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TITULO DEL AUTOR: PABLO RUIZ PICASSO
TITULO ORIGINAL: GUERNICA
DATACION: SIGLO XX (1937)
DIMENSION: 349,3 x 776,6 cm
UBICACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
TECNICA: OLEO SOBRE LIENZO
GENERO: ARTE NARRATIVO
ESTILO: CUBISTA
TEMA: GUERRA CIVIL ESPAÑOLA, SUFRIMIENTO, GUERRA
CONTEXTO CULTURAL: VANGUARDIAS
Guernica es un famoso cuadro de Pablo Picasso, pintado en los meses de mayo y junio de 1937, cuyo
título alude al bombardeo de Guernica, ocurrido el 26 de abril de dicho año, durante la Guerra Civil
Española. Fue realizado por encargo del Director General de Bellas Artes, Renana petición del
Gobierno de la República Española para ser expuesto en el pabellón español durante la Exposición
Internacional de 1937 en París, con el fin de atraer la atención del público hacia la causa republicana
en plena Guerra Civil Española.
En la década de 1940, puesto que en España se había instaurado la dictadura militar del
general Franco, Picasso optó por dejar que el cuadro fuese custodiado por el Museo de Arte Moderno
de Nueva York, aunque expresó su voluntad de que fuera devuelto a España cuando volviese al país la
democracia. En 1981 la obra llegó finalmente a España. Se expuso al público primero en el Casón del
Buen Retiro, y luego, desde 1992, en el Museo Reina Sofía de Madrid, donde se encuentra en
exhibición permanente.
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Su interpretación es objeto de polémica, pero su valor artístico está fuera de discusión. No sólo es
considerado una de las obras más importantes del arte del siglo XX, sino que se ha convertido en un
auténtico "icono del siglo XX", símbolo de los terribles sufrimientos que la guerra inflige a los seres
humanos.
A lo largo de este breve estudio, no pretendemos aportar ningún dato nuevo sobre una de las obras
más importantes y conocidas del recién extinto siglo XX, y mucho menos, diremos algo que no se haya
mencionado anteriormente, y seguramente con mucho más acierto, sobre su genial autor. Nuestras
pretensiones son otras, están mucho más ligadas al goce, al disfrute del espectador con la obra de
arte. Se ha derramado mucha tinta en vano, intentando descifrar lo más absurdo y anecdótico de esta
obra, como de tantas otras. Especulaciones tales como qué significa el caballo o el toro, en las que nos
detendremos en su justa medida un poco más a delante, han sido en ocasiones el eje fundamental de
muchos escritos. Muy mala tiene que ser una obra para que requiera de un comentario de esta índole
previo a su apreciación y este no es el caso de Guernica de Picasso, aunque sí,
por qué no decirlo, de otras muchas obras del arte del siglo XX que ha seguido
erróneamente la senda abierta por Picasso.
Guernica es una metáfora inigualable del horror producido por el hombre, que
no requiere mayor explicación que su contemplación. No por ello queremos
insinuar que no sea necesario un correcto análisis, pues de ello nos ocupamos
en estas líneas. Sin más datos, que los extraídos visualmente ante este grandioso, a la vez que
grandísimo lienzo, el espectador percibe lo principal, pero no puede pasar de aquí, su conocimiento se
queda en la superficie y el disfrute por lo tanto se reduce notablemente.
Para contemplar el Guernica en su plenitud, es fundamental conocer bien el marco histórico y cultural
en el que se inserta. Aunque esta idea no puede cegarnos y mucho menos debemos dejarnos engañar
por la más simplista de todas las interpretaciones, la que se fundamenta en la temática. Pues una obra
de arte, en este caso un pintura, es considerada buena por el modo en que está resuelta, es decir, por
el grado de maestría con que ha sido pintada. El tema es secundario y en muchos casos, no pasará de
ser un mero pretexto, para que el pintor desarrolle su creatividad. Por tanto, debe quedar claro que no
es posible tomar el tema como base de todo significado artístico, haciéndolo así solo podremos
“entender” las obras cuyo tema esté dentro de nuestro bagaje cultural, lo cual es tristemente
restrictivo. Basta para demostrar estas palabras un simple ejemplo: tal vez, una de las obras más
conocidas del arte occidental sea La Cena, de Leonardo da Vinci, trabajo que fue realizado por el genial
pintor renacentista entre 1495 y 1497. La interpretación de esta obra parece úni ca, pero no es así.
Prescindiendo de todos los conocimientos sobre la religión católica, con una mirada limpia, se puede
llegar a la conclusión que Leonardo ha pintado a un grupo de hippies o vagabundos, con melenas y
barbas, que sentados en una larga mesa ya han terminado de comer y, por lo visto, deben haber
bebido demasiado porque están discutiendo entre ellos, como se aprecia en sus gestos y muecas. Tal
vez, el origen de esta pequeña trifulca resida en que no se ponen de acuerdo en quien va a pagar la
comida, o tal vez, y esto parece aún más acertado, el personaje central acaba de anunciar que uno de
los presentes no ha puesto su parte del dinero, lo que naturalmente ha originado el estupor general y
ha creado un clima un tanto incómodo.
Pablo Picasso, 1935.
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Sin más dilaciones, hecha esta breve introducción, vamos a adentrarnos en el
universo de Picasso. La obra objeto de nuestro estudio, Guernica, fue pintada
por Pablo Ruiz Picasso (1881-1973), en 1937. El título de esta obra alude a un
episodio concreto de la Guerra Civil española: el bombardeo de la población
vasca de Guernica, que tuvo lugar el 26 de abril de 1937. Cuarenta y tres
bombarderos y cazas alemanes de la Legión Cóndor y algunos italianos, al
servicio de los nacionales, arrasan la ciudad vasca de Guernica. En este
momento, España estaba inmersa en la Guerra Civil, iniciada un año antes, el 18 de julio de 1936,
cuando las tropas nacionales se sublevaron contra el gobierno republicano. Mientras tanto, Europa, a
grandes rasgos, tras haber sufrido las consecuencias de la depresión económica mundial y dividida por
el fascismo, se preparaba para el inminente estallido de la
Segunda Guerra Mundial.
Se ha especulado mucho sobre si Guernica fue o no, un
cuadro encargado por el Gobierno republicano a Picasso.
Está claro que Guernica es fruto de un encargo, pero es
necesario aclarar varios puntos al respecto que han
inducido varias veces a error. En 1937 se celebra en París la
Exposición Universal, para los republicanos era vital que el
Gobierno español estuviera bien representado, de modo
que le piden a Picasso que haga algo para el pabellón
español, un pabellón que tenía, evidentemente, un
marcado carácter propagandístico de la república. Picasso se comprometió a pintar una gran obra para
este cometido, una pintura que ocupara una pared entera del pabellón español, pero en ningún
momento se comprometió a pintar Guernica, entre otras cosas porque el bombardeo sobre la citada
ciudad vasca no se había producido todavía.
Sin embargo, el artista español sufrió una parálisis creativa que le impidió
llevar a cabo dicho encargo durante unos meses. Las causas pudieron ser
varias, en primer lugar, el marcado carácter propagandístico que le exigían
para la obra, le maniataba mucho; por otro lado, estaba atravesando una
crisis sentimental bastante profunda. Hay que recordar que en este
momento, que se conozca, Picasso estaba casado con su primera mujer Olga
Koklova, vivía con Marie-Thérése Walter con la que tenía una hija y, desde
1936, Dora Mar era su amante oficial.
Pablo Picasso salió de su aparente atolladero creativo y vital el 26 de abril de
1937. Por fin encontró el tema que estaba buscando, el atroz bombardeo le permitiría materializar
perfectamente ese encargo del Gobierno republicano. Esta idea es importante , Picasso inmortalizó con
esta obra el nombre de Guernica, simplemente porque su destrucción le inspiró ese enorme, a la par
que genial, cartel propagandístico en contra del fascismo. Picasso era consciente que esta obra debía
ser contemplada no sólo por entendidos del arte, sino, y principalmente, por todo tipo de personas
que visitaran el pabellón español. Por tanto, el mensaje debía ser perfectamente claro, y que mejor
modo para ello, que partir para la creación de una masacre de resonancia internacional como la de
Guernica. No queremos insinuar con esto, que Picasso no sintiera una gran repulsión por lo
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acontecido, ya que la rabia y la indignación del artista queda visiblemente palpables sobre el lienzo
objeto de nuestro estudio, pero es igualmente evidente, que este fatal hecho se amoldaba a la
perfección al encargo que había recibido.
Fue un episodio gratuitamente cruento, no había razones
aparentes que justificaran el ataque de una pequeña ciudad
como aquella, sin especial valor militar, poblada entonces
casi exclusivamente por mujeres, niños y ancianos, ya que
los hombres se encontraban en el frente. El bombardeo de
esta ciudad vasca duró tres horas y cuarto, desde las cuatro
y media de la tarde hasta las ocho menos cuarto. Durante las
cuales, una poderosa flota de aviones consistente en tres
modelos alemanes, bombarderos Junkers y Heinkel y cazas Heinkel, no cesó de descargar sobre la
ciudad bombas de quinientos kilos, además de un número de proyectiles incendiarios de aluminio, que
se ha calculado en más de mil. Mientras tanto, como relató un corresponsal del Times de Londres
llamado Steer, los cazas volaban rasantes ametrallando a las personas que huían de la ciudad para
refugiarse en el campo. Toda Guernica quedo inmediatamente en llamas y cualquier rastro de vida,
tanto humano como animal, fue aniquilado brutalmente. Pero estos hechos que ahora narramos y que
se encuentran perfectamente documentos, no siempre fueron contados así. Confirmando una vez más
aquella sentencia de Esquilo que dice La primera baja en la guerra es la verdad, se acusó durante
mucho tiempo desde el bando nacional, y posteriormente con el franquismo, de haber sido los propios
vascos los que incendiaron su ciudad con latas de gasolina. A pesar de las pruebas, de los testigos
internacionales y de las confesiones por parte de los alemanes (juicio de Núremberg), en España se
sostuvo durante años la tesis de la autodestrucción.
El primero de mayo de 1937 París vivió una fiesta del trabajo marcada por el rechazo vehemente de la
destrucción de Guernica y por una fervorosa oposición al franquismo. Ese mismo día Picasso encontró
su tema y se pudo a trabajar en él de un modo febril. Durante los siguientes diez días hizo numerosos
bocetos de lo que podría ser el cuadro en su conjunto, así como de diversos elementos y personajes
del mismo. El día 11 de mayo, Picasso, comenzó a trabajar sobre el soporte definitivo. Se trataba,
como ya hemos apuntado, de una tela de 349 x 776 centímetros, instalada en un taller especial que
Dora Mar había buscado para este propósito. Era tan inusualmente grande el tamaño del cuadro que
ocupaba por completo toda la altura de la pared, y aún tenía que inclinarse un poco para que cupiese
entre el suelo y las vigas del techo. Esta circunstancia y el hecho de que estuviera destinada a
adherirse al muro del pabellón de la República Española forzaron al artista a ejecutarlo con un material
que ofreciera una superficie sin brillos, por eso eligió una pintura vinílica Ripolin mate, de tipo
industrial. El cuadro, que lo concluyó el 4 de junio de 1937, está pintado en blanco y negro, con una
variadísima gama de grises y algunos toques azulados casi imperceptibles.
Un error muy común a la hora de enfrentarse al análisis de una obra de arte,
es confundir la interpretación del arte con especulaciones acerca de la
psicología del artista, y describir la obra como un retrato de los deseos y
conflictos privados de su autor. Focalizando generalmente todas esas
especulaciones, diríamos mejor, invenciones, en aspectos sexuales, cuanto
más truculentos y enfermizos mejor. Ya que la vida sentimental de Picasso,
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de sobra conocida, fue de gran actividad y por ello muy propicia a este tipo de inventiva, hemos creído
oportuno hacer esta advertencia. Por otra parte, la otra versión de este disparate historiográfico, tanto
o más común que el anterior, consiste en dar a la vida privada del artista, a través de los amigos,
conocidos y familiares que aparecen en sus obras, un valor desorbitado. Valor que eclipsa cualquier
otro tipo de análisis, que tampoco estamos indicando que deba ser meramente formalista, y que
convierte a la obra en cuestión, en un culebrón de media tarde. Picasso, como cualquier artista, pinta
lo que tiene a mano, sea un hijo suyo, su mujer, su amante, su perro o una pera. Pero esta elección,
por mucho que les pese a los románticos del arte, no pasa de ser un mero vehículo, un pretexto para la
creación.
La composición está distribuida a modo de tríptico, ocupando un
caballo agonizante el panel central. En total el cuadro reproduce
seis seres humanos y tres animales. Picasso encuadra los grupos en
dispositivos triangulares, de los cuales, el más importante es el
central. En la parte superior de este triángulo, un poco desplazada
a la izquierda, aparece una especie de tulipa en perspectiva en cuyo
centro, Picasso situó una bombilla eléctrica. La base del triángulo
central está señalada por el cuerpo caído del guerrero muerto, un cuerpo desmembrado,
descuartizado, que se convierte en un símbolo visual de la matanza. El brazo de la derecha, que acaba
también sosteniendo una flor, agarra la empuñadura de una espada rota, mientras el otro brazo acaba
en una mano fuerte y callosa, con poderosos surcos cruzados. Entre esas líneas puede reconocerse el
dibujo de una estrella de cinco puntas. Esa flor, que puede ser interpretada como una pequeña luz de
esperanza dentro un panorama tan visiblemente descorazonador, también, por el contrario, puede
que no signifique nada especial. Siendo una reminiscencia, un resto, de la primitiva escena
desarrollada en el exterior, en la que la flor brotaba al lado de una
cabeza femenina yacente.
La cabeza del guerrero fue redondeada, como si fuera un canto
rodado. Cabezas cortadas ha habido muchas en la historia del arte,
pertenecientes casi siempre a mártires inocentes, pero no suelen
tener los ojos desmesuradamente abiertos como ocurre aquí.
Observemos que la forma de este elemento no es casual: las
órbitas oculares del toro y del guerrero, pertenecientes a entes
masculinos, son óvalos con los extremos apuntados; los de las mujeres de ambos laterales con forma
de lágrima, pertenecen a otro grupo, que es el preferido por Picasso para expresar el extremado
sufrimiento femenino; los ojos de las dos hembras restantes y los de la yegua están constituidos por
un círculo con un punto central, representan más bien una dolorida sorpresa.
La mujer que entra en la escena por la derecha tiene el trasero al descubierto, existe una divertida
anécdota entorno a esta figura, que nos ayudará un poco más a advertir, que los discursos
grandilocuentes entorno a una obra de arte parten de críticos e historiadores, pero pocas veces del
propio autor. El significado de la figura nos lo proporciona un curioso testimonio aportado por Henry
Moore, contando una visita al taller donde se pintaba esta obra maestra: “Todavía faltaba bastante
para que Guernica estuviese terminado (...) ¿Recuerda a la mujer que llega corriendo desde l a cabina
de la derecha con una mano levantada delante de ella? Bien, Picasso nos dijo que allí faltaba algo, se
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marchó, cogió un rollo de papel y lo pegó en la mano de la mujer, como para decir que había sido
sorprendida en el cuarto de baño cuando cayeron las bombas. Así era él. Por supuesto estaba
tremendamente conmovido por España y sin embargo podía
tratarlo como una broma”.
Sobre esta curiosa figura se sitúa la mujer que entra por la ventana
sosteniendo con su brazo una lámpara, una figura que irrumpe en
la estancia por la ventana, de un modo surrealista, mirando la
escena horrorizada e iluminando la estancia con su quinqué. Según
algunos autores, podría tratarse de una especie de alegoría
fantasmagórica de la república española, según nuestra opinión, no se trataría de ninguna alegoría,
sino más bien de una simplificación de una figura que huye horrorizada del bombardeo, con un
semblante descompuesto, con una mirada ausente, casi en estado de shock. A su derecha, se sitúa la
mujer que cae envuelta en llamas, con los brazos en alto. Las mujeres, hacen de Guernica la imagen de
una humanidad inocente e indefensa convertida en víctima.
La madre con el niño muerto, fue un asunto muy mimado por el pintor,
que realizó numerosísimas variaciones en dibujos preparatorios. El
común denominador de todos estos trabajos es el rostro desgarrado de
la mujer que llora, superando mucho en su patetismo a las
tradicionales imágenes españolas de la Virgen Dolorosa. Junto a los
ojos, el otro componente esencial para la expresión del dolor, es la
boca desmesuradamente abierta, de la que sobresale una lengua afilada. Una lengua como la de la
yegua, una imagen extrema que nos trasporta, inevitablemente, a los caballos destripados por el asta
de un toro, de esas corridas a las que tanto le gustaba asistir a Picasso. Deudoras, por otra parte, de
esas tardes de finales del XIX, en las que acudía junto a su padre, José Ruiz Blasco, a la Malagueta, la
plaza de toros de Málaga. Se ha hablado poco de la importancia que tuvo en Picasso su padre, y sobre
todo la importancia que tuvo para Picasso el haber nacido en un hogar de artistas, un olvido un tanto
injusto.
En la pintura mural en la que estoy trabajando, y que titularé Guernica, y en todas mis últimas obras
expreso claramente mi repulsión hacia la casta militar, que ha sumido a España en un océano de dolor
y muerte.
Pablo Picasso, 1937.
Una vez realizado este pequeño recorrido por los aspectos más
generales de la interpretación, debemos ahora adentrarnos en un
estadio más. Sirviéndonos de las fotografías de Dora Mar, se puede
reproducir el proceso creativo de esta magnífica obra, llegando a
interpretaciones muy distintas a la que se puede hacer partiendo del
trabajo definitivo. Corroborando la idea que cada uno de los elementos
que lo componen no forman un equilibrio complejo e indisoluble, sino que han sido el fruto de
numerosos retoques y correcciones, lógicos, por otra parte, dentro de cualquier proceso creativo. Por
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tanto, no pueden ser analizados como si se tratara de verdades absolutas, ya que ningún elemento
que conforma Guernica significa nada extraído del conjunto.
Lo primero que nos llama la atención al contrastar el trabajo definitivo con las fotografías tomadas
durante el proceso de la obra, es la ubicación espacial de la escena. Guernica, la obra definitiva, se
desarrolla en un interior, iluminado principalmente por la luz artificial, pudiendo ser perfectamente
una escena nocturna. En origen, la escena era en el exterior, en plena calle, con un hermoso y esférico
sol, como ocurrió realmente la tarde del bombardeo. La figura femenina fantasmagórica que parece
entrar por una ventana, realmente está saliendo por una ventana de su hogar, candil en mano, una
casa en llamas situada al fondo a la derecha.
El caballo, o yegua, y el toro, también han experimentado notables transformaciones. La yegua no
aparece con esa expresión de dolor, que anteriormente hemos analizando, como si la acabaran de
atravesar con una lanza; en un principio, se recogía agonizante sobre sí misma, torturada por el dolor,
efecto de una herida previa que le estaba consumiendo la vida. El toro, también ha sufrido varias
modificaciones a lo largo del proceso, la más seria afectó a su ubicación, pues en un principio estaba
dispuesto con el cuerpo en la dirección contraria, sobrepasando el extremo de su rabo el candil que
aparece en el centro de la composición.
Con estas dos figuras han surgido muchos problemas
interpretativos. Algunos autores, consideran al toro la alegoría de la
muerte, que vuelve la cabeza sin importarle el dolor. Por el
contrario, otros textos lo consideran el tótem peninsular, una
imagen heroica del pueblo español. En correlación, también se
interpreta el caballo como alegoría del bien o del mal, así algunos lo
consideran la imagen de la España fascista, que pisotea al guerrero,
mientras otros ven en esta figura animal la imagen del dolor y la agonía del indefenso pueblo español.
Picasso ha dado la razón a todos, permitió a Jerome Seckler que en su nombre dijera que el caballo
representaba al pueblo español y el toro la brutalidad, pero en otra ocasión, sin embargo, ante la
pregunta de si el caballo representaba al franquismo, respondió que había que ser ciego, tonto o
crítico para no verlo. Las interpretaciones son todas válidas y ninguna realmente verdadera, cada
espectador puede sacar sus propias conclusiones. Para nosotros, el caballo es, visiblemente, un ser
que sufre, como las mujeres de esta obra, es una consecuencia de la barbarie, del bombardeo, de una
masacre en la que murieron personas y animales, es una víctima. El toro sin embargo, posee una
lectura algo más compleja. En la composición primitiva, contrarresta el peso de la casa en llamas, es un
elemento dentro de la composición muy importante, ya que la equilibra. Posteriormente pierde parte
de esta función, aunque sigue siendo importante estructuralmente. Su lectura, pasa por la más simple
y evidente, representa a un toro, un animal típico y emblemático de España, un reclamo que servirá a
los espectadores del Pabellón Español para situar rápidamente esa masacre en nuestro país. De todos
modos, en un cuadro tan meditada mente propagandístico de la situación de España, y que además
había sido encargado a Picasso -el artista español más conocido del momento-, tenía que surgir,
inevitablemente, por algún sitio este mito ibérico, que por otra parte, tanto iba con la imagen pública
que el pintor daba de sí mismo.
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El guerrero es otro de los elementos que ha sufrido mayor número
de modificaciones, en un principio se encontraba, sin desmembrar,
con los pies en dirección a la izquierda, y con un puño alzado, puño
que recogerá posteriormente un manojo de espigas enmarcadas
por ese radiante sol, cuya simbología es fácil de discernir, y cuyo
espacio posteriormente, ocuparía la cabeza de la yegua, el hecho
que apareciera completo, sin descuartizar, desmonta muchas de las
teorías que afirman que se trata de una escultura despedazada. Detenemos aquí este análisis
descriptivo, para no hacer tan pesada esta lectura, y remitimos, para quien este interesado e n
profundizar en el estudio de esta obra, a la bibliografía que
aportamos al final del documento.
Siempre se ha dicho que Guernica es como “un grito en la pared”,
un enorme cartel que nos pega un fuerte bofetón. No resulta difícil
encontrar, entre el gran número de visitantes de la Reina Sofía que
se amontonan alrededor de Guernica, a alguno un tanto
emocionado mientras contempla esta obra. Gran culpa de este
éxito comunicativo se lo debe a que fue creado recurriendo al lenguaje cubista, que era el más rad ical
de los varios modos de expresión utilizados por este artista tan versátil, vivificado por las
deformaciones de las poéticas surrealistas. De ningún otro modo, habría podido condensar tanto en
tan poco, esa es la magia del arte del siglo XX. No representa tan sólo el bombardeo de Guernica,
sobrepasa esas circunstancias, presenta la tragedia de la guerra, el desafortunado devenir del ser
humano. La información sobre hechos concretos es prácticamente inexistente, pero la intensidad del
horror y la violencia se respiran al primer golpe de vista, es un cuadro muy perturbador, donde todos
son víctimas, tanto hombres como animales. Picasso denuncia la primera gran masacre de civiles de la
época contemporánea, un triste precedente que tendrá sonoros imitadores, pocos años después, en la
Segunda Guerra Mundial, y que llega hasta nuestros días en pleno
vigor.
Tras la clausura del Pabellón, Guernica se expuso en Noruega e
Inglaterra antes de llegar a Nueva York. A fines de 1939, formó
parte de la gran exposición Picasso: forty Years of his Art en el
MOMA, concretamente desde el 15 de noviembre de 1939 hasta el
7 de enero de 1940. La derrota de la República española, a quien el
artista había donado el cuadro, lo mantuvo en préstamo hasta que pudo volver a España, en 1981,
certificando el final de la época que lo vio nacer.
Descripción:
El Guernica es un óleo sobre lienzo, con unas dimensiones de 3,50 x 7,80 m. A pesar de su título, y de
las circunstancias en que fue realizado, no hay en él ninguna referencia concreta al bombardeo de
Guernica ni a la Guerra Civil Española. No es, por lo tanto, un cuadro narrativo, sino simbólico. Está
pintado utilizando únicamente el blanco y negro, y una variada gama de grises.
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La estructura del cuadro es semejante a la de un tríptico, cuyo panel central está ocupado por el
caballo agonizante y la mujer portadora de la lámpara. Los laterales serían, a la derecha, la casa en
llamas con la mujer gritando, y, a la izquierda, el toro y la mujer con su hijo muerto. El del tríptico no
es, sin embargo, el único principio de ordenación espacial presente en el Guernica. Las figuras están
organizadas en triángulos, de los cuales el más importante es el central, que tiene como base el cuerpo
del guerrero muerto, y como vértice la lámpara.
En el cuadro aparecen representados nueve símbolos: seis seres humanos y tres animales (toro,
caballo y paloma). De izquierda a derecha, los personajes son los siguientes:
Toro. Aparece en la izquierda del cuadro, con el cuerpo oscuro y la cabeza blanca. Este voltea y parece
mostrarse aturdido ante lo que ocurre a su alrededor. Al ser preguntado sobre el simbolismo del toro,
Picasso indicó que simbolizaba "brutalidad y oscuridad". Se ha indicado también que la figura del toro,
como en otros cuadros anteriores de Picasso (como la Mino tauromaquia de 1935), puede ser, en
cierto modo, un autorretrato del propio artista.
Madre con hijo muerto. Se sitúa bajo el toro, como protegida por él, con la cara vuelta hacia el cielo
en un ademán o grito de dolor. Su lengua es afilada como un estilete y sus ojos tienen forma de
lágrimas. Sostiene en sus brazos a su hijo ya muerto. Los ojos del niño carecen de pupilas, ya que está
muerto. El modelo iconográfico de esta figura es, según los críticos, la "Pietà", esto es, la
representación, habitual en el arte cristiano, de la Virgen María sosteniendo en sus brazos a su hijo
muerto. Según la muy discutida interpretación de Juan Larrea, el grupo madre -hijo simbolizaría a la
ciudad de Madrid, sitiada por las tropas de Franco.
Paloma. Situada entre el toro y el caballo, a la altura de sus cabezas, no resulta visible a simple vista,
pues, excepto por una franja de color blanco, es del mismo color que el fondo y únicamente está
trazada su silueta. Tiene un ala caída y la cabeza vuelta hacia arriba, con el pico abierto. Generalmente
se ha considerado un símbolo de la paz rota.
Guerrero muerto. En realidad, sólo aparecen los restos de la cabeza, brazo completo o antebrazo
derecho y antebrazo izquierdo. Un brazo tiene la mano extendida. El otro brazo sostiene una espada
rota y una flor, que puede interpretarse como un rayo de esperanza dentro de ese panorama
descorazonador.
Bombilla. Es una de las imágenes que más intriga despierta, imagen ubicada en el centro del cuadro.
Se puede relacionar el símbolo bombilla con bomba. Se ha dicho que esta simboliza el avance científico
y electrónico que se convierte en una forma de avance social pero al mismo tiempo en una forma de
destrucción masiva en las guerras modernas. ] El bombardeo de Guernica pudo ser una prueba de esta
tecnología.
Caballo. Ocupa el centro de la composición. Su cuerpo está hacia la derecha, pero su cabeza, igual que
la del toro, se vuelve hacia la izquierda. Adelanta una de las patas delanteras para mantenerse en
equilibrio, pues parece a punto de caerse. En su costado se abre una herida vertical y está, además,
atravesado por una lanza. Tiene la cabeza levantada y la boca abierta, de donde sobresale la lengua,
terminada en punta. Su cabeza y su cuello son grises, el pecho y una de sus patas de color blanco, y el
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resto de su cuerpo está recubierto por pequeños trazos. Simboliza a las víctimas inocentes de la
guerra.
Mujer arrodillada. Otra versión es que la mujer está herida y se acerca a la yegua para descansar de
sus heridas. La pierna de la mujer que camina hacia el centro está visiblemente dislocada o cortada,
con una hemorragia que trata de frenar inútilmente con su mano derecha, por lo que lleva la pierna
arrastrada y ya medio muerta. Tal descripción es reforzada por la coloración blanquecina del pie que
arrastra en comparación al otro que conserva un color más fuerte, y también comparándolo con los
desmembrados miembros del soldado, que yacen con la misma coloración, significando
probablemente la pérdida de sangre. La hemorragia de alguna manera se puede deducir en un
sombreado oscuro que parece justo en la articulación dislocada de la pierna de la mujer.
Mujer del quinqué. ilumina la estancia con una vela y avanza con la mirada perdida, como en un
estado de shock. Esta mujer se interpreta como una alegoría fantasmagórica de la República. Tiene su
otra mano aprisionándose el pecho justo entre sus dos senos, que salen a relucir a través de la
ventana.
Casa en llamas. Además, Picasso logra resaltar la expresividad en la configuración de cada uno de los
detalles de sus personajes a través de simples líneas.
Hombre implorando. Un hombre mirando al cielo como rogando a los aviones que dejen de
bombardear, está inspirado en el cuadro de Goya El tres de mayo de 1808 en Madrid. Es la forma
artística de decir «basta de guerras».
Flecha oblicua. Situada bajo las nalgas del caballo. Su figura simboliza la elevación del espíritu del
fallecido sobre la opresión de los poderes hegemónicos. El alma del caído sufre y suplica
arrepentimiento a la desdichada madre. Él y el niño harán juntos el paso al más allá.
La mujer con los brazos al cielo. Brazos en alto, cayendo vertical, envuelta en su casa que arde y se
desploma, clamando al cielo ante ese fuego que cae desde él, desde unos aviones que en el cuadro no
figuran, la mujer arriba a la derecha se ha convertido, junto con esa otra a la izquierda que lleva en
brazos a su hijo muerto, en símbolo del horror de la guerra moderna.
Historia del cuadro
Picasso y la Segunda República Española
Cuando, el 14 de abril de 1931, se proclamó en España la Segunda República, Picasso llevaba ya varios
años residiendo en Francia de forma permanente. Inicialmente, la República no mostró demasiado
interés por la obra del pintor, quien, por su parte, no mostró tampoco ningún signo de acercamiento al
nuevo régimen. Años atrás, al ser preguntado por sus ideas políticas, había contestado simplemente:
«Soy monárquico porque en España hay un rey».
El Director General de Bellas Artes, Ricardo Urueta, tuvo en 1933 la idea de montar una exposición de
obras de Picasso en Madrid, pero el escritor y embajador de España en París Salvador de Madariaga le
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hizo desistir del proyecto al informarle de que la actitud del pintor era «francamente grosera para
conmigo personalmente y para el embajador de su país”. Eran pocos en España los que entonces
defendían la importancia de la obra de Picasso: entre ellos estaba Manuel Abril, Premio Nacional de
Literatura en 1934 con una obra, De la naturaleza al espíritu, en la que hacía un encendido elogio y
una ardiente defensa del pintor. Cuando en enero de 1936 se llevó a cabo una exposición retrospectiva
de Picasso en la sala Esteva de Barcelona, organizada por la asociación ADLAN (Amigos de las Artes
Nuevas), fue recibida con hostilidad por la prensa. La exposición viajaría más tarde a Madrid y a Bilbao.
Tras el inicio de la Guerra Civil Española en julio de 1936, por iniciativa personal del pintor Josep
Renau, por entonces Director General de Bellas Artes, se decidió nombrar a Picasso director honorario
del Museo del Prado. El artista aceptó emocionado el nombramiento, que se hizo efectivo en
septiembre de 1936, aunque jamás llegaría a tomar posesión de su cargo. Para la República, se trataba
sobre todo, en tiempos difíciles para su supervivencia, de jugar la baza del prestigio internacional del
autor.
El encargo:
A principios de enero de 1937, en su domicilio de la parisina rue la Boëtie, Picasso recibió la visita de
una delegación española formada por el director general de Bellas Artes Josep Renau, el
arquitecto Luis Lacasa, y los escritores Juan Larrea, Max Aub y José Bergamín. El propósito de sus
visitantes era solicitar su colaboración para el pabellón español de la proyectada Exposición
Internacional de París. En un primer momento, el pintor se mostró un tanto renuente. Sin embargo, el
8 de enero de 1937 completó la primera lámina de su serie de aguafuertes Sueño y mentira de Franco,
de la que se hizo una edición limitada de 1.000 ejemplares destinados a ser vendidos en la exposición:
los beneficios obtenidos se destinarían íntegros a la causa republicana. La segunda y última plancha
fue iniciada al día siguiente, 9 de enero, pero no se concluiría hasta el 7 de junio, después de la
creación del Guernica. El principal encargo que le hizo a Picasso el Gobierno español, una pintura
mural que cubriera un espacio de 11x4 metros, fue demorado por el pintor varios meses. Por
entonces, Picasso tenía una complicada situación personal, dividido entre tres mujeres: su
esposa, Olga; su antigua amante, Marie-Thérèse, madre de su hija Maya, y su amante más
reciente, Dora Mar.
Para la realización del mural, la fotógrafa Dora Maar, con quien mantenía una relación y que vivía al
lado –Rue de Savoie- consiguió a Picasso este estudio en el nº 7 de la Rue des Grandes Augustins, que
fue alquilado por Picasso y cuyo amplio ático fue transformado en e studio. El edificio tenía una curiosa
historia. Allí había situado Balzac el estudio del pintor protagonista de su novela La obra maestra
desconocida, que, por cierto, Picasso había ilustrado en 1927. (Además, había sido el lugar escogido
para celebrar sus reuniones por el grupo izquierdista «Contraataque», liderado por Georges Bataille,
de quien Dora Maar había sido antes amante).
Según señaló Josep Lluís Sert, el arquitecto que diseñó el pabellón español de la Exposición
Internacional:
A Picasso se le pagaron, como a todos, sólo los colores, las telas, los bastidores, los marcos, el
transporte, cantidades mínimas. El trabajo en sí fue un regalo, se hizo como un donativo del artista,
porque todos se habían ofrecido a colaborar con la República.
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Se sabe, sin embargo, que tras un primer pago de 50.000 francos, Picasso recibió de la República
española un segundo pago de 150.000 francos en concepto de gastos. Una nota firmada por Max Aub,
fechada el 28 de mayo de 1937 y dirigida al embajador Luis Araquistaín, acredita este pago. Según
dicha nota, el pintor se negaba a aceptar cifra alguna, y el pago que finalmente se le dio tiene un
carácter exclusivamente simbólico, destinado a cubrir los gastos de Picasso. Se ha cuestionado, sin
embargo, el carácter simbólico de la suma indicada, que, según De la Puente, asciende a «el 15 por
100 del costo total del pabellón español, unas nueve veces más que el precio máximo que hasta
entonces había logrado Picasso por lo mejor pagado de su arte”. En todo caso, sería el recibo de dicho
pago el que décadas más tarde permitiría al Gobierno español reclamar la propiedad del cuadro.
Ejecución
Los bocetos que se conservan, con fecha de 18 y 19 de abril, revelan que Picasso no había encontrado
todavía la inspiración para su obra, a pesar de la inminente inauguración de la Exposición
Internacional. Dichos bocetos, que tienen como tema El taller: el pintor y su modelo, prefiguran
el Guernica únicamente en cuanto a la forma rectangular de la composición, aunque se ha señalado
también que la figura del pintor con el brazo extendido guarda cierta semejanza con la de la mujer que
alarga el brazo con el quinqué en el Guernica. No obstante, no aparece en este esbozo ninguno de los
elementos iconográficos del futuro cuadro. En uno de los bocetos hay incluso alguna clara alusión
política (la hoz y el martillo), que no estará presente en el Guernica.
El 26 de abril se produjo el bombardeo de la histórica villa vasca de Guernica por las aviaciones
alemana e italiana, lo que suponía el primer bombardeo indiscriminado de civiles en suelo europeo. La
noticia apareció el 28 de abril en L'Humanité, el periódico que Picasso solía leer; posiblemente Picasso
la conociera incluso con anterioridad gracias a sus amigos españoles.
El 1 de mayo realizó Picasso los primeros esbozos de su cuadro. El proceso de creación de la obra está
documentado, además de por los esbozos, por las fotografías que tomó Dora Mar; según Van
Hensbergen, todo este material puede constituir «el ejemplo mejor documentado del progreso de una
obra en toda la historia del arte”. En el primer boceto del cuadro aparecen ya los personajes
principales del Guernica: el toro, la mujer con la luz, el guerrero derribado en el suelo y el caballo. En el
segundo esbozo, también del 1 de mayo, encima del toro aparece un caballito alado que no estará
presente finalmente en el cuadro. La figura de la madre con el niño muerto en brazos aparece por
primera vez en un dibujo fechado el día 8 de mayo.
El artista comenzó a trabajar directamente sobre el lienzo el día 11 de mayo. La tela era tan grande
que apenas cabía en el estudio. Por este motivo, y dado que su destino era ir pegada a un muro,
Picasso utilizó pintura vinílica Ripolín mate, de uso industrial. A instancias del propio Picasso, Dora Mar
realizó un total de siete fotografías, cada una de las cuales muestra el lienzo en un estadio diferente de
su ejecución. Gracias a las fotografías, los críticos han considerado que la obra se elaboró en seis fases.
Valeriano Bozal ha observado que durante las tres primeras fases predomina un sentido narrativo de la
composición, «reforzado por la forma rectangular de la obra, por su horizontalidad» Apenas hay
elementos que destaquen verticalmente, y nada obstruye por lo tanto el sentido horizontal de la
«lectura». La figura del toro se extendía de derecha a izquierda.
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En la cuarta fase, según Bozal, se introdujeron dos elementos novedosos: por una parte, el cuerpo del
toro, que antes estaba a la derecha de su cabeza, se situó a su izquierda, con lo cual quedaba
violentamente torcido; por otra, se destacó en el centro la figura del caballo.
En las siguientes fases, el trabajo de Picasso se centró en las figuras del guerrero caído y de la mujer de
la derecha. En ciertos momentos de la elaboración de la obra, el artista intentó introducir elementos
de collage, en concreto en la mujer de la derecha, pero finalmente desechó la idea. En la última fase,
Picasso rellenó el caballo con pequeños trazos y la falda de la madre con rayas verticales, dibujó una
cuadrícula en el suelo y terminó de pintar la zona de la lámpara.
El pintor dio por concluido su cuadro el 4 de junio de 1937.
CONNOTATIVO:
La connotación del cuadro de Picasso se encuentra en la protesta contra la agresión fascista en España
y contra la Guerra Civil Española en un sentido más amplio. El bombardeo de Guernica por la aviación
alemana que produjo cuantiosas víctimas, protagonizan la obra de Picasso. El dramatismo es e l tema
por excelencia del cuadro. Lo consigue a partir de los colores oscuros, escasez de relieves y una carga
expresiva muy fuerte. Hay diferentes elementos connotativos que forman el cuadro: el toro símbolo
de fuerza, brutalidad y oscuridad, el caballo de la inocencia y la víctima indirecta de todas las tragedias.
Los símbolos taurinos muestran aquí la esencia de España y su sufrimiento.