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TESIS DOCTORAL
DE EMERITA A MRIDA
EL TERRITORIO EMERITENSE ENTRE LA HISPANIA
GOTHORUM Y LA FORMACIN DE AL-ANDALUS (ss. VII-X):
TRANSFORMACIONES Y PERVIVENCIAS
BRUNO FRANCO MORENO
LICENCIADO EN GEOGRAFA E HISTORIA. ESPECIALIDAD: HISTORIA.
DEPARTAMENTO DE HISTORIA MEDIEVAL Y C.C. Y T.T.
HISTORIOGRFICAS. FACULTAD DE GEOGRAFA E HISTORIA.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIN A DISTANCIA (MADRID)
2008
DEPARTAMENTO DE HISTORIA MEDIEVAL y C.C. y T.T.
HISTORIOGRFICAS. FACULTAD DE GEOGRAFA E HISTORIA
DE EMERITA A MRIDA
EL TERRITORIO EMERITENSE ENTRE LA HISPANIA
GOTHORUM Y LA FORMACIN DE AL-ANDALUS (ss. VII-X):
TRANSFORMACIONES Y PERVIVENCIAS
BRUNO FRANCO MORENO
LICENCIADO EN GEOGRAFA E HISTORIA. ESPECIALIDAD: HISTORIA
DIRECTOR CODIRECTORA
PEDRO MATEOS CRUZ PAULINA LPEZ PITA
TUTORA
PAULINA LPEZ PITA
Agradecimientos
No quisiera iniciar el desarrollo del presente trabajo sin tener unas palabras de
agradecimiento para aquellas personas e instituciones que me han aportado tanto su
saber, como su disponibilidad, para llevar a buen puerto todo lo que se expone a
continuacin. El mismo no se hubiera llevado a cabo sin la ayuda prestada por Pedro
Mateos, promotor y director de esta tesis, tanto por el inters mostrado desde el primer
momento, cuando hablamos sobre la posibilidad de realizar un trabajo de esta
envergadura, como por el nimo constante y las indicaciones ofrecidas a lo largo del
proceso de elaboracin. Igualmente agradezco los inestimables consejos de Paulina
Lpez, tambin directora de este trabajo, por sus asesoramientos y orientaciones en los
siempre escasos momentos que hemos tenido para departir. Del mismo modo debo
recordar a Eduardo Manzano por las sugerencias aportadas a tiempo, y a Jos Miguel
Lpez, por los consejos y charlas mantenidas a lo largo de todo el periodo de duracin
que abarcaron los estudios de tercer ciclo.
Este trabajo se hubiera demorado excesivamente en el tiempo sin la ayuda concedida
por el Instituto de Arqueologa de Mrida, que en la persona de su director, me
concedi la oportunidad de pasar temporadas en su sede para la redaccin del mismo.
Igualmente slo tengo palabras de gratitud para los compaeros arquelogos, Toms
Cordero y Victor M. Gibello, por la ayuda que de manera desinteresada me han
ofrecido, tanto en la elaboracin de la planimetra, grficos, entrega de material grfico,
etc., que figuran en los apndices finales, como por las opiniones vertidas en relacin a
la evolucin que sufre el territorio durante el periodo estudiado.
De igual modo, nicamente tengo palabras de agradecimiento para los compaeros del
Consorcio de la Ciudad Monumental de Mrida, por su siempre estar y su ayuda
desinteresada; especialmente a los arquelogos Miguel Alba y Santiago Feijoo, por sus
sabios razonamientos y charlas mantenidas acerca de la evolucin-involucin de la
ciudad a lo largo de toda esta etapa cronolgica, as como sus siempre acertadas
observaciones y nimos recibidos a lo largo de la redaccin de este trabajo. Tambin
recordar las valiosas aportaciones de Jos ngel Calero durante los ltimos aos de
carrera, que me introdujo en la comprensin del campo extremeo durante el periodo
de transicin que marcan estos siglos.
Indicar por ltimo que ninguno de los errores u omisiones que pudieran ser hallados en
el desarrollo de la presente Tesis, pueden ser atribuidos a las personas arriba
mencionadas, recayendo los mismos sobre el autor de estas pginas.
Finalmente, no quisiera terminar sin tener unas palabras de reconocimiento para todos
aquellos familiares y amigos, que de una manera u otra, me han alentado para
conseguir alcanzar las metas propuestas al inicio de esta empresa. Especialmente a mi
familia ms cercana, por su inquebrantable apoyo y por las horas robadas durante su
elaboracin: a Marin Sauceda y a mis hijos, Alma y Marcelo, as como a mi madre por
la vitalidad mostrada a lo largo de toda una vida, y a mi padre, fallecido cuando yo aun
no haba alcanzado la edad de la adolescencia, motivo por el cual este trabajo les est
dedicado.
El mundo inmenso: un grano de polvo en el
espacio. Toda la ciencia de los hombres:
palabras. Los pueblos, las bestias y las
flores de los siete climas: sombras. El fruto
de tu constante meditacin: la nada.
Omar Khayym, Rubaiyat (S. XI)
El olvido es verdadero sudario de la muerte.
George Sand (1804-1876)
De Emerita a Mrida
6
NDICE GENERAL
TOMO I Pg.
Introduccin ................................ 12
- Objetivos . 18
- Condicionantes y caractersticas de la investigacin ... 23
- Estructura metodolgica ... 27
CAPTULO 1.
Anlisis historiogrfico y fuentes consultadas
Introduccin 33
1.1. Corrientes historiogrficas para los estudios Altomedievales de los siglos XIX y
XX en Espaa. Estado de la cuestin .. 39
1.1.1. Bibliografa general y temtica sobre la Hispania de poca visigoda (S.
VII) 46
1.1.2. Bibliografa general y de temtica arqueolgica sobre el periodo omeya de al-
Andalus 63
1.2. El registro arqueolgico. Estado de la cuestin 71
1.2.1. El registro material de los siglos VI-X en el territorio emeritense. Un
problema de insuficiencia de excavaciones arqueolgicas. 73
1.3. Las fuentes historiogrficas 96
1.3.1. Fuentes documentales cristianas para el estudio del siglo VII 99
1.3.2. Fuentes rabes para el estudio de los siglos VIII-X... 109
Bruno Franco Moreno
7
1.3.3. Fuentes cristianas para el conocimiento de la etapa de dominio islmico de
al-Andalus (S. VIII-X).... 120
1.3.4. Las fuentes judas 125
CAPTULO 2.
Estudio del medio. El espacio fsico y la actuacin antrpica en el territorio
emeritense... 129
2.1. Paleogeografa del territorio emeritense en el periodo altomedieval.. 132
2.1.1. Consideraciones acerca del paleoclima en el periodo altomedieval...147
2.1.2. La Vegetacin .. 153
CAPTULO 3.
Evolucin histrica y organizacin del territorio emeritense entre los siglos VII-X.
3.1. El ltimo siglo de la Emerita visigoda (600-712). Aspectos polticos, sociales y
religiosos en la urbe y el territorio . 162
3.1.1. El marco administrativo del territorium emeritensis. Origen y evolucin...... 164
3.1.2. La sociedad y sus manifestaciones materiales.... 177
3.1.3. Mrida en la configuracin de la Iglesia cristiana hispana durante la etapa
visigoda (S. VI-VII)... 202
3.1.3.1. Metrpolis de la dicesis lusitana y trascendencia de su obispado.... 218
3.1.3.2. El concilio provincial de Mrida (ao 666). Problemtica y definicin..... 228
3.1.4. Urbanismo y ordenacin del territorio .. 260
3.1.4.1. Estructura urbana de Emerita (s. VII)... 266
De Emerita a Mrida
8
3.1.4.2. Comercio, economa y sociedad .... 282
3.1.5. El poblamiento en el medio rural ....... 301
3.1.5.1. Ocupacin y explotacin 304
3.1.5.2. Baslicas rurales, monasterios y parroquias como evidencia del poblamiento
en el medio rural.. 325
3.2. Mrida islmica en las fuentes: de la conquista, al final del periodo emiral en al-
Andalus (713-929/94-316). 347
3.2.1. Conquista, dominio y enfrentamientos en el territorio emeritense durante el
califato omeya de Damasco (713/94-756/140) 350
3.2.1.2. Abd al-Ramn al-Djil y la proclamacin del emirato de al-Andalus.
Mrida capital de al-agr al-Adn Frontera Prxima o Inferior de al-
Andalus (756-788/140-172) 376
3.2.1.3. De Him a Muammad (788-886/172-273): Auge y decadencia 386
3.2.1.4. Del emirato de Abd Allh a la proclamacin del califato por Abd al-
Ramn al-Nir (888-929/275-316). Decadencia poltico-administrativa de la
mdina de Mrida en al-agr al Adn .. 415
3.3. El estudio del territorio (ss. VIII-X). La divisin administrativa, itinerarios y
asentamientos
3.3.1. Explicacin previa .. 436
3.3.2. Origen de la divisin administrativa . 438
3..3.2.1. La divisin administrativa de la kra de Mrida 444
Bruno Franco Moreno
9
3.3.2.2. Un territorio escasamente definido ...... 454
3.3.2.2.1. Lmite norte del territorio........ 457
3.3.2.2.2. Lmite suroeste-sur 459
3.3.3.1. Itinerarios de la kra de Mrida 462
3.3.3.2. El aprovechamiento del viario anterior 466
3.3.3.3. Los itinerarios de la kra en las fuentes rabes...... 470
3.3.4. Asentamientos de periodo emiral repartidos por el territorio emeritense (S.
VIII-X) 498
3.3.4.1. La terminologa de los emplazamientos rurales en los textos rabes...... 502
3.3.4.2. Los un y qur del territorio marid en los textos y en el trabajo
arqueolgico...... 513
3.3.4.3. La defensa del territorio. Una aproximacin 523
3.3.5. Estructura urbana de Mrida (S. VIII-X): El registro arqueolgico..530
3.3.5.1. Restos arqueolgicos de periodo emiral en Mrida: Fisonoma de la
ciudad y usos del suelo .. 540
3.4. La sociedad. La poblacin de la kra de Mrida (ss. VIII-X)
3.4.1. El poblamiento en el territorio de la Mrida emiral. Su componente
tnico. 576
3.4.2. Grupos rabes establecidos en Mrida. Balades (Baladiyyn).. 582
3.4.2.1. Opositores a miembros de la dinasta omeya 586
De Emerita a Mrida
10
3.4.2.2. Miembros de la familia de los emires de al-Andalus (gobernadores y
aspirantes al trono). 588
3.4.3. Los pueblos berberes en las fuentes historiogrficas 595
3.4.3.1. Asentamientos y distribucin de tribus bereberes en el territorio
emeritense... 601
3.4.3.2. La presencia bereber en Mrida hasta la proclamacin del Califato de al-
Andalus (868-929/254-316) 614
3.4.4. Muladiyyn (Mulades) Trascendencia de esta comunidad en la mdina de
Mrida durante el siglo IX/III. Auge y decadencia.. 620
3.4.5. La comunidad cristiana de Mrida bajo el poder omeya ........ 632
3.4.5.1. Permanencia de la Comunidad cristiana de Mrida hasta el emirato de
Muammad I.... 635
3.4.5.2. La organizacin eclesistica. Iglesias y monasterios. 640
3.4.5.3. La comunidad mozrabe emeritense hacia su declive en la segunda mitad
del siglo IX... 644
3.4.6. La poblacin de origen hebreo en la ciudad de Mrida en el trnsito de los
siglos VII-VIII. Fuentes y restos materiales 651
3.5.6.1. Decadencia y final de la comunidad juda de Mrida en el transcurso de los
siglos IX-X.. 659
4. Consideraciones finales... 665
5. Bibliografa Consultada .. 679
Bruno Franco Moreno
11
Fuentes rabes y cristianas medievales. 680
Bibliografa... 687
6. ndices 752
De lugares..... 753
De personas, dinastas y tribus ....761
TOMO II. APNDICES Pg.
ndice de los Apndices 1
ndice de Figuras, lminas y tablas ......5
Documentacin arqueolgica del territorio emeritense entre finales del siglo VI,
inicios del VIII. Catlogo de yacimientos arqueolgicos.10
Catlogo de yacimientos arqueolgicos para la kra de Mrida: Ciudades
(mudn/madna), Distritos agrcolas (aqlm/iqlm), alqueras/aldeas (qarya/qur-
darya), fortalezas ubicadas en altura (un/in) y torres de vigilancia (bur/al-
bur)....107
Figuras, Lminas y Tablas 293
De Emerita a Mrida
12
INTRODUCCIN
Bruno Franco Moreno
13
Con la realizacin de la presente Tesis Doctoral pretendemos fijar o acotar los lmites
entre la Edad Antigua y la Edad Media en el territorio dependiente jurisdiccionalmente
de Mrida. Estudios que se enmarcan en la historiografa ms reciente como categora
periodolgica denominada Antigedad Tarda, y que tantas polmicas ha levantado en
el seno de la comunidad cientfica, tanto en el mbito internacional como del nacional,
en trabajos que fijan su mirada en regiones o ciudades de la geografa Peninsular y el
entorno del Mediterrneo1. Controversia que en una ciuitas de la importancia y
trascendencia de Mrida, parece incuestionable en relacin con los sucesos que se van a
ir desarrollando en el transcurso de los siglos VI-VIII, en el marco del Occidente
Mediterrneo, y ms concretamente en el escenario de la Pennsula Ibrica.
Con el estudio de este perodo de transicin, que transcurre desde la consolidacin del
reino visigodo de Toledo a partir de la tercera dcada del siglo VII hasta el
progresivo afianzamiento de un nuevo orden social, econmico, religioso y cultural,
como consecuencia de la presencia islmica, pretendemos crear una unidad temporal
que abarque hasta la descomposicin de la misma. De modo que nos ayude a
comprender los cambios sufridos por la sociedad emeritense tanto en la ciudad como el
territorium que esta comprenda. Aspectos todos ellos que en los ltimos aos han
1 Para ello tomaremos como referencia los trabajos dedicados a esta cuestin y que tienen su marco de estudio en torno al Mediterrneo y las civilizaciones nacidas en sus orillas (Brown, P., 1974; Maier, F.G., 1972; Anderson, P., 1974; Cameron, A., 1998), as como aquellos que centran sus estudios en ncleos urbanos o regiones de la Pennsula Ibrica (Barbero, A. y Vigil, M., 1978; Daz de Garayo, E. P., 1996; etc.) y tambin, lo expuesto en los ltimos aos en Congresos, simposium y seminarios donde se tratan diferentes aspectos de este periodo histrico, considerado mayoritariamente de transicin, heredero en gran medida del pasado clsico. Buena parte de las cuestiones que genera esta problemtica son desarrolladas y expuestas en foros y asociaciones de mbito nacional e internacional, que acogen a fillogos, historiadores, historiadores del arte y arquelogos, donde con un marcado carcter pluridisciplinar se debate acerca de todas aquellas cuestiones que vengan a aportar algo de luz.
De Emerita a Mrida
14
llamado la atencin de la comunidad cientfica, especialmente desde el mbito de la
arqueologa y que han posibilitado la apertura de nuevas vas de investigacin que nos
vienen a mostrar su originalidad por s misma, y no a depender de interpretaciones de
etapas histricas anteriores, como se ha estado haciendo hasta ahora.
En una breve sipnosis queremos destacar la importancia y transcendencia que para los
estudios actuales tienen esta etapa cronolgica de la Historia en el Mediterrneo
occidental. Se viene entendiendo como Antigedad tarda, segn la tradicin
historiogrfica que parte de la traduccin del concepto germnico de Sptantike, a los
lmites cronolgicos que van desde la desintegracin del Imperio romano hasta la
desaparicin de las monarquas germnicas (ss. V-VIII) en el Occidente Europeo.
stas supieron mantener vigentes, en lneas generales, las estructuras de poder poltico-
administrativos del anterior mundo clsico, hasta los primeros sntomas de
bipolaridad surgidos en el mediterrneo como consecuencia de la irrupcin del Islam, y
su posterior expansin hacia entidades estatales herederas del pasado romano.
No olvidemos que la concepcin de este periodo como una simple lnea que separa la
Edad Antigua y el Medievo est arraigada de tal manera a escala institucional en todos
los niveles de la enseanza (tanto en el mbito de la universidad, como de la
investigacin en general), desde que Flavius Biondus la instauara en el siglo XV, que
parece imposible en la actual historiografa considerar a este espacio temporal como
una poca con suficiente entidad propia. As, pese a la ingente cantidad de trabajos y
estudios llevados a cabo hasta la fecha, donde se han venido defendiendo varias
Bruno Franco Moreno
15
propuestas de las que a continuacin presentamos las ms importantes, pensamos
que el periodo cronolgico analizado, entra en una dinmica que afectar a todos los
mbitos de la vida, y que se prolongar hasta bien entrado el siglo IX.
Estas propuestas se han venido dividiendo tradicionalmente en tres grupos:
A- El constituido por los que relacionan esta secesin con las luchas de cristianos
contra paganos (313, Edicto de Miln; 325, Concilio de Nicea; 380, Edicto de
Tesalnica).
B- Los que unen la trayectoria de ambos sectores del Imperio a lo largo de los siglos IV-
VI d.C. (330, fundacin de Constantinopla; 395, muerte de Teodosio I y ruptura del
Imperio; 410, saqueo de Roma por Alarico; 476, fecha de deposicin de Rmulo
Augstulo; 560 y el fracaso de Justiniano en la reunificacin de los antiguos dominios
del occidente romano en torno al mediterrneo).
C- Y por ltimo, las teoras que vinculan el ocaso de la Antigedad a la irrupcin y
consolidacin del Islam por el Mediterrneo, con la aparicin de un nuevo bagaje
social, econmico y religioso en plena expansin, por contraposicin al modelo
imperante desde el siglo IV d. C. Teora defendida por Henri Pirenne en su conocida
tesis, la cual gener una fuerte polmica an viva, y donde se presentaba la ruptura de
De Emerita a Mrida
16
la unidad cultural mediterrnea y el fin del comercio con Oriente2. Esta visin que a
nuestro entender peca de eurocentrismo, ha ido perdiendo adeptos, como demuestran
los ltimos estudios realizados3. El panorama que nos presenta Pirenne resulta ms
propicio para las monarquas europeas del siglo VII, que para los de la siguiente
centuria, el mismo reino visigodo mostr signos de agotamiento durante sus ltimos
treinta aos, fcilmente identificable en las artes y la cultura en Mrida y su territorio.
Pirenne presenta el nacimiento del Islam (siglo I h./VII d. C.), ms como una etapa
vinculada a la Antigedad que a la Edad Media, lo que determin que el adjetivo
Tardorromano y el trmino Antigedad Tarda, acuados por miembros de la Escuela
historicista de Viena en sus investigaciones sobre el arte romano tardo4, cobraran
pujanza y se utilizaran como denominadores de un periodo de transicin entre el
mundo antiguo y medieval, extensible a los siglos VI y VIII. Dicha terminologa
aspiraba a sustituir el trmino Bajo Imperio, como contraposicin al Alto Imperio, de
marcada significacin peyorativa.
Este proceso de transicin y su ubicacin temporal protagonizan numerosos estudios
que intentan definir un modelo histrico, segn el cual se habra pasado de una
2 En su obra Mahomet et Charlemagne, se expone la visin del autor. Traducida al espaol en 1978, ejerci una gran influencia tanto en historiadores como en socilogos. 3 La conquista islmica signific una apertura del Mediterrneo, hasta ese momento un lago de Bizancio, conectndolo con el Ocano Indico y convirtindolo en una ruta del comercio mundial, como se constata en la apertura de nuevas rutas comerciales y sus influencias (Hodges y Whitehouse, Mohammed, Charlemagne and the Origins of Europe, Cornell Univesity Press, 1983; Glick, T.F. Cristianos y musulmanes en la Pennsula Ibrica, 1991. pp: 23-43; Picard, C. La mer et les musulmans d`Occident au Moyen Age VIIIe-XIIIe sicle, Presses Universitaires de France, 1997). 4 En 1889 el viens A. Riegle, defendi su hiptesis sobre tapices egipcios en el que se introduca la expresin Spte antike, para designar un estilo que no era estrictamente tardorromano ni medieval, sino que contena elementos de ambos, extendiendo su duracin desde el siglo IV hasta el VIII (de Constantino a Carlomagno).
Bruno Franco Moreno
17
sociedad de corte antiguo, a una de tipo feudal; es decir, de una estructura social
homognea, estable y con un estado distribuidor de riquezas, a otra heterognea en los
llamados por Duby tres rdenes (social, econmico y territorial). Sin embargo este
proceso de transicin no es entendido por los historiadores de forma unvoca; en lo
temporal la mayora de los medievalistas son seguidores de la tesis de M. Bloch en su
estudio: Cmo y porqu finaliz la esclavitud antigua (Bloch, M., 1952), aunque
su lmite cronolgico oscile entre la teora de Maier, que sita este proceso entre los
siglos III-VIII, la presentada por Wickham que lo fija en el VI, o la del propio Bloch
que los define entre los siglos V y el final del VIII, de la cual somos partcipes.
De este modo, pervivencia y transformacin (aunque disarmnicas en el tiempo y en el
espacio) son los rasgos distintivos del trmino Antigedad Tarda, que como periodo
histrico se inici en la produccin historiogrfica con los historiadores alemanes K. F.
Stroheker (1965) y P. E. Hubinger (1962), y cuya denominacin ya emancipada de
periodizaciones, lleva implcita una cualificacin moral y valorativa.
Una vez expuesta esta breve pero necesaria aclaracin sobre la cuestin a todo este
proceso, hay que resaltar el particularismo hispano, que en parte va a desarrollar una
evolucin peculiar y un tanto diferente al resto de las monarquas herederas del
Imperio romano de occidente, y que los estudios tradicionales han considerado en su
mayora como de una ruptura total con los momentos precedentes, como consecuencia
de los hechos acaecidos tras la mtica fecha del 711 d.C./91h.
De Emerita a Mrida
18
Cmo afectan todos estos cambios a un ncleo urbano de primera categora como es
el representado por Mrida, considerada una de las ciudades ms pobladas y dinmicas
del occidente europeo en el transcurso de los ss. IV-VIII?. Cmo se ha venido
manifestando esta problemtica durante los ltimos aos en numerosos trabajos y
congresos por parte de los mejores investigadores del campo de la Arqueologa y de la
Historia?.5 El propsito del presente trabajo es exponer como afect este complejo
proceso de transformacin poltica, econmica, social, religiosa y cultural al devenir de
la ciudad, pero sobre todo incidiremos en el territorio dependiente de Mrida, al verse
integrado en un nuevo concepto de civilizacin, que de modo progresivo ira
basculando hacia oriente, hasta su total integracin en la cultura y civilizacin islmicas
en los comienzos del siglo X.
- Objetivos.
El objetivo principal a conseguir en la presente tesis doctoral, es abrir nuevas hiptesis
de trabajo, por las que se puedan esclarecer las grandes lneas a seguir en el tiempo que
va a marcar el trnsito de la Antigedad tarda (heredera en gran medida de la cultura
clsica), hacia el nuevo horizonte que se va a ir despejando con la instauracin de un
nuevo marco estatal. Este nuevo poder, de clara influencia oriental, se ira
5 Collins, R., Mrida and Toledo: 550-585. Visigothic Spain. Oxford. 1985. Mateos, P., Emerita Augusta, de capital de la dicesis hispaniarum a sede temporal de poca visigoda, Sedes Regiae-Regna Barbarica. Barcelona, 2000. Alba, M., Mrida entre la Tardoantigedad y el Islam: datos documentados en el rea arqueolgica de Morera, La Islamizacin de la Extremadura romana, C.E., n 17, Mrida, 2001. Mateos, P. y Alba, M. De Augusta Emerita a Mrida en Actas del Congreso Int. Visigodos y Omeyas: Un debate entre la Antigedad Tarda y la Alta Edad Media, Anejos de AEspA XXIII, Madrid, pp: 143-168, 2001.
Bruno Franco Moreno
19
consolidando paulatinamente a partir de la segunda mitad del siglo VIII, en nuestro
caso especialmente traumtico a lo largo del siglo IX, no slo en Mrida, sino tambin
en todo el espacio administrativo dependiente de la madna.
Partiendo de estas consideraciones, se pretende analizar, exponer y clasificar el mayor
nmero posible de documentacin relacionado con el tema a desarrollar, dentro de las
coordenadas geogrfico-temporales suscritas, con la finalidad de estudiar y dilucidar la
nueva organizacin poltico-administrativa y social, los cambios poblacionales y de
asentamiento, las nuevas formas productivas, y la creacin de un nuevo sistema fiscal
que el nuevo orden va a imponer sobre el territorio.
Con respecto a la organizacin del territorio durante la etapa emiral, hemos analizado
el nuevo organigrama estatal islmico sujeto al poder cordobs, que se deriva en un
primer momento como deudor del perodo precedente. Ya que contina como ncleo
vertebrador la ciudad de Mrida, principal centro urbano y eje de comunicaciones del
agr Inferior o Prximo, como elemento indispensable del ordenamiento y
articulacin del estado en esta regin de al-Andalus, por lo menos hasta el primer tercio
del siglo X/IV. Ser a raz de la pacificacin del Oeste andalus con la proclamacin del
califato, cuando Mrida, segn no han trasmitido las fuentes, parece obtener la
categora jurdico-administrativa de kra, la cual perdura hasta la desintegracin del
mismo. En buena medida se tomar como ejemplo a seguir las antiguas divisiones
provinciales romano-visigodas, pero ahora adaptadas a la nueva organizacin regional
(provincia) denominada Kra/plural, Kuwr, las cuales se subdividirn en los
De Emerita a Mrida
20
denominados iqlm, o distritos de menor tamao, que sern en definitiva la base sobre
la que descansar la fiscalidad omeya que recaer sobre la gran masa de la poblacin
(campesinos y artesanos).
Por ltimo, comentar el espacio temporal-cronolgico elegido para este trabajo, para el
que he fijado como inicio el ltimo concilio provincial celebrado durante el otoo del
666 en la dicesis emeritense; y como final, la conquista de la madna de Mrida por las
tropas de Abd al-Raman III al-Nir en manos de berberes de las tribus mamda y
kutama, en el transcurso del mismo ao de la proclamacin del califato omeya de al-
Andalus (928-29/316-317).
El por qu la eleccin de esta dos fechas? Desde el planteamiento que vamos a ir
desarrollando en el presente trabajo, dicha concepcin cronolgica la situamos entre la
finalizacin de la tardoantiguedad, que fijamos hacia el final del siglo VIII, y el inicio de
las revueltas mulades en el territorio emeritense. Ello debe enmarcarse dentro de la
poltica generada por el califato omeya de oriente, que entendemos debe encuadrarse
dentro de la Antigedad, entre otros motivos, por polticas que van a tener una lnea de
continuidad ms que evidentes con el Imperio romano de oriente. As, de entre los
aspectos ms sobresalientes del mismo, habra que destacar la clara intencin de
dominio territorial por asegurarse las antiguas fronteras del antiguo Imperio Romano,
la copia del ceremonial palatino de Constantinopla, y el emplazamiento de la capital en
Damasco, ciudad con un importante legado clsico, en clara referencia a su inters por
el dominio de las antiguas fronteras del Mediterrneo, ahora bajo una nueva fe (fig. 1).
Bruno Franco Moreno
21
Del mismo modo no debemos olvidar el arte omeya, que recibe unas influencias
directas de la Antigedad Clsica, constatadas en los palacios del desierto sirios
lunetas de los techos de Jirbat al-Mafjar, frescos del Palacio de Quayr Amra y las
grandes construcciones omeyas de Siria y Palestina (Palacio de Ammn, Qsr al-Hayr
al-Garbi) por citar solo los ejemplos ms representativos, los cuales vienen a
competir con las baslicas que Constantino I y Justiniano I levantaron en Tierra Santa.
Poltica que variar drsticamente en Oriente con la proclamacin del califato Abbas a
partir del 756/138, y en un cambio de rumbo puesto de manifiesto en la concepcin del
estado, la religin, y el arte, dirigidos a partir de ahora hacia el interior del continente
asitico, dejando en un segundo plano el mediterrneo (VVAA, 2000: 35-75) .
Como iremos exponiendo a continuacin, todos estos cambios se trasladarn, de un
modo paulatino, al confn ms occidental de la r al-Islam. Ser el nieto del califa
Him, el clebre Abd al-Ramn al Djil, huido de la masacre que sufrira su dinasta
en Oriente por parte de los Abbses el protagonista de esta empresa. No obstante, no
debemos olvidar que la concepcin estatal que lleva imperando en al-Andalus, desde el
inicio de la presencia islmica, no difiere en grandes rasgos de la etapa precedente, no
slo por la impronta de la cultura anterior, sino tambin porque el patrn elegido desde
el primer momento por la dinasta Omeya de oriente, no variar consustancialmente de
la poltica que se llevaba realizando en la cuenca del Mediterrneo desde haca siglos.
De este modo, muchos de los aspectos que se habran considerado como
diferenciadores desde un principio, entre un momento y otro, no llegaran a producirse
de manera inmediata, como generalmente se ha considerado por buena parte de
De Emerita a Mrida
22
comunidad cientfica. As para el territorio dependiente de Mrida durante todo el siglo
octavo e inicios del noveno, las transformaciones materiales, sociales y religiosas se van
a ir imponiendo de una manera paulatina, en medio todava, de una mentalidad
aferrada fuertemente a su pasado.
Con esto no queremos afirmar que no existiera un progresivo proceso de aculturacin
en la sociedad marid, por parte de la civilizacin y cultura islmica, como consecuencia
de la degradacin cultural que va sumiendo a la minora cristiana y las continuas
revueltas encabezadas por la cada vez ms numerosa poblacin mulad. La misma va a
tener un amplio desarrollo durante el siglo IX, como queda constancia por las fuentes
escritas, tanto rabes como cristianas, y el cada vez ms amplio registro arqueolgico
practicado. Aspectos que han sido tratados durante los ltimos aos para otras reas
geogrficas del territorio andalus, donde se ha incidido en la pugna mantenida entre
los ltimos feudales, contra el nuevo organigrama impuesto desde Crdoba (Chalmeta,
P. 1994, Acin, M. 1997; Salvatierra, 2002, Manzano, 2006) donde se indica el carcter
rupturista que va asumiendo la formacin de una sociedad islmica en el territorio
peninsular, especialmente significativo en los ncleos urbanos.
En esta direccin las investigaciones que en materia de documentacin escrita se llevan
realizando, conjuntamente con la informacin suministrada por el trabajo
arqueolgico, intensificados en los ltimos aos, coinciden en retrasar todos estos
cambios en buena parte de la pennsula, bien reflejados en Mrida y su territorio. As,
la cultura material puesta de manifiesto en la produccin cermica y las novedades
Bruno Franco Moreno
23
desarrolladas en las obras arquitectnicas y escultricas, no empezarn a ser
perceptibles hasta bien entrado el siglo IX.
Por ltimo, sealar que el problema, como es obvio, no reside nicamente en aceptar
esta ruptura social, que ha sido tratada por la ltima generacin de arabistas,
arquelogos e historiadores6, sino en analizar el proceso por el cual la sociedad del siglo
VII va a ir transfigurndose de manera paulatina, a una totalmente distinta durante los
siglos IX-X. Este cambio ser especialmente perceptible en la fisonoma del principal
ncleo urbano estudiado, Mrida, as como por los patrones de asentamiento, como es
la aparicin de nuevas formas de hbitat de carcter rural dispersos por el territorio, en
similitud a lo generado en otros espacios de al-Andalus.
- Condicionantes y caractersticas de la investigacin
Uno de los principales problemas con los que nos encontramos a la hora de llevar a
cabo la presente investigacin es el estudio de las fuentes historiogrficas rabes, tanto
histricas como geogrficas, que han llegado hasta nuestros das. Dichas obras estn
compuestas, en su mayor parte, en fechas muy posteriores a la sucesin de los hechos
(ss. X-XI), y claramente al servicio de un poder central que lucha por la implantacin
de un estado unitario. Dato este muy a tener en cuenta para la realizacin de un
detallado anlisis de las mismas, ya que el carcter marginal que ostenta el agr
6 P. Guichard (1976; 2003), P. Chalmeta (1988; 1994; 1998, 9-28), M. Acin (1997), E. Manzano (1995, 185 y ss. 2005), F. Valds (1995, 265-296).
De Emerita a Mrida
24
inferior en relacin con los ugr o fronteras que conforman al-Andalus, se vera
reflejado en las crnicas histricas y geogrficas del momento en muy contadas
ocasiones y, siempre y cuando este territorio se encuentre en franca rebelda contra los
intereses de la dinasta omeya.
Para ello me he valido tambin de la informacin que nos proporcionan las Fuentes no
escritas, el registro arqueolgico, con la intencin de localizar los asentamientos
humanos repartidos por el territorio: principalmente los restos materiales conservados
en yacimientos a los que casi siempre se les ha adjudicado cronologas ms tardas, y los
hallazgos cermicos que se derivan de las prospecciones arqueolgicas de superficie.
Todo ello contrastado por la documentacin escrita publicada, que tiene como base las
obras geogrficas, histricas y jurdicas de los autores rabes y cristianos que trataron
sobre este periodo de nuestra historia.
Tras este necesario apunte en torno al tema que va a tratar el presente trabajo, es
necesario aadir algunas otras que tienen relacin con la elaboracin y el contenido del
mismo. As, la presente tesis doctoral es la continuacin natural del trabajo de
investigacin elaborado para la obtencin del Diploma de Estudios Avanzados
(D.E.A.), que con el ttulo El final de la Antigedad Tarda en el territorio Emeritense
(s. VII-VIII), fue presentado en el Departamento de Historia Medieval y Ciencias y
Tcnicas Historiogrficas de la Universidad Nacional de Educacin a Distancia en el
ao 2003.
Bruno Franco Moreno
25
En l se llev a cabo una primera aproximacin, ms reducida en el espacio y el tiempo,
de los sucesos acaecidos durante el transcurso de los siglos VII al VIII, en el territorio
administrativo de Mrida. Periodo de implantacin y prdida del dominio visigodo, y
que en lneas generales pervivir hasta la proclamacin del emirato por Abd al-
Ramn al-Djil. Trabajo en el que se intent poner al da el estado de la cuestin en
estos dos siglos, los cuales marcarn el futuro devenir de la ciudad y su entorno, para a
continuacin iniciar un breve anlisis del periodo de formacin de al-Andalus en esta
parte de la pennsula ibrica, donde van a ir apareciendo de forma paulatina procesos
de ruptura con el periodo anterior y una nueva concepcin de dominio sobre el
territorio, sin olvidarnos del complicado proceso de afianzamiento y consolidacin de la
sociedad islmica.
As, partiendo de la elaboracin de dicho trabajo, nos hemos propuesto continuar y
dilatar el espacio cronolgico del mismo, hasta el momento que podamos hablar de un
nuevo concepto de sociedad, con todo lo que ello implica, bastante diferente a la
representada por el ltimo siglo de presencia goda en la ciudad y su entorno. La
presente tesis doctoral supone, por tanto, una ampliacin con respecto al trabajo
anterior, puesto que se abordan nuevas cuestiones y se ofrece una ms amplia
documentacin de temtica arqueolgica, dentro de los lmites fijados, en vas del
esclarecimiento de lo que supuso este periodo para el devenir de un espacio, que en
opinin generalizada vino a sealar el fin del esplendor de la ciudad y de su territorio,
como consecuencia inmediata del dominio islmico ejercido sobre el mismo.
De Emerita a Mrida
26
Por ltimo no quiero finalizar este apartado, sin mencionar una serie de contrariedades
con las que me he encontrado en el transcurso del presente trabajo. La primera ha sido
la escasa informacin que hay plasmada en las Cartas arqueolgicas, redactadas hace
ms de dos dcadas, sobre todo acerca de los asentamientos de periodo andalus en su
fase omeya. Buena parte de esta informacin se haya recogida de manera sesgada y a
veces con datos que llaman la atencin por su falta de contrastacin. Ello es debido sin
duda a la falta de informacin de la poca y a la premura con la que se llevaron a cabo
dichos trabajos, as como la recogida de los datos, especialmente los relacionados con
los estudios ceramolgicos y las coordenadas de los yacimientos en cuestin. Aunque en
los ltimos aos se ha mejorado ostensiblemente en estos y otros aspectos, todava
estamos lejos de equipararnos al trabajo desarrollado en otras partes de la geografa
peninsular, especialmente la zona de Levante y sureste de Andaluca. Precisamente
donde las Universidades han estado presentes y donde las instituciones, tanto pblicas
como privadas han prestado su apoyo, cuestin sin duda primordial para que el trabajo
arqueolgico de campo llegue a buen puerto.
Otra de las contrariedades con la que nos hemos encontrado en el transcurso del
presente trabajo, es el palpable desinters manifestado por las instituciones acerca del
periodo islmico de nuestra regin, sobre todo si tenemos en cuenta que este se
prolong durante algo ms de quinientos aos. De ello queda fiel reflejo en las ms que
escasas intervenciones que tienen como objetivo asentamientos adscritos a este periodo
histrico, muchos de los cuales se encuentran ocupando el mismo espacio que con
anterioridad haba sido elegido por otros pueblos de nuestra historia, que por ironas
Bruno Franco Moreno
27
del destino s merecen la atencin de las instituciones, en su mayora pblicas. Todo
ello deriva en una documentacin escasa y parcial que ofrece al investigador de este
periodo unas herramientas que resultan muy difciles de manejar, sobre todo si tenemos
en cuenta la de por s reducida y fragmentada documentacin textual que tambin se ha
conservado para esta regin.
- Estructura metodolgica
El trabajo consta de dos grandes apartados, divididos en tres grandes captulos, y unos
apndices, que a su vez se subdividen para tratar temas relacionados entre s. Abre el
trabajo una breve introduccin donde se plantea el porqu del mismo y la finalidad
ltima que pretendemos conseguir. Dentro de la primera parte planteamos cuestiones
de carcter previo, expuestas en dos captulos, donde se expone un estado de la
cuestin sobre la documentacin historiogrfica que ha ido apareciendo en los ltimos
aos. Estos me han sido de una gran ayuda para poder situar el presente trabajo dentro
la perspectiva de los estudios elaborados hasta el momento actual, sobre el periodo
estudiado en el mbito geogrfico que nos ocupa. Del mismo modo, me he servido
como base documental de las fuentes primigenias, ya sean stas de carcter
historiogrfico como epigrficos, la mayora de ellas de procedencia rabe, aunque sin
excluir la documentacin cristiana conservada. En este estudio de las fuentes, se hace
necesario resaltar, tanto la escasez de las mismas, como la dificultad que entraa llevar
a cabo un exhaustivo trabajo para desentraar la importante carga ideolgica que
arrastran.
De Emerita a Mrida
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Los dos captulos siguientes y el apndice final, vienen a configurar la parte central y
ms densa de la presente tesis. Se encuentran englobados en dos apartados en el que
son expuestos desde un planteamiento de orden diacrnico, y estn dedicados al
estudio de las diferentes etapas que jalonan el devenir del periodo histrico analizado,
dedicando una especial atencin a los acontecimientos y hechos sociales, polticos,
culturales y poblacionales que acontecen en dicho espacio temporal a lo largo y ancho
del territorio objeto de este trabajo. Antes en el captulo segundo realizamos un breve
incursin para tratar del medio, tanto fsico como antrpico, que tiene como fin
principal fijar los cambios habidos y su repercusin sobre el poblamiento repartido por
el territorio.
Mencin especial merece el captulo tercero, dedicado en su primera parte al estudio
de la Mrida tardovisigoda o preislmica heredero en gran medida de los periodos
precedentes en muchos de los aspectos tratados, y que nos servirn para la comprensin
de los hechos que van a sucederse a continuacin. En el mismo hacemos un exhaustivo
estudio de la iglesia emeritense, al erigirse en el principal estamento dinamizador de la
sociedad en esta etapa, tanto en la urbe como en el territorio. En relacin directa con
este captulo presentamos tambin un catlogo de yacimientos arqueolgicos repartidos
por el territorio objeto de este estudio, donde se recogen todos aquellos restos
pertenecientes a la sptima centuria y las primeras dcadas de la octava. Se incluir en
los apndices junto al catlogo confeccionado para periodo emiral.
Bruno Franco Moreno
29
Los siguientes apartados del tercer captulo se centran respectivamente, en el anlisis
de los acontecimientos que van a afectar al espacio administrativo dependiente de
Mrida bajo el dominio islmico, especialmente su fase emiral, que como capital de la
frontera Inferior (agr al-adn o agr al-awf, dependiendo del momento de su
redaccin), y centro de la Kra de su nombre darn lugar. Trataremos aspectos que
tienen una especial relacin con el territorio, como son las vas de comunicacin, los
itinerarios ms comunes que confluan en Mrida y los asentamientos, tanto los
descritos en las fuentes rabes, como los recogidos en el catlogo de yacimientos
arqueolgicos, incluido este ltimo en los apndices finales. En cuanto a Mrida
intentaremos aportar los ltimos datos que la documentacin arqueolgica nos ha ido
deparando para conocer la configuracin de la ciudad en esta etapa de su historia.
Cuestiones todas ellas que nos mostrarn cmo con el afianzamiento de la dinasta
omeya en al-Andalus, los modelos precedentes van a ir cambiando de una manera
cuantitativa y palpable, de acuerdo a un orden establecido y organizado desde la
cancillera cordobesa.
Del igual modo abordaremos cuestiones que estn estrechamente relacionadas con el
poblamiento del territorio, tanto en el mbito urbano como en el rural; las relaciones
protagonizados por los distintos grupos sociales que van a convivir durante este
prolongado espacio histrico y, las vicisitudes por las que va a pasar cada comunidad,
en el seno de esta nueva entidad estatal integrada plenamente en la dr al-Islam,
dcadas antes de la proclamacin del califato andalus.
De Emerita a Mrida
30
El trabajo se completa con todas aquellas reflexiones que nos ha ido procurando el
desarrollo de la presente tesis en las consideraciones finales, as como la
correspondiente bibliografa consultada, que incluye los principales textos latinos,
rabes y castellanos, que en definitiva han servido como base documental para la
elaboracin de este estudio, y cierra el trabajo un amplio apartado de ndices, donde se
han incluido el de personas y lugares, as como el de figuras.
Por ltimo y, no menos importante, incluimos unos apndices dedicados al catlogo de
yacimientos arqueolgicos, que se corresponden con el territorio estudiado, tanto para
la ltima fase de la tardoantigedad, como para el periodo de presencia islmica en su
etapa emiral. El mismo incluye varios apartados que nos indica su localizacin: trmino
jurdico actual, coordenadas UTM 30, categora, etc., as como una descripcin del
yacimiento, los restos estudiados, su bibliografa correspondiente y aparato grfico si lo
hubiera. De igual modo incluimos la documentacin grfica, como planimetra y
mapas, que permiten ilustrar aquellos aspectos que tienen una estrecha relacin con los
contenidos del trabajo, de modo que vengan a esclarecer aquellos puntos que ofrecen
una mayor dificultad para su comprensin, especialmente los relacionados con los
restos arqueolgicos (cultura material).
En cuanto al sistema de transliteracin de las palabras de origen rabe que hemos
seguido en el desarrollo de este trabajo, es el utilizado en la revista Al-Andalus
seguido comnmente por la escuela de arabistas espaoles: (nicamente en medio y
final, inicial nunca se transcribe), b, t, , , , j, d, , r, z, s, , , , , , , g, f, q, k, l, m, n, h,
Bruno Franco Moreno
31
w, y. La t marba slo se transcribe en estado constructo, nunca en el absoluto. Las
fechas las hemos colocado anteponiendo el ao de la era cristiana, seguido a
continuacin por el cmputo de la Hgira.
De Emerita a Mrida
32
CAPTULO 1
ANLISIS HISTORIOGRFICO Y FUENTES CONSULTADAS
Bruno Franco Moreno
33
Introduccin
Los estudios y publicaciones que de un modo general se centran en este perodo
segunda mitad del siglo VII y primera mitad del VIII, englobando no slo al territorio
objeto de este trabajo, sino tambin a aquellos que mantuvieron una relacin ms
directa, tanto en el mbito cultural y social, como en el religioso y econmico con
Mrida, van siendo cada da ms numerosos, an contando con la escasez de fuentes
documentales disponibles. Suelen ser obras de carcter general, de amplia aplicacin,
donde se tratan diferentes aspectos de la sociedad del momento: socio-econmicos,
administrativos, polticos, religiosos y culturales7.
De igual modo, en las ltimas dcadas resulta significativo el incremento de
publicaciones y trabajos que se centran en cuestiones especficas de distinta ndole
historia jurdica y eclesastica, urbanismo, relaciones sociales y econmicas,
asentamientos, etc.,que en buena medida presentan una visin de conjunto de las
7 Los avances producidos durante los ltimos aos en la investigacin as lo demuestran, no slo en Espaa, sino tambin en los pases de su entorno cultural, esto es buena parte del Mediterrneo y los de influencia anglosajona, de los cuales presentamos una pequea muestra: El ya clsico trabajo de Georg Maier (1972): Las transformaciones del mundo mediterrneo ss. III-VIII, Barcelona. Publicada en el V. 9 de la Historia Universal S. XXI; Brown, P. (1989): El mundo en la Antigedad Tarda: de Marco Aurelio a Mahoma, Madrid. Collins, R. (2000): La Europa de la Alta Edad Media, 300-1000, Madrid. P. de Palol y Ripoll, G. (1988): Los godos en el Occidente europeo: ostrogodos y visigodos en los siglos V-VIII, Madrid. En cuanto a la pennsula Ibrica, destaca la obra conjunta de Daz y Daz, M.C. y Prez Prendes, J. M et alii, Espaa visigoda, Madrid (2001), editada en dos tomos correspondientes al T. III de la Historia de Espaa de Menndez Pidal, donde se realiza una labor de puesta al da en cuanto a las ltimas novedades aportadas por la investigacin. Tambin destacan los trabajos de Garca Moreno, L. A. (1988): Historia de la Espaa visigoda, Madrid y El fin del reino visigodo de Toledo: decadencia y catstrofe, una contribucin a su crtica, Madrid, 1975. Una obra que sigue manteniendo la importancia del momento de su publicacin - hace ya casi cuarenta aos- es Los godos en Espaa de E. A. Thompson. Dos de las ltimas aportaciones han sido publicadas dentro de colecciones de la Historia de Espaa, la primera de la mano de Roger Collns, en el Volumen IV de la Historia de Crtica, La Espaa Visigoda (409-711), 2004 que ana el estudio de las fuentes escritas con las ltimas aportaciones del registro arqueolgico. La otra es la obra conjunta de Pablo C. Daz, Clelia Martnez y Francisco J. Sanz, en la coleccin de Istmo con el volumen V, Hispania tardoantigua y visigoda, 2007.
De Emerita a Mrida
34
sociedades del momento que resulta ms completa y clara en su exposicin, y por tanto
ms alejada de los posibles lastres que cierta historiografa decimonnica ha ido
marcando para algunos de los trabajos publicados durante la segunda mitad del siglo
XX (Alonso, A. 1985). Estudios que en los ltimos treinta aos han llegado a
profundizar en muchos de los aspectos mencionados, dirigidos a un pblico ms o
menos extenso que tiene cierta preparacin sobre el tema8.
En cuanto a los trabajos centrados al estudio de Emerita, que desde la implantacin del
Cristianismo trinitario se configura como religin oficial del reino en el ltimo tercio
del siglo VI, se encuentran mayoritariamente dedicados a la vigencia de la sede
arzobispal y al mantenimiento de su mbito urbano, cuando la ciudad participa en la
configuracin del reino visigodo de Toledo, tanto en el mbito de la poltica como de la
religin (Collns, R. 1980: 189-219; Mateos, P. 2000: 506-512; Mateos y Alba, 2000: 143-
168; Snchez, E. 1975: 135-150). Muchas ms dificultades encontramos para la segunda
mitad del siglo VII, e inicios del VIII, sobre todo por la falta de documentacin escrita
(Daz, 1993), que aunque paliada en buena medida por la calidad de los restos
materiales excavados en el solar emeritense y sus proximidades, suelen ser en su
mayora hallazgos descontextualizados (Repertorio de Bibliografa Arqueolgica
8 Remitimos a la recensin realizada por L.A.Garca Moreno en la revista Medievalismo El hoy de la Historia de la Espaa Visigoda. (Compilacin) (1994: 115-122) y a los ltimos avances presentados en el seminario que sobre los Visigodos se han publicado bajo la edicin de Alberto Ferreira en 1999: The Visigoths. Studies in culture and society; destacando tambin las Actas del Seminario celebrado en Mrida en 1999, editada por L. Caballero y P. Mateos, Visigodos y omeyas: un debate entre la Antigedad Tarda y la Alta Edad Media, Madrid. 2000, donde se han presentado las ltimas novedades, algunas innovadoras, sobre la pervivencia y transformacin que sufre la sociedad y sus manifestaciones materiales entre los ss. V al IX. Para el periodo andalus las aportaciones ms destacadas han sido las presentadas en un Seminario organizado por la Casa de Velzquez-Universidad de Extremadura en el ao 2002, Extremadura andalus: ltimos avances arqueolgicos, Cceres 8-9 abril. Las mayores aportaciones han venido del campo de la arqueologa, aunque finalmente sus actas no vieran la luz, algunas de las ponencias han sido publicadas en revistas de arqueologa.
Bruno Franco Moreno
35
emeritense II, Velzquez, A (edit.) 2000: 271-320; Extremadura Arqueolgica IX,
ABAE 2001: 365-393; Memorias de excavaciones en Mrida, etc.).
En relacin a la importancia de la sede metropolitana emeritense durante el trnsito de
los siglos VI-VII, se han publicado en los ltimos aos nuevos estudios sobre la obra
hagiogrfica de las Vitas Sanctorum Patrum Emeritensium. Trabajo fundamental para
conocer el dinamismo de una ciudad, totalmente cristianizada, donde la mano rectora
de la iglesia configura un ncleo urbano dinmico y abierto a las influencias exteriores.
As a la publicacin de Maya (1992), se han unido en los ltimos aos los trabajos de
Isabel Velzquez (2006 y 2008) y Blas Curado (2007), este ltimo teniendo como teln
de fondo el oficio y desempeo de la medicina en la ciudad durante este periodo. Ahora
bien, en cuanto a los trabajos de carcter monogrfico que profundicen en la evolucin
y transformacin del medio rural, los diferentes asentamientos repartidos por el
territorio, y las relaciones entre los distintos grupos sociales, resultan sin duda menos
fructferos, aunque no as la celebracin de seminarios y congresos donde se han
abordado estos temas9.
Un terreno donde la investigacin sigue dando sus frutos, al mismo nivel que en pocas
anteriores, es en los estudios centrados en el mbito de la religin, especialmente en el
9 Daz, P.C., Propiedad y explotacin de la tierra en la Lusitania tardoantigua, Stvdia Historica. Historia Antigua 10-11 (1992-93): 297-309 en J.G. Jorges y M. Salinas (eds.), Les campagnes de Lusitanie romaine. Occupation du sol et habitats, Madrid, 1994, Cuadernos de la Casa de Velzquez, 47: 297-309. Del mismo autor tenemos, El testamento de Vicente: Propietarios y dependientes en la Hispania del
siglo VI M.J. Hidalgo, D. Prez y M.J.R. Gervs (eds.), Romanismo y reconquista en la pennsula Ibrica: Nuevas perspectivas, Salamanca, 1998: 257-270.
De Emerita a Mrida
36
desarrollo y preponderancia que alcanza la institucin eclesiastica en el transcurso del
siglo VII. La Iglesia sigue manteniendo su influencia entre las distintas capas de la
sociedad, adems de erigirse en el principal estamento colaborador de la monarqua al
final de la sexta centuria. Precisamente por esta relacin tan estrecha entre estos dos
estamentos, surgirn a lo largo del siglo VII disensiones, que acabarn por distanciarse.
No olvidemos el ambiente de inestabilidad poltica, social y hasta de relajacin
dogmtica en el seno de la Iglesia, que se recoge en los ltimos Concilios celebrados
durante esta fase final del reino visigodo. En las actas conservadas de los snodos
celebrados a nivel nacional, como el convocado en Mrida a nivel provincial, se arroja
bastante luz para profundizar en las relaciones sociales que se viven en el seno del reino
visigodo, la influencia de la Iglesia en el organigrama estatal, etc., en buena medida
recogidos en estudios monogrficos y congresos celebrados durante los ltimos
cuarenta aos10.
Por contra, el mbito de trabajos dedicados al periodo andalus (emiral y califal
Omeya) en nuestro territorio, por no extenderlo a la totalidad de la Comunidad
10 Resultan significativas las aportaciones derivadas del III Concilio Eclesistico Emeritense, recogidas por E. Snchez (1975: 135-150); la influencia de este en el contexto de los Concilios nacionales del reino, en la obra general de Orlandis y Ramos-Lissn, 1986: o la ya clsica de Jos Vives, Historia de los concilios hispanorromanos y visigodos, Madrid-Barcelona, 1961. Un artculo que resulta clarificador en este aspecto es, Pablo C. Daz (1995): Propiedad y poder: la Iglesia de Lusitania en el ss. VII, en A. Velzquez, E. Cerrillo y P. Mateos, (eds.) Los ltimos romanos en Lusitania, Cuadernos Emeritenses 10, Mrida, pp: 49-72. Destacan en los ltimos aos los congresos y seminarios que tratan acerca de la proliferacin de monasterios y baslicas en el territorio, como ejemplo de colonizacin de nuevas tierras, a la par que como proceso evangelizador. Sobresalen en el tiempo dos de ellos, el primero celebrado en el ao 1963, que marcara las pautas a seguir en esta faceta de la investigacin religiosa: Diaz y Diaz, M, 1970: La vida eremtica en el reino visigodo Espaa eremtica. Analecta Legerensia I. Actas de la VI Semana de Estudios Monsticos Abada de San Salvador de Leyre, Pamplona; y el ltimo celebrado hace escasamente un ao, los das 18-20 de diciembre de 2006 en Madrid, que trasciende el periodo objeto de este estudio, pero por esto mismo abre nuevos caminos a la investigacin: Lpez Quiroga, J. et alii (2007): Monasteria et territoria. Elites, edilicia y territorio en el Mediterrneo meridional (s. V-XI). Madrid.
Bruno Franco Moreno
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Exremea, muestra en su produccin bibliogrfica actual, un ms que apreciable
abandono. Parece como si la presencia en nuestro teritorio de la dr al-Islam ms de
quinientos aos, fuera nicamente objeto de inters para especialistas y soadores
postromnticos de un pasado felzmente superado. Quiero incidir en este aspecto,
porque s en las ltimas dcadas los estudios centrados en los siglos IV-VII en nuestro
territorio, han llamado la atencin de buena parte de la comunidad cientfica, el
inmediato periodo posterior, slo ha suscitado el desvelo de arquelogos y algn que
otro medievalista, provenga este del campo de la historia, del arte o de la filologa
(arabista)11.
Pensamos que es debido a la falta de reas de estudios dedicados al mundo islmico,
tanto en el mbito de la historia como de la arqueologa en nuestra regin. Hay que
reconocer que la Universidad de Extremadura es relativamente joven (treinta y pocos
aos), y que en los departamentos de Historia Medieval, reas de Arqueologa o
Filologa parece no interesar lo suficiente dicho periodo andalus. No obstante en el
mbito del trabajo arqueolgico, en los ltimos aos se ha apreciado un notable
impulso por parte de las instituciones de carcter local, desarrolladas en las labores
desarrolladas en mbito urbano, sobre todo si las comparamos con lo desarrollado con
anterioridad, aunque todava quede un gran vaco en lo que al trabajo arqueolgico de
campo se refiere. En general podemos afirmar, sobre todo en relacin a Mrida, que 11 nicamente merecen researse en los ltimos quince aos dos trabajos: Extremadura en las fuentes rabes de M. A. Prez lvarez (1992), la Tesis Doctoral presentada por Sophie Gilotte en el 2004, que estudia la parte ms meridional de Cceres durante periodo andalus, L` Extremadure Centre-Orientale (VIII-XIII sicles): Peuplement et formes d` habitat aux marges d`Al-Andalus, Vol. I-II. Univ. La Sorbone, Paris. Otra aportacin relacionada en parte con la poca omeya, fueron las publicaciones en dos volmenes que vieron la luz hace un dcada sobre el reino Aftas de Badajoz, coordinadas por Fernando Daz Esteban (1996), Batalis, El reino Taifa de Badajoz: Estudios, Madrid.
De Emerita a Mrida
38
hoy da poseemos ms y mejor informacin que hace tan slo unas dcadas (Alba, 2001:
265-273).
Dicho esto pasaremos a sealar la produccion bibliogrfica que sobre el territorio
emeritense, durante los siglos VII al X, ha publicado la comunidad cientfica, en un
periodo que abarca desde mediados del siglo XIX, hasta mediados del pasado siglo,
para finalizar con las ltimas aportaciones que con motivo de la instauracin
democrtica en nuestro pas, ha dado lugar en la historia de las mentalidades , a la
apertura de nuevas vas interpretativas.
Por ltimo sealar que el contenido de este captulo se ha completado con la intencin
primordial, de ofrecer un panorama lo ms completo posible, de aquellos trabajos que
mantengan una estrecha relacin con el territorio que nos ocupa, y no con el de una
total exhaustividad en cuanto a las referencias bibliogrficas generales se refiere, puesto
que para esta ltima labor, remitimos a magnficos estados de la cuestin publicados
por los mejores especialistas, ya sea desde el mbito nacional o internacional12.
12 Una muy buena sntesis es la aportada por M. Jess Viguera Molins, Al-Andalus: de Omeyas a
Almohades en la Semana de Estudios Medievales dedicadas a La Historia Medieval de Espaa. Un balance historiogrfico (1968-1998), Navarra,: 51-147. En este misma publicacin los balances historiogrficos de Garca de Cortzar, J. A Glosa de un balance sobre la historiografa medieval espaola en los ltimos treinta aos (I) pp: 807-824 y Valden Baruque, J. Glosa de un balance sobre la historiografa medieval espaola en los ltimos aos (II), pp: 825-842.
Bruno Franco Moreno
39
1.1. Corrientes historiogrficas para los estudios Altomedievales de los siglos XIX y
XX en Espaa. Estado de la cuestin.
Es significativo el hecho, en relacin a los estudios altomedievales en nuestro pas, de
que todava nos tengamos que preguntar bajo qu ptica o visin tenemos que afrontar
los mismos y, a qu corriente hay que adherirse si los mismos se van a centrar en la
pennsula ibrica bajo poder musulmn, cuando la mayor parte de nuestros
historiadores, hasta no hace mucho, han enfocado su estudio como si fuera algo ajeno a
nuestro devenir como pueblo. Aspecto que cuenta con una largusima tradicin
historiogrfica en nuestro pas, y que ha consagrado una clara demarcacin entre lo que
hoy conocemos como Medievalismo por un lado, y los estudios que se encuadran
dentro del Arabismo por otro, desarrollndose ambas disciplinas por caminos
diferentes, cuando no enfrentadas 13.
Este estado de la cuestin resulta an ms llamativo para el perodo Andalus ,
consecuencia de la dominacin islmica de la Pennsula Ibrica a partir del 711/92H.,
abriendo una brecha que afectar a la creacin de dos campos de estudio, abiertamente
opuestos, que constituyen el clebre debate sobre el carcter oriental u occidental de la
formacin que emerge como consecuencia de la dominacin islmica.
13 Con relacin a esta problemtica se pueden consultar algunos trabajos recogidos sobre todo en Actas de
congresos y seminarios, especialmente los que hacen una mencin especial a nuestro pasado medieval: Africanismo y Orientalismo espaol, Awrq, anejo volumen XI, 1990; Orientalismo, exotismo y traduccin, Fernndez Parrilla y Feria Garcia (ed.), Escuela Traductores de Toledo, 2000.
De Emerita a Mrida
40
Se trata de un discurso que ha marcado, en un sentido u otro, la interpretacin histrica
sobre al-Andalus durante ms de un siglo, y que en la actualidad sigue levantando
ampollas (Fanjul, 2001; Vidal, 2004). Afortunadamente en las ltimas dcadas se est
operando un cambio en las mentalidades, y en los trabajos llevados a cabo por una
parte importante de la comunidad cientfica para superar esta tendencia, que tantas
incomprensiones han suscitado en el pasado, y que todava tienen una amplia influencia
sobre ciertas capas intelectuales de la sociedad espaola. De este modo podemos ir
entreviendo que vamos por el buen camino, que podemos abrir nuevos horizontes de
comprensin hacia lo que represent nuestra Edad Media, y el periodo histrico de al-
Andalus en particular.
El discurso arabista en Espaa como ahora veremos, est inserto en el marco del
orientalismo europeo que lo ha condicionado y enmarcado. Es de todos aceptado la
estrecha relacin entre la colonizacin y el desarrollo del orientalismo (estudios
centrados principalmente en el mundo musulmn del momento, donde tambin
entronca el estudio de la historia de al-Andalus), como nadie tampoco niega que el
eurocentrismo ha marcado la orientacin de dichos estudios, segn sealaba Claude
Cahen en su ya clsico trabajo; El Islam. Desde los orgenes hasta el comienzo del
Imperio Otomano. T-I Vol. 14, Siglo XXI, 1977, Barcelona. Tambin ahora los
orientalistas europeos se ven influidos por el peso de las modas o los condicionantes
ideolgicos, sucumbiendo a cierto recelo hacia lo oriental.
Bruno Franco Moreno
41
Los estudios de la Historia de al-Andalus en Espaa, a diferencia de lo que ocurra en
muchos pases de Europa, no surge en principio como una curiosidad cientfica, sino
que hunde sus races en nuestra propia historia, su mundo fsico, nuestra literatura,
pensamiento, arte, filosofa, adentrndose en nuestro idioma, costumbres de toda
ndole, y hasta en cierta manera de comprender y vivir la vida. Este etnocentrsmo local
nos aleja un tanto, de la visin colonial e imperialista con que es enfocada por la
historiografa europea y norteamericana de aquel momento.
El orientalismo espaol moderno nace en el siglo XVIII, en plena Ilustracin, por tanto
se aleja de la visin Medieval y Renacentista anteriores, siendo el inters poltico por el
Mediterrneo y Norte de frica de los Borbones espaoles, el que fomentar este
reinicio por los estudios islmicos bajo los reinados de Fernando VI y Carlos III. La
figura seera de esta transicin hacia el orientalismo moderno, que sentar las bases de
la historiografa posterior, ser la representada por Jos Antonio Conde (1765-1820),
precursor de una corriente que valorar nuestro pasado islmico. Autor de la Historia
de la dominacin de los rabes en Espaa, entresacados de manuscritos rabes,
supone un cambio de actitud en la historiografa hispana, al tomar partido por los
rabes desde un repudio de triunfalismo histrico imperante en Espaa durante ms de
tres centurias.
El romantismo hispano, a diferencia del europeo, encuentra en nuestro suelo un
particular Oriente domstico, que atraer tambin a viajeros, escritores y pintores de
otros lugares. Pascual de Gayangos, primer Catedrtico de rabe de la Universidad
De Emerita a Mrida
42
Central (1843) fu el orientalista ms destacado de este perodo, hegeliano como
Moreno Nieto, autor este de la primera Gramtica de la Lengua arbiga del siglo XIX,
ambos contribuirn en su polmica con la escuela tradicional, a imponer una visin ms
favorable de nuestro pasado rabe, demostrando una voluntad apasionada de
rehabilitar una parte silenciada de la historia de Espaa (Lpez, B., 1990: 41 y ss).
No es fcil establecer las conexiones personales de nuestra escuela de estudios rabes
con las restantes europeas a lo largo del siglo XIX, y primera mitad del XX. Ser el
holands R. Dozy (1820-1883) el que concili en su magisterio a los medievalistas
espaoles por el quehacer de la historia islmica, sufriendo un proceso de
especializacin que les centr en el espacio exclusivo de la Espaa musulmana,
abandonando otras reas geogrficas de dicha cultura.
El arabismo hispano, encerrado en su etnocentrismo, se mantuvo alejado de las
manifestaciones del orientalismo europeo, en contacto tan solo con aquellos, que como
Dozy, Guidi, Lvi-Provenal, etc., podan adaptar elementos a nuestra propia historia,
por lo que permaneci casi desconocido en Europa y quedando arrinconado de un
proceso de informacin a la sociedad espaola, sobre aquellos aspectos bsicos de la
civilizacin de la que pretendan ser intermediarios (Lpez, B., 2000: 153-171).
Ser Francisco Codera con el que el Arabismo hispano inicie su perodo positivista,
siendo el fundador de la escuela de Arabistas modernos, que se desarrollar durante la
Restauracin, y que tendran en Julin Ribera, Francisco Pons Boigues, Francisco
Bruno Franco Moreno
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Guilln Robles y Miguel Asn sus seguidores ms sobresalientes. Ellos mostrarn el
camino hacia la siguiente etapa de nuestro arabismo, la de su incorporacin de pleno
derecho al proceso de renovacin de la ciencia espaola, donde ya no slo se ocupan de
historia hispanorabe, sino tambin de ciencias, filosofa e incluso de las diferentes
lenguas dialectales rabes, sobresaliendo de entre todos ellos, Ambrosio Huici
Miranda, Cndido Gonzles, Jos Antonio Sanchez Prez, Pedro Longas, ngel
Gonzales Palencia...
Aunque hay que sealar la influencia de un pensador como Ortega y Gasset, que
haciendo uso de la crisis del historicismo y ante la demanda de mtodos antropolgicos
y etnogrficos en nuestra trayectoria historiogrfica nacional, llevara en sus estudios su
particular forma de entender la historia de nuestro pas en contra de no pocos
adversarios. Sin olvidarnos, que junto a otros intelectuales, reflej el drama que
supuso la Guerra Civil y el exilio en sus anlisis histricos, as como el inters por los
estudios islmicos en nuestro pas.
No es necesario recalcar que nuestra guerra civil tuvo unas nefastas repercusiones para
la investigacin histrica en Espaa. Grandes historiadores fueron al exilio, y aunque
con la creacin del Consejo Superior de Investigaciones Cientficas se pretendi
sustituir instituciones desaparecidas, este organismo tardara en situarse al nivel
alcanzado por anteriores organismos cientficos. As los estudios tendieron hacia el
neopositivismo, impregnado de nacionalismo de posguerra; aunque en el lado positivo
se llegaron a publicar un notable nmero de fuentes documentales. Los trabajos ms
De Emerita a Mrida
44
importantes se debieron a Julio Gonzles, J. M. Lacarra, Mills Villacrosa, Garca
Valdeavellano y, sobre todo, Vicens Vives, que introdujo la influencia de la escuela de
"Annales", adems de impulsar la historia econmica e implantar los estudios de base
regional, que tanta influencia alcanzaran con la llegada de la democracia a nuestro pas
(Ruz Gmez, 1998).
No obstante habra que esperar a los aos cincuenta para que otro orientalista, el Padre
Felipe Pareja, ofreciese la nica sntesis de valor producida en Espaa y por un espaol
sobre el Islam, su obra titulada Islamologa. A partir de estos aos, se inicia en Espaa
un despertar historiogrfico sobre los estudios medievales y andaluses, que tendrn en
Amrico Castro a uno de los ms acrrimos defensores de nuestro pasado semita.
Amrico Castro establece un anlisis comparativo cristiano-musulmn, hallando en su
tarea investigadora una oposicin por parte de los cristianos a lo musulmn,
considerado en principio superior, excepto en cuestiones de valores meramente picos
y espirituales. la espaa cristiana era un mundo fijo sobre el cual caan palabras,
literatura o instituciones musulmanas. La visin cristiana consideraba que la persona
lograba hidalgua, nobleza y libertad solamente con coraje. Este sentimiento castellano
de fe en la libertad y autonoma hizo que se tuviera puesta una venda en los ojos
respecto a otras cuestiones cientficas, en las que el musulmn se manifest netamente
superior (Castro, 1948; reed. 1983).
Bruno Franco Moreno
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Como contrapunto a las tesis de Amrico Castro, se sita la mayor parte de la
produccin cientfica de Claudio Snchez Albornoz, que frente al materialismo
histrico del aquel, defiende y se adhiere a las corrientes institucionalistas en el
tratamiento de la historia. Frente a Castro, Snchez Albornoz explica nuestra historia
sin ceirse a la existencia de judos y musulmanes; en sus estudios considera de gran
importancia la influencia de la presencia visigoda en nuestro devenir histrico,
manifestando la preponderancia de la influencia germnica en la mentalidad de los
espaoles del siglo XVI y an posteriores, hasta llegar a las argumentaciones teidas
de un inaceptable racismo, como achacar nuestro atraso con respecto a Europa, a la
presencia islmica en nuestro suelo, as como una etnocntrica visin de la llamada
reconquista de Espaa, donde las aportaciones de orientales (judos y
musulmanes) habran quedado diludas en el marco de un supuesto carcter hispnico,
capaz de neutralizar unos componentes totalmente extraos a su esencia (Marn, M.,
1985:21-25). Dejando a un lado esta cuestin, hay que reconocer la tremenda influencia
y aportaciones al conocimiento de la presencia islmica en nuestro suelo que Snchez
Albornoz ha volcado en numerosos artculos y obras de referencia indispensables.
Por fortuna en las ltimas dcadas de la pasada centuria ha habido una reaccin frente
a la dinmica, un tanto encasillada, de nuestros estudios medievales que ha aportando
una visin mucho ms acertada, abierta y saludable en nuestra historiografa. La
nmina de estudiosos y publicaciones se ha multiplicado, de donde destacamos los
trabajos de Miguel Cruz Hernndez, Gmez Nogales, M Concepcin Vzquez,
Montserrat Abulmahan y de Felpe Mallo en el campo de la filosofa y la filologa. En
De Emerita a Mrida
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la faceta cientfica andalus sobresalen los estudios de Juan Vernet, Camilo lvarez de
Morales, Julio Sams o Joaqun Lomba. Ocaa Jimnez, Federico Corriente, Manuela
Marn, M. L. vila, M. Jess Viguera, Pedro Chalmeta y Joaqun Vallv en el campo
filolgico e histrico respectvamente. Por ltimo sealaremos las importantes
contribuciones al mundo de la arqueologa andalus durante los primeros aos de la
democraca en Espaa, donde sobresaldran los trabajos de Rossell Bordoy, Juan
Zozaya, Miquel Barcel, Fernando Valds, arquelogo este ltimo que ha desarrollado
buena parte de su trabajo en nuestra regin autonmica, o ms recientemente Antonio
Malpica en Andaluca oriental, Sonia Gutierrez en la comunidad Levantina y
Murciana, y Manuel Retuerce en Castilla la Mancha y Comunidad de Madrid.
1. 1. 1. Bibliografa general y temtica sobre la Hispania de poca visigoda (ss. VII)
Una vez expuesta esta breve introduccin a las corrientes historiogrficas que marcarn
los estudios altomedievales en nuestro pas, especialmente los andaluses, pasaremos
balance a los trabajos publicados que hagan una referencia expresa a la ltima etapa de
la denominada como, Antigedad tarda en la pennsula ibrica, en nuestro particular
estudio del ltimo siglo del reino visigodo. A ello me referir no solamente a lo
publicado en exclusiva al territorio que nos ocupa, sino tambin a estudios que tienen
una concepcin nacional y, que por tanto se extiende a otras regiones del reino,
especialmente a su capital, Toledo, y aquellas que mantienen una especial relacin con
Mrida y su territorio. Sin que por ello olvidemos el contexto general de este devenir
histrico, econmico y social: ambas mrgenes del Mediterrneo, siendo muy
Bruno Franco Moreno
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significativos los contactos culturales y religiosos entre ellas .
Si damos comienzo con las obras de carcter general, destacaramos la obra de un autor
capital que sobresale en el estudio de las fuentes documentales (Historia social,
econmica, religiosa y cultural), y que ha llevado a cabo una intensa labor de
recopilacin y puesta al da, desde los aos sesenta del pasado siglo: Orlandis (1972;
1976; 1986; 1987: 166 ss; 1991), con especial incidencia en el estudio del desarrollo y
organizacin social de la Iglesia bajo la monarqua visigoda. Un trabajo que sigue
manteniendo la frescura del primer momento, es el del ingls a E. A. Thompson, en su
clsico estudio sobre Los Godos en Espaa (1971), donde realiza un anlisis general
sobre la presencia goda en Hispania, desde el inicio de la implantacin de la monarqua
visigoda en la pennsula ibrica hasta su final, resaltando en algunos casos la labor de la
iglesia emeritense en aras de la unidad religiosa en todo el reino. Otros trabajos que
abarcan el estudio del reino godo en general es el elaborado por (Palol y Ripoll, G.
1988), donde tambin se pone de manifiesto el peso de la ciudad lusitana en los
aspectos ya mencionados. En esta misma lnea se encuentra la obra de L. A. Garca
Moreno (1975; 1979: 217-237; 1982: 227-240; 1988: 179-192, 1998), Cerrillo (1985: 181-
207; 1995: 11-48) que trata muchos de estos aspectos, pero centrados en el territorio de
la Lusitania, en especial su capital. As podemos destacar las pautas de asentamiento en
el medio rural y el auge constructivo que se desarrolla en este medio , protagonizado
por la iglesia, sin olvidarnos de otras aportaciones como las presentadas por Velzquez
y Ripoll, G. (1995), tanto conjuntamente como por separado. La puesta al da del
volumen III de la historia de Espaa de Menndez Pidal (1999) ha recogido, en parte,
De Emerita a Mrida
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los ltimos trabajos publicados desde las distintas disciplinas que forman este
compendio. Una trabajo que merece un seguimiento especial, es la ltima aportacin
de Santiago Castellanos (2007): Los godos y la cruz: Recaredo y la unidad de Spania.
Trabajo muy relacionado en su temtica con el estudio de la presente tesis, donde se
resalta la estrecha relacin existente entre monarqua-reino-iglesia en la configuracin
del reino visigodo de Toledo, y donde se exprime la frmula rex, gens vel patria
Gothorum, recogida en las obras de Juan de Biclaro, Isidoro de Sevilla y Julan de
Toledo, en el que la iglesia emeritense particip activamente, segn se desprende de la
obra de las Vitas Sanctorum Patrum Emeritensium y de las actas del Concilio provincial
del ao 666, celebrado en la capital metropolitana.
Resaltaremos tambin aquellos congresos, seminarios o simposium, que se encuentran
incluidos en publicaciones que recogen de forma general, distintas facetas de la historia
del perodo visigodo en la pennsula Ibrica, donde se presta una atencin especial a lo
acaecido en la provincia Lusitania de los siglos VI-VII, especialmente a su capital. No
debemos olvidar que en la ltima dcada, los estudios dedicados a este perodo estn
sufriendo un nuevo enfoque en su interpretacin, tanto en su metodologa, como en el
cambio operado en las mentalidades, tanto en el mbito nacional como de los estudios
internacionales, especialmente significaticas son las ltimas publicaciones del mundo
anglosajn (Monogrfico: Jornadas internacionales Los Visigodos y su mundo,
V.V.A.A., 1990; Visigodos y Omeyas. Un debate entre la Antigedad tarda y la Alta
Edad Media, Caballero y Mateos, Editores, 2000; The Visigoths. From the migration
period to the seventh century. At ethnographic perspective, Heather, P., 1999; The
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Visigoths. Studies in Culture and Society, Leiden/Boston/Kln, 1999, A. Ferreiro 8ed.)
1999; Urban Centers and Rural Contexts in Late Antiquity, Edited by Thomas S. Burns
& John W. Eadie, 2001). En ellas se exponen cuestiones de indole jurdico, religioso,
del mundo de la cultura, economa, las transformaciones urbanas y del poblamiento
durante el dominio visigodo de la pennsula, tratado con rigurosidad por los mejores
especialistas de este periodo histrico.
Otra parcela donde la investigacin ha avanzado considerablemente en los ltimos
aos, es en el estudio de los componentes sociales, las instituciones y la legislacin
durante el reino visigodo de Toledo. Imprescindibles continan siendo los trabajos de
Abilio Barbero y Marcelo Vigil. El primero con La sociedad visigoda y su entorno
histrico, Madrid (1992), y conjuntamente los dos con un clsico de la historiografa
medieval, publicado en 1978, La formacin del feudalismo en la pennsula Ibrica,
Barcelona. En cuanto a la administracin del territorio y sus instituciones, sigue
manteniendo plena vigencia el trabajo de L. A. Garca Moreno, Estudios sobre la
organizacin administrativa del reino visigodo de Toledo, Anuario de Historia del
Derecho espaol, T. 44, p. 5-155, Madrid, 1974. Lo mismo podramos decir en el
apartado de la legislacin y el derecho durante este mismo periodo, acerca de la ya
clsica obra de P.D. King, Derecho y sociedad en el reino visigodo, Madrid, 1981;
donde se recogen abundantes referencias acerca de las institucioes civiles y religiosas de
la capital lusitana a lo largo del siglo VII. Una puesta al da sobre esta cuestin es el
trabajo de Y. Garca Lpez en sus Estudios crticos de la Lex Wisigothorum (Alcal de
Henares, 1997).
De Emerita a Mrida
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Por otra parte hay autores que al centrar su estudio en determinadas reas o territorios
de Hispania durante los siglos VI-VII, muestran un particular inters en el anlisis y
estudio de los diferentes aspectos de la vida religiosa, econmica, poblacional y cultural,
radicadas en la capital lusitana. De este modo nos encontramos con estudios centrados
en las vas de comunicacin y los contactos con el mediterrneo oriental; Hillgarth
(1980), Arce (1984, 1988), Daz P. C. (1997: 331-340); los aspectos econmicos,
religiosos y sociales han sido de la atencin de Luis A. Garca Moreno (1972: 138-144;
1975; 1979: 217-237; 1986: 93-114; 1988: 179-192; 1991: 265-273)14. De igual modo
merecen destacarse las ltimas aportaciones derivadas del trabajo arqueolgico, que
han supuesto una renovacin en el estudio del urbanismo de la ciudad, en clara relacin
con el perodo anterior. As en las publicaciones de Pedro Mateos (1995-a: 135-149;
1997: 601-616; 2000: 491-520), se recoge la continuidad en la labor edilicia y de
transmisin de la cultura clsica, emprendida por la Iglesia emeritense, tanto en la
ciudad como en su territorio, desde finales del S. V hasta ms all de la segunda mitad
del siglo VII.
El estudio de los patrones de poblamiento y sus manifestaciones materiales sobre el
territorio, han venido influenciados por la investigacin desarrollada en pases como
Italia, Francia o Inglaterra, principalmente de la mano de G. P. Brogiolo; Citt,
14 Este autor presenta un estado de la investigacin sobre la Historia de la Espaa Visigoda que abarca desde el ao 1940 a 1989, publicado en la revista Hispania, L/2, n 175, 1990: 619-636. En el mismo se incide notablemente en aspectos de la investigacin jurdica y eclesistica, que fueron desarrollados a partir de los aos cincuenta y donde los autores se alejan de los postulados de la escuela germnica, tan querida por algunos durante los aos treinta y cuarenta (pp: 621-627). Tambin lleva a cabo una crtica demoledora contra las corrientes surgidas a finales de los sesenta y setenta, influenciadas por las tendencias estructuralistas y marxistas de la poca, que encabezadas por Marcelo Vigil y Abilio Barbero abrieron nuevas perspectivas a la investigacin, muchas de las cuales siguen an vigentes, aunque su autor intente minimizarla (pp: 632-633).
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Castelli, Campagne nei territori di frontiera (VI-VII sec.); La fine delle ville romane:
transformazioni nelle campagne tra tarda antichit e alto medioevo; sin olvidar algunos
otros trabajos publicados en conjunto, que tienen una estrecha relacin con nuestro
territorio pennsular.15 Tambin sobresalen en relacin al estudio de los cambios
operados sobre el territorio, y las pautas de asentamiento en el occidente europeo, el
trabajo realizado por C. Wickham, los cuales se estn viendo refrendados en estudios
desarrollados en zonas del medioda y noroeste peninsular16.
Ms tradicin han tenido en Espaa los trabajos que tienen como fuente principal el
estudio de los textos escritos, no slo los considerados pramente historiogrficos,
como crnicas, actas conciliares, textos jurdicos, etc, sino tambin aquellos que se
encuentran a medio camino entre la historiografa propiamente dicha y la vida de
santos, la conocida como hagiografa. Esta ltima ha tenido una significacin especial
en relacin a Mrida, por cuanto una de estas obras se redact en su solar en el siglo
VII. Existen una buena cantidad de trabajos que han tenido como objetivo el estudio y
traduccin de la misma. LaVitas Sanctorum Patrum Emeritensium, trata de aspectos
tan variopintos como la Iglesia lusitana en poca visigoda: Clasiis Patrum Latinorum (
Daz, P; 2000, e.p.), Historia de la Iglesia en Espaa, con especial mencin a la Iglesia
emeritense (Sotomayor, y otros; 1979). La obrita ha sido objeto de varios estudios
crticos desde que el historiador local del siglo XVII, Moreno de Vargas, la publicara
15 G.P. Brogiolo y A. Chavarra (2004): Aristocrazie e campagne nellOccidente da Constantino a Carlo
Magno. Idem (2006): Archeologia e societ tra tardo antico e alto Medioevo, Documenti di Archeologia, 44. Padova.
16 Wickham, C (1984): The other transition: From the Ancient world to Feudalismo: Past and Present n 103, Oxford: 3-36; Idem (2006): Framing the Early Middle ages. Europe and the Mediterranea (400-800), Oxford.
De Emerita a Mrida
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por vez primera. Estos autores aaden, adems de la traduccin, cartas y cdices de la
poca para su mejor comprensin. Destacaremos los estudios crticos realizados sobre
la obra: Paulo Diacono, De vita et miraculis Patrum emeritensium, (E.S., XIII); Smedt,
C. de: Anonymi libellus de vitis et miraculis Patrum emeritensium, 1884; Garvin, J.:
The Vitas Patrum Emeritensium, 1946. Snchez Loro, D.: Libro de la Vida y milagros
de los Padres Emeritenses por Paulo el Dicono, 1951, Camacho A.: El libro de la vida
de los Padres emeritenses, 1988, hasta los ltimos trabajos publicados por A. Maya:
Vitas Patrum Emeretensium, Corpus Christianorum. 1992, donde se seala la
existencia de dos autores distantes en el tiempo, e Isabel Velzquez en sus Vidas de los
Santos Padres de Mrida, Paids, 2008.
En estrecha relacin con esta obra, destacan los estudios sobre la consolidacin de la
iglesia cristiana trinitaria en Hispania, as como sus manifestaciones materiales, la
construccin de edificios religiosos, tanto en el medio urbano como rural, la divulgacin
del monaquismo y la creacin de monasterios en las ciudades de la Hispania de los
siglos VI-VII. Esta temtica ha llamado la atencin en los ltimos aos de autores
como Orlandis (1977; 1988), G. Moreno (1989), Sotomayor y Muro (1979: 654), Daz y
Daz (1970), Gil, J, (1972; 1994), as como el peso de la tradicin clsica transmitida
por la iglesia emeritense (Arce, 1982: 209-226; 1997; Snchez, 1990:23-40), y una larga
lista de publicaciones que tienen en esta obra cumbre de la hagiografa tardoantigua un
rico filn para la investigacin de este perodo. De entre todas ellas se pueden extraer,
adems de la informacin histrica, los diferentes puntos de vista, enfoque y
orientacin metodolgica de la sociedad de su tiempo; es decir, las indicaciones bsicas
Bruno Franco Moreno
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necesarias para tener una visin bastante completa de este
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