta el prximo mircoles como impone nuestro contrato con losalbaceas... del autor, comprende? Pero si lo prefiere, nuestromensajero puede entregarle un taln nuestro por esa cantidad.

    Anthony medit. Haba pensado reservarse las Memorias hasta elcumplimiento del plazo concertado, porque quera saber a qu sedeba el alboroto. Se hizo cargo, sin embargo, de la verdadincuestionable de los argumentos del editor.

    Perfectamente suspir. Hgalo; mndeme a ese hombre... yel cheque. Preferira cobrar en seguida ya que quiz me vaya deInglaterra antes del mircoles.

    Muy bien, mister McGrath. Nuestro representante le ver aprimeras horas de la maana. La prudencia aconseja que no leenviemos directamente desde nuestras oficinas. Mister Holmes, denuestra firma, vive en el sur de Londres. Ser quien le visite con unrecibo por el paquete. Coloque uno falso en la caja fuerte del hotel.Sus enemigos se enterarn de ello y as no le atacarn en suhabitacin esta noche.

    Har lo que usted me dice.Anthony colg el telfono muy pensativo.Reanud su interrumpido proyecto de obtener noticias del huidizo

  • Giuseppe. No obstante, fracas. El camarero haba trabajado en elrestaurante aludido, en el que nadie saba lo ms mnimo de su vidani de sus amistades.

    Te cazar, amigo mascull Anthony. Te echar el guante. Esslo cuestin de tiempo.

    Su segunda noche en Londres fue muy apacible.A las nueve del da siguiente le entregaron en su habitacin la

    tarjeta del empleado de los editores. Mister Holmes era un hombrepequeo, rubio y tranquilo. Anthony cambi el manuscrito por uncheque de mil libras. Mister Holmes guard el paquete en su cartera,se despidi del joven y se fue. La transaccin se efectu sinproblemas.

    Tal vez le asesinen durante el camino murmur Anthony, al piede la ventana. Me gustara saber... Me asombra que...

    Meti el cheque y unas cuantas lneas escritas en un sobre y lopeg con cuidado. Jimmy, que dispona de fondos en su encuentrocon Anthony en Bulawayo, le haba adelantado una gruesa suma, quesegua casi intacta.

    Un asunto listo, dediqumonos al otro djose Anthony. Hastaahora lo he estropeado, pero de los cobardes nada se ha escrito. Medisfrazar para echar un vistazo al 48 de la calle Pont.

    Hizo su equipaje, pag la cuenta y mand que le buscaran un taxi.Reparti propinas a diestro y siniestro, beneficiando incluso a quienesno haban contribuido a su bienestar. En el momento de partir el taxi,un botones se precipit hacia el vehculo con una carta en la mano.

    Acaba de llegar, seor.Anthony busc suspirando otro cheln. El coche gru y salt

    adelante, acompaado de un rechinamiento metlico. Anthony abriel sobre.

    Su contenido era curioso. Tuvo que leerlo cuatro veces paraentender correctamente su significado. En lenguaje liso y llano (lacarta haba sido redactada en el extraordinario estilo peculiar de lasmisivas oficiales) daba por sentado que mister McGrath arribabaaquel da, jueves, de frica del Sur; se refera de soslayo a lasMemorias del conde Stylpitch y suplicaba a mister McGrath que seabstuviera de cualquier decisin hasta haberse entrevistadoconfidencialmente con mister George Lomax y otros personajesencumbrados. Iba adjunta una invitacin, del todo inteligible, paraque se trasladase al da siguiente, viernes, a Chimneys, donde serahusped de lord Caterham.

    Anthony palade, divertido, la misteriosa y alambicada epstola.Querida Inglaterra! susurr cariosamente. Con dos das de

    retraso, como siempre... No puedo aparecer en Chimneys bajo mifingida personalidad. Habr un hotel cerca? Mister Anthony Cade sealojar discretamente en l.

    Dio una nueva direccin al conductor, que desdeoso ech un

  • ruidoso resoplido.El taxi fren delante de una de las ms oscuras pensiones

    londinenses; pero el viaje fue pagado con regia largueza.Despus de alquilar un cuarto a su verdadero nombre, Anthony

    entr en una cochambrosa sala de lectura y escribi una carta enpapel que llevaba estampado el nombre del hotel Blitz.

    En ella explicaba que haba llegado el martes anterior, que habacedido el manuscrito a Balderson & Hodgkins y que declinaba, muy asu pesar, la invitacin de lord Caterham, debido a que se ibainmediatamente de Inglaterra. Firm James McGrath.

    Y ahora, manos a la obra dijo Anthony, pegando un sello.James McGrath se retira y entra Anthony Cade.

  • VIII

    Un hombre muerto