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1 SEGUNDA CONFERENCIA El hombre no debe separar La realidad del conflicto y el don de la paz MILENA MARIANI Desde el 1° de septiembre de 2012 dirige el Curso Superior de Ciencias Religiosas de Trento, que hace parte de la Fundaciòn Bruno Kessler y està colegada con la Facultad Teològica del Triveneto con sede en Padua. Doctorada en Filosofìa en la Universidad Catòlica del Sacro Cuore de Milàn, se licenciò en Teologìa en la Facultad Teològica de Italia Septentrional con sede en Milàn y consiguiò el Doctorado en Teologìa en la Universidad de Innsbruck con una tesis por tìtulo La concupiscencia gnoseològica en Karl Rahner, de la cual fue relator uno entre los mayores estudiosos del teòlogo alemàn, el Prof. Karl Heinz Neufeld. Desde el 1999 es docente de “Historia y sitemàtica de los dogmas” en el Curso Superior de Ciencias Religiosas de Trento. Tiene cursos tambièn en el Estudio teològico acadèmico de Trento y en el Instituto Superiore di Ciencias Religiosas de Bolzano. Sus intereses de investigaciòn se refieren a la historia de la teologìa, la antropologìa teològica, la escatologìa, la mariologìa y las intersecciones entre la filosofìa y la teologìa. Se ocupò de la ediciòn de los Sermones litùrgicos de Massimo de Torino, Paoline, Milàn 1999 y publicò, entre otras obras, las monografìas Creo porque ruego. Retrato inèdito de Karl Rahner, Áncora, Milàn 2005 y La inocencia perdida del saber en Karl Rahner, EDB, Boloña 2008. RESUMEN ¿Qué puede decir la fè “antigua”, de la cual la teologìa es interprete, de frente a las nuevas situaciones que caracterizan nuestra sociedad y nuestras familias? ¿La Palabra de Dios tiene aùn palabras para nosostros que vivimos “separados no obstante todas las uniones” (F. Toennies), vìctimas y al mismo tiempo artèfices de vìnculos superficiales y de “intimidades frìas” (E. Illouz), tentados

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SEGUNDA CONFERENCIA

El hombre no debe separar La realidad del conflicto y el don de la paz

MILENA MARIANI

Desde el 1° de septiembre de 2012 dirige el Curso Superior de Ciencias Religiosas de Trento, que hace parte de la Fundaciòn Bruno Kessler y està colegada con la Facultad Teològica del Triveneto con sede en Padua.

Doctorada en Filosofìa en la Universidad Catòlica del Sacro Cuore de Milàn, se licenciò en Teologìa en la Facultad Teològica de Italia Septentrional con sede en Milàn y consiguiò el Doctorado en Teologìa en la Universidad de Innsbruck con una tesis por tìtulo La concupiscencia gnoseològica en Karl Rahner, de la cual fue relator uno entre los mayores estudiosos del teòlogo alemàn, el Prof. Karl Heinz Neufeld.

Desde el 1999 es docente de “Historia y sitemàtica de los dogmas” en el Curso Superior de Ciencias Religiosas de Trento. Tiene cursos tambièn en el Estudio teològico acadèmico de Trento y en el Instituto Superiore di Ciencias Religiosas de Bolzano.

Sus intereses de investigaciòn se refieren a la historia de la teologìa, la antropologìa teològica, la escatologìa, la mariologìa y las intersecciones entre la filosofìa y la teologìa. Se ocupò de la ediciòn de los Sermones litùrgicos de Massimo de Torino, Paoline, Milàn 1999 y publicò, entre otras obras, las monografìas Creo porque ruego. Retrato inèdito de Karl Rahner, Áncora, Milàn 2005 y La inocencia perdida del saber en Karl Rahner, EDB, Boloña 2008.

RESUMEN

¿Qué puede decir la fè “antigua”, de la cual la teologìa es interprete, de frente a las nuevas situaciones que caracterizan nuestra sociedad y nuestras familias? ¿La Palabra de Dios tiene aùn palabras para nosostros que vivimos “separados no obstante todas las uniones” (F. Toennies), vìctimas y al mismo tiempo artèfices de vìnculos superficiales y de “intimidades frìas” (E. Illouz), tentados

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por un lado por los “buenos sentimientos” que sugieren de “’portarse como’ si las diferencias y los conflictos no existieran” (M. de Certeau) o por otro lado involucrados en un “elogio del conflicto” (M. Benasayag – A. Del Rey) que defiende con convinciòn la inevitabilidad y la fecundidad? ¿ Es posible hoy en dìa, pensando a familias compuesta por hombres y mujeres, hijos e hijas, jòvenes y ancianos de carne y hueso, tentar un “elogio de la paz” alternativo a la resignaciòn difusa, cargado del realismo y de la novedad que rinden valedera la enseñanza del Evangelio? ¿Mas, cual paz es aquella ‘dejada’ por el Resurrecto? El punto es fundamental: si en efecto el Resurrecto no olvida y no cancela los signos de la Pasiòn, no es posible comprender su oferta de paz sobrepasando el dolor que esa acoje en sì misma. De esta reflexiòn preliminar se derivan los momentos en los cuales se articula el documento propuesto. En primera instancia se analiza el mal/entender, el mal/amar el mal/decir que caracterizan los conflictos familiares, sugeriendo una conversiòn paciente de pensamientos, sentimientos, palabras y gestos aptos para emprender senderos de reconciliaciòn al alcance de la fragilidad humana, a la luz de la historia de Josè (GEN 37-50). Un segundo momento se detiene sobre la paz “otorgada” y en tal sentido, dejada o donada por Jesucristo a los suyos. “Dios nos otorga la paz” (Benedicto XVI). El don de la paz que permite la alianza del hombre y la mujer en el matrimonio està entregado a las fràgiles manos de los cònyugues para ser guardado y donado: èste es el don recìproco que debe ser conscientemente renovado dìa por dìa con palabras y gestos, el don autèntico que debe ser entregado a los hijos, el don mediante el cual los cònyugues actùan su rol mas propio dentro la complexidad social y polìtica. Nos referimos precisamente a la responsabilidad que tenemos de frente a la paz no solamente propia y no solamente familiar que deberìa ensanchar los horizontes de las familias, arrebatar a la indeterminaciòn la palabra “amor” o “prueba de amor”, inducir a la relativizaciòn el peso de los conflìctos interiores sin descuidarlos en absoluto. ¿Es una tarea demasiado àrdua, sobretodo hoy en dìa? «El hombre no separe lo que Dios ha unido »: es un òrden que, sin duda, exprime la diferencia entre el hombre y Dios; ¿mas, como interpretarlo hoy en dìa? Un primer y decisivo paso es no entregar al solo pasado (Dios ha unido) la fuerza de la Gracia Divina, sino, mas bien subrayar la actualidad de la Gracia y su primacìa sobre cada extravìo humano (Dios mantiene unido). A partir de esta primacìa de la Gracia, creìda y experimentada, surgen las reflexiones que constituyen el tercer momento del documento con el tìtulo: “Reconocer los senderos de la paz”. A travès de la asimetrìa de la caridad, el perdòn y una nueva visitaciòn de la ‘casa’ como un «tiempo compartido, un lugar compartido, un amor compartido » (A. Zaccuri), se llega a aquella vìa de la paz siempre abierta que es Jesucristo, a su Palabra y a los sacramentos como anticipaciòn del futuro que nos aguarda, de aquella «ciudad de la paz» no costruìda por manos de hombre, mas digna del hombre solo por mitad.

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Agnus Dei qui tollis peccata mundi

dona nobis pacem

¿Qué puede decir la "fe antigua" interpretando la Teología, de las nuevas situaciones que caracterizan nuestras sociedades y nuestras familias? ¿Qué tienen en común las afirmaciones de la antigua fe, sólidas y compartidas como las casas que habitamos, y la "forma común de hoy-en-día basada en el individualismo", fundamentada en hipótesis y experiencias pasajeras, como si fueran tiendas de campaña plantadas provisionalmente?

Fue Karl Rahner quien, en su ensayo ZurSituationGlaubens (Sobre la situación de la fe) publicada en 1980, representa a través de estas imágenes la condición que caracteriza la fe cristiana de nuestros días1. Esta condición, que comprendemos mejor algunas decenas de años después de la publicación del ensayo, no se refiere sólo a la dimensión del conocimiento y, por tanto, a la relación fe/razón o fe/ciencia, sino también a toda la dimensión de la vida de hoy en día. Nosotros experimentamos el paso continuo de la "casa" a la "tienda" en todo el ámbito de nuestra existencia. Lo hipotético y lo provisional reinan. El "si" precede y reemplaza el "sí"... Nosotros mismos somos los ejecutores y al mismo tiempo las víctimas de los lazos superficiales, de las "intimidades frías" de la comunicación digital, que desaparecen con la misma velocidad que han nacido2. Queremos construir lazos significativos, pero nos dan miedo las limitaciones que pueden generar en nuestra libertad personal, exponiendo a situaciones de conflicto permanente en el centro de nuestras vidas o en el interior de nuestras sociedades un tanto complejas3.

¿Qué hay de común entre la casa y la tienda? ¿Cómo podemos hoy-día vivir la fe y hablar? ¿Es que la Palabra de Dios todavía tiene sentido para nosotros que, por nuestras debilidades personales y debido a la relajación de los lazos sociales, vivimos más y más "separados a pesar de cualquier unión"?4.¿Es que la Teología, ante la experiencia contemporánea, deberá limitarse a describir la complejidad oa resignarse a hacer como los demás "un elogio del conflicto"5? O tendrá que animar a los buenos sentimientos que insinúan de "hacer como si no hubiera diferencias ni conflictos"6?

Creo que la fe cristiana y la Teología pueden y deben cultivar pensamientos diferentes. Se espera de ellas que no hagan un elogio del conflicto o que nieguen su existencia, olvidando la gravedad del conflicto. Por otra parte, la naturaleza de

1 Karl RAHNER, “Zur Situation des Glaubens”, véase Karl RAHNER, Schriften zur Theologie, Bd. 14,

Benziger, Zürich 1980, pág. 23-47 2 Zygmunt BAUMAN, Liquid Love: On the Frailty of Human Bonds, Polity, London 2003; Eva ILLOUZ,

Cold Intimacies: The Making of Emotional Capitalism, Polity, London 2007; Luigi ZOJA, La morte del prossimo, Einaudi, Torino 2009. 3 Pierpaolo DONATI (ed.), La relazione di coppia oggi. Un sfida per la famiglia, Erickson, Trento 2012

4 Sergio BELARDINELLI, “Conflitto”, véase Sergio BELARDINELLI, Sillabario per la tarda modernità,

Cantagalli, Siena 2012, pp. 39-43 (véase Ferdinand Tönnies); Luigi GHIA, “La fragilità dei rapporti affettivi”, in Luigi GHIA (ed.), Se un amore muore. La Chiesa e i cristiani divorziati, Monti, Saronno (Varese) 2010, pp. 7-29; Carlo Mario MOZZANICA, Ragioni e regioni della fragilità della famiglia, «Appunti di cultura e politica» 35/2 (2012), pp. 21-29. 5 Miguel BENASAYAG – Angélique DEL REY, Éloge du conflit, La Découverte, Paris 2007

6 Michel DE CERTEAU, La faiblesse de croire, Seuil, Paris 1987; Michel DE CERTEAU, Mai senza l’altro,

Qiqajon, Comunità di Bose, Magnano (Biella) 20072, pp. 17, 39-61.

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la paz "entregada" por el Resucitado, es una paz marcada por las heridas de la pasión, deslumbrante como la luz del alba que atraviesa y vence la oscuridad de la noche7.

Las tres partes que tiene mi conferencia se basan en estas reflexiones preliminares. Vamos a tratar ante todo, de atravesar la noche de los conflictos familiares. En este contexto, será la extraordinaria historia de José y sus hermanos, la que nos ayudará. En un segundo momento, nos acercaremos al don de la paz, hondamente de la alianza entre el hombre y la mujer dentro del matrimonio, un regalo tan frágil como la responsabilidad humana en la que se ha confiado, pero tan fuerte y tenaz como la gracia de Dios, de donde proviene. El tercer momento se basa en la reafirmación de la primacía de la gracia de Dios y esboza "caminos de paz" que nosotros podremos reconocer. Al final dos cuadros que con el título "la espina y la mano" resumirán las reflexiones hechas y que alientan los demás.

1. Los conflictos familiares y los hijos de Jacob

Cuando uno está sumergido en la noche, y avanza a tientas, pone las manos ante sí para darse cuenta de los obstáculos. Cuando se refiere al camino de ambos cónyuges o de una familia, a veces parece que no hay salida y no se puede dejar de encontrar la salida hacia una aurora,debido a la presencia de tantos obstáculos que se interponen. Hay que darse cuenta de que las experiencias anteriores no nos han hecho aprender suficientemente el camino, cuando no queremos aclarar enredos y malentendidos y liberarnos del laberinto de pensamientos retorcidos y sentimientos hostiles. Hemos encontrado una aurora y estamos boquiabiertos de reencontrarnos otra vez unidos, pasado el conflicto. Pero cada vez parece que recomenzamos, como olvidando todo lo que ya hemos vivido.

Sin embargo, hay manifestaciones que no sólo nos insinúan profundas diferencias o similitudes irritantes (entre hombres y mujeres, y entre padres e hijos), sino que anuncian el estallido de conflictos difíciles de conducir, la acumulación de tinieblas difíciles de atravesar.

Una manifestación de estos conflictos es la mala comprensión: se escuchan sin prestar atención o se presiona cuando se escucha; se cree haber comprendido y no se pide ninguna explicación; se busca entender el pensamiento del otro pero no se le deja tiempo ni suficiente libertad para explicarse; inevitablemente está limitado por comprender al otro y no se le admite la posibilidad de una equivocación o de un malentendido. Luego hay la mala estimación, con toda su diversidad, de todo o nada: se está celoso hasta matar o indiferente hasta odiar al otro; se puede seguir amando a sí mismo a través del otro o aniquilar cualquier ventaja del otro, se puede tener preferencias por un hijo o hacer como si no sintiera estimación por ningún hijo. Finalmente también hay malas expresiones que se pueden matizar: hablar mucho o callar completamente; decir toda la verdad o mentirsin parar; hablar sólo de tonterías o hablar siempre de cosas serias: hablar mal del otro o ignorarlo.

Para explicar estas manifestaciones, nos podemos referir a un relato bíblico muy instructivo de la familia del patriarca Jacob, que se conoce como "historia de

7 Cfr. Giovanni Bellini, Cristo benedicente (Le Christ bénissant), Musée du Louvre, Paris

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José". (Gn 37.2 a 50.268) Una obra de arte de la literatura, de la psicología y de la teología, descrita dentro de las historias de las familias patriarcales a menudo muyatormentadas. Esta vez no se trata de un conflicto entre los cónyuges, sino entre la relación de Jacob, el padre, con sus hijos, un preludio al drama es la relación de los hermanos entre sí, dentro de la que destaca la diversidad agresiva y sobrecogedora de José.

Cabe recordar que en el inicio del desarrollo del drama no son únicamente los sueños de José, que parecen anunciar una superioridad por encima de sus hermanos, o incluso de sus padres, sino tanto tiempo apareciendo sus palabras con la mala costumbre de decir a su padre lo que hacen mal sus hermanos. José no puede controlar la curiosidad y su lengua para ganar aún más ante su padre, que evidentemente ya lo ha privilegiado dándole una túnica ornamentada, digna de un príncipe. Las consecuencias de ser el privilegiado del padre y de la ingenuidad de un chico de 17 años son devastadoras: los hermanos celosos de José, terminan odiando y hablando mal de él: sólo le dicen"Shalom".

El efecto de unas palabras usadas mal, de unos sueños explicados ingenuamente, de unas debilidades y unos silencios de un padre incapaz de comprender las situaciones y de corregir con energía sus hijos, le incapacitan para amar y educar a los hijos en la fraternidad. El lío entre no comprender, no amar, y hablar mal, ha alejado todos los hermanos, unos de otros. En lugar de matarlo, lo venden a unos marchantes que pasan, con un cinismo que enfatiza la habilidad del narrador, aún más cuando nos muestra los hermanos que mentirán delante de su padre, mostrándole la túnica ensangrentada con la sangre de una cabra.

Esta historia de José se debe explicar y meditar continuamente, no sólo para abordar y estudiar detalladamente el conflicto, sino también por la acumulación de oscuridad que genera. Hay que pensar que esta familia tan desgarrada, se arreglará de una manera extraordinaria.

Los años pasan. El padre continúa recordándolo en el dolor, los hermanos parecen haberlo olvidado. Pero lo que no se puede prever nunca, es lo que llega: un hambre obliga a una gran parte de la familia a emigrar a Egipto, donde mientras tanto José ha llegado a ser un personaje influyente. Su aspecto ha cambiado, sus hermanos no lo reconocen, pero él, por el contrario, está en condiciones de reconocerlos. José ha elegido ocultar su identidad. Respecto a sus hermanos unas preguntas para que recuerden su historia y que con el recuerdo renazca también el dolor de este recuerdo. Les hace una prueba muy dura, los acusa falsamente, les obliga a hacer el viaje de regreso con el padre - viaje que les hace entrar en ellos mismos y sumergirse en sus recuerdos de hermanos - y finalmente, emocionado, llega a revelar su propia identidad. El gran silencio mantenido entre los hermanos, que comenzó antes de la traición, dio paso a intercambiar palabras (Gn 45,15). El alejamiento se cambió en banquete. La paternidad, en lugar de dividir como antes, es ahora un elemento de cohesión familiar. El perdón triunfa, no porque haya merecido, sino después de las

8 Gerhard VON RAD, Das erste Buch Moses: Genesis, Vandenhoeck & Ruprecht, Göttingen 19729;

Luis ALONSO SCHÖKEL, ¿Donde está tu hermano? Textos de fraternidad en el libro del Génesis, Instituto S. Jerónimo, Valencia 1985; Antonio BONORA, La storia di Giuseppe. Dio in cerca di fratelli. Genesi 37-50, Queriniana, Brescia 20044; Roberto VIGNOLO, “Il legame più complesso. Luci e ombre delle relazioni parentali nella Bibbia” en el libro: AA.VV., Genitori e figli nella famiglia affettiva, Glossa, Milano 2002, pp. 147-215

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pruebas. En realidad por parte de José, el perdón precede a las pruebas, es la condición que ha hecho trazar un recorrido exigente y limpio para sus hermanos, con el que se pueden arrepentir. El perdón se desarrolla sin tardanza y se da sin prisa. No porque los hermanos lo merezcan, sino como el Dios da, (de acuerdo con el comentario espléndido de AdrianSchenker9).

¿Es que Dios no se merece que se le reconozca como Dios? Dios, que en silencio le ha acompañado durante la historia también merece el perdón de los hermanos malvados. Durante todo este tiempo Dios ha dejado hacer a José, pero no obstante le ha acompañado y orientado en su duro camino hacia una dirección que no podía esperar: "El mal que me habíais deseado hacer -es el comentario de José-el deseo de Dios lo ha cambiado en bien". (Gn 50,20).

En ciertos aspectos, la acción prudente de José recuerda las palabras del mayordomo listo, alabado por Jesús: "Sé lo que haré" (Lc 16,4). En la Biblia, constantemente se alaba la sabiduría humana, porque es capaz de hacer frente a la complejidad de la historia que se va desarrollando. Con un poco de atrevimiento contemporáneo sobre este antiguo relato, me atrevo a decir que, de este modo, se establece la importancia de cualquier recurso encontrando su origen dentro de una sabiduría cultivada que nos permite imaginar un camino para comprender nuestras situaciones de conflicto y salir de él. Lejos de nosotros no evaluar la fuerza de estos recursos, la fe en Dios y la invocación del Cielo nos comprometen aún más para investigar la capacidad humana y confiar en la capacidad de nuestra inteligencia y de nuestra humanidad. Es por ello, que junto las ciencias sociales y las humanas, que la historia y la filosofía llenan un rol irremplazable en cuanto a la teología, y que no se pueden dejar estar ligeramente invocando el nombre de la fe, o el de una teología que pretende tener una solución rápida a toda esta cuestión, sin detenerse en lo humano y en sus manifestaciones, sin interpelar con inteligencia y finura toda la dimensión de la experiencia humana.

Un análisis muy fino del relato nos confirma, por un lado la complejidad, la dureza, la tenacidad de los conflictos, y por otra, nos muestra los caminos que rehacen la capacidad de escuchar, de las palabras y los silencios, los gestos, del alejamiento y la proximidad de la memoria. Todas son formas que la sabiduría humana (junto con la reflexión hecha por los especialistas) tienen el deber de reconocer y que muestran su parcialidad - con la apariencia de ser indiscutibles - cuando nos dicen que no podemos "llegar a ser otros que nosotros mismos10 "o que no tenemos nada nuevo para descubrir sobre los hombres y sobre Dios. Sólo hay que pensar en la exclamación de Jacob después del sueño de la escalera, que apoyada en el suelo, el otro extremo tocaba el cielo y por ella los ángeles de Dios subían y bajaban: "Realmente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía paso "(Génesis 28, 16).

Se puede cambiar y reconciliarse. El conflicto no es ni nativo ni escatológico. Polemos no es para nosotros el "padre de todas las cosas"(Eraclito)11. Aún más porque tenemos Jerusalén para madre (Gal 4:26): la "Ciudad de la Paz",

9 Adrian SCHENKER, Versöhnung und Sühne. Wege gewaltfreier Konfliktlosung im Alten Testament,

Schweizerisches Katholisches Bibelwerk, Freiburg (Schweiz) 1981, pág. 46 (véase Antonio BONORA, La storia di Giuseppe, cit., p. 52) 10

Miguel BENASAYAG – Angélique DEL REY, Éloge du conflit, cit. 11

Ibidem, pág. 9 e passim ERACLITO, Fr. 29 (53 DK; 44 B), véase ERACLITO, Testimonianze, imitazioni e frammenti con i testi greci, Bompiani, Milano 2007, pp. 479-482.

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marcada como nosotros por las heridas de la historia y sin embargo aún sigue siendo depositaria de la promesa de paz. Nativa y escatológica (definitiva, última) es la paz a la que podemos tender, haciendo con confianza el camino de transformación personal, familiar, colectiva que somos capaces de vislumbrar. El relato del Génesis, al igual que cualquier relato fundacional, queda siempre como el aguijón que hace reaparecer pasiones y pensamientos de paz, atravesando el conflicto sin superarlo nunca, esperando que con buenos pensamientos y por las buenas obras también así le podamos llevar el bien precioso de la paz. El antiguo relato hace igualmente de aguijón cuando se lo lee en el Nuevo Testamento. José se reconoce una prefiguración sorprendente del Hijo del Hombre, hecho salvador de aquellos que han sido perdidos y reconciliar en él a los separados.

2. La Paz dada

Partimos de este punto. Según la espléndida definición de DietrichBoenhoeffer, el solo punto de partida para los hombres de fe cristiana y por los teólogos es que los cristianos son "los que viven participantes de Cristo"12. Vivir participante de Cristo pensar y esperar participante de Él, significa vivir, pensar y esperar participante de "su" paz, que ya ha sido dada y que espera ser completamente y continuamente hecha13.

Pensemos en las características de esta paz. Se trata de "su" paz, que ha sido "dada" a los discípulos en el momento de la despedida: "Os dejo la paz, os doy mi paz" (Jn 14,27). Estas palabras no pueden separarse de la marca de los clavos y de la herida del costado que el cuerpo del Resucitado sigue mostrando, fiel a la historia pasada y fiel a la historia futura hasta el fin del mundo. Con las palabras del Resucitado, no hay ninguna señal de que el conflicto se haya podido solucionar en "buen precio". "Su" paz mantiene el drama de la participación y del dolor. Se ha dado después de que el Cristo ha atravesado las tinieblas de la traición, de la burla, de la crucifixión, del abandono, de la muerte y del entierro, antes de ver la aurora de la Resurrección. La palabra "paz" en boca del Resucitado no tiene nada que ver con el Irenismo superficial de muchas personas que no saben nada de la humanidad. La palabra que ha dicho es una palabra que tiene peso. Es el punto de llegada de una historia cargada de conflictos y de odio y es también el punto de llegada de la profesión de fe de sus discípulos. De saludo y “don Pascual” ("Paz a vosotros"), se hace el nombre mismo de Cristo, como lo explicita de una manera espléndida la Epístola a los Efesios: (Ef 2,14-18)

Él es nuestra paz. De dos pueblos ha hecho uno solo, destruyendo el muro que los separaba y aboliendo con su propio cuerpo lo que les hacía enemigos: la Ley con sus mandamientos y preceptos. Así ha puesto paz entre ambos pueblos y, en él, ha creado uno solo, la nueva humanidad. Ha hecho morir en él la enemistad y, por su muerte en cruz, los ha reconciliado ambos con Dios y los ha unido en un solo cuerpo. Él ha venido a anunciar la buena nueva de la paz: la paz a vosotros, que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca. Para él, unos y otros, unidos en un solo Espíritu, tenemos acceso al Padre14.

12 Dietrich BONHOEFFER, Schöpfung und Fall. Theologische Auslegung von Genesis 1-3, Chr. Kaiser

Verlag, München 1933 13

Véase Michel DE CERTEAU, Mai senza l’altro, cit., pp. 39-61 14

Ef 2,14-18; véase Ef 6,15; At 10,36

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"Paz" es así uno de los títulos más fuertes de Cristo en el Nuevo Testamento. Aquí no podemos avanzar por el camino precioso que este título nos abre, un camino recorrido de una manera diferente-démonos cuenta -en el Nuevo Testamento: desde el relato del nacimiento de Jesús, con el canto de los ángeles de la paz en la representación de la Jerusalén celestial del Apocalipsis, centrada en "el Cordero en pie, como degollado" (Ap 5,6), el Crucificado Resucitado15. Pero podemos aprovechar, con más cuidado recaer, en los círculos de la antropología y de historia de la iglesia: la paz se propone como un hito de una humanidad renovada i/o como un destino del hombre en sus diferentes formas y expresiones históricas. El Cristo da "su" paz a sus discípulos ya todos los hombres gracias a su anuncio, para que cada uno la guarde y la haga suya, hasta el punto de no ser capaz de separarse y de no poder "soportar "las separaciones (que son otros para reportar diferencias, conflictos eventuales, para reportar el primer" vis a vis "del hombre y de la mujer, o la comparación abierta de opiniones). Por el Resucitado "Dios nos da la paz" como dice Benedicto XVI durante su viaje apostólico en el Líbano (15 de septiembre 2012): "yo los invito a testimoniar con coraje a vuestro alrededor, en todo momento, que Dios quiere la paz, que Dios nos confía su paz. Yo os dejo la paz, es mi paz que yo os doy (Jn 14,27)"16.

Consideramos mientras, más de cerca, la realidad de la familia. Es evidente que la alianza hecha entra hombre y mujer dentro del matrimonio-según el lenguaje adoptado preferentemente por el Concilio Vaticano II en la Gaudium et Spes n º 47-52- debe apoyarse en esta paz, sobre esta paz que es el Cristo mismo, reconciliando infatigablemente la humanidad con su muerte y su resurrección17. Esta es la base sobrenatural del matrimonio, dedicada a apoyar la fragilidad de sus intenciones, por muy buenas que sean, ya la limitación propia de su humanidad. La fuerza interna de la Cruz y de la Resurrección nos asegura que no sólo nosotros, los bautizados y bendecidos con el signo de la Eucaristía, sino también todos aquellos que se prometen el uno al otro, con un amor sincero, son unidos por la Gracia de Dios, que tiene el poder de hacer fructificar su diversidad y convertirla siempre en paz18.

Uno no se casa para prepararse o resignarse a una vida de conflictos continuos y treguas momentáneas, sino porque queremos actualizar diariamente el don recíproco de la paz, intercambiando diariamente palabras y gestos de paz, confiando en la gracia de Dios. La paz de Dios ya está, de hecho, trabajando en silencio en la historia del mundo y dentro de las pequeñas historias de nuestros afectos familiares, como hizo con la bonita historia de la familia de Jacob y los dramáticos días de la Pascua. Esta paz se mueve dentro de la historia como una fuerza de cohesión que vence todos los posibles conflictos, y nos pide ser acogida y fomentada19. "Dios nos da la paz", dirigiéndonos una invitación urgente para asumir las responsabilidades de este don inestimable. Esta responsabilidad va

15 Otto BAUERNFEIND – Werner FOERSTER – Gerhard VON RAD, Guerra & pace nel Nuovo Testamento,

Paideia, Brescia 1993 16

http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2012/september/documents/hf_ben-xvi_spe_20120915_autorita_it.html. 17

Xavier LACROIX, De chair et de parole. Fonder la famille, Bayard, Paris 2007 18

Familiaris consortio, n. 57. Cfr. Milena MARIANI, “Quando i due diventano uno. Considerazioni teologiche sul matrimonio”, en AA.VV., Il matrimonio: tradizione e scenari. Atti del convegno 20-21 ottobre 2007, «Il Margine» 28/2 (2008), pp. 72-80 19

Jürgen MOLTMANN, Ethik der Hoffnung, Gütersloh, Gütersloher Verlagshaus 2010

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más allá de los límites de la familia, se ensancha en todos los ámbitos de nuestra vida. Cuando hablamos de la responsabilidad de los cónyuges, a menudo olvidamos su dimensión social20. Es evidente que el matrimonio, como signo de alianza, establece un vínculo entre la familia y la paz, en otras palabras, porque es un tema muy querido dentro de la tradición cristiana, la unión del género humano, o de la "familia humana", como lo llamó el Concilio Vaticano II. Bienvenida la valentía con que la Exhortación Apostólica "Familiarisconsortio" (n. 48) se atreve a hablar de "signo de unidad para el mundo", especialmente ahora que la institución familiar está cuestionada tan profundamente. No renunciamos a decir cuánto es la vocación de la familia, de importante.

Hay que resistir con valentía el clima cultural actual, seguros de ser ayudados en esta tarea por la gracia paciente y perseverante de Dios, que no se apaga ni siquiera en este Occidente que sufre una crisis de identidad tan grave y profunda. Hoy en día -y quizá sobre todo hoy- el testimonio cristiano de unos esposos atestigua la alianza de Paz entre Dios y toda la humanidad. Esta alianza se liga con el amor mutuo de los esposos que se transporta a sus hijos, fruto de su amor. Se manifiesta y vive también en todas las obras de paz que la bendición fecundante de Dios hace posible por su intermediario: "Dichosos los artífices de la paz, ellos serán nombrados hijos de Dios" (Mt 5,9).

¿Quizás nos estamos acercando, otra vez, a caer en una alabanza no realista de la paz, en una alabanza que, sin embargo, supera la gravedad de los conflictos familiares de nuestro tiempo? ¿Quizás la "fe antigua" ha olvidado las "tiendas montadas provisionalmente", en las que cohabitan nuestras uniones actuales?

¿Todavía tiene sentido repetir hoy las palabras de Jesús, puestas en duda por los fariseos: "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre" (Mt 19,6)? ¿Es que no se trata de un deber muy difícil para nosotros? ¿No estamos sufriendo una "dureza de corazón" peor que la reprochada por Jesús a sus interlocutores? Nuestras manos, debilitadas por la pobreza de corazón, ¿pueden todavía acoger el don de la paz que se nos da dentro de la Eucaristía, en la celebración del matrimonio?

Nos presentan muchas preguntas ante las que estamos tentados de responder: “imposible a los hombres, pero es posible a Dios”. No se trata de una fuga, de una profesión ciega de espiritualismo, de fideísmo. Se trata más bien de reconocer la prioridad de la Gracia, por más débil o heroica que sea. Unir es una característica de Dios y el hombre, siguiendo su ejemplo, puede aprender a no separar. En este contexto, releemos la historia que une a un hombre y una mujer y que los hace fecundos en una nueva vida, de diferentes maneras. Recordemos, además, un aspecto que nos parece esencial: no sólo "Dios ha unido", sino sobre todo "Dios está unido". La fidelidad a Dios se entiende en la presencia en cada historia humana, por más complicada que sea. Las palabras de Michel de Certeau nos lo recuerdan: "La esperanza de la fe, se basa en la fidelidad"21.

Si bien es mucho más pequeña que un grano de mostaza, en situaciones difíciles, la fe no puede menos de intentar eludir la fidelidad de Dios y tratar de eludirla, tratando de separar lo que Dios "está uniendo", un " amor inagotable ".

3. Reconocer los caminos de la paz.

20 Michele NICOLETTI, “Matrimonio e società”, en AA.VV., Il matrimonio: tradizione e scenari, cit., pp.

58-65 21

Michel DE CERTEAU, Mai senza l’altro, cit., pág. 159

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A menudo usamos nuestra imaginación para eludir el aburrimiento, enemigo implacable de las relaciones familiares y el origen de muchas separaciones. Y de hecho, la imaginación entra también dentro de los caminos de la sabiduría y de la astucia humana (nada mejor que la buena psicología o la mediación familiar). Jesús también teje elogios. Esto hace que cuando las situaciones parecen escaparse de las manos, nosotros objetos con frecuencia que "no sabemos qué más inventar".

Intentamos salir del impasse partiendo de la primacía de la gracia. ¿Es cierto que siempre tenemos que inventar algo nuevo? No podemos -más modestamente- invitarnos a conocer los caminos de la paz?

Recordemos las lágrimas de Jesús a la vista de Jerusalén, la "Ciudad de la Paz", que no puede entender el mensaje "que conduce a la paz" (Lc 19,42). Admitamos que, también nosotros, nos cansamos no sólo de reconocer los signos que anuncian nuestra separación, sino igualmente de reconocer las formas que, en la vida cotidiana, nos permitirían acoger el don de la paz. Formas que, por tanto, no son visibles. Podemos partir de expresiones citadas anteriormente y defender la opinión contraria a la mala comprensión, a la mala estimación y a la mala expresiónreencontrando así algunos canales abiertos: la escucha mutua, la seguridad de haber entendido lo que el otro quería decir; vigilar cualquier relación con celosías, envidias, indiferencias, violencia verbal; encontrar la palabra correcta, constructiva, alentadora, reconfortante. También nos podríamos referir a la metáfora, siempre eficaz, de la "casa" y nos preguntaríamos cómo podremos "hacer un hogar", que nos pide compartir el hecho de ser una familia. Lo que compartimos debe ser evidente: como mínimo hablamos de "un tiempo compartido, un lugar compartido, un amor compartido"22.

De entre todos los caminos que conducen a la paz y que la sabiduría humana puede recorrer el perdón puede ser el más destacado. A menudo nos parece que es inaccesible y estrecho, como esos caminos de montaña que conducen a la cima, desde el que nuestras miradas se ensanchan y contemplan unos paisajes maravillosos. Lejos de ser inaccesible, el camino del perdón se muestra-a la luz de la experiencia familiar-ser factible en la vida cotidiana. Cuando el compartir es auténtico, el amor no se basa en el principio de simetría entre marido y mujer, sino más bien en la reciprocidad, en particular en el perdón, que se hace tanto en pequeñas como en las grandes cosas de la vida diaria. El principio de simetría funciona menos cuando surgen conflictos lacerantes.

Por otra parte, ¿no es ésta la clase de amor al que Cristo nos llama? Más claramente, el amor/ágape es asimétrico. Basta mirar la historia de Jesús y que nos preguntemos sobre nuestras experiencias, para darnos cuenta de que "el amor" siempre se combina con "creer" y "esperar". El ágape, orientado hacia el otro, da una realidad decisiva para nuestra relación, como dice Pablo sin malentendido cuando habla del "camino que los supera a todos" (1 Cor 12,31-13,13). Paul Ricoeur la llama el camino de la "justicia"y no simplemente"justicia"23. También podemos citarlo"camino de las

22 Alessandro ZACCURI, Che cos’è una casa, Cittadella, Assisi 2009, pág. 7: «Che cos’è, che cos’è

una casa? / No, non soltanto cose raccolte / e scelte e amate – fortuite cose. / Ma un condiviso tempo, / un condiviso luogo, un condiviso / amore». Véase: Antonio SPADARO, Svolta di respiro. Spiritualità della vita contemporanea, Vita e Pensiero, Milano 2010, pp. 210-212 (“Casa”) 23

Paul RICOEUR, Parcours de la reconnaissance. Trois études, Stock, Paris 2004

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Bienaventuranzas", subrayando que no pide el reconocimiento de los demás, porque es como una camino inútil, que no aporta nada, y en cambio es lo único que puede salvar cualquier relación. Este camino de las Bienaventuranzas se abre ante nosotros. Si decidimos avanzar paso a paso en esta dirección nos persuadiremos cada vez más de que estamos en el camino correcto. Camino del Cristo mismo, que proclama: "Yo soy el camino" (Jn 14,7), afirmación que encontramos en la exhortación de San Pablo (Flp 2:5-11):

"Tened los mismos sentimientos que estaban en Cristo Jesús: Él que es condición divina / no ha reclamado su derecho a ser tratado como igual a Dios / sino que se despojó de sí mismo / tomando la condición de esclavo. / Llegando ser como los hombres / y reconocido en su aspecto de hombre / humilló a sí mismo / haciéndose obediente hasta la muerte / la muerte en cruz. / Por eso Dios lo exaltó / y le dio un nombre que está por encima de todo nombre, / para que en el nombre de Jesús toda rodilla se doble / tanto el cielo como en la tierra y bajo la tierra / y toda lengua proclame que Jesucristo, / él es Señor / en la gloria de Dios Padre."

El camino propuesto aquí se convierte en inaccesible, la asimetría claramente mostrada por la historia del Hijo del hombre, historia del vertiginoso descenso de Cristo a la condición humana antes de su ascenso lleno de gloria al Padre. Según el evangelista Juan, la escena del lavatorio de los pies, que abre los días de la Pasión de Cristo-gesto supremo de humillación-es un escándalo si este respecto el gesto por sus discípulos es el Maestro, y bastante inimaginable si en la ropa de un sirviente, reconocemos el Señor.

Nada es más asimétrico que el ágape de Cristo y el ágape cristiano, que se nutre del mismo Jesucristo. El poder de la Gracia que transforma el bautismo y la eucaristía en el centro de nuestras vidas, nos hacen creer y esperar que este camino sea el de la auténtica felicidad. Nos hacen amar este camino, aparte de las resistencias de nuestra libertadrecalcitrante para emprendereste camino del ágape.

4. La espina y la mano

La "fe antigua" no se calla ante las situaciones siempre nuevas y al mismo tiempo siempre antiguas que caracterizan nuestras historias. La Escritura tiene más palabras que tienen sentido para nosotros, si nos tomamos la molestia de escucharlas, parando por un momento los ruidos molestos y el vagar de nuestra mente. La sabiduría humana y la esperanza cristiana, humanidades y teología, nos pueden ayudar a firmar un pacto, renovado constantemente, para socorrer la desorientación, la superficialidad o la desesperación, el agravamiento de los conflictos y el deseo de paz de nuestras familias de hoy. Nosotros podemos llegar, superando las desconfianzas arraigadas en nosotros y liberándonos de la tendencia a ocuparnos más de cómo se han formado que de su curación y recuperación.

Quisiera concluir mi intervención haciendo referencia a una pintura y a un icono.

La pintura es la de San Jerónimo en su estudio, atribuida a Colantonio y expuesta en el Museo de Capodimonte de Nápoles. Representa el Santo ocupado en sacar una espina de la pata de un león que, por ello, según la leyenda, abandona su ferocidad habitual. La leyenda se presta a innumerables interpretaciones. La última, propuesta por el cardenal Carlo Maria Martini, que en el león domesticado ve el símbolo de la muerte

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que se acerca y que sólo la oración puede retirar su aguijón que todavía tiene hoy24. Me parece que en el león también se puede reconocer todo lo que amenaza con destruir nuestras vidas y que, en muchos aspectos, nos supera inspirándonos miedo. En mi presentación, he intentado ofrecer algunas ideas sobre el tema del conflicto: si no podemos eliminar por completo los conflictos, al menos podemos identificar algunas espinas y tratar de eliminarlas, para evitar que la ferocidad de nuestras divisiones, no aumente y nos devore. Podemos hacer mucho en este sentido, a nivel personal, familiar, social, político, eclesial, en nombre de esta paz, por la que vivimos ya la plenitud a la que estamos destinados.

En cuanto al icono al que me he referido anteriormente, es probablemente más conocido. Representa el Resucitado que toma Adán y Eva, para arrancarles de la oscuridad de los infiernos. Es la victoria de la Pascua que nos da la esperanza de que todo hombre y toda mujer puedan hacer la experiencia de la liberación de su angustia y sus conflictos más preocupantes. Podemos esperar y orar sin cesar para este fin con las palabras que la liturgia sugiere: Agnus Dei...

Pidamos al Señor por todos, especialmente por las familias de nuestro tiempo. Sin orgullo, porque sabemos que ante Dios todos somos "perdidos y salvados." También podemos pedir más: como acercar a aquellos que están separados o perdidos de Aquel que les puede rehacer el camino, tomándolos con Él (esto es lo que significa "qui tollis"). También nos podemos aún preguntarnos si el camino propuesto corresponde de manera suficiente al poder que contienen la Pascua y la Eucaristía25. Podemos hacer mucho, por la Gracia de Dios, esperando la nueva Jerusalén, si tenemos ya ante nuestros ojos este árbol de la vida que "fructifica doce veces, una vez cada mes", y que las hojas "pueden curar las naciones" (Apocalipsis 22,2).

Milena Mariani

24 Véase: Lettere al Cardinal Martini, «Corriere della Sera», 24 giugno 2012, p. 19

25 Véase: Dionigi TETTAMANZI, “Il Signore è vicino a chi ha il cuore ferito (Sal 34,19)”, en Carlo Maria

MARTINI – Dionigi TETTAMANZI – Angelo SCOLA, Il tempo della famiglia e dell’amore, RCS Libri, Milano 2010, pp. 147-159.

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Català

L’home no ha de separar La realitat del conflicte i el do de la pau

Conferenciante: Milena Mariani – Trento (Itàlia)

Agnus Dei qui tollis peccata mundi

dona nobis pacem

Què pot dir, la “fe antiga” interpretant la Teologia, de les noves situacions que caracteritzen les nostres societats i les nostres famílies? Què tenen en comú les afirmacions de l’antiga fe, sòlides i compartides com les cases que habitem, i la “forma comuna d’avui en dia basada en l’individualisme”, fonamentada en hipòtesis i experiències passatgeres, com si fossin tendes de campanya plantades provisionalment?

Fou Karl Rahner qui, en el seu assaig ZurSituation des Glaubens(Sobre la situació de la fe) publicada el 1980, representa a través d’aquestes imatges la condició que caracteritza la fe cristiana dels nostres dies. Aquesta condició, que comprenem millor algunes desenes d’anys després de la publicació del assaig, no es refereix només a la dimensió del coneixement i, per tant, a la relació fe/raó o fe/ciència, sinó també a tota la dimensió de la vida d’avui-en-dia. Nosaltres experimentem el pas continu de la “casa” a la “tenda” en tot l’àmbit de la nostre existència. Lo hipotètic i lo provisional hi regnen. El "si" precedeix i reemplaça el "sí". Nosaltres mateixos som els executors i al mateix temps les víctimes dels lligams superficials, de les “intimitats fredes” de la comunicació digital, que desapareixen amb la mateixa velocitat que han nascut. Volem construir lligams significatius, però ens fan por les limitacions que poden generar en la nostra llibertat personal, exposant-nos a situacions de conflicte permanent en el centre de les nostres vides o a l’interior de les nostres societats tant complexes.

Què hi ha de comú entre la casa i la tenda? Com podem avui dia viure la fe i parlar-ne? És que la Paraula de Déu encara té sentit per a nosaltres que, per les nostres debilitats personals i degut a la relaxament dels lligams socials, vivim més i més "separats malgrat qualsevol unió"?. És que la Teologia, davant l’experiència contemporània, haurà de limitar-se a descriure la complexitat o a resignar-se a fer com els demés “un elogi del conflicte”? O haurà d’animar als bons sentiments que insinuen de “fer com si no hi hagués diferencies ni conflictes”?

Crec que la fe cristiana i la Teologia poden i han de conrear pensaments diferents. S’espera d’elles que no facin un elogi del conflicte o que en neguin la

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seva existència, oblidant la gravetat del conflicte. D’altra banda, la naturalesa de la pau “lliurada” pel Ressuscitat, és una pau marcada per les ferides de la passió, enlluernadora com la llum de l'alba que travessa i venç la foscor de la nit.

Les tres parts que té la meva conferència es basen en aquestes reflexions preliminars. Anem a tractar abans que res, de travessar la nit dels conflictes familiars. En aquest context, serà l’extraordinària història de Josep i els seus germans, la que ens ajudarà. En un segon moment, ens aproparem al do de la pau, fondament de l’aliança entre l’home i la dona dins del matrimoni, un regal tant fràgil com la responsabilitat humana a la que s’ha confiat, però tant fort i tenaç com la gràcia de Déu, d’on prové. El tercer moment es basa en la reafirmació de la primacia de la gràcia de Déu i esbossa “camins de pau" que nosaltres podrem reconèixer. Al final dues taules que amb el títol “l’espina i la mà” resumiran les reflexions fetes i que encoratgen als altres.

1. Els conflictes familiars i el fills de Jacob.

Quan hom està submergit en la nit, i avança a les palpentes, posa les mans davant seu per adonar-se dels obstacles. Quan es refereix al camí d'ambdós cònjuges o d’una família, de vegades sembla que no hi ha sortida i que no es pot deixar de trobar la sortida vers una aurora per la presència de tants obstacles que s’hi interposen. Cal adonar-se que les experiències anteriors no ens han fet aprendre suficientment el camí, quan no volem aclarir embolics i mals-entesos i alliberar-nos del laberint de pensaments retorçats i sentiments hostils. Hem trobat una aurora i estem estorats de retrobar-nos units, passat el conflicte. Però cada cop sembla que recomencem, com oblidant tot el que ja hem viscut.

No obstant això, hi ha manifestacions que no únicament ens insinuen profundes diferencies o similituds irritants (entre homes i dones, i entre pares i fills), però anuncien l’esclat de conflictes difícils de aconduir, l’acumulació de tenebres difícils de travessar.

Una manifestació d’aquests conflictes és la complicada comprensió mútua: s’escolten sense parar atenció o es pressiona quan s’escolta; es creu haver comprès i no es demana cap explicació; es busca entendre el pensament de l’altre però no se li deixa temps ni prou llibertat per explicar-se; inevitablement s’està limitat per comprendre l’altre i no se li admet la possibilitat d’una equivocació o d’un malentès. Aleshores hi ha el mal-entès, amb tota la seva diversitat, de tot o res: s’està gelós fins a matar o indiferent; hom pot continuar estimant-se a si mateix a través de l’altre o anorrear qualsevol avantatge de l'altra; pot tenir preferències per un fill o fer com si no sentís estimació per cap fill. Finalment també hi ha mals-entesos, que es poden matisar: parlar molt o callar completament; dir tota la veritat o mentir completament; parlar només de tonteries o parlar sempre de coses sèries: parlar malament de l’altre o ignorar-lo.

Per tal d’explicar aquestes manifestacions, ens podem referir a un relat bíblic molt instructiu de la família del patriarca Jacob, que es coneix como “historia de Josep”. (Gn 37,2-50,26) Una obra d’art de la literatura, de la psicologia i de la

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teologia, descrita l’interior de les histories de les famílies patriarques sovint turmentades. Aquesta vegada no es tracta d'un conflicte entre els cònjuges, sinó entre la relació de Jacob, el pare, amb els seus fills, un preludi al drama és la relació dels germans entre ells, dins la que destaca la diversitat punyent i colpidora de Josep.

Cal recordar que l’inici del desenvolupament del drama no són únicament els somnis de Josep, que semblen anunciar una superioritat per amunt dels seus germans, o fins i tot dels seus pares, sinó tant de temps apareixent les seves paraules amb el mal costum de dir al seu pare el que fan malament els seus germans. Josep no pot controlar la curiositat i la seva llengua per tal de guanyar encara més davant del seu pare, que evidentment ja l’ha privilegiat donant-li una túnica ornamentada, digna d’un príncep. Les conseqüències de ser el privilegiat del pare i de la ingenuïtat d’un noi de 17 anys són devastadores: els germans gelosos de Josep, acaben odiant-lo i parlant malament d’ell només li diuen: “Shalom”.

L’efecte de paraules fetes servir malament, somnis explicats ingènuament, febleses i silencis d’un pare incapaç de comprendre les situacions i de corregir amb energia els seus fills, el fan incapaç d’estimar i d’educar els fills en la fraternitat. L’embolic entre no comprendre, no estimar, i parlar malament, ha allunyat tots els germans, els uns dels altres. En lloc de matar-lo, el venen a uns marxants que passen, amb un cinisme que emfatitza l’habilitat del narrador, encara més quan ens mostra els germans que mentiran davant del seu pare, mostrant-li la túnica ensangonada per la sang d’una cabra.

Aquesta història de Josep s’ha d’explicar i meditar contínuament, no només per abordar i estudiar detalladament el conflicte, sinó també per l'acumulació de foscor que genera. S’ha de pensar que aquesta família tant estripada, s’arreglarà d’una manera extraordinària.

Els anys passen. El pare continua recordant-lo en el dolor, els germans semblen haver-lo oblidat. Però el que hom no pot preveure mai, és el que arriba: una gran fam obliga una gran part de la família a emigrar a Egipte, on mentrestant Josep ha arribat a ser un personatge influent. El seu aspecte ha canviat, els seus germans no el reconeixen, però ell, per contra, està en condicions de reconèixer-los. Josep ha elegit d’amagar la seva identitat. Fa als seus germans unes preguntes per tal que recordin la seva història i que amb el record reneixi també el dolor d’aquest record. Els fa una prova molt dura, els acusa falsament, els obliga a fer el viatge de retorn amb el pare - viatge que els fa entrar en ells mateixos i submergir-se en els seus records de germans – i finalment, emocionat, arriba a revelar la seva pròpia identitat. El gran silenci mantingut entre els germans, que començà abans de la traïció, donà pas a intercanviar paraules (Gn 45,15). L’allunyament es canvià en banquet. La paternitat, en lloc de dividir com abans, és ara un element de cohesió familiar. El perdó triomfa, no perquè s’hagi merescut, si no després de les proves. En realitat per part de Josep, el perdó precedeix a les proves, és la condició que ha fet traçar un recorregut exigent i net pels seus germans, amb la que es poden penedir. El

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perdó es desenvolupa sense tardança i es dóna sense pressa. No perquè els germans s’ho mereixin, sinó com el Déu dóna, (d'acord amb el comentari esplèndid d'AdrianSchenker).

Es que Déu no es mereix que se’l reconegui com Déu? Déu, que en silenci l’ha acompanyat durant la història mereix també mereix el perdó dels germans malvats. Durant tot aquest temps Déu ha deixat fer a Josep, però no obstant ha acompanyat i orientat en el seu dur camí cap a una direcció que no podia esperar: “El mal que m’havíeu desitjat fer-és el comentari de Josep- el desig de Déu l’ha tornat en bé”. (Gn 50,20).

Amb certs aspectes, l’acció prudent de Josep recorda les paraules del majordom llest, lloat per Jesús: “Sé el que faré” (Lc 16,4). A la Bíblia, constantment es lloa la saviesa humana, perquè és capaç de fer front a la complexitat de la història que es va desenvolupant. Amb una mica d’atreviment contemporani sobre aquest antic relat, goso dir que, d'aquesta manera, s’estableix la importància de qualsevol recurs trobant el seu origen dins d’una saviesa conreada que ens permet imaginar un camí per comprendre les nostres situacions de conflicte i sortir-nos-en.Lluny de nosaltres no avaluar la força d’aquests recursos, la fe en Déu i la invocació del Cel ens comprometen encara més per investigar la capacitat humana i confiar en la capacitat de la nostra intel·ligència i de la nostra humanitat. És per això, que ajunto les ciències socials i les humanes, que la història i la filosofia omplen un rol irreemplaçable pel que fa a la teologia, i que no es poden deixar estar lleugeramenttot invocant el nom de la fe o el d’una teologia que pretén tenir una solució ràpida a tota aquesta qüestió, sense detenir-se en lo humà i en les seves manifestacions, sense interpel·lar amb intel·ligència i finor tota la dimensió de l’experiència humana.

Una anàlisi molt fina del relat ens confirma, d’una banda la complexitat, la duresa, la tenacitat dels conflictes, i de l’altra, ens mostra els camins que refan la capacitat d’escoltar, de les paraules i dels silencis, dels gestos, de l’allunyament i la proximitat de la memòria. Totes són formes que la saviesa humana (junt amb la reflexió feta pels especialistes) tenen el deure de reconèixer i que mostren la seva parcialitat -amb l’aparença de ser indiscutibles– quan ens diuen que no podem “arribar a ser uns altres que nosaltres mateixos” o que no tenim res de nou per a descobrir sobre els homes i sobre Déu. Només cal pensar en exclamació de Jacob després del somni de l'escala que recolzada a terra l'altre extrem tocava al cel i per la que els àngels de Déu pujaven i baixaven :"Realment el Senyor és en aquest lloc i jo no ho sabia pas "(Gènesi 28, 16).

Es pot canviar i reconciliar-se. El conflicte no és ni nadiu ni escatològic. Polemos no és per a nosaltres el “pare de totes les coses”. Encara més perquè tenim Jerusalem per mare (Gal 4:26): la "Ciutat de la Pau", marcada com nosaltres per les ferides de la història i tot i amb això encara segueix sent dipositària de la promesa de pau. Nadiua i escatològica (definitiva, última) és la pau a la qual podem tendir, fent amb confiança el camí de transformació personal, familiar, col·lectiu que som capaços d'albirar. El relat del Gènesi, igual que qualsevol relat

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fundacional, queda sempre com l’agulló que fa reaparèixer passions i pensaments de pau, travessant el conflicte sense superar-lo mai, tot esperant que amb bons pensaments i per les bones obres també així li podrem portar el bé preciós de la pau. L’antic relat fa igualment d’agulló quan hom el llegeix en el Nou Testament. Es reconeix en Josep una prefiguració sorprenent del Fill de l’Home, fet salvador d’aquells que han estat perduts i reconciliar en ell els separats.

2. La Pau donada

Partim d’aquest punt. Segons la esplèndida definició de Dietrich Boenhoeffer, el sol punt de partida pels homes de fe cristiana i pels teòlegs és que els cristians són “els que viuen participant de Crist”. Viure participant de Crist pensar i esperar participant d’Ell, significa viure, pensar i esperar participant de la “seva” pau, que ja ha estat donada i que espera de ser completament i contínuament feta.

Pensem en les característiques d’aqueta pau. Es tracta de la “seva” pau, que ha estat “donada” als deixebles en el moment del comiat: “Us deixo la pau, us dono la meva pau” (Jn 14,27). Aquestes paraules no poden separar-se de la marca dels claus i de la ferida del costat que el cos del Ressuscitat continua mostrant, fidel a la història passada i fidel a la història futura fins la fi del món. Amb les paraules del Ressuscitat, no hi ha cap senyal que el conflicte s’hagi pogut solucionar a “bon preu”. La “seva” pau manté el drama de la participació i del dolor. S’ha donat després que el Crist ha travessat les tenebres de la traïció, de la burla, de la crucifixió, de l’abandó, de la mort i de l’enterrament, abans de veure l’aurora de la Resurrecció. La paraula “pau” en boca del Ressuscitat no té res a veure amb l’irenisme superficial de moltes persones que no saben res de la humanitat. La paraula que ha dit és una paraula que té pes. És el punt d’arribada d’una història carregada de conflictes i d’odi i es també el punt d’arribada de la professió de fe dels seus deixebles. De salutació i do pascual (“Pau a vosaltres”), es fa el nom mateix del Crist, com ho explicita d’una manera esplèndida l’Epístola als Efesis: (Ef 2,14-18)

Ell és la nostra pau. De dos pobles n'ha fet un de sol, destruint el mur que els separava i abolint amb el seu propi cos allò que els feia enemics: la Llei amb els seus manaments i preceptes. Així ha posat pau entre tots dos pobles i, en ell, n'ha creat un de sol, la nova humanitat. Ha fet morir en ell l'enemistat i, per la seva mort en creu, els ha reconciliat tots dos amb Déu i els ha unit en un sol cos. Ell ha vingut a anunciar la bona nova de la pau: la pau a vosaltres, que éreu lluny, i la pau als qui eren a prop. Per ell, uns i altres, units en un sol Esperit, tenim accés al Pare.

“Pau” és així un dels títols més forts de Crist en el Nou Testament. Aquí no podem avançar pel camí preciós que aquest títol ens obre, un camí recorregut d’una manera diferent -adonem-nos-en bé- en el Nou Testament: des del relat del naixement de Jesús, amb el cant dels àngels de la pau a la representació de

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la Jerusalem celestial de l'Apocalipsi, centrada en "l'Anyell dret, com degollat" (Ap 5,6), el Crucificat Ressuscitat. Però podem aprofitar amb més cura perrecaure en els cercles de l'antropologia i la història de l'església: la pau es proposa com una fita d’una humanitat renovada i/o com una destinació de l’home dins les seves diferents formes i expressions històriques. El Crist dona la “seva” pau als seus deixebles i a tots els homes gràcies al seu anunci, per tal que cadascú la guardi i la faci seva, fins al punt de no ser capaç de separar-se’n i de no poder “suportar” les separacions (que són altres per reportar diferències, conflictes eventuals, per reportar el primer “vis a vis” de l’home i de la dona, o la comparació oberta d'opinions). Pel Ressuscitat “Déu ens dona la pau” com diu Benet XVI durant el seu viatge apostòlic al Líban (15 de setembre 2012): “jo us invito a testimoniar amb coratge al voltant vostre, en tot moment, que Déu vol la pau, que Déu ens confia la seva pau. Jo us deixo la pau, és la meva pau que jo us dono (Jn 14,27)!”.

Considerem mentrestant de més a prop la realitat de la família. És evident que l’aliança feta entra home i dona dins del matrimoni –segons el llenguatge adoptat preferentment pel concili Vaticà II a la Gaudium et Spes nº 47-52– s’ha de recolzar en aquesta pau, sobre aquesta pau que és el Crist mateix, reconciliant infatigablement la humanitat amb la seva mort i la seva resurrecció. Aquesta és la base sobrenatural del matrimoni, dedicada a donar suport a la fragilitat de les seves intencions, per molt bones que siguin, i a la limitació pròpia de la seva humanitat. La força interna de la Creu i de la Resurrecció ens assegura que no solament nosaltres, els batejats i beneïts amb el signe de l’Eucaristia, sinó també tots aquells que es comprometen l’un a l’altre amb un amor sincer, són units per la Gràcia de Déu, que té el poder de fer fructificar la seva diversitat i convertir-la sempre en pau.

Hom no es casa per a preparar-se o resignar-se a una vida de conflictes continus i treves momentànies, sinó perquè volem actualitzar diàriament el do recíproc de la pau, intercanviant diàriament paraules i gestos de pau, confiant en la gràcia de Déu. La pau de Déu ja està, de fet, treballant en silenci dins la història del món i dins les petites històries dels nostres afectes familiars, com va fer amb la bonica història de la família de Jacob i els dramàtics dies de la Pasqua. Aquesta pau es mou dins la història com una força de cohesió que venç tots els possibles conflictes; i ens demana ser acollida i fomentada. "Déu ens dóna la pau", adreçant-nos una invitació urgent per assumir les responsabilitats d’aquest do inestimable. Aquesta responsabilitat va més enllà dels límits de la família, s’eixampla a tots els àmbits de la nostra vida. Quan parlem de la responsabilitat dels cònjuges, sovint oblidem la seva dimensió social. És evident que el matrimoni, com signe d'aliança, estableix un vincle entre la família i la pau, en altres paraules, perquè és un tema molt estimat dins la tradició cristiana, la unió del gènere humà, o de la "família humana", com l’anomenà el Concili Vaticà II. Benvinguda la valentia amb què la Exhortació Apostòlica “Familiarisconsortio” (n. 48) s'atreveix a parlar de "signe d'unitat per al món", especialment ara que la

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institució familiar s’està qüestionant tant profundament. No renunciem a dir com n’és la vocació de la família d’important.

Cal resistir amb valentia el clima cultural actual, segurs de ser ajudats en aquesta tasca per la gràcia pacient i perseverant de Déu, que no s'apaga ni tan sols en aquest Occident que pateix una crisi d'identitat tant greu i profunda. Avui dia –i potser sobretot avui– el testimoniatge cristià d’uns esposos testifica l’aliança de Pau entre Déu i tota la humanitat. Aquesta aliança es lliga amb l’amor mutu dels esposos que es transporta als seus fills, fruit del seu amor. Es manifesta i viu també dins totes les obres de pau que la benedicció fecundant de Déu fa possible pel seu intermediari: “Feliços els artífexs de la pau, ells seran nomenats fills de Déu”(Mt 5,9).

Potser ens estem apropant, altre cop, a caureen una lloança no realista de la pau, en una lloança que, malgrat tot, supera la gravetat dels conflictes familiars del nostre temps? Potser la “fe antiga” ha oblidat les “tendes muntades provisionalment”, en les que cohabiten les nostres unions actuals?

Encara té sentit repetir avui dia les paraules de Jesús, posades en dubte pels fariseus: “El que Déu ha unit que no ho separi l’home”(Mt 19,6)? Es que no es tracta d’un deure molt difícil per a nosaltres? No estem patint una “duresa de cor” pitjor que la reprotxada per Jesús als seus interlocutors? Les nostres mans, debilitades per la pobresa de cor, poden encara acollir el do de la pau que se’ns dona per mitjà de l’Eucaristia, en la celebració del matrimoni?

Se’ns presenten moltes preguntes davant de les que estem temptats de respondre: impossible als homes, però és possible a Déu. No es tracta d’una fugida, d’una professió cega de espiritualisme, de fideisme. Es tracta més aviat de reconèixer la prioritat de la Gràcia, per més feble o heroica que sigui. Unir és una característica de Déu i l’home, seguint el seu exemple, pot aprendre a no separar. En aquest context, rellegim la història que uneix un home i una dona i que els fa fecunds d’una nova vida, de diferents maneres. Recordem, encara, un aspecte que ens sembla essencial: no solament “Déu ha unit”, sinó sobretot “Déu està unit”. La fidelitat a Déu s’entén en la presència a cada història humana, per més complicada que sigui. Les paraules de Michel de Certeau ens ho recorden: “L’esperança de la fe, es basa en la fidelitat“.

Si bé és molt més petita que un gra de mostassa, en situacions difícils, la fe no pot almenys intentar d’eludir la fidelitat de Déu i provar d’eludir-la, tractant de separar el que Déu "està unint", un “amor inesgotable”.

3. Reconèixer els camins de la pau

Sovint fem servir la nostra imaginació per eludir l’avorriment, enemic implacable de les relacions familiars i l'origen de moltes separacions. I de fet, la imaginació entra també dins dels camins de la saviesa i de l'astúcia humana (res millor que la bona psicologia o la mediació familiar). Jesús també teixeix elogis. Això fa que quan les situacions semblen escapar-se de les mans, nosaltres objectem amb freqüència que "no sabem què més inventar".

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Intentem sortir de l’impàs partint de la primacia de la gràcia. És cert que sempre hem d’inventar alguna cosa nova? No podem - més modestament – convidar-nos a conèixer els camins de la pau?

Recordem les llàgrimes de Jesús a la vista de Jerusalem, la "Ciutat de la Pau", que no pot entendre el missatge "que condueix a la pau" (Lc 19,42). Admetem que, també nosaltres, ens cansem no només de reconèixer els signes que anuncien la nostra separació, sinó igualment de reconèixer les formes que, en la vida quotidiana, ens permetrien d’acollir el do de la pau. Formes que, per tant, no són visibles. Podem partir d’expressions citades anteriorment i defensar la opinió contraria a la mala comprensió,a la mala estimació i a la mala expressió, retrobant així alguns canals oberts: l'escolta mútua, la seguretat d’haver entès el que l'altre volia dir;vigilar qualsevol relació amb gelosies, enveges, indiferències, violència verbal; trobar la paraula correcta, constructiva, encoratjadora, reconfortant. També ens podríem referir a la metàfora, sempre eficaç, de la "casa" i ens preguntaríem com podrem "fer una llar", que ens demana compartir el fet de ser una família. El que compartim ha de ser evident: com a mínim parlem de “un temps compartit, un lloc compartit, un amor compartit”.

D’entre tots els camins que condueixen a la pau i que la saviesa humana pot recórrer el perdó pot ser-ne el més destacat. Sovint ens sembla que és inaccessible i estret, com aquests camins de muntanya que condueixen al cim, des del que les nostres mirades s’eixamplen i contemplen uns paisatges meravellosos. Lluny de ser inaccessible, el camí del perdó es mostra -a la llum de l'experiència familiar- ser factible en la vida quotidiana. Quan el compartir és autèntic, l'amor no es basa en el principi de simetria entre marit i muller, sinó més aviat en la reciprocitat, en particular en el perdó, que es fa tant en petites com en les grans coses de la vida diària. El principi de simetria funciona menys quan sorgeixen conflictes punyents.

D'altra banda, no és aquesta la classe d'amor al que Crist ens crida? Més clarament, l’amor/àgape és asimètric. N’hi ha prou en mirar la història de Jesús i que ens preguntem sobre les nostres experiències, per adonar-nos que “l’amor" sempre es combina amb "creure" i "esperar". L’àgape, orientat vers l’altre, dona una realitat decisivaper la nostra relació, com diu Pau sense cap malentès quan parla del "camí que els supera a tots" (1 Cor 12,31-13,13). Paul Ricoeurl’anomena el camí de la "justícia" i no simplement "justícia". També podem esmentar-lo "camí de les Benaurances", subratllant que no demana el reconeixement dels altres, perquè és com una camí inútil, que no aporta res, i en canvi és l'únic que pot salvar qualsevol relació . Aquest camí de les Benaurances s'obre davant nostre. Si decidim avançar pas a pas en aquesta direcció ens persuadirem cada cop més de que estem en el camí correcte. Camí del Crist mateix, que proclama: "Jo sóc el camí" (Jn 14,7), afirmació que trobem en l'exhortació de Sant Pau (Fl 2:5-11):

"Tingueu els mateixos sentiments que estaven en el Crist Jesús: Ell que és condició divina / no ha reclamat el seu dret a ser tractat com a igual a Déu / sinó que es va despullar de si mateix / prenent la condició

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d'esclau. / Arribant a ser com els homes / i reconegut en el seu aspecte d'home / s’humilià a sí mateix / fent-se obedient fins a la mort /a la mort en creu. / Per això Déu l'ha exaltat / i li va donar un nom que està per sobre de tot nom, / per tal que en el nom de Jesús tothom s'agenolli / tant al cel com a la terra i sota la terra / i tots els llavis reconeguin que Jesucrist, / ell és Senyor / en la glòria de Déu Pare."

El camí proposat aquí es converteix en inaccessible, la asimetria clarament mostrada per la història del Fill de l'home, història del vertiginós descens de Crist a la condició humana abans del seu ascens ple de glòria al Pare. Segons l'evangelista Joan, l'escena del lavatori dels peus, que obre els dies de la Passió de Crist -gest suprem d’humiliació- és un escàndol si aquest que fa el gest pels seus deixebles és el Mestre, i bastant inimaginable si en la roba d'un servent, reconeixem el Senyor.

Res és més asimètric que l’àgape de Crist i l'àgape cristià, que es nodreix del mateix Jesucrist. El poder de la Gràcia que transforma el baptisme i l'eucaristia en el centre de les nostres vides, ens fa creure i esperar que aquest camí sigui el de l'autèntica felicitat. Ens el fan estimar aquest camí, a banda de les resistències de la nostra llibertat de comprometre'ns en aquest camí de l’àgape.

4. L’espina i la mà

La "fe antiga" no calla davant les situacions sempre noves i al mateix temps sempre antigues que caracteritzen les nostres històries. L’Escriptura té més paraules que tenen sentit per a nosaltres, si ens prenem la molèstia d'escoltar-les, parant per un moment els sorolls molestos i el vagar de la nostre ment. La saviesa humana i l'esperança cristiana, humanitats i teologia, ens poden ajudar a signar un pacte, renovat constantment, per a socórrer la desorientació, la superficialitat o la desesperació, l’agreujament dels conflictes i el desig de pau de les nostres famílies d’avui. Nosaltres hi podem arribar, superant les malfiances arrelades en nosaltres i alliberant-nos de la tendència a ocupar-nos més de com s’han format que de la seva curació i recuperació.

Voldria concloure la meva intervenció fent referència a una pintura i a una icona.

La pintura és la de Sant Jeroni en el seu estudi, atribuïda a Colantonio i exposada al Museu de Capodimonte de Nàpols. Representa el Sant ocupat en treure una espina de la pota d'un lleó que, per això, segons la llegenda, abandona la seva ferocitat habitual. La llegenda es presta a innombrables interpretacions. La última, proposada pel cardenal Carlo Maria Martini, que en el lleó domesticat veu

el símbol de la mort que s'acosta i que només l'oració pot retirar el seu fibló que encara té avui. Em sembla que en el lleó també es pot reconèixer tot el que amenaça amb destruir les nostres vides i qui, en molts aspectes, ens supera inspirant-nos por. En la meva presentació, he intentat oferir algunes idees sobre

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el tema del conflicte: si no podem eliminar per complet els conflictes, almenys podem identificar algunes espines i tractar d'eliminar-les, per a evitar que la ferocitat de les nostres divisions, no augmenti i ens devori. Podem fer molt en aquest sentit, a nivell personal, familiar, social, polític, eclesial, en nom d’aquesta pau, per la qual vivim ia la plenitud de la qual estem destinats.

En quant a la icona a la que m'he referit anteriorment, és probablement més coneguda. Representa el Ressuscitat que agafa Adam i Eva, per tal d’arrencar-los de la foscor dels inferns. És la victòria de la Pasqua que ens dóna l'esperança que tot home i tota dona poden fer l’experiència de l’alliberament de la seva angoixa i els seus conflictes més preocupants. Podem esperar i pregar sense parar per aquest fi amb les paraules que la litúrgia suggereix: Agnus Dei...

Demanem al Senyor per tots, especialment per les famílies del nostre temps. Sense orgull, perquè sabem que davant Déu tots som "perduts i salvats." També podem demanar més: com apropar a aquells que estan separats o perduts d’Aquell que els hi pot refer el camí, prenent-los amb ell (això és el que significa “qui tollis”). També ens podem encara preguntar si el camí proposat correspon d’una manera suficient al poder que contenen la Pasqua i l'Eucaristia. Podem fer molt, per la Gràcia de Déu, esperant la nova Jerusalem, si tenim ja davant dels nostres ulls aquest arbre de la vida que "fructifica dotze vegades, una vegada cada mes", i que les fulles “poden guarir les nacions" (Apocalipsi 22,2).

Milena Mariani