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© Universidad de Salamanca Zephyrus, LXIII, enero-junio 2009, 15-44 ISSN: 0514-7336 EL PALEOLÍTICO MEDIO EN EL CÁUCASO MERIDIONAL: LA CUEVA DOBLE (VALLE DE TSUTSKHVATI, REPÚBLICA DE GEORGIA) The Middle Palaeolithic in the Southern Caucasus: Double Cave (Tsutskhvati valley, Republic of Georgia) Fernando DÍEZ MARTÍN 1 *, Kenneth MARTÍNEZ MOLINA**, Joan GARCÍA GARRIGA**, José Ángel GÓMEZ GONZÁLEZ***, Isabel CÁCERES**, Ethel ALLUÉ MARTÍ**, Policarpo SÁNCHEZ YUSTOS* y José YRAVEDRA SÁINZ DE LOS TERREROS**** * Universidad de Valladolid. Departamento de Prehistoria y Arqueología. Pza. del Campus, s/n. 47011 Valladolid ** Universidad Rovira i Virgili. Área de Prehistoria. Pça. Imperial Tàrraco, 1. 43005 Tarragona *** Agencia Estatal de Meteorología. 47620 Villanubla, Valladolid **** Universidad Nacional de Educación a Distancia. Departamento de Prehistoria y Arqueología. Senda del Rey, 7. 28040 Madrid Recepción: 2008-06-18; Revisión: 2008-09-16; Aceptación: 2009-06-03 BIBLID [0514-7336 (2009) LXIII, enero-junio; 15-44] RESUMEN: El presente trabajo recoge los principales resultados derivados de la intervención arqueológica acometida entre los años 2002 y 2003 en el Valle de Tsutskhvati (República de Georgia), principalmente centrados en una nueva ronda de excavaciones en la Cueva Doble. Los estudios estratigráficos, tecnológicos, ta- fonómicos y polínicos permiten arrojar nuevos datos, complementarios a los obtenidos en la cercana cueva de Ortvale Klde, sobre las comunidades neandertales que habitaron la región del Cáucaso meridional, uno de los entornos geográficos en los que sobrevivieron los últimos representantes de esta especie. Mientras que los com- pletos trabajos arqueológicos abordados en la cueva de Ortvale Klde han permitido contar con un amplio pro- grama de datación para la presencia neandertal en dicha cavidad, el resto de los yacimientos del mismo periodo siguen presentando una cierta indefinición contextual. A pesar de ello, se acepta que la presencia neandertal en el valle de Tsutskhvati debió situarse en el mismo marco temporal que en Ortvale Klde. Aunque tanto la Cueva Doble, motivo de esta publicación, como la famosa Cueva del Bronce carecen hoy en día de contextos cronológicos fiables, es necesario señalar que estos yacimientos del valle de Tsutskhvati vienen siendo recu- rrentemente citados en el debate sobre el fin de los neandertales y la llegada de las primeras comunidades sapiens a la región caucásica. Es por ello por lo que la información novedosa aquí presentada (los últimos trabajos en Tsutskhvati se llevaron a cabo en la década de 1970) posee un indudable interés, a pesar de las li- mitaciones cronológicas, para ampliar nuestro conocimiento sobre este importante capítulo de la Prehistoria europea. Palabras clave: Homo neanderthalensis. Cáucaso meridional. Paleolítico medio. Valle de Tsutskhvati. 1 Dirección de correo electrónico: [email protected]

2009 Diez Et Al Doble Cave-librpaleoe

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  • Universidad de Salamanca Zephyrus, LXIII, enero-junio 2009, 15-44

    ISSN: 0514-7336

    EL PALEOLTICO MEDIO EN EL CUCASO MERIDIONAL: LA CUEVA DOBLE (VALLE DE TSUTSKHVATI, REPBLICA DE GEORGIA)

    The Middle Palaeolithic in the Southern Caucasus: Double Cave(Tsutskhvati valley, Republic of Georgia)

    Fernando DEZ MARTN1*, Kenneth MARTNEZ MOLINA**, Joan GARCA GARRIGA**, Jos ngelGMEZ GONZLEZ***, Isabel CCERES**, Ethel ALLU MART**, Policarpo SNCHEZ YUSTOS*y Jos YRAVEDRA SINZ DE LOS TERREROS***** Universidad de Valladolid. Departamento de Prehistoria y Arqueologa. Pza. del Campus, s/n. 47011 Valladolid** Universidad Rovira i Virgili. rea de Prehistoria. Pa. Imperial Trraco, 1. 43005 Tarragona*** Agencia Estatal de Meteorologa. 47620 Villanubla, Valladolid**** Universidad Nacional de Educacin a Distancia. Departamento de Prehistoria y Arqueologa. Senda del Rey,7. 28040 Madrid

    Recepcin: 2008-06-18; Revisin: 2008-09-16; Aceptacin: 2009-06-03

    BIBLID [0514-7336 (2009) LXIII, enero-junio; 15-44]

    RESUMEN: El presente trabajo recoge los principales resultados derivados de la intervencin arqueolgicaacometida entre los aos 2002 y 2003 en el Valle de Tsutskhvati (Repblica de Georgia), principalmentecentrados en una nueva ronda de excavaciones en la Cueva Doble. Los estudios estratigrficos, tecnolgicos, ta-fonmicos y polnicos permiten arrojar nuevos datos, complementarios a los obtenidos en la cercana cueva deOrtvale Klde, sobre las comunidades neandertales que habitaron la regin del Cucaso meridional, uno de losentornos geogrficos en los que sobrevivieron los ltimos representantes de esta especie. Mientras que los com-pletos trabajos arqueolgicos abordados en la cueva de Ortvale Klde han permitido contar con un amplio pro-grama de datacin para la presencia neandertal en dicha cavidad, el resto de los yacimientos del mismo periodosiguen presentando una cierta indefinicin contextual. A pesar de ello, se acepta que la presencia neandertal enel valle de Tsutskhvati debi situarse en el mismo marco temporal que en Ortvale Klde. Aunque tanto laCueva Doble, motivo de esta publicacin, como la famosa Cueva del Bronce carecen hoy en da de contextoscronolgicos fiables, es necesario sealar que estos yacimientos del valle de Tsutskhvati vienen siendo recu-rrentemente citados en el debate sobre el fin de los neandertales y la llegada de las primeras comunidadessapiens a la regin caucsica. Es por ello por lo que la informacin novedosa aqu presentada (los ltimostrabajos en Tsutskhvati se llevaron a cabo en la dcada de 1970) posee un indudable inters, a pesar de las li-mitaciones cronolgicas, para ampliar nuestro conocimiento sobre este importante captulo de la Prehistoriaeuropea.

    Palabras clave: Homo neanderthalensis. Cucaso meridional. Paleoltico medio. Valle de Tsutskhvati.

    1 Direccin de correo electrnico: [email protected]

  • 1. Introduccin

    El Valle de Tsutskhvati se localiza en la reginde Tkibuli (Imereti), en el sector noroeste de la Re-pblica de Georgia, prximo a la ciudad de Kutaisi(Fig. 1). Desde un punto de vista geogrfico, esteterritorio forma parte de las estribaciones meridio-nales del Cucaso georgiano y se caracteriza por unaorografa de suaves pendientes y tupidas colinas que,a altitudes que oscilan entre los 250 y 350 m, formanparte de la cuenca hidrogrfica del ro Rioni (cursofluvial que nace en la Cordillera caucsica y desem-boca en el Mar Negro).

    La garganta de Tsutskhvati es un can calizo for-mado por depsitos me-sozoicos que ha sido pro-fundamente horadado porel ro Shabatagele (afluentedel Rioni), cuyo cauce seencaja actualmente entrefarallones rocosos de granpotencia. Este valle cons-tituye un complejo sistemakrstico que se ha formadoa lo largo de 13 etapas deencajamiento fretico, al-gunas de las cuales handado lugar a la formacinde cavidades rellenas consedimentos pertenecientesa los periodos activos de lared krstica. Las formacio-nes ms importantes conrellenos frtiles son Cuevadel Bronce, Cueva Doble,

    Cueva del Bisonte, Cueva del Oso y Cueva Supe-rior. En la misma zona, aunque no integrado en elsistema krstico anterior, se encuentra el abrigo deMziuri, que tambin contiene sedimentos frtiles(Tushabramishvili, 2002).

    Los primeros trabajos arqueolgicos llevados acabo en el complejo de Tsutskhvati datan de ladcada de 1970. En aquellos aos, un equipo dearquelogos georgianos asociados al Museo del Es-tado de Georgia llevaron a cabo una labor preliminarde prospeccin, sondeo y excavacin en algunos delos rellenos cuaternarios ms destacados, con el objetivode establecer el pertinente control estratigrfico de losdepsitos y un primer reconocimiento diacrnico de

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    ABSTRACT: This paper presents the main results obtained through a new round of archaeological excavationsundertaken in Double Cave (Tsutskvati valley, Republic of Georgia), between 2002 and 2003. Stratigraphic,technological, taphonomic and pollen analyses have permitted to gather new data, complementary to those ob-tained in the nearby Ortvale Klde cave, on the Neanderthal communities that inhabited the Southern Caucasus.This region constitutes one of the areas in which the last members of this species survived. While the long-termfieldwork program undertaken at Ortvale Klde has furnished a complete set of dates regarding the Neanderthaloccupation of this cave and the arrival of modern humans, no chronological contexts have been obtained forother similar sites located in the Caucasian region. However, the Neanderthal presence in the Tsutskhvati valleymust have taken place during the same time-span proposed for Ortvale Kdle. Although nowadays Double Caveand the well-known Bronze Cave lack reliable chronological contexts, it is important to remark that these siteslocated in the Tsutskhvati valley are recurrently cited in the debate on the end of the Neandethals and thearrival of Homo sapiens to the Caucasus. This is why the new data presented here (last fieldwork and researchwere carried out in the region in the 1970s) are informative and valuable, despite chronological limitations, inorder to enlarge our knowledge on this important issue of the European Prehistory.

    Key words: Homo neanderthalensis. Southern Caucasus. Middle Palaeolithic. Tsutskhvati valley.

    FIG. 1. Localizacin del Valle de Tsutskhvati en la Repblica de Georgia.

  • la secuencia arqueolgica (Tushabramishvili, 1978).Como resultado de tal intervencin se constat laexistencia de un Paleoltico medio local (referidoalternativamente como musteriense tpico o de den-ticulados) que, junto al cercano yacimiento de OrtvleKlde, conformaba el llamado grupo cultural deTsutskhvati, que pareca caracterizarse por una in-dustria ltica no levallois y por el predominio deraederas y denticulados entre los objetos retocados.Las dataciones para esta facies del musteriense en laregin caucsica y transcaucsica se situaba entre 49y 35 Ka. (Cohen y Stepanchuk, 1999), esto es, enel interpeniglaciar del Estadio Isotpico 3, entre losepisodios clidos Dansgaard/Oeschger 14 y 7.

    Aquellos estudios preliminares demostraron quelos depsitos arqueolgicos ms significativos detodo el sistema se encontraban en la Cueva del

    Bronce, cuya potencia sedimentaria alcanza los 18 mde profundidad y cerca de 300 m2 de planta. La se-cuencia cultural documentada en la Cueva delBronce es muy rica y cubre los compases finalesdel Pleistoceno superior y el Holoceno. As, a lolargo de los 24 niveles litolgicos originalmenteindividualizados, los arquelogos georgianos iden-tificaron horizontes arqueolgicos de poca postpa-leoltica y del Paleoltico superior y medio. Estossondeos permitieron recuperar importantes muestraslticas y faunsticas, hogares y varias piezas dentalesatribuidas a Homo neanderthalensis.

    Entre los aos 2002 y 2003, en colaboracincon colegas georgianos del Museo del Estado deGeorgia y gracias a la financiacin proporcionadapor el programa de Excavaciones Arqueolgicas enel Exterior del Ministerio de Cultura, llevamos a

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    FIG. 2. Topografa de la Cueva Doble: 1. Seccin longitudinal (se observa la cata abierta en el relleno sedimentario); 2. Seccinfrontal; 3. Planta y localizacin del sondeo arqueolgico.

  • cabo un proyecto de investigacin que incluy elestudio geolgico y estratigrfico de distintas cavi-dades del sistema krstico de Tsutskvati (Cueva delBronce, Cueva Doble y Abrigo de Mzuri), el estudiode colecciones arqueolgicas pertenecientes a las ex-cavaciones antiguas acometidas en esta regin y cus-todiadas en el Museo del Estado de Georgia en Tiflisy, fundamentalmente, una nueva excavacin en lossedimentos an intactos de la Cueva Doble (DezMartn et al., 2002, 2003, 2004). En el presente ar-tculo presentamos los principales resultados cient-ficos de estos trabajos, centrados en la excavacinde la Cueva Doble (Fig. 2).

    2. Estratigrafa de la Cueva Doble

    En la Cueva Doble se observa una serie sedi-mentaria de una potencia aproximada de 4,5 m,aunque en los niveles inferiores no se ha llegado aver el contacto con la roca madre. Hemos diferen-ciado dos grandes fases de relleno. Una primera esde carcter autctono e incluye en exclusiva el nivel10 (N10), mientras que la posterior fase de sedi-mentacin alctona, dispuesta en discordancia ero-siva con el nivel infrayacente y formada por coladasclsticas con materiales arcillosos, incluye los niveles9 al 3 (N9-3). El conjunto de horizontes de esta se-gunda fase parece responder a un medio de mayorenerga, relacionado con la apertura al exterior delendokarst del sistema. La totalidad de esta segundafase sedimentaria se corresponde con una sedimen-tacin detrtica que proviene del sector E de la cavi-dad, con abanicos o coladas con matriz arcillosa.En esta zona los niveles son ms caticos, menosdiferenciados y con granulometra ms gruesa, a di-ferencia de lo que ocurre en la zona occidental,donde stos estn ms estructurados y su granulo-metra es menos gruesa. La granulometra generalde toda la serie es granocreciente, aprecindose unaumento de la energa del medio en los niveles mssuperiores (Fig. 3a). La sedimentacin finaliza conun proceso de colmatacin representado por el N2y con los posteriores procesos postsedimentarios quegeneraron la brecha que denominamos N1. Demuro a techo, la descripcin de los mencionadosniveles es la siguiente (Fig. 3b):

    N10. Potencia aproximada de 1,20 m. Nivel dearcillas. Pueden diferenciarse dos subzonas, la

    mitad inferior ms compacta y con menos in-cursiones detrticas y una mitad superior en laque se llegan a apreciar laminaciones horizontalesde arenas que se corresponden con paleocaucesque circulaban en los momentos finales de la se-dimentacin autctona. Dentro de la mitad su-perior se detectan algunas superficies (como m-nimo dos) de parada sedimentaria y huellas dedesecacin que marcan los ltimos eventos inte-riores. El contacto de este nivel con el 9 se pro-duce en dos formas. Primero, gracias a una dis-cordancia erosiva con incidencia de paleocauces.En otros casos, la transicin es gradual. Esta va-riabilidad en la interfase indica un cierto enchar-camiento en algunas zonas a techo del N10,antes de producirse la entrada de la colada quegenerar el siguiente nivel. La sedimentacin delN10 comienza cuando el sistema endokrsticoevoluciona a condiciones de rgimen vadoso ofretico-vadoso. Las facies representadas parecenindicar medios hdricos de baja energa con es-tratificaciones laminares horizontales tpicas deinterior de cavidad.

    N9. Potencia 0,25 m. Nivel de gravas de pe-queo tamao, exceptuando algunos clastos dehasta 20 cm en la base. Se trata de un nivel bas-tante homomtrico y de baja energa, de hecho,es el que presenta gravas de menor tamao detoda la serie estratigrfica y con menos canti-dad de bloques de calizas grandes. Representael primer flujo detrtico y el primer nivel frtilarqueolgico.

    N8. Potencia 0,30 m. Nivel arcilloso con unageometra de acuamiento hacia el E. Junto conel N6 constituye el nivel gua ms destacado detoda la serie. El mencionado acuamiento ter-mina delante de una serie de bloques de gran ta-mao, de ms de 40 cm, debidos a procesos decadas. En su base se encuentran algunos cantosrodados de pequeas dimensiones (1 cm) quedeben responder a momentos iniciales de la aper-tura de la cavidad, cuando los flujos no son to-dava demasiado energticos. Pueden apreciarsedisposiciones de clastos en planos inclinados,con buzamiento hacia el W (el sentido de avancedel depsito sedimentario, contrario al acua-miento). Por su parte, el acuamiento hacia el Enos indica un proceso de coladas detrticas dematriz arcillosa que tiene su pice en el sectorNE de la cavidad.

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  • N7. Potencia 0,35 m. Ni-vel de gravas con matriz ar-cillosa, granosostenidas. Enla zona occidental, la mspotente, se observa una dis-tribucin granulomtricagranocreciente hacia techo.Este dato indica la progre-sividad de los procesos deentrada en carga del sis-tema krstico, al menos enlas primeras etapas. Comotodos los niveles, sufre unacuamiento hacia el sec-tor E. En virtud de la dis-tribucin granulomtricapodemos advertir la exis-tencia de dos subniveles:uno ms fino a muro y otroms grueso a techo.

    N6. Potencia 0,20 m. Ni-vel arcilloso con cantos en-tre 10 y 20 cm y con algnbloque. Se diferencian la-minaciones inclinadas depequeos clastos con ciertasestructuraciones. Tambines evidente el acuamientohacia el E. El momentoinicial de la deposicin deeste estrato debi tener unagran plasticidad, lo quepermiti que los bloqueslocalizados a techo genera-ran incisiones que permi-tieron la presencia de blo-ques de mayor tamao.Estos grandes bloques de-ben ligarse a procesos decada y reducido transporte, quizs slo el per-mitido por la plasticidad de la colada.

    N5. Potencia 0,5 m. Nivel de gravas con tamaoaproximado de 12 cm y con matriz arcillosa. Nivelpoco seleccionado, con abundancia de grandesbloques hacia el E y predominio de gravas (de ta-mao entre 10 y 12 cm) en las zonas distales (W).La matriz arcillosa es variable, lo que hace queel sedimento sea granosostenido slo en algunaszonas. Este nivel contiene ms matriz arcillosay con ms plasticidad que los inmediatamente

    superiores, lo que debi facilitar el flujo de lacolada. Junto a los clastos calcreos que dominantoda la serie, aqu se han identificado fragmentosde espeleotemas y algunos cantos rodados muyalterados de basalto, como resultado del trans-porte de materiales provenientes de zonas mslejanas en procesos de carga hdrica de mayorcapacidad. Observamos un nmero significativode clastos (incluso grandes bloques de hasta 30cm) orientados en el eje mayor paralelo al estratoque indican el predominio de los procesos de

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    FIG. 3. Cueva Doble: A. Variaciones en la energa del medio sedimentario; B.Columna estratigrfica.

  • deslizamiento sobre los de rodadura. La direcciny el buzamiento general de la serie estratigrficase han medido en este nivel: 285 de direccin y25 W de buzamiento, datos que confirman queel aporte principal proviene del sector NE de lacavidad.

    N4. Potencia de 0,4 m. Nivel de gravas con ma-triz arcillosa y tamao del clasto comprendidoentre 3 y 4 cm. Granosostenido, dado que con-tiene menos matriz arcillosa que en el nivel in-frayacente y mejor seleccionado que los anterio-res. Fuerte acuamiento en el sector E, lo queprovoca su desaparicin en la zona oriental. Seobservan algunos bloques de morfologa plana yde mayor tamao que la media, sobre todo a te-cho de nivel, posiblemente debido a desplaza-mientos cercanos. La estructura se correspondecon alineaciones de clastos en forma de planosinclinados.

    N3. Potencia aproximada de 0,6 m. Grava detamao de clasto (12-15 cm) con matriz arcillosay granosostenido. Gran densidad de grandes clas-tos y poca matriz arcillosa con respecto a los ni-veles inferiores. Este nivel, por tanto, marca elmximo energtico de la serie estratigrfica. Lasestructuras sedimentarias son horizontales, conacuamiento lateral en el E. A techo puede apre-ciarse un subnivel formado por gravas similaresa las del resto, pero diferenciado por la morfo-loga de la cua. Se han identificado procesospostsedimentarios en forma de concreciones cal-creas irregulares. Tales procesos dieron lugar ala formacin de brechas calcreas que, a lo largode su cementacin, quedaron adheridas a lasparedes de la cavidad, tal y como puede apre-ciarse en los laterales SW y NE.

    N2. Potencia aproximada de 0,8 m. Se trata delnivel superficial, compuesto por arcillas y limoscon abundantes cantos rodados de 1 cm de ta-mao, aproximadamente, no granosostenido.Nivel muy suelto que presenta incipientes pro-cesos edficos en la zona superficial, sobre todocon la formacin de pequeos caliches y algunosrizotbulos procedentes de la acumulacin demateria orgnica. Se trata de la secuencia finaldel proceso de colmatacin. Circulan pequeoscauces de agua por el exiguo espacio existenteentre el techo de la cavidad y el paquete sedi-mentario. La colmatacin se aprecia en la gra-noseleccin del nivel, en el que los clastos son

    ms angulosos hacia muro y de mayor tamaoy, hacia techo, los niveles arcillosos predominansobre los detrticos.

    N1. Se trata de la brecha calcrea antes mencio-nada. Los clastos calcreos son angulosos, pocoseleccionados (heteromtricos) y cementados porcarbonato clcico de forma heterognea. Su po-sicin en la cavidad va desde los laterales de lagalera E hasta partes del techo. En algunas zonasse llega a percibir grandes bloques y en otras ni-veles de arenas cementadas. N1 se correspondecon los procesos postsedimentarios acontecidosuna vez colmatada la cavidad, con la formacinde niveles de tobas en el techo de la cueva. Laexistencia de niveles tobceos en el techo indicauna colmatacin casi completa de todo el volu-men de cavitacin, la posterior implantacin devegetacin y salida de aguas krsticas cargadasde carbonato, que precipitan en torno a los tallosvegetales.

    3. Excavacin y arqueoestratigrafa de la CuevaDoble

    La excavacin arqueolgica abordada en la CuevaDoble durante las campaas de 2002-2003 supuso laapertura de una cata de 6 m2 (columnas F-H y lneas8-10). Las plantas de las Figuras 4 y 5 muestran ladistribucin en el rea excavada de los objetos lticosy de las evidencias de fauna fsil correspondientes alos niveles 8 y 9. En total se han recuperado 167objetos lticos que representan un promedio de 29elementos/m2 y 694 restos seos (99 elementos/m2).Adems, se localizaron tambin 24 restos de carbo-nes, aunque de pequeas dimensiones y en deficienteestado de conservacin. En cuanto a los niveles su-periores, solamente el nivel 5 ha aportado algunosrestos lticos (3 objetos) y, sobre todo, una abundantecoleccin fsil de restos de rsidos. En conjunto, elpaquete formado por estos niveles superiores parececorresponderse con ocupaciones estacionales de ososque debieron utilizar la cueva para hibernar y, porello, no presenta un impacto antrpico reseable.

    H. neanderthalensis utiliza o se instala en la cuevaa partir del N8, cuando se observa un cambiobrusco en el registro fsil consignado. La proyeccinhorizontal de este nivel, en funcin de los restos l-ticos, evidencia una notable presencia de estos ob-jetos que, por otro lado, no parecen formar grandes

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  • acumulaciones. Tampoco se han constatado agre-gaciones diferenciadas segn materias primas o ca-tegoras de objetos. Las mismas apreciaciones puedenestablecerse a partir de la planta de distribucin ho-rizontal de los restos fsiles de fauna consumida porlos humanos en este nivel. La abundancia de restoses bastante mayor y su dispersin a lo largo de lasuperficie intervenida igualmente constatada. Sinembargo, hemos podido advertir la asociacin espa-cial de abundantes restos seos con marcas antrpicas(marcas de corte, paos de fractura, huesos quemadosy conos de percusin) con un fragmento de percutor,varias lascas y un objeto retocado. El N9, que cons-tituye el inicio de la sedimentacin exokrstica y dela apertura de la cavidad, ha deparado un menor

    nmero de restos lticos y seos. Aligual que en el caso anterior, tam-poco se han podido detectar aqudiferencias importantes en la distri-bucin espacial de los restos.

    La distribucin vertical de losrestos lticos pertenecientes a ambosniveles (Fig. 6) muestra que los ma-teriales arqueolgicos aparecen sinsolucin de continuidad a lo largode toda la secuencia, sin que hayasido posible establecer diacronas apartir de criterios distribucionaleso arqueoestratigrficos. Por tanto,a pesar de que el lmite y la indivi-dualizacin de ambos niveles sonclaros desde un punto de vista se-dimentario y litolgico, no parececorresponderse con la ocupacinhumana. Lo nico que queda claroal estudiar los datos estratigrficoses que la presencia neandertal en lacavidad, homognea estratigrfica-mente, se produjo en momentoscon una circulacin hdrica establey de baja energa, a diferencia de loque ocurre especialmente a partirde N5, cuando las condiciones am-bientales adquieren un sesgo altoe-nergtico y el espacio pasa a ser uti-lizado habitualmente como osera.

    4. La industria ltica

    La excavacin en la Cueva Doble ha deparadoun total de 167 objetos lticos distribuidos en losdistintos niveles de la parte baja de la secuencia(N7-9). El mayor nmero de efectivos proviene delos niveles 8 (N = 86) y 9 (N = 72), mientras queN7 ha aportado solamente 4 efectivos. El nmerode artefactos coordenados asciende a 146, que hansido distribuidos por materias primas y las distintascategoras de objetos tal y como se muestra en laTabla 1. La materia prima dominante es el slex,que contribuye con el 87,6% al total del conjunto.Las reas de captacin de todos los materiales recu-perados tienen un origen local (

  • de explotacin, tales como lascas, lascas fracturadasy fragmentos de lascas, que suman un 68,4% deltotal de artefactos. El ndice de retocados es elevado

    (1:3) y, salvo un objeto elaboradoen cuarcita, las piezas configuradassiempre tienen como soporte el slex.Por el contrario, el ndice de pro-duccin es bajo (1:26) y tan slo el3,4% de los objetos recuperados sonncleos (incluyendo dos fragmentosde ncleo y un ncleo agotado).

    4.1. Ncleos

    Se han identificado cinco obje-tos dentro de esta categora, aunquesolamente dos de ellos presentanrasgos tcnicos que permiten esta-blecer un anlisis completo del mo-delo de gestin. Sus dimensionesson 46 x 35 x 24 y 32 x 31 x 25mm. Ambos ejemplos presentanuna talla bifacial, con jerarqua yasimetra de ambas superficies. Lacara superior, explotada en nguloplano o simple, sufre una explo-tacin ms intensa, con extraccio-nes profundas, que las observadasen la cara inferior, que a su vez seexplota con ngulo abrupto y ex-tracciones marginales (Vaquero,

    1999). En uno de los ncleos las aristas de la carasuperior muestran direccin centrpeta, mientrasque en el otro caso son longitudinales. Los datos

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    FIG. 6. Proyeccin vertical del registro arqueolgico de los Niveles 8 y 9.

    FIG. 5. Planta de distribucin de restos arqueolgicos en el Nivel 9.

  • observados en estos efectivos, las conclusionesque pueden extraerse de los otros tres y los rasgosde las lascas sugieren la utilizacin preferente delmtodo longitudinal unidireccional levallois(Meignen, 1995).

    4.2. Lascas simples

    Para el estudio tipomtrico de las 50 lascas ente-ras se ha seguido una estrategia de mdulos volu-mtricos calculados a partir de la longitud y la an-chura de los objetos. Estas dos dimensionesproporcionan la medida del rea, que constituyeuna buena aproximacin al tamao de los objetos.Las distintas categoras se han establecido a partirde un intervalo de 250 mm2 y son las siguientes:L1 (2.000).El grfico de la Figura 7 muestra la distribucin delos productos en funcin de las nueve categoras es-tablecidas. En cuanto a los ndices de alargamientoy carenado, con un valor medio de 1,3 y 3,6 respec-tivamente, muestran un conjunto ltico compuestopor lascas estrechas y planas. Tal y como se reflejaen el grfico de la Figura 8, los valores para objetosde tendencia laminar y planos son altos para con-juntos del Paleoltico medio.

    En las superficies talonares, la presencia de crtexes escasa (11%), lo que indica que los mtodos detalla explotados comportan una intensa preparacinde las plataformas de percusin. En esta misma di-reccin apunta el facetado de la cara talonar, conuna presencia considerable de talones bifacetados(20%) y multifacetados (11%), aunque dominanaquellos que son unifacetados (58%). El tipo de su-perficie talonar dominante es la plataforma (89%)y sus reas reducidas.

    En cuanto a la presencia de crtex en la caradorsal, tan slo se han recuperado cinco objetoscompletamente corticales y en 18 ejemplares se ob-serva la presencia residual de corteza (36%). En estalnea de dominio de superficies dorsales no corticales,se pueden identificar los negativos de levantamientosanteriores, entre los que destacan las piezas con msde tres levantamientos. El rasgo ms significativoen este aspecto es, en clara consonancia con el altondice de alargamiento, la orientacin longitudinaly las aristas paralelas de estos negativos anteriores.La morfologa horizontal de los objetos est domi-nada por formas rectangulares, mientras que las sec-ciones transversal y sagital indican el predominiode formas triangulares o trapezoidales. Todo estoindica la presencia de mtodos de talla polarizadosen los que, considerando los ncleos como un vo-lumen rectangular, la superficie se explota longitu-dinalmente desde la plataforma de percusin situadaen uno de los laterales cortos. Esta interpretacinest en consonancia con los rasgos observados en elconjunto de ncleos.

    4.3. Lascas retocadas

    Se han recuperado un total de 29 objetos confi-gurados, que representan un 20% del total de arte-factos, un valor sin duda elevado. La distribucin deesta categora de objetos entre los mdulos de di-mensiones muestra un predominio de los objetos degran formato. El valor medio del IA e IC es de 1,6 y3,5 respectivamente. As pues, los soportes seleccio-nados para configurar se encuentran entre aquelloscon tendencia laminar y plana. Entre los 29 objetosconfigurados suman un total de 45 filos retocados,repartidos entre objetos con un nico filo retocado(N = 17), con dos filos retocados (N = 9), con tres(N = 3) y, en un caso, con el contorno completamente

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    Materias primas Ndulos Ncleos Fragmentos Lascas Frag. lascas Retocados Total

    Slex - 5 6 48 41 28 128Cuarcita - - 5 1 8 1 15Granodiorita - - - 1 1 - 2Arenisca 1 - - - - - 1Total 1 5 11 50 50 29 146

    TABLA 1. Distribucin de objetos lticos (n) por categora y materia prima.

  • configurado. Los soportes seleccionados se corres-ponden principalmente con lascas (80%), seguidasde lascas fragmentadas (10%) y fragmentos de lascas(10%).

    No expondremos detalladamente el anlisis tc-nico de los soportes de la configuracin, dado queste no difiere de los datos observados en las lascas.No obstante, sealaremos algunos aspectos de rele-vancia. La presencia de crtex es igualmente mino-ritaria (slo un objeto con la cara talonar cortical yslo tres con corteza en la superficie dorsal). Tantoel facetado de la cara talonar como el nmero de le-vantamientos en la cara dorsal indican que los so-portes seleccionados se corresponden con objetosque presentan preparacin de la superficie de per-cusin y proceden de superficies de explotacin in-tensa. As, en seis objetos, los talones son multiface-tados y en diez casos el nmero de levantamientosde la cara dorsal es superior a 4.

    De las caractersticas tcnicas de los objetos re-tocados destacaramos dos aspectos. El dominio dengulos de retoque superiores a los 55 y la presenciamayoritaria de retoques marginales, que rompenpoco la continuidad del filo. De este modo, los ne-gativos del retoque no penetran en el interior de lasuperficie. Tambin hay que subrayar la presenciaimportante de retoques realizados desde la cara dor-sal (inversos, alternos y alternantes). La delineacinse distribuye equitativamente entre las categoras decontinua, denticulada y muesca.

    Entre los 29 objetos configurados se han identi-ficado hasta 36 tipos primarios (Laplace, 1972),dado que en 6 objetos se han determinado dos tipos

    primarios diferentes y en un caso hasta tres. Ladistribucin porcentual de tipos reconocidos se pre-senta en el grfico de la Figura 9. En definitiva, losmorfotipos habituales son, por este orden, los den-ticulados (39%), las raederas laterales (33%) y lasescotaduras (22%), que destacan por sus extraccionesmarginales y su escasa transformacin de los filosnaturales del soporte. En 13 objetos existe ms deun filo retocado y la cantidad de filo afectado por laconfiguracin es, en la mayor parte de los casos,igual o superior a la mitad del contorno.

    4.4. Conclusiones

    El estudio de la coleccin recuperada indica quelas comunidades neandertales que ocuparon laCueva Doble introdujeron en el yacimiento ncleosen fases finales de explotacin y lascas de gran ta-mao obtenidas en otros asentamientos. El anlisistipomtrico muestra un porcentaje mayor de lascasde pequeo y gran formato, quedando los intervalosintermedios menos representados, lo que muestraque no est presente la secuencia completa de re-duccin. Entre las lascas de mayores dimensionesdominan las no corticales y un alto nmero de ne-gativos de extracciones anteriores, lo que indica queprovienen de fases avanzadas de la secuencia de talla.Por el contrario, las lascas con mayor presencia cor-tical se corresponden con dimensiones medias y pe-queas. El reducido tamao de los ncleos y el im-portante porcentaje de lascas de tamao pequeoindican que los ncleos entraron en el yacimiento

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    FIG. 7. Distribucin porcentual de categoras dimensionalesen lascas simples. L1 (2.000).

    FIG. 8. Distribucin porcentual de lascas simples en funcinde su ndice de alargamiento (IA) e ndice de care-nado (IC). Los intervalos son de 0,5 para el IA y de1 para el IC.

  • en un estado final de sus capacidades y que all fue-ron agotados.

    Los objetos configurados se agrupan mayorita-riamente dentro de las variables correspondientes alos elementos de mayor tamao. Estos soportes nohabran sido obtenidos en las secuencias realizadasen el yacimiento. Aunque el retoque afecta a buenaparte de los filos naturales, ste es marginal y trans-forma escasamente los formatos originales. Este as-pecto indica que los objetos no han sufrido reiteradasfases de reavivamiento o configuracin. As pues, lamayor parte de objetos se incluyen en la categorade retoques superficiales y con poca alteracin delpermetro del soporte. Igualmente, entre los mor-fotipos retocados slo contamos con una raederatransversal y ninguna convergente, tipos que se con-sideran representativos de proceso intensos de reto-que (Dibble, 1995).

    En definitiva, la industria del yacimiento de laCueva doble indica la existencia de procesos deproduccin poco desarrollados temporalmente enel interior de la cavidad. La cadena operativa estfragmentada temporal y espacialmente y parece re-conocerse una estrategia de aprovisionamiento derecursos lticos a nivel de individuos. Ncleos enestadios avanzados de explotacin, lascas de granformato y, posiblemente, objetos configurados seranintroducidos en la cavidad. Dentro de la misma sellevaran a cabo secuencia finales de explotacin y,probablemente, la configuracin de objetos comoactividades principales de talla. As pues, se man-tendra una relacin directa entre distintos asenta-mientos en el proceso de explotacin y, por tanto,ello comportara que las ocupaciones de la cavidadpodran haber tenido una escasa amplitud temporal(Figs. 10 y 11).

    5. Zooarqueologa y tafonoma

    La identificacin taxonmica a nivel de especiede los fsiles recuperados en los distintos yacimientosdel Valle de Tsutskhvati fue llevada a cabo por elpaleontlogo georgiano D. Vekua (Tushabramis-hvili, 1978). Las especies representadas en el vallese han tomado como referencia para adscribir losfsiles a las categoras de talla (Tabla 2). El total derestos analizados asciende a 694 fsiles de herbvorosprocedentes de los niveles 8 y 9. De stos, 489 per-tenecen al N8 y 205 al N9.

    5.1. Composicin anatmica y taxonmica

    De los 694 fsiles recuperados, el 99% est cons-tituido por restos seos y el 1% por piezas dentariasaisladas. El porcentaje de identificacin anatmicaes de un 40,7% (N8) y 15,1% (N9). El 59,3 y el83,9% respectivamente de los restos que no se hanidentificado anatmicamente corresponden a huesoslargos o planos que han podido ser atribuidos a unelemento esqueltico concreto o a restos no identi-ficados. Prcticamente la mitad de los fsiles recu-perados (45% de promedio entre los dos niveles)no se han podido atribuir a ninguna talla. Entre lasdiferentes categoras de peso de los animales, la tallamedia es la que concentra un mayor nmero de res-tos (prom. = 24,3%), seguida de la grande (19,2%)y la pequea (11,5%).

    Si tenemos en cuenta los fsiles recuperados,observamos que algunos elementos esquelticos noaparecen en esta coleccin. ste es el caso, porejemplo en N8, de mandbulas y maxilares, carpales,rtulas, fbulas y tarsales. Existe una notable infra-rrepresentacin de los extremos distales de las ex-tremidades, que no aparecen o estn presentes enun nmero muy escaso (6 falanges y 2 sesamoideos).Los restos ms abundantes son los huesos largos,pertenecientes a extremidades, pero que no han po-dido atribuirse a un elemento concreto. Su repre-sentacin en el N8 (37,2%), por ejemplo, es mayorincluso que la de los restos no identificados (27%).La composicin anatmica de N9 es mucho msfragmentaria, con muchos elementos presentes por

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    0

    5

    10

    15

    20

    25

    30

    35

    D13 D21 D23 R11 R21 R22 A13

    %

    FIG. 9. Tipos primarios entre los objetos retocados (Laplace,1972). D21, escotadura simple; D13, denticuladomarginal; D23, raedera denticulada; R11, raederalateral marginal; R21, raedera lateral; R22, raederatransversal; A13, abrupto marginal.

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    FIG. 10. Ejemplos de lascas simples.

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    FIG. 11. Cueva Doble, instrumental ltico: 1. Ncleo levallois; 2-4, 7 y 10. Raedera lateral marginal; 5. Raedera transversal;6 y 11. Denticulado marginal; 8. Escotadura simple; 9. Lmina.

  • un nico ejemplar (crneo, mandbula, metacarpo,ulna, tibia y tarsales).

    El NMI (Nmero Mnimo de Individuos) calcu-lado para ambos niveles es de 5. La talla grande estrepresentada por 3 individuos, 4 la mediana y 3 lapequea. Aunque las edades de muerte de los animalesrepresentados muestran un equilibrio entre adultos einmaduros, debemos destacar que el 71% de los restosrecuperados en ambos niveles corresponden a adultos.El escaso NMI calculado puede atribuirse, por unlado, a la escasa presencia de restos dentales y, porotro, a la fuerte fragmentacin de la asociacin fsil.

    El NME (Nmero Mnimo de Especmenes)calculado asciende a 36 y 25 elementos respectiva-mente para los N8 y N9. En general, los elementosms abundantes pertenecen al esqueleto apendicular,seguido del axial. Los elementos craneales son esca-sos. En el comportamiento por tallas (Figs. 12 y13) vemos cmo la grande y la media presentan

    unos valores similares en todos los segmentos. Latalla pequea, por su parte, no ha proporcionadoelementos craneales y el esqueleto axial est presentepor un nico elemento en el N8. El NME calculadoes bajo, lo que indica que los esqueletos de los indi-viduos identificados estn incompletos.

    Esta baja integridad es mucho ms evidente sitenemos en cuenta los datos que proporciona el N-mero Mnimo de Elementos Esperados (NMEE).En general ste es muy bajo. En el N8, el valor mselevado es para la talla pequea con un 7,2% mien-tras que la talla media ofrece el porcentaje ms bajocon un 4,4%. En el N9, por el contrario, el valorms elevado es para la talla grande (9,6%), mientrasque la talla mediana contribuye con un 1,6%. Labaja representacin esqueltica de los individuosidentificados, unida a la abundante presencia defragmentos no identificados, sugiere la existencia deprocesos que producen un gran nmero de astillas.

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    Especies Cueva del Bronce Cueva del Bisonte Cueva del Oso Cueva Superior

    PERISODCTILOS

    Equus caballus X X

    Stephanorhinus X

    ARTIODCTILOS

    Bos/Bison priscus X X X X

    Cervus elaphus X X X

    Sus scofra X X

    Capra caucasica X X X

    Rupicapra X

    Alces X X

    CARNVOROS

    Ursus spelaeus X X

    Meles meles X

    Canis lupus X X

    Vulpes vulpes X

    Lynx lynx

    Panthera pardus X

    Martes martes

    Mustela nivalis

    TABLA 2. Especies faunsticas identificadas en el Valle de Tsutskhvati (Tushabramishvili, 1978).

  • En este sentido debemos destacar que, por ejemplo,en el N8 nicamente han aparecido enteros 2 sesa-moideos y 1 pieza dentaria, mientras que el resto defsiles presentan algn tipo de rotura.

    Si nos centramos en las dimensiones de los restosrecuperados, la categora que concentra mayor n-mero de restos es la B, es decir, los fsiles con longi-tudes entre 2 y 5 cm (prom. = 52,3%), seguida porla categora A (

  • se concentra siempre en los elementos que presentanun mayor contenido crnico. La localizacin de lasmarcas de corte en los elementos esquelticos hapermitido identificar diferentes actividades relacio-nadas con los procesos de carnicera: extraccin depiel, desarticulacin y descarnacin, esta ltima lams abundante de todas. La desarticulacin y la ex-traccin de piel tienen una representacin menor.No hay evidencias de extraccin de piel en animalesde talla grande ni evidencias de desarticulacin entalla media. La nica talla que muestra evidenciasde todas las actividades es la talla pequea.

    5.2.2. Cremacin

    La exposicin de los restos a los efectosdel fuego es la alteracin de origen antr-pico que ha modificado mayor nmero defsiles (12,07 y 20% del total, respectiva-mente en N8 y N9). No se han halladofsiles que presenten el grado mximo decremacin (grado 5: coloracin blanca/cal-cinacin), aunque este estadio se ha ob-servado de manera puntual en algunosejemplares que muestran grado 4 (colora-cin gris). Un promedio del 34,4% de losfsiles quemados se concentran en el grado3 (coloracin negra que indica un estadiode carbonizacin), mientras que el grado4 contribuye con un promedio del 29,6%.

    La mayora de los restos quemados per-tenecen al grupo de no identificados, se-guido de los fsiles adscritos a talla media(que en el caso de N9 concentra tambinla mayor parte de restos quemados engrado mximo). Si tenemos en cuenta lasdimensiones de los fsiles quemados, ve-mos que la categora A (10 cm). Todos los fsiles que pertenecena la categora C (5-10 cm) presentan cre-macin en grado 1. Por tanto, parece ob-servarse que a mayor grado de cremacinmenor es la longitud de los fragmentos,siendo los fsiles con grados iniciales los

    de mayores dimensiones. Este hecho podra sugerirque el fuego ha podido influir en la fracturacin delos restos.

    5.2.3. Mordeduras

    La presencia de fsiles intervenidos por carnvo-ros es escasa. nicamente se han observado morde-duras en 9 ejemplares en N8 (1,84% respecto deltotal) y 1 en N9. No existe una seleccin aparentede tallas o de elementos esquelticos intervenidos.

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    FIG. 14. Alteraciones tafonmicas observadas en los fsiles delNivel 8.

    FIG. 15. Alteraciones tafonmicas observadas en los fsiles delNivel 9.

  • La talla grande presenta 4 res-tos intervenidos (1 hmero, 1coxal, 1 tibia y 1 hueso planono identificado). Por su parte,en la talla media hay 1 coxal y1 costilla, mientras que en latalla pequea hay un fragmentode difisis de hmero. Los hue-sos restantes corresponden afragmentos no identificados nianatmicamente ni a nivel detallas. No se han identificadorestos digeridos ni tampocorestos que presenten alteracinpor enzimas salivares.

    Siguiendo la metodologade Andrews y Fernndez-Jalvo(1997) se ha tenido en cuenta el tipo de mordeduray su localizacin en los restos. Se han identificadodepresiones en 5 huesos y surcos en 8. La mayorade estas evidencias (11) se localizan en las difisis, sibien se han hallado 2 fsiles que muestran las mor-deduras en epfisis y 1 en un borde de fractura. Lossurcos tienden a disponerse de forma transversalal eje mayor de los fragmentos. Los fsiles interve-nidos no aparecen mordidos profusamente. As,las mordeduras normalmente se concentran en gru-pos de dos o bien aparecen de manera aislada. Elnmero de restos mordidos es bajo para poder asig-narlos a un carnvoro concreto. Al mismo tiempo,los elementos esquelticos intervenidos no permitenestablecer un patrn de consumo. Sin embargo, sicomparamos el tamao de las mordeduras observa-das en los fsiles del N8 (0,6-2,5 mm, siendo msabundantes las comprendidas entre 0,6-1,5 mm)con los datos proporcionados por Andrews y Fer-nndez-Jalvo, observamos que podran haber sidoproducidas por un carnvoro de pequeo tamao.Estos autores indican que un rango de mordedurasentre 1,1 y 3,7 mm se ajusta a las huellas dejadaspor zorros.

    5.2.4. Pisoteo

    Esta alteracin se ha observado sobre 24 fsilesen N8 y 7 en N9, lo que supone un promedio del4,16% del total de restos recuperados. Se caracterizapor la presencia de estras ms o menos lineales con

    fondos de seccin en U y que se organizan de ma-nera aislada o concentrada sobre la superficie. Estasestras no presentan ningn modelo de localizacinclaro. En la mayora de las ocasiones se disponen de

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    LM. 1. Fragmento de hueso largo de animal de talla mediana con marcas decorte (N8).

    LM. 2.Fragmentos de huesos largos de animal de talla me-diana con marcas de corte (N9).

  • manera transversal al eje longitudinal del hueso.Esta alteracin afecta de forma indiscriminada a loselementos esquelticos y a las tallas de los animales.Las tallas media y grande son las que mayor nmerode restos alterados concentran. Entre los elementosesquelticos, los huesos largos sin identificar sonlos ms abundantes. Los fragmentos con pisoteopresentan tambin otras alteraciones, principal-mente, las pigmentaciones por xido de manganeso.Tambin hay un 16% de fsiles que muestran re-dondeamiento y un 12% pulido. nicamente unfsil con pisoteo est quemado.

    5.2.5. Abrasin hdrica

    La presencia de redondeamiento y/o pulido departe o toda la superficie de los fsiles sugiere laexistencia de procesos de abrasin hdrica. Estas al-teraciones afectan al 10,02% de restos recuperadosy el pulido al 5,52%. Sin embargo, se manifiestanmayoritariamente en estadios iniciales. La mayorparte de los restos redondeados no presentan pulido.El pulido, por su parte, aparece de manera aisladaen menos ocasiones. La abrasin hdrica afecta demanera indiscriminada a los elementos esquelticosy a las diferentes tallas. Los fsiles alterados ofrecenunas dimensiones heterogneas en la que predomi-nan los restos adscritos a las categoras B (2-5 cm) yC (5-10 cm), por lo que podemos sugerir que tam-poco existe una seleccin en el tamao de los fsiles.La baja representacin de esta modificacin, juntoa la presencia de grados de alteracin iniciales y laheterogeneidad de las dimensiones de los restos, nosindica que las corrientes hdricas fueron de bajaenerga.

    5.2.6. Corrosin qumica y oxidaciones

    Un promedio del 50,25% de los restos presentala superficie pigmentada de coloracin negra. Dichacoloracin, que puede localizarse de manera con-centrada o generalizada en los fsiles, se debe a laprecipitacin de xido de manganeso. La alteracinpor manganeso se ha observado de manera indiscri-minada en todos los elementos esquelticos (tantorestos seos como piezas dentales) y en todas las ta-llas. No existe ninguna relacin entre la longitud de

    los fragmentos y la presencia de manganeso. Almismo tiempo, no se han hallado diferencias signi-ficativas en el grado de pigmentacin que puedanrelacionarse con la posicin de los fsiles sobre elsubstrato.

    5.2.7. Fracturacin

    Uno de los rasgos ms significativos es el elevadogrado de fracturacin (Lms. 3 y 4). Recordamosque nicamente 6 restos seos estn enteros, lo quesupone que el 99,13% de los huesos presenta algntipo de fractura. Se han analizado las fracturas de80 huesos largos mayores de 4 cm en N8 y 65 enN9. Estos fsiles han proporcionado un total de614 paos de fractura analizables. La delineacinde las fracturas tiende a ser curvada con ngulospredominantemente oblicuos seguido de los mixtosy bordes mayoritariamente suaves. Estos resultadosson similares a los proporcionados por el yacimientode Fontbrgoua, donde se concluy que la fractura-cin en fresco era de origen antrpico (Villa y Mahieu,1991). La relacin existente entre la longitud de lafractura y su circunferencia muestra un predominiode longitudes

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    LM. 3. Fragmentos de difisis con impactos de percusin y fracturas en fresco (N8).

    LM. 4. Conos de percusin (N9).

  • 5.3. Interpretacin de las asociaciones fsiles

    El estudio tafonmico de los materiales recupe-rados se ha realizado agrupando los fsiles segn lacategora de peso a la que pertenecen los animales.De esta manera, la talla media (25,2% en N8 y23,4% en N9) es la que mayor nmero de restospresenta en ambos niveles, seguida de la talla grande(18,4% - 20%). En lo que respecta a la talla pe-quea, en el N8 proporciona un valor muy alejadodel ofrecido por las otras dos (7%) mientras que enel N9, el porcentaje est muy prximo al de la tallagrande con un 16,1%. En ambos niveles, ningunade las tallas tiene representados todos los elementosque componen su esqueleto. Aun as, en los dosconjuntos la mejor representacin esqueltica es para

    los animales de talla grande. En el N9, el sesgo ana-tmico de los animales de talla media es muy evi-dente, puesto que nicamente se han recuperado 4elementos. En cuanto a la representacin de los dis-tintos segmentos anatmicos, siempre es el esqueletoapendicular el que concentra mayor nmero de f-siles, si bien la mayor parte de esos fragmentos co-rresponden a huesos largos que no han podido iden-tificarse anatmicamente.

    Una constante en ambos niveles es la prctica au-sencia de elementos apendiculares distales (metpo-dos, carpales, tarsales, falanges y sesamoideos). La es-casez de estos elementos, como veremos ms adelante,no puede explicarse por la intervencin de mecanis-mos tafonmicos que haya llevado a una destruccindiferencial de los elementos representados. El hecho

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    FIG. 16. Delineacin, ngulo y borde de las fracturas de los huesos largos del Nivel 8. Relacin entre la longitud de difisis y sucircunferencia (Fontbrgoua= Fracturacin antrpica; Sarrians= Fracturacin por presin de sedimentos; Besouze=Fracturacin por cada de bloques).

  • de haber recuperado otros elementos, como serancostillas, que por sus caractersticas de fragilidad tam-bin hubiesen desaparecido, permite plantear la po-sibilidad de que este fenmeno se deba a que dichoselementos se localizaran en otro lugar del yacimiento,que no han sido afectados por los trabajos de excava-cin, o que se deban a un fenmeno selectivo. No seha observado que exista ninguna distribucin espacialque haga pensar en la posibilidad de hallar agrupa-ciones de elementos esquelticos concretos, puestoque en la zona intervenida se localizan fragmentospertenecientes a todos los segmentos anatmicos. Portanto podra tratarse de un fenmeno selectivo quepudiera estar relacionado con el modo en el que losanimales llegaron a la cavidad.

    Si la desigual representacin de los esqueletos sedebiese a la intervencin de agentes tafonmicosbiostratinmicos, stos deberan ser capaces de rea-lizar un transporte selectivo de determinadas partesesquelticas. La abundancia de evidencias antrpicasidentificadas en los fsiles (marcas de corte, crema-cin, fracturacin) junto a la presencia de abundanteindustria ltica parece conferir a los homnidos unpapel protagonista en dicha formacin. Sin embargo,los homnidos no son el nico agente que ha inter-venido, puesto que se ha identificado la accin deotros procesos tafonmicos. En este sentido, losagentes que pudieron agrupar restos se limitan alos carnvoros o a las corrientes hdricas, aunque lasevidencias dejadas por estos ltimos muestran unaincidencia escasa. As, la intervencin de carnvorosse limita a la presencia de mordeduras en un 1,84%de los fsiles recuperados en el N8 y a un 0,49%en el N9. Las dimensiones de dichas mordeduras

    oscilan entre 0,6 y 2,5 mm para el N8 y entre 0,7y 1,4 mm para el N9. Estas dimensiones indican laaccin de carnvoros de pequeo tamao, proba-blemente zorros. Este hecho, unido a la ausencia deuna composicin anatmica y taxonmica caracte-rstica y a la ausencia de agrupaciones o dispersionescreadas por estos animales, sugiere que no son loscausantes de la acumulacin.

    Tambin existen criterios para descartar que lasasociaciones fsiles se deban a la accin de corrientesagua. Si bien las corrientes hdricas han modificadolos restos seos produciendo redondeamiento y pu-lido, los grados de alteracin que presentan los restosson moderados en ambos niveles arqueolgicos. Estehecho, unido a que no se han observado orientacionespreferenciales ni seleccin por tamaos ni tampocoagrupaciones significativas, sugiere que las corrientesdebieron tener una energa baja, lo que implicara suincapacidad para agrupar restos. Al mismo tiempo,hay que aclarar que se descarta la accin de otrosagentes biolgicos que tradicionalmente se consideranacumuladores de restos, como sera el caso de los ro-edores (Brain 1981), puesto que no se han halladoevidencias de la intervencin sobre los fsiles.

    La actividad antrpica identificada en los dos ni-veles debi ser intensa, como prueba la abundanciade huellas dejadas por los homnidos. Si tenemos encuenta los tres tipos de modificaciones que producenlos humanos (marcas de corte, fracturacin y cre-macin), en el N8 existe un 27,8% de fsiles antro-pizados, mientras que en el N9 es de un 44,9%.

    A travs de las evidencias identificadas podemosconstatar que los homnidos centraron su actividaden las secciones anatmicas de mayor contenido en

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    FIG. 17. Evidencias de fracturacin antrpica observadasen la asociacin fsil de N8.

    FIG. 18. Evidencias de fracturacin antrpica observadasen la asociacin fsil de N9.

  • nutrientes como son el segmento apendicular y elaxial. Los grupos neandertales que habitaron estacueva extraan la piel, descarnaban y desarticulabanlas carcasas para extraer los tejidos blandos externos.Estas actividades han quedado reflejadas a travs delas marcas de corte. En ambos niveles se han identi-ficado incisiones, aserrados y raspados, aunque no sehan documentado tajos. La mayor parte de las marcasde corte se han relacionado con la descarnacin.

    La explotacin no se limit a los nutrientesblandos externos de los animales, sino que tambinafect a los nutrientes contenidos en el interior delos huesos. Los homnidos accedieron a dichos nu-trientes mediante la utilizacin de dos tcnicas defracturacin. Por un lado, la percusin directa(Blumenschine y Selvaggio, 1988; Johnson, 1989;Peretto et al., 1996), usada principalmente sobre loshuesos largos de las extremidades. Por otro lado, laflexin o peeling (White, 1992) utilizada en costillas.Tambin se ha observado peeling en algunos huesoslargos, sin embargo, la imposibilidad de romper unhueso fresco mediante flexin sugiere que esta tc-nica fue utilizada tambin como una asistencia dela percusin directa para acabar de separar las astillasde hueso resultantes de la fractura (Cceres, 2002).La fracturacin directa para acceder a la mdulaafect mayoritariamente a las difisis de los huesoslargos, dando lugar a un patrn claro de explotacin.Estos patrones tambin son evidentes en otros ele-mentos esquelticos como son las falanges. stasfueron siempre fracturadas golpeando en el centrode la difisis, lo que produjo fracturas transversalesy la desaparicin de una de las epfisis. Las evidenciasde fracturacin antrpica son claras, como as loatestiguan los abundantes estigmas identificados(percusiones, lascas y conos de percusin, extrac-ciones corticales y medulares, puntos de impacto yesquirlas parsitas). Adems, el anlisis de los paosde fractura ha puesto de manifiesto que la fractura-cin que presentan los fsiles es tpica de conjuntosantrpicos donde la manipulacin sea est enca-minada al consumo de los nutrientes internos delos huesos (Villa y Mahieu, 1991).

    La utilizacin del fuego por los paleopobladoresha quedado manifiesta en los dos niveles analizados.Cuantitativa y cualitativamente dicha utilizacin esms evidente en el N9, puesto que ha modificadoms restos y en mayor grado de cremacin. Cuandoen un resto quemado se han observado otras evi-dencias antrpicas, la incidencia del fuego siempre

    es posterior. En conjunto, la cremacin que presen-tan los restos seos indicara que la exposicin alfuego pudo estar relacionada, por un lado, y comoprincipal utilizacin, con el consumo de nutrientesanimales (grados iniciales de cremacin) y, por otro,con el abandono de los huesos una vez consumidosdichos nutrientes (grados de cremacin avanzada).

    Hasta este momento hemos visto cmo el com-portamiento de los homnidos en los dos niveles essimilar, si bien parece apreciarse un mayor grado deactividad en el N9. En todo caso, podemos afirmarque las actividades desarrolladas por los homnidosparecen intensas sobre los recursos animales y proba-blemente utilizaron la cueva como un refugio de tem-poralidad media o como un campamento estacio-nal. Como ya se ha mencionado, la intervencin decarnvoros es escasa y se relaciona con ejemplaresde tamao pequeo. La actividad desarrollada porestos animales debe ser entendida como el resultadode visitas puntuales, probablemente como una es-trategia de merodeo espordico en busca de nu-trientes abandonados por los humanos. A juzgarpor los bajos porcentajes de modificacin, cabe decirque estas visitas debieron ser poco fructferas.

    Como producto del desarrollo de actividades an-trpicas en el interior de la cavidad y, probablemente,como resultado de las visitas espordicas de los car-nvoros, pudieron producirse desplazamientos delos materiales ya depositados en la superficie sobrela que transitaron ambos agentes. Debido a ese trn-sito algunos restos pudieron sufrir friccin contra elsustrato dando lugar de este modo a la presencia depisoteo.

    En ninguno de los dos niveles se han hallado evi-dencias de exposicin subarea. Este hecho podraindicar que los materiales fueron depositados en unlugar en el que no quedaron expuestos a los rayossolares o que los restos se sedimentaron con ciertarapidez. La ausencia de modificaciones producidaspor vegetacin, bsicamente la corrosin qumicapropia de las races, sugiere que la cavidad no disponade una entrada de luz constante que permitiese el de-sarrollo de vegetacin. La ausencia de luz viene dadatambin por la presencia de pigmentaciones porxido de manganeso que sugiere que en el interiorde la cueva existan unas condiciones de penumbra.Recordamos que la precipitacin de xido de man-ganeso necesita ambientes hmedos y aerbicoscon un pH cercano a neutro, dnde pueden desa-rrollarse las bacterias causantes de la pigmentacin.

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  • Esta modificacin ha alterado al 57,06% de los res-tos del N8 y al 42,44% de los fsiles del N9. Lamayor presencia de esta modificacin en el N8 po-dra sugerir que las condiciones ambientales en esenivel fueron altamente cavernarias.

    La intervencin de corrientes hdricas (abrasin)se ha manifestado en distintos grados de modifica-cin, siendo mayoritariamente representativos losestadios incipientes. Ello sugiere que las corrientestuvieron, por norma general, un carcter difuso deescorrenta con una energa moderada-baja.

    6. Palinologa de la Cueva Doble

    Se han analizado un total de 14 muestras proce-dentes de la excavacin realizada durante la campaa

    2002. Las muestras han sido sometidas al procesohabitual del anlisis palinolgico, obtenindose dostipos de resultados: el estrictamente polnico y elque hace referencia a la palinofacies. Las muestrasse han tratado segn la tcnica de Goeury y Beaulieu(1979), ligeramente modificada siguiendo directricesde Girard y Renault-Miskovsky (1969) y segn elprotocolo desarrollado por Burjachs (1990; Burjachset al., 2003). Los porcentajes se han calculado ni-camente para el grupo de palinofacies que incluyealgas, hongos y zoorrestos. Los resultados del anlisispolnico se expresan en nmeros absolutos. Se hanelaborado dos diagramas, el primero en funcin delos valores absolutos de polen (Fig. 19) y el segundoen funcin de los porcentajes de palinofacies (Fig.20). En este ltimo diagrama se incluyen adems laconcentracin de microcarbones (charcoal), calculada

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    FIG. 19. Diagrama de presencia de taxones de anlisis polnico en los diferentes niveles estratigrficos de la Cueva Doble.

  • en funcin de los valores absolutos de representa-cin. En lo referente a los clculos de palinofacies,se han excluido de la suma los taxones Leiospherae,clulas y Pseudosquizaea, por tener una filiacinecolgica indeterminada. Por otro lado, para elclculo de la concentracin palinolgica de palino-morfos y microcarbn se ha utilizado el mtodo vo-lumtrico (Loublier, 1978).

    6.1. Resultados polnicos por niveles estratigrficos

    N3. Los resultados obtenidos en este nivel, elms rico polnicamente, nos han permitido cal-cular el porcentaje de AP/NAP (relacin ArbreoPolen/No Arbreo Polen). El paisaje vegetal secaracterizara por una gran cobertura arbrea(91% de AP), donde predominaran localmenteavellanos y alisos, que se desarrollan generalmenteen ambientes dominados por una humedadconstante. Junto a estas formaciones boscosastpicamente termfilas (mesfilas) encontrara-mos hayas (Fagus), carpes (Carpinus), castaos(Castanea) y enebros/cada/sabinas (cf. Juniperus).Probablemente, de las montaas regionales lle-garan los plenes de pino (Pinus spp. tipo di-ploxylon) y abedul (Betula). Asimismo, tal comocorresponde a hbitats antropizados, abundan

    los taxones ruderales: asterceas, quenopodiceas,gramneas silvestres y algunos helechos.

    N5. Muestra de bajo contenido polnico sin va-lidez estadstica y poco representativa. Del estratoarbreo nicamente han podido identificarse pi-nceas y, del estrato herbceo, quenopodiceas yasterceas ligulifloras.

    N6. El espectro polnico reflejado incluye pin-ceas, robles (Quercus caducifolios) y abedules. Elestrato arbustivo aparece representado por brezos(Erica) y jaras (Cistaceae). En cuanto a las plantasherbceas han podido identificarse quenopodi-ceas, gramneas silvestres (Poaceae) y llantenes(Plantago).

    N7. En este caso, y a pesar de que el paisaje se-guira dominado por pinceas, vuelve a docu-mentarse la presencia de enebro/cada/sabina yaparece el nogal (Juglans) como representantedel bosque caducifolio. No ha podido determi-narse ningn elemento vinculado a la vegetacinarbustiva y las plantas herbceas estn represen-tadas por gramneas silvestres y asterceas, enesta ocasin del tipo ligulifloras. A pesar de ello,hay que destacar que se han identificado algunosejemplares de Plantago (llantenes). Contamostambin con la presencia de esporas monoletasde helechos, lo que indica la existencia de ungrado persistente de humedad.

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    FIG. 20. Diagrama de frecuencias relativas del anlisis de palinofacies en los diferentes niveles estratigrficos de la CuevaDoble.

  • N8. El paisaje incluye robles, enebro/cada/sabinay pinceas. La vegetacin herbcea est presididapor poceas (gramneas silvestres) y otros taxonesde la categora de vegetacin ruderal (asterceas).Parece que las condiciones de humedad se man-tendran, dado que se ha identificado nuevamentela presencia de esporas monoletas (helechos).

    N9. En este caso interpretamos que estamosante una formacin mixta de pinceas (confe-ras), encinas/coscoja (Quercus perennifolios) yenebro/cada/sabina, que conviviran con cadu-cifolios como el carpe y el aliso (Alnus), este l-timo vinculado ms concretamente a los bosquesde ribera. De las montaas regionales proven-dran parte de los plenes de pinceas y abedul.Por otro lado, no existe representacin en lo re-ferente al estrato arbustivo. En cuanto a las plan-tas herbceas se detecta de nuevo la presencia detaxones ruderales, tales como quenopodiceas,gramneas silvestres (Poaceae) y asterceas liguli-floras y tubulifloras. En este nivel han sido iden-tificadas tambin las esporas monoletas, el gnerode helecho Polypodium y las higrfitas ciperceas,que incidiran en la existencia de humedad am-biental, quizs algo ms acentuada en este nivel.Cabe destacar que nicamente en este nivel sehan identificado rosceas.

    6.2. Resultados e interpretacin global

    La representacin taxonmica del paisaje aso-ciado a la secuencia arqueolgica est presidida esen-cialmente por bosques mesfilos, formados por ro-bles en general (Quercus caducifolios), castao (tipoCastanea), carpe (Carpinus), nogal (Juglans) y haya(Fagus). Junto a estas formaciones, quizs en las zo-nas ms degradadas o de suelos menos profundos,hallaramos rboles y/o arbustos de carcter xerfilocomo pinos (Pinus), e incluso de tendencia medite-rrnea como encinas y coscojas (Quercus perennifo-lios), oleceas y enebro/cada/sabinas (cf. Juniperus).Tambin ha podido documentarse la presencia deuna comunidad de ribera (junto a cursos de aguapermanentes), formada por avellano (Corylus) y aliso(Alnus). El abedul (Betula) y el pino provendran delas montaas regionales.

    Del estrato arbustivo, siempre mal representadopolnicamente, nicamente se ha identificado el brezo(Erica spp.), jara y heliantemo (Cistaeceae), y el ro-mero (Rosmarinus). El resto del espectro polnico est

    compuesto por taxones herbceos. Los ms repre-sentados son las gramneas silvestres (Poaceae); las lo-cales Asteraceae (plenes no anemfilos), tanto deltipo Liguliflorae como Tubuliflorae (p. e. margaritas,dientes de len, chicoria, etc.); las ruderales (nitrfilas,antrpicas), Chenopodiaceae (bledo, amaranto, ceni-zos, armuelle borde), Plantago (llantenes) y tambinlas higrfitas Cyperaceae. Se han determinado tambinalgunas esporas de Pteridfitos; es el caso del helechoPolypodium y esporas del tipo monoletas.

    No existen datos significativos que nos permitanrealizar interpretaciones complejas en cuanto a laevolucin del paisaje en el entorno del yacimiento.De todos modos, podemos concluir que la vegetacinarbreo-arbustiva estara compuesta en el N9 bsi-camente por pinceas, abedules, enebro/cada/sabina,carpes, encinas y alisos. La presencia de esporas dehelechos asociada a la aparicin del alga Gloeotrichia,as como a la del indeterminado Leiospherae, tam-bin relacionado con el mundo algal, nos indicaque existiran unas condiciones de humedad ms omenos constantes o incluso que se produciran en-charcamientos puntuales en la cavidad. En el N8desaparece el abedul y el roble acompaa a pinceas yenebros. Vuelven a aparecer las esporas de helechosy contamos tambin con la presencia de Pseudos-quizaea, que indicara que parte del sedimento queconforma este nivel pudo llegar en forma de arroyada(surgencia krstica).

    De los datos polnicos se deduce una presenciaimportante de vegetacin mesfila, con bosques ca-ducifolios, que implica la existencia de un climatemplado y hmedo a lo largo de la secuencia ar-queolgica, en consonancia con los abundantes epi-sodios interestadiales D/O registrados en el inter-peniglaciar del EIO3. La palinofacies informa de lapresencia de agua encharcada en el N9 (presencia dealgas) y un probable momento de reactivacin de lasurgencia de agua debido a la determinacin dePseudoschizaea, fenmeno que se repite en los niveles3 y 8.

    7. Discusin

    La regin caucsica parece que, al igual que laPennsula Ibrica, fue testigo de la pervivencia de lasltimas comunidades con tecnologa del Paleolticomedio (Adler, 2002; Adler et al., 2006; Adler et al.,2008), y por tanto presumiblemente de neandertales,

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  • en Europa. Como en arqueologa los debates entorno a las causas y naturaleza de los cambios ytransiciones son focos de atraccin y de incitacina nuevas investigaciones, cualquier informacinnueva procedente del Cucaso es siempre bienvenida(Hovers y Kuhn, 2005; McBrearty y Brooks, 2000;Stiner, 2002). Esta regin es un nudo de comuni-caciones, ruta de paso entre Asia y Europa y, portanto, un lugar especialmente interesante para com-probar los ritmos de los cambios, como ya ha de-mostrado el yacimiento de Dmanisi para la primeramigracin fuera de frica (Gabunia et al., 2001;Vekua et al., 2002).

    La regin transcaucsica (Repblica de Georgia)se sita en el borde de las dos zonas donde se docu-menta en primera instancia la aparicin del Paleolticosuperior euroasitico al filo de los 40 Ka.: OrientePrximo y Europa del Este (Bar-Yosef, 2000; Coheny Stepanchuk, 1999; Kozlowski, 2000; Kuhn et al.,1999). Ciertamente, el registro ltico correspon-diente al Paleoltico medio seala afinidades con lasregiones vecinas del sur, con Oriente Prximo, y nocon los conjuntos situados al norte (Adler, 2002;Beliaeva y Lioubine, 1999; Dibble y Holdoway,1990; Otte, 1998). Sin embargo, contrariamente alo que debera presuponerse por las relaciones cul-turales ms estrechas con las regiones meridionales,el extenso programa de dataciones realizado en elyacimiento georgiano de Ortvale Klde indica lapervivencia del Paleoltico medio hasta ~38 Ka. yla aparicin del Paleoltico superior en ~33 Ka.,coincidiendo con las fechas obtenidas en la vertientenorte del Gran Cucaso (Mezmaiskaya) y la Penn-sula de Crimea (Adler, 2002; Adler et al., 2008;Chabai y Monegal, 1999; Golovanova et al., 1999,2006; Hoffecker y Cleghorn, 2000; Marks y Chabai,1998; Tushabramishvili et al., 2002). Por tanto, pa-rece que esta regin se mantuvo aislada del primerimpulso que supuso la aparicin y expansin delos cambios biolgicos y culturales que definen alPaleoltico superior y no ser hasta un segundo mo-mento, en torno a los 33 Ka., cuando semejantescambios alcancen la regin del Mar Negro (Amir-khanov et al., 1993; Hoffecker, 1999; Kozlowski,1998; Otte y Kozlowski, 2001; Tushabramishvili etal., 1999).

    El registro arqueolgico del Paleoltico medioen la regin es muy rico y variado, pero, desafortu-nadamente, los datos aportados provienen de exca-vaciones antiguas (Tushabramishvili, 1978). La nica

    excepcin a esta regla se corresponde con el proyectoacometido entre 1997-2001 en Ortvale Klde, queen la actualidad marca las lneas bsicas sobre la in-vestigacin del Paleoltico medio en esta regin yaporta las primeras interpretaciones complementa-rias sobre la conducta de las comunidades neander-tales antes de la llegada de los primeros modernos(Adler, 2002; Adler y Tushabramishvili, 2004; Adleret al., 2006a y b; Adler et al., 2008). En este abrigose han documentado 5 niveles correspondientes alPaleoltico medio y tres al Paleoltico superior. Laocupacin neandertal ha sido datada por ESR, TLy 14C entre 44 y 38 Ka. (niveles 7-5) (Adler et al.,2008). En este yacimiento se ha documentado lacaza activa de individuos juveniles de cabra cauc-sica (~85%), la utilizacin preferente de modelosunidireccionales de gestin levallois y de equipos l-ticos dominados por las raederas y una organizacinde la explotacin del territorio mediante ocupacionesestacionales (Adler, 2002; Tushabramishvili et al.,2002).

    Las hiptesis interpretativas proponen que lascomunidades neandertales que ocuparon el Cucasomeridional formaban parte de una red social y cul-tural demarcada por la cordillera caucsica al nortey los Montes Zagros al sur y que esta regin consti-tuy uno de los ltimos reductos geogrficos de las,cada vez ms menguadas, poblaciones europeas au-tctonas (Adler et al., 2006a; Bar-Yosef et al., 2006).Ciertamente, a partir de la incursin de Homo sapiensen el territorio Europeo (~40 Ka.) y su progresivoavance, los neandertales comenzaron a replegarseen sus reas refugio que, hacia los 35 Ka., incluanlos extremos europeos (la Pennsula Ibrica y el Cu-caso) o la Dordoa francesa. La pujanza de las nuevaspoblaciones de origen forneo y el papel jugado porel foco oriental en el desarrollo del Paleoltico supe-rior debieron favorecer el fin de las tradiciones tc-nicas del Paleoltico medio en la regin caucsica,mientras que aquellos otros situados en el cul-de-sacextremo del occidente europeo (el sur de Iberia) so-brevivieran en su aislamiento y pudieran resistirhasta fechas tan tempranas como los 28 Ka. (Fin-layson et al., 2006).

    El registro arqueolgico del valle de Tsutskhvati,muy cercano al abrigo de Ortvale Klde, debi parti-cipar de la red neandertal que habit esta reginantes de su desaparicin del Cucaso meridional(Adler et al., 2008). Como ya hemos sealado enla introduccin, las investigaciones locales llevadas

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  • a cabo en la dcada de 1970 permitieron definir lallamada cultura arqueolgica de Tsutskhvati, descritaa partir de los cinco niveles adscritos en la Cuevadel Bronce al Paleoltico medio (Tushabramishvili,1978; Golovanova y Doronichev, 2003). Esta cul-tura se caracterizara por una presencia destacadade puntas musterienses bien configuradas, una tallano levallois, un porcentaje importante de denticula-dos y un ndice de retoque elevado. Estos datos per-mitieron asignar a los conjuntos del Paleoltico mediode la regin de Imereti dentro de un musteriense t-pico no levallois o, segn otros autores, en un mus-teriense de denticulados (Cohen y Stepanchuk,1999). Nuestro estudio de las colecciones antiguaspertenecientes a esta cueva (unidades estratigrficas2, 3 y 4), albergadas en el Museo del Estado deGeorgia, ponen de manifiesto que aqu los conjuntosdel Paleoltico medio estn caracterizados por unelevadsimo nmero de puntas musterienses (raederasconvergentes y desviadas) con tendencia laminarprocedente de sistemas de explotacin longitudinalesunipolares (tanto levallois como no levallois) y unpredominio de modelos de explotacin bifacialescentrpetos simtricos, con superficies de talla ex-plotadas en ngulo semiabrupto, y longitudinalesunipolares que, finalmente, comportarn una intensareduccin de los ndulos de slex seleccionados.

    El estudio de la tecnologa de la Cueva Doble,confirmado tanto por nuestra propia excavacincomo por la revisin de las colecciones antiguas,muestra significativas diferencias con la Cueva delBronce. Aqu no se registran puntas musterienses,el retoque es muy marginal, los objetos presentanun tamao superior y s se ha reconocido de formarecurrente la talla levallois. Ambos yacimientos com-parten la gestin de materias primas (basada en laseleccin preferencial de slex), aunque, debido alos distintos tipos de slex reconocidos, ambos em-plazamientos debieron contar con diferentes zonasde captacin. Una diferencia reseable a este respectotiene que ver con el modo de transporte del slex,ya que los objetos de la Cueva Doble son siemprede tamao superior y debieron, por tanto, ser in-troducidos en el yacimiento de forma distinta queen la Cueva del Bronce. O bien los ncleos eran ma-yores o bien se introducan lascas y objetos retocadosen las primeras fases de explotacin. Estas observa-ciones implican una cadena operativa diferente queest relacionada con intensidades variables en la ex-plotacin de los recursos y la ocupacin.

    Nuestros estudios sugieren, por tanto, que noresulta conveniente plantear la existencia de una lla-mada cultura tipolgica de Tsutskhvhati. La defini-cin de numerosas culturas tecnolgicas durante elPaleoltico medio final del Cucaso ha sido unaprctica habitual (Lubin et al., 2002). Por el con-trario, los datos manejados para los yacimientos delValle de Tsutskhvati deben interpretarse en funcinde funcionalidades e intereses econmicos comple-mentarios en el marco de las complejas estrategiasde ocupacin de las comunidades neandertales quehabitaron el Cucaso a partir de los 45 Ka. (Hoffeckery Cleghorn, 2000). A este respecto, conviene subrayarque algunos de los datos arrojados por el estudio dela Cueva Doble apuntan en una lnea anloga a ladescrita para Ortvale Klde, como el predominio deprocesos de explotacin levallois unidireccionalesen el aspecto tecnolgico, un intenso aprovecha-miento de los recursos faunsticos del entorno en elterreno econmico, y una utilizacin estacional obreve de los espacios cavernarios visitados en los es-quemas de movilidad regional.

    Emergera, pues, una visin segn la cual, lasltimas comunidades neandertales enclavadas en elCucaso, dueas de un considerablemente variadouniverso tecnolgico (Cohen y Stepanchuk, 1999;Golovanova y Doronichev, 2003), formaban partede un entramado econmico (basado en la explota-cin estacional planificada de los variados recursosexistentes) y social que permaneci estable hasta lallegada de Homo sapiens hace unos 32 Ka. La pervi-vencia de estas comunidades del Paleoltico medio,a la luz de los datos expuestos sobre su capacidadcinegtica, flexibilidad tecnolgica o de implantacinen el territorio a partir de enclaves de diferente in-tensidad, y seguramente funcionalidad y jerarqua,debe interpretarse como un xito adaptativo. El re-traso cronolgico con respecto a otras regiones ve-cinas en la aparicin de tecnologas del Paleolticosuperior debe entenderse, entonces, como muestrade la incapacidad por parte de las poblaciones for-neas de imponerse adaptativamente a las comuni-dades autctonas y de ocupar su nicho ecolgico yterritorio (Soffer, 2000). Posteriormente, a partir deesas fechas, y seguramente fruto ya del peso demo-grfico de unas poblaciones forneas en expansina gran escala, asistimos a un periodo de lenta pe-netracin, con posible coexistencia de ambas tra-diciones y especies, relativamente dilatado en eltiempo, dado que contamos aqu con industrias

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  • transicionales (quizs el resultado de fenmenosde aculturacin o interaccin de ambas especies)hasta fechas tan tempranas como los 28 Ka.(Golonova y Doronichev, 2003: 129).

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