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apftulo 1 La entrada de America Latina en Ia era mode rna (1870-1914) La revoluci6n industrial europea sorprendi6 a una America Latina que todavfa no habfa l 'ncontrado su equi librio. Pa ra ciertos pafses, medio siglo de independenc ia no habfa si do suficiente para que se instaurara un orden politico estable. Las increfb l es conmo- <.: ione s provocadas por la ruptura de los lazos con Espana segufan originando amp li as rcpercusiones . Casi por todas partes, unos hombres fuertcs, caudill os, habfan ocupado <.:1 vacfo polftico dejado porIa desorganizaci6n adm inistrativa. La sed de poder de estos potentados loca l es, las rivalidades que les en f rentaban y Ia deb il idad de los Estados cen- trales son otros tantos factores que expl i can l as tensiones centrffugas que se pusieron en marcha en Ia mayorfa de las sociedades latinoamericanas del siglo XIX. La preponde- ra n ci a de l os caud ill os se alianz6 en un sistema de dominaci6n -e l caudillismo- del que, aun hoy en dfa, America Latina !leva Ia huella. Los gra ndes debates que animaban estas sociedades -protecci6n de los privilegios de Ia Iglesia cat61 i ca, adopci6n del centralis- mo o del federalismo- dieron Iugar a violentos enfrentamientos entre liberales y con- servadores. Dada Ia escasa delinici6n de las fronteras entre los pafses, estos des6rdenes internos generaban, ademas y con frecuencia, conflictos. La guerra de Paraguay (1864- 1870) o Ia del Pacifico ( 1879-1883) son un buen ejemplo de ello . En este contexto de mili tarismo e inestabi lidad, ciertos pafses, como Brasil, constitufan una excepci6n. EI i mp erio esclav i sta que surgi6 de Ia independencia se mantuvo allf hasta 1889. lgual- mente, Chile conoci6, en cierta medida, una estabilidad po lf ti ca precoz. En lo econ6- mico, los ejes de l desarrollo de Amer i ca Latina no habfan aparec i do todavfa. Las consecuencias de Ia apertura repentina de los pafses al mundo moderno, a mediados de l sig lo pasado, son diffci l es de estimar. La revoluci6n del transporte marf- timo hizo que America Latina se convirtiese en una fuente importante de productos basicos para el mundo industrializado. En vfsperas de Ia Primera Guerra Mundial, generaba una quinta parte de los productos alimenticios mundiales. Su desarrollo eco- n 6mi co estaba por entonces totalmente volcado al exterior. De ahf que su vulnerabili- dad fuera tanto mayor. El form idable despegue de las economfas latinoamericanas atraj o, po r lo demas, un vol umen importante de inmigrantes que, a su vez, contribu- yeron al crecimiento. Para pafses como Argentina, el impacto demografico y humano fue incalculable. En lo po lf tico, el liberalismo inspiraba a todos los gobiernos. Los caudillos se hicieron mas discretos y, por todas partes, un orden polftico oligarqui co, compatible con las actividades econ6micas, intent6 ponerse en marcha. Pero l as con- La entrada de Ameri ca Latina en Ia era modern a (7 870- 7 9 7 4) 13

1 Olivier La Entrada de America Latina en La Era Moderna

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Contexto en el que américa latina ingresa a la modernidad liberal

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apftulo 1

La entrada de America Latina en Ia era mode rna (1870-1914)

La revoluci6n industrial europea sorprendi6 a una America Latina que todavfa no habfa l'ncontrado su equi librio. Para ciertos pafses, medio siglo de independencia no habfa sido suficiente para que se instaurara un orden politico estable. Las increfbles conmo­<.: iones provocadas por la ruptura de los lazos con Espana segufan originando amplias rcpercusiones. Casi por todas partes, unos hombres fuertcs, caudillos, habfan ocupado <.:1 vacfo polftico dejado porIa desorganizaci6n adm inistrativa. La sed de poder de estos potentados locales, las rivalidades que les en frentaban y Ia debil idad de los Estados cen­trales son otros tantos factores que expl ican las tensiones centrffugas que se pusieron en marcha en Ia mayorfa de las sociedades latinoamericanas del siglo XIX. La preponde­rancia de los caudillos se alianz6 en un sistema de dominaci6n -el caudillismo- del que, aun hoy en dfa, America Latina !leva Ia huella. Los grandes debates que animaban estas sociedades -protecci6n de los privilegios de Ia Iglesia cat61 ica, adopci6n del centralis­mo o del federalismo- dieron Iugar a violentos enfrentamientos entre liberales y con­servadores. Dada Ia escasa delinici6n de las fronteras entre los pafses, estos des6rdenes internos generaban, ademas y con frecuencia, conflictos. La guerra de Paraguay (1864-1870) o Ia del Pacifico ( 1879-1883) son un buen ejemplo de ello. En este contexto de militarismo e inestabi lidad, ciertos pafses, como Brasil, constitufan una excepci6n. EI imperio esclav ista que surgi6 de Ia independencia se mantuvo allf hasta 1889. lgual­mente, Chile conoci6, en cierta medida, una estabilidad po lftica precoz. En lo econ6-mico, los ejes del desarrollo de America Latina no habfan aparecido todavfa.

Las consecuencias de Ia apertura repentina de los pafses al mundo moderno, a mediados del siglo pasado, son diffci les de estimar. La revoluci6n del transporte marf­timo hizo que America Latina se convirtiese en una fuente importante de productos basicos para el mundo industrializado. En vfsperas de Ia Primera Guerra Mundial, generaba una quinta parte de los productos alimenticios mundiales. Su desarrollo eco­n6mico estaba por entonces total mente volcado al exterior. De ahf que su vulnerabili­dad fuera tanto mayor. El form idable despegue de las economfas latinoamericanas atrajo, por lo demas, un volumen importante de inmigrantes que, a su vez, contribu­yeron al crecimiento. Para pafses como Argentina, el impacto demografico y humano fue incalculable. En lo polftico, el liberalismo inspiraba a todos los gobiernos. Los caudillos se hicieron mas discretos y, por todas partes, un orden polftico oligarquico, compatible con las actividades econ6micas, intent6 ponerse en marcha. Pero las con-

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diciones de insercion de America Latina en Ia economia mundial originaron tambien dependencia. En el momento de Ia independencia de los distintos paises, la des~rga­nizacion de las finanzas coloniales habfa dejado exhaustas a las nuevas naciones. Estas tuvieron que endeudarse mucho, sobre todo con establecimientos bancarios britani­cos, gravando asi su autonomia. La dependencia economica y financiera tomo sin embargo otra dimension a finales del siglo pasado. Las consecuencias politicas fue­ron importantes. La evolucion del panamericanismo llevo el estigma del crecimiento del poder de Estados Unidos y de Ia debilidad de los pafses latinoamericanos.

1. America Latina en busqueda del equilibrio politico

Durante los anos 1870-1880, pocos eran los paiscs latinoamericanos que podian hacer alarde de un minimo de estabilidad politica. El eslogan de los positivistas comtianos, "orden y progreso", inspiraba Ia accion de numerosos gobiernos, pero sus metodos varia­ban desde el autoritarismo ilustrado de un P01tirio Diaz en Mexico hasta Ia dictadura bru­tal de un Estrada Cabrera en Guatemala. Algunos paises, como Chile o Costa Rica, con­siguieron asentar tal estabilidad en un orden politico casi democratico . Los demas afrontaban desde su independencia un proceso muy caotico de construcci6n del Estado. La imposicion del caudillismo no permitio esbozo alguno de orden liberal y democrati­co antes de finales de siglo XIX. Conviene detenerse en las caracteristicas de un sistema de dominacion del que America Latina no pudo librarse mas que tardia y parcial mente.

El caudillo latinoamericano fue el reflejo de una sociedad caracterizada por un modo de asentamiento y una relacion con Ia tierra de tipo predador. America Latina no fue nunca una colonia de asentamiento. Movidos por un deseo de explotacion de las rique­zas locales, los recien llegados se instalaron a lo largo de Ia costa y se apropiaron de grandes extensiones en el interior del continente. De ahi Ia aparicion de una sociedad rural profundamente desigual, presa de la anarquia tras Ia independencia, cuyos crite­rios de valor y de poder se fundamentaban en Ia posesion de tierras. La gran propiedad - latifundio, hacienda, estancia,fazenda,fundo o fine a, segun las regiones- era tanto el motor de Ia vida economica de los pafses como un modelo de organizaci6n social. Era logico que se convirtiese asimismo en un modelo politico de gobierno y que se repro­dujesen a escala de un pafs los modelos tradicionales de relaciones sociales que Ia carac­terizaban. La pareja formada por el gran propietario, el patron, que vivia a Ia europea, y sus aparceros, sus peones, que luchaban en Ia precariedad y vivian en una situacion cercana al vasallaje, resume este tipo de relacion, que se califica de clientel ismo. Esas relaciones dcsequilibradas de dependencia mutua se apoyaban en Ia necesidad de mano de obra que tenia el patron yen Ia voluntad de proteccion por parte de los peones. Estas relaciones personalizadas eran tanto mas eficaces cuanto que el patron era considerado como un miembro mas de Ia familia de los peones, convirtiendose a menudo en el padri­no de los hijos. En definitiva, eran relaciones verticales, que disuadian a los peones de toda veleidad de defensa comun de sus reivindicaciones y que aseguraban una satisfac­cion individualizada de sus necesidades. A este modelo de distribucion social se le ana-

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diola preponderancia que iban teniendo algunos de los que fueron jefes militares duran­te la independencia, de manera que cie1tos patronos pudieron concitar lealtades, e inclu­so mantener verdaderos ejercitos privados, y pasar de Ia administracion de una finca a dominar una regi6n. Las elites administrativas, polfticas, econ6micas o financieras saca­ban buen provecho de un sistema de patrocinio que les garantizaba estabil idad. Todas elias estaban, ademas, inmersas en amplias redes de clientela, haciendolas deudoras de un caudillo. En cuanto a las masas de peones, se beneficiaban de Ia solidaridad propia de las relaciones sociales verticales.

Cuadro politico de America Latina en 1870: dominio de los caudillos

Pars Jete de Estado Modo de acceso at poder* Caracterfsticas del periodo Argentina Domingo Sarmiento Elecci6n 1870-1880: proceso ca6tico

(1 866-187 4) de unificaci6n nacional - ---Bol ivia Mariano Melgarejo Golpe de estado 1879-1883: guerra del Pacifico,

(1 864-1870) derrota y caudillismo hasta 1884 Brasil Pedro II Abdicaci6n de su padre, Declive del Imperio. posterior

(1 831-1889) Pedro I fundaci6n de Ia ReQliblica en 1889 Chile Jose Joaquin Perez Elecci6n 1871: Republica liberal

(1 861-1871) 1879-1983 guerra del Pacifico Co lombia Mandato presidencial Elecciones e intervenci6n Guerra civil e inestabilidad

reducido a 2 afios, de Ia guardia colombiana sucesi6n de 15 pres idenles liberales entre 1864 y 1886

Costa Rica Tomas Guardia Golpe de estado Retorno al orden democratico (1 870-1882) en 1882

I cuador Gabriel Garcia Moreno Nombramiento por Ia Dictadura cat61ica, Guerra Civi l (1861-1875) Asamblea constituvente en 1895

Guatemala Miguel Garcia Granados Golpe de estado Caudi llismo (1 873-1885: (1 871-1873) (revoluci6n liberal) Justo Rufino Barrios)

Mexico Benito Juarez Dimisi6n del presidente Caudi llismo (1876-1 91 4: (1861 -1872) Comofort, reelecci6n en 1867 Porfirio Diaz)

l'araguay Francisco Solano L6pez Designado por el Guerra de Ia Triple Alianza (1862-1870) Presidente isu oadre) (1 864 1870), caudillos hasta 1898

l'oru Jose Balta Elecci6n 1879-1883: guerra del Pacifico, (1868-1872) derrota v caud iII ismo

lltuguay Lorenzo Batl le Nombrado por Ia 1870-1872: guerra civil (1868-1872) Asamblea aeneral 1876-1890: dictadura mil itar

Vonczuela Antonio Guzman Blanco Golpe de estado Caudillos de los Andes hasta 1945 ( 1870-1888)

lu•, rn61odos de acceso al poder no permiten distinguir los tipos de reg imen. Todos eran hibridos. Ten iendo en cuenta las severas llrrlll.rclones en el sufragro, las numerosas irregularidades que mancillaban su ejercicio y el caracter costumbrisla en cuanto a Ia Iii• rile~ del contrnu rsmo (un pres~ dente electo decidfa ejercer un segundo mandata sin presentarse ante los electores), las eleccio-1111' r1u oran real mente una garant1a de democracia.

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La eleccion de sistemas federales en un gran numero de pafses de America Latina (Argentina, Mexico, Venezuela, Colombia, etc.) no fue ajena a Ia voluntad de tratar con Lino a los caudillos locales. No obstante, no permilio pacilicar Ia vida polftica. De mane­ra que, en Colomb.a, el federalismo moderado instaurado porIa Constitucion de 1858 no impidio que, a lo largo de doce afios, diez gobiernos fueran derTocados por las armas. Sin duda alguna, los procesos de construccion del Estado y de unificacion nacional pusicron fin, con grandes dificultades en muchos de los casos, al podcr de los caudi­llos. Pero el caudillismo les sobrcvivin'i todavfa, y no solo en los rcgfmcnes autorita­rios, ya que el cal ificativo de "caudillesco" bien podfa aplicarse a Ia forma de cjerccr el pocler cle numerosos presidentes latinoamericanos clegiclos dcmocraticamente.

El panorama polftico a linales del siglo XIX es, por lo tanto, de total anarqufa.

Los ejemplos de Argentina y de Uruguay van a mostrarnos hasta que punta cl pro­ceso de unificacion nacional fue Iento y diffcil.

A Ciertamente, Ia geograffa condeno a Argentina a las divisioncs. Buenos Aires no se impuso como capital del virrcinato de La Plata basta 1776, mientras que en las regiones del noroeste de Argentina existfa un comercio activo, ya anti guo, con Peru. A rafz de Ia independencia en 1820, Ia ausencia de un centro polftico y economico unico provoco clivisiones inevitables. La voluntad del puerto de Buenos Aires de uni­licar el pafs y principal mente de monopolizar los ingresos generados por los arance­les se enfrento a los impulsos federalistas del interior. A lo largo de una decada se crearon numerosas republicas indepcndientes por todo el pafs, dominadas por los poderosos caudillos.

Hizo falta Ia clictadura de Juan Manuel de Rosas ( 1829- 1852) para poner fin a los conflictos. Pero estc no goberno Argentina. Se ascguro el control de Buenos Aires pero hubo de negociar con los caudillos que reinaban en las doce provincias restan~ tes, agrupadas en aquella epoca en una confederacion de provincias unidas del Rfo de Ia Plata, sin constitucion ni union oficial. Unos enfrentamientos comerciales entre las provincias dellitoral provocaron Ia cafda de Rosas en 1852, vencido por otro caudi­llo rural, Justo Jose de Urquiza. En mayo de 1853, Ia confederacion promulgaba una nueva constituci6n federal que Buenos Aires rechaz6 rubricar, debido a que estipula­ba que sus actividades portuarias eran nacionalizadas. La idea de unidad nacional, tan potente en Chile, brillaba por su ausencia en las provincias unidas del Rfo de Ia Pla­ta. La prosperidacl del puerto de Buenos Aires y su modernismo contrastaban con el res to de Ia republica. En I 859, una breve guerra civil obligo a Buenos Aires a adhe­rirse a Ia confederacion. Pero dos afios mas tarde, Buenos Aires, bajo el mando de Bar­tolome Mitre, derrotaba a las tropas de las provincias, demasiado divididas entre varios caudillos. Elegido prcsidente en 1862, Mitre inauguro un periodo de dos decadas de dominacion liberal, durante el cual la unificacion nacional progreso mucho. Los cau­dillos locales se vieron poco a poco derrotados y los indios, vencidos. En 1870, el ase­sinato de Justo Jose de Urquiza simbolizo Ia desaparicion de Ia oposicion federal y, en 1880, Ia cuestion del estatuto de Buenos Aires fue resuelta. El puerto serfa aparta-

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do de las provincias y sc convertirfa en Ia capital de Ia Republica. A partir de 1880, Argentina entro en Ia era de Ia prosperidad economica.

A La geograffa condeno tambien a Uruguay a dificultades historicas. Encajada entre Jos dos gigantes, el argentino y el brasilefio, Ia "franja oriental" estuvo, por cierto, duran­te un ticmpo ligada a Portugal y posteriormentc al Imperio brasilcfio. En 1825, los "Orien­tales" declararon que pertenecfan al territorio del Rfo de Ia Plata (Argentina), lo que ori­gino una guerra entre Argentina y Brasil. En 1828, Uruguay se convirtio en el ullirno pafs de America del Sur en adquirir Ia independcncia. Estas tergiversaciones podrfan haber consolidado un nacionalismo uruguayo. Pero tal cosa no ocurri6. El pafs, en cl momen­to de Ia indepcnclcncia, disponfa de una constitucion liberal y de recursos cconomicos que procedfan de su puerto, Montevideo, y de las exportaciones agrfcolas (ganadcrfa), pero las disputas localistas aparccieron n!pidamente y dividieron el pafs en dos clanes. Los colorado.1·, por un lado, se apoyaban enla capital, convi1tiendose en Ia fuerza polftr­ca sfmbolo de Ia moclernidad y de las ideas liberates. AI sufrir Ia competencia de Buenos Aires y hacer cpmercio con Brasil , eran forzosamente antiargentinos y por consiguiente probrasileiios. Por otro lado, los blancos tenfan su baluarte en el interior del pafs, defen­dfan Ia autoridad de los tcrratcnicntes tradicionales y preferfan los argentinas a los bra­silefios, cuyas tendencias expansionistas temfan. Entre 1843 y 1851, Montevideo fue ase­diada por los blancos y por el dictador argentino Rosas. Tal enfrentamiento, conocido como Ia Gran Guerra, culmino sin vencedores ni vencidos y dejo a! pafs en ruinas. Un primer in ten to de polftica de fusion entre los dos partidos fracas6 en 1851, y el pafs cayo de nuevo bajo cl poder de los caudillos locales. Cuatro afios mas rarde, los Jefes de los partidos !irmaron un Pacta de Union que no resulto mas solido. En18.65, el caudil/o.colo­rado Venancio Flores sc hizo con el poder, con Ia ayuda de Argentrna, y fue asesmado tres aiios m{ts tarde. Todavfa era Ia epoca de Ia dominacion de los caudillos provinciales y de las intcrvcnciones cxtranjeras para mediar entre ellos. Asf, en 1870 estallola "Revo­lucion de las lanzas" b<~o Ia ferula del caudillo blanco Timoteo Aparicio. Para poner fin al desorden, en 1876, por vcz primera en Ia historia de Uruguay, un rnilitar se hizo con el podcr. Los. civiles no volverfan al poder polftico hasta 1890.

A En este panorama de Juchas cenu·ffugas, el caso de Chile es interesante porque per­mite mcdir las dcficiencias o desventajas de otros pafses latinoamericanos.

La geografffi de Chile es asimismo una variable importante que, si Ia tenemos en cuenta, permite apreciar muchos de los aspectos de Ia originalidad historica del pals. Larga franja de tierra encajada entre Ia cordillera de los Andes y e.l Ocea~o .Pacr~co, con una extension de norte a sur de mas de 4.000 kilometros, el Chile del ultrmo stglo era, sin embargo, un pequcfio pafs que disponfa de un verdadero centro polftico y eco­nomico. El valle central agrupaba a Ia mayor parte de Ia poblacion, compuesta por dos millones de habitantes en 1875. Esa concentracion facil ito el proceso de construccion estatal, apoyandolo sabre una unidad nacional rapidamente consolidada. La relativa homogeneidad etnica de los chi Ienos (unos 200.000 indios araucanos vivian a! sur del rfo Bfo Bfo), por afiadidura, contribuyo ampliamente a que naciese un poderoso Y pre-

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coz sentimiento de pertenencia a una comunidad nacional que salv6 al pafs de los con­nietos localistas caracterfsticos de las sociedades divididas en numerosos centros riva­les, como Argentina o Uruguay.

La elite criolla de terratenientes pudo facilmente imponer un regimen polftico cen­tral izado. Su poder no tenfa contestaci6n alguna. Ellibertador Bernardo O' Higgins fue el primero en imponer un Estado centralizado y autoritario, despues de Ia inde­pendencia conseguida en 1818. Los afios 1824-1829 fueron, como contmpartida, los de un fcderalismo impuesto por los liberales. Mas tarde, en 1830, los conservadores volvieron al poder, instauranclo una "Republica conservadora" que dur6 treinta afios, y cuya figura emblemiitica fue Diego Portales. La Constituci6n de 1833 sigue siendo el sfmbolo cle un orden oligarquico que protege los privi legios de Ia Iglesia cat61ica o de Ia aristocracia (mayorazgo) al tiempo que establece una democracia de postfn. Cada cinco afios, o mas bien cada diez, puesto que Ia reelecci6n era casi automatica, unos comicios amafiados permitfan ratificar el relevo en el poder. No obstante, el regimen presidencial previslo porIa conslituci6n permiti6 a Portales consolidar el Estado cen­tral , ofreciendo al pafs un gobierno elicaz. La experiencia de una guerra exterior clio, ademas, ocasi6n al nacionalismo chileno de asentarse. El pretexlo fue Ia creaci6n, en 1836, de una conlederaci6n entre Bolivia y Peru que P01tales pcrcibi6 como una ame­na~.a. Este se lij6 entonces el objetivo ganar Ia "segunda independencia de Chile". Ase­sinado por militares rebeldes en 1837, no tuvo oeasi6n de asistir a Ia victoria cle su pafs en 1839. Su polftica de guerra convirti6 a Chile en una potencia regional.

El general Bulncs, heroe de guerra, fue elegido presidente en 1841 y abri6 un periodo de diez afios de estabilidad polftica, crecimiento econ6mico y proyecci6n cultural. Perseguidos por dictadorcs como Rosas en Argentina, intelectuales de tocla America Latina encontraban refugio en Chile, atrafdos principalmente porIa fama del rector de Ia Universidad Nacional, Andres Bello. Esta vida intelectual favoreci6 Ia difusi6n de las ideas liberales, hasta tal pun to que en 185 1, cuando Manuel Montt sucedi6 a Bulnes, el orden conservador era cada vez mas cuestionado. Los liberates reclamaban Ia prohibici6n de reelegir al presidente y abogaban por Ia descentraliza­ci6n administrativa, Ia extension del derecho al voto y Ia abolici6n de todos los pri­vilegios. Pero estaban divididos entre un partido liberal todavfa ligado a Ia oligarqufa y un partido radical que simbolizaba las aspiraciones de las clases medias. A pesar de progresos econ6micos importantfsimos, Ia republica conservadora habfa llegado a su termino. La incapacidad de Monlt para comprenderlo y su estilo autoritario Jle­varon al pafs , en 1859, a una revuelta radical, brutal mente reprimida. El presidente conservador que sucedi6 a Montt en 186 1, Jose Joaquin Perez, represent6 un perio­do de diez afios de transici6n entre el orden conservador y ell iberal. Poco a poco, en efecto, principal mente bajo su segundo mandato, tuvo que hacer eoncesiones a los liberales, despojando su estilo de gobierno de todo rasgo de autoritarismo y sobre todo estableciendo Ia li bertad de cui toy prohibiendo Ia reelecci6n del presidente.

En 187 1, Federico Errazuriz Zafiartu inaugur6 Ia "Republica liberal". Las reformas se Jlevaron a cabo especialmente en Ia ensefianza y en Ia administraci6n, y Ia ley elec­toral de 1874 otorg6 el derecho a voto a todos los varones mayores de 25 afios (o 21

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afios para los varones casados) que supiesen leery escribir. Elmandato del sucesor de Errazuriz, Anfbal Pinto, se vio marcado por una segunda guerra exterior. La victoria de Chile sobre Peru y Bolivia en Ia guerra del Pacifico ( 1879-1883) tuvo importantes reper­cusiones. El orgullo nacional chileno fue una vez mas consolidaclo y Ia legitimidad de los liberales, atianzada. Esa guerra aport6, sobre todo, importantes ganancias territoria­les para Chile, dado que las provincias de Antofagasta, Taracapa y Tacna fueron ane­xionadas. Gracias a toclas elias, Chile iba a conocer el auge del cobre Y del nitrato.

1\ pesar de las numerosas crisis polfticas, el orden polftico chileno fue sorprenden­temente estable a lo largo del pcriodo. I lay que buscar Ia causa en Ia obra fundadora de Portales, que supo consolidar el Estado apoyandose en un sustrato social pecul iar.

.A Si quisicramos un ultimo ejcmplo de los tlesordcnes de Ia epoca, cscogido fuera del Cono Sur, el de Nicaragua es uno de los mas ilustrativos. A los desgarros inter­nos sc afiadicron por vez primera perturbaciones cx6gcnas: Nicaragua fue una vfcti ma preeoz del imperialismo estadounidensc. Nada mas conseguir su indepcndencia ( I H2 1 ), esc pequefio pafs de America Central sc vio sacudido por un conllicto entre los conservadores de Ia ciudad de Granada y los liberalcs de Le6n. Las incesantes gue­rras civiles impidieron que sc desarrollase el proceso de construcci6n estatal. Desde 1850 a 1860, Ia sed del oro clc Cal ifornia oblig6 a numerosos estadounidenses a bus­car un atajo para cruzar los Estados Unidos. El istmo centroamericano, dada su estre­chez, apareci6 como un Iugar de paso privilegiado. Nicaragua, especialmente por su inmenso !ago central , suscit6 numerosos proyectos de construcci6n de un canal inte­roceanico. Los nicaragUenses sacaron partido de este interes para implicar a las poten­cias cxtranjeras en las luchas intestinas. El resultado no pudo scr peor. As!, en 1855, los libcrales recurricron a un mercenario del sur de los Estados Unidos, William Wal­ker, para que les ayudase a ex pulsar a los conservadores del pocler. La guerra entre liberates y conservadores no tard6 en transformarse en una guerra nacional e incluso regional, cuando se hizo patentc que Walker ten fa miras hcgem6nicas sobre toda Ame­rica Central. En 1858, el intruso fue vencido y los libcrales, desacreditados, se vieron de nuevo apartados del poder hasta 1893, fecha en Ia que Jose Santos Zelaya se con­virti6 en presidente durante 16 afios. Hay que sefialar que el gobierno de los Estados Unidos desempeii6 un papel di~creto en este asunto. No sueedi6 de igualmodo a prin­cipios de siglo. En 1909, mientras los conservadores intentaban por enesima vez derro­car a Santos Zelaya, reeibieron Ia ayucla detenninante de los Estados Unidos. En agos­to de 19 10, despues de que el Congreso nicaragliense nombrase a un sucesor liberal de Santos Zelaya, las tropas estadounidcnses desernbarcaban en Nicaragua. Allf se quedaron hasta 1933 (con una interrupci6n entre agosto de 1925 Y mayo de 1926).

2. las conmociones econ6micas

Hay que reconoccr de entrada que el impulso de Ia modernizaci6n econ6mica de America Latina tuvo un origen externo. El crecimiento de las economfas europea Y

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estadounidense provoc6 una nlpida demanda de materias primas de las que America Latina se encontraba bien surtida. Los pafses que fueron capaces de estabil izar con rapidcz su vida polftica fueron los mejor situados para responder a tal demanda. En Brasil, Mex ico, Argentina y Chile, el Estado consolidado fue capaz de crear las con­diciones propicias al desarrol lo econ6mico. Otros pafscs, como Venezuela o Guate­mala, que atravesaron largos periodos de estabilidad, consecucncia de Ia dominaci6n de caudillos, conocicron progresos ccon6micos espectacularcs. Inspi raban conlianza, de manera que tanto el comercio como las inversiones extranjeras se clirigfan allf con cntusiasmo. En todos ello~, Ia cstabil idad polftica y el crccimiento sc rcforzaron mutua­mente. El incremento de los ingresos de cxportaci6n pcrmiti6 a los gobicrnos aplazar las rcformas fiscales, micntras cl clima etc prospcridad proporcionaba un indiscutiblc alianzamicnto a las clasc5 dirigentcs. Un ordcn oligarquico cstable sc cstaba ponien­do en marcha.

Noes que America Lati na haya estado aislada de los circuitos del comcrcio inter­nacional antes de Ia primcra mitad del siglo XIX. Conoccmos ejcmplos de productos latinoamericanos (metales preciosos, azucar) que se integraron desde muy pronto en cl mercado mundial. Pcro en Ia segunda mitad del siglo se produjo un giro dcfinitivo. La inlcgraci6n de los pafscs en Ia cconomfa mundial se efectu6 en funci6n de lo que sc pudo llamar Ia divi si6n internacional del trabajo. Cada pafs se espccializ6 en un detcnninado producto. Tradicionalmente se distinguen tres grupos de productos - agrf­colas (Argentina, Uruguay), agrfcolas tropicales (Brasil , Colombia, Ecuador, Ameri­ca Central y cl Caribe) y minerales (Mexico, Chile, Peru, Bolivia)-; aunque ciertos pafses, como Mexico y Venezuela, tenfan una producci6n variada.

A. La regi6n del Rfo de Ia Plata (Argentina y Uruguay) muy pronto se especializ6 en Ia ganadcrfa y cl cultivo de ccrcalcs. Gracias a las grandes extensioncs de Ia Pam­pa, Argentina pudo desarrollar una agricultura extensiva. La ganaderfa fue rapidamente un sector muy rentable, y Argentina se convirti6 en uno de los principales exportado­rcs mundiales de carne. La expansi6n del transporte frigorffico a partir de 1880 con­tribuy6 a facilitar todavia mas, si cabe, el comereio con Europa. La carne de cordero, de lechal y de buey, pero tambien el cuero y Ia lana, fueron una mina de oro para estos dos pafses. Pur ejemplo, las exportaciones argentinas de lana pasaron de I ,6 mill ones de kilos en 1840 a 45 millones en 1860 para alcanzar 100 millones en 1880 y 200 en 1890. Por otra parte, Argentina, que irnportaba harina hasta 1870, sc convirtio por entonccs en expmtadora de cereales. El trigo y elmafz ocuparon los dos primeros Juga­res en Ia lista de productos para Ia exportaci6n. Con todo, entre 1880 y 1890, los ingre­sos procedcntcs de Ia exportaci6n de trigo se multiplicaron por 23. Gracias a csos pro­ductus de exportaci6n, Argentina era, antes de Ia Primera Guerra Mundial, un pafs europeizado cuyo nivel de vida superaba al de Espana ode Portugal. Pero su vulne­rabilidad era inmensa, dado que clnivel de demanda europeo determinaba el grado de crecimicnto de Ia economfa.

Este esquema de dependencia, que tiene su origen en Ia mono-exportaci6n, se daba en el con junto de America Latina.

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A. La especiali7aci6n en los productos agrfcolas Ia encontramos tambien fuera de Ia zona templada. Asf, Brasil conoci6 a partir de los aiios de 1850 un desarrollo extra­ordinaria del cultivo del cafe\ favorccido por Ia in mensa extemi6n de tierras vfrgenes de las que disponfa esc pafs poco poblado. Las exportaciones pa~m·on de 200.000 tonc­ladas anuales en 1870 a 300.000 en 1880 y a 700.000 en 1900. En esas fechas, proce­dfan de Ia exportaci6n del cafe las dos terceras partes de los ingresos de Brasil, que se hizo con cl 70% del mercado mundial. Los demas productos para Ia exportaci6n quc­daban eclipsados. El azucar (de caiia) se vio afectado por Ia competencia cubana y despucs por Ia curopca (rcmolacha). Los productos mas tradicionalcs, cl tabaco y el cacao, languidccfan, mientras que el algod6n conoci6 un cierto auge. Por el contra rio, a! igual que cl cafe, cl caucho fue un autentico ex ito. La producci6n pas6 de 8.000 toncladas en 1880 a 70.000 en 19 14, antes de sufrir un descalabro y una total dcsapa­rici6n en los aiios veinte. La geograffa brasilefia se vio trastocada por estos cambios econ6rnicos. Un pafs nuevo vio Ia luz con el nuevo siglo. La regi6n de Silo Paulo y del sur de Brasi l aprovccharon el auge del cafe y Ia Amazonia, el del caucho. El nordes­te, en cambio, sufri6 cl declive de los cultivos tropicales (azucar principalmentc).

A. Colombia y Venezuela supicron dedicarse, tambien con provecho, al cultivo del cafe. Esc producto rcprcscnt6 hasla un 70% de las cxportaciones colombianas en 1890. Ningun otro producto pudo desbancar el Iugar privilegiado que ocupaba el cafe.

A. En Ecuador, cl cacao fue cl origen de Ia prosperidad de Ia ciudad de Guayaquil du­rante los afios 1870. Las exportaciones pasaron de 5.000 toneladas en 1840 a 12.000 en 1870, lo que rcprcscntaba en csas fee has las tres cumtas partes de los i ngresos del pais.

A. En America Central, las primeras plantaciones de banano aparecieron en los afios de 1870. La instalaci6n de grandes compafiias estadounidenses. especialmente Ia Uni­ted Fruit Company, transform6 Ia vida econ6mica y polftica de estos pequeiios pafses, hasta tal punto que se los cal ific6 de republicas bananeras. Asf, por ejcmplo, en Cos­ta Rica, un contrato firrnado en 1884 con el empresario estadounidense Keith con­templaba Ia conccsi6n de 350.000 hectarcas de ticn·as (o sea, cl 8% del tcrritorio nacio­nal) a cambio de Ia construcci6n de un ferrocarri l y de una concesi6n de 99 afios para su uso. En 1890, tcrminado el fcrrocarril , Keith se convirti6 en cl mayor exportador de banano, yen 1899 creaba Ia United Fruit Company. En 1915, cl banano reprcscn­taba el 45% de los ingresos por exportaci6n de Costa Rica, detras del cafe. Un presi­dente de Ia epoca se lamcntaba de que la economfa de Costa Rica depcndiesc sola­mente de Ia comercializaci6n de "postres" hacia los pafses desarrol lados. Una dependencia semejante se daba en Panama, Honduras, Nicaragua y Guatemala. Hon­duras fue, desde principios de siglo, el primer productor mundial de banano. En 1903, ese producto representaba el 42% de los ingrcsos de cxportaci6n.

En otros pafses, Ia producci6n minera fue el origen del renacer econ6mico.

A. Ese fue el caso de Chile. La plata, el trigo y el cobre eran ya productos de expor­taci6n antes de los aiios de 1870. De hecho, Chile era en Ia epoca el primer ex porta-

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dor mundial de cobre. Luego, esa industria de extracci6n sufri6 un declive por el ago­tamiento de los yacimientos. Despues de haber alcanzado un maximo superior a las 50.000 toneladas al afio, la producci6n se redujo ala mitad a prineipios de siglo, antes de arrancar de nuevo de forma espectacular. La explotaci6n de nuevas minas a cielo abierto, que fue posible gracias a tecnicas modernas y a los capitales extranjeros, vol­vio a proporcionar a Chile una posiei6n dominante en el mercado mundial, con mas de I 00.000 tone Iadas al afio en 1915. Esas fluctuaeiones del comercio del cobre fue­ron amortiguadas por los demas productos chilenos para Ia exportaci6n, principal­mente el trigo, Ia lana y Ia carne. Los nitratos, sobre todo, experimentaron un autenti­co auge. La guerra del Pacffico (1879-1883) proporcion6 a Chile regiones deserticas ricas en minerales (desierto de Atacama) que habfan pertenecido a Bolivia y a Peru. Chile se encontraba pues en una situaci6n cercana al monopolio mundial, lo que le pennitfa fijar precios tanto mas elevados cuanto que Ia demanda de abono crccfa en una Europa que dcsarrollaba cl cultivo de Ia remolacha. La producci6n de nitratos pas6 de 300.000 toneladas en 1880 a mas de dos mi II ones en 19 13.

.& En Bolivia, Ia industria minera habfa enriquecido a Ia Aud iencia de Charcas ya durante cl periodo colonial, pcro habfa entrada en crisis en el siglo XIX. En los anos sesenta, Ia demanda mundial de plata aument6 y Ia producci6n boliviana pas6 de 90 toneladas en I 865 a 220 en 1875. Mientras que en 1890 Bolivia era uno de los prin­cipales productorcs mundiales de plata, las cotizaciones cayeron brutalmente y Ia indus­tria entr6 en declive. El cstafio ocup6 entonccs cllugar de Ia plata en eJ comercio exte­rior de Bolivia. El descubrimicnto de in mensas yacimientos en Ia montana de Catavi pcrmiti6 a Bol ivia convertirse en el segundo productor mundial de cste mineral.

.& Peru tambien se benefici6 durante un largo tiempo de riquezas mincras. Pero Ia guerra del Pacifico lo oblig6 a diversificar sus recursos, cosa que hizo aprovechando Ia varicclad de suelos y de climas. Asf, las zonas de montana se espccializaron en Ia producci6n de lana y minerales (oro, plata, cobre), la costa se cleclic6 a Ia cafia de azu­car y al algod6n y el interior del pais, al cafe, a Ia hoja de coca y a! caucho. A caballo entre los dos siglos, el azucar, eJ algod6n, eJ cobre y el caucho eran los rubros princi­palcs de cxportaeion.

.& En los a nos 1890, Mexico era igualmente un gran productor de meralcs, princi­pal mente preciosos (oro, plata). Entre 1873 y 1878, Ia adopci6n del patr6n-oro por Ia mayorfa de los paises europeos habfa estimulado Ja demanda de cse metal, cosa que aprovcch6 Mexico, que pudo tambien explotar otros metales, como el cobre, del que fue el segundo productor mundial entre 1882 y I 90 l . No obstante, Mexico no sc limit6 a Ia cxplotaci6n de minerales. Mas que ningun otro pafs de America Lati­na, y sin duda debido a su proximidad delmercado estadounidense, Mexico se carac­tcriz6, muy pronto, por una gran diversidad de produetos comerciables. Si Ia plata representaba un tercio de los ingresos de exportaci6n en los aiios de 19 10, el oro suponia el 15%, y el eobre y el agave, un I 0% cada uno. Otros productos, como el

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cafe, el eaucho, Ia fruta, el tabaco y Ia cerveza, tenfan cierta importancia. En esta cpoca es cuando los hidrocarburos empezaron a tamar importancia.

La inserci6n de las economias en el mercado mundial porIa mono-exporlaci6n: parte de las exportaciones de minerales en el valor lola I de las exportaciones en Bolivia

[

A no

900

901

%

67

72

Afi~l% Afio %~lAl1~···~% 1902 ;;-~09 64 1911 76

1908 89 1910 72 1912 81 -

(Fuen/e:llerllerl S. Klein. "Bolivia. desde Ia guerra del Pacifico hasla Ia guerra del Chaco, '1880· 1932", p. 220 en Historia de America Latina. lomo 10. bajo Ia drrecci6n de Leslie Belhell. earn· bridoe University Press. Editorial Critica. 1992.)

Las condiciones en las cualcs se produjo Ia inserci6n de las economfas latinoame­ricanas en el mcrcado mundial tuvieron consecuencias profundas y duraderas. Dos de elias merecen mcncion muy especial. Los diferentes tipos de especializaci6n conllc­varon, en primer Iugar, capacidades de desarrollo muy variadas. En segundo termino, dicron Iugar a tasas de pcnetraci6n de capital extranjero sin rclaci6n alguna de un pafs a otro. En rcsumidas cuentas, en cada pafs se pusieron en marcha combinaeiones par­ticulares de desarrollo y de depcndencia.

El desarrollo cs una noci6n polisemica cuyo manejo requiere ciertas precauciones. Se trata de convenir los indicadores que se van a utilizar. Crecimiento del producto interior bruto, reparto de las riquezas entre los habitantes, efecto de arrastre de las aeti­vidades para .Ia cxportaci6n sabre los demas sectorcs de Ia economfa, progreso del capitalismo, industrializaci6n, menor dependencia ... son algunos de los criterios mas sencillos y mayoritariamcnte seleccionados. Podemos tam bien combinarlos y preten­der dar al termino "desarrollo" una acepci6n mas amplia que englobe una dimensi6n social, cultural o polftica. El concepto de dcpendencia noes mas f'aeil de manejar, aun­que las invcrsiones extranjeras sf resultan faciles de medir.

1,Que ocurri6 exact;llncnle?

Las cconomfas exportacloras de productos agrfcolas (Argentina, Uruguay), debido a Ia explotaci6n ex ten siva de amplias zonas deshabi tadas, tuvicron que dotarse de una infraestructura eficaz de transporte. La red argentina de vias ferreas pas6 de 2.516 kil6-metros en 1880 a 9.397 ki l6metros en 1890 y a 33.500 en I 914. El trazado de las vfas (desde los puertos hacia las zonas de producci6n) casi nose ajustaba a las necesida­des nacionales, pero el entramado interno del pafs contribuy6 a unificar un mercado interior. Por otra parte, las actividades de exportaci6n dicron Iugar a una serie de nue­vas industrias. Los cerealcs eran, a menudo, exportados en forma de harinas, lo que conllev6 Ja edificaci6n de numerosos molinos. Con la ganaderfa surgi6 una industria textil (lana), de curtido (cuero), ademas del ganado que debfa ser sacriticado (mata­deros) y de Ia carne posteriormente congelada y empaquetada. Par afiadidura, Ia invcs-

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tigaci6n dirigida a mejorar los rendimientos esti mul6 Ia producci6n de abonos, y toda Ia industria qui mica se vio favorecida.

La importancia de los capitales extranjeros, sobre todo, y aquf tocamos un aspecto esencial , no irnpidi6, en ningun caso, que las principales actividades de exportaci6n siguieran en manos de Ia burguesia nacional. La entrada masiva de capitales, britanicos principal mente, provoc6 de igual manera una rnodernizaci6n del sistema bancario.

Por todas esas razones, Ia economia de exportaci6n en un pafs como Argentina benelici6 al conjunto de Ia poblaci6n. La prosperidad se extendi6 por todas las capas sociales y el pais pudo absorber masas importantes de inmigrantes.

Los paises cxportadores de productos tropicalcs ofrecen un panorama diferente.

La especializaci6n en el cultivo del cafe, en particular, tuvo consecuencias muy peculiares. En Ia region de Sao Paulo, en Brasil, el valle de Antioqufa, en Colombia, y Ia meseta central en Costa Rica, el cafe fue el origen de una indiscutible prosperi­dad. Trajo consigo una mcjora de las infracstructuras y un principio de industrializa­ci6n. En efecto, a diferencia deltextil , los procesos de lavado, criba y secado del cafe no pudieron ser importados de Europa y dieron Iugar a soluciones tecnologicas dif'c­rentes de un pais a otro. Por otro !ado, Ia dependencia se hacfa natural mente sentir a Ia hora de fijar Ia cotizaci6n (que se dete1minaba y sigue determinandose en Londres), pero, in situ, los capitales extranjeros favorecieron una estructura productiva ya exis­tente, que sigui6, por consiguiente, en su mayor parte en manos de los nacionales. Alii esta Ia diferencia con otros productos tropicales que fueron explotados en el marco de una economfa de enclave. El cultivo del banano en America Central fue el arquetipo del enclave. Las grandes plantacioncs, crcadas por compafifas extranjeras (estadouni­denses principalmente), escapaban en su totalidad al control de las oligarqufas loca­les. Los pafscs no sacaban mas que escasos ingresos (en forma de royalties), ya que los beneficios cran repatriados en su totalidad. Desde luego, se construyeron lfneas de ferrocarril entre los puertos y las plantaciones, pero no tuvo Iugar ninguna transfc­rencia de tecnologfa.

Esos mismos enclaves los volvemos a encontrar en pafses espccializados en Ia industria de extracci6n minera. Por ejemplo, en Chile, Ia industria de los nitratos, que cstaba nacional izada micntras perteneci6 a Peru, fue privatizada despucs de Ia guerra del Padfico y cay6 por aquellas fechas en manos de los capitales extranjeros. Esa per­elida de conlrol de los nitratos se extendi6 a otros sectores, de tal forma que en 1901 el 55% de los capitalcs industriales en Chile era britanico.

Sin duda alguna, es en Mexico dondc se ponen mejor de maniliesto las contradic­ciones del proceso de modernizacion. El regimen de Porfirio Dfaz ( 1876-I 91 0), el Por­firiato, hizo alarde de una indiscutible voluntad de modernizaci6n bajo el impulso de un grupo de intelectuales, los cientfjicos. Paralelamente a un crecimiento econ6mico sin precedentes, las vfas ferreas pasaron de 572 kil6metros a 19.205 entre 1873 y 1910. AI igual que en Argentina, regiones en teras salieron de su aislamiento, lo que estimul6 diversas actividades econ6micas, como Ia textil (lfnea entre Mexico y Veracruz, cons­truida en 1873, que pasaba por Puebla, principal centro textil del pais) y Ia extracci6n

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de minerales (regiones de Sonora y Chihuahua), y contribuy6 a Ia diversificaci6n de los ingresos de exportaci6n que apuntamos con antcrioridacl. Pero, a su vcz, el ferro­carril fuc construido principal mente gracias a capitales britanicos (sc fund6 en 1873 en Londrcs Ia ferrocarrillmpcrial Mexico) y, a partir de 1899, los Estados Unidos invirtieron sumas cuantiosas en Ia construcci6n de infracstructuras en cl no1tc de Mexi­co. Numerosos fueron cntonces los que acusaron a Dfaz de haber vendiclo cl pafs a los capitalcs cxtranjcros. Por otra parte, s61o una minorfa de mexicanos se bcnclici6 en csta epoca de Ia modcrnizaci6n, dejando a Ia inmcnsa mayorfa de cllos en un cstaclo prccario. Especial mente en el campo, Ia situaci6n empeor6. Los progrcsos del fcrro­carril , junto con los cfectos de las I eyes de reform a, impulsaron en los afios 1877-1884 un proceso de conccntraci6n de tierras que presagiaba grandes dilicultades.

En rcsumidas cuentas, unbalance equilibrado debe hacer menci6n de las intcncio­nes de los "modernizadorcs" de Ia cpoca, ya sea de los cientfficos del Porfiriato ode los mismos aclcptos del positivismo europeo en Argentina, Brasil o Colombia. Para esos intelcctuales libcralcs, los rcgfmcncs politicos dcbfan dedicarse a crear condiciones favo­rablcs al crecimiento econ6mico, lo que signi ficaba en primer Iugar Ia construcci6n de infraestructuras como el fcrrocarri l. Se daba prioridad a Ia exportaci6n de materias pri­mas y a Ia importaci6n de productos manufacturados. El desarrollo de las sociedades, en el sentido am plio que mcncionamos con anterioridad, no era tomado en cuenta. Con esc mismo rasero, Ia modcrnizaci6n consigui6 resultados espectaculares, de los que hay que cxaminar ahora los aspectos sociales y. posterionnente, los politicos.

3. Las reclasificaciones sociales

A partir de Ia segunda mitad del siglo XIX, las estructuras sociales de los pafscs latinoamericanos sufrieron grandes cambios.

En primer Iugar, Ia poblaci6n se duplic6 entre 1850 y 1900. Esc creci micnto afcc­t6 a cicrtos paises mas que a otros.

Las poblacioncs de los pafses de America Latina de clima templado conocieron tasas de crecimiento excepcionales, cuya causn principal fuc una inmigraci6n curopea masiva. El caso de Uruguay es signilicativo: en 1868, el 68% de Ia poblaci6n habfa nacido en el extranjero. Argentina, por su parte, fuc el pafs que acogi6 al mayor nume­ro de europeos, mas de cuatro millones, de manera que su poblaci6n se multiplic6 por cuatro entre 1850 y 1900, y de nuevo por 2,5 entre 1900 y 1930. Este crecimicnto fue a Ia vez causa y consecuencia de los importantfsimos progrcsos econ6micos cxperi­mentados por el pais durante este periodo. En 1850, Argentina era un pafs poco pobla­do. Con poco mas de un mill6n de habitantes, es dccir, mcnos que Brasil, Mexico, Chi­le, Colombia, Peru, Venezuela, y hasta Cuba, las elites argentinas comprendieron rapidamente que Ia economfa de exportaci6n, en especial cl cultivo de cerealcs, reque­ria una mano de obra abundante. La inmigraci6n se convirti6 en el vector propulsor de Ia modernizaci6n. Estuvo ampliamente fomentada por las autoridades, que dcsea-

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ban tam bien europeizar Ia poblaci6n. No todos los europeos se quedaron por ello en Argenti na. Algunos siguieron hacia Chile o cl resto del continentc: otros, a los que se llamaba "golondrinas" regresaban con regularidad a Europa. Estos ultimos, cientos de miles de italianos y de espafioles, aprovechaban cl invicrno austral para trabajar en Europa y volvfan cada afio a Ia Pampa argentina para las cosechas.

La poblaci6n de America latina (1850-1930) (en miles de habitantes y porcentaje)

1850 1900 1930 1850-1900 1900-1930

America del Sur temp/ada Argenti na 1.100 4.693 1"1.936 2,9 3,1 Chile 1.443 2.959 4.365 1,4 1,3 Paraguay 350 440 880 0,4 2,3 Uruguay 132 915 1.599 4,0 1,9 Subtotal 3025 9.007 18.780 2,2 2,4

America del Sur tropical Bolivia 1.374 1.696 2.153 0,4 0,8 Brasil 7.230 17.980 33.568 1,8 2,1 Colombia 2.065 3.825 7.350 1,2 2,0 Ecuador 816 1.400 2.160 1,1 1,5 Peru 2.001 3.791 5.651 1,3 1,4 Venezuela 1.490 2.344 2.950 0,9 0,8 Subtotal 14.976 31.036 53.832 1,5 1,9 -Caribe Cuba 1.186 1.583 3.837 0,6 3,0 Puerto Rico 495 959 1.552 1,4 1,6 Rep. Dominicana 146 515 1.227 2,4 2,9 Haiti 938 1.560 2.422 1,0 1,5 Subtotal 2.765 4.617 9.038 1,0 2,3

- I-Mexico y America Central Mexico 7.662 13.607 16.589 1,0 0,8 Costa Rica 101 297 499 2,2 1,7 El Salvador 366 766 1.443 1,0 2,1 Guatemala 850 1.300 1.771 0,9 1,0 Honduras 350 500 948 0,7 1,5 Nicaragua 300 478 742 0,9 1,5 Panama 135 263 502 1,4 2,7 Subtotal 9.764 17.211 22.494 1,4 0,9

Total 30.530 61.871 -'-

104.144 1,4 1,7

(Fuente: Nicolas Sanchez-Aibornoz. "La poblaci6n de America Lalina, 1850-1930", p. 108 en Historia deAmi!riC3 Latina, tomo 7, bajo Ia direcci6n de Leslie Bethell, Cambridge University Press. Editorial Critica, 1991.)

Brasil fue otro pafs de inmigraci6n masiva. A partir de los afios 1850, Ia interrup­ci6n de Ia trata de negros clej6 al Brasil esclavista sin mano de obra para sus planta-

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ciones de cafe. Cientos de miles de esclavos fueron trasladados de las regiones azu­careras y algocloneras en declive, del Norte, a Ia de Sao Paulo, y a partir de 1870, los europeos entraron en masa, alcanzando los dos mil Iones. En estos afios, Brasil se con­virti6 en el pafs mas poblaclo de America Latina.

Ailos

18 18 18 18 19 19 19

81-1885 86-1890 91-1895 96-1900 01-1905 06-191C 11-1 91 5

To tal

--

-

Inmigraci6n neta (1881-1915) (en miles) -

Argentina Brasil Chile Uruguay

191,0 133,4 4,3 26,7 489,0 391,3 23,9 42,1 156,1 659,7 2,8 13,8 303,9 470,3 4,1 33,9 329,3 279,7 3,6 43,8 859,3 391,6 35,6 92,8 490,4 611,4 53,3 101,0

2.81 9,0 2.937,7 127,6 354,41

(Fuente: Nicolas Sanchez-Aibornoz, "La poblaci6n de AmCrica Latina. 1850-1930", p. 114-115 en Historia de Ame­rica Latina, tomo 7, bajo Ia direcci6n de Leslie Bethel l, Cambridge University Press, Editorial Crflica, 1991.)

Tal inmigraci6n masiva tuvo consccuencias importantes. Origin6 que toclos los pa.f­ses a los que nos referimos tuviesen una poblaci6n europea homogenea que au n en nuestros elf as es una de las caracterfsticas del Cono Sur. A Ia vez que impuls6 el desa­rrollo de las actividades econ6micas, contribuy6 a rehacer elmapa de los focos inter­nos de poblaci6n. Las fronteras sc alejaron, nuevos espacios sc revalorizaron, y nacie­ron grandes ciucladcs. La inmigraci6n mocli1ic6 en profuncliclad las estructuras sociales, haciendo surgir nuevas clases, y clio un nuevo caracter a los enfrcnlamicntos politicos.

De esta forma, en Argentina, Uruguay yen el sur de Brasil, los europeos vinieron a engrosar las li las de una clase obrera nueva. Poco cualificaclos, lo que se cxpl ica facil­mente, ya que Ia inmigraci6n estaba organizacla para satisfacer las ncccsiclacles de Ia agricultura de exportaci6n, cstos inmigrantes no podfan, sin embargo, equipararse a los sectorcs mas bajos del escalaf6n social en Ia mecl ida en que, etnicamente, eslaban cer­ca de las clases dominanles. Esto racilit6 tambien su integraci6n. Desde este pun to de vista, America Latina ofrece un panorama muy clistinlo del de los Estaclos Uniclos. No existfan guetos raciales en America Latina, y los inmigrantes tenfan posibil iclades rea­les de ascenso social gracias a Ia industria, al pequefio comercio, al artesanaclo e inclu­so a las actividades agrfcolas. Aclemas, los recicn llegados no suponfan competencia alguna para las clases medias locales, pues estas eran por el momento lotalmenle ine­xistentes. Se podrfa decir, especialmente en Argentina, que su situaci6n era favorable.

En el terreno politico, Ia asimilaci6n de los inmigrantes fue, a pesar de toclo, mas problematica. En general, los inmigrantes no obtenian automaticamente Ia nacionali-

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dad del pafs huesped, lo que les convertfa en ciudadanos de segunda categorfa. Eso tiene varias explicaciones. Las elites no estaban dispuestas a facilitar Ia integraci6n rapid a en el jucgo polftico de miles de recien llegados cuyos comportamientos desco­nocfan. Los mismos inmigrantes a menudo preferfan seguir bajo Ia protecci6n de su pals de origcn, bien porquc esperaban un pronto regreso, bien porque no tenfan bue­na opinion de las instituciones polfticas del pafs huesped. En todos los casos, las luchas si ndicales se sustituyeron a las luchas polfticas. Sin ser ciudadanos y sin acceder al sufragio, los inmigrantes sc implicaron en los movimicntos socialcs en defensa de sus condiciones de vida.

El papcl que dcscmpciiaron los inmigrantcs en Ia aparici6n de un movimiento obre­ro en America Latina es, no obstante, ambiguo. El interes tiende ciertamente, a cen­trarse en una minorfa de mi litantes anarcosindicalistas europeos que, sin Iugar a dudas, tuvo influencia en Ia orientaci6n tomada por el movimiento obrero, pero cuyos com­portamientos no eran representativos del con junto de las conductas polfticas de los rccien llegados. Estos se rnovfan mas por un deseo de enriquccimicnto rapido, antes de un posible regrcso al pals de origcn, o por cstrategias individualislas de ascenso social. En ambos casos fue un estado de animo contrario a Ia movilizaci6n social de masas que se desarrollo rnayoritariamentc. Pero, al mismo tiempo, muchos trabaja­dores llegaron a America Latina impregnados de una tradici6n de lucha obrera y de un sindicalismo con tintes de anarquismo que no tardaron en poner en pn1ctica en el nuevo continenle.

A. En Argentina, en J 914, el 62% de los obreros o artesanos habfa nacido en el extran­jcro. Ahora bien, s6lo en Buenos Aires, mas de 785 huelgas se organizaron entre 1907 y 1910. Por otra parte, fue en Argentina don de se crearon los primeros sindicatos y donde estos llegaron a tener el mayor numero de afiliados. La Fcdcraci6n Obrera Argentina fue fundada en 190 I por anarquistas y socialistas, y Ia primera huelga gene­ral fue organizada en 1902 e implic6 a mas de 200.000 trabajadores.

Paralelamente a esta clase obrera muy activa, en Argentina tambien apareci6 una clase media. El desarrollo de actividades de exportaci6n tuvo como efecto indirecto aumentar el volumen de Ia administraci6n publica y en consecuencia incrementar el numero de empleados del Estado, al tiempo que se multiplicaban las actividades de tipo terciario. En 1890, estas clases medias apoyaron Ia fundaci6n del partido Uni6n Cfvica Radical (UCR) y comenzaron a reclamar una mayor participaci6n en el siste­ma politico. A principios de siglo, el sindicalismo y el radicalismo rcpresentaban dos amenazas al orclen polftico oligarquico.

Estas reclasificaciones sociales, debidas en gran parte a Ia inmigraci6n europea, afectaban principal mente al Cono Sur. En ou·as partes del continente, ou·o proceso pro­voc6 cam bios en Ia cstructura social: cl de Ia pauperizaci6n de las masas campesinas.

Hemos mencionado ya que el periodo mexicano del Porfrriato se caracteriz6 espe­cialmente por un proceso de concentraci6n de tierras sin precedente. Conviene que nos detengamos en ello ahora.

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A. Un dato es revelador de los problemas agrfcolas de Mexico a principios de siglo: las tres cuartas partes de Ia poblaci6n vivian en zonas rurales, pero el pafs no era autosufi­ciente en cuanto a productos alimenticios. Numerosos fueron los afios en los que Mexi­co tuvo que importar mafz, trigo o arroz. Obnubilado por Ia modernizaci6n de su econo­mfa, el pals dcsatendi6 su sector agricola, lo que provoc6 una autentica crisis alimentaria a finales de siglo. Las I eyes liberales llamadas de "reforma" ( 1857- 1859) y posterior­mente de "colonizaci6n" se fijaron como objetivo suprimir el sistema de propiedad comu­nitaria de las tien·as y secularizar (o desamortizar) las del clero. A partir de 1863, Ia ven­Ia de las tien·as publicas provoc6 una modificaci6n del regimen de concesi6n de las tien·as. Entre I R66 y 1883, 3. 182 tftulos de propicdad fucron distribuidos; representaban una superficie de 4.300.000 hcctareas. El maximo legal de 2.500 hectareas por titular fuc supri mido en 1863, de mancra que pudieron crcarsc in mensas haciendas. Las !eyes libe­rales habfan dejado al menos de lado los ejidos, que eran pastos propiedad de las comu­nidades indias. Pero en 1889, Porfirio Dfaz autoriz6 Ia vcnta de los ejidos, concluyendo asf Ia dcsamortizaci6n de las lien·as de los campcsinos. En vfspcras de Ia revoluci6n en 1910, alrcdedor del 80% de los carnpesinos se encontraban despojados de las tien·as, pro­lctari7A1dos como peones en las fincas gran des. Las 8.341 haciendas agrupaban por enton­ccs mas de cinco millones de habilantcs. Sin embargo, csto no signific6 Ia complcta desa­parici6n de Ia pequcfia propicdad rnexicana. Eran numerosos los campesinos que conservaban sus tierras c iban a ganar un jornal subsidiario a Ia hacienda. En el norte de Mexico, los terTatenientes tuvieron incluso que regalar tien·as a los campesinos para que nose dejaran llevar por el atractivo de los altos salarios ofreciclos en los Estados Unidos.

Pars

Argentina Bolivia Brasil Colombia Costa Rica Cuba Chile Ecuador Guatemala Mexico Paraguay Peru Uruguay Venezuela

Tamailo de las capitales lalinoamericanas (1870-1930) (en miles de habitantes yen porcentaje)

Capital

s Aires z

Janeiro ~

ose bana go de Chile

mala 0 i6n

video s

Bueno La Pa Rio de Bogot San J La Ha S3ntia Quito Guate Mexic Asunc Lima Monte Caraca

-r---

Ial Poblaci6n de Ia capi -

1870 193 0 1870 - --187 2.17 8 10,8 69 17 6 3,5

275 1.70 1 2.7 41 33 0 1.4 9 5 1 5,5

230 65 4 15,2 150 69 6 7,2 76 12 7 7,1 50 12 1 4,6

230 1.04 9 2,4 25 9 7 7,6

100 27 3 3.7 110 57 2 25,0

3 2,8 -'--- __ ...!.__

49 20 -'-

18,3 8,2 5,0 3,8

10,8 16,5 16,2 8,2 6,0 6,3

11,0 4,8

33,0 6,0

(Fuentes: James R Scotie. "EI crecimienlo de las ciudades lalinoamericanas, 1870 1930", p. 216 en Historia de America Latina lomo 7, bajo Ia direcciOn de Leslie Bethell, Cambridge University Press, Editorial Crilica, 1991.) ·

La entrada de America Latina en Ia era moderna (1870-7 97 4) 29

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Mexico fue ciertamente el caso mas extrema de America Latina. Pero en casi todos los pafses, los liberates en el poder intentaron desmantelar las estructuras de propie­dad comun de Ia tierra para permitir a los campesinos convertirse en pequefios pro­pietarios, y el resultado fue su proletarizaci6n. As!, en Bolivia, una tercera parte de las tierras publicas pas6 a manos privadas despues de 1870.

Las reclasificaciones sociales fueron pues importantes en estos afios, como atesti­gua Ia evoluci6n del grupo de los obreros, de las clascs medias o de los campesinos. Si quisiesemos una ultima mucstra, Ia urbanizaci6n seria sin duda alguna Ia mejor.

Los paises que conocieron Ia expansion dcmogn:\lica miis rapida f'ucron, tambien, esos donde Ia urbanizaci6n cxpcrimcnt6 un mayor crccimicnto. Asi, Ia proporci6n de argenti­nas viviendo en ciudadcs de mas de I 0.000 habitantcs crcci6 del 17,3% en 1870 al 38, I% en 1930. En Chile, Ia tasa de urbanizaci6n pas6 del 15,2% a! 38%. Las capitales concen­traron una pa11e creciente de Ia poblaci6n de los pafscs y se convi11icron en centros impor­tantes de actividadcs burocraticas y comcrcialcs. La aparici6n de capas socialcs medias urbanas es un fen6meno socio-politico de gran importancia que ex plica Ia evoluci6n de muchos rcgimcncs politicos de aqucllos aiios; las recctas tradicionalcs de contJol social aplicadas por los caudillos rurales no pod ian aplicarse ya a las masas urbanas.

4. El orden oligarquico y el panamericanismo

En elumbral del siglo hay dos Americas Latinas. Una, Ia del sur, parece haber encon­trado Ia f6rmula de Ia estabilidad politica propicia al desarrollo econ6mico y a Ja moder­nizaci6n. La otra, Ia del norte, haec frentc al incipiente impcrialismo estadounidense.

EJ pcriodo de 1880 a 1914 fuc Ia edad de oro de Ia dominaci6n oligarquica en Ame­rica del Sur. Se caracteriz6 por un cjercicio di recto del poder por parte de los grupos ccon6micamente dominantes, es decir, los que estaban relacionados con las activida­dcs de cxportaci6n. Los caudillos fueron eliminados, o mas bien integrados en un sis­tema de colaboraci6n con el poder central. Una ideologfa inspir6 este tipo de regimen y pr{tcticas polfticas lo distinguieron.

La idcologfa era Ia del positivismo, directamente inspirada por el Curso de jiloso­.f/a posit iva, de Auguste Comte. Las elites latinoamericanas saca.ron, como conclusi6n de Ia lcctura de Comte La certeza de que Ia polftica deb fa considerarse como una cien­cia experimental. El concepto de "polftica cientifica" pas6, por cierto, a formar pa1te del vocabulario utilizado por los gobernantes mexicanos y chilenos; Ia expresi6n "paz cicntifica", al vocabulario colombiano. Dcspues de largos pcriodos de turbulencias polfticas, el orden y el progreso podrian conseguirse gracias a una conducta cientffi­ca de los asuntos publicos. Los tecn6cratas fueron entonces los encargados de los des­tines de paises como Mexico, Chile, Argentina y Brasil.

La manifestaci6n mas patente de esta adhesi6n a los preccptos positivistas se encon­tr6 en las reformas educativas. Las nuevas elites debfan estar imbuidas de cultura cien­tftica, en pe1juicio de las "humanidades". Asf, se crearon nuevas instituciones acade-

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micas, ya que las universidades no parecian estar capacitadas para asumir esa tarea. En Mexico, Ia Escuela Nacional Preparatoria fue fundacla ya en 1867 por un profesor de Medicina, Gabino Barreda, que habia seguido las enseiianzas de Auguste Comte. En Argentina, Ia Escue Ia Nacional de Parana, que fue creada en 1870 para formar a maestros de cscucla, sc convirti6 igualmcnte en cantera de l'uturos gobernantes. En Chile, ellnstituto Pedag6gico de Ia Universidacl de Chile desempeii6 el mismo papel, bajo Ia direcci6n del gran intelectual Valentin Letelier.

Las ensciianzas impartidas en cstas institucioncs inspiraron practicas polfticas pccu­liarcs. Los dcl'cnsorcs de Ia polftica cientffica otorgaban, de esta forma, al Estado un papel predominante en Ia busqueda de condiciones propicias a Ia modernizaci6n de Ia socicdad. Por clio, los positivistas no escondlan su predi lecci6n por los rcgimcncs tcc­nocraticos o autoritarios. Hemos vista que en Mexico, el regimen de Porfi rio Diaz encarnaba csta tcndencia autoritaria del positivismo. El concepto de polftica cicntfli­ca f'ue elaborado ali i por Justo Sierra y un grupo de intelectuales que, en los aiios 1878-1884, cscribian en cl pcri6dico La Libertad. Para poner fin a los des6rdencs, propo­nfm1 adoptm- reformas constitucionales con el fin de reforzar las prerrogativas y prolongar el mandata prcsiclcncial y, asi, accrcarlo a un regimen dictatorial.

El ideal era pucs una cspccic de clcspota ilustrado o, segun las expresiones deJa epoca, un "tirana honesto" 0 un "dictador liberal".

Sc concibe que csta funci6n rcforzada del Estado y cstas agresiones potenciales a Ia libertacl hayan e~tado en desacucrclo con ellibcralismo, componente mas antiguo de Ia cultura polftica latinoamericana. Almcnos en un aspccto, libcralismo y positivismo esta­ban de acuerdo: el anticlericalismo. Todos los paises de America Latina adoptaron pues en los aiios de 1880 reform as con cl fin de limitar Ia influencia de Ia Iglesia cat6lica, abo­liendo los privilegios de esta (fuero eclesiastico), suprimiendo el diezmo, apropiandose de los bicncs, clisolvicndo las 6rclenes y hacienda obligatorios los aetas civiles. Colom­bia fuc Ia cxccpci6n que, con su concorclato de J 888, sc alej6 del liberalismo radical. Pero en Mexico, por ejemplo, los liberates consiguieron en 1873 Ia incorporaci6n a Ia constituci6n de las !eyes de reform a de 1857, que ponian a Ia Iglesia cat61ica en una situa­ci6n de extrema debilidad. En 1874, Ia educaci6n religiosa en Ia escuela fue prohibida. A pesar de todo, Ia Iglesia sc aprovcch6 del cl ima de tolcrancia del Porfiriato para exten­der su influcncia, lo que explica Ia nueva rcacci6n anticlerical de los revolucionarios .

La ambigUedad de las relaciones entre elliberalismo y el positivismo del arden oli­garquico surgi6 con fuerza en Chile. Asf, conccptos cercanos al utilitarismo social de Spencer encajaban de forma contradictoria con Ia rc en Ia libertad individual de un intelectual como Jose Victoriano Lastarria. Valentin Letelier, por su !ado, admitia que Ia libertad era un principia organico de su fi losofia cicntifica, pero predicaba un auto­ritarismo responsable del que, segun el, Bismark era Ia cncarnaci6n.

Estas contradicciones no tardaron en estallar a los ojos de todos. Entre 1889 y 1893, Argentina, Brasil, Chile y Mexico conocieron un periodo de agitaci6n polftica en el que el autorita.rismo positivista fue puesto en duda abiertamente por algunos liberales. Asi, en Chi­le, una guerra civil estall6 en 1891 y acab6 con Ia dimisi6n del presidente Jose Balmaceda.

La entrada de America Latina en Ia era moderna (1870-1914) 31

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Las practicas politicas de los regfmenes oligarquicos inspirados por el positivismo se vieron pues tefiidas de autoritarismo. Lo fueron sin embargo seglin modalidades diversas.

Fueron numerosos los regfmenes oligarquicos que trab~jaron en favor de una aper­tura democnitica, especialmente en aquellos pafses en que los increfbles trastornos demograficos y sociales dieron Iugar a demandas crecientes de participaci6n polftica. Pero en Ia mayorfa de los casos las oligarqufas se limitaban a explotar el clientelismo que, como hemos dicho con anterioridad, siempre caracteriz6 las relaciones sociales en las sociedades rurales latinoamericanas. El frccucntc recurso al subterfugio clicn­telista hizo que los regfmenes olig:\rquicos fuescn casi todos hibridos. Los mecanis­mos electorates no servian mas que para lcgitimar Ia dominaci6n de Ia oligarqufa o mediar entre las rivalidades de las difcrentes camarillas.

Cuadro politico de America Latina en el umbral del siglo: el orden oligarquico ,.---

Pars Jete de Estado Modo de acceso at poder Caractertsticas del periodo

Argenlina Julio Argenlino Roca Elecci6n Dominio de los conservadores (1898-1904) hasta 1916

--Bolivia Jos~ Manuel Pando Elecci6n Oligarqufa en el poder desde 1884,

(1898-1904) revoluci6n liberal Brasil Manuel Ferraz de Campos Elecci6n Republica olig3rquica 1889-19"14

Salles (1898-1902) Chile Federico Errazuriz Elecci6n Republica parlamentaria hasta

(1896-1901 ) 1925 Colombia- Jos~ Manuel Marroquin Golpe de estado Hegemon fa conservadora,

(1900-1904) 1880-1930; Guerra civil "de los

I- . -- mil dfas", 1899-1903 Costa R1ca Rafael iglesias Elecci6n Republica liberal, 1882-1940

(1894-1902) - - - -

Ecuador Eloy Alfaro Golpe de estado Liberalismo radical, 1895-1916 (1895-1901)

Guatemala Manuel Estrada Cabrera Golpe de estado Caudillismo hasta 1940 (1898-1920)

Mexico Porfirio Dfaz Elecci6n 1910: Revoluci6n (1884-1910)

-,---Paraguay Emi lio Acebal Elecci6n Hegemon fa del partido colorado

(1898-1902) hasta 1904 Peru Eduardo L6pez de Romaiia Sucesi6n 1895-1919 Republica

(1899-1903) conservadora ,jesde Ia vuelta del militarismo --

Uruguay Juan Lindolfo Cuestas Sucesi6n 1903 Jos~ Battle y Ord6i1ez (1897-1903) consol idan Ia democracia

Venezuela Cipriano Castro Golpe de estado Caudillo de lo~ Andes hasta 1945 (1899-1908)

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• El caso de Costa Rica, a mcnudo mencionado por el cankter precoz de su dcmo­cratizaci6n, es i lustrativo.

La increfblc interdcpendencia que allf se desarrol lo muy pronto entre Ia burguesia agro-cxportadora y los pequciios propictarios productorcs de cafe cre6 condiciones id6ncas para que surgiese el clientclismo politico. La acti tud liberal de las elites, com­binada con Ia cxistcncia de csta clasc de pcquciios agricultorcs que a lo largo de todo el siglo XIX pudo convertirsc en clicntcla electoral, favorcci6 Ia insti tucionalizaci6n de las pn\cticas rcprcscntativas. No por clio las elites dcjaron de moldear las modali­dadcs del sufragio en funci6n de Ia evoluci6n de su situaci6n ccon6mica, con vistas a conscgui r un minimo de lcgitimidad y a fi ltrar a! maximo el acceso al poder. De esta forma, en cl momcnto en cl que cl cafe pcrmi ti6 a esc pafs entrar en una era de pros­periclad, el derecho de voto, hasta entonces reservado a los poseedorcs de capitalcs o de bicncs inmucblcs, fuc por aiiadidura prohibido a los analfabctos, que rcprcscnta­ban cl 89% de Ia poblaci6n en 1864. Por otra parte, el escrutinio sigui6 sicndo indi­recto hasta 1913 y publico hasta 1928. Estas lim itacioncs del sufragio no impidieron que cl clcctorado pasara del 2,5% de Ia poblaci6n en 1844 al 15,6% en 1917, lo que ayud6 en gran mcdicla a lcgitimar el orden oligarquico.

Con Costa Rica acabamos de mcncionar un pais cuyo regimen polftico puede ser asociado al de los paiscs del Cono Sur y que sc convicrte pues en Ia excepci6n de una zona geogralica victima, a finales del siglo pasado, del imperialismo estadounidense, como hemos visto ya en cl caso de Nicaragua.

El impcrialismo ticnc orfgcncs lejanos en America Latina. Inmediatamente dcspues de Ia indcpendencia, Ia penetraci6n de capitales extranjeros, britanicos en su gran mayo­ria, sc cncarg6 de someter al continente a un nuevo tipo de dependencia. Tambien, ya en 1823, los Estados Unidos notificaban a los europeos que "America pertenece a los americanos". Esta famosa "doctrina Monroe" fue percibida como el anuncio de un dere­cho de intcrvcnci6n. Pero durante Ia Guerra de Secesi6n (1861-1865), Ia doctrina Mon­roe no pudo llevarse a cabo y Espana aprovech6 Ia ocasi6n para intervenir militarmen­te en Ia Republica Dominicana en 1861 yen Peru en 1862. Napoleon Ill, por sulado, intent6 anexionarse Mex ico. Maximiliano fue su empcrador desde 1864 basta 1867.

Pcsc a clio, a partir de 1880 el imperialismo tuvo otro rostro. La revoluci6n econ6-mica, que convirti6 a los Estados Unidos en Ia primera potencia mundial, y cl agota­miento de Ia frontera en 1890, incitaron este pais a ofrcccr a su desarrollo capi talista nuevas salidas. America Latina parecfa tener que formar parte de su "destino manifies­to". La ofcnsiva sigui6 por turno o a Ia vez las vfas polftica, econ6mica y mil itar, con el fin de imponer una pax americana en el contincntc y crear una zona de libre comercio.

La guerra del Pacftico ( 1879- 1883), que oponia Chile a Bolivia y Peru, fue el pre­texto aprovechado por los Estados Unidos para intentar, ya en 1880, reunir una con­ferencia interamericana con el fin de discutir Ja elaboraci6n de procesos de arbitraje continentales. La primcra conferencia intcrnacional de Estados america nos tuvo Iugar entre octubre de 1889 y abril de 1890 en Washington. Los latinoamericanos, los argen­tinos en especial, se preocuparon de proteger su soberanfa y solo aceptaron Ia crea-

La entrada de America Latina en Ia era modema (7 870-7 97 4) 33

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ci6n de una "Uni6n internacional de republicas americanas para recoger y distribuir nl.pidamente datos sobre el comercio". Su secretariado, Ia Oficina Comercial de las Republ icas Americanas, cambio en varias ocasioncs de nombre a medida que se incre­mentaban sus prerrogativas.

Pese a todo, pocos progresos se llevaron a cabo en el aspecto politico y en el comer­cia!. En el terreno jurfdico, en cambio, un derecho internacional americano empez6 a gestarse, especial mente gracias a Ia convene ion Drago ( 1902), que limitaba el empleo de Ia fuerza para el cobro de una deuda, o Ia d()(;trina Tobar ( 1907), que trataba del no reconocimiento de gobicrnos cstablecidos tras un golpe militar.

Evidentemente, dcmasiadas in iciativas agrcsivas en materia de polft ica exterior plante6 Estados Unidos para que las reticencias de los latinoamericanos pudieran ser venciclas.

Ya en 1847, Mexico se vio desposefdo por los Estados Unidos de mas de Ia mitad de su territorio. El tratado de Guadalupe Hidalgo le quit6 entre otras cosas el Estado de Californ ia, en dondc, unas semanas mas tarde, se descubrio oro.

Las conlerencias internacionales americanas (1889-1910)

Lugar Fecha - +--- Principates decisiones

1 Washington 1889-1890 1901-1902

1906 1910

Creaci6n de Ia Olicina Comercial de las Rep. Americanas Creaci6n de Ia Olicina lnlernacional de 12s Rep Americanas Ampl iaci6n de las prerrogativas de Ia Oficina

11 Mexico Ill Rro de Janeiro IV Bueno Aires Creaci6n de Ia Uni6n Panamericana

En Ia isla de Cuba, La Espanola por aquel entonces, un levantamiento de esclavos se transforrno en los afios 1868- 1878 en revuelta nacionalista. En 1895, el poeta Jose Martf retom6 Ia l ucba porIa independencia. Fue Ia primera vfctima de una violenta rcpresion por parte de los espafioles. La opinion publica estadounidense se conmovi6. En 1898, cuando el navfo de guerra USS Maine fue hundido en el puerto de La Haba­na, los Estados Unidos declararon Ia guerra a Espana.

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Nunca hubo en America Latina, dcsdc Ia indcpendencia, un asunto que exigicse rn{Js conocimicntos, que obligasc a mas vigi lancia, que demandase un examcn m<is claro y rninucioso, que Ia invitaci6n cursada por los Estados Unidos, podcrosos, dcs­bordantcs de productos invcndiblcs y dctenninados a extender su dominaci6n en Ame­rica, a las naciones rncnos poderosas, vi nculadas por el libre comercio a los pueblos curopeos, para construir una alianza contra Europa y llegar a tratados con el rcsto del rnundo. La America espanola supo librarse de Ia tiran fa de Espana; y ahora, dcspues de habcr hecho un examcn jurfdico de los antecedentes, las causas y los factores de Ia invitaci6n, es urgente declarar, porque tal cs Ia vcrdad, que ha llegado elmomento para Ia America espanola de dcclarar su scgunda independcncia.

(Fuente: Jose Mmtf, Cr6nica de Ia prirncra conferencia intemacional americana, 1889).

El I 0 de diciembre de 1898, el trataclo de Pm·fs reconocfa Ia independencia de Cuba al tiempo que cedfa a los Estados Unidos las islas de Puerto Rico, Guam y Filipinas. A pesm· de ello, Cuba fue ocupada por los Estados Unidos hasta 1903, fecha en Ia que 'e finn6 un tratado que autorizaba Ia intervenci6n de los marines para restablecer cl orden en caso neccsario. Tal intencion, conocida con el nombre de enmienda Platt, fue incorporada posterionnentc a Ia constitucion cubana durante treinta afios. Esto pro­voc6 que en 1906 Teodore Roosevelt enviara tropas, que alii quedaron hasta 1909.

El presidente Teodore Roosevelt, en 1904, habfa anadido a Ia doctrina Monroe un "corolario" que j usti ficaba Ia polftica del "bastonazo" (iJiR stick) que pretend fa llevar a cabo en tocla America Latina. En 1903, habfa favorecido tambien Ia seccsi6n de Pana­ma de Colombia y obtuvo del nuevo Estado asf ereado una concesi6n para construir el canal y una rranja de territorio de 15 kil6metros de ancho del Oceano Pacflico al Mar Ctribe. El canal rue inaugurado en 1914.

El impcrialismo estadounidense se manifesto durante estos afios en otros tantos pafses. Dcspues del prcsidente Roosevel t (1901-1909), Will iam Howard Taft (1909-1913) inaugur6 Ia "diplomacia del d61ar", mas preocupada porIa defensa de los inte­reses econ6micos. Para los pequeiios pafses de America Central y del Caribe, Ia dife­rencia pas6 inadvertida, tantas fueron las intervenciones hasta 1933.

Muchos pafses se convirtieron en protectorados linancieros estadounidenses. Asf, en 1905, un tratado finnado con Ia Republica Dominicana permiti6 a los Estados Unidos tomar cl control de los derechos de aduana de cste pafs hast a 1941. Hai tf conoci6 Ia misma suer­tc entre 1915 y 1934. En 1920, cl National City Bank controlaba las finanzas publicas.

A El corolario Roosevelt afiadido a Ia doctrina Monroe

La incapacidad permanente y el comportamiento err6neo, asirnismo constante, de un gobierno cuya con­secuencia sea Ia disoluci6n generalizada de los vrnculos que lorman toda sociedad civilizada, requiere, en America como en cualquier otro Iugar, Ia intervenci6n de una naci6n que sf posea ese caracter; el hecho de que, en el ambito del Hemislerio Occidental, los Estados Unidos se sientan corrprometidos a ella par Ia Doctrina Monroe, podrfa obligar a estos, aun en conlra de su voluntad, a ejercer el papel de gendarme del continente en aquellos casas flagrantes de incapacidad o comportamiento irresponsable.

(Fuente: Presidente Theodore Roosevelt, 6 de diciembre de 1904.)

A ... y su puesta en marcha en Cuba en el marco

de Ia enmienda Platt

[slay tan enfadado con esa infernal pequena republica de Cuba que me gustarfa que fuese borrada de los mapas Todo lo que queremos de elias es que se porten bien, que scan pr6speros y felices. de manera que no tenga­mos necesidad de intervenir. Y ahara, parece que han empezado una revoluci6n completamente injustilicable e 111util y las casas van a ser tan cornplicadas que nos veremos obligados a intervenir - lo que convencera de ~nmed iato a todos los idiotas suspicaces en America del Sur de que, despues de todo, es lo que querfamos.

(Fuente: Presidente Theodore Roosevelt, 1906.)

La entrada de America Latina en Ia era moderna (1870-19 7 4) 35

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lntervenciones u ocupaciones militares estadounidenses en America Central y el Caribe (1898-1933)

Guatemala Haiti

Honduras Mexico Nicaragua

Panama Puerto Rico

--1---1:.::89:::::8-1902,1906-1919,1912, 1917-1922 1920

1915-1934

1903, 1907, 1911 , 1912, 1924, 1925 1914,1916-1917

1909-1910, 1912-1925, 1926-1933 1903

1898 Republica Dominicana 1903, 1904, 1905, 1912, 1916-1924

5. La revoluci6n mexicana

Con Ia rcvoluci6n mexicana, America Latina y el mundo entcro sufrieron, en 1910, una gran conmoci6n. El can\cter propiamente explosivo de los problemas de este con­tinente apareci6 de golpe a Ia luz.

Ya hcmos subrayado el proeeso de conccntraci6n de tierras al que llevaron las reformas de Porfirio Diaz. Segun ciertas evaluacioncs, el 80% de los campesinos no ten fan tierras en 19 J 0; segun otros calculos, cl 95%. Casi todos se convcrtfan en peo­nes reducidos a un cstado de vasallaje en las grandes haciendas con sus famosas rien­das de rayas, ticndas en las que sc cncleudaban de por vida.

Pero, de hecho, el conjunto de Ia sociedad estaba alterado por reivindicacioncs mas o menos radicales. Las capas medias, cuya expansion fue consccuencia de Ia modcrni­zaci6n, se oponfan al inmovilismo del regimen autoritario. La crisis ccon6mica de los afios 1907-19 J I fren6 su ascenso social y los oblig6 a cuestionar Ia legitimidad del Por­li riato. AI mismo tiempo, apareci6 una clase obrera que rapidamente se organiz6 e hizo frente el regimen. En 1907, una huelga en los centros textiles fue violentamcnte repri­mida, provocando Ia muerte de doscientos obreros. La oposici6n de Ia clase obrera al regi men, asf como a lo; inversores extranjeros, se exacerb6. lncluso cicrtos sectores de Ia burguesfa habfan padecido algun reves econ6mico y pedfan cuentas a Porlirio Dfaz. Grandes intelectuales empezaron a alejarse del positivismo dominante hasta entonces. Una generaci6n, el grupo del Atenco, rompfa con el regimen de los cient(ficos. Los her­manos Flores Mag6n, en eJ partido liberal yen el pcri6dico Ref!.eneraci6n, mostraron alinidad por el anarquismo. En 1909 se publico cllibro de Andres Molina Emfquez, Los grandes problemas naciona/es, que analizaba Ia situaci6n del Mexico rural.

Acercandose las elecciones de 1910, un gran hacendado, Francisco lndalecio Made­ro, tom6 Ia iniciativa de exigir un cscrutinio homado. Su libro de 1908, titulado La suce­si6n presidencial en19JO, tuvo gran exito. AI crear un partido antirreeleccionista, se con­virti6 en amenaza para el regimen, fue encarcelado y Porfirio Diaz, reelegido.

36

=::;;jl-··-

Como resultado de nuestro trabajo, podemos 16gicamente deducir las siguientes conclusiones: 1) Nuestra Guerra de lndependencia, y Ia que sostuvimos con Napole6n Ill, nos legaron Ia plaga del mili­tarismo. 2) AI militarismo debemos Ia Dictadura del General Dfaz que ha durado par mas de treinta anos. 3) Esta dictadura restaaleci6 el arden y ciment6 1a paz, lo cual ha permitido que llegue libremente a nues­tro pals Ia oleada de progreso material que invade al mundo civilizado desde meciados del siglo ultimo. 4) En cambia, este regimen de gobierno ha modificado profundamente el caracte· del pueblo rnexicano, pues ocupado unicarnente en su progreso material, olvida sus grandes deberes para con Ia Patria. 5) Si en rigor puede admitirse que Ia Dictadura del General Dlaz ha sido benelica, inducablemente serfa tunes­to para el pals que el actual regimen de gobierno se prolongara con su inmediato sucesor, porque nos acarrearla Ia anarqula o Ia decadencia, y ambas pondrlan en peligro nuestra vida como naci6n indepen­diente. 6) Todo hace creer que si las casas siguen en tal estado, el General Dlaz, ya sea par convicci6n o par condescender con sus amigos, nombrara como sucesor a alguno de estos, el que mejor pueda seguir su misma polltica, con Ia cual quedara establecido de un modo delinitivo el reg imen de poder allsoluto. 7) Buscar un cambia par media de las armas serla agravar nuestra situaci6n interior. prolongar Ia era del militarismo y atraernos graves complicaciones internacionales. 8) El unico medic de evitar que Ia Repu­blica vaya a ese abismo, es hacer un esfuerzo entre todos los buenos mexican as para organizarnos en partidos politicos, a fin de que Ia voluntad nacional este debidamente representada y pueda hacerse res­petar en Ia pr6xima contienda electoral. 9) El que mejor interpreta las tendencias actuales de Ia Naci6n es el que proponemos: "EI Partido Antirreeleccionista" con sus principios fundanentales:

LIBERT AD DE SUFRAGIO

NO REELECCI6N

1 0) Si el General Dlaz no pone obstaculos ni permite que los pongan los miembros de su Gobierno para Ia libre manifestaci6n de Ia voluntad nacional, y se constituye en el severo guardian de Ia ley, se habra asegurado Ia translorrnaci6n de Mexico, sin bruscas sacudidas: el porvenir de Ia Republica esta asegu­rado, y el General Dlaz reelecto libremente o retirado a Ia vida privada, sera uno de nuestros mas grandes hombres. 11 ) Cuando el Partido Antirreeleccionista este vigorosamente organizadc, sera muy conveniente que procure una transacci6n con el General Dfaz para fusionar las candidaturas, de modo que el General Dlaz siguiera de Presidente, pero el Vicepresidente, y parte de las Camaras y de los Gobernadores de los Estados, serlan del Partido Antirreeleccionista. Sabre todo se estipularla que en Ia sucesivo hubiera Liber­tad de Sulragio y si posible Iuera desde luego se convendrla en relormar Ia Canst tuci6n en el sentido de no reelecci6n. 12) En caso de que el General Dfaz se obstinara en no hacer ninguna transacci6n con Ia voluntad nacional, serfa preciso resolverse a luchar abiertamente en contra de las candidaturas ofiGiales. 13) Esta luella desperlara al pueblo y sus esluerzos aseguraran, en un luturo no lejano, Ia reivindicaci6n de sus derechos. 14) El partido AntirreelecGionista tiene grandes probabilidades de triunlar desde luego, pues nadie sabe de Ia que es capaz un pueblo cuando lucha par su libertad, sino cuando con sorpresa se ve el resultado. 15) Aun en el caso de una derrota, como el Partido Antirreelecciolista estara constituido par el elemento independiente seleccionado, y habra prestigio par haber tenido el valor de luchar contra Ia Dictadura, llegara a ejercer una influencia dominante en nuestro pals, par lo menos al desaparecer el General Dfaz. 16) Par ultimo, Ia Patria esta en peligro y para sal varia es necesario el esfuerzo de todos los buenos mexicanos.

(Fuente. Francisco Madero, La sucesi6n Presidencial en 1910, Mexico, Ediciones de Ia Secretarfa de Hacienda, 1960.)

La entrada de America Latina en Ia era moderna (1870-1914) 37

El 5 de octubre de 19 10, Madero larnaba su plan de San Luis de Potosi, primer maniliesto revolucionario. Se trataba de un programa relativamente moderado, opues­to al partido liberal, que prevcfa el establecimiento de un regimen representativo pero con pocas reformas estructurales con miras a poner lin a Ia situaci6n de los peones mexicanos. El 20 de noviembre de 1910, Madero llamaba a Ia revoluci6n. Los diri ­gentes campesinos del norte del pais, Pascual Orozco y Francisco, II amado "Pancho", Vi lla, y del sur, Emiliano Zapata, sc sublevaron de mancra que, en mayo de 19 11 , cl viejo dictador Diaz abandonaba cl poder. El 1.0 de scpticmbre de 19 11 sc organizaron nuevas cleccioncs pn:sidcnciales en las que gan6 con facilidad Madero.

La revolucion parecfa haber llcgado a su lin. Pcro de hccho no habfa hccho mas que empezar. Los partidarios de Madero, en primer Iugar, estaban divididos, y Ia creaci6n de un partido constitucional progresista por el nucvo Prcsidente no hizo mas que exa­cerbar las tcnsioncs. Los dirigentes campesinos, en segundo Iugar, sc indignaron por Iii decisi6n de Madero de disolver los cjcrcitos revolu<:ionarios y no cl cjcrcilo federal , que habfa sido vencido. Sobrc todo, Madero no fue capaz de cumplir las promesas de rcfor­nut agraria tfmidarncnlc contempladas en el plan de San Luis de Potosf. Su voluntad de instaurar una demoeracia parlamentaria moderada no respondfa a I a~ neccsidades del Mexico dclmomento. En noviembre de 191 I, Zapata Janzaba su plan de Ayala, segun­do manilieslo rcvolucionario, muy crftico con Madero y que anunciaba Ia intenci6n de los campesinos de apropiarse de las tierras que les habfan sido arrebatadas. Mientras que Zapata retomaba su lucha contra el ejercito federal, Ia agitaci6n se extendio tam­bien al mundo obrero. Por ai\adidura, Ia decisi6n del Presidente de aumcntar los impues­tos de las actividades de extracci6n petroHfera no le atrajo mas que Ia oposici6n de las compaiifas extranjeras, y por tanto de los Estados Unidos.

En fchrero de 1913, al tennino de una "semana tragiea" y con el apoyo del emba­jador de los Estados Unidos, el general Huerta mand6 ascsinar a Madero y se hizo con cl poder. Su intento de restablecer cl <mien porlirista por el terror iba a radiealizar de nuevo Ia revuelta campesina.

La resistencia a su regimen se organiz6 rapidamente alrededor de varios polos. En el norte, Pancho Villa y su ejercito de mercenarios, en su mayorfa campesinos sin tra­bajo, tomaron el control del Estado de Chihuahua. En el Estado vecino de Sonora, /\lvaro Obregon, un campesino rico, le imit6. En el sudoeste::, t:n su Estado de More­los, Emiliano Zapata reuni6 tras el campesinos deseosos de recupenu· sus tien·as en un cjcrcito liberador del sur. Pero en el norte, en el Estado de Coahuila, un gran hacen­dado supo agrupar bajo su mando a toclos estos jefes de guerra. Venustiano Carranza, nombrado gobernador del Estado de Coahuila por Madero, declar6 en su plan de Gua­dalupe (marzo de 191 3) no reconocer Ia autoridad de Huerta y se proclamaba Hder de los "constitucionalistas", partidarios de Ia vuelta al orden democratico.

Dicciscis meses de guerra civil fueron necesarios para que el dictador se retirase del poder, el I 5 de julio de 19 14. Durante esc tiempo, las naciones imperialistas riva­lizaron para hacerse con el control del petr6leo mexicano. Mientras los europeos juga­ban Ia carla de Huerta, los Estados Unidos le manifestaban su hostilidad. Asf, el 21 de

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abril de 1914, las tropas estadounidenses desembarcaron en Veracruz, interrumpien­do el aprovisionamiento de armas de Ia dictadura, lo que decidi6 su suerte.

Una vez en el poder, Carranza opt6 con rapidez por disolver cl ejercito federal, pero no pudo evitar, como gran hacendado, que Zapata y Villa le considerasen como persona indifcrente, o incluso opuesto a las reivindicaciones de las masas campesinas. Es verdad que el plan de Guadalupe, sin duda por prudcncia, no habia retornado las reformas con­templadas en cl plan Ayala. El caracter violenlo e impulsivo de Villa hada imposihle ade­m{\s el acuerdo con Carranza. En octubre de 1914, se reunio en Aguascalientes una con­vcn<:i6n revolucionaria en Ia que Carranza serfa apartado de Ia presidencia. Una nueva ruptura apareci6 entre constitucionalistas y convencionalistas. Carranza se vio obligado a refugiarse en su feudo de Veracruz, mientras que Zapata y Villa entraban momentanca­menle en Mexico. Pero en diciembre, Carranza reconocfa, en unos ai\adidos al plan de Guadalupe, el plan Ayala, y por tanto Ia necesidad de una reforma agraria radical, pcro tambicn de cambios sociales susceptibles de favorecer a Ia clase obrera.

El 6 de cnero de 1915, Carranza decretaba una importantfsima "ley que anula todas las expropiacioncs de tien·as, aguas y bosques pe1tenecientes al pueblo, cuya distrihu­ci6n fue una violaci6n de las disposiciones contempladas en Ia ley del 25 de junio de 1 X56", primcra etapa y Ia mas importante de Ia reforma agraria mexicana. En su expo­sici6n de motivos, Ia Icy anunciaba qucrcr modilicar los modelos de concesi6n de Ia tierra que habfan provocado "un estado de miseria, de abyccci6n y de esclavitud de hccho, en el cual esta enormc cantidad de trabajadores ha vivido y vive min".

El Primer Jele de Ia Revoluci6n y Encargado del Poder Ejecutivo expedira y pondra en vigor, duran­te Ia Iucha, todas las !eyes, disposiciones y medidas encaminadas a dar satislacci6n a las necesidades econ6micas, sociales y polfticas del pais, efecluando las reformas que Ia opini6n exige como indispen­sables para restablecer el regimen que garantice Ia igualdad de los mexicanos enl'e sf; leyes agrarias que tavorezcan Ia lormaci:ln de Ia pequena propiedad, disolviendo los Iatifundios y restituyendo a los pue­blos las lierras de qu~ fueron injustamenlc privados; leyes tiscales encarninadas a obtener un sistema equilativo de impueslos a Ia propiedad raf1; legislaci6n para rnejorar Ia condici6n del pe6n rural; del obre­ro, del minero y, en general, de las clases proletarias; establecimiento de Ia libertad municipal como ins­tiluci6n constitucional; bases para un nuevo sistema de organizaci6n del Poder Judicial lndependienle, tanto en Ia Federaci6n como en los Eslados; revisi6n de las leyes relativas al matrimonio y al estado civil de las personas; disposiciones que garanticen el estricto cumplimiento de las !eyes de Relorma; refor­mas del procedimiento judicial, con el prop6silo de hacer expedita y etectiva Ia administraci6n de justi­cia; revisi6n de las leyes relalivas a Ia explotaci6n de minas, pelr61eo, aguas, bosques y demas recursos naturales del pais, y evitar que se formen otros en elluturo; reformas polfticas que garanticen Ia verda­dera aplicaci6n de Ia Constiluci6n de Ia Republica, yen generallodas las demas !eyes que se estimen necesarias para asegurar a lodos los habitantes del pais Ia efectividad y el plena goce de sus derechos, y Ia igualdad ante Ia ley.

(Articulo 2, Adiciones al Plan de Guadalupe, 12 de diciembre de 1914. Fuente: Jesus Silva Herzog, Breve historia de Ia revoluci6n mexicana, Mexico,

Fonda de Cullura Econ6mica, 1960.)

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NuevoLeon2
Highlight

En febrero de 191 5, los anarcosindicalistas de la Casa del Obrero Mundial se unfan a Carranza y formaban unos Batallones rojos que se ponfan a su servicio para comba­tir a los convencionalistas. En el transcurso de 1915, Alvaro Obregon lograba victorias militarcs dccisivas sobre Pancho Villa. Los jefes de guerra se encontraban entonces rcru­giados en sus respectivos feudos y Carranza pudo volvcr a Ia capital.

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La revoluci6n mexicana: los actores y su manifiesto

Francisco Madero Plan de San Luis de Potosi 5 de octubre de 191 0 Reformador Em i I iano Zapata Plan Ayala 25 de noviembre de 1911 Revolucionario Venusliano Carranza Plan Guadalupe 26 cle marzo de 1913 Reformador Emil iano Zapata Reformas del plan Ayala 30 cle mayo de 1913 Revolucionario Venustiano Carranza Afiadidos al plan Guadalupe 12 de diciembre de 1914 Reformador

A La Constitucion de 191 7 (extrad os)

Articulo 3Q La ensefianza es libre, pero sera laica cuando se imparta en los establecimientos publicos Articulo 27: La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los lfmites del lerritorio

nacional. corresponde originariamente a Ia Naci6n, Ia cual ha tenido y tiene el derecho de trasmitir el dominio de elias a los particulares, constituyendo Ia propiedad privada.

Las expropiaciones s61o pod ran hacerse por causa de util idad publica y mediante indemnizaci6n. La Naci6n tendril en todo tiempo el derecho de imponer a Ia propiedad privada las modalidades que

dicte el in teres publico, asf como el de regular el aprovechamiento de los elementos naturales suscepli­bles de apropiaci6n, para hacer una distribuci6n equitativa de Ia riqueza publica y para cuidar de su con­servaci6n [ ].

La capacidad para adquirir el dominic de las tierras y aguas de Ia Naci6n, se regira por las sigu ien­les prescripciones:

S61o los mexicanos par nacimiento o par naturalizaci6n y las sociedades mexicanas tienen derecho para adquirir el dominio de las tierras, aguas y sus accesiones o para obtener con­cesiones de explotaci6n de las minas o aguas [ ... ].

II. Las asociaciones religiosas denominadas iglesias, cualquiera que sea su credo, no pod ran, en ningun caso, tener capacidad para adquirir, poseer o administrar bienes rafces, ni capita­les impuestos sabre elias [ . .]

XVIII. El Congreso de Ia Uni6n y las legislaturas de los Estados. en sus respectivas jurisdicciones, expediran !eyes para fijar Ia extensi6n maxima de Ia propiedad rural, y para llevar a cabo el fraccionamiento de los excedentes. de acuerdo con las siguientes bases

a) En cada Estado, Territorio y Distrito Federal, se fi jara Ia extensi6n maxima de tierra de que pueda ser dueno un solo individuo, o sociedad legalmente constituida.

b) El excejente de Ia extensi6n fijada, debera ser fraccionado par el propietario en el plaza que seiialen las I eyes locales, y las fracciones seran puestas a Ia venta en las condicio­nes que aprueben los gobiernos, de acuerdo con las mismas !eyes.

c) Si el propietario se opusiere al fraccionamiento, se llevara este a cabo par el Gobierno local, mediante Ia expropiaci6n [ ... ].

Articulo 123: El Congreso de Ia Uni6n, sin contravenir a las bases siguientes. debera expedir !eyes sabre el trabajo, las cuales reg iran entre los obreros, jornaleros, empleados, domesticos, artesanos y, de una manera general, todo contrato de trabajo:

I. La duraci6n de Ia jornada maxima sera de ocho horas. II. La jornada maxima de trabato nocturno sera de siete horas. Ouedan prohibidas: las labores

insalubres o peligrosas para las mujeres y los menores de dieciseis aiios; el trabajo noctur­no industrial para unas y otros; el trabajo en los establecimientos comerciales, despues de las diez de Ia noche para Ia muter, y el trabato despues de las diez de Ia noche, de los meno­res de diectseis aiios;

Ill. Oueda prohibida Ia utilizaci6n del trabajo de los menores de catorce anos. Los mayores de esta edad y men ores de dieciseis tend ran como jornada maxima Ia de seis horas;

IV. Por cada seis dias de trabajo debera disfrutar el operario de un dfa de descanso, cuando menos; v. Las mujeres, durante los tres meses anteriores al parto, no desempenaran trabajos Hsicos

que exijan esfuerzo material considerable[. . .]. VI. El salario mfnimo que debera dtsfrutar el trabajador sera el que se considere suficiente, aten­

diendo las condiciones de cada regi6n, para satisfacer las necesidades normales de Ia vida del obrero, su cducaci6n y sus placeres 11onestos, considerandolo como jefe de familia. En toda empresa agricola, comercial, fabril o minera, los trabajadores tEndran derecho a una participaci6n en las utilidades, que sera regulada como indica Ia fracci6n IX.

VII. Para trabato igual debe corresponder salario igual, sin tener en cuenta sexo ni nacionalidad; XVI. Tanto los obreros como los empresarios tendran derecho para coaliga·se en defensa de sus

respectivos intereses, formando sindicatos, asociaciones profesionales, etc.; XVII. Las I eyes reconoceran como un derecho de los obreros y de los patron as las huelgas y los paras; XVIII. Las huelgas seran lfcitas cuando tengan por objeto conseguir el equilibria entre los diver­

sos factores de Ia producci6n, armonizando los derechos del trabajo con los del capital [. . ].

Articulo 130: [..]. El Congreso no puede dictar !eyes estableciendo o prohibiendo rel igi6n cualquiera. El matrimonio es un contrato civil. Estey los demas aetas del estado civil de las personas son de Ia

exclusiva competencia de los funcionarios y autoridades del arden civil [ .. ]. La ley no reconoce personalidad alguna a las agrupaciones religiosas denominadas iglesias. Los minislros de los cultos seran considerados como personas que ejercen una profesi6n y estaran

directamente sujetas a las !eyes que sabre Ia materia se dicten. Las legislaturas de los Estados unicamente tendran facultad de determinar, segun las necesidades

locales, el numero maximo de ministros de los cultos. Para ejercer en los Estados Unidos Mexicanos el ministerio de cualquier culto se necesita ser mexi­

can a por nacimiento. Los ministros de los cultos nunca pod ran, en reuni6n publica o privada constituida en junta, ni en

aetas del culto ode propaganda rel igiosa, hacer crftica de las !eyes fundamentales del pals; no tend ran voto activo ni pasivo, ni derecho para asociarse con fines politicos [ .].

Oueda estrictamente prohibida Ia formaci6n de toda clase de agrupaciones polfticas cuyo titulo ten­ga alguna palabra o indicaci6n cualquiera que Ia relacione con alguna confesi6n religiosa. No pod ran celebrarse en los temp los reuniones de caracter politico[ ... ]

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......

Una nueva constituci6n estaba preparada y f ue promulgada el 5 de febrero de 19 J 7. Este documento reflejaba las diversas tendencias que se habfan expresado antes y durante Ia revoluci6n: anticlericalismo, agrarismo, scnsibi lidad social, nacionalismo. El muy largo articulo 27, por ejemplo, garantizaba Ia propiedad privada subordimtn­dola a su funci6n social. Anunciaba tambien una reforma agraria, lo que implicaba que los ejidos y las tien·as usurpadas iban a scr devueltas a los campesinos. Por otro I ado, los treinta apartados del articulo 123 representaban un compendio de Jeyes socia­les rcvolucionarias que garantizaban Ia jornada de ocho horas, el derccho de asoeia­ci6n en sindicatos y el derecho a Ia huelga. Por ultimo, el arlfculo 130 reduda de for­ma considerable el poder de Ia Iglesia, desposeyendola del control del estado civil y privandola de cualqu ier papel social o politico.

En el aspecto politico, Ia no reclcccion estuha escrita en Ia eonstituei6n, lo que debfa faci litar Ia consolidaci6n de Ia democraeia. La institucionalizaci6n de Ia revo­luci6n no se ajust6 mas que imperfectamcnte a Ia demoeratizaci6n del regimen, aun­que sf rcprescnt6 una estabilizaci6n. Tcniendo en cuenta Ia historia de Mexico, el resul­tado ya era excepcional.

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Capitulo 2

los afios de prosperidad (1 914-1930)

Los aiios transcurridos entre 1914 y 1930 fueron afios de transici6n. El modelo expor­tador de desarro llo adoptado en el decenio de 1870 empezaba a provocar disfuncio­nes, pcro Ia prosperidad que sigui6 a Ia guerra llam6 a engafio. Mas grande fue Ia caf­da a rafz de Ia gran crisis de los aiios treinta.

La Primera Guerra Mundial tuvo efectos positivos en Ia economia latinoamerica­na, al acreeer Ia demanda de sus materias primas y, sobre todo, al interrumpir sus impor­taciones de productos manufaeturados, ohligandola asf a desarrollar sus propias capa­cidades de producci6n. Tras Ia guerra, pareci6 iniciarse en el continente una era de estahil idad y prosperidad.

En muchos pafses, los regfmcnes democraticos parecfan consolidados. El orden oligarquico estaha en pleno apogco, apartando a las clascs desfavorccidas e intentan­do cooptar a las capas medias. En algunos pafses, como Argentina, estas ultimas con­siguieron que sus reprcsentantcs accecl icran al poder.

Sin embargo, al margen de los indicadores macroecon6micos y de las apariencias polfticas, las socicdadcs evolucionaban. La revoluci6n mexicana segufa producicndo sobrcsaltos y, en otras partes, aparecfan formas distintas de radicalismo. La moderni­zacion se manifesto igualmente en un poderoso movimiento estudiantil y litcrario. Y, sobre todo, apareci6 un movimiento ohrero muy combativo que sufri6, especial men­teen Argentina y Chile, una violenta represi<ln.

En el plano internacional, cl cambio de hegemon fa de Gran Bretaiia por los Esta­dos Unidos era patente, como ponfan de manifiesto los rtujos comparados de inver­sion proccdentes de esos dos pafses. En America Central y el Caribe se habfa conso­lidado el imperialismo norteamericano, pese que se enfrentaba a violcntas resistencias, como en Nicaragua, en donde Ia gesta nacional ista de Sandi no inspirarfa, muchos aiios despucs, una revoluci6n.

Desde muchos puntos de vista, los aiios treinta - el aiio 1929, podrfa incluso afi r­marse- supusieron una ruptura, de Ia que no conviene, sin embargo, exagcrar el alcan­ce. La crisis econ6mica no tuvo precedentes. Los pafses de America Latina que ha­bfan obtenido muchos emprestitos durante los aiios de prosperidad fueron de pronto incapaces de hacer frente al pago de su deuda. Todos los regfmenes democraticos se vieron desestabilizados, y una ola de golpes de estado acab6 con las democracias.

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