223796125 Aleijem Scholem Tevie El Lechero PDF

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    Tevie el lechero

    Schlem Alijem

    RIOPIEDRAS

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    "Tevie", dibujo de I.B. Inger

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    Ttulo Original: Tevie der Miljiguer

    Traducido del yidis por Bernardo Kolesnicoff y Mario Cals

    Con licencia editorial de ACERVO CULTURAL EDITORES Buenos Aires (Argentina)

    RIOPIEDRAS EDICIONES Rocafort, 249 08029 Barcelona

    Fotocomposicin: Anglofort, SA. Roselln, 33 08029 Barcelona Impresin y encuadernacin: Artes Grficas Torres, S A. Depsito legal: B-30083-2004

    ISBN: 84-7213-169-6 Impreso en Espaa

    1. COTENTI 2. EL PREMIO MAYOR 3. EL CASTILLO DE NAIPES 4. LOS HIJOS MODERNOS 5. HDEL 6. JAVE 7. SCHPRINTSE 8. EL VIAJE A ISRAEL 9. VETE DE TU TIERRA... 10. VAJLAKLAKOS EL AUTOR: SCHLEM ALIJEM

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    1. COTENTI

    A mi querido amigo don Schlem Alijem, que Dios le d salud, prosperidad y mucha felicidad en compaa de los suyos. Amn. Ante todo le dir, usando la expresin que emple Jacob cuando sali al encuentro de Esa, cotenti [1]. Pero si la cita no es muy correcta, le ruego, pai [2] Schlem Alijem, que no se ofenda. Soy un hombre sencillo y usted, indiscutiblemente, sabe ms que yo. La aldea embrutece; no deja tiempo para tomar un libro, ni para repasar un captulo del Pentateuco, con los comentarios de Rashi [3], ni para nada. Menos mal que cuando llega el verano los ricos de Iejpetz van a pasar las vacaciones en Biberik, y a veces es posible encontrar una persona educada, y escuchar una palabra culta. Crame que aquellos das en que usted y yo nos reunamos en el bosque y usted tena la paciencia de escuchar mis ingenuos relatos, me proporcionaron ms placer que todo el dinero del mundo. No s qu mritos habr visto usted en un hombrecito tan insignificante como yo, para concederme su simpata, dedicarme su atencin y escribirme cartas, y lo que es ms, para incluirme en sus libros, hecho todo un personaje. Mayor razn, por lo tanto, para que le diga cotenti. Es verdad que soy su amigo, y ojal me diera Dios una centsima parte del bien que yo le deseo. Usted ha visto de qu manera lo atend en los buenos tiempos, cuando usted paraba en la dacha grande; recuerda? Compr para usted una vaca por cincuenta rublos, que por lo menos, por lo menos, vala cincuenta y cinco. Es cierto que muri tres das despus, pero no fue por culpa ma. No muri tambin la otra vaca que le llev? Usted sabe muy bien cunto me aflig. Estaba verdaderamente desconsolado. Pero qu poda saber. Parecan de la mejor clase, se lo juro; as me asista Dios, y a usted tambin, y que el nuevo ao renueve nuestra poca anterior, como decimos en nuestras oraciones; y que a m me ayude Dios en mi trabajo y que nos d salud a m y a mi caballo, salvando la comparacin, y que mis vacas den mucha leche para que pueda servirles satisfactoriamente queso y manteca, a usted y a todos los ricos de Iejpetz, que Dios les d dicha y prosperidad. Y a usted, por la molestia que se toma por m, y por el honor que me hace en su libro, le digo una vez ms: cotenti. No merezco esa distincin, esa aureola; no soy digno de que todo el mundo se entere de pronto de que al otro lado de Biberik, no lejos de Anatevke, vive un judo lechero llamado Tevie. Pero usted sabe sin duda lo que hace. A usted no tengo que ensearle. Y usted sabe escribir. En cuanto a lo dems, lo dejo librado a su criterio y a su delicadeza. S que usted har en Iejpetz todo lo que sea posible para que su libro favorezca de algn modo mi negocio. Me hace mucha falta, palabra de honor. Estoy pensando que, Dios mediante, en breve tendr que ocuparme en casar a una de mis hijas. O quiz a dos, si Dios quiere. Entretanto que le vaya muy bien y que sea muy feliz. Se lo desea de todo corazn su amigo

    Tevie

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    Nota: Me olvidaba de lo ms importante. Cuando haya terminado el libro y est por enviarme dinero, le ruego me lo enve a Anatevke, a nombre del shijet [4].Voy al pueblo dos veces por ao, en invierno, a conmemorar mis irtsait. [5] Las cartas puede envirmelas a Biberik, a mi nombre, poniendo en el sobre lo siguiente: Para ser entregado al seor Tevie, el lechero judo.

    2. EL PREMIO MAYOR

    Dios levanta del suelo al pobre y saca de la inmundicia al indigente.Salmos 113,7 S, pai Schlem Alijem, cuando el destino dispone que usted sabe sacarse la grande, se la llevan directamente a su casa. Cuando la suerte quiere, con todos los aires llueve. No es cosa de ciencia ni de inteligencia. En cambio, si la suerte no quiere, no hay protesta que valga; es intil que se desgaite. Usted se mata trabajando... y nada. Y de pronto, sin saber cmo ni de dnde, comienza a llover a cntaros la abundancia. Es como dice el versculo:...respiro y liberacin tendrn los judos... A usted no hace falta que se lo explique, pero significa que mientras nos quede un poco de aliento, no debemos desanimarnos ni perder las esperanzas. Yo lo s por experiencia, por la intervencin que tuvo el Altsimo en mi ocupacin actual. Porque si no, a qu se debe que yo venda ahora queso y manteca, si mi tatarabuela nunca comerci con productos lcteos? Vale la pena, se lo aseguro, que escuche toda la historia, del principio al fin. Se la voy a contar; me voy a sentar aqu, en el pasto, junto a usted. Y que aproveche mientras tanto el caballo para mordisquear algo; l tambin es una criatura de Dios, no le parece? Pues bien, fue en la fiesta de shvos [6]. No, fue una o dos semanas antes de shvos. O tal vez, a ver? dos semanas despus de shvos. Porque no se olvide usted de que hace de eso, para ser exactos, un ao y un mircoles; es decir, justamente nueve o diez aos, o quiz un poquito ms. En aquel entonces yo, as como me ve, no era el mismo de ahora; es decir, era el mismo Tevie, pero era otro, o sea el mismo perro con otro collar. Quiero decir que yo era un pobretn, un pobre diablo. Aunque si vamos al caso, y mirndolo bien, todava estoy muy lejos de ser un hombre rico. Lo que a m me falta para ser tan rico como Brodski [7] podramos darnos por muy satisfechos si lo ganramos usted y yo este verano, de aqu hasta despus de sucos [8]. Pero en comparacin, ahora soy rico, tengo mi carro y mi caballo, un par de vaquitas lecheras y otra que est por tener familia de un momento a otro. Todos los das hacemos queso, manteca y cierna; nosotros mismos, porque todos trabajamos en mi casa, nadie holgazanea. Mi esposa ordea, las chicas transportan los tarros y baten la manteca; y yo, como usted me ve, voy todas las maanas a los habanos de Biberik, donde me encuentro con Fulano, con Zutano, con los vecinos ms importantes de Iejpetz; charlando un poco con uno, conversando un rato con otro, me siento alguien, comprenda que soy algo ms que un simple sastre cojo. Y eso sin contar los sbados. Ah, los sbados soy todo un rey; leo un libro judo, un captulo del Pentateuco, unos parrafitos en targum [9], unos cuantos salmos, un poco de piric [10], un poco de esto, otro poco de aquello... Usted me mira, pai Schlem Alijem, y debe pensar seguramente: Caramba, este Tevie no es un

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    cualquiera! Abreviando, pues, dnde estaba? Ah, si Yo era en aquel entonces, con la ayuda de Dios, un pobre miserable, y me mora de hambre tres veces por da junto con toda mi familia, sin contar las cenas; trabajaba como un burro, llevando el carro lleno de lea del bosque a la estacin, no se avergence usted, por unas monedas diarias. Vaya usted a mantener con eso toda una casa llena de bocas (que Dios les conserve la salud y los guarde del mal de ojo) sin contar al caballo que no se conforma con interpretaciones bblicas y quiere mascar todos los das. Entonces intervino Dios. Sabe lo que hizo? l, que nutre a todos los seres y maneja este mundo con su habilidad e inteligencia, vio mis sufrimientos, las penurias que me costaba ganarme el pan y me dijo: T crees, Tevie, que lleg el fin del mundo, que el cielo se va a desplomar sobre tu cabeza? Vamos, hombre, no seas tonto! Ya vers que, cuando Dios quiere, la suerte da de pronto media vuelta y todos los rincones oscuros se llenan de luz. Es como decimos en la oracin Nos dars la fortaleza: Unos suben y otros bajan [11]

    . Unos van a pie y otros viajan. Lo importante es tener esperanza, siempre esperanza. Que entretanto a uno lo aplasta la miseria? Para eso somos judos, el pueblo elegido, no es as? Por algo nos envidian... Le digo todo esto para hacerle ver el verdadero milagro que hizo Dios conmigo. Vale la pena que lo escuche. Cierto da de verano volva a casa con el carro vaco, sin lea. Iba por el bosque, afligido, triste, angustiado... El caballejo avanzaba arrastrando las patas; no daba ms el pobre. Vamos, infeliz, camina le dije. Que te parta un rayo junto conmigo! Trabajando de caballo con Tevie, tienes que aprender a ayunar todo el santo da, as sea un interminable da de verano. Los chasquidos del ltigo resonaban en el silencio del bosque. El sol se ocultaba; agonizaba el da. Las sombras de los rboles se alargaban; se estiraban como el goles [12] judo. Empezaba a oscurecer y mi alma se cargaba de sombras. Un montn de pensamientos me llen la cabeza. Imgenes de antiguos conocidos, que ya haban muerto, me salan al encuentro. De pronto record mi casa. Pobre de m! Mi casa! Oscura y miserable. Las chicas, pobrecitas que Dios les conserve la salud, desnudas y descalzas, esperaban siempre que el desdichado del padre les llevara un pedazo de pan fresco y a lo mejor blanco! Ella, mi vieja, mujer al fin!, rezongaba siempre: Como para darle hijas! Y nada menos que siete! Si es como para tirarlas al ro, y que Dios me perdone por decirlo. Usted cree que me gustaba orla hablar as, pai Schlem Alijem? Despus de todo no soy ms que un hombre; un ser de carne y pescado, no le parece? El estmago no se puede llenar con palabras. Si usted picotea un trocito de arenque, siente ganas de tomar t; y al t hay que ponerle azcar. Pero el azcar lo tiene Brodski, no es as? El pan no importa deca mi querida esposa, las tripas me lo perdonan; pero sin un vasito de t por la maana, estoy muerta. La criatura me saca el jugo toda la noche! A todo esto record que soy judo, nada menos; es verdad que minje [13] no es una chiva que pueda escaparse, no le parece? pero aunque no haya peligro de perderla, hay que rezarla lo mismo. Y es lo que me propuse hacer. Pero imagnese qu gusto pude haberle sacado a la hermosa oracin, si cuando me puse, como corresponde, en posicin de firme, para elevar las dieciocho plegarias, se le ocurri al caballo espantarse y salir disparado como una bala. Tuve que echarme a correr detrs del carro, alcanzarlo y prenderme de las

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    riendas, sin dejar de canturrear: Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob.... Linda postura para rezar las "Dieciocho"! Y para colmo, aquel da tena ganas de rezar con fruicin, con toda el alma, para tratar de aliviarme las penas que me llenaban el corazn... Abreviando. Tuve que correr tras el carro rezando en voz alta las Dieciocho, con entonacin y todo, como si estuviera, salvando la comparacin, delante del altar. - T que nutres a los seres de bondad. (T que das de comer a todo el mundo, aad para mi coleto). Y cumples justicieramente con los que reposan en la tierra. (Y cumples tambin con los que ya estn sepultados. Los que estamos sepultados somos muchos! Y bien sepultados; hasta el cuello! Las penurias que sufrimos! No como los ricos de Iejpetz, que van a veranear a Biberik y pasan la temporada en la playa. Comen bien, duermen bien, nadan en la abundancia. Y en cambio yo... Qu hice yo, Dios mo? No soy un judo igual que todos?) Mira, oh Dios!, nuestra indigencia. (Mranos un poco, observa cmo sudamos y hazte cargo de nuestra situacin. Porque si no lo haces t, Dios, quin se va ocupar de los pobres pobres?) Cranos, y sanaremos. (Mndanos el remedio, que padecimientos no nos faltan...) Danos la bendicin... (Danos la bendicin de un ao feliz; que haya una buena cosecha de centeno, trigo y cebada. Aunque bien mirado, qu gano yo con eso? A mi caballo, por ejemplo, y para mal ejemplo, qu le importa si la avena es cara o barata? Pero las cosas de Dios no se discuten, y menos debemos discutirlas nosotros los judos; nosotros tenemos que aceptarlo todo como bueno, y decir: Todo sea para bien. Ser que Dios as lo quiere). Y los maldicientes... (Los aristocrticos, esos que dicen que no hay Dios, van a hacer un lindo papeln cuando lleguen all: lo van a pagar con creces. Porque l es un destructor de enemigos, sabe cobrarse las cuentas. No se juega con l; con l hay que ir por las buenas; hay que pedirle). Padre misericordioso y benvolo, escucha nuestras voces, apidate de nosotros... (Ten piedad de mi mujer y mis hijas, tienen hambre las pobres!) Concdenos... (Concede tus gracias a tu amado pueblo de Israel, como antiguamente, en el Templo, con sus sacerdotes y sus levitas...). Y de pronto: Detente! grit. El caballo se detuvo. Termin de prisa lo que me faltaba de las Dieciocho y cuando alc los ojos vi salir de la espesura del bosque dos figuras extraas, vestidas de manera extravagante. Se dirigieron directamente hacia donde yo estaba. Asaltantes!, pens en seguida; pero al momento me rectifiqu yo mismo. Vamos, Tevie, no seas tonto! Despus de tantos aos de viajar por el bosque, de noche y de da... Cmo se te ocurre precisamente esta noche pensar en asaltantes? Arre! grit con decisin, y juntando valor, asest al caballo dos pequeos latigazos en la grupa, fingiendo no haber visto a nadie. Eh, oiga, amigo! Oiga! dijo una de las figuras, con voz de mujer, y me hizo seas agitando una paoleta, Detngase un momentito! Aguarde un instante; no corra, que nadie le va a hacer nada. Un fantasma!, pens, y casi en seguida me lo reproch: Pedazo de estpido! Qu es eso de pensar de pronto en espectros y fantasmas? Detuve el carro. Observ con atencin a las dos figuras: eran mujeres. Una ms vieja, con un pauelo de seda en la cabeza; la otra ms joven, con una peluca. Las dos sofocadas y sudando copiosamente. Buenas noches dijeron, jadeantes, las mujeres. Cay piedra! exclam con fuerza y fingiendo desenvoltura. Buenas noches.

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    Qu es lo que deseaban? Si piensan comprar algo, tengo nicamente dolores de estmago, hambre de una semana, un montn de trastornos, penas resecas, angustias mojadas, zozobras en polvo... Cllese, hombre, cllese! respondieron las mujeres. Pero vean qu manera de desbocarse! A estos judos no se les puede decir una palabra sin correr peligro de muerte! No queremos comprar nada. Lo nico que queramos era preguntarle si sabe dnde queda el camino a Biberik. A Biberik? repet, lanzando una fingida carcajada. Si s por dnde se va a Biberik? Es como si me preguntaran si s que me llamo Tevie. Ah, usted, se llama Tevie? Mucho gusto, seor Tevie. Pero no vemos a qu viene la risa. Somos forasteras, de Iejpetz, y estamos aqu en Biberik, veraneando. Salimos a dar un paseto y nos perdimos en el bosque; desde esta maana temprano que andamos dando vueltas sin poder encontrar la salida. De pronto omos que alguien cantaba; al principio temimos que fuera algn asesino, vaya a saber! Pero luego cuando se acerc ms y vimos que, gracias a Dios, era un judo el que vena, nos sentimos algo ms aliviadas. Comprende ahora? Ja, ja, ja! Yo asesino? respond. Conocen la historia del judo asesino que asalt a un transente y le pidi una pulgarada de rap? Si quieren, se la cuento. Deje los cuentos para otro da, y dganos ms bien por dnde se va a Biberik. A Biberik? Pues por aqu mismo, por este camino! Aunque no lo quieran, siguiendo por esta carretera llegan a Biberik. Y por qu no lo dijo? exclamaron las mujeres. Queda lejos, no sabe? Biberik? No, cerca; unos pocos kilmetros. Ms o menos unos cinco o seis kilmetros; o siete. O a lo mejor ocho. Ocho kilmetros? gritaron las dos mujeres al mismo tiempo, retorcindose las manos desesperadas y a un paso de echarse a llorar. Pero qu est diciendo? Usted sabe lo que dice? Casi nada! Ocho kilmetros! Cmo se atreve a decirlo? Y qu quieren que haga? Si dependiera de m, lo acortara un poco. En la vida hay que pasar por muchas pruebas; a veces le toca a uno subir una cuesta barrosa, y para colmo en vspera de sbado; la lluvia azota la cara, las manos se agarrotan, el corazn desfallece, y de pronto... zas!, se rompe un eje... Usted est divagando me contestaron las mujeres; est hablando como un desequilibrado, palabra de honor. Nos sale ahora con historias, con fantasas de las mil y una noches. Estamos sin fuerzas; ya no podemos dar un paso ms. No hemos comido nada en todo el da, salvo un vaso de caf y un bollo. Y usted nos sale con cuentos! Si es as dije yo, es otra cosa. Bien dicen que no se puede bailar con el estmago vaco. Yo s muy bien lo que es hambre: a m no me lo tienen que decir. Har fcilmente un ao que no veo un vaso de caf y un bollo... Y mientras hablaba vea con la imaginacin un vaso humeante de caf con leche, un bollo fresquito y otros sabrosos manjares... Infeliz, me dije; ni que te hubieras pasado la vida tomando caf con leche y comiendo bollos. Pan y arenque ya no te apetecen? Pero el ngel malo, maldito sea, segua insistiendo con el caf y el bollo. Yo senta el aroma del caf y el sabor del bollo, fresco, apetitoso, delicioso! Y qu le parece, don Tevie dijeron las mujeres, si ya que estamos aqu, subimos al carrito y usted se molesta y nos lleva hasta Biberik? Qu dice usted? Digo que la combinacin no es factible, porque yo vengo de Biberik y ustedes van a Biberik.

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    Y qu? respondieron ellas. No sabe cmo se arregla el problema? Un judo inteligente como usted lo soluciona en seguida: basta con dar vuelta al carro y se acab. No se aflija, don Tevie; est tranquilo. Deje que lleguemos a casa, gracias a Dios, sanas y salvas, que ojal perdamos en salud lo que usted perder en el viaje. Estas mujeres me estn hablando en caldeo, pens. Usan palabras misteriosas, disfrazadas, nada corrientes. Y la cabeza se me llen de aparecidos, brujas, duendes, plagas. Tonto de capirote! Qu haces aqu, parado como un poste? Salta al pescante, mustrale el ltigo al caballo y desaparece al galope! Pero en lugar de hacer eso dije, en cambio, esta palabra, que me sali de la boca sin querer: Suban! Mis mujeres no se lo hicieron repetir y treparon en seguida al carro; y yo detrs de ellas. Vir en redondo, fustigu al animal y partimos. Partimos? Quin dijo eso? Qu esperanza! El jaco no se movi. Ni por las buenas ni por las malas. Bueno, bueno, pens; ahora ya s qu clase de mujeres son stas. Quin diablos me mand detenerme a hablar con mujeres! Usted se da cuenta de la situacin? Por un lado el bosque, silencioso y lgubre; por el otro, dos figuras disfrazadas de mujeres... Mi magn empez a fabricar fantasas a toda mquina. Record el cuento del carrero que yendo un da por el bosque, solo en su carro, vio de pronto tirada en el camino una bolsa de avena. Ni corto ni perezoso el hombre baj del carro, alz la bolsa y haciendo un gran esfuerzo se la ech al hombro; consigui luego a duras penas cargarla en el carro, y sigui viaje. Despus de recorrer ms o menos un kilmetro, quiso echar un vistazo a la bolsa de avena; result que no era ni bolsa ni avena: en el carro haba una chiva con toda la barba. Y cuando la quiso tocar, la chiva le sac la lengua, una lengua de un metro de larga, lanz una risotada salvaje y se hizo humo... Qu hace que no se pone en marcha? dijeron las mujeres. Qu hago? No ven que el caballo no quiere rezar, que est de mal humor? No tiene un ltigo ah? Dele unos latigazos! Gracias por el consejo; hizo bien en recordrmelo respond, fingiendo jovialidad mientras temblaba de pies a cabeza. Pero es el caso que este nene no se asusta de esas cosas. Est tan acostumbrado al ltigo como yo a la miseria. Descargu mi amargura sobre el pobre caballejo con tanta insistencia que el animal se decidi a arrancar y nos pusimos en marcha. Mientras bamos avanzando por la carretera del bosque me asalt de improvisto un nuevo pensamiento: Si sers tonto, Tevie, me dije: ha jiloso linfol, vas de mal en peor. Nunca dejars de ser pobre. Te sale al paso una oportunidad de esas que slo se presentan cada cien aos, y ni siquiera se te ocurre convenir de antemano con tus clientes las condiciones del viaje. Considerndolo honestamente, conscientemente, legalmente, no qu s yo de qu otro modo, es justo que ganes algo; y hasta por qu no?, que saques una buena tajada. No seas tonto, detn el carro y diles claramente, sin vueltas: si me pagan tanto y tanto, seguimos; de lo contrario, ustedes disculparn, pero fuera del carro! Luego, pensndolo mejor, me dije: No seas majadero, Tevie! No sabes que no se debe vender la piel del oso antes de cazarlo? Por qu no va ms rpido? preguntaron en eso las mujeres, tocndome la espalda. Qu prisa tienen? respond. Lo que se hace apresuradamente nunca sale bien. Ech un vistazo de soslayo a mis viajeras; parecan mujeres, simples mujeres, como todas. Una con una paoleta de seda, la otra con peluca [14]. Se miraban y cuchicheaban

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    entre s. Falta mucho? preguntaron. Menos que de all aqu con toda seguridad que no. Ahora viene una cuesta abajo y en seguida una cuesta arriba; despus viene otra cuesta abajo y otra cuesta arriba y despus la gran cuesta arriba; desde ah el camino sigue en lnea recta, derecho, derechito hasta Biberik. Qu tipo tan infeliz! exclam una de las mujeres dirigindose a la otra. Una plaga! repuso sta. Es lo que nos faltaba volvi a decir la primera. A m me parece que est loco opin la segunda. Es claro que debo estar loco, pens yo, para dejarme manejar de ese modo, como un mueco. Dnde quieren que las descargue, mis estimadas seoras? les dije en voz alta. Cmo que nos descargue! respondieron indignadas. Es un decir repuse; lenguaje de carretero. Dicho en nuestro idioma significa: a dnde desean que las conduzca, cuando, con la ayuda de Dios, lleguemos a Biberik y si Dios quiere, sanos y salvos? Porque, como dice el refrn, es mejor preguntar dos veces que extraviarse una. Oh, era eso lo que preguntaba? Pues tendr usted la amabilidad de llevarnos hasta la dacha verde, la que est junto al ro, al otro lado del bosque. Sabe dnde queda? Cmo no voy a saber! repliqu. Si en Biberik estoy como en mi propia casa. Quisiera tener mil rublos por cada tronco de rbol que llev a Biberik. Este ltimo verano dej all, en la dacha verde, dos estreos llenos de lea. La estaba ocupando un judo muy rico, de Iejpetz. Un millonario! Deba de tener por lo menos cien mil rublos, o doscientos mil. Este ao tambin la ocupa el mismo dijeron las dos mujeres, cambiando entre s miradas, sonrisitas y cuchicheos. Ah, s? Y no tendrn ustedes, por casualidad, alguna relacin con l? Si fuera as podran hacerme algn favor, recomendarme para algn trabajito, o un empleo, o qu s yo... Un muchacho que viva cerca de mi pueblo, un tal Isrel, un intil, consigui entrar all, no se sabe cmo, y hoy es todo un figurn. Gana veinte rublos por mes; o tal vez cuarenta, vaya a saber. Hay gente de suerte! Ah tienen, por ejemplo, al yerno del matarife. Se fue a Iejpetz y ahora nada en la abundancia. Es cierto que los primeros aos le fue bastante mal; se mora de hambre. Pero ahora, ojal me fuera a m tan bien como a l, sin perjuicio para l. Enva dinero a la familia (mujer e hijos) y ya proyecta llevrselos a Iejpetz. Pero el caso es que en Iejpetz no pueden residir los judos; y entonces, dirn ustedes, cmo hace este hombre para vivir all. Pues vive penando... Ah, pero aqu estamos. Ah tienen el ro; y aqu est la dacha grande. Hice entrar el carro en la casa con decisin y desenfado y lo llev hasta delante mismo del porche. En cuanto nos vieron se produjo un alegre alboroto. Ah viene la abuela! Mam! Ta! Volvieron! Qu suerte! Por dnde anduvieron? Hemos estado preocupados todo el da! Mandamos postas a buscarlas por todos los caminos! Qu susto! Las cosas que se nos ocurrieron! Que las haban asaltado los lobos; o ladrones. Dios libre y guarde!

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    Qu les sucedi? Lo que nos sucedi es que nos perdimos en el bosque explicaron mis pasajeras lejos, muy lejos, por lo menos a diez kilmetros de aqu. De pronto apareci un hombre, un judo infeliz que conduca un carrito. A duras penas pudimos convencerlo de que... Vlgame el cielo! Viajaron solas con l, sin compaa? Qu barbaridad! Gracias a Dios que llegaron bien! Al fin, concluidas las exclamaciones, encendieron las lmparas y pusieron la mesa en el porche. Aparecieron varios grandes samovares con agua caliente, y bandejas con vasos de t, azcar, dulces, bizcochos y tortas frescas y olorosas. Despus sirvieron toda clase de manjares, caldos grasos, estofado de ganso, vinos y licores. Yo me qued contemplando de lejos cmo coman los ricos de Iejpetz, que Dios les conserve el apetito. Qu bueno es ser rico, pensaba; hasta vale la pena empear algo para ser rico. Haba tanta comida que con slo lo que caa al suelo podran vivir mis hijas toda una semana. Buen Dios, amable y cordial! T que eres grande y misericordioso, justo y benvolo, cmo se explica que des a unos todo y a otros, nada; a unos, bollos de manteca y a otros, plagas y penas? Pero despus me dije: No seas necio, Tevie. T quieres ensear a Dios a manejar el mundo? Si l lo ha dispuesto as es porque as debe ser; y la prueba es que si tuviese que ser de otro modo, sera de otro modo. Claro que bien podra ser de otro modo, por qu no? Pero los judos tenemos que vivir conservando la fe y la esperanza; tenemos que creer en primer lugar que Dios existe y luego esperar que, Dios mediante, vendrn tiempos mejores. Oigan, dnde est ese hombre? Ya se fue el infeliz? dijo alguien de pronto. Qu esperanza! respond desde mi sitio de observacin. Cmo me voy a ir sin saludarlos? Bueno, que les vaya bien. Buenas noches. Y buen provecho. Pero venga ac, hombre me respondieron. Qu hace ah en la oscuridad? Acrquese, deje que le veamos la cara. Quiere tomar una copa? Una copa? Quin puede negarse a tomar una copa? T das a unos la salud y a otros la muerte, dice la oracin, o sea, segn Rashi, que Dios es Dios y el licor es el licor. Salud! dije; y despus de vaciar la copa agregu: Que Dios los conserve siempre ricos y que les d muchas felicidades; que los judos sean siempre judos y que Dios les d salud y fuerza para sobrellevar las penas. Cmo se llama usted? me pregunt el millonario en persona, un hermoso judo que llevaba un solideo en la cabeza. De dnde es? Dnde vive? De qu trabaja? Es casado? Tiene hijos? Cuntos? Hijas contest. Y no puedo quejarme. Si cada una de ellas valiera, como pretende mi esposa, un milln de rublos, yo sera el ms rico de todos los millonarios de Iejpetz. Lo malo es que rico no es pobre y torcido no es derecho. Dios separ lo sagrado de lo profano, dice el versculo. El dinero lo tienen los Brodskis, yo slo tengo hijas. Y al que tiene hijas, se le ahogan las risas, no es as? Pero no importa; Dios vela por nosotros y l siempre se sale con la suya. Es decir, l est instalado arriba y nosotros sufrimos aqu abajo. Hay que trabajar afanosamente, cargar lea... Qu remedio queda! A falta de pescado, bueno es el arenque. El gran problema es el de la comida; como deca mi abuela, que en paz descanse: Si la boca no comiera todo andara de primera. No se ofenda, pero no hay nada ms derecho que una escalera torcida, ni nada ms torcido que una palabra bien dicha. Y sobre todo cuando se bebe una copa en ayunas. Que le den de comer a este hombre! exclam el rico. Inmediatamente aparecieron en la mesa toda clase de artculos comestibles: carne,

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    pescado, estofado, cuartos de pollo, rioncitos, higadillos; una coleccin interminable. Quiere comer algo? me preguntaron. Vaya a lavarse las manos. Se pregunta a los enfermos, no a los sanos; pero no, muchas gracias, no puedo aceptar. Una copa de branfen [15] no importa. Pero sentarme a comer, a darme un banquete, mientras all, en mi casa, mi mujer y mis hijas... No. Ahora, si ustedes fueran tan amables... Bueno, parece que entendieron la indirecta, porque empezaron a cargar el carrito con todas aquellas cosas; uno pona pan; otro, pescado; otro, asado; ste, un cuarto de pollo; aqul, t, azcar, un tarro de grasa, un pote de mermelada. Esto me dijeron lo llevar de regalo a su mujer y a sus chicas. Y ahora dganos cunto le debemos por su molestia. Vaya, hombre, cunto me deben. No le voy a poner precio. Lo que ustedes quieran tener la amabilidad de pagarme. No nos vamos a pelear; rublo ms, rublo menos... No, don Tevie, queremos que usted nos diga! insistieron. No tema; no lo vamos a decapitar. Qu hacer? El problema era difcil! Les digo un rublo? Y si estn dispuestos a darme dos? Les digo dos? Me van a mirar como a un loco. Cmo, dos rublos! Por qu? Tres rublos! dije casi sin querer. Estall un coro de risotadas tan sonoro que ped al cielo que me tragara la tierra. Disculpen dije; se me escap... Si puede dar un paso en falso un caballo, que tiene cuatro patas, cunto ms un hombre que tiene una sola lengua... Volvieron a resonar las carcajadas con ms fuerza; todo el mundo se desternillaba de risa. Basta de rer dijo de pronto el rico, y sacando del bolsillo una cartera extrajo de ella... cunto cree usted? A que no adivina? Diez rublos! Un reluciente billete colorado! Se lo juro por mi salud y por la suya! Lo puso sobre la mesa y agreg: Esto le doy yo. Y ustedes denle lo que les parezca. Para qu le voy a contar! Empezaron a caer sobre la mesa billetes de cinco, de tres, de uno... Me temblaban los brazos y las piernas. Cre que me iba a desmayar. Qu espera? dijo el dueo de la casa. Recoja esos billetitos y vyase con Dios, a reunirse con su familia. Que Dios se lo duplique y reduplique, que le d diez veces, cien veces ms... Que tenga mucha dicha y felicidad. Recog el dinero con las dos manos, sin contar, qu contar!, y me lo fui guardando en todos los bolsillos. Buenas noches y que les vaya siempre bien, y que tengan salud, y que sean felices ustedes y sus hijos y sus nietos y toda su familia. Y me dirig a mi carro. La rica, entonces, la del pauelo de seda, me detuvo con estas palabras: Aguarde un momento, don Tevie! Yo le voy a dar otro regalo, completamente distinto. Venga a verme maana, si Dios quiere. Tengo una vaca que era muy buena, me daba veinticuatro vasos de leche por da; pero le hicieron el mal de ojo y ya no se puede ordear. Es decir, se puede ordear, pero no da leche. Muchas gracias respond, y no se preocupe, que conmigo su vaca dar leche. Mi vieja es tan hacendosa que amasa aire y hace fideos de nada, manjares de ilusiones y postres de suspiros. Disclpeme si dije alguna palabra de ms. Buenas noches y buena suerte. Sal al patio y al acercarme al sitio donde haba dejado el carro: ay de m! Qu

  • 13

    desgracia! Mir en torno; nada. Vehailed eineno: faltaba el nio! El caballo haba desaparecido. No estaba en ninguna parte. Bueno, Tevie, te embromaron! Record en ese momento un cuento que haba ledo una vez en un libro. Unos diablos se toparon con un honesto judo, forastero, un hombre piadoso y lo llevaron engaado a su palacio, al de los diablos, situado en las afueras de la ciudad; le dieron de comer y de beber y de pronto se hicieron humo dejndolo solo con una mujer. La mujer se transform inmediatamente en una fiera, la fiera en un gato, y el gato en una culebra. Ojo, Tevie! Me parece que te estn haciendo el cuento. Qu hace ah parado, gruendo y refunfuando? Qu hago? Es que se me ha perdido algo desdichado de m! Me falta el caballito... Su caballito est en el pesebre. Molstese y vaya a buscarlo. Fui al pesebre y, palabra de honor!, ah estaba mi muchacho, junto con todos los caballos ricos, muy ocupado en hacer funcionar las quijadas; trituraba la avena con fruicin y sin pausa. Oye, t le dije, no te pases de listo. Ya es hora de ir a casa. No es bueno comer tanto de golpe; puede hacer dao. Me cost trabajo convencerlo, pero por ltimo logr engancharlo al carro y me fui a casa, cantando, alegre, contento y feliz. El caballo, por su parte, haba cambiado completamente; no era el mismo de antes. Corra como el viento, sin esperar la caricia del ltigo. Llegu a casa ya entrada la noche y despert a mi mujer con grandes expresiones de regocijo. Felices fiestas, Golde! le dije. Felicitaciones! Mal rayo te parta! Muy festivo vienes. Dnde has estado, sostn de la familia, en una boda o en una circuncisin? Se trata de ambas cosas, esposa ma. Estamos de boda y de circuncisin, y de algo ms. Aguarda, que en seguida vers un tesoro. Pero ante todo despierta a las nias, pobres, que aprovechen ellas tambin los manjares de Iejpetz. Ests loco, demente, chiflado o perdiste el juicio? Ests hablando como un destornillado respondi mi esposa, y aadi una retahla de insultos y maldiciones, de esos que suelen usar las mujeres: toda la serie ntegra de la Biblia. Es intil; las mujeres son siempre mujeres. Con razn deca el rey Salomn que en mil mujeres no haba encontrado una sola como es debido. Menos mal que ya no se usa eso de tener muchas esposas... repliqu. Fui al carro y volv llevando todas las buenas cosas con que lo haban cargado, y las puse en la mesa. Cuando mi gente vio pan blanco y oli carne, asalt la mesa como una manada de lobos hambrientos. Todos arrebataban; temblaban las manos; crujan los dientes. Y comieron, o sea, segn la explicacin de Rashi, manducaron como langostas. Los ojos se me llenaron de lgrimas. Bueno, explcate dijo mi cara mitad. Hubo una comida para pobres? O un banquete? O qu? Y a qu viene tanto jbilo? Ten paciencia. Golde repuse. Ya lo sabrs. Comienza por reavivar el fuego del samovar; luego nos sentaremos a la mesa, a tomar un vaso de t, como es debido. Slo se vive una vez, y ahora somos dueos de una vaca que da veinticuatro vasos de leche por da. Maana la traigo. Y ahora, Golde agregu, sacando el montn de billetes, a ver si eres capaz de adivinar cunto hay aqu. Mi esposa qued inmvil, muda y plida como un muerto.

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    Dios te asista, Golde, querida exclam, qu te pasa? Te asustaste? No pensars que lo rob o que mat a alguien? Vergenza debiera darte! Despus de tantos aos de ser mi esposa se te ocurre pensar eso de m! Tonta, es dinero honrado. Lo gan honestamente con mi inteligencia y mi esfuerzo. Salv a dos personas de un gran peligro. Si no fuera por m, Dios sabe lo que les habra pasado. Le relat todo, del principio al fin. Todo lo que Dios haba hecho conmigo. Y nos pusimos a contar el dinero, una y otra vez. Haba exactamente treinta y siete rublos. Mi mujer rompi a llorar. Por qu lloras, tonta? Cmo no voy a llorar si me salen las lgrimas? Cuando el corazn rebosa, las lgrimas se escapan por los ojos. Yo saba que vendras con una buena noticia; te lo juro por Dios: me lo predijo el corazn. Porque vi en sueos a la abuela Tsitel, que en paz descanse. Haca mucho que no me visitaba. Estaba durmiendo cuando de pronto vi un balde de ordear lleno hasta el borde de leche. La abuela Tsitel lo llevaba tapado con el delantal, para que no le hicieran mal de ojo, y los chicos gritaban: mam, leche...! No vendas la piel del zorro antes de cazarlo, alma ma; bienaventurada sea la abuela Tsitel, pero no s todava si podremos sacarle leche. Aunque si Dios hizo el milagro de que tengamos una vaca, ya se ocupar de que la vaca sea una vaca en forma. Dime ms bien, corazoncito, qu podemos hacer con el dinero. Y t, Tevie respondi, qu piensas hacer con tanto dinero? Y a ti, Golde repliqu, qu se te ocurre que podemos hacer con tanto capital? Ambos nos pusimos a meditar, a estudiar planes y proyectos, a torturarnos la cabeza pensando cules eran los mejores negocios. Aquella noche comerciamos en todo lo que usted quiera; compramos caballos y los volvimos a vender en seguida con ganancias; abrimos un almacn de comestibles en Biberik, vendimos toda la mercadera y abrimos en seguida una tienda de gneros; concertamos la compra de una fraccin de bosque, e inmediatamente la transferimos con unos cuantos rublos de ganancia; entregamos el dinero en prstamo... Ests loco! exclam aqu mi mujer. Vamos a desparramar todo el dinero y nos quedaremos con un cuarto de narices. Y qu, es mejor negociar en trigo y quebrar? Son pocos los que han quedado en la calle trabajando con trigo? Fjate lo que est sucediendo en Odessa. Qu me importa a m Odessa? Mis padres nunca estuvieron en Odessa, ni mis abuelos, ni ninguno de mis antepasados, ni tampoco irn all mis hijos, mientras yo viva y las piernas me sostengan. Y entonces qu quieres? Lo que quiero es que no seas necio y no digas tonteras. S, claro, ahora eres muy lista. Bien dice el refrn que el dinero trae la razn. Quien tiene dinero, sabio parece. Siempre pasa lo mismo. En fin, nos peleamos varias veces, pero haciendo inmediatamente las paces, y por ltimo resolvimos comprar otra vaca lechera, una que diera leche. Usted preguntar sin duda: Por qu una vaca? Por qu no compraron un caballo? Yo le contesto: Por qu un caballo? Por qu no una vaca? Biberik es una ciudad a la que van a veranear todos los ricos de Iejpetz, que son muy delicados y estn acostumbrados a que les sirvan de todo: lea, carne, huevos, aves, cebolla, pimienta, perejil. Pues yo les llevo queso, manteca, crema y otras cosas por el estilo. Considere la aficin que tienen los

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    iejupetzenses a la gimnasia de mandbula, y que para ellos los rublos son bastardos despreciables. Se puede trabajar muy bien y ganar mucho. Lo importante es ofrecerles buena mercadera. Y la mercadera que yo les vendo no la encuentran ni en Iejpetz. Cuntas grandes personalidades cristianas me pidieron que les lleve, por favor, mis productos. Hemos sabido, Tevie, suelen decirme, que eres un hombre honrado, a pesar de ser un judo de porquera. Ningn judo me hizo nunca un elogio semejante Qu esperanza! Ni una sola palabra amable. Los judos no saben ms que husmearles la vida a los dems. En cuanto vieron que Tevie tena unas vacas, y un break nuevsimo, se empearon en descubrir de dnde los haba sacado, cmo los haba obtenido. No ser circulador de billetes falsos? No estar destilando branfen clandestinamente? Ja, ja, ja! Rmpanse tranquilamente la cabeza, compaeros! No s si me va a creer, pero usted es probablemente el primero a quien se lo cont todo, el cmo y el por qu de mi nueva posicin. Pero me parece que ya estoy hablando demasiado; disclpeme. Tenemos que volver al trabajo. Como dice la Biblia: Cada oveja con su pareja. Cada cual a lo suyo; usted a sus libros, yo a mis tarros y mis potes. Lo que s le voy a pedir, pai, es que no me haga figurar en ninguno de sus libros. Y si me hace figurar, al menos no ponga mi nombre. Que le vaya bien, y buena suerte.

    3. EL CASTILLO DE NAIPES

    El hombre propone..., dice, si no me equivoco, la santa Biblia. No har falta que yo le explique el versculo, pai Schlem Alijem, pero dice un refrn en idioma asquenaz, o sea en yidis, que hasta el caballo ms obediente ha menester del rebenque; y el hombre ms inteligente, del consejo. Me refiero a m mismo, porque si me hubiese despabilado, y hubiese pedido consejo a un amigo, no habra sufrido el descalabro que sufr. Pero lo que pasa es que la vida y la muerte dependen de la lengua. Dios quita el entendimiento a los que quiere castigar. Cuntas veces me lo he dicho: Fuiste un estpido, Tevie; t no eres tonto, pero te dejaste engatusar tontamente. Ahora que tienes tu negocio bien encaminado, acreditado en todo el mundo, en Biberik, en Iejpetz, en todas partes!, qu dao te habra hecho dejar descansar la moneda tranquilamente, calladamente, en el fondo del bal, sin que nadie conociese su existencia? Porque a quin le importa, dgame usted, que Tevie tenga o no dinero? Dgame la verdad, alguien se interes por Tevie cuando se mora de hambre, con su familia, tres veces por da? nicamente se acordaron de l cuando Dios vino en su ayuda y le cambi la suerte, y cuando Tevie pudo ahorrar algn que otro rublo. Entonces todo el mundo se hizo lenguas de l; ya no era Tevie sino don Tevie. Casi nada! Aparecieron amigos, a montones; todos amados, todos selectos. Cuando Dios da un jirn la gente atribuye un montn. Todos me traan propuestas. Uno me sugera una tienda; otro, un almacn. Uno me deca que comprara una casa y otro, un terreno, porque son valores permanentes. ste me hablaba de trigo; aqul, de bosques; aquel otro, de remates. Por favor, compaeros, djenme tranquilo! Ustedes se equivocan, yo no soy Brodski! Ojal tuviramos todos, ustedes y yo, lo que me falta para poseer trescientos rublos. Qu digo trescientos, doscientos! Qu digo doscientos, ciento cincuenta! Es fcil tasar los bienes ajenos. No todo lo que reluce es oro. Que se vayan al diablo! Me hicieron mal de ojo y Dios me mand un pariente, muy lejano, el primo segundo del cuado tercero de un to cuarto; o algo por el estilo. Un tal Menjem Mndel; un tramposo, farsante, quimerista, y

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    qu s yo cuntas cosas ms. Me mare llenndome la cabeza con fantasas y castillos en el aire. Usted me preguntar cmo di con l; le dir que el destino quiso que me saliera al paso. Le voy a contar.Un da, a principios del invierno, llegu a Iejpetz con mi pequeo surtido de productos lcteos, unos diez kilos de manteca fresca y un par de barrilitos de queso, todo de primera. Ya podr imaginarse que lo vend en seguida, como pan; no me qued un gramo, ni para remedio. Ni siquiera alcanc a visitar a todos mis clientes de verano, los veraneantes de Biberik, que siempre me esperan como al Mesas. Porque cualquier da conseguirn en Iejpetz mercadera tan buena como la de Tevie. Usted bien lo sabe. Es como dijo el profeta: Que te alaben los dems... Las cosas buenas se alaban por s mismas. Pues bien, vend todo mi surtido, ntegramente; di al caballito un poco de pasto y sal a dar una vuelta por la ciudad. Polvo eres... Somos humanos al fin, y nos atrae el deseo de ver gente, tomar aire, contemplar las maravillas que exhibe Iejpetz en los escaparates. Cosas todas que se pueden ver... pero no tocar. Me detuve delante de un escaparate donde haba gran cantidad de monedas, de oro y plata, y billetes de banco, de todos los valores. Caramba, pensaba, si yo tuviera la dcima parte de lo que hay aqu, qu ms podra pedirle a Dios? Y quin podra compararse conmigo? Ante todo casara a mi hija mayor; le dara quinientos rublos de dote, aparte del regalo de bodas, el ajuar y los gastos del casamiento. Luego vendera el carrito, el caballo y las vaquitas y me trasladara a la ciudad. Comprara en la sinagoga un asiento junto al tabernculo. A mi mujer le comprara un collar de perlas. Hara donaciones de caridad, a la par del ms rico. Me ocupara de que le pusieran un techo de chapas a la sinagoga, para que no est amenazando caerse el cielo raso a cada momento, como ahora. Fundara una escuelita en el pueblo y un consultorio mdico, como en todas las ciudades dignas; y que no anden tirados los pobres en el suelo de la sinagoga. Al grosero de Inkel no lo mantendra ni un da ms como presidente del cementerio. Basta de beber branfen y comer rioncitos e higadillos a costa de la comunidad! De pronto o que alguien me deca: Schlem Alijem [16], don Tevie. Cmo le va?... Me di la vuelta. Qu cara conocida! Alijem shlem [17] respond. De dnde es usted?... De dnde? De Kasrlevke! Soy pariente suyo. Es decir, somos parientes lejanos. Su esposa Golde y yo somos primos cuartos. Ah! Usted no es yerno de Bruj Hersh, el esposo de Lea Dvose? Ni ms ni menos. Yo soy yerno de Bruj Hersh, el de Lea Dvose; mi esposa se llama Sheine Sheindl. As es, en efecto. Ah...! Pues mire, si no me equivoco, la abuela de su suegra, Sore Iente, y la ta de mi mujer, Frume Zlate, creo que eran primas. Y si mal no recuerdo, usted es el segundo yerno de Bruj Hersh el de Lea Dvose. Pero eso s, me olvid de cmo se llama usted. Su nombre se me fue de la cabeza. Cmo se llama usted? Mi nombre es Menjem Mndel; en Kasrlevke me conocen por Menjem Mndel, el de Bruj Hersh el de Lea Dvose. En tal caso, mi querido Menjem Mndel dije, te corresponde otro schlem alijem completamente distinto. Y dime, mi querido Menjem Mndel, qu haces t aqu? Y tu suegra, cmo est? Y tu suegro? Cmo ests de salud? Cmo andan tus negocios? Ms o menos... respondi Menjem Mndel De salud, gracias a Dios, no me quejo. Pero los negocios no marchan muy bien. Ya cambiar la suerte, si Dios quiere dije, y ech un rpido vistazo a la ropa que llevaba mi pariente; estaba deshilachada en muchas partes, y las botas que calzaba

  • 17

    mostraban graves aberturas. No te aflijas, Dios te va a ayudar. Todo es nada, dijo el rey Salomn. La moneda es redonda y gira. Lo importante es conservar la salud y no perder la esperanza. Me dirs que entretanto la miseria nos aplasta; pues para eso somos judos. El que es soldado que huela plvora. Toda la vida es un sueo. Dime ms bien, mi estimado Menjem Mndel, qu haces aqu, en Iejpetz. Qu hago aqu? respondi. Hace casi un ao y medio que estoy en la ciudad. ;Ah, s? De modo que eres residente de Iejpetz... Sss... interrumpi en voz baja mi pariente. No grite tanto, don Tevie. Yo soy residente de la ciudad, es cierto, pero este dato debe quedar entre nosotros. Me qued mirndolo como a un loco. Eres prfugo? pregunt. Y te escondes en Iejpetz, en pleno centro? No me hable, don Tevie... Usted, por lo visto, no conoce las reglas y costumbres de Iejpetz. Venga que le voy a contar; usted ver cmo es eso de que uno sea y no sea residente al mismo tiempo. Y me cant toda una extensa letana de dificultades y penurias: las que deba sufrir para poder seguir viviendo en la ciudad clandestinamente. [18] Hazme caso, Menjem Mndel, vente conmigo a mi aldea, a pasar un da en mi casa y tomarte un pequeo descanso. Sers mi husped, y un husped muy distinguido, por cierto. Mi vieja se alegrar mucho de verte. Logr convencerlo y salimos juntos. Al llegar a casa, gran alborozo! Qu visita! Un pariente, un primo... de ensimo grado! Casi nada! La sangre es ms espesa que el agua. Se produjo una verdadera algazara. Preguntas van y preguntas vienen. Qu tal las cosas de Kasrlevke. Cmo est el to Bruj Hersh. Qu hace la ta Lea Dvose. Qu dice el to Isel Menashe. Y la ta Dovrish. Y los hijos. Quin muri. Quin se divorci. Quin tuvo familia. Quin est encinta. Todas estas fiestas, esposa ma, estn de ms intervine entonces yo. Ocpate ms bien de preparar algo de comer. Primero comer, luego bailar. Si es borsh [19], mejor que mejor. Y si no lo mismo da que sean empanadas, o raviolis, o albndigas. O si no, tortitas, o pasteles, o lo que sea. Aunque haya un plato ms, no importa, pero que sea rpido. Nos lavamos y comimos bastante bien; y comieron..., dice la Biblia, o sea, segn Rashi, engulleron como Dios manda. Srvete, Menjem Mndel le dije, porque, como dijo el rey David, todas las cosas son tonteras de tonteras. El mundo es necio y fallo. La salud y el placer hay que buscarlos en la olla, deca mi abuela Nejame, bendito sea su recuerdo, era una mujer extraordinariamente inteligente. A mi pobre invitado le temblaban las manos y no se hartaba de elogiar los manjares de mi mujer. Juraba que no recordaba haber comido nunca unos platos como aqullos. Eso no es nada dije yo, si probaras los budines que hace mi esposa, te sentiras transportado al paraso. En fin, terminamos de comer, dijimos las oraciones y en conversacin de sobremesa cada cual, como es de prctica, cont algo de su vida y milagros. Yo de mis actividades; mi pariente de las suyas. Yo habl de mis cosas; de mis quehaceres; de bueyes perdidos. l habl de sus negocios; de lo que haba hecho en Odessa y en Iejpetz; de los altibajos de la suerte. Nos dijo que haba estado ms de diez veces, alternativamente, encima del caballo y debajo del caballo; un da rico, otro da pobre, y vuelta a empezar. Mi pariente se haba ocupado en negocios de los que yo jams haba odo hablar, estrambticos,

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    fantasmagricos: acciones, fundiciones... Todos con nombres raros. Y las cifras volaban vertiginosamente: diez mil, veinte mil, como si nada fuera! Todas esas estupendas combinaciones tuyas, Menjem Mndel le dije, no hay duda de que son verdaderas hazaas. No las hace cualquiera. Pero, para serte sincero, lo que me extraa, conociendo a tu cara mitad, es que te deje volar de ese modo y no vaya a buscarte montada en una escoba. Ay, no me hable, don Tevie! respondi suspirando mi primo. Bastantes dolores de cabeza me da. Si usted viera lo que me escribe, dira que soy un santo. Pero eso es lo de menos; para eso estn las mujeres, para atormentar a los maridos. Tengo algo peor: mi suegra. No hace falta que le cuente; usted la conoce. A ti te pasa lo que se dice en la Biblia: te corresponden los listados, los pintados y los salpicados. Es decir, tienes un fornculo sobre otro, y encima de los dos un divieso. Exactamente, don Tevie. El fornculo vaya y pase, pero ese divieso! As seguimos charlando hasta bien entrada la noche. Yo ya estaba mareado de tantos cuentos y negocios fantsticos, de tantos miles que suban y bajaban y de todas esas riquezas y fortunas... que tena Brodski pero no l. Tuve despus toda la noche pesadillas, en las que aparecan Iejpetz, monedas de oro y plata, Brodski, Menjem Mndel y la suegra. Al da siguiente mi primo se revel. Como en Iejpetz estaban pasando por una poca en que el dinero era muy valioso y la mercadera no vala nada... Es una buena oportunidad, don Tevie me dijo, para ganar una buena suma de dinero; y al mismo tiempo me va a hacer un gran favor; sencillamente me va a salvar la vida... Pero t crees que yo tengo monedas de oro? respond. Tonteras! Ojal ganemos los dos, t y yo, de aqu hasta pisaj [20], lo que me falta para tener la fortuna de Brodski. S, desde luego, ya lo s repuso. Pero usted cree que hace falta mucho dinero? No! Nada ms que cien rublos! Si usted me da ahora cien rublos, en dos o tres das los transformo en doscientos, trescientos, seiscientos, setecientos... o mil! Por qu no? Quiz sea, como dice aquel versculo, fcil de ganar y difcil de embolsar. Pero eso se puede discutir cuando hay dinero que arriesgar. No habiendo dinero, no existiendo esos cien rublos, sera el caso de entrar sin nada y salir sin nada, o sea, como dice Rashi, el que pone miserias saca infortunios. Bah, bah... replic Menjem Mndel. Cien rublos siempre los tiene usted, don Tevie. Usted, con los negocios que hace y con el renombre que tiene, a Dios gracias... Y qu hago con el renombre? No lo niego, es bueno tenerlo, pero el caso es que conmigo queda el renombre y el dinero queda con Brodski. Si quieres saber la verdad, todo lo que poseo es un centenar de rublos, con los que tengo que tapar veinte agujeros. Ante todo tengo que casar una hija... Pero si precisamente de eso se trata interrumpi mi pariente. Cuntas oportunidades cree usted que se le pueden presentar, don Tevie, de invertir cien rublos y ganar al poco tiempo tanto dinero que le permita casar a todas sus hijas y que le alcance para algo ms? Se trab una nueva conversacin que dur tres horas, en el transcurso de la cual mi pariente se empe en explicarme de qu modo poda convertir un rublo en tres, y los tres en diez. Ante todo, me dijo, hay que entregar cien rublos y encargar la compra de diez cosas,

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    no me acuerdo de cmo se llaman; despus hay que esperar unos das hasta que suban; entonces se manda un telegrama a no s dnde, ordenando que los vendan y que compren con el importe el doble. Luego vuelven a subir; se despacha entonces otro telegrama. Y de ese modo los cien se transforman en doscientos, los doscientos en cuatrocientos, los cuatrocientos en ochocientos, los ochocientos en mil seiscientos... Verdaderos milagros y maravillas! Hay muchas personas en Iejpetz que hasta hace poco andaban con las botas rotas; eran corredores, mandaderos de maestros, empleados. Ahora tienen casa propia, de material; las esposas sufren del estmago y van a curarse a otros pases, y ellos andan corriendo por Iejpetz con ruedas de goma. Y no saludan a nadie! En fin, y para abreviar, le dir que me entusiasm de veras. Vaya a saber, pens. A lo mejor este hombre es el mensajero de mi dicha. Ya me haban dicho muchas veces que en Iejpetz la gente se enriqueca empezando con nada. No podra hacer yo lo mismo? Este muchacho no parece mentiroso; no creo que haya inventado todo lo que dijo. A lo mejor la suerte se da la vuelta, Tevie, y te sonre. Hasta cundo vas a trabajar como un burro? Da tras da, el carro, el caballo, el queso, la manteca... Es hora de que descanses, Tevie, de que te des buena vida, como todos los ricos. Concurriendo a la sinagoga, leyendo algn libro judo... Que la suerte en lugar de sonrerme puede suceder que me saque la lengua, que no se produzca ni comparezca, y que se me caiga el pan con la manteca abajo? Por qu pensar en eso? Por qu no pensar en lo contrario? No es cierto? Qu dices t? pregunt a mi viejita. Qu opinas del plan de Menjem Mndel? Qu quieres que te diga? respondi. S que Menjem Mndel no es un cualquiera que trate de engaarte. No es hijo de sastres ni de zapateros, por suerte! El padre es un hombre muy distinguido, y el abuelo era una verdadera alhaja: ciego y todo estudiaba da y noche la Biblia. Y la abuela Tsitel, que en paz descanse, no era tampoco ninguna mujer ordinaria. Qu tiene que ver una cosa con otra? Estamos hablando de negocios y sta me sale con la abuela que haca tortas de miel y con el abuelo que espir el alma dentro de una copa. Estas mujeres! Con razn recorri Salomn todo el mundo sin encontrar una sola que tuviera algo en la cabeza. En fin, convinimos en asociarnos. Yo pondra el dinero y Menjem Mndel el talento, y nos dividiramos las ganancias a medias. Le aseguro, don Tevie dijo mi husped, que voy a cumplir con usted con la mayor honestidad, y Dios mediante, le voy a traer mucho dinero. Amn; que Dios te oiga. Pero hay algo que no veo claro. Yo estoy aqu y t all. El dinero es cosa delicada. No te ofendas, no quiero insinuar nada. Pero, como dice all, en la historia de Abraham, el que siembra llorando, recoge cantando. Es mejor precaver que lamentar. Ah, quiere hacer un contrato por escrito? exclam mi primo, Pero cmo no, con mucho gusto! Mirndolo bien, es la misma cosa. Porque si me quieres trampear, de poco me valdr el contrato. La laucha no es la ladrona... No es el pagar el que paga sino el firmante. Y el que cojea de un pie, cojea de dos. Crame, don Tevie; le juro que no trato de engaarle. Mi intencin es seria y honesta. Si Dios quiere nos repartiremos todas las ganancias a medias, en partes exactamente iguales, mitad para m y mitad para ti, cien para m y cien para usted; doscientos para m y doscientos para usted; trescientos para m y trescientos para usted;

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    cuatrocientos para m y cuatrocientos para usted; mil para m y mil para usted! En fin, saqu mis pocos rublos, los cont tres veces, con las manos temblorosas, puse a mi mujer de testigo, le hice presente una vez ms a mi primo que era dinero ganado con sangre y se lo cos por ltimo en el bolsillo interior de la chaqueta, para que no se lo robaran en el viaje. Quedamos convenidos en que, Dios mediante, a ms tardar la semana prxima me escribira una carta dndome cuenta de todo en detalle. Nos despedimos muy cordialmente, con besos y abrazos, como es de prctica entre parientes. Cuando nos quedamos solos, se me llen la imaginacin de fantasas e ilusiones, tan gratas, tan dulces, que yo quera que duraran eternamente, que no se esfumaran jams. Vea una gran casa en pleno centro de la ciudad, techada con chapas; tena establos, salas, cuartos y despensas bien surtidas; la duea de la casa andaba de un lado para otro con un gran manojo de llaves: era mi mujer, Golde; estaba desconocida, tena otro aspecto, aspecto de rica, con papada y un collar de perlas. Se daba nfulas y lanzaba furiosas maldiciones a los sirvientes. Mis hijas paseaban por la casa vestidas de fiesta y no movan un dedo. El patio estaba lleno de aves, patos y gansos. Toda la casa apareca brillantemente iluminada; el horno estaba encendido; se guisaba la comida de la cena y el samovar herva como un desesperado. En la cabecera de la mesa se encontraba el dueo de la casa, es decir Tevie, de bata y solideo. Junto a l haban tomado asiento los personajes ms distinguidos de la ciudad, que le hablaban con mucha zalamera. Perdone usted, don Tevie... Se lo ruego, don Tevie... Llvese el diablo el dinero! A quin mandaste al diablo? pregunt mi mujer. A nadie. Estaba distrado, pensando en qu se yo qu tonteras. Dime Golde, querida, t no sabes en qu negocia tu pariente, Menjem Mndel? Que las pesadillas ms espantosas del mundo torturen a mis enemigos! Despus de pasarte un da y una noche hablando con l de negocios vienes ahora a preguntarme a m en qu negocia? No hicieron sociedad ustedes dos? Para qu diablos la hicieron? S, hicimos sociedad, pero lo que no s es para qu la hicimos. Porque no veo nada concreto en ese negocio. Pero no importa; no te aflijas, esposa ma. Tengo un buen presentimiento. Creo que vamos a ganar dinero, y en cantidad. Di, pues, amn, y vete a hacer la comida. Pas una semana, y luego otra, y otra. De mi socio ni una palabra. Yo estaba desesperado, trastornado. No saba qu pensar. No puede ser, me deca, que se haya olvidado de escribir. l sabe muy bien que estamos esperando ansiosos su carta. No estar sacando all toda la nata a la leche para decirme luego que no hemos ganado nada? Qu puedo hacer? Pero no, no puede ser. No es justo. Yo lo trat decentemente, cordialmente. No es posible que me engae de ese modo. De pronto me asalt otro temor. Mis cien rublos! Ya no me importa la ganancia; que se quede con ella. Pero al menos que me devuelva mi dinero! Un escalofro me recorri todo el cuerpo. Viejo tonto! Te hiciste ilusiones. Esperabas una gran bolsa de dinero. Ms que tonto! Estpido! Con esos cien rublos podas haber comprado un par de caballos de primera, como no los conocieron nunca tus antepasados, y otro carro con elsticos. Tevie dijo de pronto mi mujer por qu no piensas un poco? Cmo por qu no pienso! respond. Se me parte la cabeza en veinte pedazos de tanto pensar, y sta me dice que por qu no pienso un poco! Debe de haberle pasado algo en el viaje; no puede ser de otro modo. Lo habrn asaltado y le habrn robado hasta las medias; o tal vez se habr enfermado, Dios libre y guarde. O se habr muerto, Dios no lo quiera.

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    Nada ms? No se te ocurre otra cosa, mi alma? Asaltantes, ladrones... Pero no dejaba de preocuparme la idea. Pueden pasar muchas cosas en los caminos. T siempre piensas lo peor aad. Es que a l le viene de familia repuso mi esposa. La madre, que en paz descanse, muri hace poco, siendo bastante joven todava. De las tres hermanas que tena, una muri soltera; la otra se cas, se resfri en la casa de baos, y muri; y la tercera, despus de dar a luz al primer hijo, perdi la razn, sufri mucho tiempo, y muri. Viva Muri dije. Todos tenemos que morir, Golde. Los hombres son como los carpinteros; viven hasta que se mueren. En fin, quedamos con mi mujer en que ira a Iejpetz a averiguar. En aquel intervalo se haba juntado en mi casa un surtido bastante respetable de queso, manteca y crema, todo de primera calidad. Enganch el caballo y salieron de Sucot, o sea, segn Rashi, adelante, a Iejpetz! Mientras iba viajando por el bosque, triste y apesadumbrado como podr imaginarse, me asaltaron los ms disparatados pensamientos. Me imagin que haba llegado a Iejpetz y haba preguntado por mi hombre. Menjem Mndel? me respondieron. Nada en la abundancia; est forrado de oro. Es un personaje muy importante. Tiene su casa propia, de material. Viaja en coche... Est desconocido. Me arm entonces de valor y fui directamente a su casa. Alto! me dijo en la puerta el portero, dndome un empujn. No atropelle, amigo. Adnde va? Soy un pariente contest. Primo por parte de mi esposa. Lo felicito me respondi. Es un placer. Pero con todo, tendr que aguardar aqu, en la puerta. No se va a morir por eso. Tuve que darle algo, de aquello que sube y baja, y me dej entrar. Fui entonces directamente adonde estaba Menjem Mndel. Buenos das, don Menjem Mndel le dije. No me reconoci... Qu deseaba? me pregunt secamente. Casi me desmay. Cmo? Ya no reconoce a los parientes, pai. Soy Tevie. Tevie? repiti. S, me suena el nombre... Le suena? Y no le suenan por casualidad las tortitas de mi esposa? Haga memoria. Y los raviolis? Tampoco? Y las empanadas...? De improviso la escena sufri un cambio en mi imaginacin. Lo vi todo al revs. Al entrar en la casa de Menjem Mndel me sali al encuentro con la mano tendida y un saludo cordial en la boca. Hola, qu visita! Tome asiento, don Tevie. Cmo le va? Y su esposa, cmo est? Lo estaba esperando para hacer las cuentas con usted. Y en seguida llen toda una bolsa con monedas de oro. Esto que le doy es la ganancia dijo. El capital inicial queda en la sociedad. Todo lo que sigamos ganando lo dividiremos siempre en partes iguales, mitad para m, mitad para ti, cien para m, cien para usted, doscientos para m, doscientos para usted, trescientos para m, trescientos para usted, cuatrocientos para m, cuatrocientos para usted... Medio adormilado en mis reflexiones, no vi que mi muchacho se sala del camino. El carrito roz un rbol y en la sacudida recib un golpe en la cabeza que me hizo ver las

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    estrellas. Todo sea para bien pens. Menos mal que no se rompi un eje. En fin, llegu a Iejpetz. Ante todo vend mis productos, con la rapidez habitual. Despus me lanc en busca de mi hombre. Anduve buscndolo una, dos, tres horas. Nada. Vehailed eineno: el nio no estaba. No lo vea en ninguna parte. Pregunt a los que pasaban. No conocen, no han visto a un tal Menjem Mndel? Menjem Mndel, qu? me respondieron. Cul? Hay muchos Menjem Mndeles. Ah, el apellido? Que me parta un rayo junto con ustedes si lo s. All en su pueblo, es decir, en Kasrlevke, lo conocen por el nombre de la suegra: Menjem Mndel el de Lea Dvose, le dicen. Pero si al mismo suegro, que es un anciano, tambin lo conocen por el nombre de la suegra; Bruj Hersh el de Lea Dvose. Y hasta a la misma suegra, a Lea Dvose, le dicen Lea Dvose la de Bruj Hersh el de Lea Dvose. Se dan cuenta? S, nos damos cuenta replicaron, pero con todo eso todava no hacemos nada. No basta. En qu se ocupa el tal Menjem Mndel? En qu se ocupa? Negocios de monedas de oro. Algo de Bes, Mes, Potiviloff... Manda telegramas a Petersburgo, a Varsovia... Ah...! exclamaron mis informantes, lanzando una carcajada, No ser ese Menjem Mndel que comercia en quimeras? Vaya all, en frente, all hay muchas ratas y liebres y entre ellas debe estar la que usted busca. Cuanto ms se vive ms se come. Liebres, quimeras... Cruc hasta la acera de enfrente y all me encontr con un montn de gente alborotada, por entre la cual pude pasar a duras penas. Era un pandemnium. Todos corran de un lado para otro, atropellndose, empujndose, gritando, gesticulando. Potiviloff... Fest... Pest... Le tomo la palabra... Le di un anticipo... Que se embrome... A m me corresponde la comisin... Usted es un sinvergenza...! Te voy a romper la cabeza...! Mndelo al diablo...! Buen tramposo me result! Estafador!. Tevie, te conviene mandarte mudar, me dije, no vayas a atajar alguna bofetada. Vavraj Icov, y Jacob huy. Bueno, bueno. Es aqu donde se hacen esos milagros de multiplicar las monedas de oro? A eso lo llaman comerciar? Pobre de ti, Tevie. Finalmente me detuve frente a un gran escaparate lleno de pantalones, y de pronto vi, reflejada en el cristal... la imagen del gran hombre de negocios. Se me fue el corazn a los pies. Cre desfallecer. Quisiera ver a todos mis enemigos con el aspecto que tena Menjem Mndel. Aquel gabn... Aquellas botas... Y aquella cara, peor que la de un muerto. Bueno, Tevie, ests perdido, me dije. Ya puedes ir despidindote de tus rublos. Ya no tienes ni osos ni bosque, ni dinero ni mercadera. Slo te quedan las penas. A l, por su parte, tambin le impresion el encuentro, y ambos nos quedamos paralizados y mudos. No hacamos ms que mirarnos, como dos gallos. Como si dijramos: buena la hicimos; slo nos queda ahora ir de casa en casa a pedir limosna. Don Tevie dijo por fin mi primo, en voz baja y ahogada por las lgrimas, para vivir sin suerte es mejor no haber nacido. Es mejor... la horca... los azotes... Y no pudo decir ms. Es lo que t mereces dije yo, por lo que has hecho. Que te azoten, aqu mismo, en pleno Iejpetz, hasta que se te aparezca tu abuela Tsitel. Piensa en lo que hiciste. Sacrificaste toda una familia de seres inocentes dignos de compasin, degollndolos sin cuchillo. Cmo vuelvo ahora a mi casa? Con qu cara me presento ante mi mujer y mis hijas? Dmelo t, criminal, asesino, homicida!

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    Tiene razn, don Tevie respondi, apoyndose en la pared. Tiene usted razn, se lo juro por mi salud. Pero si mandarte al infierno es poco... Es verdad, don Tevie, es verdad, se lo juro por mi salud. Para vivir de este modo, es preferible... es preferible... Y baj la cabeza. Me qued contemplando al infeliz que permaneca apoyado en la pared, cabizbajo y con la gorra ladeada y lanzando ayes y suspiros que partan el alma.-Claro que si quisiramos analizarlo bien dije, tampoco es tuya la culpa. Porque suponer que lo hiciste por maldad, sera una tontera; t eras tan socio como yo, la mitad te corresponda a ti. Yo inverta dinero y t, talento. Pobre de m! Tus intenciones eran sin duda lejim veli lamoves: para la vida y no para la muerte. Si result un fiasco, ser porque as lo quiso el destino. No te jactes del maana... El hombre propone y Dios dispone. Y si no, ah tienes mi negocio que es, al parecer, seguro; sin embargo, el otoo pasado (y ojal no se repita) muri una vaca que por lo menos vala cincuenta rublos, y casi en seguida una ternera, que no la vendera ni por veinte rublos. Pues ya ves, tuvieron que morir y murieron. Qu poda hacer? Cuando las cosas tienen que ser de una manera no pueden ser de otra. Ni siquiera te voy a preguntar dnde est mi dinero. Ya me imagino adonde habr ido a parar pobre de m! Se hundi en algn santuario, en alguna trapisonda, en alguna quimera. Pero la culpa es ma y de nadie ms. Quin me mand creer en patraas, espejismos y castillos en el aire? La moneda, compaero, hay que ganarla trabajando y sudando. Mereces una paliza, Tevie, una buena paliza. Pero de qu valen ahora quejas y gemidos. Grit la doncella..., dice la Biblia. Grita, grita, desgatate gritando. La experiencia siempre llega tarde. No quiso el destino que Tevie fuera rico. Nie bul u Mikita groshe dice el refrn ruso, i nie bude. (Mikita no tuvo dinero ni lo tendr). As lo habr dispuesto Dios. Adishem nosan veadishem lcaf. Dios da y Dios quita. Lo que, segn Rashi, significa... Vamos a tomar una copa, compaero.

    * * *

    Y as fue, pai Schlem Alijem, cmo se derrumb el castillo de naipes de mis ilusiones. Pero usted cree que me acongoj mucho la prdida de mi dinero? Qu esperanza! Usted sabe lo que dice la Biblia: Ma es la plata y mo es el oro. El dinero es barro! Lo que importa es la persona. Lo que me afligi fue que se esfumara mi sueo. Yo quera ser rico. Qu ganas tena de ser rico! Aunque fuera por un ratito. Pero qu se le va a hacer? Ya lo dice el Talmud: Vives por fuerza. Y por fuerza se te gastan las botas. T, Tevie, dice Dios, tienes que pensar en queso y manteca, y no en ilusiones. Es preciso tener fe y esperanza. Pues bien, habiendo ms penurias hay ms fe, y habiendo ms pobreza hay ms esperanza. Pero creo que ya habl demasiado. Es hora de volver al trabajo. Cada cual tiene que atender a lo suyo. Que le vaya bien y buena suerte.

    4. LOS HIJOS MODERNOS

    Hijos modernos... Cri y eduqu hijos, dijo Isaas. Uno los engendra, trabaja y se sacrifica por ellos para qu? Para llenar una aspiracin dentro de las posibilidades de cada

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    cual. No pretendo emparentar con Brodski, desde luego, pero tampoco me voy a rebajar completamente, porque yo no soy un cualquiera despus de todo; no desciendo, como dice mi esposa que tenga larga vida, ni de sastres ni de zapateros. Cre, por lo tanto, que mis hijas me daran satisfacciones. Por qu? En primer lugar, porque Dios me bendijo dndome hijas hermosas, y un rostro bello vale por media dote; en segundo lugar, porque hoy ya no soy, gracias a Dios, el mismo Tevie de antes; puedo aspirar a la mejor de las alianzas, hasta con un judo de Iejpetz. No es as? Pero resulta que Dios, misericordioso y benefactor, para demostrar los grandes milagros que es capaz de hacer, ha tomado la costumbre de pasarme de golpe del verano al invierno; me sube y me baja. Y Dios me llam al orden. No suees tonteras, Tevie, me dijo. Deja que sigan las cosas como estn. Y hay que ver las cosas que ocurren en este mundo! Pero a quin le ocurren? Al infeliz de Tevie. Para no extenderme demasiado, usted recordar sin duda aquel episodio de mi pariente Menjem Mndel, imaj shmoi vesijri: que se borre su nombre y su recuerdo. Recordar lo bien que nos fue en Iejpetz con el asunto de las monedas de oro y las acciones de Potivlov. As les vaya de bien a mis enemigos! Yo me lo haba tomado muy a pecho. Me pareci que aqul era el fin. Adis Tevie y adis lechera. No te aflijas ms, Tevie, no seas tonto me dijo un da mi vieja. No solucionas nada con eso. Te haces mala sangre intilmente. Hazte la cuenta de que nos asaltaron y nos robaron. Vete ms bien a Anatevke, a ver a Liser Volf, el carnicero. Dice que tiene que hablar contigo de un asunto muy importante. De qu? pregunt. Si es de nuestra vaca la manchada, que se lo saque de la cabeza. Por qu? Total, por la leche que nos da, y el queso y la manteca que obtenemos... No es por eso. Sino porque... Ante todo, es una lstima sacrificarla. Es un animal digno de compasin. Dice la santa Biblia... Basta, Tevie, basta. Ya sabemos que eres un hombre muy instruido. Hazme caso; vete a ver a Liser Volf. Todos los jueves, cuando Tsitel va a buscar la carne, le dice el carnicero: Dile a tu padre que venga, tengo que hablarle; es muy importante. En fin, a veces hay que hacerles caso a las mujeres. Me dej convencer por la ma y decid un da trasladarme al pueblo de Anatevke, que est a unos tres kilmetros de nuestra aldea. Liser Volf no estaba en casa. Dnde est? pregunt a una mujer chata que me atendi. Ha ido al matadero respondi. Est desde esta maana matando un buey. Debe de volver de un momento a otro. Me qued aguardando y observ entretanto la vivienda del carnicero. Muy buenas cosas tena, por cierto; sin que a l le perjudique, se las deseo a todos mis amigos. Haba un aparador lleno de objetos de cobre, que deban valer por lo menos ciento cincuenta rublos. Un samovar; otro samovar; una bandeja de bronce; otra de metal blanco; un par de candelabros de plata; copas y copitas doradas; una lmpara de Jnuca [21] de fundicin. Y un sin fin de utensilios. Mi Dios!, pens, si yo pudiera darles a mis hijas tantos bienes... Qu suerte tiene el carnicero. Es rico y viudo; y slo tiene dos hijos, que ya estn casados. Por fin, volvi el carnicero. Abrise la puerta y entr Liser Volf, furioso, desbarrando contra el matarife. Le haba rechazado el buey, maldito sea me explic, un animal grande como un roble. Por una nimiedad lo haba declarado tref (impuro); le haba encontrado una enfermedad, minscula, en el pulmn; tena un agujerito, chiquito

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    como la cabeza de un alfiler, que se lo trague la tierra! Qu tal, don Tevie? dijo cuando se hubo calmado. Por fin vino! Cmo le va? Cmo quiere que me vaya? Tirando siempre y sin avanzar un paso. Como dice la Biblia: Ni la miel ni la picadura. No tengo dinero, ni salud, ni nada. Usted peca, don Tevie. Comparado con lo que era antes, ahora es rico. Ojal tengamos los dos, usted y yo, todo lo que a m me falta para tener lo que usted cree que tengo. Pero no me quejo; doy gracias a Dios. Porque como dice el Talmud: Asjacurda dimaskanta, becarnusa deparsimakta dije, y aad para mi coleto: A ver si encuentras eso en algn Talmud, carnicero bruto! Usted siempre trae citas del Talmud respondi porque tiene la ventaja de ser instruido. Pero de qu nos sirve la erudicin? Pasemos ms bien a nuestro asunto. Tome asiento, don Tevie. Prepare t! Las ltimas palabras las grit a la chata, que apareci de pronto como por arte de magia, se apoder de un samovar, como el diablo de una presa, y se march con l a la cocina. Bien, ahora que estamos solos, cara a cara, podemos hablar de negocios. Hace tiempo que quera hablarle, don Tevie, y le mand decir muchas veces con su hija que se molestara en venir a verme. Porque resulta que le ech el ojo... S, ya s que le ech el ojo repuse, pero es intil, don Liser Volf, es intil. No puede ser. Por qu? dijo el carnicero, mirndome asustado. Porque no. Podemos aguardar un poco ms. No hay prisa. Por qu dejar para maana lo que se puede hacer hoy? En primer lugar porque no hay prisa, y en segundo lugar porque es una lstima. Es un ser digno de compasin. Qu manera de exagerar repuso riendo Liser Volf. Cualquiera dira que es la nica que tiene. Sin embargo, usted tiene muchas, don Tevie, no es cierto? Y que se conserven. El que me tenga envidia que sufra. Envidia? Quin habla de envidia? Al contrario, precisamente porque son tan buenas es por lo que tengo inters. Y no olvide, don Tevie, todos los favores que puedo hacerle. S, s. Menudos favores puede usted hacerme, don Liser Volf. Por ejemplo, darme un trozo de hielo en invierno... Eso es ya cosa vieja. No, no... replic el carnicero amablemente. Las cosas viejas han quedado atrs. Ahora es distinto, don Tevie. Seremos parientes... De qu parentesco me est hablando? Pero es claro... A qu se refiere, don Liser Volf? De qu estamos hablando? Dgame usted, a ver. Estamos hablando de mi vaca, la manchada contest, la que usted me quiere comprar. El carnicero estall en carcajadas. Vaya vaca! exclam entre risotadas. Y manchada! A qu se refera, entonces, don Liser Volf? Dgamelo, as ro yo tambin. A su hija! respondi. Estamos hablando de su hija Tsitel. Usted sabe que he quedado viudo, don Tevie. Pens entonces que no tena objeto que fuera a buscar una

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    mujer a otro lado, enredndome con intermediarios, agentes y otros pjaros, cuando aqu estamos, usted y yo, y los dos nos conocemos. Y su hija me gusta; la veo todos los jueves en la carnicera; habl con ella varias veces; parece una buena chica, calladita... Yo, como usted puede ver, estoy en buena posicin. Tengo mi casa propia, amueblada y con todo lo necesario, varios comercios, unos cueros en el desvn y algo de dinero en el bal. Para qu perder tiempo haciendo cosas de gitanos, con astucias y picardas. En dos palabras cerramos trato y asunto arreglado. Me entiende usted, don Tevie? Me qued mudo de asombro, como si me hubiesen comunicado de pronto una noticia sensacional. Al principio se me ocurri pensar que Liser Volf poda ser el padre de Tsitel; y en efecto, tena hijos de su edad. Pero en seguida desech ese pensamiento. Es una gran suerte, me dije; Tsitel podr vivir magnficamente bien. Es cierto que el carnicero no es un hombre muy desprendido, pero eso no es un defecto sino una virtud. La caridad empieza por casa. El que favorece a los dems se daa a s mismo. Tiene un solo inconveniente: es muy ordinario. Pero no todos pueden ser cultos. Cuntos ricos hay en Anatevke, en Maspevke y hasta en Iejpetz, personas muy decentes, que no saben distinguir una cruz de una equis? Sin embargo, cmo los respetan en todas partes! Sin pan no hay sabidura, dice el Talmud, o sea que la sabidura depende de los libros y la inteligencia del bolsillo. Y, qu dice usted, don Tevie? exclam el carnicero. Es un asunto que debe ser bien meditado antes de resolverlo. No es cosa sencilla; se trata de mi primera hija. Precisamente; despus de casar a la primera, podr casar a la segunda, y luego a la tercera... Amn. No es difcil casar hijas, lo nico que hace falta es que Dios le mande a cada cual su pareja. No, don Tevie, no es eso. Me refiero a otra cosa. Quiero decir que a Tsitel ya no tendr que darle dote; y del ajuar me encargo yo. Y a usted tambin le caer algo en el bolsillo, probablemente. Qu? exclam. Vamos hombre, usted est hablando en lenguaje de carnicera. Cmo que me va a caer algo en el bolsillo? Mi Tsitel no es de esas que se venden por dinero. Vamos, hombre, vamos... Bueno, bueno, est bien repuso Liser Volf. Yo lo dije con la mejor intencin. Pero si a usted no le gusta, no insisto. Lo importante es que el casamiento se haga cuanto antes. Es decir, en seguida. Para que mi casa tenga su ama, me entiende? Yo estoy de acuerdo; pero no depende de m. Tengo que consultarlo con mi mujer. En estas cosas es ella la que decide. Ya lo dijo Rashi: Rojl mevaque al boneho: Raquel llora por sus hijos. Y hay que preguntarle a Tsitel si est conforme. No sea cosa de que vayan todos los parientes a la boda y la novia se quede en casa. Tonteras! repuso el carnicero. No hay que preguntarles, sino decirles! Usted tiene que ir a su casa, don Tevie, e informarles de lo que decidi. Luego, la jupa [22], dos palabras, una copa y se acab. No, don Liser Volf, no diga eso! Una doncella no es una viuda. Por supuesto, una doncella es una doncella, no es una viuda. Por eso hay que arreglarlo todo cuanto antes, para poder preparar la ropa y disponer todos los dems detalles. Entretanto, don Tevie, vamos a brindar con un traguito, eh? S, cmo no. Qu tiene que ver la paz con la guerra? Ya lo dice el refrn: A Adn lo que es del hombre y al branfen lo que es del bran fen. Y el Talmud dice que...

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    Y le ensart una mezcolanza de frases, del Cantar de los Cantares, del Jad-Gadio [23] y de unas cuantas partes ms. En fin, bebimos como Dios manda. La chata haba trado el samovar y nos preparamos sendos vasos de ponche. Pasamos un rato agradable brindando y charlando muy amistosamente; hablbamos de la futura boda, tocbamos algn que otro tema, y volvamos a hablar de la boda. Usted sabe, don Liser Volf le dije, la magnfica alhaja que es mi hija? Pues claro que lo s; si no lo supiera, no me habra interesado respondi l. Y seguimos debatiendo el punto. Yo insist otra vez en que era una joya, un brillante, y que la tratara como era debido, sin mostrar la hilacha del carnicero. Y l me contest: No tema, don Tevie. Lo que va a comer en mi casa los das de la semana no lo comi en la suya los das de fiesta. Bah...! repuse. Qu tiene que ver la comida. Los ricos no comen oro ni los pobres piedras. Usted es un hombre ordinario y no sabe apreciar sus cualidades. Su habilidad para cocer el pan, por ejemplo; o el pescado. Es una honra... Perdneme, don Tevie dijo el carnicero, pero usted ya est chocho. No sabe valorar a las personas. Usted no me conoce. Tsitel vale en oro lo que pesa contest. Aunque usted tuviera doscientos mil rublos, don Liser Volf, no le llegara ni a la planta de los pies a mi hija. Crame, don Tevie, usted es un estpido dijo l, se lo digo con todo respeto. En fin, parece que nos pasamos un buen rato discutiendo y que nos emborrachamos como es debido, porque cuando regres a casa ya era de noche y las piernas me flaqueaban. Mi esposa advirti en seguida que estaba bebido y me administr una enrgica y merecida reprimenda. No te enojes, Golde, no te enojes contest muy alegre y con ganas de echarme a bailar. No grites, mi alma; estamos de parabienes. De parabienes? De paramales! Sacrificaste la vaca manchada? Se la vendiste a Liser Volf? Peor. Se la cambiaste por otra? Engaaste al carnicero? Pobre hombre! Peor. Bueno, hombre, dilo de una buena vez. Habla. Hay que sacarte las palabras con un sacacorchos! Felicitaciones, Golde; te lo digo de nuevo. Estamos de parabienes. Tsitel est de novia. S? Pues parece que pescaste una buena borrachera; ests diciendo disparates. Cuntas copas tomaste? Tom unas copas con Liser Volf, es cierto. Y unos vasos de ponche. Pero todava conservo la lucidez. Te comunico, Golde, que nuestra hija Tsitel est de novia, precisamente con Liser Volf. Y le cont todo, del principio al fin, sin omitir detalle. Mira lo que son las cosas, Tevie dijo mi mujer cuando conclu; yo tena el presentimiento, te lo juro, as me ayude Dios, de que Liser Volf te haba mandado llamar para algo importante. Pero no quise ni pensarlo, por temor a equivocarme. Gracias, Dios mo, gracias, Dios bondadoso y paternal; que sea en hora buena y dichosa; que envejezcan juntos, mi hija con su esposo, ricos y respetados. Porque a Frume Sore, que en paz descanse, creo que no le dio muy buena vida que digamos. Pero ella era una mujer

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    cargante, y que me perdone; no andaba bien con nadie. Distinta, completamente distinta de nuestra Tsitel, que viva muchos aos. Gracias, Dios mo. Has visto, Tevie? No te dije, bobo, que no hay que preocuparse? Cuando la suerte quiere... Pues, claro; si ya lo dice claramente aquel versculo...-Djate de versculos. Tenemos que iniciar los preparativos del casamiento. Ante todo, hay que hacer una lista para Liser Volf, de todo lo que necesita Tsitel. Por lo pronto, lencera; no tiene nada de ropa interior. Ni un par de medias. Y trajes. Necesita uno de seda para la ceremonia de la jupa. Otro de lana para verano. Y otro para invierno. Y un par de vestidos. Y camisones. Y tapados; quiero que tenga dos. Una capa de piel de gato, para todos los das; y otra fina para los sbados. Botitas. Un cors. Guantes. Pauelos. Una sombrilla. Y todo lo dems que necesita una muchacha moderna. Qu sabes t de todas esas cosas, Golde querida? No he visto, acaso, en Kasrlevke, lo que usa la gente? T djame a m; yo voy a arreglar todo esto con l. Liser Volf es rico y no querr que la gente lo critique. Estuvimos discutiendo, mi mujer y yo, hasta la madrugada. Jntame todo lo que haya de queso y manteca dije entonces, que ir a Biberik. Porque, como quiera que sea, el negocio hay que atenderlo. Y atando el caballo al carro part para Biberik. All me traslad al mercado y me encontr (los judos no saben guardar un secreto!) con que todo el mundo conoca ya la noticia. De todas partes llovan las felicitaciones. Le felicito, don Tevie! Cundo es la boda? Gracias, gracias. El padre todava no naci, y el hijo anda ya por la calle. Nada, don Tevie! No le valdrn excusas! Tiene que convidar! Qu suerte! Un hombre tan rico! El cuerno de la abundancia! La abundancia se agota y queda un cuerno respond. Pero no importa. No puedo quedar mal con mis amigos. En cuanto termine con mi clientela, los invito a tomar una copa y a comer algo, y viva la alegra! Atend a mis clientes con la celeridad de costumbre y convid a mis amigos a beber. Despus de brindar cordialmente, me desped y mont en mi carro, contento y feliz, para regresar a mi casa por la carretera del bosque. El sol quemaba, pero los pinos de ambos lados llenaban de sombra el camino y embalsamaban el aire con su aroma delicioso. Me tend en el carrito como un conde y solt las riendas. Ve solo dije al caballo; ya conoces el camino.Y me puse a cantar. Estaba contento. Senta el corazn henchido de alegra. Me suban a los labios las canciones de las fiestas. Mi vista, all arriba, estaba fija en el cielo; y aqu abajo se me enmaraaban las ideas. Los cielos son para Dios y la tierra para los hijos del hombre. Y que se arreglen. Se la dio para que se peleen, de puro gusto; para que disputen honras y vanidades. No son los muertos los que alaban a Dios. Qu sabrn los ricos cmo tienen que alabar a Dios por todas las mercedes que les da! Pero nosotros, los pobres, cuando recibimos una sola, agradecemos y loamos a Dios y decimos: Amo a Dios porque escucha mi voz y atiende mis splicas; me presta odos cuando me rodean por todas partes la pobreza, la desdicha y el miedo. De pronto cae muerta una vaca; en seguida me trae el diablo a un pariente infeliz, un tal Menjem Mndel, de Iejpetz, que se lleva mis ltimos rublos. Me desespero. La tierra se hunde bajo mis pies; es el fin. No hay honestidad en el mundo. Pero Dios no me abandona: sugiere a Liser Volf la idea de casarse con mi hija. Por eso digo y repito: Te he de loar, Dios mo, por haberte fijado en Tevie y haber acudido en su ayuda. Quisiera tener la dicha de ver a mi hija feliz; quisiera ir a visitarla y encontrarla duea de un hogar bien

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    provisto; llenos los armarios de ropa; llena la despensa de grasa de aves y de dulces; jaulas llenas de gallinas, patos y gansos. De pronto el caballo se lanz velozmente cuesta abajo y antes de que pudiera incorporarme ya estaba en el suelo con el carrito encima. Apartando los tarros y los potes vacos que me cubran logr con grandes esfuerzos salir arrastrndome de debajo del carro, rasguado, magullado y dolorido, y descargu mi mal humor contra el caballo. Maldito seas! Quin te mand hacer esa exhibicin de velocidad cuesta abajo, infeliz? No ves que casi me matas, demonio? Le di una buena reprimenda. El jaco comprendi, al parecer, que haba cometido un hecho vergonzoso, porque permaneca quieto y callado, con la cabeza gacha. Vete al diablo! exclam. Arregl el carrito, recog tarros y potes, y segu viaje. Mala seal, iba pensando. No habr ocurrido en casa alguna otra desgracia? Y as era, en efecto. Recorr un par de kilmetros ms y cuando ya me estaba aproximando a mi casa divis en la carretera a una persona con forma de mujer que me sala al encuentro. Cuando estuvo ms cerca la reconoc. Era Tsitel, mi hija! No s por qu, pero se me fue el corazn a los pies. Baj de un salto del carro. Eres t, Tsitel? Qu haces aqu? Por toda respuesta mi hija se me ech al cuello sollozando. Por Dios, hija! Qu te pasa? Por qu lloras? Ay, pap, pap! respondi y se deshizo en lgrimas. Sent que se me nublaba la vista y se me oprima el corazn. Pero, qu tienes, hija ma, qu te sucede? le dije, abrazndola, besndola y acaricindola con ternura. Pap, pap no cesaba de repetir ella. Querido pap... Por favor... Me conformo con un pedazo de pan cada tres das... Compadcete de mi juventud... Y no pudo seguir hablando, ahogada por las lgrimas. Pobre de m!, pens yo. Ya me imagino lo que le sucede. Quin diablos me habr mandado a Biberik! No llores, tontita le dije, acaricindole la cabeza. Por qu lloras? Si no quieres, no quieres, y se acab. Nadie te va a obligar. Nosotros pensbamos en tu bien solamente, pero si a ti no te agrada... Ser que el destino no lo quiere. Gracias, pap exclam mi hija. Gracias! Y echndome de nuevo los brazos al cuello, me bes y volvi a derramar abundantes lgrimas. Bueno, basta, basta de llanto dije. Hasta los dulces empalagan. Sube al carro y volvamos a casa. Tu madre debe de estar preocupada. Subimos al carro. Tu madre y yo no nos propusimos nada malo le dije, tratando de calmarla con buenas razones. Dios sabe que no miento. Slo quisimos asegurarte el porvenir, hija ma; pero por lo visto l no lo aprueba. El destino no quiere que seas rica, que te conviertas en una opulenta ama de casa; ni quiere que nosotros gocemos en la vejez de un poco de dicha, despus de haber trabajado toda la vida, unidos al yugo da y noche, sin descanso, siempre luchando con la pobreza, las penurias, las desgracias... Ay, pap! dijo mi hija llorando de nuevo. Voy a trabajar de sirvienta, voy a cargar arcilla, voy a cavar la tierra... No llores, tonta! repliqu. Si no te digo nada, no te reclamo nada. Estoy

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    amargado y discuto el problema con Dios; eso es todo. Le hago ver su proceder para conmigo. l es un padre misericordioso, se apiada de m, me ayuda... pero me trata como un hijo, no como un padre. Y es intil protestar... Pero as debe ser, sin duda. l est all arriba, en el cielo, y nosotros estamos aqu abajo, en la tierra, y bien enterrados! Tenemos que decir, por lo tanto, que l tiene razn, y que su juicio es recto. Pero, si quisiramos analizarlo bien, veramos que en realidad soy un mentecato. Cmo me permito yo, msero gusano que me arrastro por la tierra, que si Dios quiere me destruye de un soplo y en un instante, cmo me permito darle consejos a l sobre la manera de manejar el mundo? Si l as lo dispone es porque as debe ser. Y no hay nada que discutir! Dice el Talmud que cuarenta das antes de que se forme el hijo en el vientre de la madre, un ngel proclama que ese ser se casar con aquella otra criatura. Que se case la hija de Tevie con Gutsel ben Sraj y Liser Volf el carnicero que se moleste y vaya a buscar a otro lado su pareja. Ya encontrar la que le corresponde. No se le escapar. Y a ti que Dios te mande tu compaero, pero que sea algo bueno, y cuanto antes. Amn, y que se cumpla la voluntad de Dios. Con tal de que tu madre no proteste mucho. Me va a dar una buena filpica. Llegamos a casa. Desenganch el caballo y me sent fuera, en el pasto, para determinar mi plan de accin. Tena que inventar para mi esposa algn cuento fantstico que me ayudara a salir del paso. Caa la tarde y se pona el sol. Las ranas croaban a lo lejos. El caballo, maneado, mordisqueaba el pasto. Las vacas acababan de regresar del pastoreo y aguardaban junto a los baldes a que las ordearan. La hierba despeda una paradisaca fragancia. Contemplando el paisaje que me rodeaba medit sobre la sabidura con que Dios haba creado el universo. Todos los seres del mundo, desde el hombre hasta la vaca, salvando la comparacin, tienen que ganarse el pan. Nadie come gratis. La vaca quiere rumiar? Que se deje ordear, y que con su leche se gane la vida una familia de muchos hijos. El caballo quiere mascar? Que vaya todos los das a Biberik, ida y vuelta, arrastrando un carro con tarros y potes. El hombre quiere pan? Que trabaje, ordeando vacas, cargando tarros, batiendo manteca, haciendo queso, enganchando el caballo al carro y viajando todas las maanas a Biberik. Que haga reverencias y cortesas a los ricos de Iejpetz, sonrindoles y adulndolos, tratando de satisfacerles y evitando ofenderlos. Pero dnde dice que Tevie tiene que trabajar para ellos, levantarse bien temprano, cuando hasta Dios duerme, y llevarles queso y manteca frescos a tiempo para el caf? Dnde dice que yo tengo que agotarme trabajando para tomar una miserable sopita y que ello